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Epístola de Don Quijote, en rancio lenguaje caballeresco, adereszada al muy respectable público matritense

                             Caballeros é donceles,
Dotos rancios é noveles,
Damas, ya grandes, ya chicas,
Regalonas doncellicas,
É vos, la de aguja y plancha,
É tú, que adobas jigote:
Vos escribe Don Quijote
De la Mancha.
 
   Honráis con farta razón
Al perínclito varón,
Cuyo bulto de metal
Reverencian por igual
Congreso é Medinaceli (26),
Cuando, quitado el bonete,
Saludan á Cide Hamete
Benengeli.
 
   Agora, si al caso faz,
Yo vos demandara en paz
Que, otra vegada, la fiesta
Para Cervantes aquesta,
Que noble intención descubre
De que Madrid le remiembre,
Se le ficiera en septiembre,
No en otubre.
 
   Cierto que hoy, día que es
Nono del deceno mes,
Cervantes el afamado
Fué en Alcalá baptizado;
Mas, por negligencia grave
(Que suplir quisiera yo),
Cuál fué el día en que nasció,
Non se sabe.
 
   Pero habedes certidumbre
De que era estonce costumbre
Cristianar á los infantes,
Llevando ya en fajas antes
Días, no en corta porción;
Y de veintiocho fué
Á la pila de la fe
Calderón.
 
   É como el santo del día
En que el pequeñuelo abría
Sus parpadicos al sol,
Daba nombre al español;
Y en el baptismal papel,
Á Cervantes pertinente,
Hay el nombre solamente
De Miguel;
 
   Veintinueve del pasado
Debió ser el señalado
Con el fausto nacimiento:
Día en que el magín atento
El nombre topa de aquel
Santo Arcángel eminente,
Que firió la impía frente
De Luzbel.
 
   É que non me llevo chasco
Piensa el Bachiller Carrasco,
É, demás del Bachiller,
Sancho Panza, su mujer,
Mi Cura, home gravedoso
El rapista de mi aldea,
É mi sin par Dulcinea
Del Toboso.
 
   Importa empero un ardite
Que á Cervantes felicite
La afición con que venís,
Hoy, día de San Dionís,
Ú esotro, pasado ya:
Como es del mérito paga,
Cuando-quiera que se faga,
Bien está.
 
   Non cuenta España scriptor
De lauro merescedor,
Que á Cervantes aventaje;
Non es de ninguno ultraje
Proferir en noble canto
Que la su gloria consigne:
��Nadie cual el manco insigne
De Lepanto!�
 
   Por él en Orán é Flandes,
En las lomas de los Andes
É las playas de Luzón,
Don Quijote y Sancho son
Conoscidos por do vamos:
Nos nombran en el camino,
Y al caballo y al pollino
Que montamos.
 
   El orbe señala entero
Á mi Duque y mi ventero,
Al bien malparado Andrés,
Al bizco infame Ginés,
Maritornes, tuerta é fea,
El hábito de Luscinda,
É las trenzas de la linda
Dorotea.
 
   Cervantes vida nos da,
Que dura é perdurará
Mientras fiel quede una mano
Persignante en castellano;
É quede ó no: -Bien lo fundo;
Que si acontesce tal mengua,
Ya nos ha dado su lengua
Todo el mundo.
 
   Mísero mi autor vivió,
Y en mi figura pintó
Su malandanza cruel:
Por poco es dueño de Argel;
Y en la patria que fulgura
Con luz por él encendida,
Tuvo pobre, ya perdida,
Sepultura.
 
   Yo, pues, el famoso Hidalgo,
Vos pido, por lo que valgo,
Que al valiente en la campaña,
Rey del ingenio de España,
Digáis con voces amantes,
Que en bronce la fama escriba:
�Eterno el renombre viva
De Cervantes!

Leída en el teatro de la Zarzuela en la noche del 9 octubre de 1861.



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Frey Lope Félix de Vega Carpio

Romance

Febrero de 1562.

                               En un humilde aposento
De una posada en la corte,
Forastero y forastera
Se dicen castos amores.
Mujer y marido son,
Joven él, y ella más joven:
Lágrimas vierte la dama,
Y pide perdón el hombre.
�Matábanme, Félix mío,
Mis celosas aprensiones...
Cuando aprensiones las llamo,
Yerro a propósito el nombre.
Sin avisártelo, vengo
De Asturias a que me informes
Qué tan cierto es que en Madrid
Ofendes a tu consorte.
No ha de amarte más que yo
La que tu fe me soborne;
Y algo por bella me debes,
Y algo por discreta y noble.�
Suspendió aquí la quejosa
Las tiernas reconvenciones,
Porque en el rostro el deudor
Le dio con la paga entonces.
Fatigada la viajera,
Y siendo bien que repose,
La lleva Félix en brazos...
Dios les bendiga la noche.
25 DE NOVIEMBRE DEL MISMO AÑO
       Devoción me merece
           San Lope obispo:
       Lope quiero que sea
          Nombre del niño.
       -Ponle dos, ponle,
       Por mi amor y tu gusto,
           Félix y Lope.
1573
   Bajo el rústico dintel
Del Corral de la Pacheca,
Cisneros el comediante
Habla con Félix de Vega.
�Pasmado (le dice) estoy
De que haya en edad tan tierna
Quien ya en sus cuatro jornadas
Componga en verso comedias.
Once años cuenta Lopico,
Y pasos encuentro en esa,
Que no los tiene mejores,
Virués ni Juan de la Cueva.
De amor y de celos hay
Dos asombrosas escenas:
�Cómo adivina un muchacho
Lo que no es dable que sienta?
-De amor y celos nació
(Modesto el padre contesta),
Y amor y celos retrata
Por él su naturaleza.�
Llegaba Lopico en esto
Con los chicos de una escuela,
Cañas cabalgando todos,
Pisando recio en las piedras.
Por bandera en otra caña
Llevaba un cartel de iglesia,
Y al pasar por el teatro,
Batió Lope su bandera.
1635
   �Úsase un dicho en Madrid,
Curiosa prima Dolores,
Que allá sin duda ignoráis
En las indianas regiones.
A lo más bello y mejor
En cualquier género y orden,
Ya no se llama excelente:
Dicen todos que es de Lope.
Cosas de Lope se llaman
Libros, espadas, sermones,
Joyas, telas, cuanto tiene
Gran brillo, mérito y coste.
De Lope son los tocados
Que el gusto nuevo dispone,
Las justas de ingenio dignas,
Las ruidosas diversiones.
Las villanas de Aranjuez
Que venden ramos de flores,
De Lope dicen que son
Rosas y claveles dobles.�
Así a una doncella linda
Cortesanas instrucciones
Daba, al entrar en Madrid,
Cierta señora en su coche.
De Cádiz la trae consigo,
Para que a su lado goce
Lo que en Méjico ganó
Su padre, que Dios perdone.
Tomar la calle de Francos
Pretende el automedonte:
Mas el paso le embaraza
Tropel de gentes enorme.
De las calles convecinas,
Ya despacio, ya de golpe,
Desembocan sin cesar
Mozos, viejos, ricos, pobres,
Placeras, dueñas, beatas,
Soldados y sacerdotes:
Sólo se ve luto, y manos
Con amarillos blandones.
No hay en la calle pared,
En cuyos huecos no asomen
Apiñadas las cabezas
De compasivos mirones.
La cruz de San Sebastián
Por entre la turba rompe;
Cánticos de muerte suenan;
Claman las lenguas de bronce.
No se ve féretro aún;
Saldrá, si en marcha se pone
La muchedumbre que llena
Puerta, zaguán y escalones.
Hacia la iglesia, por fin,
Se mueve la prieta mole,
Revueltas las cofradías,
Vacilando los pendones.
Pasan, y pasan, y pasan
Grandes, familiares, monjes,
Cómicos, freiles, poetas...
�Quién hay a quien tantos honren?
La primita mejicana,
Diestra en aprender lecciones,
Prorrumpe: �Si no es de rey,
Entierro es éste de Lope.�
 
       Acertaba la niña:
          Lope, el famoso,
       Va de ocho capellanes
          Llevado en hombros.-
          ��Sánchez! �Maestro!
       Decid a esta indianita
          Quién era el muerto.�
 
   El señor Sánchez, persona
Muy conocida en Madrid,
Zapatero es de aguadores
Y de gente baladí.
Aficionado a la farsa
Desde la edad infantil,
Con pan y comedia vive,
Cómicamente feliz.
Por jefe le reconoce
La turba mosqueteril
Que en el Príncipe y la Cruz
Mueve a menudo motín.
Más de un galán le ha doblado
La engarrotada cerviz,
Enviándole presentes,
Que él desdeñó recibir.
De un novel ingenio cuentan
Que visitándole, a fin
De que estrenándose en tablas,
No se le mostrara hostil,
�Mancebo (saltó el Maese),
Justicia os haremos: id,
Id en paz, si es tal la obra
Que yo la pueda aplaudir.�
Entrose en el coche Sánchez
Como en ganado país,
Y al paso que el duelo siguen,
Habla a las damas así:
 
   -�Nace el hombre con deseo
De ver y oír cuanto pueda;
Lo que en propio ser no viere,
Codicia verlo en comedia.
Pide el escribirla bien
Alto ingenio y muchas letras,
Alma, inventiva y gracejo,
Que Dios a pocos dispensa.
Farsas en España, ya
Divirtieron a mi abuela:
Para entonces no eran malas,
Para después no eran buenas.
Salieron al fin a luz
Dos, tres, seis y una docena,
Que asombraron a Madrid,
Sevilla y España entera.
En paseos y en saraos,
En las plazas y las tiendas,
Nadie a la sazón trataba
Más que de la farsa nueva.
��Quién ha escrito El verdadero
Amante? -Lope de Vega.
-Y Las Amazonas? -Lope.
-�Y El molino y la Aristea?
-Lope. -�Y la Abderite? -El mismo
Lope, y el Vamba y la Angélica,
La Melindrosa, El Maestro
De danzar, La Montañesa,
Lo cierto por lo dudoso,
Psiques, Muza, El Turco en Viena,
Los milagros del desprecio,
El pleito de Ingalaterra,
Amar sin saber a quién,
La Danza boba, La siega,
Los enredos de Celauro,
La Serrana de la Vera,
El mejor Alcalde el Rey,
Peribáñez, Las Batuecas,
El remedio en la desdicha,
El cerco de Orán, La Estrella
De Sevilla... -�Señor! �cuánto
Escribe ese hombre? -Unas treinta
Comedias al año...� Luego
Compuso más de cincuenta:
Cincuenta y cuatro nos daba
Desde cuaresma a cuaresma;
Y esto �cuándo! cuando ya
Pasaba de los sesenta.
Dos días, y en cada uno
Doce horas de tarea,
Veinticuatro de bufete
Con otras tantas de huelga,
Tiempo bastante le fueron
Para llevar a la escena
De La noche de San Juan
La fábula placentera.
Con prisa igual más de ciento
Produjo su fácil vena,
Y ha tres años que contaba
Cabales mil y quinientas.
Esto, amén de cuatrocientos
Autos y de diez poemas,
Y romances infinitos,
Canciones y cantilenas,
Los sonetos a puñados,
Los epigramas por gruesas,
Epístolas, no sé cuántas,
Y ocho, en fin, o diez novelas.
Y este hombre comió y durmió,
Y santificó las fiestas,
Y estudió filosofía,
Cánones, historia y lenguas.
Y este hombre trató mil gentes;
Que no hay nación en la tierra
Que no enviase a Madrid
Persona que a Lope viera.
Del Padre Santo en la corte,
Del Gran Señor en presencia,
Con vítores resonó
El nombre del gran poeta.
Grande, sí, porque de España
Reprodujo la grandeza:
Cuanto hay bello y grande aquí.
Sus farsas nos representan;
Y no con frase trivial,
Ni en rima pobre y grosera:
Garcilaso y Castillejo
Brillan a la par en ellas.
�Qué español no quiere ser
Aquel galán, que él diseña
En Las flores de Don Juan,
Flores de oro, no de seda!
�Quién pudo sin llanto ver
A la divina Isabela,
Que allá en Irlanda padece
La más lastimosa fuerza!
Por templar al padre airado,
Que un hijo de amor desecha,
Esclava de su galán,
Suspira celosa Elena.
Corona Sol merecida
Ciñe de cónyuge honesta:
Porque un rey de amarla deje.
Sus brazos al fuego entrega.
Ley natural hace al hombro
Amar a su compañera;
Lope la pone en altar,
Y al pie del altar nos lleva.
Teatro español tuvimos
Antes que Lope naciera;
Mas era teatro en cuna,
Y aun era español apenas.
Él le dio forma y valor
Y sello que nunca pierda:
Si hombre como yo lo ve,
Marcadas tendrá las señas.
De Lope el arte aprendieron
Cuantos en él se le hombrean,
Tirso, Rojas, Alarcón,
Y el que hoy su laurel hereda.
De autores hablar no quiero,
Que usando mi oficio medran:
Zapatos remiendo yo,
Y ellos a Lope remiendan.
Pródigo maestro, a mil
Cortada dejó la tela:
Desperdicios de su pluma
Son gala de ciento ajenas.
El Fénix de los Ingenios
Le han llamado; no lo aciertan:
El fénix de sí renace,
Y un Lope no se renueva.
No da Dios tan a menudo
Tanto ingenio y tales prendas.
Flaquezas en Lope vimos:
Ejemplar vimos la enmienda.
Galán, soldado con brío,
Dulce humor y habla discreta,
Gran defensor de las damas,
Pagáronle el defenderlas.
Dos veces casado fue;
Dos hijas casadas deja,
Una bien, otra mejor:
Monja vive aquí a la vuelta.
Hija de culpa nació
La hermosísima Marcela;
Dios ángel volverla quiso,
Que gloria del padre fuera.
Sacerdote él ventiséis
Años, y en clausura estrecha
Catorce ella ya, virtud
A siglo y a claustro enseñan.
Jamás de labios de Lope
Salió palabra soberbia;
Jamás la envidia en su pecho
Vertió su ponzoña negra.
Con su ingenio iban al par
Su bizarría y modestia;
Quien no le trató por gusto,
Le buscó por conveniencia.
Ved esos pobres que gimen,
Siguiendo la turba densa:
Padre era de todos él,
Y pobre por ellos era.
Mas ya se paran allí...
Las Trinitarias son esas...
De frente a una celosía
Veis que el ataúd presentan...
Sor Marcela de San Félix,
Tras la celosía puesta,
A dar a su padre va
La despedida postrera.
Las manos al ataúd
Tiende amante una profesa.
�Ella es! �ella es! la hija santa
Del gran Frey Lope de Vega.
 
   Silencio reinó profundo,
Mudas las campanas quedan,
Beberse quieren los ojos
El eco flébil que esperan.
��Santos del Señor (se oyó),
Cuyas virtudes excelsas
La fe celebró de Lope
Con rima imperecedera!
�Vos, Apóstol de las gentes,
Penitente Magdalena,
Roque, Diego, Nicolás,
Casilda, Julián de Cuenca!
�Vos, Cardenal de Belén;
Vos, Ángel de las escuelas,
Brígida, Isidro, Agustín,
Y vos, mi Madre Teresa!
Con vosotros ha vivido
El alma de Lope tierna:
Recibidla en brazos, hoy
Que al pie del Eterno vuela,
Recibe tú, padre mío,
De este mi dolor la ofrenda:
Sin corazón para el mundo,
Me mata por ti la pena.
�Padre! �Adiós! Del viaje largo
Descansas en paz perpetua;
Y en vez de laurel caduco,
Ciñes corona de estrellas.
�Yo lloro, y eres feliz!
�Bendita la mano sea,
Que gloria te da en el cielo,
Tras gloria tanta en la tierra!

     A 25 de noviembre de 1860 se inauguró el sencillo monumento mural que se ve en la fachada de la casa donde Lope murió. Leyó en aquella solemnidad este romance, años antes escrito, mi querido amigo el Sr. D. Manuel Cañete.



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Carta que escribe desde el otro mundo el peor poeta cómico del siglo pasado en España, con motivo de representarse hoy la mejor comedia española de su época. Por las señas dadas se comprenderá que la carta no puede menos de ser de Don Luciano Francisco Comella

                               Yo, Comella, aquel fatal
Comella, que daba a luz
Un disparate mensual
Para el Príncipe, o la Cruz,
O los Caños del Peral;
 
   Yo, que los campos Elíseos
Habito al fin, desde que
Mis pecadillos purgué,
Tiempo ha, madrileños, quíseos
Decir lo que hoy os diré.
 
   Escribiendo mal y pronto,
Al público traje tonto
Con mi Teresa en Landau,
Mi Federico en Torgau,
Mi Esclava de Negro Ponto. (27)
 
   Padres bobos de familias,
Madres de familia bobas,
Dieron prez a mis vigilias,
Aplaudiendo mis Cecilias,
Llorando con mis Jacobas.
 
   La sociedad alta y fina,
Como la gente común,
Se pasmó de mi Cristina,
Mi Natalia y Carolina
Y mi Escocesa Lambrún.
 
   Cómico lírico al par,
�Cuánto no hicieron ganar
Mis óperas españolas!
Ellas se cantaban solas:
Señores, no es ponderar.
 
   Pródigamente aplaudido,
Y mal pagado, según
Costumbre de España ha sido
(La cual, dicen, ha seguido
Sin alteración aún),
 
   Señaló a mis glorias fin
Un mozuelo botarate,
Narigordo y chiquitín,
Que fue joyero y abate:
Don Leandro Moratín.
 
   Éste, sin hacer misterio,
Me retrató ce por be
Con superior magisterio
En aquel Don Eleuterio
De su comedia, El Café.
 
   Púseme yo furibundo
Al verme tratar así.
Me desquité (28)... me morí...
Él también salió del mundo,
Y encontrámonos aquí.
 
   Como todo lo miramos
Ya sin pasión los difuntos,
Pronto nos reconciliamos.
Lo que es ahora, tomamos
Los dos chocolate juntos.
 
   Unión tan rara y tan bella,
Que quien ponga duda en ella
Debe dejarse enterrar,
Y venir a merendar
Con Moratín y Comella.
 
   En el Diario leí
Que hoy (29) en escena ponéis
La hermosa comedia, El Sí
De las niñas, que yo vi
Estrenar el año seis:
 
   Obra de gusto exquisito,
Si no de sublime genio,
Proclamada a voz en grito
Como la mejor que ha escrito
El buen Inarco Celenio;
 
   Obra que por el autor
Fue y es a la vez mirada
Con júbilo y con dolor,
Como que le fue inspirada
Por un malogrado amor.
 
   Esa hechicera Paquita
Se llamaba y era así,
Bella, amable... regordita...
Ya con nosotros habita:
La tengo en frente de mí.
 
   También la tal Doña Irene
Retrato al natural es,
Y �qué semejanza tiene!
Mas esto ya no conviene:
Voy a la comedia, pues.
 
   Sin bautizo y sin entierro,
Sin mono, urraca ni perro galán;
Que haga de primer galán;
O madre y niño en encierro
Transidos de hambre y sin pan,
 
   Con una decoración
De bien poco relumbrón;
Sin trajes ricos, vejete,
Versitos de sonsonete
Ni chistes de bodegón;
 
   Entusiasmo sin igual
Excitó en las jerarquías
Todas de la capital,
Durando veintiséis días,
Parando en el Carnaval.
 
   Éxito inmenso, inaudito,
Que de un revés fue ocasión:
Vedó su continuación
Aquel tribunal bendito
De la Santa Inquisición.
 
   Muy bien hecho,�voto a san!
�Tizonazo al perillán
Que, horrorizando almas pías,
Dijo que eran chucherías
Los santos de mazapán!
 
   Pero después ocurrió
Lo que ya la historia escribe.-
La España se transformó;
La Inquisición pereció,
Y El Sí de las niñas vive.
 
   Porque así triunfa el talento;
Así al error da castigo
El tiempo justo, aunque lento:
Yo escribí cien obras; ciento
Se sepultaron conmigo.
 
   No así Moratín: su nombre
Cada vez cunde mayor.
�Loor, eterno loor
Al que tan bien pinta al hombre,
Para volverle mejor!
 
   Él enseñó a la vejez,
Él honró la ancianidad,
Él condenó, recto juez,
A eterna ridiculez
La pedante vanidad.
 
   El estafador tembló
De su voz grave y severa.
Y de sí se avergonzó
La hipócrita zalamera
Cuando su imagen miró.
 
   Él al paterno poder
Línea trazó decorosa,
Él defendió a la mujer:
-Su misión no pudo ser
Más noble ni más hermosa.
 
   Duramente me trató;
Mas (con orgullo lo digo)
Mi honradez reconoció.
Le alabo, y fue mi enemigo:
Pocos hacen lo que yo.
 
   Modelos de arte y buen gusto
Dejó; pero con derecho
Le dirá el crítico adusto
Que no es útil siempre y justo
Seguir su camino estrecho.
 
   Con poetas de otra edad
Moratín sus glorias parte;
El ingenio, aunque es verdad
Que necesita del arte,
Vive de la libertad.
 
   Y gloria de su nación
Será el insigne varón,
Que logre juntar al fin
El genio de Calderón,
El arte de Moratín.

Leída en el Teatro del Instituto.



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Antón Berrío, poeta de la corte de Juan II de Castilla, al muy excelente scriptor Don Manuel Josef Quintana

Onorate l'altissimo poeta.

                               Señor, mucho amado, mío:
Dé convusco en hora buena
La trova que vos envío
Yo el coplero Antón Berrío,
Compadre de Joán Baena.
 
   Del vueso coronamiento
Fízosenos relación,
É saltamos de contento
Nos, é fasta el fundamiento
D'aquesta elisia región.
 
   É segund prístina usanza,
Solenidad fue dispuesta
Súbito en vuestra alabanza,
É tócame aquí en la danza
Ser el yoglar de la fiesta.
 
   Cierto cuento asaz galano,
Romanzar por ende quiero,
D'un pastorcico insulano
É un sculpidor palanciano,
Muy sotil imaginero.
 
   El pastor Andrés Llorente,
Que es subjeto de la frasi,
Vivía entre pobre gente
En la Insula Escura, casi
Fuera del mundo yaciente.
 
   Los insulanos Escuros
Alzaron una capiella
De flacos é humildes muros,
Do plañir en sus apuros
Á la Madre sin manciella.
 
   Un bulto labrarse hía
De Doña Virgen María:
Non hí habiendo entallador,
Juró que el bulto faría
Nueso Llorente el pastor.
 
   Omne era d'engeño noto;
Mas nunca estrumentos viera
Del arte cinceladera,
É con un cuchillo boto
Decentaba la madera.
 
   Fué asín, que el tallado leño
Tosquilla sacó la faz
Del santo, fermoso Dueño;
Mas tod' el vulgo insuleño
Contentóse dél asaz.
 
   É vedes, por aventura,
Que aporta en la Insula Escura
Bajel que aventó é lievol
Fasta allí tormenta dura,
De tierras de claro sol.
 
   En la nao derrotada
Un entallador veníe
De maestría muy sonada,
É una imagen hi traíe
De la sola Inmaculada.
 
   Pasmóse cada insular,
É la efigie, decernieron
Ser maravilla sin par,
Fueras ende que quisieron
Ver al maestro labrar.
 
   Él sacó formón é gubia
É lima de recorrer
Fasta el hoyuelo postrer,
Pintura azul, blanca é rubia,
É todo su menester.
 
   É trasteando con ello,
É dejando a todos vello,
Dijo el Maese a la fin:
�Con aquesto faz aquello
Quien sabe facerlo asín.�
 
   Un lenguaraz le arguyó
(Ca de malandrines tales
Nadie en la vida escapó):
�Con estrumentos iguales
Ficiera otro tanto yo.�
 
   �Non ficieras, mal tu grado,
Respuso el pastor honrado,
É nada tu dicho val:
Con fierro bien aguzado
Mano torpe labra mal.�
 
   �Yo adelgacé cuanto pud;
Mas mi obra non es de prez;
De la d'este no hay quien dud:
Fuera, pues, ingratitud
Non le dar lo que merez.�
 
   �Con rico lauro de honor
Premien al entallador,
É digan los sabidores:
�Si éste usó medios mejores,
Fizo también lo mejor.�
 
   Tal ha judgado de ti,
Perínclito, buen Quintana,
La poetal familia hispana,
Que leda conmora aquí,
Libre d'afición mundana.
 
   Hobo antes del tú nascer
Poetas de grand valer;
Mas poco antaño prestaba
Voz que tartamudeaba
Con pequeñuelo saber.
 
   Fabla é dotrina mejor,
Aun en edad posterior
Alzó más la poetría;
Fincaba empero vacía
La siella de más altor.
 
   Tú fuiste a sazón venido
Para ser enaltecido
Rey del castellano metro:
Mil corrieran tras tu cetro;
El s'es a tus manos ido.
 
   Ca tú, superno Cantor,
Sublimaste cual ningún
Virtud é sciencia é valor
É tierno gemiste aún
Trances de mortal dolor.
 
   Tú al toledano Moisés,
Tú al español Abrahán,
Tú al campeón burgalés
Luz diste con que después
Fulgir eternales han;
 
   Tú a1 que en Villalar cayera,
Suerte derrocando fiera
Su generoso pendón,
Trocaste en laude honradera
El malsinante padrón.
 
   Tú el mar pintaste furente,
Tú la blanda fermosura;
Grande tu cor é tu mente,
Loaste cuanto ha excelente
El omne é Palma Natura.
 
   Noblescidos en tus cantos
Grandes fechos é quebrantos,
El feliz é non feliz,
De las coronas de tantos
Una para ti se fiz.
 
   Luengos años de alegranza
Goces esa bienandanza
Que al tu mérito convién,
É troven en tu membranza
Omnes, é damas también.
 
   Vítores de alegre afán
Te envían de nueso albergue
Pelayo, el Cid é Guzmán,
É con Lauria é Gutembergue
El privado de don Joán.
 
   É tod' un pueblo en tropel,
De Pirene a Lusitaña,
Glorifique ese laurel
Que te da en nombre d'España
La magnánima Isabel.

Marzo de 1855.



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Al Excmo. Señor D. Manuel Bretón de los Herreros

Romance

                                    Más de un siglo se contaba
Desde que el gran Calderón,
El cetro de nuestra escena
En su tumba sepultó.
 
   De allí su genio seguía
Reinando sin sucesor;
Que a serlo Bances en vano,
Zamora en vano aspiró.
 
   Y el fecundo Cañizares,
Conociéndose mejor,
Intentaba y resistía
La arrogante pretensión.
 
   Pasaba el tiempo, trocando,
Con movimiento veloz,
Usos, doctrina y costumbres
En el imperio español.
 
   Y entre aplausos, a La dama
Duende, y La banda y la flor,
España un Molier pedía,
Sin pensar en Alarcón.
 
   La musa de Inarco entonces
Las tablas avasalló,
Desde Madrid a donde antes
El inca adoraba el sol.
 
   �Caro triunfo, que pagaron
Luengos días de dolor!
Sin ser la victoria crimen
Se le exige expiación.
 
   Así a la patria tuvieron
Que decir doliente adiós,
Otros genios que ahuyentaba
Sañuda la proscripción.
 
   El gran cantor de Pelayo
Y aquél que inmortalizó
De la viuda de Padilla
El indomable tesón;
 
   El que supo devolver
A Lanuza vida y voz
Para esforzar la defensa
De los fueros de Aragón;
 
   Y aun aquél que para todos
Indulgencia reclamó,
No la hallaron bajo el cielo
Fulgente con su esplendor.
 
   Entonces fuerte poder,
Con los vencidos feroz,
De la diestra de un soldado
El noble acero arrancó.
 
   Y Talía en ella puso
Arma de alcance mayor,
Y la pluma de Menandro
Fue en desquite el rico don.
 
   Y corren ya nueve lustros,
Y de Valencia al Ferrol
Llenan el teatro el nombre
Y el gracejo de Bretón.
 
   Le dio Celenio su tino
De sagaz observador;
Tirso y Moreto en el chiste
La encantadora dicción.
 
   Y en el rústico labriego
Y el atildado señor,
Y bajo el techo de juncos
Y el esculpido artesón,
 
   Vicio persiguió y flaqueza,
Y juez igual con los dos,
En rimas de oro les hizo
Ser pública diversión.
 
   Cien fábulas, grande el número
Y el mérito no menor,
Ya regocijadas, ya
Con gravedad en sazón;
 
   Fallos de benigna ley,
Victorias contra el error,
La España toda corriendo
Hasta el último rincón,
 
   Lograron no hubiese en ella
Noche sin alto loor
De Marcela y sus hermanas
A la hermosa exposición.
 
   �Bien haya el plácido ingenio,
Bien haya el diestro censor,
Que acusa, y la risa mueve
Del mismo a quien acusó!
 
   Los horrores y torpezas
Del crimen aterrador,
Y la más aterradora
Para el íntegro varón,
 
   Ingeniosa o petulante
Rebozada o sin rubor,
Apoteosis del vicio,
Tósigo moral atroz,
 
   Jamás cabida encontraron
En la mente del autor,
Gloria de Quel y Rioja,
Gloria del pueblo español.
 
   Quede a la posteridad
La fácil declaración
Que a los cantos de su lira
Lugar señale y valor;
 
   Y si Góngora y Quevedo
Deben con él, en razón,
De sátiras y letrillas
Partir el jovial honor;
   Y si desde Vega (Lope)
A Vega (Ventura), oyó
Sonar sus gracias Talía
Con más regalado son.
 
   Los que aparecer le vimos
Astro de luz superior,
De la escena desterrando
La tiniebla en que yació;
 
   Y le admiramos ayer,
Y le veneramos hoy,
Gratos discípulos, sí,
Dignos del Maestro, no.
 
   Vida y gloria, bien sin tasa,
Pedimos por él a Dios,
Y este don le consagramos
De fe, gratitud y amor.

Madrid 26 de mayo de 1869.

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