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- XIII -

Logogrifo

                                  ArribaAbajoSoy una voz castellana
que forman catorce letras
y expreso un ramo de un arte
que el mundo aflige y despuebla;
   mas si mis signos combinas 5           
te darán voces diversas
que tratando de apurarlas
no bajarán de ochocientas.
   Diré sólo las que basten
para que encontrarme puedas, 10
que así será si te asisten
ociosidad y paciencia.
   Aquella parte del mundo
que al hombre vio la primera;
un instrumento de caza, 15
unas tablas y una piedra.
   El país que descubrieron
un genovés y una reina,
la metrópoli del mundo
y un escultor de Florencia. 20
   Aquel mueble en que no caben
el honor y las riquezas,
el más antiguo asesino
y la nodriza de Eneas.
   La patria de Orfeo; el río 25
cuyas orillas amenas
alegró y el instrumento
con que amansaba las fieras.
   Cierto nombre que denota
un condado, una agarena, 30
y el fruto que de una herida
tomó la color sangrienta.
   Un rey de tiempos antiguos,
que en el Tártaro sentencia,
la isla a que dio sus leyes 35
y fue famosa por ellas.
   Cierto manjar milagroso:
un cuerno, un francés poeta
del género pastoril,
y una península en Grecia. 40
   El Abel de los romanos,
un rey sabino, una sierra,
lo más alto del morrión,
y cierta ciudad francesa.
   El barquero del averno, 45
lo que al vate desespera,
el río que baña a Lima
y un rey antiguo de Persia.
   La que con sus pollos va,
un pozo, un grupo de estrellas, 50
una gran provincia en Asia,
y un puerto de la Noruega.
   El gesto de la alegría,
de las flores la más bella,
una rusa y un pescado, 55
un enfermo y una peña.
   Cierta canción italiana
y aquel hijo de la tierra
que mató el pujante Alcides;
un puerto chino, una vela. 60
   Un río de Cataluña,
otro en Castilla la Vieja,
un famoso musulmán
y el aparecido a Eneas
   Un pintor de Italia, un papa, 65
un prendido y una reina,
el país que gobernó
y el estuche de las muelas.
   El romano más severo,
un pedazo de escalera, 70
un gran orador latino
y un semidiós de las selvas.
   Aquél que se enamoró
de su hermosura, y aquélla
que en voz quedó convertida 75
por su desdén y aspereza.
   Un gran trágico francés,
un escritor de comedias
castellanas, y el doctor
que a Sancho asistió en la mesa. 80
   El pelo de un animal,
lo que su paso acelera,
cierta especie de locura
y el calor de los poetas.
   Un río de Rusia, un perro, 85
un pontífice, una almendra;
una división del mes
y un producto de la abeja.
   El rival de Mardoqueo,
la madre del dios que truena, 90
un rey lidio y un romano
famosos por sus riquezas.
   Cierto país del mar Negro
ocasión de mil pendencias
entre zares y sultanes, 95
y un gran lago que está cerca.
   Un licor, un bardo, un cubo,
el nombre de unas endechas,
una provincia en las Indias
y un caudillo de la Grecia. 100
   Aquél célebre romano
que dio su nombre a una era,
uno de sus asesinos,
una concha y una cesta.
   Un campo, un lago y un río 105
donde en tres lides sangrientas
humilló un tuerto africano
las águilas más soberbias.
   La madre de Evandro; el padre
de Rómulo, unas estrellas 110
que diz que anuncian al mundo
desgracias, muertes y guerras.
   Un hijo de Cincinato;
un reino unido a Inglaterra,
un matemático ibero, 115
y de un jaez dos correas.
   Un puerto antiguo de Siria;
la deidad con peso y venda;
cierto nombre de las Musas
y lo que al barco gobierna. 120
   El primero de los Julios
y el dios del arco y las flechas,
que tomando su figura
abrasó el pecho a una reina.
   Un enemigo del alma; 125
del grande Ulises la herencia;
un adorno episcopal
y una ciudad extremeña.
   Otra no lejos de Mantua;
un satírico poeta; 130
un arrabal de Sevilla,
y los nombres de dos ciencias.
   Un emperador cruel;
cierta villa malagueña,
un juego de azar, y el libro 135
que escribió un falso profeta.
   Aquél que a su sacrificio
llevó los leños a cuestas;
y un río que al turbio Duero
sus puras aguas entrega. 140
   Un bajel que salvó al mundo
sin remos, vapor ni velas
y el país, donde lo echó
la borrasca más funesta.
   Un hidráulico artificio, 145
un rey de Roma, y aquélla
que a su amante nadador
dirigió con la linterna.
   Un naipe, y el adjetivo
que una calidad expresa 150
en queso y tocino mala,
en vino y linaje buena.
   El nombre de dos batallas,
una en el mar y otra en tierra,
en que derrotados fueron 155
Marco Antonio y un rey persa.
   Un historiador latino,
el árbol de Citerea;
una ciudad de Sicilia,
y el autor de Las Trescientas. 160
   La planta que a los antiguos
de un capitel dio la idea,
un proscriptor y proscrito,
y el gran cantor de la Eneida.
   Nueve nombres que designan 165
miedo, vallado, caverna,
ardid, término, aposento,
nada, costal y advertencia.
   Y basta de letanía,
que si mi nombre no aciertas 170
será por falta de ingenio
más que por falta de señas.


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- XIV -

Octava que dejé escrita en un mirador de la Cartuja de Jerez en 1816

                                  ArribaAbajoCondujo aquí por términos extraños
a un mísero mortal suerte voltaria,
después que consumió sus verdes años
en triste vida turbulenta y varia.
Enseñáronle insignes desengaños 5           
a no esquivar la celda solitaria,
y a desdeñar el tráfago importuno
el santo ejemplo del grey de Bruno.


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- XV -

A Curra. Romance que le dirige su esposo

                                  ArribaAbajoCurra, sin habedes honor
mirad por la panza vuestra,
que ya debría ser tiempo
que madure alguna breva.
   Non pongáis en ál las mientes, 5           
que non es de buenas fembras
folgadas y bien fornidas
facer las cosas a medias.
   Miembreos, señora mía,
que fará esta primer fiesta 10
cuatro años non dende ayuso
que vos riego asaz la hierba;
   y en todos estos cuatro años
non firieron mis orejas
los gritos de algún rapaz 15
que vos cuelgue de la teta.
   Bien el vientre se vos pone
como un perol para fuera,
mas en medio del camino
con la carga dais en tierra. 20
   En vuestro primer empacho
dístedesme por respuesta
que no estabais avezada,
como en el oficio nueva.
   Los dos siguientes, señora, 25
ficisteis la misma gera,
sin cuidar que a Dios y al mundo
facéis la mayor ofensa.
   En estos últimos días
partisteis a lueñas tierras, 30
a fortalecer los muelles
de vuestras flojas caderas.
   Volvéis agora diciendo
que por la Pascua primera
me pariréis un infante 35
que alivie mis canas luengas;
   que bien sabe el de lo alto
cuántas lágrimas vos cuesta
ver malograda y perdida
tan preciosa sementera; 40
   si ello es vero o non, yo fío
que esta vegada se vea,
pues ya non podrá estorballo
ni estar floja, ni ser nueva.
   Haced por tener un poco 45
carga que non es eterna,
nin tan pesada, por Dios,
que non podáis vos con ella:
   que al cabo de nueve meses
desembarazada y suelta 50
nos folgaremos en uno
por la noche y a la siesta.
   Que si así satisfaciedes
mi deseo y vuestra deuda,
vos redoblaré la paga, 55
que aún está la bolsa llena:
   donde no, cuidad, señora,
que tarde o temprano sea,
que destos desaguisados
tengo de tomar enmienda, 60
   faciendo que venga al punto
un médico del Pisuerga,
que sé que verná en volandas,
a curar vuestra dolencia.
   Esto un velado decía 65
con torva faz, a su dueña,
mohíno de ver lo floja
que tenía la huevera.


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- XVI -

La hoja de lentisco

Alegoría

1826

                                  ArribaAbajoHoja seca y solitaria
que vi tan lozana ayer,
¿dónde de polvo cubierta
vas a parar? No lo sé.
   Lejos del nativo ramo 5           
me arrastra el cierzo cruel
desde el valle a la colina,
del arenal al vergel.
   Voy donde el viento me lleva
resignada por saber 10
que ni suspiros ni ruegos
han de templar su altivez.
   Hija de un pobre lentisco,
voy a donde van también
la presunción de la rosa, 15
la soberbia del laurel.


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- XVII -

El Conde de Saldaña

Romance

1826

                                  ArribaAbajo¿Quién es aquel caballero
que en las márgenes del Esla
el potro ardiente fatiga,
la dura lanza maneja?
   Coraza y almete adornan 5           
roja banda, plumas negras;
bruñido pavés embraza
y osada divisa ostenta:
   un corazón es alado
que se remonta a la esfera 10
y encima un rótulo dice:
no subas más, que te quemas.
   Ninguno en el ancho circo
se le opone, que ya deja
en doce altivos encuentros 15
doce contrarios en tierra.
   ¡Viva de Saldaña el Conde!
de boca en boca resuena;
todos vencedor le aclaman
y admirados le contemplan. 20
   Desde la alta gradería
ornada de ricas telas
el Rey su valor aplaude,
y a darle el premio se apresta.
   Él de un salto se derriba 25
desde el arzón a la arena,
y del monarca las plantas
bizarro y modesto besa.
   «Dame, gallardo mancebo,
dijo el Rey, la fuerte diestra; 30
que es justo apriete la mía
mano que tan bien pelea.
   Con esta luciente espada
que fue del rey don Früela,
en premio de tu victoria 35
honre al valor la belleza,
   y del toledano adarve
a las torres de Antequera,
de los turbantes moriscos
estrago y asombro sea». 40
   Dijo; y sonrojado el Conde
bajó humilde la cabeza;
que al querer darle las gracias
trabó el respeto su lengua.
   ¡Oh cuántos pechos enciende! 45
¡Con qué afán las damas bellas
los blancos velos agitan
y al cielo su triunfo elevan!
   Entre todas sobresale
la Infanta doña Jimena, 50
que a la voz del Rey su hermano
ceñirle la espada intenta.
   ¿No veis cómo sus mejillas
antes de carmín cubiertas,
palidecen, y en sus manos 55
cinturón y espada tiemblan?
   ¿No advertís que el caballero
de hinojos en su presencia
estatua inmóvil parece
en triste lucillo puesta? 60
   No es mucho que así se turben
cuando Alfonso los observa,
cien cortesanos los miran,
mil curiosos los acechan.
   Días ha que en viva llama 65
amor con veloz saeta,
atropellando respetos,
inflamó sus almas tiernas.
   Fe de esposos se juraron
entre las doradas rejas 70
de un jardín, sin más testigos
que una esclava y las estrellas.
   Mas ¡ay!, que en excelso alcázar
mal un secreto se alberga,
y a par de los regios tronos 75
el suyo la envidia sienta.
   Ya el palacio lo murmura:
¡Ay de entrambos si es que llegan
al alma de Alfonso el Casto
tan mal celadas sospechas! 80
   Del Rey, cuyo indócil cuello
de amor el yugo desdeña,
y como atroces delitos
sus dulces yertos condena.
   Mas ya la callada noche 85
cubre el mundo de tinieblas,
y vencedor y vencidos
toman de León la vuelta.
 
   Sañudo en tanto va jurando al cielo
su desdoro vengar Nuño de Arlanza, 90
que al primer bote de la ardiente lanza
vencido por el Conde, cayó al suelo.
   Estaba solo el Rey, de lid sangrienta
el plan trazando contra el moro un día,
cuando con alma llena de falsía 95
Nuño en el regio alcázar se presenta.
   Secreta audiencia pide, y admitido
en la estancia do mora el Rey potente,
así comienza a hablar el fementido
con triste faz y labio balbuciente. 100
   «Hay quien osa, señor, con vil mancilla
profanar de este alcázar el decoro,
mientras vos, esgrimiendo la cuchilla,
triunfáis con gloria del soberbio moro».
   «¿Y quién es el traidor, Alfonso exclama, 105
que a tal se atreve? Di: pronto castigo,
como del rayo asoladora llama,
acabará a tan pérfido enemigo».
   «Jamás, dice el hipócrita, este arcano
de mi pecho saldría, si no fuera 110
el honor de tan digno soberano
quien al remiso labio aliento diera.
   Tal vez será imprudencia: infausta suerte
me amenaza tal vez; pero en buen hora
caiga el mal sobre mí, venga la muerte 115
con tal que vos sepáis quién os desdora.
   El Conde de Saldaña hasta la altura
del regio solio se remonta ufano
en alas del amor, y su locura
escandaliza al pueblo castellano. 120
   «Vuestra hermana, señor...» «¡Cómo! ¿La Infanta
amar al Conde? ¡Nuño, vive el cielo...!»,
clama el sañudo Rey, y en su garganta
la voz se anuda convertida en hielo.
   Mas luego se reporta, y mesurado, 125
«Si es cierto, añade, el crimen, pena dura
castigará tan pérfido atentado;
mas ¡ay, Nuño, de ti si es impostura!».
   «¿Impostura, señor? Si tal agravio
cualquier otro que vos... Haced empero 130
pesquisa cual monarca justiciero
y hallaréis que verdad os dice el labio».
   Ejecutolo Alfonso y convencido
de que Nuño de Arlanza no le engaña,
su enojo reprimiendo, comedido 135
así habla cierto día al de Saldaña:
   «De Navarra al monarca en propia mano
quiero que entregues, Conde, aqueste pliego,
y del fuerte de Luna al castellano
estotro al paso deja: parte luego». 140
   Apenas brilla la rosada aurora
y ya el Conde se apresta a la partida,
mientras Jimena solitaria llora
sin abrazarle en tierna despedida.
   Al castillo de Luna prontamente 145
llega el desventurado caballero,
y la carta entregando, de repente
cae el rastrillo y queda prisionero.
   «¡Traidor!, ¿qué intentas?», irritado dice
echando mano de su acero el Conde, 150
y el alcaide excusándose, «¡Infelice!,
preso estás por Alfonso», le responde.
   Quítanle al punto la luciente espada,
que terror de los moros era un día,
y una mano le arranca despiadada 155
los ojos do la Infanta se veía.
   Ella entretanto en la mansión oscura
gime de un claustro y por su esposo clama;
mas ¡ay!, que en perdurable desventura,
no verá más al infeliz que llama. 160


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- XVIII -

Epitafio y dísticos latinos esculpidos en el sepulcro de Meléndez en el cementerio de Mompeller adonde fueron trasladados sus huesos en 1828

                               D.O.M.
JOANNIS. MELENDEZ. VALDES
HISPANI. POETAE. CLARISSIMI
AN. MDCCCXVII. DIE. XXIV MAII
MONSPELII. SUBITO. EXTINCTI
MORTALES. EXUVIAS
PER. UNDECIM. AN. SPAT. INDECORE. SEPULTAS
AC. OBLIVIONI. FERE. TRADITAS
IN. HUNC. DIGNIOREM. LOCUM
BERNARDINUS. FERNANDEZ. DE. VELASCO
DUX. DE. FRIAS
ET. JOANNES. NICASIUS. GALLEGO
ARCHIDIACONUS. VALENTINUS
NON. SICCIS. OCULIS
TRASFERENDAS. CURARUNT
R.I.P.A.
ArribaAbajoQuam dederant dulci charites arguta Batillo
   fistula, Volcarum litore fracta jacet.
Digna siracosio calamo, citaraque Properti,
dum repetit moestus carmina blanda Tagus,
te, Lede, qui niveis lambis felicior undis 5           
hunc tumulum, serves pignora cara rogat.


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- XIX -

Octava puesta en la iglesia de los Escolapios de Valencia, sobre la puerta de la iglesia, en las honras que celebraron a la Reina Ntra. Sra. M.ª Josefa Amalia de Sajonia los individuos de la Real Maestranza de Caballería de aquella ciudad

                                  ArribaAbajoTu pueblo, Amalia, que al Eterno implora
bañando el mármol de esa tumba fría,
más que tu suerte el infortunio llora
de quien contigo el cetro dividía:
modera empero su aflicción, Señora, 5           
dulce esperanza de ofrecerte un día,
de tu heroica piedad digno tributo,
por pira altar, adoración por luto.


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- XX -

Octava puesta en la iglesia de los Escolapios de Valencia, en el catafalco, en las honras que celebraron a la Reina Ntra. Sra. M.ª Josefa Amalia de Sajonia los individuos de la Real Maestranza de Caballería de aquella ciudad

                                  ArribaAbajoYace, ¡oh, dolor! en la mansión obscura
la que vimos ayer Reina de España,
que no es contra la muerte más segura
morada excelsa que infeliz cabaña.
No falaz esplendor, pompa más pura, 5           
séquito de virtudes la acompaña,
que solo el bueno, el religioso, el justo
es en la tumba el grande y el augusto.



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- XXI -

A mi amigo el señor don Juan Bautista Arriaza

Versos improvisados en su mesa el 24 de junio de 1830

                                  ArribaAbajoAunque con versos me brindas,
pocos de mi labio esperes;
que hacerlos donde estuvieres,
es llevar a Toro guindas.
   Así, sin furor pimpleo, 5           
sin Hipocrene ni Apolo,
diré los que basten sólo
a expresar mi buen deseo.
   Paulita contemple ufana
prosperar su prole bella, 10
tierna y amable cual ella,
y cual tu ingenio lozana.
   Y entre placeres diversos,
sin pesadumbres ni engaños,
logre que igualen tus años 15
la duración de tus versos.


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- XXII -

A la señora doña Paula de Arriaza, en la misma comida, dada con ocasión de ser los días del santo de su marido

1830

                                  ArribaAbajoA ofrecer a Paula flores
gusto y ocasión me excitan;
mas ya su brillo marchitan
de la estación los ardores.
Solo el Pindo en sus loores 5           
guardará siempre una rosa,
pues si, como dama hermosa,
de rivales no carece,
sobre todas la merece,
como madre y como esposa. 10


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- XXIII -

Inscripción para poner en la lápida que cubre el corazón de la Duquesa de Frías en la iglesia de los Agustinos de la Villa de Oropesa

                                  ArribaAbajoYerto, insensible, en polvo convertido,
de la hermosa Piedad, del sol de Frías,
yace el gran corazón que en otros días
fiel palpitaba al eco de un gemido.
an. M.D.CCC.XXXI


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- XXIV -

En el álbum de un ventrílocuo

Epigrama

1831

                                  ArribaAbajoCausa tal placer a todos
oírte hablar por la panza,
que el público en tu alabanza
habla después por los codos.


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- XXV -

Epitafio. A la memoria de la Sra. D.ª M.ª Antonia Ruano, doncella sevillana.

Su padre.

                                  ArribaAbajo¡Omnipotente Dios! no soy osado
a querer penetrar en tus secretos;
pero debo sentir cuando enojado
fulminas contra mí duros decretos:
¡Una hija! Una hija me has quitado, 5           
joven y bella, buena en mil conceptos...!
No diré que la llevas con premura,
mas deja que la llore con ternura!


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- XXVI -

Octavas para la Reina Cristina en un convite

1834

                                  ArribaAbajoAl dulce influjo de tan bello día,
en que brillando el sol claro y sereno
desmiente el campo la estación sombría
de nuevas flores y esperanzas lleno;
vivo placer inunda el alma mía 5           
viendo lucir en vuestro noble seno
de la española fe la llama pura
que de Isabel el triunfo me asegura.
   Huyan ¡oh Dios! con el adusto invierno
de la civil contienda los horrores, 10
y traiga del abril el soplo tierno
paz a los pechos como al campo flores.
¡Sepulte a la discordia en el averno
benigno el cielo! Y aceptad, señores,
mientras tan dulce instante se avecina 15
la gratitud ardiente de Cristina.


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- XXVII -

A Mr. Frédéric Madrazo en le voyant faire le portrait de Mad. la Marquise de... placé dans une belle terrasse de fleurs

Madrigal

                                  ArribaAbajoDis moi, cher Frédéric, par quel prestige heureux
quand tu fais un portrait, j'en vois paraitre deux?
L'un dans ce beau jardin, par ton pinceau fidèle,
et l'autre dans mon coeur, par les yeux du modèle.


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- XXVIII -

A don Manuel Bretón de los Herreros, el día de su boda

1837

                                  ArribaAbajoIr con versos a Bretón
fuera no menor demencia
que ir con chufas a Valencia
o llevar cal a Morón;
mas por distinta razón 5           
desmayo y no me propaso,
que no quiero en este caso
juntar con profano celo
las bendiciones del cielo
con los chistes del Parnaso. 10


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- XXIX -

Su nombre. Jácara romántica.

Traducción libre de Víctor Hugo

1838

                                  ArribaAbajoEl olor de la azucena,
la aureola de San Roque,
el postrer rumor del día
que va huyendo de la noche;
los lamentos de un amigo 5           
que el grito en el cielo pone;
la secreta despedida
del tiempo que toma el tole;
el ruido que forma el beso
de dos tiernos amadores; 10
la banda que una tormenta,
cuando su furor depone,
al sol deja por trofeo
de rutilantes colores;
un acento inesperado 15
que el corazón reconoce;
el designio más oculto
que inocente virgen forme;
el primer sueño de un niño
entre fajas y andadores; 20
el cántico de un rosario
cuando de lejos se oye;
el gemido que Memnón
daba en los líbicos montes
al divisar de la aurora 25
los indecisos albores;
el murmullo que temblando
se apaga en el horizonte,
y en fin cuanto el mundo todo
por dulce y grato conoce, 30
no es para mí, lira mía,
tan dulce como su nombre:
pronúncialo callandito
como responso de monje,
pero en nuestros cantos suene 35
por mañana, tarde y noche.
Él solo en el templo oscuro
será nuestro cirio y norte
aunque contra alguna esquina
nos demos de coscorrones. 40
Él la voz sagrada sea
que en el altar o en la torre
como anuncio de sereno,
un mismo grito pregone.
Mas antes, amigos míos, 45
que mi musa se remonte
y echando fuego y venablos
corra sin saber por donde,
y en sus raptos furibundos
mezcle tan plácido nombre 50
con otros que el mundo vano
orgullosamente encomie,
olvidando en su delirio,
que como tesoro en cofre
Amor lo escondió en mi pecho 55
con cien candados de bronce;
hincad todos la rodilla,
que han de oírse mis canciones
lo mismo que el miserere
entre sollozos y azotes: 60
y heridos por sus acentos
vibren los aires veloces,
como si al bajar un ángel
de las etéreas regiones
con su aleteo invisible 65
nos refrescase el cogote.


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- XXX -

A la Sra. D.ª María Cristina de Borbón, presentándole un álbum a nombre del Liceo de Madrid

1839

                                  ArribaAbajoÉste que gracia a vuestros pies implora,
de la lira y pincel tenue tributo,
cuando el furor de guerra asoladora
cubre el suelo español de sangre y luto,
flor es de amor y gratitud, Señora, 5           
flor que a ser llegará colmado fruto,
si al cielo debe España en su amargura
tiempos de paz, de gloria, de ventura.


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- XXXI -

Quintillas improvisadas en los momentos de botarse al Guadalquivir el vapor «San Fernando», alias «Trajano», el 30 de mayo de 1840

                                  ArribaAbajoBaja valiente y galano
de tu constructora orilla;
tus nombres ostenta ufano;
que grandes fueron Trajano
y el que conquistó a Sevilla. 5           
   No temas de la mar fiera
los ominosos desmanes,
que también de esta ribera
lanzada fue la galera
del osado Magallanes. 10
   Mas no en remotas regiones
tu vela hincharán los vientos,
ni tus ferrados tablones
oprimirán batallones,
de sangre y oro sedientos. 15
   Es más dulce tu destino;
que, entre rosas y azahar,
te abre el Betis cristalino
un perfumado camino
hasta el gaditano mar. 20
   Y la risa y el contento,
y la amorosa alegría
tendrán en tu popa asiento;
que habrán de ser tu ornamento
las bellas de Andalucía. 25


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- XXXII -

Para el álbum de la Condesa de la Tour Maubourg a su salida de Madrid para Roma en mayo de 1840

                                  ArribaAbajoDel Turia y Betis el fecundo suelo,
donde a nunca morir nacen las flores,
ni pone grillos a la fuente el hielo,
imagen del Edén, mansión de amores;
   dulce morada, y de tus gracias digna 5           
fuera, Condesa, en el confín de España,
cuando la suerte la miró benigna,
la cruda suerte que en su mal se ensaña.
   Mas hoy que, ardiendo en fratricida guerra,
rencores, sangre, asolación te ofrece, 10
deja, señora, tan aciaga tierra
y su fatal destino compadece.
   Huye, y salvando sus nevadas cimas
cruza la falda del gigante alpino,
y allá descansa en los amenos climas 15
que el mar circunda y parte el Apenino.
   Mas cuando ufano en valles y florestas
con la pompa de mayo engalanadas
un pueblo alegre en bulliciosas fiestas
te salude con vivas y alboradas, 20
   merezca algún recuerdo a tu ternura
y una piadosa lágrima a tus ojos
de mi patria infeliz la desventura
donde sólo verán ruinas y abrojos.


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- XXXIII -

Receta

1840

                                  ArribaAbajoToma dos versos de cinco sílabas,
de aquellos mismos que el buen Iriarte
hizo en su fábula lagartijera.
Forma de entrambos un solo verso,
y esto repítelo según te plazca. 5           
Mezcla si quieres, que es fácil cosa,
algún esdrújulo de cuando en cuando;
con esto sólo, sin más fatiga,
harás a cientos versos magníficos,
como éstos míos que estás leyendo. 10
Así algún día los sabios todos,
los Hermosillas del siglo próximo,
darán elogios al divino invento,
ora diciendo que son hexámetros
o asclepiadeos, ora que aumentas 15
con nueva cuerda la patria lira,
no hallando en Córdoba laurel bastante
con que enramarte las doctas sienes.


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- XXXIV -

Brindis en un convite

1843

                                  ArribaAbajoA que el reinado de Isabel augusta
feliz, tranquilo y floreciente sea,
sin que del ceño de la suerte adusta
nunca empañado su esplendor se vea.
Logre dichosa unión firme y robusta 5           
de antiguos odios extinuir la tea,
y hermane al fin su paternal gobierno
libertad y dosel con lazo eterno.


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- XXXV -

En el álbum de la Excma. Sra. doña Gertrudis Gómez de Avellaneda

1843

                                  ArribaAbajoSi mi memoria honrar de este volumen
en las más nobles páginas deseas,
fuerza, Tula, será que tú mi numen,
mi sola inspiración, mi Apolo seas.
Mi fatigado espíritu consumen 5           
hondos cuidados, tétricas ideas,
al torcedor de duros desengaños
rendido aun más que al peso de los años.
   Un rayo solo préstame, te ruego,
de los que dio a tus ojos Sirio ardiente, 10
o un fúlgido destello de ese fuego
con que Natura electrizó tu mente;
que ya ni del arpón del niño ciego
mi yerto corazón la punta siente,
ni el ardor todo de las nueve hermanas 15
basta a templar el hielo de mis canas.
   Sólo me es dado de tu voz divina
mudo admirar la fuerza encantadora,
que vibrando en la esfera cristalina
oye admirada al despertar la Aurora. 20
Émula de los lauros de Corina,
que te legó su cítara sonora,
haz que tu canto armónico se encumbre
adonde enciende el sol su viva lumbre.


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- XXXVI -

Octavas que me encargó el Ayuntamiento de Madrid para ponerlas en la portada de la Casa de la Villa en los festejos con que celebró la vuelta de la Reina Cristina a España en marzo de 1844

                                  ArribaAbajoEntre el aplauso, que su afecto sella,
a tu amada Madrid vuelve, Señora,
anticipando tu presencia bella
céfiros del abril, galas de Flora.
Vencido ya el rigor de aciaga estrella, 5           
luzca otra vez tu gracia encantadora,
reflejo fiel de un alma hermosa y pura,
tesoro de nobleza y de ternura.
   Haga el Señor eternas las delicias
que hoy entre dulce llanto saboreas, 10
de tus prendas gozando las caricias
con que tu seno maternal recreas.
Si otra ventura, si otro bien codicias,
piadoso el cielo te le otorgue; y veas
de amor colmada y de filial respeto 15
reinar feliz al nieto de tu nieto.


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- XXXVI (2) -

                                  ArribaAbajoEntre el aplauso que su afecto sella
vuelve Cristina al pueblo que le adora,
pues ya le anuncian tu anhelada huella
auras de mayo y céfiros de Flora.
Moderado el rigor de infausta estrella 5           
goce Madrid tu gracia encantadora,
reflejo fiel de un alma hermosa y pura,
manantial de nobleza y de ternura.
   Haga eternas el cielo las delicias
que entre lágrimas dulces saboreas 10
de tus Niñas gozando las caricias
con que hoy tu seno maternal recreas.
Si otra ventura, si otro bien codicias
piadoso el cielo te le otorgue; y veas
de amor cercada y de filial respeto 15
reinar feliz al hijo de tu nieto.


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- XXXVII -

La felicidad

En el álbum de la señorita doña Adela Carondelet

1845, octubre

                                  ArribaAbajoNo es la felicidad, hermosa Adela,
realizar juveniles devaneos
ni sentada en brillante carretela
oro y perlas lucir en los paseos.
Sólo la alcanza quien prudente anhela 5           
por ceñir a su suerte sus deseos
y, oponiendo al pesar esfuerzo y calma,
logra al fin conservar la paz del alma.

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