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ArribaAbajoLa vida del hombre

Poema pedestre jocoserio26





ArribaAbajo- I -


La infancia

ArribaAbajo    Nueve meses encerrado
En oscuro calabozo,
Con las piernas en cuclillas
Y los puños en los ojos,
Desde que fue concebido  5
El hijo de cada prójimo
(No siempre lícito fruto
De legítimo consorcio)
Llora y gime a su manera
De su prisión en el fondo,  10
Por ver los rayos del sol
Que ilumina nuestro globo.
¡En vano!; que para ahogar
Sus inocentes sollozos,
Conspira aleve el corsé,  15
Invención de los demonios;
Y a saber lo que le espera
Cuando salga de aquel lóbrego
Presidio, preferiría
Ser víctima de un aborto.  20
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Cumplida ya su condena,
Antes de asomar el rostro
Paga a la madre en dolores
Lo que ella le dio en sofocos.
Si no tiene vocación  25
De trapense o de jerónimo,
Él mismo rompe la celda
Que le servía de estorbo.
Si la vida motilona
De aquel antro cenagoso  30
Le era grata, se resiste
A dejar el refectorio.
Pero ¡inútil resistencia;
Que con furor demagogo
Le exclaustra, mal de su grado,  35
El comadrón antropófago!
Revuelto como tortilla
Y amasado como bollo,
¡Feliz si de tal maniobra
No sale tullido o cojo!  40
Pero demos de barato
Que salga ileso el pimpollo
Y naturaleza próvida
Triunfe del barbero indocto.
¡Oíd al nieto de Adán  45
Cómo en destemplado lloro
Maldice el funesto don
De vivir entre nosotros!
Su vida desde el Oriente
Es inaguantable potro,  50
Y si supiera quejarse
Le escucharían los sordos.
Uno le quita la caspa;
Otro le limpia el meconio;
Aquí apósitos y vendas;  55
Acullá unturas y polvos.
¡Qué de friegas y estirones,
Qué de frotes y de sobos
De la cabeza a los pies
Y desde la mano al hombro!  60
Piensa descansar el mísero
Después de mondo y lirondo;
Mas de mayores tormentos
Aquél ha sido el exordio.
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Ahora comienza el suplicio  65
Del consabido envoltorio
Que oprime sus coyunturas
Y estruja sus hipocondrios.
Metedores y pañales,
Mantillas, chambras y gorros,  70
Con una y otra corteza
Cobijan el débil tronco;
Y al fajarle el operario
Tal vez le disloca un codo
O con agudo alfiler  75
Pincha al indefenso rorro;
Y sobre prensarlo tanto
Le dan vueltas como a un torno;
Que no sé cómo no vuelven
Al pobre muchacho loco.  80
Por fin, menos semejante
Al hombre, de que es retoño,
Que al cilindro de una máquina
O a una colmena de corcho,
Chupa voraz de su madre  85
Los túrgidos promontorios,
Y breve tregua a su llanto
Da el suculento calostro.
Entre tanto, veinte brujas
Formando gárrulo coro  90
Bendicen (¡otra les queda!)
El fruto del matrimonio.
¡Oh qué linda criatura!
Dice fulana: es un rollo
De manteca. ¡Dios le libre  95
De viruelas y mal de ojo!
Otra en tono de sibila
Hace inspirada su horóscopo
Y larga vida le anuncia
Con montes de plata y oro.  100
Otra exclama: Se parece
Lo mismo que un huevo a otro
A su papá, y el papá
No cabe en sí de alborozo.
Pero quizá, aunque sonríe  105
Y dice en público «apoyo»,
Tiene el padrino razones
Para pensar de otro modo.
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No lamento lo que sufro
En el acto meritorio  110
Del bautismo; que me precio
De ser cristiano ortodoxo;
Pero cuando siente el párvulo
Sobre su cabeza el chorro
Y en su boca el sal sapientiae,  115
Que no le sabe a bizcocho,
Tal vez (¡humana miseria!)
Se obstinaría en ser moro
Si al oír vis baptizare
Fuese él quien dijera «volo  120
¿Y quién, ¡ay Dios! enumera
Las dolencias y soponcios
Que mortifican al nene
Entre lágrimas y mocos?
Hoy le aflige la alfombrilla;  125
Mañana el usagre hediondo;
Otro día el sarampión
Le convierte en fiero monstruo.
A cada diente que asoma
Le atacan pujos y vómitos,  130
Y tal vez males ajenos
Se le agregan a los propios;
Que si antes de descubrirse
El americano golfo
El pecado original  135
Era, aunque grave, uno solo;
¡Hoy son dos!...; y ¡vive Cristo
Que hizo España buen negocio
Quedándose con la peste
Y perdiendo el territorio!  140
Sin consultar (¡angelito!)
Su paladar ni su estómago,
Antes de cumplido el año
Llenan su cuerpo de bodrio,
Y antes que adquieran sus miembros  145
El preciso desarrollo
Le desnudan de mantillas
Para vestirle de corto.
Mas no por eso el menguado
Respira con desahogo;  150
Que su pulmón deterioran
Los andadores diabólicos;
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Y cuando de ellos le alivian,
Si con afán engañoso
Para librarse del yugo  155
Hace pinitos heroicos,
Cada paso es un peligro,
Cada mueble es un escollo;
Que sus pies son de manteca
Y su cabeza de plomo.  160
Por fin, a fuerza de días
Y coscorrones de a folio,
Logra andar la criatura
Sin necesitar socorro,
Y su labio balbuciente,  165
Menos precoz que el de un loro,
Articula a los tres años
Papa, teta, mama y chocho;
No sin que antes las comadres,
Interpretando su tosco  170
Guirigay, al rudo niño
Levanten mil testimonios.
Hasta en los mismos halagos
Y caricias y piropos
Que le tributan, ¡ay! pasa  175
Las penas del purgatorio.
Objeto de diversión,
Como puede serlo un mono,
Para vecinas lechuzas
Y aduladores ociosos,  180
Le hacen reír cuando llora,
O turbando su reposo
Cuando mamara o durmiera
Le hacen bailar como trompo.
Llamándole serafín  185
Le aturden con su alboroto
Y el amor con que le besan
Tiene apariencias de encono.
Uno al cutis infantil
Aplica el suyo cerdoso;  190
Otro le inspira su aliento,
Que no huele a cinamomo;
Otra vieja fementida,
Mostrando insolente pólipo
En su alevosa nariz,  195
Que parece un sable corvo...
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¡No más, impía canalla!
¡No con vuestro impuro soplo
Sequéis en flor ese vástago
Que acariciaba Favonio!  200
Pero ¿qué diré, ¡infeliz!
Si a falta de madre (¡oh tósigo!)
Te cría bestial pasiega
O la madre de algún choto?
¿Qué diré, si te condenan  205
A la congoja, al engorro
De chupar los biberones
Aspirantes de Ibarrondo?
¿Qué diré, en fin, si hacinado
En una casa de expósitos  210
Lloras de ignorada madre
El criminal abandono?
Si al hambre y la desnudez
Sobrevives, suyo el gozo,
Suyo habrá sido el pecado,  215
¡Y tuyo será el oprobio!
Y exclamarán todavía:
¡Dichosa edad! los filósofos...
O nunca fueron chiquillos,
O siempre han sido unos tontos.  220




ArribaAbajo- II -


La niñez

ArribaAbajo    Yo, aquel del romance en óo
Que los vitales preludios
Narré del cuitado párvulo
Recién venido a este mundo;
Yo que con amor paterno  5
Le seguí desde el columpio
De la cuna hasta dejarle
En los límites de un lustro;
Hoy que marcha por su pie,
Y aunque con poco discurso  10
Muestra en su lengua expedita
Que no nació sordomudo,
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Voy a proseguir su historia
Con otro romance en úo;
(Y basta de introducción  15
Al capítulo segundo.)
El niño es pobre, o es rico;
El niño es hábil, o es rudo;
Dócil o díscolo; tres
Verdades de Pero-Grullo.  20
Si engendro fue suspirado
De padres de alto coturno,
¡Venturosa criatura!
Dirá el envidioso vulgo.
¡Se engaña! Todo viviente  25
Nació para el infortunio,
Y con otra disyuntiva
Voy a probar lo que anuncio.
O temiendo a cada instante
Que le acometa el singulto  30
De la muerte, le sujetan
A planes de higiene absurdos;
Y aunque llore y se desgreñe
El infeliz, ¡no hay recurso!;
Que hacen con el tierno vástago,  35
Sin que le obligue el ayuno,
Lo que el doctor Tirteafuera
Hizo con Sancho el panzudo;
Y todo goce le daña
Y todo juego es abuso  40
Para él, y hasta del aire
Le merman el usufructo.
¡Así se cría canijo
El que naciera robusto
Y a fuerza de amor sus padres  45
Se convierten en verdugos!
O bien, con necio cariño,
Halagan todos sus gustos
Y de un mocoso rapaz
Hacen un rey absoluto.  50
Y no es más feliz por eso
El acariciado alumno;
Que con el mimo y los años
Crece en su pecho el orgullo.
Llega día en que no bastan  55
Las riquezas del Gran Turco
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Para dejar satisfechos
Sus caprichos importunos.
Cuando le ofrecen faisanes
Se le han de antojar besugos,  60
Y pide peras al olmo,
O que nazca Dios en Junio.
Fáciles goces le cansan;
Que, como dijo Licurgo,
Cuando no hay pena, no hay gloria;  65
Donde no hay lucha, no hay triunfo.
Así la mitad del día
Pasa en hastío infecundo,
Y la otra mitad rabiando
Como si fuera energúmeno.  70
Mas si al hijo del magnate
Tan mala fortuna cupo,
¿Qué no sufrirá de un quídam
El desdichado producto?
¡Y al santo Dios de Israel  75
En sus altos juicios plugo
Que los ricos sean pocos
Y los pobres sean muchos!
Primero que la razón
En él ejerza su influjo,  80
Al brazo seglar le entregan
De un maestro cejijunto.
¡Cuánto le cuesta aprender
La primer letra de burro;
Cuánto el escribirla luego  85
Con intercadente pulso!
¡Cuántos tirones de orejas
Y cuántos azotes crudos
Para meterle en la cholla
Que uno es tres y tres son uno!  90
¿Y qué diré, santo Dios!
Del quis vel qui y el gerundio,
Y de Cornelio Nepote
Y de Fedro y Quinto Crucio?
Si inhábil para las letras  95
Le dispensan del estudio,
Confinado en un taller
Suda gotas como el puño.
Y en su casa y en la ajena
Su destino es siempre zurdo,  100
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Ora maneje el escoplo,
Ora interprete a Salustio.-
Si la tiña no le aflige,
Tendrá al menos, de seguro,
Sabañones en invierno  105
Y seguidillas en Julio.-
Jamás acierta el pobrete
A dar a sus padre gusto:
Si habla, «¡charlatán maldito!»,
Y si no chista, «¡cazurro!»  110
Siempre pagan sus mofletes
Los domésticos disturbios;
Que no hay leyes para él...,
Excepto la del embudo.-
En vano voraz su estómago  115
Pide sin cesar condumio;
Que si abundan los sofiones
Escasean los mendrugos.-
Cuando le compran zapatos
Los pantalones son nulos,  120
Y cuando estrena chaqueta
El cogote va desnudo;
Y todo trapo es inútil
Antes que lo gaste el uso;
Que no crece la corteza  125
A medida del arbusto;
O retrógrada su ropa,
Como dirían algunos,
No sigue el progreso rápido
De sus brazos y sus muslos.  130
Así en su niñez vegeta
Entre desprecios y ayunos
Y llega a la pubertad
Escuálido y larguirucho.
¿Será más dichoso en ella?  135
Ni lo afirmo ni lo dudo
Por hoy. Al tercer romance
Dará esta cuestión asunto.

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ArribaAbajo- III -


La adolescencia

ArribaAbajo    En el romance anterior
Dejamos, lector insigne,
A nuestro héroe de marras
En una especie de crisis;
Que así se puede llamar  5
Aquel tránsito difícil
De los pueriles instintos
los humos juveniles.
Crepúsculo de la vida;
(Que en efecto, menos vive  10
Que vegeta el individuo
En sus primeros abriles)
Crepúsculo de la vida
La adolescencia (otros dicen
La pubertad) se inaugura  15
Con los síntomas que siguen.
A las doce navidades
En unos se hace ostensible;
En otros, menos precoces,
No se muestra hasta las quince.  20
Sombrea leve pelusa,
Esto es, la barba en su origen,
Aquella parte del labio
Que frisa con las narices.
Pasa la voz a la boca  25
Desde la hueca laringe
En problemático son
Misto de tenor y tiple.
Hierve la sangre en las venas,
Cuyo humor acre, proclive  30
(Que dijo el otro) rebosa
Por la humana superficie.
Panadizos y diviesos
Al protagonista afligen,
Y el corazón palpitante  35
Quiere salir de sus lindes.
Ignoradas sensaciones,
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Deseos indefinibles
En el cerebro le bullen
Y en el pecho le sonríen.  40
No bien cambia el tonelete
Y la valona de nipis
Por la levita y demás
Atavíos varoniles,
Mira con fiero desdén  45
Los trompos y los confites,
Y si le llaman muchacho
Se le amontona la bilis.
Si antes estudió los géneros
Sin saber en qué consisten,  50
Lo que va de primo a prima
Hoy sin vacilar distingue.
El desarrollo de Adela
Sigue con ojos de lince
Y observa que con el suyo  55
Simpático coincide;
Que, mientras juzga su padre
Que otros estudios prosigue,
En la historia natural
Hace progresos visibles;  60
Y es con las primas cordero
El que con los primos tigre
Sin descifrar todavía
La clave de este busilis.
Mas de la inocencia cándida  65
Pronto quebrados los diques,
Se convierten en demonios
Los que fueron serafines.
Ni es maravilla que al Céfiro
Cuando susurra apacible  70
La frágil caña se moza
Y se doblegue la mimbre.
Naturaleza nos habla
Halagüeña, inteligible;
Su copa exhala perfumes...  75
¿Cómo rehusar el brindis?
No es culpa de un pobre mozo
Si hay sátiros que le pinten
La virtud ruda y amarga,
Fácil y goloso el crimen.  80
Ni ¿qué mucho si el neófito
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Lo que más le agrada elige
Entre el veto de su dómine
Y el exequátur de Filis?
Pecará...; yo no lo niego,  85
Mas si, en efecto, delinque,
Él purgará sus pecados
Y exclamará: ¡parce mihi!
¡Mirad! Su lustro primero
A duras penas fue triple,  90
¡Y ya aquella flor lozana
Diclina su tallo humilde!
El que ayer dio culto a Venus
Hoy a Mercurio lo rinde,
Y el pecho que amor henchía  95
Lenta consume la tisis.
¡Qué dolor! ¡Oh adolescencia
Estúpida! ¿Y es posible
Que aún hagan muchos mozuelos
Alarde de sus deslices?  100
Por el flujo de hombrear
¡Cuántos publican la triste
Vergonzosa pestilencia
Que abrevia sus días! ¡Títeres!...
Y hay mueble tan presumido,  105
Que sin sentirla la finge
Mintiendo palmas de mártir
Cuando las llora de virgen.
A otros les da por la gloria,
Como a aquellos por la sífilis,  110
Nuevo linaje de búhos,
Aunque blasonan de cisnes.
Genios son no comprendidos;
Es decir, incomprensibles,
Cuya misión en la tierra  115
Es renegar de su estirpe.
Sus númenes son vampiros,
Brujas, espectros, caribes...;
Su paraíso el infierno;
Su vida, suplicio horrible.  120
Oye el lúgubre ronquido
Con que del mundo maldicen
Que sólo han visto pintado
En bïombos y tapices,
Y el afán con que pretenden  125
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En fuego y sangre fundirle,
Como el que abrasó la cama
Para acabar con las chinches.
Observa el raro contraste
De sus gracias infantiles  130
Con la seriedad ridícula
De sus pláticas bilingües.
Míralos cómo ponderan
Desengaños que no existen,
Pesares que no conocen,  135
Placeres que no conciben.
Para ellos todas las hembras
Son Mesalinas o Circes,
Ponzoña sus atractivos,
Prostitución sus melindres.  140
Y es porque ellas al muñeco
Que arriesga amoroso envite
Responden: «Límpiese el moco
Y aparte; que no me sirve.»
Paciencia, ¡pobre zagal!  145
Si al tormento sobrevives
De no ser hombre cual piensas
Ni niño como lo fuiste,
Yo prometo que algún día
Con ellas te reconcilies  150
Y llames diosa del mundo
A la que hoy llamas esfinge.
Entonces... Mas para entonces
Con otro romance en ristre
Te emplazo. Este ya llegó  155
Al opus coronat finis.




ArribaAbajo- IV -


La juventud

ArribaAbajo    Ya el canijo adolescente
Es fuerte y gallardo joven
Y el tenue disperso bozo
Es ya cerdoso bigote;
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Ya en su total incremento  5
Ostenta fueros de roble
La débil rama y, en fin,
Ya nuestro hombre es todo un hombre.
¡Grata edad de los placeres
Y las dulces ilusiones  10
Y los hechos generosos
Y los pensamientos nobles!...
Pero yo que en mi poema
(Si puedo dar este nombre
A perdularios romances  15
Que no ha dictado Caliope)
Las miserias masculinas
Cantando con tres bemoles
Siego punzantes abrojos
Donde otros rebuscan flores,  20
Dejo al dichoso optimista
Narrar, Juventud, tus goces,
Y voy a exponer la serie
De tus desdichas enormes.
Presa de insanos deseos  25
Y de indómitas pasiones,
El Mundo, el Diablo y la Carne
Llevan tu vida a remolque.
Ambición te inspira el Mundo
Con que al Este, al Sur, al Norte  30
Sobre mal seguro leño
Surcas el ponto salobre;
O de las cándidas musas
Fervoroso sacerdote
Pides al genio las alas  35
Que hasta el cielo te remonten27;
O la vara de Esculapio
(Otros dirían azote)
O la balanza de Temis,
la lanza de Mavorte.  40
Y el mar te traga en su abismo,
O cuando llegas al borde
Del puerto ansiado te abrazas...
¡Con el tifus icterodes!
Y si las musas te brindan  45
Con la copa de sus dones,
O la enturbia la ignorancia
O la envidia la corrompe.
—337→
Médico, pasas la vida
Oliendo y tocando horrores.  50
¿Curas? No te pagan. ¿Matas?
Te abruman a maldiciones.
Letrado, aunque docto seas,
Te quedas a buenas noches
Si bendicen tu justicia  55
Los huérfanos y los pobres.
Soldado, piensas medrar
Con asaltos y mandobles
Y sufriendo hambres y fríos
Por los valles y los montes;  60
Y mientras coges allí,
Amén de heridas y golpes,
Laureles que te escabechen
Y reumas que te joroben,
Te usurparán los cobardes  65
Grados, empleos y honores
Patrioteando en la plaza
O serpeando en la Corte.
Del diablo ¿qué te diré,
Si apenas sus tentaciones  70
Conjuraron eremitas
San Antón y san Onofre?
¡La carne!... Este es el mayor
Enemigo de los jóvenes,
Porque entre rosas y mirtos  75
Como víbora se esconde.
«¡La MUJER! Obra maestra
Del cielo, y gala del orbe,
Regalo de los sentidos
Y prez de los corazones,  80
Nuestra áncora en las borrascas,
Nuestro alivio en los dolores...»
¡Bravo, amigo! ¡Deliciosa
Letanía! Ora pro nobis.
Mas la especie en general,  85
Aunque hay muchas excepciones,
Da más penas que placeres,
Más maulas tiene que dotes.
Si entre doncellas y viudas
Tu dulce tormento escoges;  90
(Que perseguir a mujeres
Casadas no está en el orden)
—338→
O del suplicio de Tántalo
Sufres las ansias atroces
Cuando parientes y escrúpulos  95
Son de su jardín dragones;
O si temes que Himeneo
Dos veces tu sien corone
Para que ella no te venda
Es forzoso que la compres.  100
¡Aun sin el yugo nupcial,
Con el cual no estás conforme,
Habrá quien te ame de gorra
Si otras taimadas la ponen;
Y no expondrás cada día,  105
Porque no habrá quien la ronde,
Tu corazón a amarguras,
Tu cabeza a coscorrones;
Y sobre ser a tu amor
Leal, cariñosa y dócil,  110
Alguna habrá que te pague
El teatro, el sastre, el coche;
Pero será vieja o fea,
Si no es graduada in utroque,
Y en tal caso, con tu pan  115
Te lo comas, ¡si eso comes!
Si huyendo, en fin, de solteras
A las casadas te acoges,
Por no estrellarte en Caribdis
Quizá en Escila te ahogues;  120
Que si te pilla entre puertas
El ofendido consorte
Podrá medida de frac
Tomarte con un garrote.
Rara contingencia es esta  125
En los tiempos que ahora corren;
Que para un toro bravío
Hay cabestros diez o doce;
Pero, cabestros y todo,
Te causan mil sinsabores  130
Antes que de prisa engullas
Lo que de su mesa sobre;
Y si cansar no temiera
A quien lea estos borrones,
O escandalizar a alguno28  135
De los de ¡oh témpora, oh mores!,
—339→
Me atrevería a probar
Con argumentos ad hóminem
Que los maridos no son
Los verdaderos cabrones.  140




ArribaAbajo- V -


La virilidad

ArribaAbajo    Ya cumplió mi ciudadano
Las cuarenta navidades.
Ya por frívolos placeres
No sufre necios afanes.
Ya su suerte asegurada  5
Por buenos o malos trámites,
Serio y barrigudo, tiene
Cierto aquel..., cierto carácter,
Y casa y hogar, y lleva
El dulce nombre de padre  10
Y esposo... En fin, cate usted
A Periquito hecho fraile.
Y si no ha sacado ya
De este mundo miserable
Todo el partido posible  15
Y todavía es un nadie,
Lo mejor que puede hacer,
En mi concepto, es tirarse
De la torre de San Luis
O al canal de Manzanares.  20
¡La virilidad! Ahora
Es el gozar, pero en grande,
Cuando la razón modera
Los ímpetus de la sangre.
¡Ilusión! Nuevos cuidados,  25
Contratiempos y pesares
Te hacen en la edad madura
Más desventurado que antes.
Dejo aparte tus pasiones,
Que no por menos audaces  30
Dejan de ser de tu vida
Lento y silencioso cáncer;
—340→
Más, ¡ay! amén de las tuyas
Las ajenas te combaten;
Que a tu lado gozan todos  35
Y tú solo eres el mártir.
¿Quién se libra en este mundo
De criados que le estafen,
O de amigos que le vendan,
O de suegras que le arañen?  40
¡Y haber de sufrir, gran Dios,
A cada niño que nace
O el furor de la pasiega
O los dengues de la madre!
¡Y que el ángel de tus ojos  45
No permita que un instante
Los cierres cuando rendido
Des con tu cuerpo en el catre,
Ya con agudos clamores
Los oídos te taladre,  50
Ya se le aflojen los muelles
Y la nariz te regale!
Mas le amas; que para ahogar
Afecto tan entrañable
Fuerza es tener corazón  55
O de usurero o de cafre;
Y cuando más te enamoran
Sus infantiles donaires
Y en él perpetuar esperas
Los timbres de tu linaje,  60
O le enteca la alfombrilla
O le encanija el usagre,
¡Y aquella temprana flor
Herida del cierzo cae!
O crece hermosa y lozana  65
Al abrigo de tus lares,
Y procurando su dicha
Para cuando sea grande,
Te impones mil privaciones,
Sudas por mañana y tarde...  70
Pero ¡tal vez en tu seno
Estás abrigando un áspid!
Si es varón, suele salir
Aficionado a los naipes,
Quimerista, libertino,  75
Insurgente, botarate...
—341→
Si hembra, caprichosa, frívola,
Coqueta, nerviosa, frágil,
Y en fin, romántica; que es
El peor mal de los males29.  80
Mas dado que ángeles sean
Los hijos que procreaste,
¿Cuál no será tu tormento
Cuando de ellos te separes?
Quintas, duelos, proscripciones,  85
O tumultos en las calles,
O facciosos en los campos,
O esbirros en todas partes,
Te arrebatan sin piedad
El varón hecho a tu imagen;  90
Y con sus manos lavadas
Llega cualquier badulaque
A privarte de tu niña
Y llevarla a los altares,
Más como víctima pingüe  95
Que como consorte amante.
Es decir que, cuando piensas
Poner una pica en Flandes
Cumpliendo la ley que dice:
Crescite et multiplicamini,  100
Crías carne para pícaros
O pícaros para carne.
¡Y gracias si tu mujer,
En vez de ser dulce, amable,
Y ayudarte a conllevar  105
Flaquezas y adversidades,
No es díscola, o jugadora,
O amiga de coche y baile
Y sortijas y aderezos
Y terciopelos y encajes  110
Y ópera y máscaras!... ¡Oh,
Las máscaras son fatales!
¿Y qué diré si tu sino
Es tan aciago, compadre,
Que por la puerta de Géminis  115
Entras en Tauro y en Aries?
¡Qué horror! Y del mal el menos
Si en desventura tan grave
O ignoras tu deshonor,
O lo aguantas si lo sabes.  120
—342→
Pero ¡las dudas amargas
Y las sospechas tenaces
Que el corazón te laceran
Como aguzados puñales;
Pero haber de acariciar  125
En tus brazos paternales
Al intruso motilón
Fruto de adulterio infame!...
Basta; que ya me enternezco,
Y no es justo, ¡voto al Draque!  130
Que, redactor de LA RISA,
Llore yo como un vinagre.
No; en vez de exclamar con Persio:
Quantum in rebus inane!
Con el buen Horacio Flacco  135
Diré: risum teneatis?
Y pues ya es largo el sermón,
Sólo añadiré una frase,
Oh lector, para decirte...
Que aquí acaba este romance.  140




ArribaAbajo- VI -


La vejez

ArribaAbajo    «¡Qué ridículo vejete!
No sé cómo hay quien le sufre.
Tose cuando no regaña;
Cuando no predica, gruñe.
Aguante él solo la gota  5
Y el asma que le consume,
Dolorosas consecuencias
De livianas juventudes,
Y no con su adusto ceño
Desde el martes hasta el lunes  10
Contra el reposo de deudos
Y criados se conjure.
Cuente sólo sus miserias
Entre rezos y menjurjes
Al confesor que le exhorte  15
Y al médico que le pulse,
—343→
Y deje a la juventud
Que sin tregua ría y triunfe,
Ya con felices verdades,
Ya con ilusiones dulces.  20
Deje gozar a Melisa,
Pues hierve su sangre y bulle,
Y cuando quiere bailar
No la lleve al via-crucis.
Deje retozar al niño,  25
Y no impaciente murmure
Si gusta más de su trompo
Que del uniuscujusque.
Harto es hacernos peinar,
Aunque tanto nos repugne,  30
La perdurable peluca
Que su calva inmunda cubre,
Sin las que a cada momento
Nos está echando con fútiles
Apotegmas que su boca  35
Antes que articula escupe.»
Tales ausencias te guardan,
Pobre anciano, enfermo, inútil,
¡Y dichoso cuando tienes
Riquezas por que te adulen!  40
Que al menos en tu presencia
Con fingida dulcedumbre
Su inicua aversión disfrazan
A tus surcos y a tu mugre.
¡Cuitado! Cuando amorosos  45
Los que heredarte presumen
Te ponen los sinapismos
Y los colchones te mullen,
«¡Cuánto mejor descansara
(Para su saco discurren)  50
En la corte celestial
Entre ángeles y querubes!
Jaletinas y conservas
Traigan de casa de Núñez,
Que sin dañar el estómago  55
Lo restauran y lo nutren»,
Dice otro; y si fuera médico,
Su receta, no lo dudes,
Diría: «Récipe... horchata
De rejalgar, media azumbre.»  60
—344→
«Ese es un mal pasajero
Que en dos días se destruye,
Exclama Juan; no hay motivo
Para tanta pesadumbre.
Tenéis complexión de atleta  65
Y resistencia de yunque.
Largos años viviréis:
Yo a Dios se lo pido...» ¡Embuste!
Allá en sus adentros dice,
Recordando lo de in pulverem  70
Reverteris: «¡Plegue a Dios.
No llegues al mes de Octubre!»
Y en tanto, ¿de qué te sirven
Pingüe renta, cuna ilustre,
Si tus sentidos flaquean  75
Y tus potencias sucumben?
¿Qué sensaciones aguardas
De lo que tus manos hurguen
Si descarnadas y trémulas
La muerte en ellas se esculpe?  80
¿Cómo gozar de Rossini
El grato, armonioso numen,
Si apenas hiere tu tímpano
El fragor de los obuses?
¿Qué han de oler esas narices,  85
Aunque flores te circunden,
Si el rapé las embadurna
Y el catarro las obstruye?
¿Cómo gozar de las tintas
Rosadas, verdes o azules  90
Con que el sol viste los campos
Y colorea las nubes,
Si miope y legañoso,
Dando acá y allá de bruces,
No ves siete sobre un asno  95
Aunque Rudaguas te ayude?
¿Qué vale que el ambigú,
De la Risa te estimule
Con perdices y faisanes
O con salmones y atunes,  100
Si despoblada tu boca
De muelas con que manduques
No puedes cubrir la mesa
Sino de sopas o puches,
—345→
O relajado tu estómago  105
Por antiguos ambigúes
Apenas consiente el pábulo
De demócratas legumbres?
Y si a tantas privaciones
Cuando doce lustros cumplen  110
Se ven, ¡ay dolor! sujetos
Los marqueses y los duques,
¿Qué diré del desdichado
Que en su ancianidad recurre
A pedir de puerta en puerta  115
Mendrugos para su buche?
Si hay uno que le socorra
Hay cuarenta que le injurien,
Y cuando va por la calle
No hay perro que no le aúlle.  120
Si logra un día que San
Bernardino le refugie,
Aun para el bodrio que come
Fuerza es que trabaje y sude;
O con cepillo en cintura,  125
Y sombrero que fue de hule,
Y en la blusa remendada
La imagen de un mapamundi,
Sirve en el Prado candela,
Que nadie lo retribuye;  130
O comparsa de difuntos
Les entona el de profundis.
Pues ¿y el infeliz inválido
Lleno de heridas y cruces
Que mutilado se arrastra  135
Sin pan, sin cama, sin lumbre?
Pues ¿y el mísero cesante,
Muerto de hambre cuando impunes
Le insultan con su opulencia
Cien ambiciosos gandules?  140
Mas si no atajo la pluma
Voy a escribir un volumen.
Aquí acaba este romance
Y aquí el poema concluye.

*  *  *

    He dicho, y añado ahora,  145
Por epílogo y resumen,
—346→
Que desde el lecho en que nace
A la tumba en que se pudre,
El que los sabios titulan
Animal bípedo, implume...  150
Es el más triste animal
Que en el mundo se rebulle.