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Abajo

Poesías

Manuel Bretón de los Herreros





  —9→  

ArribaAbajoOdas




ArribaAbajo- I -


La noche


Abajo    No para mí los anchurosos valles,
¡Oh sol! coronas de precoz espiga;
No a mi placer consolador majuelo
      Dora tu llama.

   No yo a gozar de tus hermosos rayos  5
Cuando la escarcha del Enero rompes
La ijada hiriendo de alazán brioso
      Cruzo la vega.

   ¿Qué alumbra mío tu fulgente carro?
¡Ah! ¿Qué me anuncia que dolor no sea?  10
¿Cuándo a templar de mi destino el ceño,
      Cuándo amaneces?

   Aguija al menos tu cuadriga, ¡oh Febo!;
Hiende veloz el eternal zafiro,
Y allá perdido en los profundos mares  15
      Huye a mi vista.

   ¡Cuánto más grata a mi abrasado pecho
De Cintia luce la dudosa tea
Cuando retarda su tranquilo curso
      Tétrica nube!  20

   ¡Oh de Morfeo bonanzosa madre!
¡Oh dulce tregua a los afanes míos!
Ven. Tiende al orbe el misterioso manto,
      Lóbrega Noche.
—10→

   Yo te deseo como al nueva  25
De virgen rosa purpurado cáliz;
Y no es mi seno al horroroso crimen
      Bárbaro asilo.

   Ni tanto es fiero tu atezado rostro
Que al hombre infunda merecido espanto.  30
Más de una vez en hermosura y pompa.
      Vences al día.

   No siempre en torno a tu dosel umbroso
Rugen los vientos y el olimpo truena;
No siempre arrasa los floridos campos  35
      Árido hielo.

   ¡Cuán apacible en el ardiente Julio
Con mil estrellas tachonando el cielo
Reposo al hombre y al vergel envías
      Céfiro leve!  40

   ¡Oh cuánto es dulce sobre el haz dorado
Libre tender los fatigados miembros
Cuando en los brazos del pastor querido
      Vela Diana!

   Todo es sosiego. Murmurando apenas  45
Desciende al mar el argentado río.
Susurra apenas en tu copa el aura,
      Plácido fresno.

   Sólo el silencio de la noche viola
Suave cantar de codorniz amante,  50
O allá a lo lejos el zagal sonando
      Rústica avena.

   ¡Horas felices! Corazón helado
Yace en el seno del mortal que os odia.
¡Horas de paz! En alabanza vuestra  55
      Suene mi lira.

   Si el sol recrea y reverdece el campo,
También su hoguera lo consume activa;
Si alguna vez a la virtud alumbra,
      ¡Cuántas al crimen!  60
—11→

   ¡Oh infausto siglo! Las nocturnas sombras,
Gratas un tiempo a los malvados fueron.
Hoy no; que impunes a la luz sus ojos
      Alzan osados.

   ¡Oh Noche! En tanto que tranquilo sueño  65
El vil traidor y el asesino duermen,
Tú los prodigios de Natura sabia
      Plácida velas.

   ¿Por qué te llaman de la muerte imagen?
¡Oh sacrilegio! Cuanto puebla el mundo  70
A ti su vida y sus delicias debe,
      Próvida Noche.

   Y tú de amor, que las tinieblas ama,
Los dulces hurtos con tu negro manto
Cubres amiga; y el amor mi culto  75
      Lleva a tu templo.

   Almas sensibles a la grata herida
Que el niño alado sonriendo graba,
¿Cuál de vosotras negará a mi canto
      Precio sublime?  80

   No empero, oh Noche, tus tranquilas horas
Torpe conato a bendecir me impele.
No amor venal de meretriz infame
      Guía mi planta.

   Ni el sacro lecho del ausente esposo  85
Corro a manchar; ni seductor aleve
De incauta virgen a la fama tiendo
      Pérfido lazo.

   Vuelo a la choza de mi Silvia bella,
Mansión celeste de inocencia pura:  90
De Silvia bella, que me llama, ¡oh gloria!
      Bien de su vida.

   Feliz entonces mi destino acerbo
Lanzo al olvido con la luz febea;
Y apenas puede contener el alma  95
      Júbilo tanto.
—12→

   Ora ingeniosa a las palabras yertas
Que a la importuna sociedad dirige
Sabe mezclar para embeleso mío
      Blandos amores.  100

   Ora sus labios deliciosos ríen;
Ora en sus ojos mi ventura leo,
Ora en las mías al descuido encierra,
      Cándida mano.

   Ora... Mas ya del perezoso día  105
Lánguida brilla la remota lumbre.
Silvia me espera. -Protectora Noche,
      Dame tus alas.1




ArribaAbajo- II -


La beneficencia

A Dorila




ArribaAbajo   Ángel radiante en el Edén creado,
Dulce consuelo al humanal gemido,
Plácido orgullo de las nobles almas,
      Yo te saludo.

   No a ti los hombres religioso incienso  5
Píos tributan y fragantes flores,
Bien que tu nombre por falaces lenguas
      Sea ensalzado.

   Eleva en tanto al opresor cruento
Soberbio altar la adulación cobarde  10
Y al ciego error el fanatismo inmola
      Fiero holocausto.

   Beldad voluble con falaz ternura
Tal vez usurpa la veraz ofrenda
De amante pecho, que en acerbo lloro  15
      Baña traidora.
—13→

   Ídolos crea a su placer el hombre,
Y patria, amigos, bienestar, conciencia
En torno arrastra del indigno templo
      Tumba a su fama.  20

   Uncido el siervo cual si bruto fuera
De atroz caudillo al insolente carro,
Calla, y ni aún osa maldecir su horrendo,
      Bárbaro triunfo.

   Y el ronco son de la guerrera trompa  25
Tu grito ahoga, desolada madre,
Y en vano al cielo tu clamor envías,
      Huérfano triste.

   El torvo Genio de la infanda guerra
Roba al amor la voluptuosa danza,  30
Y canta el pueblo que verter debía
      Ríos de llanto.

   ¡Dios de bondad y de fraterna sangre
Te brinda el hombre el infernal tributo,
Y el himno impío de feroz victoria  35
      Suena en tus aras!

   ¡Tanto el engaño, la codicia, el miedo
Al corrompido corazón humano,
Y la ignorancia y la fatal discordia
      Tanto envilecen!  40

   Ya no hay pasión ni detestable vicio
Sin pingüe ofrenda, sin ardiente culto;
¡Y nadie a ti, Beneficencia santa,
      Nadie te adora!

   ¿Será tal vez que al afrentoso imperio  45
Del oro infausto sometido el hombre
Seguir de Astrea te ordenó la triste,
      Prófuga planta?

   ¿Cómo dudarlo cuando en balde llega
De altivo prócer al cancel dorado  50
La inope virgen si a lasciva llama
      Cierra su pecho?
—14→

   ¿Cómo a mirar el sobrecejo altivo
Con que desoye del anciano débil
El ruego humilde y los dolientes ayes  55
      Mozo liviano?

   ¿Cómo dudarlo quien lloroso vea
A todo un pueblo en la miseria hundido,
Y al hambre insana disputar el crimen
      Víctimas tantas?...  60

   ¡Ah! no. ¿Qué digo? Caridad ferviente,
¡Salve otra vez!; que los humanos valles
No para siempre abandonó tu influjo,
       Don de los cielos.

   No a mí tu grato, predilecto albergue,  65
Bien que no sea renombrado alcázar,
Se oculta ya, ni en tu loor mis votos
      Vagan perdidos.

   En vano ya la hipocresía, en vano,
Robando artera tu sagrado nombre,  70
Ante mi vista mostrará su impía
      Máscara infame.

   Quien ve, Dorila, tu mansión callada,
Tu afable rostro, tu virtud sencilla,
Su velo sabe arrebatar al negro,  75
      Pérfido monstruo.

   De ti, Dorila, el impostor aprenda
Que no se cura de servil lisonja
Ni en vano alarde la virtud se halaga
      Cándida y pura.  80

   Dentro del alma el bienhechor encuentra
Mayor ventura, galardón más alto,
Y el hombre inicuo su mayor verdugo
      Dentro del alma.

   ¡Ay, cuántas veces a piedad mentida  85
Estatuas funde y edifica altares
La ilusa plebe, y en el lodo al justo
      Sume iracunda!
—15→

   Tú más hermosa y duradera palma
Allá en el reino de la luz espera,  90
Si acá la fuerza, la falsía, el oro
      Triunfan y ríen.

   Tú, a quien no es dado con enjutos ojos
Penando ver al oprimido, al pobre;
Y nunca es solo compasión estéril  95
      Dádiva tuya.

   Tú, que no sientes criminal hastío
Si oyendo el ay de miserable viuda
Pisas tal vez con generosa planta
      Rústica choza.  100

   Rústica choza para ti más bella
Que el áureo techo y el tapiz de Oriente,
Do nuevo brillo a tu preclaro nombre
      Dan tus virtudes.

   Y no en el ara de imitar al cielo  105
Sagrados votos proferiste un día,
Ni el albo seno de engañosa cubres,
      Áspera jerga.

   No la virtud en aprendido metro
Sabes cantar, ni el anatema horrible,  110
Rayo eternal, con espumoso lanzas,
      Cárdeno labio.

   A ti y a Dios que el corazón sondea
Más gratos son tus eficaces dones.
Ellos te afianzan eternal corona,  115
      Júbilo inmenso.

   Ni austera tú la sociedad esquivas;
Que en ella vives de esplendor cercada,
Y aún besa ufano tu serena frente
      Céfiro blando.  120

   Y enciende amor con sus ligeras alas
La hermosa lumbre de tus negros ojos,
Y es del amor tu seductora risa
      Plácido asilo.
—16→

   ¡Ah! si en las gracias que a natura plugo  125
Dar a tu rostro tu ambición fundaras,
¿Quién más trofeos al vendado Niño,
      Quién le daría?

   Mas tu modestia a tu hermosura iguala,
Y tu alma en vano sojuzgar anhela  130
Diestra lisonja, que en el vago viento
      Rápida muere.

   ¡Cuánto más dulce en tu piadoso oído
Suena la voz que sin cesar tu nombre
Grata bendice y tutelar te llama,  135
      Próvido numen.

   Harto al amor y sus fugaces glorias
Suaves acentos consagró mi lira.
Hoy tu clemencia sublimar al cielo
      Séame dado.  140

   Lo sé, no es digno de tan alto asunto
Mi rudo canto, ni quizá lo fuera
Tu plectro mismo que inmortal florece,
      Píndaro excelso.

   Mas un altar mi corazón te erige,  145
Alma Piedad, si te lo niega el mundo,
Y en él la imagen de Dorila hermosa
      Vive grabada.



  —17→  

ArribaAbajoSátiras




ArribaAbajo- I -


El furor filarmónico


[...] Ridentem dicere verum
Quid vetat?

Horacio.                



ArribaAbajo   No más, no más callar; que ya en mi seno
Tanta bilis no cabe, Anfriso mío,
Y tanta indignación, tanto veneno.  5

   ¿Yo sufrir el armónico extravío
Que así enloquece al grave castellano?
¡Yo que de castellano me glorío!

   ¿Yo sufrir que el gorjeo de un soprano
Muy más al pueblo estólido conmueva  10
Que el ruso combatiendo al otomano?

   ¿Y que a enseñar un hombre no se atreva
Luneta para el otro coliseo
Cuando anuncia el cartel ópera nueva?

   ¿Que en el café, en la calle, en el paseo,  15
En tertulia, doquier se hable tan sólo
De la Donna del lago o de Romeo?

   ¿Que la letra de un aria, horror de Apolo,
Aprenda de memoria un lechuguino,
Y desprecie a León y al dulce Polo?  20

   ¿Que me pruebe en añejo pergamino
Descender de Gerión, y yo le vea
Adulador de un buffo transalpino?
—18→

   ¿Que el sentido común negado sea
Por la meliflua turba a quien ignora  25
Lo que es un calderón y una corchea?

   ¿Que hasta para vender platos de Alcora
En escala cromática se grite,
Y anuncie el diapasón a una aguadora?

   ¿Que aplaudiendo un moscón se desgañite  30
Tal vez lo que rechiflas merecía,
Y entre bravos el hígado vomite?

   No, no; mil veces no. Sacra Talía,
Ya tu fuego satírico me inflama.
Dardo aguzado es ya la pluma mía.  35

   No es tan terrible el bruto de Jarama
Que agarrochado rompe la barrera,
Y embiste, y hiere, y espumante brama.

   ¡Quién tu mostaza, Juvenal, me diera,
O tu diestro pincel, divino Horacio,  40
Que admirará la prole postrimera!

   ¡Mas ay, que no es Madrid el noble Lacio,
Y aquí no hay un Mecenas ni un Augusto
Que proteja de un vate el cartapacio!

   ¿Y he de callar, con el pulmón robusto?  45
No, que es santa la causa que sostengo
Y de ignorantes zoilos no me asusto.

   Harto es mi galardón si a España vengo
Del desprecio español, y en rima acerba
Su decoro impertérrito mantengo.  50

   «¡Triste! ¿Qué vas a hacer? Aunque Minerva
Declamara por ti, no se corrige
La tenaz filarmónica caterva.

   »Hay un genio infernal que la dirige,
Gigante enorme, que a domar su furia  55
Más robusto poder que el tuyo exige.

   »Reprende los enredos de la curia,
Si comezón de sátira te roe,
La avaricia o la sórdida lujuria;

   »Y deja que Madrid plácido loe  60
Los trinos de una amable virtuosa
Al compás del violín y del oboe.

   »Triunfe Pacini, triunfe Cimarosa,
Y eríjase de mármol y granito
Pirámide a Rossini majestuosa.  65

   »Deja que, sin alzar tu inútil grito,
Cual sus tablas un día en el desierto
Se adore de Moisés el spartito.

   »Todo sea dulcísono concierto,
Y óigase el gorgorito almibarado  70
Hasta en el réquiem que se entona a un muerto.

   »¿Por qué en poema cáustico y airado
Ese placer legítimo combates
Que tiene al español embelesado?

   »¡El mundo siempre fue casa de orates,  75
¡Y al furor filarmónico te opones!
¿Quién en locura, quién vence a los vates?

   »La música es consuelo de aflicciones.
¿Quién no canta en el mundo? Aún el esclavo
Canta al sonar los férreos eslabones.  80

   »¡Dichoso el que no cuenta un solo ochavo
Para almorzar mañana, como pueda
Clamar en la luneta ¡bravo! ¡bravo!

   »Sigue, vate infeliz, otra vereda.
¿Quién ataja un torrente con arcilla?  85
¡Guarda, no algún desastre te suceda!

   »Ya no es Castilla lo que fue Castilla.
Aquí más que otro tiempo al gran Rodrigo
Hoy se aplaude a un maestro de capilla.

   »Deja estar a los músicos, te digo,  90
Que son el ornamento de la Corte.
Mira que te aconsejo cual amigo.

   »Tu satírica saña se reporte;
Que no bien un melómano te lea,
De enemigos tendrás una cohorte.  95
—20→

   »Dirán (casi los oigo): ¡Estulta idea!
Ese hombre tiene el alma de peñasco
Cuando una dulce voz no le recrea.

   »Mas ¿qué será lo que le altera el casco?
¡Audacia singular!... -Vamos, no hay duda,  100
Algún poema suyo ha fato fiasco.

   »Más de una vez su musa testaruda
Entre la risa de ignorante plebe
Nos ha espetado la verdad desnuda.

   »¡Venganza, guerra al poetastro aleve  105
Que a la divina Euterpe escarneciendo
Su viperina lengua osado mueve!

   »El que impugna una stretta y un crescendo,
Quien maldice el adagio y el andante,
Reo es de crimen bárbaro y horrendo.»  110

   Tente, Anfriso, y escucha tolerante.
No soy yo de la música contrario:
Sólo pudiera serlo un delirante.

   Ni a condenar me atrevo temerario
El público placer, bien que mi diestra  115
Sólo a Dios elevara el incensario.

   Quizá también mi júbilo se muestra
Al escuchar los ecos de Rossini
En Galli, en Rossi, en la sonora orchestra.

   Pláceme Osmir en boca de Passini,  120
La Céssari en Arsace me arrebata,
Y admiro en Semirámide a la Albini.

   Ni dejo de aplaudir una volata
Por cantarla Valencia, si me gusta;
Que nunca he sido mulo de reata.  125

   Ni aún Llord cual subalterno me disgusta;
Que Orfeo no ha de hacer de confidente
Como pretende multitud injusta.

   Mas mi cólera, Anfriso, no consiente
Que ensalzando de Italia a los cantores  130
Al español teatro así se afrente.
—21→

   Tribútense en buen hora mil loores
A una voz peregrina, y no olvidemos
Que en Madrid hay comedias, hay actores.

    No sea todo bravos, todo extremos  135
Cuando trina en rondó lengua toscana,
Y al escuchar a Lope bostecemos.

   No clamen voces mil: ¡Hosanna! ¡Hosanna!
Cuando acate a su reina el pueblo asirio,
Y olvidemos la gloria castellana.  140

   No aplaudamos un dúo con delirio,
Y Calderón y Rojas y Moreto
En vez de almo placer nos den martirio.

   No vea yo a Cervantes incompleto
Por las cuadras rodar, y entre cristales  145
De la Schiava el insípido libretto.

   No en el canto los duros a quintales
Ose invertir quien a Talía niega
Ocho maravedís y cuatro reales.

   ¿No es risa ver al pueblo cómo brega  150
Para alcanzar billete del Crociato?
¡A tanto, Anfriso, la locura llega!

   Uno pierde la capa, otro un zapato;
Otro desde la víspera se aloja
Sobre la dura losa. ¡Mentecato!  155

   Las diez. ¡Fiero motín! ¡Ruda congoja!-
«¡Orden! ¡Orden! ¡Soldados, en batalla!
Aquí la sangre azul; allí la roja.-

    ¡Atrás!- ¡Buen culatazo a la canalla!»-
¡Nada! ¿Quién la contiene? Aunque a sus ojos  160
Diez cañones cargasen de metralla.

   ¡Qué de jirones luego y de despojos!
¡Cuántos, sobre quedarse sin tarjeta,
Descalabrados van, mancos o cojos!

   Otro, no menos huero de chaveta,  165
Compra a fuerza de plata el privilegio
De adquirir sin porrazos la luneta.
—22→

   ¿Qué ha de hacer? Si perdiera un solo arpegio
De la nueva función, otro elegante
Le acusara tal vez de sacrilegio.  170

   No falta en tales días un tunante
Que revenda lunetas y sillones
Burlando al alguacil más vigilante.

   Y hay hombre que daría diez doblones
Por escuchar el aria del contralto  175
Aunque fuera en el foso entre ratones.

   Sabe Madrid que a la verdad no falto.
Cierto es el trasnochar, y el monopolio,
Y el tomar los billetes por asalto.

   De cuanto pasa en él un tomo en folio  180
Se pudiera escribir; que menos fiero
El galo fue trepando al Capitolio.

   Esto, y aún más que referir no quiero
Pasa en Madrid; ¡y me dirá mi abuela:
«¡Los tiempos están malos: no hay dinero!»  185

   «¿A quién en tanto, a quién no desconsuela
El ver cuando no hay ópera desiertos
Patio, palcos, lunetas y cazuela?

   «Este calor cruel nos tiene muertos.
Sudar en la comedía es de mal tono.  190
Los cómicos son torpes, inexpertos.

   »Si es trágica la acción me desazono;
Si es moral me empalaga; si es jocosa...
Vaya usté en mi lugar: cedo el abono.»

   Así el canto alienígena se endiosa;  195
Y aunque viera a mis plantas un abismo,
¿No ha de tronar mi saña procelosa?

   Necio furor, risible fanatismo,
La guerra te declaro, y ¡oh si fuera
Cada verso que estampo un sinapismo!  200

   ¡Oh tú, santuario de virtud severa,
Teatro nacional, que fuiste un día
Norma y recreo de la gente ibera;
—23→

   Prestigio de mi ardiente fantasía,
Tú, a quien tanta vigilia he consagrado,  205
Puerto amigable en la tormenta mía;

   Tú que el sesgo camino me has trazado
Do Inarco laureó la docta frente,
Si bien se atasca en él mi pie cuitado;

   Tú que en vano a la moda intercadente  210
Moral opones, variedad, buen gusto,
Ludibrio ya y botín de intrusa gente;

   Teatro nacional, mi ceño adusto
Tu inicua depresión vengar ansía
Y vapular al populacho injusto!  215

   Otro tan bajo apodo aplicaría
Sólo al humilde menestral honesto,
al que no viene de alta jerarquía;

   Yo no, que a todo trance me he propuesto
Lo que siento decir, aunque mañana  220
Mordaz me llame un crítico indigesto.

   Los que nunca leyeron a Mariana,
Y devoran insípidas novelas
En lengua gali-escita-castellana;2

   Los que charlando más que un sacamuelas  225
Insignes literatos se pregonan,
Y jamás saludaron las escuelas;

   Los que su patria sin pudor baldonan;
Los que el oro negado al indigente
Por exóticos dijes abandonan;  230

   Los que con cien aromas del Oriente
De sus almas no purgan la inmundicia,
Y llaman al danzar ciencia eminente;

   El gallego o vascón cuya injusticia
Osa tildar de bárbaro salvaje  235
Al hijo de Navarra o de Galicia;

   Los que llaman a un coche un equipaje,
Y hablando entre españoles mal gabacho
Sus costumbres olvidan, su lenguaje;
—24→

   Anfriso, yo lo digo sin empacho;  240
Estos, su condición cual fuere sea,
Estos son, ¡vive Dios! el populacho.

   Lejos de mí la extravagante idea
De condenar las óperas, repito;
Ni aun la débil de Osmir y Netzarea.  245

   Mas aquel que al armónico apetito
Todo lo sacrifica afeminado,
Es un fatuo, un cabeza de chorlito.

   «¡Bello dúo! Mi oreja ha regalado.»
Bien; mas ¿por qué el monarca babilonio  250
Ya cadáver entona un recitado?

   ¿Por qué Antenor, que viene hecho un demonio,
Canta rabiando y a Celmira aterra?
¿No es levantarle un falso testimonio?

   ¿En qué ignorado pueblo de la tierra,  255
Aunque perdone Il posto, canta un reo
Delante del consejo de la guerra?

   ¡Oh poder de la solfa! ¡Oh coliseo!
Cuando a mí me asaltaron los ladrones
No cantaban siguiendo a un corifeo.  260

   ¡Ay, que menos maldad, menos traiciones
Llorara el orbe si al compás y al tono
Los hombres sujetaran sus pasiones!

   Mas no se diga que con ciego encono
Ando a caza de faltas en el canto,  265
Y al olvido sus gracias abandono.

   Basta: sólo diré que no me espanto
Si entre bemoles el tam-tam resuena,
Ni Claudio cantarín me arranca llanto;

   Que el canto los sentidos enajena,  270
Que conmueve tal vez; mas no convence,
Objeto primitivo de la escena.

   Ni el comprender la letra a mí me vence,
Si cuando no debía Otelo canta,
Lo mismo es en toscano que en vascuence.  275
—25→

   Sólo a su voz los triunfos que decanta
Quizá debe un tenor: la Poesía
Del genio vive, y no de la garganta.

   De Melpómene fiera y de Talía
A los cuadros patéticos y fieles  280
También concede un genio la armonía.

   La armonía de Fidias y de Apeles
Que el alma hiere, blanda, imperceptible,
Sin flautas, sin tam-tam, ni cascabeles.

    Armónico placer indefinible,  285
Placer que sólo siente y sólo expresa
Quien nutre un corazón tierno y sensible.

   ¿Qué gozo iguala a la feliz sorpresa
De ver al torpe vicio escarnecido
Ceder su triunfo a la virtud opresa?  290

   Si sucumbe, ¿qué pecho empedernido
No goza maldiciendo a los troyanos,
Lágrimas dando a la infelice Dido?

   ¿Quién de Dios no venera los arcanos
Cuando incestuoso gime y parricida  295
El miserable rey de los tebanos?

   ¿Quién si en su pecho la virtud anida,
No bendice a Jehová, que el alma fiera
Le negó y el orgullo de un Atrida?

   ¿Quién...? Pero ¿a qué me salgo de mi esfera?  300
¿Qué escribo yo? Una sátira picante,
Y no un tratado de moral austera.

   ¿Quién vale más, Racine o Mercadante?
¿Es más justo reír en El Avaro
Que aplaudir una pieza concertante?  305

   ¿Es lícito ignorar que Gundemaro
Fue de España monarca al madrileño
Que ha aprendido a decir: Addio, caro?

   ¿Se aplaudirá a un cantor con necio empeño
Antes que cante, sin saber si tiene  310
Mísera voz y oído berroqueño?
—26→

   ¿Callarán las deidades de Hipocrene
El talento español, y el de otra casta
Sonará desde Calpe hasta Pirene?

   Que yo resuelva la cuestión no basta.  315
¿Y a qué fin? Cada cual a su albedrío,
Dirán, el tiempo y el dinero gasta.

   Haced lo que queráis: tiradlo al río;
La solfa preferid; cuando haya canto
Olvidad los rigores del estío;  320

   Pero, por Cristo y por su Padre santo,
No vayáis a ultrajar la patria escena
Los que la veis con tedio y con espanto.

   No porque una comedía os cause pena
Miréis como a un idiota de reojo  325
Al pobre diablo que la juzga buena.

   No apuntéis sin cesar el doble anteojo
Para ver en tertulia y aposentos
Si Filis se vistió de azul o rojo.

   No allí el tiempo gastéis contando cuentos,  330
Y hasta ver si es el drama bueno o malo
No le volváis la espalda descontentos.

   No charle usted tan fuerte, don Gonzalo,
O vaya con su cháchara al pasillo;
Que los que están detrás no son de palo.  335

   No se ha anunciado en el cartel sencillo,
Ni puede autorizar el presidente
Que usted nos administre un tabardillo.

   Ya que aplaude a rabiar, Dios se lo aumente,
Al tiple y al tenor, con sus paisanos  340
Sea usted, a lo menos, indulgente.

   No tema lastimar sus lindas manos
Si aplaude a un español; que no por eso
Gemirán los cantores italianos.

   Indigno fuera tan culpable exceso  345
De un artista eminente, cuya fama
No se funda en los bravos de un camueso.
—27→

   Alguno de ellos, que las leyes ama
De la santa equidad, allá en su idioma
Llorando nuestra mengua al cielo clama.  350

   ¡Ay, que el llanto a mis párpados asoma
Cuando a ser españoles nos enseña
El que ha nacido en Nápoles o en Roma!

   «¿Por qué, dice, la gente madrileña,
Bien que aplaudidos sean tiple y bajo,  355
La escena nacional tanto desdeña?

   »Esmerado y asiduo es su trabajo.
¿No hacen más de lo justo los actores
Que por poco dinero echan el cuajo?»

   Dice bien. Y si en premio a sus sudores  360
La soledad reciben y el desprecio,
Mal se corregirán de sus errores.

   Hoy dan nueva función. ¡Oh vulgo necio!
¿Por qué no vas a verla? Si es mezquina,
Si la ejecutan mal, silba de recio.  365

   Canta la donna mal su cavatina,
Y exclamas al momento compasivo:
«Está mala; está ronca: ¡poverina!»

   ¿Pecar no pudo por igual motivo
Un actor español? Quizá trabaja  370
Después de haber tomado un vomitivo.

   Quizá ese mismo que tu lengua ultraja,
Inmolado al escénico decoro,
Come gazpacho y duerme sobre paja.

   ¿No fuera más razón en rudo coro,  375
Si delinquen, silbar a los de allende
Que han venido a embolsar montones de oro?

   Mas en vano mi sátira pretende
Reformar a la ciega muchedumbre
Que la razón esquiva, o no la entiende.  380

   ¡Basta; me canso ya! ¡Dios los alumbre!;
Que si decir quisiera lo que callo
Aún gastara de tinta media azumbre.
—28→

   Si en vano, ¡oh patria! por tu honor batallo;
Si no me escuchan como en Troya un día  385
Al que arengó contra el fatal caballo;

   Si los necios me juran guerra impía;
¿Qué importa? La verdad siempre es mi norte.
Muchos aplaudirán la audacia mía;
Que no todos son necios en la Corte.  390

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