El gladiador moribundo, estatua sublime.
El hermoso Ganímedes.
El grupo de la Níobe, lleno de expresión y belleza.
La insigne estatua ecuestre de Marco Aurelio.
Las inmensas ruinas de Palmira aun son hoy el asombro y la lástima de quantos viageros la visitan.
Este Discurso se imprimió antes de ahora en el núm. CLIV del Censor, periódico tan útil como conocido.