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Églogas




Égloga I


Batilo3

 

Batilo. Arcadio. Poeta.

 

BATILO

ArribaAbajo   Paced, mansas ovejas,
La yerba aljofarada,
Que el nuevo día con su lumbre dora,
Mientras en blandas quejas
Le cantan la alborada  5
Las dulces avecillas a la aurora.
La cabra trepadora,
Ya suelta se encarama
Por el monte enramado:
Vosotras de este prado  10
Paced felices la menuda grama;
Paced, ovejas mías,
Pues de abril tornan los alegres días.
    Mejórase la tierra
De verdor coronada,  15
Y aparecen de nuevo ya las flores:
Desciende de la sierra
La nieve desatada,
Y exercen sus contiendas los pastores.
Todo el prado es amores:  20
Retoñan los tomillos,
Las bien mullidas camas
Componen en las ramas
A sus hembras los dulces paxarillos,
Y con susurro blando  25
Por la vega el arroyo huye saltando.
   Así qual es sabroso,
Después de noche fría,
El rojo del alba al mustio prado,
O qual tras enojoso  30
Invierno el alegría
Plácido sol de abril vuelve al ganado;
Así qual al cansado
Pastor que tras hambriento
Lobo corrió es la fuente;  35
Tras el marzo inclemente
Tal es a mí del céfiro el aliento,
Y qual a abeja rosa,
Del campo así la vida deliciosa
    Apenas ha nacido  40
El día en los oteros,
De arreboles el cielo matizando,
Por el alegre exido
Saco, ya mis corderos,
Y alegres los cabritos van brincando.  45
Mientras el sol se va alzando,
Mil zelosas porfías
A la sombra en reposo
Separo, si zeloso
Mi manso está por las corderas mías;  50
Y si la noche viene,
El estrellado cielo me entretiene.
   Mas por aquella loma
Tras sus vacas manchadas,
El pastoril acento al viento dando  55
El dulce Arcadio asoma:
Sus voces regaladas
Más y más cada vez se van notando.
También viene cantando
Qual yo de la florida  60
Estación: salir quiera
A encontrarle primero;
Algo acaso dirá de mi querida,
O la nueva tonada
Que Tirsi canta a su Licori amada.  65

ARCADIO

    ¿Quien viendo el alegría
De este florido prado,
Y el brillo y resplandores del rocío,
La hambrienta porfía
Con que pace el ganado,  70
Y el soto lejos, plácido y sombrío,
Y el noble señorío
Con que el claro sol nace,
O las ondas sin cuento
Que hace en la yerba el viento,  75
Y los hilos de luz que el ayre hace;
No sentirá movido
El corazón y el ánimo embebido?
    Do quiera es primavera,
Y por do quiera el prado  80
Da nueva flor y espíritu oloroso;
Las vacas por do quiera
Hallan pasto sobrado
Y tierna yerba de pacer sabroso;
El pastor en reposo  85
Ya libre sus tonadas
Puede cantar tendido,
Viendo su hato querido
Lento buscar las sombras regaladas;
Y pueden las pastoras  90
Baylar alegres las ociosas horas.
    No a mi gusto sea dado
Riquezas enojosas,
Ni el oro que cuidados da sin cuento;
No el ir embarazado  95
Entre galas pomposas,
Ni corriendo vencer al raudo viento;
Mas sí cantar contento
Sentado a par mi Elisa,
Viendo desde esta altura  100
Del valle la verdura,
Y de mi dulce bien la dulce risa,
Y pacer mi ganado,
Y al Tormes deslizarse sosegado.
    Pero aquel que allí veo  105
Que por el prado viene,
    ¿No es Batilo el zagal? ¡Tan de mañana
Quan bien a mi deseo
a suerte lo previene!
Guarde el cielo, pastor, tu edad lozana.  110

BATILO

   La gracia sobrehumana
De tu rabel y canto
Guarde del lobo odioso,
Y sigue en tan sabroso
Tono que de los valles es encanto,  115
Y el ganado alboroza,
Y el choto juguetón por él retoza.

ARCADIO

    Tú mas antes al viento
Suelta esa voz suave
Que a todas las zagalas enamora,  120
Tañendo el instrumento
Que el desdén vencer sabe,
Y ablandar como cera a tu pastora;
Y la letra sonora
Cántame que le hiciste,  125
Quando te dio el cayado
Por el manso peynado,
Que con lazos y esquila le ofreciste;
O bien la otra tonada
De la vida del campo descansada.  130
    Premio será a tu canto
Este rabel, que un día
Me dio en prenda de amor el sabio Elpino,
Y en él con primor tanto
Pintó la selva umbría,  135
Que muestra bien su ingenio peregrino
Del Tormes cristalino
Formó en él la corriente,
Que parece ir riendo;
A lo largo paciendo  140
Los manchados rebaños mansamente;
Y la ciudad de lejos.
Del sol como dorada a los reflexos.
    A un álamo arrimado
Alegre un zagal canta,  145
Mientras su amada flores va cogiendo:
Por el opuesto lado
Un mastín se adelanta,
Y a otra zagala fiestas viene haciendo;
Todo que lo está viendo  150
Lejos un ciudadano,
El semblante afligido
Y en cuidados sumido,
Haciéndole a otro señas con la mano,
Que al umbral de una choza  155
Ríe entre los pastores y se goza.

BATILO

    Y yo de Delio hube
Una flauta preciada,
Labrada de su mano diestramente.
Tan guardada la tuve,  160
Que jamás fue tocada;
Pero mi amor en dártela consiente.
Los valles y la fuente
Puso en ella de OTEA;
Qual por abril el llano  165
Con rosas mil galano;
Un muchacho en el cerro pastorea,
Y el rabel otro toca,
Y a contender cantando le provoca.
    De flores coronadas,  170
Más lindas que las flores
Y el cabello en la espalda al viento dado
Van baylando enlazadas,
Causando mil ardores,
Las zagalejas en el verde prado.  175
Un anciano está a un lado
Que la flauta les toca,
Y algunas ciudadanas
Mirándolas ufanas,
Y como que la envidia las provoca  180
Con regocijo tanto.
Pero tú empieza, y seguiré yo el canto.

ARCADIO

   Dulce es el amoroso
Balido de la oveja
Y la teta al hambriento corderuelo;  185
Dulce, si el caluroso
Verano nos aqueja,
La fresca sombra y el florido suelo;
El rocío del cielo
Es grato al mustio prado,  190
Y a pastor peregrino
Descanso en su camino;
Dulce el ameno valle es al ganado,
Ir a mí dulce la vida
Del campo, y grata la estación florida.  195
    Mire yo de una fuente
Las menudas arenas
Entre el puro cristal andar bullendo,
O en la mansa corriente
De las aguas serenas  200
Los sauces retratarse, entre ellos viendo
Mi ganado ir paciendo:
Mire en el verde soto
Las tiernas avecillas
Volar en mil quadrillas;  205
Y gozen del tropel y el alboroto
Otros de las ciudades,
Cercados de sus daños y maldades.
    Las inocentes horas,
De júbilo y paz llenas,  210
¿Dónde mejor se gozan que en el prado?
¿Quién mejor las auroras
Ve alborear serenas,
Que el zagal al salir tras su ganado?
¡Venturoso cuidado!  215
¡Mil veces descansada,
Pajiza choza mía!
Ni yo te dexaría
Si toda una ciudad me fuera dada,
Pues sólo en ti poseo  220
Quanto alcanzan los ojos y el deseo.
    ¿Para qué el vano anhelo,
Ni los tristes cuidados
Que engendra la ciudad y sus temores?
Mejor es ver el cielo,  225
Que no techos pintados,
Mejor son que las galas nuestras flores.
Los árboles mayores
Nos dan fácil cabaña,
Una rama sombrío,  230
Otra reparo al frío;
Y quando silba el ábrego con saña
En las noches de enero,
Lumbre para baylar un roble entero.
    Aquí en la verde grama  235
Oyga yo reclinado
El lento susurrar de este arroyuelo;
Aquí evite la llama
Con mi pastora al lado
Del sol subido a la mitad del cielo;  240
Y su dorado pelo
Orne de florecillas,
O texa en su regazo
De ellas guirnalda o lazo,
Y arrúllenme las blandas tortolillas,  245
Quando yo la corone,
Y la firmeza de mi amor le abone.

BATILO

   Y a mí leche sobrada
Me da, y natas y queso,
Y su lana y corderos mi ganado:  250
Mis colmenas labrada
Miel de tierno cantueso,
Y pomas olorosas el cercado.
Gobierna mi cayado
Dos hatos numerosos,  255
Que llenan los oteros
De cabras y corderos,
Y dexa a los zagales envidiosos
Mi dulce cantilena,
Que a las mismas serranas enagena.  260
    Mas bienes no deseo,
Ni quiero más fortuna,
Contento con mi suerte venturosa.
En este simple arreo
No hay pastorcilla alguna,  265
Que huya de mis cariños desdeñosa.
Su guirnalda de rosa
Me dio ayer Galatea,
Fílis este cayado,
Y este zurrón leonado  270
La niña Silvia que mi amor desea;
Mas yo a Filena quiero,
Ella me paga, y por sus ojos muero.

ARCADIO

   Pues quando el sabio Elpino
Se huyó de la alquería  275
A la ciudad por sus hechizos vanos,
¡Con su ingenio divino
Que cosas no decía
Después de los falaces ciudadanos!
Aun a los más ancianos  280
Si te acuerdas pasmaba,
Contándonos los hechos
De sus dallados pechos.
Yo zagalejo entonces la escuchaba,
Y aun guarda la memoria  285
La mayor parte de su triste historia.
    El semblante sereno
Y el corazón dañado,
Qual es el fruto de silvestre higuera,
Miel envuelta en veneno  290
El decir concertado,
Pechos lisiados de la envidia fiera,
Hijos que desespera
La vida de sus padres,
Muertes, alevosías,  295
Entre esposos falsías,
Y doncellas vendidas por sus madres:
Esto contaba Elpino
De la ciudad, después que al campo vino.

BATILO

   Y Dalmiro cantaba,  300
Aquel que fue a la guerra,
Y vio las tierras donde muere el día,
Que en nada semejaba
El río de esta sierra
Al mar soberbio que pavor ponía.  305
Me acuerdo que decía,
Que del viento irritado
Espantable bramaba,
Y las olas alzaba
Hasta tocar el cielo encapotado  310
Tragándose navíos,
Como las enramadas nuestros ríos.
Que entonces el alarido
Y acabar de los tristes
Quebraba el corazón en tal cuita;  315
Qual si débil balido
De herida oveja oístes,
O choto que su madre solicita,
¡O ceguedad maldita,
Poner vida y ventura  320
Sobre un pino delgado!
Mejor es de este prado
Hollar con firme planta la verdura
Tras los corderos míos,
Que ver, Arcadio, el mar ni sus navíos.  325

ARCADIO

   Ni yo, Batilo, quiero
Ver más que nuestros prados,
Ni beban mis ganados de otro río.
Aquí no lobo fiero
Nos trae alborotados,  330
Ni nos daña el calor, o hiela el frío.
No ageno poderío
Nuestro querer sujeta,
Ni mayoral injusto
Nos avasalla el gusto.  335
Todos vivimos en unión perfeta,
Y el sol y helado cierzo,
Nos dan salud y varonil esfuerzo.
    Todo es amor sabroso,
Alegría y hartura,  340
Y descanso seguro y regalado.
Ni el pastor envidioso
Murmura la ventura
Del otro a quien da el cielo más ganado;
Ni el mayoral honrado  345
Burla al zagal sencillo,
Ni con doblez le trata;
Ni su seno recata
La amada de su tierno pastorcillo;
Que el amante y la fuente  350
Gozan de su belleza libremente.
    Como las ciudadanas
A engañar no se enseñan
Nuestras bellas y cándidas pastoras,
Ni en su beldad livianas,  355
Nuestro querer desdeñan,
O mudan de amador a todas horas.
Mejor que las sonoras
Canciones de la villa
Su voz suena a mi oído,  360
Y que el ronco alarido
De sus plazas la voz de mi novilla.
Mas canta tu tonada
De la vida del campo descansada.

BATILO

   ¡O soledad gloriosa!  365
¡O valle! ¡o bosque umbrío!
¡O selva entrelazada! ¡o limpia fuente!
¡O vida venturosa!
¡Sereno y claro río,
Que por los sauces corres mansamente!  370
Aquí entre llana gente
Todo es paz y dulzura,
Y feliz armonía
Del uno al otro día.
La inocencia de engaño está segura,  375
Y todos son iguales
Pastores, ganaderos y zagales.
    El cielo despejado
Y el canto repetido
De las pintadas aves por el viento,  380
El balar del ganado,
Y plácido sonido
Que del zéfiro forma el blando aliento;
Tal vez el tierno acento
De alguna zagaleja  385
Que canta dulcemente,
Y este oloroso ambiente
En grata suspensión a el alma dexa;
Y a sueño descansado
Brinda la yerba del mullido prado.  390
    No aquí esperanza o miedo,
Las tramas y falsías
Que saben los soberbios ciudadanos.
El pastorcillo ledo
En paz goza sus días  395
Sin entregarse a pensamientos vanos.
Los cielos soberanos
Bendicen su majada,
Y él con sencillo zelo
Da bendición al cielo,  400
Tal vez acompañando la alborada
Con que en el campo adora
El coro de las aves a la aurora.
    Sin rezelo ni susto
Los términos pasea  405
De las cabañas que nacer le vieron;
Y hora aparta con gusto
La cabra en su pelea,
O ve do los xilgueros nido hicieron;
Si al lagarto sintieron  410
Sus tiernos corderillos,
Ríe qual se espantaron,
Corrieron o balaron:
Hora al yugo acostumbra los novillos;
Hora fruta o flor nueva  415
En don alegre a su zagala lleva.
    Con las serranas viene
A triscar por el prado,
Y en guirnalda la sien de frescas flores:
Ni entonces libre tiene  420
Su pecho otro cuidado,
Que cantarles ufano mil amores.
Mejor son sus favores
Que la villa y sus tristes
Cuidados y ruidos,  425
Pues no en tales gemidos
Dos tortolillas querellarse vistes,
Qual canta en voz sonora
De amor un zagalejo a su pastora.
    La fruta sazonada  430
¡Con qual dulce fatiga
De la rama se corta! ¡quan gustoso
Es ver la acongojada
Lucha en la blanda liga
Del verdecillo o colorín vistoso!  435
¡Quan grato el armonioso
Susurrar y el desvelo
De abeja entre las rosas!
    ¡O ver las mariposas
De flor en flor pasar con presto vuelo!  440
¡O mirar la paloma
Bañarse alegre, quando el alba asoma!
    Así Tirsi decía,
Que la primera gente
Como agora vivimos los pastores,  445
Por los campos vivía
En la edad inocente,
Antes que del verano los ardores
Marchitaran las flores;
Quando la encina daba  450
Mieles, y leche el río;
Quando del señorío
Los términos la linde aun no cortaba,
Ni se usaba el dinero,
Ni se labraba en dardos el acero.  455
    Y cierto ¿quantas veces
Los más altos señores
Vienen a nuestras pobres caserías
Sin pompa ni altiveces,
A gozar los favores  460
Del campo y sus sencillas alegrías?
Las rústicas porfías
Que los zagales tienen,
Miran embelesados,
Y en seguir los ganados  465
Por los tendidos valles se entretienen,
O de baylar se gozan,
Y al son de nuestras flautas se alborozan.
    Aquí Delio y Elpino
Moraron, y el famoso  470
Que dixo de las Magas el encanto
Con su verso divino
Junto al Betis undoso;
Y aquí Albano entonó su dulce canto.
¡O grata vida! ¡o quanto  475
Me gozo en ti seguro!
De flores coronado
Y al cielo el rostro alzado,
Este vaso de leche alegre apuro.
Bebe Arcadio, y gozemos  480
Tan feliz suerte, y a la par cantemos.

ARCADIO

   Qual la dulce llamada
De paloma rendida
Es al tierno pichón que la enamora,
Qual yedra enmarañada  485
Que a reposar convida,
Y qual agrada el bayle a la pastora,
Tal tu canción sonora
Es, zagal, a mi oído:
Ni así es el prado ameno  490
De grata yerba lleno,
De las ovejas con hervor pacido
En fresca madrugada,
Qual me encanta tu música extremada.

BATILO

   No el lirio comparado  495
Con zarza montuosa
Ser debe, o con el cardo la azucena;
Ni así aquel, desagrado
Y altivez enojosa
De las de la ciudad con la serena  500
Gracia de mi Filena.
Ellas me desdeñaron
Allá en su plaza un día;
Yo sus burlas reía,
Y ellas de mis desprecios se enojaron.  505
Volvíme a mis corderos,
Y a gozar, zagaleja, tus luceros.

ARCADIO

   Y yo a mi Elisa amada
Fui compañero acaso
La tarde en la ciudad que fiesta había:  510
Qual luna plateada
Reluce en cielo raso,
Así Elisa entre todas relucía.
¡Quan bella parecía,
Zagal! sus lindos ojos  515
Mil pechos abrasaron,
Envidias mil causaron,
Y se hicieron a un tiempo mil despojos.
¡Ay, Elisa, bien mío,
De tu firmeza mi ventura fío!  520

BATILO

   Los surcos las labradas
Laderas hermosean,
Y del olmo la vid es ornamento;
Las pomas sazonadas
El paladar recrean,  525
Y al ánimo la flauta da contento;
Al bosque el manso viento;
Tú a todo nuestro prado
Le das, Filena mía,
La risa y alegría.  530
Al sentirte venir bala el ganado,
Y Melampo colea,
Y haciéndote mil fiestas te recrea.

ARCADIO

   No así de la pastora
La gala es deseada,  535
Ni del zagal el dulce caramillo,
Ni vaca mugidora
Tanto en la zela agrada
A enamorado cándido novillo,
O a la liebre el tomillo,  540
Qual a Elisa es sabrosa
Pradera y selva umbría.
Con menos agonía
Huye del gavilán la garza ayrosa,
Que Elisa desalada  545
Corre de la ciudad a su majada.

BATILO

   Darme quiere Lisardo,
Por el mi manso un choto,
Para llevarlo en don a sus amores;
Yo para ti lo guardo,  550
Y el nido que en el soto
Ayer cogí con ambos ruiseñores.
¡Ay! ¡si yo en mis ardores
Fuese abeja y volara,
Mi bien, siempre a tu lado!  555
¡O en colorín mudado,
Continuo mis amores te cantara!
¡O hecho flor me cortases,
Y a tu labio de rosa me allegases!

ARCADIO

    No a la cigarra es dado  560
De voz haber porfía
Con xilguero que canta en la enramada,
Ni con cisne extremado
En dulce melodía
Puede ser abubilla comparada,  565
Ni a tu voz regalada
Mi tono desabrido.
¡O fuente! ¡o valle! ¡o prado!
¡O apacible ganado!
Si el canto de Batilo es más subido  570
Que el de los ruiseñores,
Grata escuche Filena sus amores.

BATILO

    La alondra en compañía
De la alondra se goza,
Y en su arrullo la tórtola lloroso,  575
El ciervo en selva umbría
Con su petr se alboroza,
Y con el agua el ánade pomposo.
Yo con el amoroso
Rostro de mi pastora,  580
Ella con sus corderas,
Y estas en las laderas,
Quando de nueva luz el sol las dora;
Y a Arcadio mi tonada,
Y a todo el valle su cantar agrada.  585

POETA

    Así loando fueron
La su vida inocente
Los dos enamorados pastorcillos,
Y los premios se dieron
Del Álamo en la fuente,  590
Llevando allí a pastar sus ganadillos:
Y yo que logré oillos
Detrás de una haya umbrosa,
Con ellos comparado
Maldixe de mi estado.  595
De entonces la ciudad me fue enojosa,
Y mil alegres días
Gozo en sus venturosas caserías.

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