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- XVII -


Soneto en honor de Alonso de Barros


De Miguel de Ceruantes, soneto


    Qual vemos del rozado y rico oriente
la blanca y dura piedra sennalarse,
y en todo, aunque pequenna, auentajarse
a la mayor del Caucaso eminente,

    tal este, humilde al parecer, presente  5
puede y deue mirarse y admirarse,
no por la cantidad, mas por mostrarse
ser en su calidad tan excelente.

    El que nauega por el golfo insano
del mar de pretensiones, vera al punto  10
del cortesano laberint(i)o el hilo.

    ¡Felice ingenio y venturosa mano,
quel deleyte y prouecho puso iunto
en juego alegre, en dulce y claro estilo!

Figura, según Navarrete, en la Philosophia Cortesana moralizada de Alonso de Barros; Madrid, por Alonso Gómez, 1587. Seguimos el texto de la edición de la Filosofía cortesana moralizada, impresa en Nápoles, por Josep Cacchij, el año 1588, del cual se conserva ejemplar en la Biblioteca imperial de Viena. El libro va dedicado a Mateo Vázquez de Leca, y lleva una aprobación de Alonso de Ercilla y un soneto de Liñán de Riaza. Consta de 63 páginas en 12.º Véase, acerca de la obra, a C. Pérez Pastor (Bibliografía Madrileña, I, núm. 251).

Alonso de Barros, según Colmenares, nació en Segovia hacia 1552, y murió en Madrid, en 1604. Fue aposentador de Felipe II y de Felipe III.



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- XVIII -


Nuevo soneto a Fray Pedro de Padilla


De Migvel de Cerbantes, soneto


    De la Virgen sin par, santa y bendita,
(digo de sus loores), justamente,
hazes el rico, sin ygual presente,
a la sin par christiana Margarita.

    Dandole, quedas rico, y queda escrita  5
tu fama en hojas de metal luziente,
que, a despecho y pesar del diligente
tiempo, sera en sus fines infinita.

    Felice en el sujeto que escogiste,
dichoso en la ocasion que te dio el cielo  10
de dar a virgen el virgineo canto.

    Venturoso tambien, porque heziste
que den las musas del hispano suelo
admiracion al griego, al tusco34 espanto.

Va en el libro de Fr. Pedro de Padilla Grandezas y excelencias de la Virgen señora nuestra... (Madrid, 1587), dedicado «A la serenissima Infanta Margarita de Austria, professa en el monesterio de la Madre de Dios de Consolacion en las Descalças de Madrid»35.



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- XIX -


Soneto al Dr. Francisco Diaz


Al Dotor Francisco Diaz, de Miguel de Ceruantes, soneto


    Tv, que con nueuo y sin ygual decoro,
tantos remedios para vn mal ordenas,
bien puedes esperar destas arenas
del sacro Tajo las que son de oro,

    y el lauro que se deue al que vn tesoro  5
halla de ciencia, con tan ricas venas
de raro aduertimiento y salud llenas,
contento y risa del enfermo lloro.

    Que, por tu industria, vna deshecha piedra,
mil marmoles, mil bronzes a tu fama  10
dara, sin imbidiosas competencias.

    Darate el cielo palma, el suelo yedra,
pues que el vno y el otro ya te llama
espiritu de Apolo en ambas ciencias.

Figura al final del rarísimo Tratado nuevamente impresso de todas las enfermedades de los riñones, vexiga y carnosidades de la verga y vrina... compuesto por Francisco Díaz, Doctor en Medicina y Maestro en   -50-   Filosofía por la insigne Universidad de Alcalá de Henares, y Cirujano del Rey N. S. (Madrid, 1588).

Acerca del Dr. Francisco Díaz y de la importancia de su obra, véase a Antonio Hernández Morejón: Historia bibliográfica de la Medicina española, tomo III; Madrid, 1843; pág. 221 y siguientes.

Hay ejemplares del libro de Díaz en la Biblioteca Nacional de Madrid y en la de la Facultad de Medicina de la Universidad Central.






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- XX -


Cancion I sobre «La Armada Invencible»


Cancion nacida de las varias nuevas que an venido de la catholica armada que fue sobre Inglaterra36. De Miguel de Zeruantes Saauedra


    Vate, fama veloz, las prestas alas;
rompe del norte las cerradas nieblas;
aligera los pies, llega y destruye
el confusso rrumor de nueuas malas,
y con tu luz desparçe las tinieblas  5
del credito español, que de ti huye;
esta preñez concluye
en vn parto dichosso, que nos muestre
vn fin alegre de la illustre empressa,
cuyo fin nos suspende, alibia y pessa,  10
ya en contienda naual, ya en la terrestre,
-51-
hasta que, con tus ojos y tus lenguas
diziendo agenas menguas,
de los hijos de España el valor cantes,
con que admires al cielo, al suelo espantes.  15

    Di con firme verdad, firme y sigura:
¿hizo el que pudo la victoria vuestra?
¿sentenciado a su causa el Padre eterno?
¿bañada queda en rroja sangre y pura
la catholica espada y fuerte diestra?  20
En fin ¿de aquel que asiste a su gouierno,
poblado a el hondo infierno
de nueuas armas37, y de cuerpos lleno
el mar, que a los despojos y vanderas
de las naçiones pertinazes, fieras,  25
apenas dio lugar su immenso seno,
del pirata mayor del occidente
ya inclinada la frente,
y puesto al cuello altiuo y indomable
del vencimiento el yugo miserable?  30

    Di (que al fin lo diras): alli bolaron
por el ayre los cuerpos, impelidos
de las fogossas machinas de guerra;
aqui las aguas su color canbiaron,
y la sangre de pechos atreuidos  35
humedezieron la contraria tierra;
cómo huye, o si affierra
este y aquel nauio; en quantos modos
se apareçen las sombras de la muerte;
-52-
cómo juega fortuna con la suerte,  40
no mostrandosse igual ni firme a todos,
hasta que, por mill varios enbarazos,
los españoles brazos
rrompiendo por el ayre, tierra y fuego,
declararon por suyo el mortal juego.  45

    Pintanos ya vn dilubio con raçones,
causado de vn conflicto temeroso
y que le pinta la contraria parte;
mill cuerpos sobreaguados y en montones
confussos otros naden, cobdiçiosos  50
dentretener la vida en qualquier parte;
al descuido, y con arte,
pinta rrotas enthenas, jarçias rotas,
quillas sentidas, tablas desclauadas,
y de inpaçiençia y de rrigor armadas  55
las dos, y no en valor, yguales flotas.
Exprime los gemidos exçessibos
de aquellos semivibos
que, ardiendo, al agua fria se arrojauan,
y, en la muerte, del fuego muerte allauan.  60

    Despues desto diras: en espaciossas,
conçertadas hileras, ba marchando
nuestro cristiano exercito inuencible,
las cruzadas vanderas victoriossas
al ayre con donayre tremolando,  65
haziendo vista fiera y apacible.
Forma aquel sol38 horrible
-53-
que el concauo metal despide y forma,
y aquel del atambor que engendra y cria
en el cobarde pecho valentia,  70
y el temor natural trueca y reforma;
haz los reflexos y vislumbres bellas
que, qual claras estrellas,
en las lucidas armas el sol haze,
quando mirar este esquadron le plaze.  75

    Esto dicho, rebuelue pressurosa,
y, en los oydos de los dos prudentes,
famossos generales39, luego enuia
vna voz que les diga la gloriosa
estirpe de sus claros ascendientes,  80
cifra de mas que humana valentia;
al que las naues guia,
muestrale sobre vn muro vn caballero,
mas que de yerro, de valor armado,
y, entre la turba mora, vn niño atado,  85
qual entre ambrientos lobos vn cordero,
y al segundo Abrahan que de la daga
con que el barbaro haga
el sacrifiçio horrendo que, en el suelo
le dio fama, y imortal gloria en el çielo40.  90

    Diras al otro, que en sus venas tiene
la sangre de Austria, que con esto solo
le diras cien mill hechos señalados
que, en quanto el ancho mar çerca y contiene,
-54-
y en lo que mira el vno y otro polo,  95
fueron por sus mayores acabados.
Estos ansi informados,
entra en el esquadron de nuestra gente,
y alla veras, mirando a todas partes,
mill Cides, mill Roldanes y mill Martes,  100
valiente aquel, aqueste mas valiente;
a estos solos les diras que miren,
para que luego aspiren
a concluir la más dudosa hazaña:
¡hijos, mirad que es vuestra madre España!  105

    La qual, desde que al viento y mar os distes,
qual viuda llora vuestra ausencia larga,
contrita, humilde, tierna, mansa y justa,
los ojos vaxos, humidos y tristes,
cubierto el cuerpo de vna tosca sarga,  110
que de sus galas poco o nada gusta,
hasta ver en la injusta
çeruiz inglessa puesto el suaue yugo,
y sus puertas abrir, de herror cargadas,
con las rromanas llaues dedicadas  115
abrir el çielo como al cielo plugo.
Justa es la empressa, y vuestro braço fuerte;
aun de la misma muerte
quitara la vitoria de la mano,
quanto mas del viçioso luterano.  120

    Muestrales, si es posible, vn verdadero
rretrato del catholico monarcha,
y veran de Dauid la voz y el pecho,
(las) rodillas por el suelo, y vn cordero
-55-
mirando, a quien encierra y guarda vn arca  125
mejor que aquella quisier...41;
puestos de trecho a trecho,
doze descalzos angeles mortales,
en quien tanta virtud el çielo ençierra,
que, con humilde voz, desde la tierra  130
passan del mismo çielo los vmbrales42.
Con tal cordero, tal monarcha, y luego
de tales doze el rruego,
diles que está siguro el triumpho y gloria,
y que ya España canta la victoria.  135

    Cançion: si bas despacio do te enuio,
en todo el çielo fio
que as de cambiar por nueuas de alegria
el nombre de cançion y43 propheçia.

Esta canción y la siguiente constan en el ms. 2856 de la Biblioteca Nacional de Madrid, fols. 20-22, manuscrito que perteneció a D. Luis Usoz y Río, y que corresponde a últimos del siglo XVI o principios del XVII. Fueron publicadas por D. Manuel Serrano   -56-   y Sanz, en el Homenaje a Menéndez y Pelayo (Madrid, 1899).

Nótese que, en el manuscrito, la atribución «De Miguel de Zeruantes Saauedra» es de distinta mano, y también de otra tinta, más moderna, que la del resto de la composición. El final se parece bastante al de la canción de Góngora «Levanta, España, tu famosa diestra».






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- XXI -


Canción II sobre «La Armada Invencible»


Del mismo. Cancion segunda, de la pérdida de la armada que fue a Inglaterra


    Madre de los valientes de la guerra,
archiuo de catholicos soldados,
crisol donde el amor de Dios se apura,
tierra donde se vee que el çielo entierra
los que an de ser al çielo trasladados  5
por defensores de la fee mas pura:
no te pareçca acaso desventura,
¡o España, madre nuestra!,
ver que tus hijos buelben a tu seno,
dejando el mar de sus desgraçias lleno,  10
pues no los44 buelbe la contraria diestra;
buelbelos la vorrasca ycontrastable
del viento, mar, y el çielo, que consiente
que se alçe vn poco la enemiga frente,
odiosa al çielo, al suelo detestable,  15
-57-
porque entonçes es çierta la cayda,
quando es soberuia y vana la subida.

    Abre tus braços, y recoje en ellos
los que buelben confusos, no rendidos,
pues no se escusa lo que el çielo ordena,  20
ni puede en ningun tiempo los cauellos
tener alguno con la mano asidos
de la calva occasion en suerte buena,
ni es de açero o diamante la cadena
con que se enlaça y tiene  25
el buen suceso en los marçiales cassos,
y los mas fuertes brios quedan lasos
del que a los braços con el viento biene;
y esta vuelta que vees desordenada,
sin duda entiendo que ha de ser la buelta  30
del toro, para dar mortal rebuelta
a la gente con cuerpos desalmada;
que el çielo, aunque se tarda, no es amigo
de dejar las maldades sin castigo.

    A tu leon, pisado le han la cola;  35
las vedijas sacude; ya rrebuelbe
a la justa vengança de su ofensa,
no sólo suya, que, si fuera sola,
quiça la perdonara; solo buelbe
por la de Dios, y en restaurarla piensa;  40
vnico es su valor, su fuerça imensa,
claro su entendimiento,
indignado45 con causa, y tal, que a vn pecho
-58-
christiano, aunque de marmol fuese hecho,
mouiera a justo y vengatiuo intento,  45
y mas que el gallo, el tusco46, el moro, mira,
con vista aguda y animos perplexos,
quales son los comienços y los dejos,
y donde pone este leon la mira,
porque entonçes su suerte está loçana,  50
en quanto tiene este leon quartana.

    Ea pues, ¡o Phelipe, señor nuestro,
segundo en nombre y hombre sin segundo,
coluna de la ffee segura y fuerte!
buelbe en suçeso mas feliçe y diestro  55
este designio que fabrica el mundo,
que piensa manso y sin coraje verte,
como si no vastasen a mouerte
tus puertos salteados
en las rremotas Indias apartadas,  60
y en tus casas tus naues abrasadas,
y en la ajena los templos profanados;
tus mares llenos de piratas fieros;
por ellos tus armadas encojidas,
y en ellos mill haçiendas y mill vidas  65
sujetos a mill barbaros açeros,
cosas que cada qual por si es posible
a hazer que se intente aun lo imposible.

    Pide, toma, señor; que todo aquello
que tus basallos tienen se te offreçe  70
-59-
con liueral y valerosa mano,
a truequo que al ingles perfido cuello
pongas al justo iugo que mereçe
su injusto pecho y proçeder insano.
No solo el oro que se adora en vano,  75
sino sus hijos caros
te daran, qual el suyo dio don Diego,
que, en propria sangre y en ajeno fuego,
acrisoló los hechos siempre raros
de la casa de Cordoua, que ha dado  80
catorçe mayorazgos a las lanças
moriscas, y, con firmes confianças,
sus obras y su nombre an dilat[ado]
por la espaçiosa rredondez del suel[o],
que, al que asi muere, viue y gana el cie[lo]47.  85
-60-

    En tanto que los braços leuantares,
gran capitán de Dios, espera48, [espera]
ver vencedor tu pueblo, y no vençido;
pero si, de cansado, los vajares,
los suios alçara la jente fiera,  90
que, para el mal, el malo es atreuido,
y en tu perseuerançia está incluido
vn feliçe sucesso
de la empresa justisima que tomas,
y no con ella vn solo rreino domas,  95
que a muchos pones de temor el pesso;
aseguras los tuyos, fortaleçes
lo que la buena fama de ti canta,
que eres vn justo horror que al malo espanta,
y mano que a los justos fauoreçes;  100
alça los braços, pues, Moyses christiano,
y pondralos por tierra el luterano.

    Vosotros, que, lleuados de vn desseo
justo y onrroso, al mar os entregastes,
y el oçio blando y el regalo huistes,  105
puesto que os imagino aora y veo
entre el viento y el mar que contrastastes
y los mortales daños que sufristes
dentre Scila y Caribdis, no tan tristes
salis, que no se vea  110
en vuestro brauo, baronil semblante,
que rompereis por montes de diamante,
hasta igualar la desigual pelea;
que los brios y braços españoles,
quilatan su valor, su fuerça y brio,  115
-61-
con la hambre, la sed, calor y frio,
qual se quilata el oro en los crisoles,
y, apurados assi, son qual la planta,
que al çielo con la carga se levanta.

    El diestro esgrimidor, quando le toca  120
quien saue menos que el, se ençiende en ira
y con façilidad se desagrauia;
y, en la orilla del mar, la fuerte rroca,
mientras su furia ha deshacerla aspira,
muy poco, o nada, su rrigor la agrauia;  125
y es comun opinion de gente sauia
que, quanto mas ofende
el malo al bueno, tanto mas aumenta
el temor del alcançe de la quenta,
que siempre es malo del que mal espende.  130
Triumphe el pirata, pues, agora, y haga
[júbilo]49 y fiestas, porque el mar y el viento
an respondido al justo de su intento,
sin acordarse si el que deue, paga,
que, al sumar de la quenta, en el rremate,  135
se hara vn alcançe que le alcançe y mate.

    ¡O España, o rrey, o milites famosos!;
ofreçe, manda, obedeçed, que el cielo
en fin ha de aiudar al justo çelo,
puesto que los prinçipios sehan dudosos,  140
y en la justa occasion y en la porfia,
ençierra la vitoria su alegria.

Consta en el citado manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid.



  -62-  


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- XXII -


Romance: la morada de los celos

    Yaze donde el sol se pone,
entre dos taxadas peñas,
vna entrada de vn abismo,
quiero dezir, vna cueua
profunda, lobrega, escura,  5
aqui mojada, alli seca,
propio aluergue de la noche,
del horror y las tinieblas.
Por la boca sale vn ayre
que al alma encendida yela,  10
y vn fuego, de quando en quando,
que el pecho de yelo quema.
Oyese dentro vn ruydo
como crugir de cadenas,
y vnos ayes luengos, tristes,  15
embueltos en tristes quexas.
Por las funestas paredes,
por los resquicios y quiebras,
mil biuoras se descubren
y ponçoñosas culebras.  20
A la entrada tiene puesto[s],
en vna amarilla piedra,
huessos de muerto, encaxados
en modo que forman letras,
las quales, vistas del fuego  25
que arroja de si la cueua,
-63-
dizen: «Esta es la morada
de los zelos y sospechas.»
Y vn pastor [contaua a Lavso]50
esta marauilla cierta  30
de la cueua, fuego y yelo,
aullidos, sierpes y piedra;
el qual oyendo, le dixo:
«Pastor, para que te crea
no has menester juramentos,  35
ni hazer la vista experiencia.
Vn viuo traslado es esse
de lo que mi pecho encierra,
el qual, como en cueua escura,
no tiene luz, ni la espera.  40
Seco le tienen desdenes,
bañado en lagrimas tiernas,
avre, fuego, y los suspiros
le abrasan contino y yelan.
Los lamentables aullidos,  45
son mis continuas querellas,
biuoras mis pensamientos,
que en mis entrañas se ceuan.
La piedra escrita, amarilla,
es mi sin igual firmeza,  50
que mis huessos en la muerte
mostrarán que son de piedra.
Los zelos son los que habitan
en esta morada estrecha,
que engendraron los descuydos  55
de mi querida Silena»51.
-64-
En pronunciando este nombre,
cayo como muerto en tierra,
que, de memorias de zelos,
aquestos fines se esperan.  60

El único manuscrito antiguo (de principios del siglo XVII) donde terminantemente hallamos atribuida esta composición a Cervantes, es el Cancionero de Duque de Estrada, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Nápoles, con la signatura I-E. 49. Al fol. 94 recto de este manuscrito, figura el «Romançe a una cueua muy escura, por Miguel de Ceruantes». Véase E. Mele y A. Bonilla: El Cancionero de Mathias Duque de Estrada; Madrid, 1902 (de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos). La primera edición, que sepamos, es la publicada en la Flor de varios y nuevos romances: Primera y segunda parte: Ahora nuevamente recopilados y puestos por orden por Andres de Villalta, natural de Valencia: Añadiose aora nuevamente la terçera parte por Felipe Mey, mercadel de libros: Con licencia en Valencia, por Miguel Prados. 1593 (al folio 66 v. dice: Sigvese la segunda parte del romancero intitulado Flor de romances, recopilado por Pedro de Moncayo). Es texto incorrectísimo; pero tiene variantes de gran interés. Dice así:


    «Hazia donde el sol se pone,
entre dos partidas peñas,
vna entrada del abismo,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-65-
oscura, lobrega y triste,  5
aqui mojada, alli seca,
propio albergue de la noche,
del terror y de tinieblas.
Por su boca sale vn ayre
que al alma encendida yela,  10
y vn fuego, de quando en quando,
que al pecho de nieue quema.
Oyese dentro vn ruydo,
con vn cruxir de cadenas
y vnos ayes luengos, tristes,  15
embueltos en tristes quexas:
y en las funestas paredes,
por los resquicios y quiebras,
mil biuoras se descubren
y ponçoñosas culebras.  20
A la boca tiene puestos,
en vna amarilla piedra,
guesos de muerto, encaxados
de modo que forman letras,
las quales, vistas al fuego  25
que sale de la cauerna,
dizen: "Esta es la morada
de los zelos y sospechas."
Vn pastor contaua a Lauso
esta marauilla cierta  30
de la cueva, fuego y yelo,
avllidos, sierpes y piedras,
el qual, viendole, le dixo:
"Pastor: para que te crean,
no as menester jurallo,  35
ni hazer della experiencia.
El mismo traslado es esse
de lo que mi pecho encierra,
el qual, como en cueua obscura,
ni siente luz, ni la espera.  40
Seco le tienen desdenes,
bañando lagrimas tiernas;
ayre y fuego en los suspiros
-66-
arrojase, abrasa y yela.
Los lamentables aullidos  45
son mis continuas endechas,
biuoras mis pensamientos,
que en mis entrañas se ceuan.
La piedra escrita amarilla,
es mi sin ygual firmeza,  50
que los fuegos en mi muerte
diran como fui de piedra.
Los zelos son los que auisan
en esta morada estrecha,
que causaron los descuydos  55
cuydados de Silena."
En pronunciando este mal,
cayo como muerto en tierra,
que, de memorias de zelos,
tales sucessos se esperan.»  60


(Fol. 153 r., que corresponde a la 3.ª parte del libro.)                


Publicose también, anónimo, en el Romancero general de Madrid, 1600, en el de 1604, y en otros varios. Seguimos el texto de 1600, que, evidentemente, es mucho más correcto que el de 1593; pero es de notar en este el verso: «Vn pastor contaua a Lauso», preferible, sin duda, al de: «Y vn pastor cantaua al vso», de 1600, y nueva confirmación de la autenticidad del romance. Con el citado verso de 1593, se explica «el qual» que viene luego; con el texto de 1600, habría de leerse «al qual».

Cayetano Alberto de la Barrera (Obras completas de Cervantes; edición Rivadeneyra; Madrid, 1863; I, clix) afirma que el romance de los celos se publicó primitivamente en la «Flor de varios y nuevos romances... recopilados... por Andrés de Villalta, natural de Valencia. Añadióse ahora... la tercera parte por Felipe Mey... Valencia, 1591»; pero Salvá (Catálogo; I, núm. 363) sostiene que, si hay edición anterior a 1593, solo contendrá   -67-   las dos primeras partes de Villalta, y no la tercera, añadida por Mey.

En el Catálogo de los manuscritos de Gayangos, que hoy pertenecen a la Biblioteca Nacional de Madrid, formado por Pedro Roca, al núm. 714, se atribuye a Cervantes cierto soneto, que comienza:


«De los bastardos, mal nacidos celos.»


El soneto lleva por título: «A los celos de Miguel de Ceruantes»; pero luego añade: «del dicho», y claro está que el dicho es el autor de la composición precedente: el marqués de Alanquer, y no Cervantes, a cuyos Celos va enderezado.






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- XXIII -


Glosa a San Jacinto


Certamen II



Versos que se han de glosar

    El Cielo a la Iglesia ofrece
oy vna piedra tan fina,
que en la Corona Diuina
del mismo Dios resplandece.


De Miguel Ceruantes

GLOSA

    Tras los dones primitiuos  5
que, en el feruor de su zelo,
-68-
ofrecio la Iglesia al cielo,
a sus edificios viuos
dio nueuas piedras el suelo.
    Estos dones agradece  10
a su esposa, y la ennoblece,
pues, de parte del Esposo,
vn Hyacintho el mas precioso
el Cielo a la Iglesia ofrece,
    porque el hombre, de su gracia  15
tantas vezes se retira,
y el Hyacintho, al que le mira,
es tan grande su eficacia,
que le sosiega la yra52.
    Su misma piedad lo inclina  20
a darlo por medicina,
que, en su juyzio profundo,
ve que ha menester el mundo
oy vna piedra tan fina.
    Obró tanto esta virtud,  25
viuiendo Hyacintho en el,
que, a los viuos rayos del,
en vna y otra salud
se restituyó por el.
    Crezca gloriosa la mina  30
que de su luz Hyacinthina
tiene el cielo y tierra llenos,
pues no merecio estar menos
que en la Corona Diuina.
    Alla luze ante los ojos  35
-69-
del mismo autor de su gloria,
y aca en gloriosa memoria
de los triumphos y despojos
que sacó de la vitoria.
    Pues si otra luz desfallece  40
quando el Sol la suya ofrece,
¿que tan viua y rutilante
sera aquesta, si delante
del mismo Dios resplandece?

Consta esta glosa a las págs. 234-236 de la Relacion de la fiesta qve se ha hecho en el convento de Santo Domingo de la Ciudad de Çaragoça a la Canonizacion de San Hyacinto (Çaragoça, 1595), por Jerónimo Martel. A las págs. 390 y 391 figuran estas quintillas:


    «De la gran materna Delo,
qual otro hijo de Latona,
para hermosear nuestro suelo
y en el recebir corona
de ingenioso y sutil buelo,
    Miguel Ceruantes llegó,
tan diestro, que confirmó
en el Certamen segundo
la opinion que le da el mundo,
y el primer premio lleuó.»



Es libro rarísimo, del que solo conocemos dos ejemplares, uno de los cuales se custodia en el British Museum, y el otro en la Hispanic Society de New York. Debemos al docto hispanista Mr. H. Thomas fotocopia de las páginas referidas, tomada del ejemplar de Londres.



  -70-  


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- XXIV -


Soneto al marqués de Santa Cruz


De Migvel de Cervantes Saauedra, soneto


    No a menester el que tus hechos canta,
¡o gran marques!53, el artificio humano,
que a la mas sutil pluma y docta mano
ellos le ofrecen al que al orbe espanta.

    Y este que sobre el cielo se leuanta,  5
lleuado de tu nombre soberano,
a par del griego y escritor toscano,
sus sienes ciñe con la verde planta.

    Y fue muy justa preuencion del cielo,
que a vn tiempo exercitasses tu la espada  10
y el su prudente y verdadera pluma,

    porque, rompiendo de la inuidia el velo,
tu fama, en sus escritos dilatada,
ni oluido, o tiempo, o muerte la consuma.

Figura en los fols. 177 v. y 178 v. del «Comentario en breve compendio de disciplina militar, en que se   -71-   escriue la jornada de las islas de los Açores, por el licenciado Cristóbal Mosquera de Figueroa, Auditor general del armada» (Madrid, 1596). Véase, sobre Mosquera, nuestra nota 44 al Canto de Calíope.






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- XXV -


Soneto a la entrada del duque de Medina en Cádiz


El capitan Becerra vino a Sevilla a enseñar lo que habian de hacer los soldados, y a esto, y a la entrada del Duque de Medina en Cadiz54, hizo Cervantes este


SONETO


    Vimos en julio otra semana santa,
atestada de ciertas cofradias
que los soldados llaman compañias,
de quien el vulgo, y no el ingles, se espanta.
-72-

    Huvo de plumas muchedumbre tanta,  5
que, en menos de catorce o quince dias,
volaron sus pigmeos y Golias,
y cayo su edificio por la planta.

    Bramó el becerro y pusolos en sarta,
trono la tierra, escureciose el cielo,  10
amenazando una total ruina,

    y al cabo, en Cadiz, con mesura harta,
ido ya el conde, sin ningun recelo,
triunfando entró el gran Duque de Medina.

Publicó este soneto Juan Antonio Pellicer y Saforcada, en su Ensayo de una Biblioteca de Traductores Españoles; Madrid, 1778; págs. 160 y 161; y lo reimprimió en su Vida de Cervantes; Madrid, 1800; págs. 46 y 47, citando la signatura [Est. M-cod. 163-f. 81 b] del manuscrito de la Real Biblioteca en que se contenía y que en vano hemos buscado en las del Real Palacio y Nacional.

Algunas dudas nos ofrece la autenticidad de esta composición, cuyo epígrafe no parece estar redactado por el propio Cervantes.



  -73-  


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- XXVI -


Soneto al túmulo de Felipe II en Sevilla


Al Tvmvlo del Rey que se hizo en Seuilla


    -«¡Voto a Dios55, que me espanta esta grandeza56,
y que diera vn doblon por descriuilla!57;
porque ¿a quien no suspende y marauilla58
esta maquina insigne, esta braueza?59.

    ¡Por Iesu Christo viuo! Cada pieza  5
vale mas que60 vn millon, y ¡que es mancilla
que esto no61 dure vn siglo, ¡o gran Seuilla,
Roma triunfante en animo62 y riqueza!63.

    ¡Apostaré que la64 anima del muerto,
por gozar este65 sitio, oi ha dexado66  10
el Cielo, de que goza eternamente!»67
-74-

    Esto oyo68 vn valenton, y dixo: «Es cierto
lo que dize69 voaze70, seor71 soldado,
y, quien72 dixere73 lo contrario, miente.»

    Y luego encontinente74,  15
caló el75 chapeo76, requirio77 la78 espada,
miró al soslayo, fuesse, y no huuo nada.

Este es el soneto que Cervantes diputaba «por honra principal de sus escritos» (Viage del Parnaso, cap. IV, donde cita el primer verso: «Boto a Dios, que me espanta esta grandeza»).

Según Francisco de Ariño, en sus Sucesos de Sevilla de 1592-1604 (edición de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces; Sevilla, 1873; pág. 105): «En martes 29 de diciembre de dicho año (de 1598), vino de S. M. se hiziesen las honras, y parece que condenaron a la Inquisicion en la cera que se gastó el primero dia, y a la Ciudad en las misas, y que el Audiencia no llevase estrado; y este dia, estando yo en la Santa Iglesia, entró un poeta fanfarron, y dijo una octava sobre la grandeza del túmulo.»

Conocemos los siguientes textos del soneto:

A) El publicado por Josef Alfay en sus Poesias varias de grandes ingenios españoles (Zaragoza, 1654; pág. 3). Es el que tomamos por base de la presente edición.

  -75-  

B) El de Ariño, en sus Sucesos de Sevilla antes citados. Designamos sus variantes con la letra A. Véase sobre esta edición la Carta bibliográfica del Doctor E. W. Thebussem a D. Francisco de B. Palomo; Sevilla, 1869.

C) El de Vicente Salvá, según cierto manuscrito de su propiedad, que consideraba autógrafo de Cervantes (véase su Catálogo, núm. 299). Lo publicó primero en su Gramática de la lengua castellana (cuya primera edición es de Valencia, 1834; pero solo hemos visto la de París, de 1835). Lo designamos con la letra S.

Ch) El contenido en un manuscrito de la Real Biblioteca, que lleva por título Poesias varias a Felipe II y procede de la Biblioteca del Conde de Gondomar (fol. 97). Lo designamos con la letra P. Fue publicado por J. Velasco Dueñas en su Facsímile de la partida de bautismo de M. de Cervantes (Madrid, 1852).

D) El reproducido por D. F. Rodríguez Marín en sus Chilindrinas (Sevilla, 1906; pág. 219), según cierto manuscrito del siglo XVII que le fue facilitado por los hijos de D. Francisco de B. Palomo. Lo designamos con la letra R.

E) El contenido en El Cancionero de Mathias Duque de Estrada, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Nápoles y que fue descrito por E. Mele y A. Bonilla (Madrid, 1902; Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos). Está en el fol. 58 r.

F) El que figura en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 19387), y procede de la de Gayangos (número 725 del Catálogo de P. Roca). Lleva en la primera hoja la siguiente nota de Gayangos: «Este manuscrito cita Barcia en su Epítome de la Biblioteca oriental y occidental, como existente en la de Villahumbrosa. Fue acaso rodando hasta Londres, donde yo lo compré en 1840.» Según Roca, debió de ser escrito, en todo o en gran parte, en Méjico, y es de letra (casi toda de la misma mano) de los años 1598 a 1612 y siguientes.

  -76-  

Dice así el texto (al fol. 113 verso del manuscrito):



    «¡Boto a Dios que me espanta esta grandeza,
y que diera vn millon por escribilla!
¿A quien no suspende i marabilla
esta maquina ynsine, esta brabesa?

    ¡Por Xesucristo biuo, cada piesa  5
bale mas de un millon, i que es manzilla
que esto no dure vn siglo, ¡o gran Sibilla!
Roma triunfante en animo y rriquesa!

    Apostare que el anima del muerto,
por gosar deste sitio, oy a dexado  10
el cielo, donde abita eternamente.

    En esto, vn balenton le dixo: «Es sierto
lo que dise buesé, mi ser soldado,
y, el que dixe[r]a lo contrario, miente.»

    Y luego encontinente,  15
caló el chapeo, y rrequirio la espada,
miró al soslayo, fuese, i no ubo nada.»








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- XXVII -


Quintillas a la muerte de Felipe II

    Ya que se ha llegado el dia,
gran rey, de tus alabanzas,
de la humilde musa mia
escucha, entre las que alcanzas,
las llorosas que te envia;  5
    que, puesto que ya caminas
pisando las perlas finas
de las aulas soberanas,
tal vez palabras humanas
oyen orejas divinas.  10
-77-
    ¿Por donde comenzaré
a exajerar tus blasones,
despues que te llamaré
padre de las relijiones
y defensor de la Fe?  15
    Sin duda habré de llamarte
nuevo y pacífico Marte,
pues en sosiego venciste
lo mas de cuanto quisiste,
y es mucha la menor parte.  20
    Temblo el cita en el Oriente,
el barbaro al Mediodia,
el luterano al Poniente,
y, en la tierra siempre fria,
temio la indomita gente.  25
    Arauco vio tus banderas
vencedoras, y las fieras
ondas del sangriento Aseo79
te dieron como en trofeo
las otomanas banderas.  30
    Las virtudes en su punto
en tu pecho se hallaron,
y el poder y el saber junto,
y jamas no te dejaron,
aun casi el cuerpo difunto.  35
    Y lo que mas tu valor
sube el80 extremo mayor,
es que fuiste, cual se advierte,
bueno en vida, bueno en muerte,
-78-
y bueno en tu sucesor.  40
    Esta memoria nos dejas,
que es la que el bueno cudicia,
que, amigables y sin quejas,
misericordia y justicia
corrieron en ti parejas,  45
    como la llana humildad
al par de la majestad,
tan sin discrepar un tilde,
que fuiste el rey mas humilde
y de mayor gravedad.  50
    Quedar las arcas vacias,
donde se encerraba el oro
que dicen que recojias,
nos muestra que tu tesoro
en el cielo lo escondias.  55
    Desde ahora, en los serenos
Eliseos Campos amenos,
para siempre gozarás,
sin poder desear mas
ni contentarte con menos.  60

Consta la poesía en la Descripcion del Túmulo y relacion de las exequias que hizo la Ciudad de Sevilla en la muerte del Rey don Felipe Segundo, por el Licenciado Francisco Gerónimo Collado, publicada por don Francisco de B. Palomo en la Sociedad de Bibliófilos Andaluces. Forma parte de la Historia de la muy noble y mas leal ciudad de Sevilla, escrita por el Licenciado Collado por los años de 1610, etc. Antes de los versos, se lee: «Algunos otros versos se pusieron sueltos, y unas décimas que compuso Miguel de Cervantes, que, por ser suyas, fue acordado de ponerlas aqui Siguense:».

  -79-  

La obra de Collado consérvase manuscrita en la Biblioteca Colombina de Sevilla (manuscrito, estante B-4.ª-446-11. En 4.º, 337 hojas).

La primera edición de las quintillas fue publicada por José M.ª Asensio en El Museo Universal de 18 de julio de 1868.






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- XXVIII -


Soneto en honor de Lope de Vega


De Migvel Ceruantes


    Yaze, en la parte que es mejor de España,
vna apazible y siempre verde Vega,
a quien Apolo su fauor no niega,
pues con las aguas de Helicon la baña.

    Iupiter, labrador por grande hazaña,  5
su ciencia toda en cultiuar la entrega.
Cilenio, alegre, en ella se sossiega.
Minerua, eternamente la acompaña.

    Las Musas su Parnaso en ella han hecho;
Venus, honesta, en ella aumenta y cria  10
la santa multitud de los amores.

    Y assi, con gusto y general prouecho,
nueuos frutos ofrece cada dia
de angeles, de armas, santos y pastores.

Figura en la Tercera parte de las Rimas de Lope de Vega Carpio, que contiene La Dragontea, e integra, con otras rimas, el tomo que lleva por título La Hermosvra de Angelica, en la edición de Madrid, 1602; al folio 348 v.



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- XXIX -


Soneto a Fernando de Herrera81


Miguel de Cervantes autor de D. Quijote. Este soneto hice a la muerte de Fernando de Herrera, y, para entender el primer cuarteto, advierto, que él celebraba en sus versos a una señora, debajo deste nombre de Luz. Creo que es de los buenos que he hecho en mi vida


    El que subio por sendas nunca usadas,
del sacro monte a la mas alta cumbre:
el que a una Luz se hizo todo lumbre
y lagrimas en dulce voz cantadas:

    el que, con culta vena, las sagradas  5
de Elicon y Pirene en muchedumbre
(libre de toda humana pesadumbre)
bebio, y dejó en divinas transformadas:

    aquel a quien invidia tuvo Apolo,
porque, a par de su Luz, tiende su fama  10
de donde nace a donde muere el dia:

    el agradable al cielo, al suelo solo,
vuelto en ceniza de su ardiente llama,
yace debajo desta losa fria.

Publicó este soneto Fernández de Navarrete, en su Vida de Cervantes, a la pág. 447, diciendo haberlo copiado «del fol. 169 de un códice en 4.º, manuscrito del año 1631, que contiene varias poesías, recopiladas, al parecer, por Francisco Pacheco, y existe en poder de nuestro apreciable y erudito amigo el señor D. Fernando   -81-   de la Serna y Santander». No hemos logrado dar con el rastro del referido códice. Si el epígrafe es auténtico, y contemporáneo del soneto, ha de ser este posterior al año 1604.






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- XXX -


Soneto a D. Diego Hurtado de Mendoza


Miguel de Cervantes a Don Diego de Mendoza y a su fama


SONETO


    En la memoria viue de las gentes,
varon famoso, siglos infinitos,
premio que le merecen tus escritos,
por graues, puros, castos y excelentes.

    Las ansias en honesta llama ardientes,  5
los Ethnas, los Estigios, los Cozitos
que en ellos suauemente van descritos,
mira si es bien, ¡o fama!, que los cuentes,

    y aun que los lleues en ligero buelo
por quanto ciñe el mar y el sol rodea,  10
en laminas de bronce los esculpas;

    que assi el suelo sabra que sabe el cielo,
que el renombre inmortal que se dessea,
tal vez le alcançan amorosas culpas.

Figura en la edición de las Obras del insigne cavallero Don Diego de Mendoza, impresa en Madrid el año 1610.

Acerca de Mendoza, véase la nota 177-28 del tomo II de nuestra edición de La Galatea.



  -82-  


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- XXXI -


Octavillas en honor de Barrio Angulo


Migvel de Cervantes, al Secretario Gabriel Pérez del Barrio Angulo


1     Tal secretario formays,
Gabriel, en vuestros escritos,
que por siglos infinitos
en el os eternizays.
    De la ignorancia sacays  5
la pluma, y, en presto buelo,
de lo mas baxo del suelo,
al cielo la leuantays.

2     Desde oy mas, la discrecion
quedará puesta en su punto,  10
y el hablar y escriuir junto,
en su mayor perfecion,
    que, en esta nueua ocasion
nos muestre82, en breue distancia,
Demostenes su elegancia  15
y su estilo Ciceron.

3     España os está obligada,
y con ella el mundo todo,
por la subtileza y modo
de pluma tan bien cortada.  20
    La adulación, defraudada
queda, y la lisonja en ella;
-83-
la mentira se atropella,
y es la verdad leuantada.

4     Vuestro libro nos informa  25
que solo vos aueis dado
a la materia83 de Estado
hermosa y christiana forma.
    Con la razon se conforma
de tal suerte, que en el veo  30
que, contentando al desseo,
al que es mas libre reforma.

Figura entre los preliminares del libro Direccion de Secretarios de Señores, y las materias, cuydados y obligaciones qve les tocan, con las virtudes de que se han de preciar, estilo y orden del despacho y expediente... por Gabriel Pérez del Barrio Angulo, Secretario del Marqués de los Vélez, y Alcaide de la fortaleza de su villa de Librilla; Madrid, 1613.

El libro de Barrio Angulo es un tratado moral y político, donde abundan las citas de autores clásicos y de doctores de la Iglesia, con algunas alusiones a la España de su tiempo. En conjunto, es una confusa y pesada miscelánea. Hubo otra edición, modificada, con el título de Secretario de Señores, y las materias, cvydados y obligaciones que le tocan, estilo y exercicio del... (Madrid, 1622); y aun tenemos a la vista otra, impresa también en Madrid el año 1645, con el título de Secretario y Consegero de Señores y Ministros, cuya Aprobación lleva fecha de 1639. En esta última no figura el soneto cervantino. Hay en ella una curiosa «Demostración de la ortografía» fol. 93, interesante para la historia de la fonética.

Pérez del Barrio Angulo nació por los años 1557 o 1558. Vivía aún en 1650. Véase a C. Pérez Pastor: Bibliografía Madrileña; III, 448 y 449.



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- XXXII -


Soneto a D. Diego Rosel y Fuenllana


Soneto a D. Diego Rosel y Fuenllana, inuentor de nueuos artes. Hecho por Miguel de Ceruantes


    Iamas en el jardin de Falerina,
ni en la Parnasa, excessible cuesta,
se vio Rosel ni rosa qual es esta,
por quien gimio la maga Dragontina84.

    Atras dexa la flor que se recrina  5
en la del Tronto85 archiducal floresta,
dexando olor por via manifiesta,
que a la region del cielo la auezina.

    Crece ¡o muy felice planta!, crece,
y ocupen tus pimpollos todo el orbe,  10
retumbando, cruxiendo y espantando.

    El Betis calle, pues el Po enmudece,
y la muerte, que a todo humano sorbe,
sola esta rosa vaya eternizando.

Figura en los Preliminares del raro y extravagante libro:

Parte Primera / de Varias Explicaciones y Transformaciones / las quales tractan Terminos Cortesa- / nos   -85-   Practica Militar, Casos de / Estado en prosa y verso con nueuos Hieroglificos / y algunos puntos / morales. Dirigido à la Magestad del Cristianissimo / Rey de Francia (Ludovico XIII). / Compuesto por Don Diego Rosel y Fuenllana, Sargento Mayor en las / partes de España y Gouernador de la Ciudad de Sancta Agata en / las de Italia por su Magestad, natural de Madrid. / Con Licencia y Priuilegio de Barcelona y Napoles. / En Napoles. Por Iuan Domingo Roncallolo. 1613 (Escudo en el centro de la página, con el lema: «Tempus et veritas omnia vincit»). 4.º, 528 páginas.

Hay ejemplar, que perteneció a William Stirling, y después a Gayangos, en la Biblioteca Nacional de Madrid; y otro en la Hispanic Society de New York. En los «Nueuos Hieroglificos» se alude a otro libro del mismo autor, publicado también en Nápoles el año 1603.

Dice Lope de Vega, en su novela de Guzmán el Bravo, que sin el libro de Rosel «no debria estar ningun hipocondriaco», y, en efecto, difícilmente se hallará más divertido ni más disparatado engendro.

Está escrito en forma de coloquio entre Menandro, Flugencio, Teodosio y Roselio, que conversan a orillas del Manzanares. Véase, a título de ejemplo, lo que dice Menandro del elefante (pág. 15 y siguientes):

«Es tanta la nobleza que en este animal se siente, que, para hauerle de cautiuar en las partes de las Indias donde lo puedo dezir con verdad, por ser platico, por el tiempo que en ellas estuue, donde oy dezir muchas vezes que el astucia que tenian para hauer a las manos vno, era saber en el arbol donde de noche se arrimaua para passarla y descansar, el qual le aserrauan por el tronco baxo, dexando muy poco por cortar, lo que fuera bastante a que no cayesse, y despues que, a la noche, venia el noble Elefante a arrimarse a su arbol conocido, hallandole, quando a el se llegaua, contraminado, y caya, que, muchas vezes, los mas conocidos son los contraminados; al fin, como el Elefante cayesse en el suelo, llegaua vno de los indios que en celada estaua, y con vn palo le daua muchos, tractandole mal de palabras,   -86-   echandole tierra en los ojos, y otros improperios, lo qual sentia mucho la bestia, no pudiendo leuantarse, como es costumbre en ellos, y ser castigado con lo que mas le podia ofender, con corage y sin poder resistir, daua solloços, soplos y gimidos, y, en medio de su aflicion, salia otro indio de manga, adereçando al primero a modo de maltratarlo con castigo y tambien palabras injuriosas, mostrando mas potencia que el; y el otro, haziendo que huya, dexaua a los dos solos, boluiendo el segundo indio al Elefante con mucha compassion y criança, diziendo en su lengua de indio: "Perdona, señor, que aquel es vn bergante y no digno de conocerte"; y limpiandole el rostro, y ruciandoselo con vino, de que todos en aquellas partes son muy amigos, hasta los animales y sauandijas, y despues de limpios los ojos, le ayudaua a leuantar, haziendo mucho del amigo y diligente, tractandole siempre palabras muy regaladas, siendo tan entendidas de la bestia, que, mostrando ser y estar agradecido dellas, se yua luego en seguimiento de quien aquella buena obra le hizo, quedandole sujeto toda la vida.» Sigue la transformación del elefante (el-infante se trueca en el-efante), etc.

Sobre el origen de Barcelona, cuenta este donoso disparate:

«Como los habitantes de cierta ciudad, no sabian que nombre darle, dijo el rey: "Para que salgamos deste cuydado, estemos de acuerdo a la primera palabra que deste nauio que por la mar viene se entendiere, pues por fuerça nos ha de hablar." A este tiempo, se yua allegando ya el vaxel, cargado de lonas, y, al tiempo que queria echar el ferro, le dixo la guardia, que se llamaua Arce, al patron (que ya se conocian): "¡A del nauio! ¿Que va en el baxel?" Y respondiendo el patron, le dijo: "Va, Arce, lona". Y, como estuuieron atentos, todos a vn tiempo dixeron: "¡Ya nuestra ciudad tiene nombre!", asiendo del que el patron le dio a Varcelona.»



Rosel declara escribir «al modelo de nuestro antiguo   -87-   Metamorfoseos» (pág. 13), y no sería aventurado sospechar que, cuando Cervantes, en el Quixote (II, 22), pone en boca del primo del Licenciado el propósito de publicar un libro, «a quien he de llamar Metamorfoseos o Ovidio español, de invención nueva y rara, porque en él, imitando a Ovidio en lo burlesco, pinto quién fué la Giralda de Sevilla y el Ángel de la Madalena, quién el caño de Vecinguerra, de Córdoba, quiénes los Toros de Guisando, la Sierra Morena, las fuentes de Leganitos y Lavapiés, de Madrid, no olvidándome de la del Piojo, de la del Caño Dorado y de la Priora; y esto, con sus alegorías, metáforas y traslaciones», tuviese en mientes al estrafalario Gobernador de Santa Ágata.

El cual se atrevió a solicitar de Quevedo un soneto, para que fuese al frente de su parto intelectual; y, en efecto, el gran ingenio compuso un «hieroglifico en su seruicio», que va en la edición mencionada y dice así:



    «Coronado de lauro, yedra y box,
Rosel le quita al Febo su carcax,
pues haze los esdruxulos sin ax
y a todos los poetas dize ox.

    Es de los Hieroglificos latrox,  5
siendo, en la ciençia, del saber arcax,
y en todo claro, qual lucido valax,
y muy mas concertado que un relox.

    Al carro del gran Phebo sirue de ex,
y [es] de aquesta academia el armandix,  10
obedeciendole todos como a dux;

    es tan veloz, quanto en el agita el pex;
danle las musas nombre de su dix,
pues hizo en todas artes vn gran flux.»



No sabemos si Rosel escribió «de industria» tantas necedades. Pero, ¿se dio cuenta, acaso, de la socarronería de Quevedo?



  -88-  


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- XXXIII -


Cancion a los éxtasis de Santa Teresa de Jesús


De Migvel de Ceruantes, a los extasis de nuestra B. M. Teresa de Iesus


CANCION


    Virgen fecunda, madre venturosa,
cuyos hijos, criados a tus pechos,
sobre sus fuerças la virtud alçando,
pisan aora los dorados techos
de la dulce region marauillosa,  5
que está la gloria de su Dios mostrando:
tu, que ganaste obrando
vn nombre en todo el mundo,
y vn grado sin segundo,
ahora estes ante tu Dios prostrada,  10
en rogar por tus hijos ocupada,
o en cosas dignas de tu intento santo,
¡oye mi voz cansada,
y esfuerça, ¡o madre!, el desmayado canto!

    Luego que de la cuna y las mantillas  15
sacó Dios tu niñez, diste señales
que Dios para ser suya te guardaua,
mostrando los impulsos celestiales
en ti, con ordinarias marauillas,
-89-
que a tu edad tu desseo auentajaua;  20
y si se descuydaua
de lo que hazer deuia,
tal vez luego boluia
mejorado, mostrando codicioso,
que el auer parecido perezoso,  25
era vn boluer atras para dar salto,
con curso mas brioso,
desde la tierra al cielo, que es mas alto.

    Creciste, y fue creciendo en ti la gana
de obrar en proporcion de los fauores  30
con que te regaló la mano eterna,
tales, que, al parecer, se alçó a mayores
contigo alegre Dios, en la mañana
de tu florida edad, humilde y tierna.
Y assi tu ser gouierna,  35
que poco a poco subes
sobre las densas nuues
de la suerte mortal, y assi leuantas
tu cuerpo al cielo, sin fixar las plantas,
que ligero tras si el alma le lleua  40
a las regiones santas,
con nueua suspension, con virtud nueua.

    Alli su humildad te muestra santa;
aculla se desposa Dios contigo;
aqui misterios altos te reuela.  45
Tierno amante se muestra, dulze amigo,
y, siendo tu maestro, te leuanta
al cielo que señala por tu escuela.
Parece se desuela
-90-
en hazerte mercedes;  50
rompe rexas y redes
para buscarte el Magico diuino,
tan tu llegado siempre y tan contino,
que, si algun afligido a Dios buscara,
acortando camino,  55
en tu pecho o en tu celda le hallara.

    Aunque naciste en Auila, se puede
dezir que en Alua fue donde naciste,
pues alli nace, donde muere el justo.
Desde Alua, ¡o madre!, al cielo te partiste86,  60
alua pura, hermosa, a quien sucede
el claro dia del inmenso gusto.
Que le gozes es justo,
en extasis diuinos,
por todos los caminos  65
por donde Dios lleuar a vn alma sabe,
para darle de si quando87 ella cabe,
y aun la ensancha, dilata y engrandece
y, con amor suaue,
a si y de si la junta y enriqueze.  70

    Como las circunstancias conuenibles
que acreditan los extasis, que suelen
indicios ser de santidad notoria,
en los tuyos se hallaron, nos impelen
a creer la verdad de los visibles,  75
-91-
que nos descriue tu discreta historia;
y el quedar con vitoria,
honroso triunfo y palma
del infierno, y tu alma
mas humilde, mas sabia y obediente  80
al fin de tus arrobos, fue euidente
señal que todos fueron admirables,
y sobrehumanamente
nueuos, continuos, sacros, inefables,

    ahora, pues, que al cielo te retiras,  85
menospreciando la mortal riqueza
en la inmortalidad que siempre dura,
y el visorrey de Dios nos da certeza
que sin enigma y sin espejo miras
de Dios la incomparable hermosura,  90
colma nuestra ventura,
oye, deuota y pia,
los balidos que embia
el rebaño infinito que criaste,
quando del suelo al cielo el buelo alçaste,  95
que no porque dexaste nuestra vida
la caridad dexaste,
que en los cielos está mas estendida.

    Cancion: de ser humilde has de preciarte,
quando quieras al cielo leuantarte,  100
que tiene la humildad naturaleza
de ser el todo y parte
de alçar al cielo la mortal baxeza.

Figura a los fols. 52 y 53 del Compendio de las solenes   -92-   fiestas qve en toda España se hicieron en la Beatificacion de N. B. M. Teresa de Iesvs... por Fray Diego de San Ioseph; Madrid, 1615.

Según Nicolás Antonio, Diego de San José, carmelita vallisoletano, murió en 1621, y fue notable pintor y músico.






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- XXXIV -


Soneto a Yagüe de Salas


De Miguel de Ceruantes Saauedra


SONETO


    De Turia el cisne mas famoso oy canta,
y no para acabar la dulce vida,
que, en sus diuinas obras escondida,
a los tiempos y edades se adelanta.

    Queda por el canonizada y santa  5
Teruel; viuos Marzilla y su homicida;
su pluma, por heroyca conocida,
en quien se admira el cielo, el suelo espanta.

    Su dotrina, su boz, su estilo raro,
que por tuyos, ¡o Apolo!, reconozes,  10
segun el buelo de sus bellas alas,

    grauadas por la Fama en marmol pario
y en laminas de bronze, haran que gozes
siglos de eternidad, Yague de Salas.

Consta en el libro de Juan Yagüe de Salas: Los Amantes de Tervel, epopeya tragica, con la restauracion de España por la parte de Sobrarbe, y conquista del reyno de Valencia; Valencia, 1616. Véanse, sobre   -93-   Yagüe de Salas, a Fernández de Navarrete: Vida de Cervantes, págs. 409 y 410; y a Domingo Gascón y Guimbao: Los Amantes de Teruel; Madrid, 1907.






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- XXXV -


Soneto a doña Alfonsa González


De Migvel de Cervantes Saavedra, a la señora doña Alfonsa Gonçalez, Monja professa en el Monasterio de Nuestra Señora de Constantinopla88, en la direccion deste libro de la Sacra Minerua


SONETO


    En vuestra sin igual, dulce armonia,
hermosissima Alfonsa, nos reserua
la nueua, la sin par sacra Minerua
quanto de bueno y santo el cielo cria.

    Llega el felice punto, llega el dia  5
en que, si os oye la infernal caterua,
huye gimiendo al centro y, de la acerua
region, suspiros a la tierra embia.

    En fin, vos conuertis el suelo en cielo,
con la voz celestial, con la hermosura,  10
que os hazen parecer angel diuino.
-94-

    Y assi conuiene que tal vez el velo
alceis, y descubrais essa luz pura
que nos pone del cielo en el camino.

Figura este soneto a los principios del rarísimo libro siguiente, del cual posee ejemplar la Real Academia Española:

Minerva Sacra. / Compvesta por el / Licenciado Miguel Toledano, Clerigo / Presbytero, natural de la ciudad / de Cuenca. / Dirigido a D. Alfonsa / Gonçalez de Salazar, Monja professa en el / Monasterio de la Madre de Dios de Cons / tantinopla de Madrid. / Año (Escudete) 1616. / Con Privilegio. / En Madrid, Por Iuan de la Cuesta. / Vendese en casa de Iuan de Villarroel, Mercader / de libros, en la Plateria.

En 8.º (73 x 122 centímetros de caja).- Portada.- Suma del Priuilegio (Aranjuez, 7 de mayo de 1616).- Fee de erratas.- Tassa.- Censvras (del Dr. Cetina y de Fr. Francisco de Mata).- Décima de D.ª Alfonsa González.- Soneto de la misma.- Décima del Maestro Valdivielso a Toledano y a D.ª Alfonsa.- Soneto de Cervantes.- Grabado que representa a D.ª Alfonsa González, a los diez y nueve años de edad, tocando la lira.- Dedicatoria de Toledano a D.ª Alfonsa.- Prólogo al lector.- Texto (villancicos, romances, sonetos, etc., etc).- Tabla.- 171 hojas numeradas de texto, más 8 de preliminares y 5 de Tabla sin numerar.

Miguel Toledano es poeta fácil, y a veces ingenioso; pero, en general, sus composiciones adolecen de un mal gusto intolerable. Por la rareza del libro, no han reparado en él suficientemente los historiadores de la literatura castellana, y es, sin embargo, indudable, a nuestro juicio, que disputa a Alonso de Ledesma la palma de representante del conceptismo. Véase, a título de ejemplo, este soneto a San Lorenzo, que figura en la hoja 135:



    «¡Ola, hombre de Dios a lo valiente!
¡Ha, soldado español! ¡¡Ha, buen amigo!!
-95-
¡Con fuego os ha cercado el enemigo,
y en vos quiere vengarse injustamente!

    ¡Acudid al remedio diligente!  5
¡Mirad que os abrasais! ¡Ola! ¿A quién digo?...
¡El hombre está precioso, es Dios testigo!
¡El se abrasa por Dios, y no lo siente!

    ¡Lorenço! ¡¡Que os quemais!! Mas ya se sabe
que lo hazeis por librar al alma hermosa,  10
que en la casa del cuerpo viue y passa.

    Arded, por Dios, en fuego tan suaue,
que, por librar la joya mas preciosa,
es cordura dexar arder la casa.»







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