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ArribaAbajoPoesías varias de una dama de esta corte. Dalas a luz doña M. H.


ArribaAbajoNovela Pastoril, puesta en verso en este Romance, en agudos


Abajo   Vivía Fili contenta
en la mansión del amor,
llena de gozos el alma
sin sustos el corazón.
   Pastora de Manzanares  5
en cuya amena región,
fue adorno de sus riveras,
de sus campiñas honor.
   Tan hallada con su suerte
gustosa con su elección,  10
que en el mundo no creía,
pudiera haberla mejor.
   No la atormentaban celos,
desconfianzas, temor,
que amaba correspondida  15
a su discreto Pastor.
   Muchas veces corrió Febo
su vuelta ardiente y veloz,
sin que su fe padeciese
la más leve alteración.  20
   Asombro de las Pastoras
que Manzanares miró
—163→
en sus frondosas orillas
era el amor de los dos.
   Pero en fin la envidia aleve  25
la envidia, cruel y atroz,
rabiosa de que en mortales
hubiese tan dulce unión.
   A Silvio Pastor gallardo,
de tanta dicha señor,  30
sólo porque era dichoso
a ausencia le condenó.
   Que para la envidia torpe
que se ceba en el loor,
el tener mérito o dicha  35
es el delito mayor.
   La constancia en esta ausencia
de Fili, no peligró,
porque tenía en el alma
arraigada su pasión.  40
   Antes de este contratiempo
mayores fuerzas cobró,
cual suele oprimido el rayo
abrasar con más ardor.
   Quien piensa, que en nobles pechos  45
puedo lograr el rigor,
disminuir el cariño,
que engañado lo pensó.
   Que antes le aumenta quilates
pues la nobleza de amor  50
crece perseguido uniendo
el amor la compasión.
   La ausencia de su querido
dulce amoroso Pastor,
—164→
suplía de Fili amante  55
la tierna imaginación.
   Representándose en ella
tan finamente su voz,
gesto y semblante, que a veces
que hablaba con él creyó.  60
   Tan vivamente su imagen
le presentaba el amor,
que en vez de ausente presente
mil veces le imaginó.
   Todo cuanto amable veía  65
le acordaba su Pastor;
si los corderos balaban
movidos de su afición.
   Si el cervatillo jugaba,
si la hermosa amante flor  70
seguía fina los rayos
del que en ellos la abrasó.
   Si la tórtola gemía,
si el pajarillo cantor
publicaba con gorjeos  75
los contentos de su amor.
   Si el céfiro susurraba
de Flora amante al rededor,
en todo imágenes veía
de su amorosa pasión.  80
   Y todo la recordaba
de su Silvio la expresión,
la ternura, los afectos,
el cariño y el ardor,
   con que a sus pies tantas veces  85
postrados en ellos juró
—165→
que más allá de la muerte
viviría su afición.
   Los Pastores a porfía
luego que Silvio marchó  90
de esta gallarda Pastora
pretendieron el amor.
   Mas en vano lo intentaron,
aunque no hubo Pastor,
ni Zagal en la rivera  95
que osado no lo emprendió.
   Porque era Fili Pastora
desde su primer albor
celebrada en Manzanares
de hermosura y discreción.  100
   Mas como Fili tenía
ocupado el corazón,
y tan presente la imagen
de su adorado Pastor,
   cuanto hacían los Pastores  105
por merecer su favor,
en danzas, luchas, canciones,
con el pastoril primor;
comparado con las gracias
del que la suya robó;  110
aunque mejor ser pudiese
le parecía inferior.
   Si algún Pastor la ofrecía
una amorosa canción,
luego para sí decía,  115
la de mi Silvio es mejor.
Si jugaban, si luchaban,
de Marte el fiero rigor
—166→
imitando decía al punto
mi Silvio lo haría mejor.  120
   Y si expresar sus ternezas
querían, decía son
(aunque les pese a estos necios)
los de mi Silvio mejor.
   Cuando alabar su hermosura  125
oía y su discreción,
cuando su garbo y su aseo
celebraban a una voz,
   y cuando fuentes y espejos
a competencia los dos  130
de su gallarda persona
retrataban el primor,
   Lo estimaba sólo Fili,
por prendas con que su amor
regalaba y agradaba  135
a su dichoso Pastor.
   Y el ver que permanecía
de su hermosura el verdor,
que el tiempo no marchitaba
como a otras su esplendor,  140
   daba sólo a esta Pastora
contento y satisfacción
por que la amaba y amase
su venturoso Pastor.
   ¿Mas quién dijera, Zagalas,  145
quién creyera que un amor
tan fino, tan acendrado,
tan constante (¡qué dolor!)
   Tan digno de que esculpiesen
en jaspes su duración  150
—167→
había de llorar mudanzas
de Silvio, ingrato Pastor?
   Volvió Silvio de su ausencia
pero trocado volvió,
y en nada agradaba a Fili  155
aunque él afirma que no.
   Volvió sin aquellos dulces
suaves estilos quo son
indicios, y aun pruebas ciertas
de que hay verdadero amor.  160
   Volvió altanero, arrogante,
desapacible, feroz,
y por conclusión trocado
aunque él afirma que no.
   Volvió por fin tan distinto  165
de lo que Fili esperó
volviese, que su mudanza
todo su amor entibió.
   Y lo que alcanzar no pudo
ni la ausencia ni el rigor,  170
ni de tanto fino amante
la porfía y el fervor,
   alcanzó en breves instantes
de su Silvio el desamor,
no solo por él calmando  175
tan extremada pasión,
   tan excesiva fineza
tanto querer, tanto ardor,
mas convirtiéndola en ira,
en odio y oposición.  180
   Esto cantaba Frilena
Pastora, cuyo primor
—168→
en el cantar igualaba
a la gala y discreción.
   Y a la destreza y donaire  185
con que siempre del amor
evitar supo advertida
el cruel y dulce arpón.
   A las hermosas Zagalas
que siguen al ciego Dios  190
para aviso y escarmiento
de las que serán y son.




ArribaAbajoOtro

Imitando a uno de los Góngora



ArribaAbajo   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,
que quien te hizo pastora
no te excusó de mujer.
   No sé porque aquel discreto  5
dulce plectro Cordobés
a esta donosa sentencia
no añadiría también,
   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,  10
que los hombres comúnmente
no la saben merecer.
   Mira allí aquella Pastora,
cuyo glorioso desdén
fue del amor resistencia  15
de sus arpones pavés.
   Prendada infelicemente
—169→
y enamorada de quien
(habiéndole, en fin, vencido)
la desestimó después.  20
   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,
que los hombres comúnmente
no la saben merecer.
   Mira allí la otra Zagala,  25
cuya soberbia altivez
desaire era del que amante
rendirla osaba emprender.
   Que todo lo desdeñaba,
que hollaba el mundo a sus pies,  30
vencida llorar tibiezas
del que ya ha querido bien.
   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,
que los hombres comúnmente  35
no la saben merecer.
   Mira aquí esta otra hermosura
tan tierna como fiel,
sufriendo el mal de una ausencia
con inviolable ley;  40
   Mientras su alevoso amante
falso, ingrato y descortés,
a cuantas dicta el antojo
la sacrifica cruel.
   Guarda corderos Zagala,  45
Zagala no guardes fe,
que los hombres comúnmente
no la saben merecer.
   Mira de la otra belleza
—170→
eclipsado el rosicler,  50
dándola muerte una mano
que la debía defender,
   por unos injustos celos
que considerado bien,
cual de los dos delinquía  55
la merecía más él.
   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,
que los hombres comúnmente
no la saben merecer.  60
   Mira de la honra de tantas
manchada la blanca tez,
por la sacrílega lengua
e infecto aliento de aquel,
   que el favor vociferando  65
que alcanzó declara ser,
con esta acción solamente
infame e indigno de él.
   Guarda corderos Zagala,
Zagala no guardes fe,  70
que los hombres comúnmente
no la saben merecer.
   Mira a ésta, mira a aquélla,
mira a éste, mira a aquél,
y verás patentemente  75
en todo un retrato fiel,
   del engaño de los hombres
de su inconstancia, su infiel
correspondencia, y que siempre
vuelven el mal por el bien.  80
   Guarda corderos Zagala,
—171→
Zagala no guardes fe,
que los hombres comúnmente
no la saben merecer:
   y quien te hizo Pastora  85
no te excusó de mujer.




ArribaAbajoEndechas

Aconsejando a una joven hermosura no entre en la carrera del amor



ArribaAbajo   Detente hermosa Tirsi,
¿dónde va tu albedrío?
mira que vas perdida
siguiendo un precipicio.
   No prosigas, aguarda,  5
detén el paso, el brío,
porque es despeñadero
el que juzgas camino.
   No te engañe el terreno
porque le ves florido,  10
que en esas mismas flores
está el mayor peligro.
   Vuelve, vuelve la espalda
al reclamo fingido,
no te suceda incauta  15
lo que al fiel pajarillo;
   Que engañado en los ecos
del gorjeo mentido,
pensando que al consorte
se entrega a su enemigo.  20
   Detente hermosa Tirsi,
—172→
¿dónde va tu albedrío?
mira que vas perdida
siguiendo un precipicio.
   Huye el Mar proceloso  25
donde todo es conflicto,
tormentas y borrascas,
naufragios, peñas riscos;
   en donde se navega
sin fe, sin norte fijo,  30
sin socorros humanos,
sin auxilios divinos:
   y en donde siendo todo
contingencia y peligro,
desconocidas Playas,  35
escollos y bajíos:
   en tan urgentes riesgos
es el Piloto un niño,
el rumbo la inconstancia,
y el Bajel es de vidrio.  40
   Detente hermosa Tirsi,
¿dónde va tu albedrío?
mira que vas perdida
siguiendo un precipicio.
   No malogres las gracias  45
de tus años florecidos,
dando a tus perfecciones
empleos poco dignos.
   A empresas más heroicas
eleva tus sentidos,  50
y no abatida anheles
gozos tan fugitivos,
   que aquel que más te haya
—173→
por su afecto expresivo,
merecedor de tanta  55
ventura parecido,
   será quizá de todos
los que a tus pies invictos,
solicitan tu gracia
el menos de ella digno.  60
   Detente hermosa Tirsi,
¿dónde va tu albedrío?
mira que vas perdida
siguiendo un precipicio.




ArribaAbajoSoneto

Definiendo el amor o sus contrariedades



ArribaAbajo   Borrasca disfrazada en la bonanza,
engañoso deleite de un sentido,
dulzura amarga, daño apetecido,
alterada quietud, vana esperanza;
   desapacible paz, desconfianza,  5
desazonado gozo, mal sufrido,
esclava libertad, triunfo abatido,
simulada traición, fácil mudanza:
   perenne manantial de sentimientos,
efímera aprehensión, que experimenta  10
dolorosas delicias y escarmientos;
   azarosa fortuna, cruel, violenta,
zozobra, sinsabor, desabrimientos,
risa en la Playa, y en el Mar tormenta.



  —174→  

ArribaAbajoOcho sonetos

de los que cuatro fueron remitidos por un Caballero a una Dama, que le respondió con los cuatro consonantes a los tres primeros, y al cuarto con consonantes distintos





Soneto primero del caballero


ArribaAbajo   Arde mi corazón, y su violento
incendio por el pecho se derrama,
siendo pábulo noble de esta llama,
el amor que en mis venas alimento.
   Ardiente exhalación es cada aliento,  5
que el aire vago a su contacto inflama,
si es que más propiamente no se llama,
bostezo del volcán de mi tormento.
   Éste es mi Fili mi amor, y tan altivo,
que no es fácil poderle hallar segundo  10
milagro, que obró en mi naturaleza;
   superior al amor más excesivo,
mayor que cuanto en sí comprehende el mundo,
solamente inferior a tu belleza.




Respuesta primera de la dama


ArribaAbajo   Silvio, el voraz incendio que violento
en tu amoroso pecho se derrama,
de ardores juveniles, vulgar llama,
y de común pasión propio alimento.
   Lo esforzado acredita de tu aliento,  5
que con los imposibles más se inflama,
—175→
si es que más propiamente no se llama
de una loca ambición, justo tormento.
   Pues transformar (¡qué error!) quieres altivo,
en tu noble arrogancia sin segundo,  10
el genio que me dio naturaleza;
   advierte que ese empeño es excesivo,
porque más que el imperio, sí, del mundo,
la libertad estima mi belleza.




Segundo del caballero, con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Ponderarte el ardor que violento,
por mi abrasado pecho se derrama,
no es empeñarte, Fili, en que a su llama,
ni aun tus desprecios sirvan de alimento:
   Sin esperanzas mi pasión aliento,  5
que con los imposibles más se inflama;
advierte, Fili, bien si nadie llama
en el mundo ambición, lo que es tormento:
   Y aunque mi amor confieso que es altivo,
pues blasona en la tierra sin segundo,  10
por milagro de la naturaleza,
   ser tu esclavo es blasón más excesivo;
mira, mi bien, si quien te diera el mundo
pensará esclavizar a tu belleza.




Segunda respuesta de la dama, con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Renuncia, Favio, empeño tan violento,
que pierde tu fe el llanto que derrama,
—176→
y fácilmente se ahogará la llama
que carece como esta de alimento:
   destínese mejor tu noble aliento,  5
Que sin correspondencia al que se inflama,
el amor mismo temerario llama,
y amor sin esperanza es cruel tormento:
   No camino al arrojo abras altivo,
blasonando en tu afecto sin segundo,  10
(¡Raro milagro de naturaleza!)
   ni intentes vuelo que es tan excesivo,
que no podrá tu amor vencer, ni el mundo,
la esquivez natural de mi belleza.




Soneto tercero del caballero, con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Bien sé que en vano mi dolor violento
lanza suspiros, lágrimas derrama,
y que no resta a mi amorosa llama
más que sola mi pena, otro alimento:
   bien conozco el empeño a que me aliento,  5
y cuán en vano el corazón se inflama,
mas a un amor que heroico se llama,
ni aterra lo imposible, ni el tormento:
   y si fuera mi amor menos altivo
por tu desdén, bien mío, sin segundo  10
desdijera de mi naturaleza;
   que aunque parezca término excesivo,
solas tres cosas grandes tiene el mundo,
mi soberbia, mi amor y tu belleza.

  —177→  


Respuesta tercera de la dama, con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Porfiado está tu amor, y es muy violento,
que el hielo que el desdén Fabio derrama,
avive impropiamente más la llama,
y crezca el fuego mas, sin alimento:
   en vano, pues, repito, ama tu aliento,  5
en vano el corazón necio se inflama,
en vano tu fervor bella me llama,
y en vano, en fin, al alma das tormento.
   porque mi pecho, Fabio, es tan altivo,
y en el aborrecer tan sin segundo,  10
que igual no le crió naturaleza:
   y en esto es mi rigor tan excesivo,
que aquel que más lisonjas deba al mundo,
deberá el desengaño a mi belleza.




Soneto cuarto del mismo caballero con distintos consonantes


ArribaAbajo   Necio, atrevido y loco me apellida,
Fili, tu injusta condición ingrata,
y con infames títulos maltrata
la más noble pasión, y bien nacida:
   emplea en mí tu cólera encendida,  5
abrasa un corazón que te retrata,
y consume, si te es empresa grata,
la ya torpe memoria de mi vida:
   ya aborrezco el vivir, pues inhumana
segunda causa das a mi tormento,  10
—178→
porque acabe mi vida de esta suerte:
   acción por todos términos tirana
ensangrentarte en mi aborrecimiento,
sobrando tu desdén a darme muerte.




Soneto cuarto de la dama, respondiendo a este último del caballero, en diferentes consonantes


ArribaAbajo   Si fuera dable que mi extravagancia
se dejase vencer de la fineza,
triunfado hubiera ya de mi entereza
tu tesón, tu porfía y tu constancia:
   pero cuanto me obliga tu arrogancia,  5
y el seguro que ofrece tu firmeza,
me ofende, Fabio, por naturaleza,
el eco solo de amorosa instancia:
   supuesta esta verdad15, ¿qué fruto esperas
del llanto que derramas obstinado,  10
por más que sean tus ansias verdaderas?
   si la que ha de premiar tan fiel cuidado,
no sólo no agradece que la quieras,
mas aun el ser querida la da enfado.

  —179→  


Soneto quinto y único de un caballero portugués, remitiendo a una dama las obras de candamo, de quien ésta se había mostrado apasionada


ArribaAbajo   El que se opone aquí por ser tan bueno,
en honor de los ingenios de aquella
nación; de los cuales es la tal
Dama, también muy apasionada.
   Al nombre de Candamo un monumento  5
erigir suntuoso así procuro,
pues le forman aplauso más seguro
tus elogios, que su merecimiento:
   Hoy le eterniza este acontecimiento
más que la prevención del bronce duro,  10
porque respetarán en lo futuro,
más que su discreción, tu entendimiento.
   Más que en el mármol, que en el jaspe herido,
contra los accidentes de la historia,
la dejan tus aplausos defendido:  15
   pues para asegurarse inmortal gloria,
no teme los insultos del olvido,
quien su nombre eterniza en tu memoria.



  —180→  

ArribaAbajoRedondillas

Que pidieron a la Autora en cierta Tertulia para sacar a Damas y Galanes la víspera de año nuevo16





Para damas


ArribaAbajo   Pues es tu amante tan fino,
Clori, que sólo procura
dar triunfos a tu hermosura,
haz dichoso su destino.
   Teme de amor la venganza  5
Amarili, desdeñosa,
mira que a fea y a hermosa
su jurisdicción alcanza.
   Si no quiere tu beldad
—181→
tener los amantes tibios,  10
no conceda los alivios
muy frecuentes tu piedad.
   Alerta, Fili, cuidado,
que está el amor ofendido,
y con el menor descuido  15
logrará quedar vengado.
   Solícito es y discreto,
Ysbella, tu fino amante,
prémiale porque es constante,
y sabe guardar secreto.  20
   ¿Ves con qué ardor y fineza
de Silvio adorada estás?
favorécele y verás
al instante su tibieza.
   Antes de amar a un rendido  25
sufra tu ceño arrogante,
porque no es seguro amante
quien no sabe ser sufrido.
   Neciamente confiada
de una falsa persuasión,  30
se encontrará tu pasión,
al mejor tiempo burlada.
   Si a tu amante quieres fiel,
debe alternar tu destreza,
el rigor con la fineza,  35
entre piadosa y cruel.
    Con demasiada expresión
pagas a Fabio su afecto,
sin advertir que el efecto
será entibiar su pasión.  40
   Es excesivo el rigor
—182→
con que maltratas tu amante,
siendo su afecto constante;
de tu fineza acreedor.
   Lisi, jamás a un rendido  45
declares todo tu amor,
si quieres dure su ardor,
tenle en dudas suspendido.
   No maltrates satisfecha,
que el desdén prueba el amor,  50
usa con tiento el rigor,
porque si es mucho despecha.
   Pues nace mi desvarío
del ardor que te profeso
discúlpame tú el exceso  55
divino imposible mío.
   Tente, beldad infelice,
no te declares amante,
porque tu estrella inconstante
ingratitudes predice.  60
   Malogras tu fiel pasión
en Silvio, que es fementido
su rendimiento fingido,
y traidora su ambición.
   No vacile tu beldad  65
en hacer feliz tu amado,
puesto que benigno el hado
promete felicidad.
   Para abatir solo ensalza
tu fe, mas teme que amor  70
sea contigo traidor,
pues tú con él eres falsa.
   Temo que a Silvio le hagan
—183→
tibio tus finos ardores,
puesto que en fin los favores  75
como dulces empalagan.
   No seas fácil en querer
cuando presto has de olvidar,
que luego te ha de costar
desdoro el retroceder.  80
   Dices que es Silvio inconstante,
y tú la culpa has tenido,
no le persuadas querido,
y le tendrás más amante.
   Bien hace en ser rigorosa  85
tu beldad, y está advertida,
que la pasión más rendida.
no te merece piadosa.




Para galanes


ArribaAbajo   No hay duda que has de vencer,
Silvio, y en razón lo fundo,
siendo frecuente en el mundo
alcanzar sin merecer.
   El que me quisiere amar  5
conténtese con querer,
porque su suerte ha de ser,
merecer y no alcanzar.
   Si tu averiguar supieres
a tu dicha la ocasión,  10
triunfarás, y en conclusión
será lo que tú quisieres.
   Yo premiaré tu rendido
amor, y fino anhelar,
—184→
cuando del todo olvidar  15
sepas feliz haber sido.
   Amor te advierte piadoso,
que si tú, amante y discreto
supieres guardar secreto,
llegarás a ser dichoso.  20
   Si tu fiel perseverancia
no dudara yo, en favores
convirtiera mis rigores,
pero temo tu inconstancia.
   No te envanezcan, mi amado,  25
vanaglorias de elegido
mira que suele el querido
parar en ser despreciado.
   Con nunca oídas desdichas
te amenaza mi rigor,  30
si finezas de mi amor
por ti, Silvio, fuesen dichas.
   No te duermas venturoso,
vive siempre desvelado,
porque es para un desdichado  35
gran peligro el ser dichoso.
   Te quejas de tu ventura,
Fabio mío, injustamente,
si no sabes diligente
gozar de la coyuntura.  40
   No desmaye tu firmeza
con mis desdenes, bien mío,
que a veces en el desvío
se disfraza la fineza.
   El amor compadecido  45
de tu deseo impaciente
—185→
te avisa, que inútilmente
se esfuerza un aborrecido.
   Aunque amante despreciado
sigue, Celio, tus locuras,  50
que tal vez las hermosuras
pagan de lo obstinado.
   Si no quieres perecer
manos de la injusticia,
y buscas deidad propicia,  55
procura desmerecer.
   En vano tu amor porfía,
pues antes moriré ufana,
que admita mi fe, la vana
oblación de tu osadía.  60
   Yo conozco que es injusto
el desprecio que padeces,
y que mi afecto mereces,
pero no eres de mi gusto.
   No te fíes en tener  65
prendas para ser amados
pues siempre el más desgraciado
es quien sabe merecer.
   Contra tu felicidad
celos y envidia previenes,  70
mas no te asusten pues tienes
de tu parte a la deidad.
   Que no mereces mi amor
dice el pueblo, dueño mío,
pero tuyo es mi albedrío,  75
y perdóneme su error.
   Loco está tu corazón
Silvio, si de obligar trata,
—186→
a quien sólo el ser ingrata
tiene por digno blasón.  80
   Te ha de perder tu importuna
inconstancia en el querer,
quien de todas quiere ser
jamás será de ninguna.
   Has de ser muy cauteloso  85
si me quieres obsequiar,
porque amor sabe obligar
mejor cuando es misterioso.




ArribaAbajoRomance

Que una Dama se hizo a sí misma, haciendo burla y gracejo de las desgracias que la vaticinaban sus apasionados, experimentaría en amor, en castigo de sus esquiveces



ArribaAbajo   Marfisa vanagloriosa,
emulación de Diana,
que a cuantos intentan finos
sacrificar en tus aras,
   reverentes oblaciones,  5
hijas de amorosas ansias,
cual otro tierno Acteón,
su noble delito pagan.
   ¿En qué han de parar, altiva,
tan soberbias arrogancias?  10
¿desdenes tan excesivos,
esquivez tan extremada?
   ¿No temes cruel, no temes
que de tal rigor, de tanta
—187→
crueldad y altanería  15
la misma Lucinda airada;
   viendo que un mortal quiere
competir y aventajarla
en entereza, fulmine
contra ti fieras venganzas?  20
   ¿No temes de Venus bella
igualmente la cruel saña,
y que unidas en tu daño
las dos, aunque tan contrarias,
   en pena de que desprecias  25
su poder, y que desaíras
sus dominios, en amores
te hagan tan desdichada,
   que no te sirva lo hermosa,
lo discreta y lo bizarra,  30
si el hado cruel se empeña
en castigar tu arrogancia?
   Para que un día no llores,
a pesar de tantas gracias,
(dejándote incautamente  35
sorprender la confianza),
   Los rigurosos efectos
de esa dulce, cuan tirana
pasión, única flaqueza,
de nobles y grandes almas:  40
   en unos furiosos celos,
en una fe mal pagada,
en un injusto desprecio,
en una infame mudanza:
   en un vil ingrato olvido  45
de finezas extremadas,
—188→
en un engaño alevoso,
en una traición villana:
   en una indigna tibieza,
sensible por no esperada;  50
en una no merecida
vil correspondencia ingrata;
   y finalmente en la pena
el desconsuelo, la rabia,
en la indignación, la ira,  55
vergüenza, el furor, la seña,
   que a una condición altiva
causa el mirar empleadas
indignamente sus prendas
en quien no sabe estimarlas.  60
   ¡Ay de ti, bella Marfisa,
si un día a sufrir llegaras
pesares tan abatidos,
aflicción tan desairada,
   tan infames sentimientos,  65
tan indecorosas ansias,
pesadumbres tan sensibles
a una condición gallarda!
   Cupido por sus ternezas
te libre de tal desgracia,  70
y antes que tal te suceda
tu altivez muerta se caiga.



  —189→  

ArribaAbajoSeguidillas

En que una Dama da las razones porque no gustaba, o no le habían gustado los hombres en general



ArribaAbajo   Esmaragda divina
siempre a los hombres,
sino aborreció fiera
desdeñó noble;
   porque advertida,  5
sus defectos y excesos
les conocía.
   Si sabiondos preciados
hay que sufrirlos,
si ignorantes son necios,  10
otro martirio;
   de cualquier suerte,
es molesto su trato
si bien se advierte.
   Si aman son importunos  15
si no groseros,
que andan siempre estas fieras
por los extremos;
   y tan viciosos,
que al mayor juicio el verlos  20
volverá loco.
   Celos crueles dar quieren,
y no tenerlos,
prueba evidente y clara
de sus cerebros;  25
—190→
   Pues que pretenden,
en amor diferencias
que no se deben.
   Que para eso son hombres,
dicen muy necios,  30
como si acaso el alma
tuviera sexo;
   locura rara,
pretender distinciones
el que se iguala.  35
   Agrados y caricias
en vez de quejas,
cuando ofenden aleves
hallar quisieran;
   y ellos airados,  40
vengar a sangre y fuego
cualquiera agravio.
   Éstos son sus defectos,
los más comunes,
de los que no se eximen  45
los de alta cumbre;
   callándose otros
más feos, indecentes,
e indecorosos.
   Si aquestos son los hombres  50
tan decantados,
éste el sexo perfecto
privilegiado;
   éstos los fuertes,
los graves, esforzados,  55
y los valientes.
   Esmaragda divina
—191→
supo entenderlo,
cuando a ninguno digno
de sus afectos  60
   contempló noble;
pues el más estirado
al fin es hombre.




ArribaAbajoEndechas

Expresando las contradicciones, dudas y confusiones de una inclinación en sus principios, y el plausible deseo de poder amar y ser amada sin delito



ArribaAbajo   Escucha, Fabio mío,
los contrarios afectos,
y las opuestas ansias
que cruelmente batallan en mi pecho.
   Y pues eres la causa,  5
atiende mis lamentos,
que a aquel que da los golpes,
no es justo que le ofenda oír los ecos.
   Yo te vi, Fabio mío,
y si mal no me acuerdo,  10
de tu noble persona
tranquila contemple el merecimiento.
   Tratete muy despacio,
mas con tanto sosiego,
que no recele nunca  15
ni aun la menor centella de este incendio.
   Confírmenlo las veces,
que amando otros objetos,
—192→
me fiaste tus triunfos,
y ayudó a celebrarlos mi festejo.  20
   Después, o por influjos
de los astros severos,
o de mudar cansado
tu corazón de tanto amante empeño,
   no sé por qué atraído  25
de gracias que no tengo,
fijar en mí emprendiste
lo vago y variable de tu afecto.
   Llegaste a declararme
tu amoroso deseo;  30
desestimele cuerda,
y encendió el desengaño mas tu fuego.
   Repetiste instancias,
y yo desabrimientos,
y obstinándote firme,  35
a ser porfía ya llegó tu anhelo.
   Pasando algunos días
te dio ocasión el tiempo,
que oyese de más cerca,
de tus amantes ansias los extremos.  40
   Me aventuré a escucharte,
y mi atrevido esfuerzo
se persuadió inocente,
que podía sin peligro oírte tierno.
   Mas ¡ay! cuán a mi costa  45
el daño experimento,
que hay en oír atenta
de aquel que no disgusta ardientes ruegos.
   En fin, compadeciome
tu amoroso tormento,  50
—193→
lastimome tu llanto,
y acabó de obligarme tu respeto.
   Tu respeto, sí, Fabio,
aquel noble respeto
que de un amor que es fino  55
y fijo, es el seguro compañero:
   y con él embargando
mis rigores (¡no aliento
triste de mí a decirlo!)
mis fieras esquiveces suspendiendo,  60
   lograste ver trocadas
por mi mal, en momentos,
las iras en piedades,
y en agrados cambiados los despegos.
   Desde ese instante, Fabio,  65
yo misma no me entiendo,
ni sé decir si te amo,
ni te sabré decir si te aborrezco.
   Sólo sé, que combaten
tantas ansias mi pecho,  70
que fieras me persuaden,
que está en mi corazón el mismo Infierno.
   Toda soy repugnancias,
gustos y desconsuelos,
ni acierto a aborrecerte,  75
ni con amarte (¡ay de mí triste!) acierto.
   Con tu presencia calman
algo mis sentimientos,
mas luego que te apartas,
(¡qué ansia!) a despedazarme vuelven fieros.  80
   Negarme a tu caricia
mil veces me he propuesto,
—194→
y sin saber yo como,
tu dicha desvanece mis intentos.
   Me aflijo cuando logras  85
el favor que concedo,
y luego arrepentida
quisiera concederte el que te niego.
   De mi altivez llevada
quisiera verte muerto,  90
antes que feliz verte,
y por darte la vida luego muero.
   Y pues oyes que penas
triste por ti padezco,
de agradecido solo  95
haz por mí una fineza que pretendo.
   Ya dejar de estimarte
aunque quiera no puedo,
mas si fuese posible,
poner quisiera a mi locura freno.  100
   Para lograrlo, Fabio,
te pido que contento
con lo que has merecido,
de tu ambición moderes los excesos.
   No te ofenda, bien mío,  105
lo extraño de este ruego,
que el corazón lo llora,
mas lo quieren ansiosos mis respetos.
   No huyo, no, de amante,
ni que me olvides quiero,  110
mas sólo sin bochorno
poderte amar eternamente anhelo.
   Y para conseguirlo
hoy de tu amor pretendo,
—195→
que no exijas del mío  115
pruebas que por principio llegar debo.
   Ésta es, Fabio del alma,
la fineza que espero
merecer de tu noble,
constante, y bien nacido rendimiento.  120
    Serán, si así lo hicieres,
tan tuyos mis afectos,
que usurparte no puedan
su posesión, la envidia ni los celos,
   y con esto, a Dios, Fabio,  125
que molestarte temo,
consérvate felice,
y prospere tu vida eterna el cielo.




ArribaAbajoRomance

Expresando una amorosa desconfianza



ArribaAbajo   No porfíen por ahora,
Fabio, tus amantes ansias,
que no está para atenderlas
llena de sustos el alma.
   Bastete haberla debido  5
que en pena tan extremada,
sin osar creerla, sólo
supo el corazón llorarla.
   No las expongas en tanto
que el sobresalto no calma,  10
porque no son compatibles
fineza y desconfianza.
   Desvanece antes, si puedes,
—196→
las confusiones extrañas,
que incesantemente al pecho  15
atormentan inhumanas.
   Que no te será difícil
dejar mi fe asegurada,
supuesto que mi deseo
está en favor de tu causa.  20
   Y hasta entonces no me esfuerce
al dolor tu fina instancia
de estar oyendo tu queja,
y no poder remediarla.
   Si tu amor es verdadero,  25
debate, Fabio, esta gracia,
quien tan generosamente
supo dispensarte tantas.
   Pero no, ¿qué es lo que digo?
déjame en mis dudas, calla,  30
y antes bien, ingenuamente
mi ceguedad desengaña.
   Pues mejor me estará, (¡cielos!)
saber que ingrato me faltas,
que no averiguar que fino  35
mi amante terneza pagas:
   y así, no te justifiques,
vengan sospechas, mudanzas,
y cuanto conspirar pueda
contra mi pasión tirana:  40
   que no ya inocente, no,
culpado te busca el alma,
porque ansiosamente anhela
para aborrecerte causa.
   Que aunque quiero que me ames,  45
—197→
y gustoso el pecho te ama,
no sé que tiene, que anhela
su tranquilidad pasada.
   Y así vuelvo a repetirte,
sin que te ofenda mi instancia,  50
que en lugar de hacerte amable,
aborrecible te hagas.
   Solicita mi fineza
cuando la de otra idolatras,
confunde infiel mis caricias  55
con las de cuantas te agradan:
   vende traidor mis halagos,
alevoso mi fe engaña,
y sepa yo de una vez
que indignamente me agravias...  60
   ¿Pero qué es lo que te ruego?
no, Fabio querido, aguarda,
muera yo contigo siempre,
y no viva sin ti nada.
   Correspondida te adoré,  65
y que tu amante constancia
sea disculpa y abono
de mis amorosas llamas.
   Se tú excepción de los hombres,
y yo de mujeres mapa,  70
y que por nosotros quede
sin crédito la inconstancia.
   Esto, Fabio de mi vida,
Nise tierna te declara
noblemente persuadida,  75
que como amante es amada.
   ¡Pero ay de ti y ay de mí!
—198→
si burlas su confianza,
no le permitan los cielos,
y ellos felice te hagan.  80




ArribaAbajoEndechas

Respondiendo una amada a las satisfacciones que su amante quería darla de haberla nombrado por equivocación con el nombre de otra Dama, (a quien antes había querido) estando en conversación con ella



ArribaAbajo   Yo te agradezco, Silvio,
la amorosa protesta
con que aseguras tierno
mi asustada fineza.
   Toda tu voz amante  5
necesita mi pena,
para que no naufrague
en tan dura tormenta.
   Paguete el cielo el gozo
que en congoja tan fiera,  10
han causado en el alma,
tus expresiones tiernas;
   y permita benigno
que en tu fe siempre vea
verdades que acrediten  15
cuanto fino me expresas.
   Muera yo antes que mire
trocada tu fineza,
y viva solamente
para corresponderla.  20
—199→
   Pero evítame atento
si tu pasión es cierta,
los crueles accidentes
que asustar mi amor puedan.
   Y si no has de evitarlo  25
débate yo siquiera,
que de una vez acabes
mi triste vida adversa.
   Mátame compasivo,
antes, mi bien, que vuelva  30
a traspasarme el pecho
tan venenosa flecha:
   que no es para dos veces
la acervísima pena
de tenerme a tu vista,  35
y estar otra en tu lengua.
   Cuando de esto me acuerdo
es mi ansia tan violenta,
que intento furibunda
despedazarme fiera.  40
   No te lo digo, ¡oh Silvio!
para aumentar la pena
que veo te ocasiona
lo justo de mi queja.
   Tu llanto en esta parte  45
consolada me deja,
y menos ofendida,
aunque no satisfecha.
   Mas mi dolor acervo
quejándose sosiega,  50
diciéndolo descansa,
y llorando se templa.
—200→
   ¿Cómo quieres bien mío,
que quien te adora tierna
escuche de tu boca  55
su agravio y no lo sienta?
   En llegando aquí, tanto
mi pesar me enajena,
que por no enfurecerme
dejarlo será fuerza.  60
   Quédate en paz, mi Silvio,
y tus ansias adviertan,
que es mi bien, tan sentida
tu Nise, como tierna.




ArribaAbajoRomance

De una amada que habiendo empezado a favorecer a su amante, se arrepiente de su piedad y quiere retroceder de su fineza por las razones que expresa



ArribaAbajo   Lesbio, aunque tu amor lo sienta
darte cuenta determino,
de las rigurosas ansias
que afligen cruelmente al mío.
   No me mueve a ejecutarlo  5
traición, mudanza, ni olvido,
ni de una pasión lograda
el decantado fastidio.
   Tienen mis fieros pesares
más generosos principios,  10
pues nacen del noble origen
de mi amoroso delirio.
—201→
   Mi fe sólo verdadera
impele fiel mis suspiros,
no bastardas impresiones,  15
mi bien, de un deseo ya tibio.
   Esta verdad presupuesta,
escucha, pues, compasivo
de tu enamorada Fenis,
el tierno amante gemido,  20
   Yo, Lesbio, negar no puedo
que tu rendimiento fino
nada que anhelar le deja
a mi amante desvarío.
   Tan al compás de mi genio  25
idolatrarme has sabido,
que parece que naciste
para adular mis caprichos.
A tu constante fineza
debo el testimonio digno,  30
de que cuanto más triunfante,
has estado más rendido.
   Desde el instante en que pía
dichoso la suerte te hizo,
tus amorosos desvelos  35
se han ostentado más finos:
   mas fervorosas tus ansias,
y con sumo gozo mío
te he encontrado más amante
cuando más favorecido.  40
   Con tu perenne fineza
consigues que mi albedrío
no se avergüence y sonroje
de contemplarse cautivo.
—202→
   No obstante mis altiveces  45
logras con tu noble estilo,
que el corazón no eche menos
la libertad que ha perdido.
   Al revés de aquellos necios,
torpes amantes indignos,  50
que son sólo amables, mientras
no llegan a ser queridos.
   Dos pruebas a mi ver tiene
el verdadero amor fino,
cuyo contraste descubre  55
los quilates del cariño.
   La una son los favores,
y la otra los desvíos,
y una misma consecuencia
sale de opuestos principios.  60
   El que desdeñado adora,
y el que ama favorecido,
son, pues, los que justamente
merecen nombre de finos.
   Gustosa en entrambos casos  65
te he experimentado y visto,
constante a las esquiveces,
al favor agradecido;
   en los logros amoroso,
en los rigores sufrido,  70
a los desdenes de bronce,
de cera a los beneficios.
   Pero estas pruebas que sobran
para que el tierno amor mío
viva contento, no bastan  75
para que viva tranquilo.
—203→
   A pesar de tus esmeros,
a cada paso imagino,
que he de encontrar con el áspid
entre las flores que piso.  80
   Miserablemente en medio
de mi mayor regocijo,
viene a saltearme inhumano
un recelo mal nacido.
   Proposición no te escucho  85
de las que arroja el descuido,
que no le ocasione al alma
mil mortales parasismos.
   Hasta el sueno conspirado
también en agravio mío,  90
en tristes lúgubres sombras
me envía funestos avisos:
   sustos, ilusiones, miedos,
cuidados y basiliscos
me rodean, sin que basten  95
a tranquilizar mi juicio:
   ni de tu amor los perennes
testimonios repetidos,
ni el mérito que me adorna,
y confesar no resisto:  100
   conociendo que no es siempre
apreciado lo más digno,
y los riesgos que amenazan
tus verdes años floridos.
   ¡Pero qué mucho que tema,  105
si me has contado tú mismo,
que habiendo amado algún tiempo
a un soberano prodigio,
—204→
   de cuya noble fineza
lograbas dulces cariños,  110
y de la que tiernamente
te hallabas correspondido,
   solicitabas ansioso,
(en pensarlo me horrorizo)
de otras comunes beldades  115
el obscuro empleo indigno!
   Aun antes que te quisiera
se asustaba el valor mío,
siempre que te contemplaba
torpemente divertido.  120
   ¡Qué será, Lesbio, del alma!
¡Qué será después que el vivo
fuego de amor en mi pecho
llama tan fiera ha encendido!
   ¿Cómo ha de estar confiado  125
por más que lo intentes fino,
la que a vulgares halagos
tan entregado te ha visto?
   Dirasme que antes de haber
tu rendimiento admitido,  130
esas tristes contingencias
debería haber previsto,
   o para rehusar entonces
tus amorosos servicios,
o para animosamente  135
despreciarlas admitidos.
   Yo la razón te concedo
que tendrás para decirlo,
pero hasta que me vi en él
no advertí necia el peligro:  140
—205→
   como aquel que a obscuras anda
por ignorado camino,
que hasta verse despeñado
no conoce el precipicio;
   y pues no es dable que pueda  145
tolerar mi pecho altivo
el ver su fineza expuesta
a la injuria de un olvido;
   ya que no es posible odiarte,
por lo menos solicito  150
poner el debido coto
a mi ciego desvarío.
   Ya desde este instante, Lesbio,
firmemente determino,
volver a cobrar del alma  155
el antiguo señorío.
   No esperes ya oír los tiernos
amorosos desatinos,
con que expresiva mil veces
lisonjee tus oídos.  160
   Dentro del pecho se ahoguen
de amor ardientes suspiros,
y vuelva de mis potencias
el usurpado dominio.
   Conozco que ha de costarme  165
después de un duro martirio,
el renunciar tus caricias,
la vida, Lesbio querido:
   mas no importa, porque antes
resuelta morir elijo,  170
que sobrevivir al ansia
de verte desconocido.
—206→
   Para mí fuera el más recio,
cruel y acervo suplicio,
el verte, no digo ingrato,  175
pero sólo menos fino:
   Por lo mismo que presumo,
(quizá sin justo motivo)
que merezco más que muchas,
más que todas desconfío:  180
   porque cuanto más se estime
un noble espíritu altivo,
más debe temer prudente
los desaires del destino.
   Cuyas heridas no imprimen  185
en los pechos abatidos,
pero indelebles se estampan
en los generosos bríos.
   Bellezas tiene la Corte,
cuyos altos atractivos,  190
de tu gallarda persona
podrá ser empleo digno.
   La justicia que yo, todas,
que hagan, mi bien, es preciso,
a tus singulares prendas,  195
y a tu valor distinguido.
   Todas, más que yo merecen,
y serás (¡ay hado esquivo!)
con cualquiera más dichosa,
de ninguna más querido.  200
   Pues más que yo son felices,
gocen ellas, Lesbio mío,
tus amantes expresiones,
tus lisonjeros cariños;
—207→
   y en mi pecho resucite  205
el feliz sistema antiguo,
de cifrar todos mis gustos
en indiferencia y libros:
   pues que yo con el esfuerzo
no me hallo que necesito,  210
para vencer los temores
en que mísera cavilo.
   Y así, aunque a mi amor le pese
hoy al tuyo le suplico,
que de su arrogante empeño  215
desista ya compasivo.
   Que será menos sensible
que cesen tus sacrificios,
antes que por tu mudanza,
Lesbio, por decreto mío.  220
    Mas no por eso pretendo
que me olvides fementido,
pues antes eternamente
de tu gratitud exijo,
   que me ames, como te he amado,  225
me quieras como he querido,
como te aprecio me aprecies,
y estimes como te estimo.
   Y con esto, a Dios te queda,
mientras al cielo le pido,  230
que tus venturas apuesten
duraciones con los siglos.