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Lorca llevó consigo el manuscrito de Poeta a la Argentina (OC, II, p. 927).

 

102

Cántico, ed. José Manuel Blecua, Labor, Barcelona, 1970, p. 161.

 

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Ya en pruebas este libro, quisiera añadir algún detalle que pueda permitir a otro hacer lo que yo no he podido: dar con el famoso manuscrito. Por Pilar Sáenz de García Ascot, secretaria de Cruz y Raya y ahora residente en México, con quien hablé en agosto de 1975, supe que el manuscrito, que ella salvó de la destrucción durante el bombardeo de Madrid, todavía existe. Está o estaba en un baúl junto con otros papeles literarios que Bergamín no había podido llevar consigo cuando salió de México durante la década de los cuarenta. Dicha señora afirma que el manuscrito está actualmente en manos de un pariente suyo, cuyo nombre no he podido saber.

 

104

La crítica de Bogan figura en el New Yorker del 1.º de junio de 1940, pp. 74-75. Humphries escribió a Bogan el «domingo antes del Labor Day [3 de septiembre] de 1939» que «me han llegado muchos de los poemas de Nueva York», lo cual demuestra que este original mecanografiado fue llevado por Bergamín a Nueva York y dejado allí por la misma época en que se entrevistó con Humphries y con Norton a fines de agosto, y no enviado por correo posteriormente desde México. Bogan vio a Humphries poco tiempo después de recibir esta carta, y podía saber que este original mecanografiado era de Lorca.

 

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Calvin Cannon, que había sido colega de Humphries (en el Amherst College, después de que Humphries se jubilara de la Woodmere Academy), me escribió que «los poemas [...] habían llegado a sus manos, según dijo, en un fajo sin ordenar, y que se los dio José Bergamín», y que «una de sus tareas más difíciles, me dijo, era ordenar[los]» (carta sin fechar, [1972]).

 

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Estas cartas se reproducen en facsímil en Crucifixión, pp. 18-19, y se transcriben, con una omisión (las palabras «ilegibles» «y epéntesis real») en OC, II, pp. 1260-1261. Midiendo las reproducciones ha sido posible averiguar que fueron mecanografiadas en una máquina con tipos lectura.

 

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La persona que preparó esta parte de la edición Aguilar -sé por informaciones confidenciales que fue Concha, la hermana de Lorca (véase Belitt, op. cit., p. XLIII)- también olvidó tener en cuenta la «Nota del traductor» de Humphries, en la que se dice que «Crucifixión» debía ser el tercer poema de la sección séptima. En las ediciones de Aguilar, hasta la decimoséptima, se incluye, junto con «Pequeño poema infinito», bajo el epígrafe «El poeta llega a La Habana» (véase el Índice); en la nueva edición en dos volúmenes, los dos poemas se han relegado a una sección de addenda.

 

108

Como lo confirma el hallazgo de una lista de poemas destinados a formar parte de «Tierra y luna»; véase Apéndice III.

 

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La edición Losada corrige «Mentón» por «Mentón», y dado que esta página, el único lugar donde se menciona este título, no tiene ningún acento, no hay razón para oponerse a esta enmienda. Lo que Lorca se proponía con este cambio de título no está claro. Hay dos Mentón que he tenido en cuenta, el reino del Caballero Cifar, que Lorca probablemente no conocía, y la ciudad de la Riviera francesa, donde Blasco Ibáñez se construyó una casa. No hay ninguna relación evidente entre ninguna de estas dos posibilidades y el poema en cuestión.

 

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En el estilo del propio Bergamín, como en el de cualquiera que escriba de una manera muy concisa, la puntuación tiene una gran importancia; en su carta del primero de agosto de 1940, reproducida más arriba, añadió seis de las comas a mano después haberla mecanografiado. Probablemente Humphries estaba muy acostumbrado a trabajar con textos latinos puntuados de un modo aproximado.