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ArribaAbajoJosé María Hinojosa

José María Hinojosa

José María Hinojosa
(Campillos, Málaga, 1904-1936)

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Cuando José María Hinojosa muere asesinado al comienzo de la guerra civil, tenía sólo treinta y dos años, pero hacía ya un lustro que había abandonado la literatura. Las razones de ese abandono no las sabemos, pero podemos pensar que algo tuvo que ver con ello el que sus compañeros de generación nunca le tomaran demasiado en serio. Aunque publicó en los míticos suplementos de Litoral, aunque fue uno de los primeros cultivadores del surrealismo, sus coetáneos nunca dejaron de ver en él a un señorito que hacía versos, que jugaba a ser poeta y mecenas de poetas con la misma frivolidad con que otros dilapidan en generosas juergas su fortuna.

A partir de 1931 sus energías se dedican a la política: milita en el Partido Nacionalista Español y es candidato a diputado por la Unión Agraria de Derechas. Detenido el 24 de julio del 36, es ejecutado en Málaga pocas semanas después, por las mismas fechas en que otro crimen semejante, pero de mayor resonancia pública, tenía lugar en Granada.

Su primer libro, Poema del campo, fue impreso por Gabriel García Maroto en edición no venal y contaba con una portada ilustrada por Dalí; en él se entremezclan poesía pura y neopopularismo, con evidentes ecos juanramonianos.

Tras la publicación de ese libro, un viaje a París le pone en contacto con el surrealismo. Con Poesía de perfil inicia Hinojosa su acercamiento a la vanguardia. Aunque sigue predominando la métrica tradicional, con versos de arte menor y rima asonante, en algunos poemas se da ya una aproximación al surrealismo.

La rosa de los vientos, por su tono, lugar y fecha de publicación, marca claramente el entronque generacional de Hinojosa. En Viajero de soledades, Julio Neira considera que La rosa de los vientos «responde al deseo de asunción de la vanguardia desde sus orígenes, y el lenguaje poético busca el tratamiento heterodoxo y juguetón de la naturaleza que cultivó el creacionismo» [pág. 16].

Con Orillas de la luz y La flor de California, Hinojosa nos ofrece su personal interpretación del surrealismo. El segundo de esos libros fue incluido en una colección titulada «Nuevos novelistas españoles», pero sus relatos y sus textos oníricos tienen claras connotaciones poéticas.

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La sangre en libertad, último libro de Hinojosa, publicado poco antes de la proclamación de la República, continúa la estética surrealista, que se hace compatible con el uso de la métrica tradicional.

Obra poética

Poema del campo, Madrid, Imprenta Maroto, 1925.

Poesía de perfil, París, Imprenta Le Moil y Pascaly, 1926.

La rosa de los vientos, Málaga, Litoral, 1927.

Orillas de la luz, Málaga, Imprenta Sur, 1928.

La flor de California, Madrid, 1928.

La sangre en libertad, Málaga, Imprenta Sur, 1931.

Obras completas (ed. Julio Neira), Málaga, Diputación, 1974.

Poesías completas. Facsímiles (1925-1931) (ed. Julio Neira), Málaga, Ediciones Litoral, 1987.

Obra completa (1923-1931), Sevilla, Fundación Genesian, 1988.

Bibliografía

Cózar, Rafael de, «Algunas notas sobre vanguardia y surrealismo: a modo de introducción al andaluz José María Hinojosa», en Andalucía en la generación del 27, Sevilla, Universidad, 1978. págs. 73-111.

Marco, Joaquín, «La poesía hasta 1936», en José María Díez Borque (ed.), Historia de la Literatura Española IV, El siglo XX, Madrid, Taurus, 1980.

——, Poesía española siglo XX, Barcelona, Edhasa, 1986.

Neira, julio, José María Hinojosa. Vida y obra, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1981.

——, Introducción a Poesías completas. Facsímiles (1925-1931) (1987).

——, «El surrealismo en José María Hinojosa (Esbozo)», en Víctor García de la Concha (ed.), El Surrealismo, Madrid, Taurus, 1982, págs. 271-285.

——, «Surrealism and Spain: the Case of Hinojosa», en Brian Morris (ed.), The Surrealist Adventure in Spain, Ottawa, Dovehouse Editions, 1991, págs. 101-118.

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——, Viajero de soledades. Estudios sobre José María Hinojosa, Sevilla, Fundación Genesian, 1999.

Sánchez, Alfonso, «José María Hinojosa: 1925-1936. Apuntes sobre la trayectoria de un surrealista», en Jesús García Gallego (ed.), Surrealismo. El Ojo soluble, Litoral, 174-176 (1987), págs. 134-144.

——, José María Hinojosa: ensayo bibliográfico, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1994.

——, Remolino de voces, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1994.

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ArribaAbajoHoz


ArribaAbajo Cuello de cisne
yerto
y afilado.

Interrogación
de acero
forjado.

Cercenador
certero
de la casa del grano.

Isócrono
movimiento
del brazo.

Campo
raso.

[Poema del campo]

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ArribaAbajo Sueños


ArribaAbajo Embadúrnate el cuerpo
de obscuridad
y de silencio,
y podrás levantar
la copa de los sueños.

Pasaron superpuestas
ráfagas de recuerdos,
y los nuevos clisés
sólo quedan impresos,
mientras hay luz de menta
dentro del pensamiento.

Una astilla de luz
agujerea
los tulipanes negros.

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A Joaquín Peinado




ArribaAbajo Viento en el bosque


ArribaAbajo Luz de fondo de mar
es la luz de los bosques.

Siempre es un tronco más
el cuerpo de algún hombre.

Luz de fondo de mar
y arriba el temporal.

Arrugando la atmósfera,
olas de verde vienen,
olas de verde van.

Llevan una escafandra
de silencio y quietud,
los cuerpos de cristal.

Y arriba el temporal.
Olas de verde vienen.
Olas de verde van.

[Poesía de perfil]

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ArribaAbajo SSE


ArribaAbajo He perdido
la memoria de los siglos;
sólo conservo alientos
de papiros añejos.

Y tengo la nostalgia de mí mismo,
de cuando sabios eran mis consejos,
del tiempo en que mi olor
no era el del museo.

No puedo resistir
ver correr de mis ojos
arenales de lágrimas
formados por escombros.

Yo perdí la noción del calendario
y de días microbios,
pero continuaré mi papel de hierático,
con sonrisa de insomnio,
en este film inacabado.

Mi voz, mi signo indescifrado,
no lo busquéis en el presente,
buscadlo en el pasado.

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ArribaAbajoOso


ArribaAbajo Me salté el Panamá a pie juntillas
e hice dos flexiones musculares
sobre la barra fija
del trópico de Cáncer.

La singladura
comienza con buen tiempo.
Viento flojo del Sur,
mar rizada del viento,
cielo claro
y horizontes despejados.

Llegué a la playa a nado
y tuve por escolta
legiones de hipocampos.

Me puse un bañador;
por no esperar al práctico
híceme un distraído
veraneante acuático.

[La rosa de los vientos]

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ArribaAbajoCamino abierto


ArribaAbajo Muero sobre las copas de los árboles
y llevan por los aires
la nueva de mi muerte
las aves de la noche y los coros de ángeles.

Mira la luna con rostro de yeso
infinidad de gestos
perdidos en la sombra
y entre nubes de rocas prisioneros.

Viene a mí la mujer que tiene un pájaro
por sexo y ojos blancos
a morder en mis venas
y extraer de mi cuerpo la sangre de hipopótamo.

El gusano de luz cruza un mar negro
y la estela de fuego
que dejara en su marcha
se ha grabado en la vista de los ciegos.

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Su voz Lillian Gish

Todas mis entrañas están llenas de corazones cogidos con dos dedos, con sus dos dedos doloridos de tanto crujir sus articulaciones. Con esta invasión de corazones diminutos se verá obligada Lillian Gish a abandonar su último refugio de la tierra para convertirse en este gran corazón azul que llevo suspendido sobre mi cabeza.

¡Lillian Gish, Lillian Gish! ¿Por qué me llena su voz de Lillian Gish?

Todos los corazones estallaban en el aire como pompas de jabón dejando en el espacio una vibración Lillian Gish que envuelve mis oídos con su voz desenfocada.

¡Oh, Lillian Gish, Lillian Gish! ¿Por qué me llena su voz de Lillian Gish?

[Orillas de la luz]

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ArribaAbajo Granadas de fuego


ArribaAbajo Esta granada abierta que está entre nuestras manos
tiene dientes de sangre y carne de ballena
y ahora conserva intacta su agria arquitectura
porque fue desertora de las últimas guerras.

Entre vallados negros de gemidos y olas
sus granos desgranados iluminan la tierra
rompiendo oscuridades con su roja sonrisa
en el perfil agudo del agua sin conciencia.

Con sus ascuas de nieve calcina la alegría
sobre un piso de mármol de alguna ciudad eterna
para dejar desnudas verdades en pirámides
de tempestad y miedo ondear sus banderas.

Esta granada abierta no es el fruto de un árbol
que se engendró en el vientre de mares y de selvas;
en su cáscara amarga tiene amplitud de cielo
y en sus entrañas pican las aves y las fieras.

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ArribaAbajoHuyendo del destino


ArribaAbajo En medio de este hueco redondo y transparente
que me persigue siempre a través de la tierra
retumban los hachazos que separan las ramas
brotadas en el tronco de mármol patinado
por el humo de pólvora y la luz de la luna
filtrada entre los dedos de tus manos de nieve.

Tus brazos recogían en sus siete colores
la lluvia de mi frente y la espuma del agua
perdiéndose en las aguas tu cabellera rubia
mientras que tu cabeza flotaba entre las olas
verde entre verdes algas con los labios abiertos
por la caricia última de mis labios de fuego.

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ArribaAbajoVinieron aves heridas


ArribaAbajo Un ave herida se aquietó en mi frente
viendo huir tus miradas
dispersas por los aires mudos
de membranas mohosas y preguntas inútiles.

Tu aliento recortaba sobre nubes
el corazón sangriento
que en otro tiempo se ocultó en mi carne
y tu aliento bañaba de rocío
las dos manos abiertas enredadas en humo
que quieren alcanzar, sin conseguirlo,
con sus dedos de cieno
el ave herida aquietada en mi frente.

Si a tus ojos no vienen a bañarse
panteras en acecho
ni nos muestras en ellas hostias blancas,
hojas de carne perderán los árboles
porque a mi frente,
presas dentro del cráneo,
han venido a posarse aves heridas.

[La sangre en libertad]