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ArribaAbajoPedro Garfias

Pedro Garfias

Pedro Garfias
(Salamanca, 1901-Monterrey, México, 1967)

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Pedro Garfias fue considerado por Guillermo de Torre, en su obra fundamental Literaturas europeas de vanguardia, como uno de los «socios fundadores del ultraísmo», junto a Jorge Luis Borges, Eugenio Montes, Gerardo Diego y José Rivas Panedas. Al igual que este último procedía «de la zona romántica». Su poesía primera, a juicio del citado crítico, «aspira a las máximas síntesis expresivas, a condensar en tres líneas el tiempo y el espacio de sus emociones líricas» [pág. 71]. Cuando en 1926 recopila su poesía en El ala del sur ya los entusiasmos de la vanguardia son cosa del pasado y elimina estridencias de las muestras que recoge de su obra ultraísta. Entre 1922 y 1923 había codirigido la revista Horizonte, que contó con la participación activa de buena parte del grupo del 27.

Durante una década, Garfias se dedicó fundamentalmente al periodismo. Para volver a la poesía necesitó el aldabonazo de la guerra civil. En 1937 recopiló por primera vez sus poesías de guerra, reeditadas luego, muy aumentadas, en México en 1941. Ese mismo año aparece la que muchos críticos consideran su obra maestra, Primavera en Eaton Hastings. Poema bucólico con intermedios de llanto, escrita en el pueblo inglés mencionado en el título entre abril y mayo de 1939. Poco después se traslada a México a bordo del Sinaia. Allí revisa y amplía su obra no comprometida en el volumen De soledad y otros pesares (1948). Su último libro, Río de aguas amargas (1953), nos lo muestra unamuniano y quevedesco, reflexivo y hondo. En los años finales escribe sólo poemas de circunstancias cuya conservación se debe únicamente al oficio de algunos buenos amigos. Los mismos que se ocuparon de sostenerle económicamente en su final bohemia autodestructiva. Murió en el Hospital Universitario de la ciudad de Monterrey, a causa de una cirrosis hepática, el año 1967.

Obra poética

El ala del sur. Poemas, Sevilla, 1926; 2.ª ed., Monterrey, Universidad Autónoma de Nuevo León, 1989.

Poesías de la guerra, Valencia, s.a. [1937].

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Héroes del Sur, Madrid, Nuestro pueblo, 1938.

Primavera en Eaton Hastings. Poema bucólico con intermedios de llanto, México, Tezontle, 1941; 2.ª ed., Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1994.

Poesías de la guerra española, México, Minerva, 1941.

Elegía a la presa de Dnieprostroi y otros poemas, México, Diálogo, 1943.

De soledad y otros pesares, Monterrey, 1948; 2.ª ed., Madrid, Helios, 1971.

Viejos y nuevos poemas, México, 1951; 2.ª ed., Monterrey, Ayuntamiento, 1992.

Río de aguas amargas, Guadalajara, 1953.

Antología poética, 1970; 2.ª ed., México, Dirección General de Difusión Cultural, 1985; 3.ª ed., México, Lecturas Mexicanas, 1990.

Pedro Garfias (1901-1967). Antología Homenaje en el quinto aniversario de su muerte, Monterrey, Sierra Madre, 1972.

Recién muerto y otros poemas, Monterrey, Sierra Madre, 1975.

Antología poética (ed. Aurora Pedroche), México, UNAM, 1980.

Pedro Garfias, Poeta (ed. Carlos Eduardo Gutiérrez Arce), México, Ayuntamiento de Guadalajara, 1985.

Antología poética (ed. José María Barrera), Osuna, Fundación de Cultura García Blanco, 1987; 2.ª ed., Córdoba, Diputación, 1989.

Poesía completa (ed. Francisco Moreno Gómez), Córdoba, Ayuntamiento, 1989: 2.ª ed., Madrid, Alpuerto, 1996.

Obra poética completa (ed. José María Barrera), Écija, Gráficas del Sol, 1993.

Bibliografía

Barrera, José María, Proceso textual de la obra poética completa de Pedro Garfias, Sevilla, Universidad, 1990.

——, Pedro Garfias: poesía y soledad, Sevilla, Alfar-Universidad, 1991.

Barrera López, Trinidad, «Un poeta olvidado: Pedro Garfias», en Andalucía en la Generación del 27, Sevilla, Universidad, 1987, págs. 27 -60.

Cansinos Assens, Rafael, «Pedro Garfias», en Obra crítica, t. I, Sevilla, Diputación, 1998, págs. 623-630.

Gracia Vicente, Alfredo, Pedro Garfias, pastor de soledades, Monterrey (col. Poesía en el mundo), 1967.

Moreno Gómez, Francisco, Pedro Garfias, poeta de la vanguardia, de la guerra y del exilio, Córdoba, Diputación, 1996.

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Pastor Pérez, Lourdes, La trayectoria poética de Pedro Garfias, México, UNAM, 1976.

Roel, Santiago, Pedro Garfias, poeta, Monterrey, NL, 1962.

Romero Marqués, María Luisa, Pedro Garfias. Vida y naturaleza en su poesía, México, UNAM, 1969.

Sánchez, Ángel, Vida y obra de Pedro Garfias, Barcelona, Victor Pozanco Ed., Ámbito Literario, 1988.

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ArribaAbajo Caminante


ArribaAbajo Los horizontes
fluían de sus ojos

Traía rumor de selvas en el pecho
y un haz de sueños rotos
sobre sus hombros trémulos

La montaña y el mar          sus dos lebreles
le saltaban al paso

La montaña asombrada
y el mar encabritado

[El ala del sur]

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ArribaAbajoMadrid



I

ArribaAbajo Déjame mirarte bien
con mis dos ojos abiertos,
Madrid de las cosas rotas
y del corazón entero.
Déjame mirarte bien
con un mirar largo y lento
que te recorra la piel
y te penetre los huesos.
Que cada herida en tu carne
abra una herida en mi pecho.
Que cada lágrima tuya
fluya por mis ojos ciegos,
ciudad abierta a la muerte
por la tierra y por el cielo.
Déjame mirarte bien
que quiero llevarme dentro
para mil eternidades
tu recuerdo.


II

Bajo la metralla bullen las mujeres
bajo la metralla los hombres trabajan,
bajo la metralla descansan los viejos
y los niños juegan bajo la metralla.

Graves, sobrios, serios
bajo la metralla.
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Sin miedo ni alardes,
sin prisas ni pausas,
con el ritmo justo,
con la cotidiana
razón de su vida -razón del destino-
bajo la metralla.


III

Quinientas noches en vela
como montaña de plomo
pesando sobre sus párpados
que ha enrojecido el insomnio,
tienen a Madrid en pie
sobre un pedestal de escombros
solo con la muerte enfrente
y con la vergüenza en torno.
Qué tranquilo su ademán,
qué transparentes sus ojos
que ya no velan los sueños
y no fatiga el reposo.
De pie sobre sus entrañas,
que no hay cimiento más sólido,
mira el bullir de sus hijos
en un despertar glorioso.
Derrama París su llanto
demagógico.
Londres arropa en su niebla
los deslumbres de su oro.
Madrid espera y espera,
sobre un pedestal de escombros,
sin sus collares de luces
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y entre sus mármoles rotos
espera y espera y mira
por encima de sus hombros.

[Poesías de la guerra española]

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ArribaAbajo Primavera en Eaton Hastings



I

Porque te siento lejos y tu ausencia
habita mis desiertas soledades
qué profunda esta tarde derramada
sobre los verdes campos inmortales.

Ya el Invierno dejó su piel antigua
en las ramas recientes de los árboles
y avanza a saltos cortos por el prado
la Primavera de delgado talle.

Por el silencio de pendiente lenta
rueda la brisa en tácito oleaje
y apunta la violeta su murmullo
al pie del roble y de la encina grave.

En las aguas inmóviles del lago
anclan nubes y luces vesperales
y tiende el bosque sus flexibles redes
al vuelo prodigioso de tu imagen.

El sol azul con cuidadosas manos
rayos y brumas teje, en noble arte,
hasta dejar de tu color, amada,
la piel inmaculada de la tarde.

Te miro recostada sobre el césped
agua verde y verdor claro tu carne
tu rumoroso pelo embravecido
y el bosque de tu risa palpitante.
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Alrededor de tus tobillos breves
ciñe la luz minúsculos collares
y abrazan a tus brazos poderosos
los tallos y las ramas verdeantes.

Pulsan las finas cuerdas del silencio
tus voces y los pájaros locuaces;
el cielo en plenitud abre sus venas
de calurosa y colorada sangre

¡y alza mi corazón su pesadumbre
como un nido de sombras un gigante!

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ArribaAbajoNoche con estrellas



Intermedio

Aunque te rompas, frágil bóveda, en mil pedazos
esta noche estrellada
yo tengo que gritar en este bosque inglés
de robles pensativos y altos pinos sonoros.
He de arrancar los árboles a puñados convulsos,
he de batir el cielo con mis manos cerradas
y he de llorar a voces este dolor mordido
que brota a borbotones de mi raíz más honda.

Solo en medio de un pueblo que forja su destino
y rueda sus azares con temple calculado;
que trabaja y que juega y el domingo descansa
y toda la semana vigila los confines
con la mirada alerta de un perro de rebaño;
que traza sus caminos como quien peina un niño;
que devora las negras entrañas de su suelo
con una verde lengua de parques y jardines;
que cuida con ternura franciscana sus flores,
sus aves y sus peces, y esclaviza a la India;
solo en medio de un pueblo que duerme en esta noche
yo he de gritar mi llanto.

Aunque el silencio cruja y se despierte el cisne
-que es propiedad del Rey- y quiebre aleteando
las aguas impasibles; aunque las aguas corran
a golpear la orilla con sus tiernos nudillos
y el rumor se propague por el bosque curioso
y llegue a despertar la brisa que dormía
tras la colina curva; aunque la brisa vuele
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a sacudir los prados y pulsar las ventanas,
aunque el temblor sonoro se extienda a las estrellas
y perturbe un momento su formación tranquila
mientras duerme Inglaterra, yo he de seguir gritando
mi llanto de becerro que ha perdido a su madre.

[Primavera en Eaton Hastings]

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ArribaAbajo En la alta noche


Alguna vez, en la alta noche, siento
por mis hombros un río de tristezas
pasar, y oigo las horas detenerse,
y veo las sombras agruparse inquietas.
Digo que es noche alta, y que el silencio
tirante y duro, me devuelve en trémula
palpitación jadeante, eco preciso,
el latir de mis venas.
Solos la noche y yo, con mis dos manos
sacudo el tronco de feroz corteza
hasta ver desprenderse de la copa
tiernos luceros, pálidas estrellas,
y me sonrío con mi secreto... dentro
de mil años, caerán sobre la tierra.

[De soledad y otros pesares]

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ArribaAbajo [Si hemos nacido juntos...]


Si hemos nacido juntos, ¿cómo nunca te vi?
Te miré en el espejo. No me reconocí.
¡Ay, este andar de espaldas por el mismo sendero!
Juntos hemos vivido, nunca te rehuí.
Y hubiese sido tanto mi gozo verdadero
ver que en alguna cosa me parecía a ti.

[Río de aguas amargas]