No sólo ha de dar a entender el rey que sabe
lo que da, mas también lo que le toman; y que sepan los que están
a su lado que siente aún lo que ellos no ven, y que su sombra y su
vestido vela.- Este sentido en el rey es el mejor consejero de hacienda, y el
primero que preside a todos. (Matth., 9; Marc., 5; Luc.,
8.)
Castigar a los ministros malos públicamente,
es dar ejemplo a imitación de Cristo; y consentirlos es dar
escándalo a imitación de Satanás, y es introducción
para vivir sin temor
Conviene que el rey pregunte lo que dicen de
él, y lo sepa de los que le asisten, y lo que ellos dicen, y que haga
grandes mercedes al que fuere criado y le supiere conocer mejor por quien es.
(Matth., cap. 16.)
Ni los ministros han de acriminar los delitos de los
otros, queriendo en los castigos mostrar el amor que tienen al señor; ni
el señor ha de enojarse con extremo rigor por cualquier desacato. (Luc., cap. 9.)
Cuán diferentes son las proposiciones que
hace Cristo Jesús, rey de gloria, a los suyos, que las que hacen algunos
reyes de la tierra; y cuánto les importa imitarle en ellas. (Joann., 6.)
Muchos preguntan por mentir:
«¿Qué es la verdad?». Las coronas y cetros son como
quien los pone. La materia de Estado fue el mayor enemigo de Cristo.
Dícese quién la inventó, y para qué. Ladrones hay
que se precian de limpios de manos
Si los reyes han de pedir, a quién,
cómo, para qué.- Si les dan, de quién han de recibir,
qué y para qué.- Si les piden, quién los ha de pedir,
qué y cuándo; qué han de negar; qué han de
conceder. (Marc., 12; Luc., 21.)
Con el rey ha de nacer la paz; ésta ha de ser
su primer bando. Con quién habla la paz; por qué se publica por
los ángeles a pastores. Que nace obedeciendo quien nace a ser obedecido.
(Luc., 2.)
Cómo fue el precursor de Cristo, rey de
gloria, antes de nacer y viviendo; cómo y por qué murió;
cómo preparó sus caminos, y le sirvió y dio a conocer, y
cómo han de ser a su imitación los que hacen este oficio con los
reyes de la tierra. (Marc., 1.)
Enséñase, en la anunciación del
ángel a nuestra señora la Virgen María, cuáles
deben ser las propuestas, de los reyes, y con cuál reverencia han de
recibirse los mayores beneficios. Cómo es decente y santa la
turbación y en qué no se ha de temer. (Luc.,
cap. 1.)
Cuál ha de ser el descanso de los reyes en la
fatiga penosa del reinar; qué han de hacer con sus enemigos, y
cómo han de tratar a sus ministros, y cuál respeto han de tener
ellos a sus acciones. (Joann., 4.)
Ningún vasallo ha de pedir parte en el reino
al rey, ni que se baje de su cargo, ni aconsejarle que descanse de su cruz, ni
descienda de ella, ni pedirle su voluntad y su entendimiento: sólo es
lícito su memoria. Quien lo hace quién es, y en qué para.
(Luc., 23.)
De los consejos y juntas en que se temen los
méritos y las maravillas, y por asegurar el propio temor y la malicia
envidiosa, se condena la justicia. (Joann., 11.)
De qué manera entre el rey y el valido en su
gracia se cumplirá toda justicia; y de qué manera es
lícito humillarse el rey al criado. (Matth., cap.
3.)
La paciencia es virtud vencedora, y hace a los reyes
poderosos y justos. La impaciencia es vicio del demonio, seminario de los
más horribles, y artífice de los tiranos. (Joann., 20.)
En que se inquiere (siendo cierto que todas las
acciones de Cristo nuestro Señor fueron para nuestra enseñanza)
cuál doctrina nos dio con los grandes negocios que en las apariciones
despachó después de muerto y resucitado, no pudiendo nosotros
resucitar en nuestra propia virtud, y en elegir en apóstol a San Pablo
después de su gloriosa ascensión a los cielos.- Es texto las
apariciones y el lugar de los actos de los apóstoles.
Cómo ha de ser la elección de
capitán general y de los soldados, para el ministerio de la guerra:
contrarios eventos o sucesos de la justa o injusta; y el conocimiento cierto de
estas calidades