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ArribaAbajoCapítulo VI

Resumen a un mitin agrario22


El mitin que acaba de celebrarse constituirá por mucho tiempo la más hermosa página de esta asociación; creo difícil que la Cámara la supere en ningún tiempo; si por ventura llega a igualarlo, la ciudad de Barbastro debe aposentarlo en su memoria y registrarlo en ella cuidadosamente, segura de poseer hasta ahora el privilegio de esta clase de solemnidades, de que actos del género y de la importancia del de esta noche, tan sólido, tan variado, tan lleno de enseñanzas, tan de puro oro, sin mezcla de retóricas y oropeles, no se celebraba en parte alguna de España, ni aun en asociaciones de agricultores de los mayores centros de la Península, tan pomposas en la apariencia y que en el fondo no son más que pedestales para servicio y glorificación de una persona.

No voy a resumirlo porque no tiene resumen posible; es resumen todo él, es todo él sin desperdicio de coma o de palabra, cifra y compendio de lo que es ideal de la agricultura y camino para conseguirlo: el ideal, el descanso, la felicidad, el bienestar, la ausencia de los cuidados, de la miseria y de la guerra, la Naturaleza amiga del hombre y trabajando y velando solícita por él, tal como lo ha expresado de manera tan admirable, a través de dos mil años el poeta de Mantua, Virgilio; la aspiración, el ennoblecimiento del espíritu y su emancipaci6n de las ligaduras del hambre que le traban las alas y le impiden volar a su reino, reteniéndole aún en las bajas regiones de la animalidad, tal como la ha reducido a fórmula con gallardías de estilo inimitable el Sr. Salillas, oficiando a un tiempo de sabio y de poeta lo mismo que Virgilio; los medios para alcanzar aquel ideal y realizar esa aspiración, los canales de riego, con que el sol se encargará de limar las cadenas del agricultor y surtirle abundantemente la despensa, y de que el señor B. nos ha descrito en términos tan sobrios y ceñidos un ejemplar en proyecto tan notable y que nos toca tan de cerca como el canal de Sobrarbe que tal vez se diría mejor de Barbastro o del Somontano, como el otro de Tamarite o la Litera; la labor de desfonde que pone a contribución las riquezas minerales del subsuelo que las generaciones pasadas por insuficiencia de medios tuvieron que dejar virgen e intacta, como tesoro enterrado, para las generaciones asistidas de fuerzas nuevas y dotadas de brazo de gigante como los brazos de vapor y hierro que el señor Conde de San Juan, tan labrador como conde y tan mecánico o industrial como labrador, ha acreditado su acción allá, sobre los surcos de su colonia y descrito esta noche de palabra delante de nosotros sus discípulos; el crédito agrícola, necesario para fecundar las bodas del agua con el sol en el canal y del arado de vapor con la simiente y el barbado en el surco, que nos ha descrito con su competencia especial el Sr. Puig; la tozudez aragonesa, hija del genio y de la fe, encarnada como en su arquetipo en el inmortal canónigo de Zaragoza, descrita con tan vivos colores por el señor Castellví, y sin la cual el Sr. Baselga no verá correr su canal por el Somontano, ni el señor Conde de San Juan generalizarse sus arados en la provincia, ni el Sr. Puig establecerse y funcionar con éxito sus Bancos; ni el Sr. Salillas alcanzará la era del humano cerebro servido por la tierra como por una esclava y montado al remate de ella como en un pedestal, ni Virgilio verá desde las puertas del cielo, donde lo encontró el Dante en su peregrinación por las esferas, redimido al labrador de la cautividad del suelo, a donde lo atan aún, tanto como en su tiempo, fatalidades de la naturaleza y vicios de organización de la sociedad.

Ahí tenéis en cifra la unidad de pensamiento que palpita en el conjunto y en el fondo de los discursos y lecturas de este mitin y la impresión perdurable que debe dejar en nuestro espíritu cuando el pormenor se haya borrado de la memoria para que labrando en él un día y otro día determine una dirección en vuestra conducta.

El toque de atención que representa el discurso del Sr. Puig no puede venir más a tiempo: El Ministro de Fomento se está ocupando hace años de estudiar el modo de organizar o impulsar el crédito agrícola y territorial, por medio de Bancos regionales, desde 1881 en que el Sr. Montero Ríos presentó un proyecto de ley a las Cortes, hasta el año de gracia actual, en que el Sr. Moret trata de reproducirlo en otra forma, según manifestó, hace justo tres meses a la Comisión de esta Cámara que fue a Madrid. Cree la generalidad que con eso se remediarían en su mayor parte los males de la agricultura, y el señor Puig que tiene tantos motivos para estar en el secreto y medir el alcance y valor de sus efectos, como hombre avisado nos dice: ¡Cuidado! señores, ¡cuidado! que tal vez en lugar de aliviar la situación de la agricultura, no sirva más que para agravarla, poniendo la Hacienda nacional en tentación de tomar sobre sí una nueva carga. Los Bancos no poseen el don de obrar milagros: prestan más barato que el usurero, pero no tan barato que sus créditos puedan ser pagados con regularidad por una agricultura, tan poco variada, de tan pocos recursos como lo es por punto general la agricultura española; no se evitará que el que reciba prestado tenga que echar mano del capital para cubrir intereses, de modo que la catástrofe final podrá detenerse pero no evitarse, mientras no se procure por otro camino hacer que el labrador obtenga del suelo más ingresos que ahora. El consejo es acertado y conviene que lo tengamos en cuenta nosotros y que llegue a noticia del Parlamento cuando se presente a discusión el proyecto de ley de Bancos agrícolas.

El señor Conde de San Juan y su difunto padre, de feliz memoria, han fundado en esta provincia la verdadera escuela de agricultura del porvenir, aunque para nuestro amigo ya no es porvenir, sino presente; y gracias a él, el Alto Aragón ocupa un lugar preeminente en España y es conocido fuera de las fronteras. Cuando algún hacendado de la provincia de Zaragoza quiere desfondar sus tierras para plantar viña a la moderna, tiene que acudir a los arados de la Colonia de San Juan; en el concurso de arados de desfonde celebrado en Barcelona el año pasado, el arado del señor Conde de San Juan alcanzó el primer premio, en competencia con los arados ingleses y franceses; en el extranjero el arado de desfonde a 80 centímetros para viñas, es conocido con el nombre de arado Oliver, que es el del Conde. Oliver vine plough en inglés.

Han visto ustedes el género de agricultura que el Sr. Oliver preconiza, y no ya por raciocinio, sino predicando con el ejemplo, pues nuestro amigo es de los pocos españoles que tienen la lengua en las manos; la agricultura que practica y recomienda se parece un poco a la de aquel padre moribundo que dictaba para su testamento: «Dejo a cada uno de mis hijos una fanega de tierra, y el que quiera más que ahonde.» El señor Conde de San Juan prefiere ahondar; encuentra que valer más labrar una fanega de tierra que no dos, y esto principalmente por dos razones: la primera, porque entre el primer palmo y el segundo existe un capital muerto en forma de alimento universal para las plantas que los romanos, íberos, godos y árabes, dejaron inexplotado y cuya conquista, por medio del arado de desfonde, vale tanto como comprar una segunda finca, y más aún, vale tanto como reponer la finca al ser y estado que tenía hace quince o veinte siglos antes de que por primera vez rompiere sus entrañas el arado y recibiese la primera semilla. En segundo lugar, porque removida la tierra a dos palmos, y no digo nada cuando se remueva a cuatro, se convierte en una especie de esponja que se apodera del agua de lluvia sobrante y no la deja evaporarse, guardándola en lo hondo, a donde no llega el calor del sol, para írsela sirviendo a las plantas cuando no llueve y tienen sed; de modo que la labor de desfonde equivale, dentro de ciertos límites, a labor con riego.

Por tal razón ha sido muy sensible que la Compañía de los ferrocarriles del Norte, ciega y desatentada, no haya querido contribuir al propósito de la Junta de la Cámara, consistente en traer a Barbastro un tren de arar del señor Conde de San Juan para que conocieran este género de labor los propietarios de esta parte de la provincia, de la Litera y del Somontano, donde tanto convendría introducirla. El propietario prestaba gratuitamente el material y tomaba sobre sí generosamente los gastos, no pequeños de carga y descarga, de personal y de combustible; nuestro presidente honorario, D. José Salamero, dando una nueva prueba del amor que siente por este país, ponía a disposición de la Junta, para costear el transporte, la suma de 1.000 pesetas, y me consta que hacía con ello un verdadero sacrificio; pero sucedió que la máquina de vapor no podía venir por su pie, como en otro caso habría venido, por la carretera de Huesca a Barbastro, a causa del puente de Lascellas, que no puede resistir pesos tan enormes; y que la Compañía de ferrocarriles pidió por el transporte de las máquinas más de los 200 duros de que disponíamos; pedía 5.400 reales, y la Cámara, que cubre sus gastos a fuerza de sacrificios pecuniarios y personales de los individuos de su Junta, no contaba con recursos para cubrir la diferencia, por no haber acudido, a pesar de haberlos solicitado, los hacendados del Alto Aragón que algún día (lo digo ahora porque tal vez no tenga mejor ocasión para decirlo), se arrepentirán de su sordidez y de su retraimiento.

Permitidme mientras tanto que felicite al señor Conde de San Juan, por su discurso de tan gran alcance y valor práctico, y que recomiende con la mayor eficacia a la meditación y estudio de los agricultores alto-aragoneses las instrucciones prácticas y de tanta transcendencia que contiene sobre el cultivo de la vid y la fabricación del vino.

El estudio del proyecto del canal de Sobrarbe en su aspecto económico, tal como lo ha hecho con su discreción habitual el Sr. Molina, ha venido en el instante preciso en que debía venir para refrescar la memoria de él en la opinión, porque está muy cercana la hora de agitar la construcción de esta obra de que depende el porvenir de Barbastro y de su Somontano, y que nuestro Reglamento coloca en primera línea entre los ideales de la Cámara al par del canal de Tamarite.

Tal vez se habrá extrañado alguien de que en la campaña de este primer año hayamos hecho converger todos nuestros fuegos sobre el canal de Tamarite, dejando en la penumbra el de Sobrarbe. Si no fuere que lo imponía así una ley de estrategia, si hubiera sido que concentrábamos todos nuestros cariños en el canal de Tamarite, condenando al olvido el de Sobrarbe, habríamos sido bien inocentes y mereceríamos todo género de censuras. La mitad de los socios de la Cámara por lo menos, pertenecen a Barbastro, mientras que de Tamarite no hay más que uno, según tengo entendido; ¿con qué derecho íbamos a ser más papistas que el Papa, quiero decir, más literanos que la Litera, tomándonos por Tamarite un interés que no se tomaban ellos mismos, abandonando, en cambio lo que tanto interesaba a nuestros consocios y amigos, el canal de Sobrarbe? Y no sólo esto; a la mayoría de los individuos de la Junta interesa personal mente el canal de Sobrarbe más que el de Tamarite, porque casi todos son de este lado del Cinca; de modo que si se hubieran olvidado de su propio canal para consagrar toda su atención al de sus vecinos, habrían faltado al precepto de que la caridad bien ordenada principia por uno mismo, dando muestra de una abnegación evangélica que habría hecho temer por la integridad de sus facultades intelectuales. Y tanto por lo uno como por lo otro, habrían podido compararlos al Corregidor de Almagro, que se murió de pena, no porque se le quemaba la casa, sino porque a un convecino suyo le sacaron el chaleco corto.

Lo que hay es que, en esta clase de campañas, durante el período de propaganda, conviene valerse como de bandera de un nombre ya conocido, y en materia de canales no hay nombre tan conocido en España como el de Tamarite; con no ser más que un proyecto, es más conocido y popular que la mayor parte de los canales acabados que existen en España; canal de Tauste, canal del Prior, canal del Llobregat, canal del Jarama, ¿a quién suenan estos nombres? Entre los españoles casi a nadie, y son, sin embargo, canales hechos y en funciones, con los cuales se riega, con algunos de ellos, hace más de cien años. Pues el canal de Tamarite le suena a todo el mundo, es una verdadera categoría nacional, todos han oído nombrarlo, en tal extremo que he visto manual de Geografía estudiado en los institutos donde al hablar de las poblaciones importantes de Aragón, se registra a Tamarite con su canal construido en tiempo del Emperador Carlos I, en el siglo XVI. Así es que no había que trabajar para hacer comprender de lo que se trataba; lo mismo Sagasta que Moret, ingenieros, prensa, publicistas y economistas, diputados, etc., los encontrábamos preparados a oírnos sobre el fondo de nuestra comisión, que no era enseñar nombres de proyectos, sino interesar su ejecución. En cambio, el canal de Sobrarbe no es una categoría formada y no servía para bandera de una campaña sobre los canales y pantanos del Alto Aragón.

Luego que la propaganda esté hecha y se trate ya de construir, el concepto canal de Tamarite ha de desdoblarse en dos: canal de Tamarite y canal de Sobrarbe, fundándose en que la necesidad del riego es igual en el Somontano que en la Litera y en que no hay más razón para emprender la conquista del Ésera y abandonar la del Ara que para canalizar éste y dejar aquél, hallándose los dos ríos en el mismo caso. Esa táctica seguí con éxito hace algunos años al agitar la bandera de la política geográfica en Madrid, de lo cual podrá dar a ustedes detalles nuestro amigo D. Leopoldo Puig. La campaña iba dirigida a la adquisición de territorios en el África ecuatorial, pero había que preparar a la opinión, a los políticos, al Gobierno, entre quienes eran desconocidos los territorios en el río Muni; Camarones, Elobey, etc., y nos abstuvimos de plantear el problema en sus propios y directos términos, porque íbamos derechos al fracaso; planteamos el problema de la política africana, como política hispano-marroquí, porque Marruecos era un nombre popular y de todos conocido: cuando la propaganda estuvo hecha y se obtuvieron los primeros auxilios, las expediciones no se dirigieron a Marruecos, se dirigieron al África ecuatorial.

Tal es la marcha que he comenzado a seguir y que seguirá la Cámara. Imponíase así con tanto más motivo, cuanto que el expediente del canal de Tamarite está vivo y en disposición de servir de base a gestiones y trabajos, al paso que el del canal de Sobrarbe está muerto y es preciso resucitarlo. La Cámara se ocupará en esto si es que el Alto Aragón quiere que se ocupe, si el país le secunda y no muestra la indiferencia verdaderamente musulmana que está demostrando; han visto ustedes, constituidas varias Juntas locales en pueblos de la provincia; pues bien, ni una sola ha podido conseguir que se constituya en los pueblos interesados en el canal de Sobrarbe, a pesar de haber sido excitados para ello. Y señores, la Cámara no es cosa distinta del país; es el país mismo o no es nada; pudiendo aplicársele por ello un refrán conocido: «ayúdate y la Cámara te ayudará».

Mientras tanto doy las gracias al Sr. F. por haber puesto sobre el tapete con tanta oportunidad la cuestión del canal de Sobrarbe, que la Cámara no dejará ya de la mano, proponiéndose que alcance a los dos, Sobrarbe y Tamarite, el resultado de los esfuerzos y gestiones que en apariencia no hacía sino en vista de uno solo.

Deseo que eso mismo que el Sr. F. ha hecho respecto del canal de Sobrarbe, sea hecho respecto del pantano de Alquezar, esto es, que nos dé a conocer (que para eso sirven estos mitins y veladas), a fin de que la Cámara pueda ponerlo en movimiento, y en estado de resolución para el día ya no lejano en que el Gobierno se vea constreñido a convertir a este problema de los riegos la atención que tiene absorbida al presente en otros acaso menos importantes y que han de encontrar pronta solución.

Del discurso del Sr. Salillas no me atrevo a decir cosa alguna por temor de echarlo a perder. Por otra parte, el buril de su estilo graba demasiado profundamente en el espíritu, para que necesite puntero de nadie. Pertenece nuestro orador al grupo de contadas personas sólidas y sanas que ha producido la juventud contemporánea de nuestra patria; y es uno de los pocos españoles cuyo nombre ha cruzado la frontera y una de las más puras glorias de nuestra provincia y también una de sus más legítimas esperanzas. En los últimos cien años ha producido el Alto Aragón, aparte de Azara, Bardají y Oliván tres hombres con representación propia en la historia de España, y alguno de ellos en la universal; Aranda, como estadista; Ricardos, como militar, y Carderera, como arqueólogo; y cosa digna de notarse, los tres nacidos al pie de las sierras, en el remate de los estribos pirenaicos, en Huesca, Siétamo y Barbastro. En nuestros días, aparte de Gil Berges, Martón, José Fernando González y Salamero, otros tres nombres sostienen con honra la bandera de nuestra provincia en los estrados de la nación y alguno de ellos en la ciencia europea: Codera, como historiador; Mallada, como naturalista, y Salillas, como sociólogo de fama universal. Por cierto que a ninguno de los tres ha conferido su representación en Cortes la provincia de Huesca, ni ha hecho siquiera memoria de ellos o ademán de querer votarles, habiéndoles preferido otros sujetos que o han nacido lejos de la provincia, o proceden con ella como si nunca la hubiesen conocido ni tuvieran con ella ninguna obligación. Tanto peor para los electores: así están de boyantes sus haciendas, así de adelantados sus canales y pantanos, así de rica, próspera, desahogada y contenta la provincia. En el pecado llevan la penitencia. La lástima es que paguen los justos juntamente con los pecadores.

Ahora que por fin hemos conseguido, después de haberlo intentado varias veces, que estos jóvenes de altos y levantados pensamientos hayan comenzado a visitarnos, pues yo espero que el hecho se repita, convendrán ustedes conmigo en que estuvo acertada la Cámara al escribir en su Reglamento, entre los medios de que había de valerse para conseguir su objeto, los siguientes:

«5.º -Para cubrir sus gastos, contará la Cámara con los siguientes ingresos: -Primero, donativos voluntarios con que quieran servir los fines de la Asociación personas amantes del país, pertenezcan o no a ellas: -Segundo, las subvenciones que consiga de los Ayuntamientos, de las Diputaciones provinciales, y del Estado, al tenor del art. 8.º del Real decreto orgánico: -Tercero, las cuotas mensuales que suscriban voluntariamente los socios o algunos de ellos: -Cuarto, la cuota anual que han de satisfacer forzosamente todos los socios, y cuyo tipo se acordará cada año por la Junta Directiva según las necesidades de la Cámara, procurándose que no exceda de 10 a 25 céntimos de peseta.»

«6.º -Se exhibirán al público, en un cuadro de honor, los nombres de las personas que favoreciesen más a la Cámara o promoviesen con más eficacia el logro de sus fines.»

Por este camino tendrá que entrar la Cámara pronto si el Alto-Aragón no ha de ver defraudadas las esperanzas que puede fundar en ella, y que en ella pusieron sus fundadores. Y para ese caso (no se enoje el Sr. Salillas por haberle sorprendido con estas exhortaciones al país), para ese caso digo, permítame el país que trayendo a cuenta la doctrina de Monroe «América para los americanos» escriba en el frontispicio de la Cámara y en las puertas de los Colegios electorales y en las tapas de las urnas, esta máxima de política abolicionista y emancipadora, «el Alto-Aragón para los alto-aragoneses».

En nombre de la Junta Directiva de la Cámara, un voto de gracias el más expresivo y cordial, a los Sres. Puig, Oliver, Molina y dos al Sr. Salillas, por aquello de que al fin nosotros somos de casa y casi en casa estamos, al paso que el Sr. Salillas ha tenido que dejar la suya de propio intento, cediendo a instancias nuestras repetidísimas, para traernos el tributo de su saber y las últimas conclusiones de la ciencia en que es tan consumado maestro.

La Cámara queda obligada una vez más al público en general y particularmente a las señoras por el interés con que siguen sus actos y la confianza que ponen en ella y de que da testimonio su presencia en este sitio; a los señores periodistas por la cooperación tan eficaz y desinteresada que le prestan, haciendo que su palabra humilde pronunciada en este rincón se haga verbo nacional; y al Reverendo Padre Rector por la buena voluntad con que ha puesto otra vez a disposición de la Junta este hermoso local, prestando noble ayuda a una Sociedad que no tiene casa propia, anhelando poder decir: «cada uno en su casa y la Cámara en la de todos».