11
Cfr. en especial, y aparte el citado ensayo de C. Guillén, F. Courtney Tarr, «Literary and Artistic Unity in the Lazarillo de Tormes», en Publications of the Modern Language Association, XLII (1927), págs. 404-421 (a mí no me ha sido accesible); Marcel Bataillon, El sentido del «Lazarillo de Tormes», París-Toulouse, 1954, págs. 14-22, y prólogo a La vie de Lazarillo de Tormès, París, 1958, sobre todo págs. 35-54; A. A. Sicroff, art. cit., Nueva Revista de Filología Hispánica, XI (1957), págs. 157-170; R. S. Willis, «Lazarillo and the Pardoner: The Artistic Necessity of the Fifth tractado», en Hispanic Review, XXVII (1959), págs. 267-279.
12
Por otro lado, no
podría mejorar la lúcida formulación de don
Américo Castro, op. cit.,
pág. 138: «Queda así invertida la visión
estimativa de los valores, y aparece en 'la cumbre' lo que
esperaríamos yaciese en cualquier abismo de bajeza. Tal
manera de entender y sentir la vida no es nada superpuesto a la
obra, sino que se integra en el vivir mismo del Lazarillo. Personas
y cosas aparecen como negaciones o engaños ilusorios,
más bien que como plenas existencias; su valor consiste en
un des-valor, un valor con signo negativo que asciende a
'la cumbre' en donde suelen morar los grandes hechos o las altas
virtudes»
.
13
Prefacio a la traducción de Louis How, Nueva York, 1917, pág. XIII, apud A. A. Sicroff, art. cit., pág. 159.
14
Baste remitir a E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, trad. y adiciones de Margit y Antonio Alatorre, México-Buenos Aires, 1955, págs. 127 y sigs.
15
«Para los conversos -nota A. Castro, pág. 114-, el confundir la honra con
la opinión venía siendo la fuente de todos sus
males»
; no las confunde Lázaro, aun degradando
aquélla a su medida de materialismo entre ingenuo y
guasón. [Creo que las especulaciones sobre el talante
«converso» del novelista incógnito han perdido
hoy plausibilidad, en particular gracias a la crítica de don
Eugenio Asensio, La España imaginada de Américo
Castro, Barcelona, 1976].
16
Que, por cierto, sólo parecen haber convencido a Homero Castillo, «El comportamiento de Lazarillo de Tormes», en Hispania, XXXIII (1950), págs. 304-310.
17
«Sobre los
casos de la honra», en Obras, ed. R. Ferreres,
Madrid, 1955 (Clás. Cast., 139),
pág. 56: «Mas un caso importa tanto, / que me es
forçado dezillo, / del que más me maravillo, / que en
pensar en él me espanto / a quién no vuelve amarillo.
/ ¿Qué cosa con esto iguala, / qué ley tal ha
consentido, / si la mujer no ha querido / ser buena, queda, en ser
mala, / avergonçado el marido? / Consintiéndolo
él, yo callo, / en tal caso que lo fuese»
,
etc.
18
Todo el
Lazarillo ostenta «un
extraordinario entretejimiento de motivos, de trayectorias de
sentido»
(C. Guillén,
pág. 265), y el
Prólogo quizá en grado máximo; quiere
ello decir que no he atendido sino a sus aspectos más
vinculados a mi objeto presente, olvidando otros «niveles de significación»
(como diría T. S.
Eliot), tal la «glorificación
del arte y del artista»
, «la
satisfacción de haber inaugurado en lengua castellana un
género de ficción divertido y verdadero»
(M. Bataillon, El sentido del
«Lazarillo», pág. 29), etc.
19
Creo innecesario,
pues, rastrear en estas palabras una alusión a Heliodoro o
Apuleyo (cfr.
Historia etiópica de los amores de Teágenes y
Cariclea, trad. de
F. de Mena, ed. F. López
Estrada, Madrid, 1954, pág. XLIX; J. Molino, «Lazarillo de
Tormes et les
Métamorphoses d'Apulée», en
Bulletin
Hispanique, LXVII [1965], pág. 325); de haber alusión,
antes me inclinaría a referirla al Arte
poética de Horacio (vs.
148-149), a quien casi se había traducido unas líneas
más arriba («los gustos no son
todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por
ello»
; cfr. Epístolas, II,
ii, 58 y 63: «Denique non
omnes eadem mirantur amantque... renuis quod tu, iubet
alter»
).
20
Vid. Ch. Ph. Wagner, págs. XXI-XXII; F. C. Tarr, págs. 412-415; M. Bataillon, El sentido del «Lazarillo», pág. 21; C. Guillén, pág. 276.