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Prólogo a la «Lira Mexicana»

José María Heredia y Heredia


(1803-1839)



El haber observado con sentimiento la ignorancia casi completa que reina en los países extranjeros sobre el estado actual de la literatura en México, me ha movido a formar y publicar esta selección de poesías de algunos mexicanos contemporáneos. Me lisonjeo que mi trabajo editorial no dejará de ser útil aún en aquella misma república. Sus literatos, privados de la mutua comunicación que tanto contribuye a los progresos del saber en todos los ramos, viven casi aislados entre sí y, cuando menos, tienen ideas muy vagas y superficiales de sus méritos respectivos. También esta obrilla debe llamar la atención de los jóvenes mexicanos, e inspirarles un sentimiento de orgullo nacional, mostrándoles que su país tiene hombres muy superiores en mérito poético al insulso y frívolo Arrianza1, que no sé por qué motivo, ha sido hasta aquí el ídolo de nuestros colegios.

De intento (no) he querido escoger, sino entre los poetas mexicanos que florecen hoy, pues de otro modo, sólo el padre fray Manuel Navarrete2 me hubiera dado material para doblar el presente volumen3. Tampoco puedo lisonjearme de ofrecer muestras de todos los que hoy cultivan con éxito la poesía en México, pues algunos nada han publicado; ni de haber escogido lo mejor, pues mis autores, sin embargo de la amistad que me une con casi todos ellos, me habrían negado sus manuscritos por una excesiva modestia, al saber mis intenciones.

Una gran parte de las poesías comprendidas en el presente volumen pertenece a don Francisco Manuel Sánchez de Tagle4, poeta que en otro país, y en diferentes circunstancias habría disputado a Herrera y León la palma de la poesía castellana. Pero el señor Tagle, privado de una cuantiosa fortuna por un revés de la suerte, tuvo que dedicarse a los afanes más ingratos para sostener una vasta familia. Después de la Independencia, sus talentos lo han llamado continuamente a la tribuna y otros destinos públicos, que ha llenado con alta distinción, pero cuyos arduos deberes lo han divorciado completamente de las musas. A estos motivos deben atribuirse los graves defectos que deslucen sus más bellas composiciones, cuya lastimosa desigualdad asombra y lástima a sus lectores: de aquí la incorrección frecuente de su lenguaje, la dureza de su versificación y la oscuridad de su estilo, afeada con elipsis violentas y trasposiciones monstruosas. Mas a pesar de estos lunares, las odas del señor Tagle nos ofrecen rasgos sublimes, rasgos dignos del poeta de Tebas, que obligan a reconocer en él un hijo predilecto de Apolo. Sus contemporáneos se han oscurecido ante su gigantesca elevación, y tal vez aún pasará medio siglo antes de que en el horizonte literario de México se levante algún sol que eclipse la estrella de Tagle. Perdone este gran poeta el rigor excesivo de la crítica anterior al deseo de que la juventud admire su genio sin caer en sus descuidos. ¡Ojalá quisiera ocupar las tristes horas de su destierro en limar y publicar sus obras con lo que alzaría, sin duda, a su país un noble monumento de gloria poética!

Los otros poetas cuyas composiciones forman este tomo son el presbítero don Anastasio Ochoa5, que por su profesión y talentos pudiera llamarse el Iglesias6 mexicano, cuyos epigramas y letrillas tienen la gracia y ligereza tan celebradas en el satírico español. El señor Ochoa, además de la colección de sus poesías, impresa en 1828, ha publicado una traducción en verso de las Heroidas de Ovidio, y ha dado al teatro de México varias obras dramáticas imitadas del francés.

Don Francisco Ortega7, prefecto de Tulancingo en el estado de México, sujeto de vasta instrucción y talentos no vulgares, que se ocupa actualmente en publicar la colección de sus obras poéticas. No me difundiré en su elogio, porque la antigua y tierna amistad que nos une me impide ser juez imparcial de su mérito.

Don José Bernardo Couto8, joven abogado veracruzano, cuyos talentos e instrucción serían honra de su país, a no tenerlos ofuscados la timidez y excesiva modestia de su carácter.

Don Fernando Calderón9, joven jalisciense, cuyas poesías escritas a la edad que Villegas10 compuso las suyas, revelan la aurora de un bello genio, y dejan esperar frutos excelentes cuando lo hayan madurado los años y el estudio.

Don José Joaquín Pesado11, veracruzano, digno imitador del contemplativo y místico Lamartine, tan notable por la fluidez y dulzura de su versificación, como por la honda vena de sensibilidad y energía que descubren sus composiciones.

Don Luis de Antepara12, militar, que complicado continúa y exclusivamente en embrollos políticos de que al fin ha sido víctima, no ha podido cultivar su talento verdaderamente poético.

Don Manuel Carpio13, médico veracruzano, tan distinguido por sus talentos profesionales como por su vasta instrucción, amabilidad y virtudes.

Don Andrés Quintana Roo14, acaso el primer literato de México, veterano de la independencia, campeón inflexible de la libertad, orador elocuente, poeta correcto y elegante. El mérito del señor Quintana no ha brillado todo el lustre que merece, porque sólo despliega su energía en circunstancias extraordinarias y pasajeras, y es habitualmente el más perezoso de los mortales.

No me lisonjeo de que esta selección conste de composiciones que puedan presentarse por modelos en sus géneros respectivos; mas tal cuál es, servirá para dar alguna idea de la riqueza del ingenio mexicano, y los defectos de muchas poesías serían disimulables si se reflexiona que sus autores no las han sujetado a la severa acción en la lima para entregarlas por sí mismos en la prensa. Por mi parte, juzgaré bien recompensado el trabajo emprendido en la formación y publicación de este volumen, si él contribuye de algún modo a la gloria del bello país que es hoy mi patria adoptiva, que me concedió una hospitalidad generosa en el infortunio, y ha recompensado mis débiles servicios con cargos y distinciones muy superiores a mi mérito15.






Bibliografía

  • CHACÓN y CALVO, José María, Revisiones literarias, selección y prólogo de..., La Habana, Publicaciones del Ministerio de Educación, 1947 (Grandes periodistas cubanos, 6).
  • GARCÍA y GARÓFALO MESA, Manuel, Vida de José María Heredia en México: 1825-1839, México, Ediciones Botas, 1945.
  • GONZÁLEZ del Valle, Francisco, Cronología Herediana: 1803-1839, La Habana, Publicaciones de la Secretaría de Educación, 1938.
  • REYES, María del Carmen, «La actividad periodística de Heredia», en Cuadernos de historia, 1, Toluca (abril-septiembre de 1978), pp. 85-99.
  • RUIZ CASTAÑEDA, María del Carmen, «Heredia, promotor del periodismo», en Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 3ª época, XXIX, 1 (enero-abril de 1978), pp. 23-33.
  • TOUSSAINT, Manuel, Bibliografía Mexicana de Heredia, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1953 (Monografías bibliográficas mexicanas, 5).
  • «La importancia de Heredia en la literatura mexicana de su tiempo», conferencia en Revista de Estudios Universitarios, pp. 1-5, México (julio-diciembre de 1939-diciembre de 1940), pp. 108-113.
  • VALDÉS Y DE LA TORRE, Antología herediana (Selección de las mejores poesías líricas, obras dramáticas, cartas, discursos y artículos varios de José María Heredia y Heredia escogidos y anotados por..., La Habana, imprenta El siglo XIX, 1939.


 
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