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ArribaAbajoSección III


ArribaAbajoAntonio de Alcedo

Estudio y selecciones de Gonzalo Zaldumbide


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ArribaAbajo Introducción
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He aquí todo lo que Antonio de Alcedo dice de sí mismo en su Diccionario de Autores, todavía inédito: Alcedo y Bejarano D. Antonio de. Hijo de don Dionisio de Alcedo y doña María Lucía Bejarano; nació en la ciudad de Quito, Capital de este Reino en la América Meridional, hallándose su padre de Presidente y Comandante General, con quien vino a España recién nacido, pero al poco tiempo volvió a la América por haber nombrado el Rey a su padre Presidente Gobernador y Capitán General del Reino de Tierra Firme el año de 1742, y permaneció en Panamá hasta el de 1750. Volvió segunda vez a Madrid el de 1752, y entró a servir de cadete en el Regimiento de Reales Guardias españolas de Infantería, habiéndole hecho el Rey la gracia dispensándole la menor edad y la ausencia. Estudió Matemáticas en el Colegio Imperial de Madrid con el Padre Juan Wendligen ocho años con aprovechamiento; luego se aplicó al estudio de las Lenguas, de la Historia, de la ciencia de las Medallas y de la Física, habiendo ido a Francia a la Facultad de Medicina. El año de 1760 fue hecho Alférez de su Regimiento en que continuó su mérito hallándose de Primer Teniente de Granaderos en el dilatado bloqueo y sitio de Gibraltar donde obtuvo el grado de Coronel. En 1784 ascendió a Capitán, y en 1787 le nombró la Real Academia de Historia para uno de sus individuos. Se casó en Madrid el año de 1774 con doña María   —532→   Ignacia Codallos, Camarista del Serenísimo Infante, hija de don Felipe Codallos, del Consejo de Castilla. En 1792 le nombró el Rey Gobernador Político y Militar de Alciza en el Reino de Valencia con el primer grado de Brigadier. En 1800 fue promovido a Mariscal del Campo y en 1802 a Gobernador de la Plaza de la Coruña en el Reino de Galicia. Y ha escrito:

«Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América, es a saber de los Reinos del Perú, Nueva España, Tierra Firme, Chile y Nuevo Reino de Granada, con la Descripción de sus Provincias, Naciones, Ciudades, Villas, Pueblos, Ríos, Costas, Puertos, Islas, Arzobispados, Obispados, Audiencias, Virreinatos, Gobiernos, Corregimientos y Fortalezas, Frutos y Producciones con expresión de sus Descubridores, Conquistadores y Fundadores, Conventos, y Religiones; erección de sus Catedrales y Obispos que ha habido en ellas; y Noticias de los sucesos más notables de varios lugares, Incendios, Terremotos, Sitios e invasiones que han producido. 5 tomos en 4.º, en Madrid, el 1.º en el Imprenta de Manuel González, año 1786; el 2.º en la Imprenta de Manuel González, año de 1787; el 3.º en la Imprenta de Blas Romás, año de 1788; el 4.º en la Imprenta de Manuel González, año de 1788, el 5.º en la Imprenta de Manuel González, año de 1789. Biblioteca. Americana o Catálogo Histórico de todos los Autores que han escrito sobre materias de América en varios idiomas can una Noticia de sus vidas.

Historia del Reino de Tierra Firme y ciudad de Panamá, su Capital, por la Cronología de los Presidentes y Capitanes Generales que ha tenido desde el año de 1519 en que se fundó. M. S. con láminas».

Este apuntamiento autobiográfico anduvo inédito hasta 1921, en que el Boletín de nuestra Academia de Historia publicó el extracto del manuscrito existente en la Biblioteca Nacional de París.

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Algunos historiadores hablaron sin embargo de Alcedo por referencias a fuentes conocidas, pero escasas, relativas, las más, a su padre don Dionisio. Así nuestro erudito don Pablo Herrera, en su Ensayo sobre la historia de la literatura ecuatoriana, publicado en 7.860, ignoraba esos datos de primera mano -de mano de autor- y al publicar en 1895, el Prólogo de Alcedo a su propio Diccionario Geográfico, no dedujo la posible existencia de aquel inédito, a la cual claramente alude Alcedo en la advertencia que hace ahí de haber «suprimido al fin de cada artículo (los de su Diccionario Geográfico) la cita del autor de donde ha sacado lo principal de él, por parecerme más propio darlos por último tomo, en una Biblioteca de Autores».

Don Pedro Fermín Cevallos, sí menciona, en 1862, la probable existencia de ese inédito. Como también Barras Arana, en la Revista de Buenos Aires, y en el tomo IX de sus Obras Completas. Empero ni el uno ni el otro habían visto el manuscrito inédito a que se referían conjeturalmente25.

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González Suárez no llegó a hablar particularmente, en su Historia, de Antonio de Alcedo, pero dejó fijados el lugar y la aproximativa fecha del nacimiento del hijo más ilustre del ilustre Dionisio.

Trató de éste con detenimiento y consideración, ampliando las noticias de Ascaray y otros. Habla de seis hijos habidos en su matrimonio con doña María Bejarano, de los cuales los tres últimos, inclusive Antonio, nacieron en Quito.

Esposos de linaje noble ambos, vinieron a Quito a mediados de 1728, nombrado don Dionisio ese mismo año, en Madrid, Presidente de la Real Audiencia de Quito, en mérito a su experiencia de América, bien probada en diversos cargos durante 18 años, y en alguno de ellos había estado en Quito de paso. Tenía cuarenta y cinco años de edad cuando llegó y ejerció la Presidencia ocho años consecutivos y muy laboriosos. La desempeñó con notable diligencia y eficacia.

Regresó de Quito a España con su familia, llevándose a Antonio de dos años de edad.

No se ha hallado la fe de bautismo de Antonio, pero sí la de sus dos hermanos nacidos también en Quito. Siendo Antonio el segundo de entre estos tres últimos, se deduce que nació en 1734 ó 35, pues su nombre consta como teniendo «7 a ños de edad y ser grueso, blanco y rubio», en el Registro de Pasajeros de Cádiz a Panamá en el viaje de regreso a América de sus padres, cuando don Dionisio fue promovido en Madrid a Presidente y Comandante General de Tierra Firme. Ese Registro era la cédula de identificación en su época.

El lugar, mas no la fecha exacta de su nacimiento, sólo se confirmó de modo fehaciente con la publicación, en 1921, del dato autobiográfico que hállase a la cabeza de su hasta ahora inédito Diccionario de Autores.

En 1944, Isaac J. Barrera, en su importante Historia de nuestra Literatura, consagró un extenso capítulo   —535→   a Antonio de Alcedo, puesto al día mediante los extractos publicados ya de esa primera fuente.

El recuento de estos antecedentes, hecho en este año por nuestro documentado historiador y benemérito bibliófilo don Roberto Páez, le indujo a asumir el abnegado trabajo de traducir un estudio del profesor José de Onís, publicado en The Hispanic American Historial Review y referente a los inéditos de Antonio de Alcedo.

«Así las cosas -dice el señor Páez- me ha parecido no debía ser ignorada, esta monografía, del más grande interés, por las personas que en el Ecuador se preocupan con el conocimiento y difusión de los verdaderos valores de la patria».

Menciona el señor Páez en su Introducción que, en 1921.... el suscrito «publicó por vez primera, una reseña por demás interesante sobre el ejemplar autógrafo e inédito, de Alcedo, encontrado por él en la Biblioteca Nacional de París».

A su vez don José de Onís se expresa al respecto, en la traducción del señor Páez: «E1 crítico ecuatoriano Gonzalo Zaldumbide, examinó en París, en 1920, el Diccionario inédito de Alcedo, dándonos de él una excelente descripción... Zaldumbide opinaba que este primer manuscrito era ológrafo. El expediente, con partes en blanco, como libro de apuntes para ser llenadas si se obtenía alguna información, hubiera tenido explicación difícil si se lo supusiese obra de un reciente copista. Luego Zaldumbide nos dice que la letra de las partes interlineadas y de las correcciones marginadas es la misma del texto».

Con mucho conocimiento y razón, el profesor Onís aclara y confirma que ese ológrafo, de 1791, «puede considerarse difícilmente como manuscrito completo.», (es claro) «debiendo mirarse más bien como fecha intermedia en proceso de su composición».

Y prueba que, el manuscrito que perteneció al célebre librero Rich, y que ahora se halla en la Public   —536→   Library of New York, siendo de 1809, es el que puede tomarse por definitivo pues lleva las adiciones que Alcedo esperaba obtener para llenar los blancos que había dejado a este efecto en el ejemplar anterior: en los 18 años que median del primero a este segundo los obtuvo sin duda muy abundantes.

Este segundo manuscrito, pasó a ser propiedad de Lenox, conjuntamente con los 142 volúmenes de la famosa Colección Rich. Lenox la donó íntegra a la dicha Biblioteca Pública de New York.

El Profesor Onís habla de otras dos copias de este Diccionario de Alcedo, todavía inédito, a pesar de existir, por lo visto, cuatro originales: «Al parecer, dice Onís, las dos primeras, de 1791 y 1807, son ológrafas».

El manuscrito de Kingsborough, que ahora se halla en la Colección John Carter Brown, es con toda probabilidad copia del primer borrador (el de París). «El manuscrito Sparks, que se halla en la Biblioteca Cornell, fue tomado del segundo, o sea copia del de Rich».

«Este ejemplar del gran trabajo de Alcedo, manuscrito que no ha sido superado, por ninguna publicación posterior, es en sí mismo -concluye Onís- un mundo completo del pensamiento y conocimiento de América, algo que, con todo derecho, podemos llamar una Biblioteca Americana».



Más de una vez se ha anunciado en Norteamérica una edición de este Diccionario. Bien puede ser que salga alguna. La más deseable sería la del manuscrito más completo, el del gran bibliógrafo Obadrah L. Rich, y es la más probable: un día u otro se hará.

Antiguo y comprensible empeño es el manifestado por Roberto Páez: debiera publicarse en Quito esa obra de un quiteño ilustre, hijo del vigésimo Presidente de la Real Audiencia de Quito, a quien tantas y tan memorables edificaciones se le deben, en nuestra vieja capital, como son la reconstrucción del Palacio   —537→   de la Audiencia, deteriorado por el terremoto de 1704, el famoso Arco de Santo Domingo, el Arco de la Reina, el puente que unía desde los tiempos de la fundación de la ciudad el barrio de San Francisco al de la Merced, derruido por aquel sismo, sobre la profunda quebrada hasta ahora no completamente rellenada, y tantas obras importantes en el aspecto urbano, sanitario y económico de su fecunda administración.

Fue un gran gobernante ese don Dionisio. Su hijo Antonio heredó de él esa vocación americana de la cual su padre dejó, en varias partes, muestras, con sus Memoriales, Descripciones, Avisos y más producciones como consta de las enumeradas por su hijo, y se ve en el extracto bibliográfico que va en el Apéndice a este estudio.

Sin duda, el propio don Antonio se aprovechó en gran parte, para su Diccionario Geográfico, publicado en cinco tomos, de los materiales acumulados por su padre en su larga carrera administrativa y acaso más particularmente en esta Historia del Reino de perra Firme y ciudad de Panamá, con la cronología de los Presidentes y Capitanes Generales que ha tenido desde el año 1519 en que se fundó. Manuscrito en 4.º con Láminas según reza el título que le da, como autor, don Antonio, en su dato autobiográfico. Obra copiosa probablemente y también inédita, de paradero desconocido.

No es temerario suponer que tal obra sea más bien producto, en gran parte directo, de la actividad de su padre en su gobierno de Tierra Firme, similar a la que desplegó en otros cargos y que su prolífica pluma recogió como suma y compendio de sus experiencias. Bien es verdad que su hijo Antonio se crió en Panamá desde sus ocho años de edad hasta sus dieciséis, pues llegó con su padre en 1742 y «permaneció allí hasta 1750» en que «volvió segunda vez a Madrid y entró a servir de Cadete en el Regimiento de Reales Guardias españolas» el año de 1752, habiéndole hecho el Rey «la gracia dispensándole la menor edad   —538→   y la ausencia», como se lee de su propia mano... En los ocho años que van de la adolescencia a la pubertad, pudo el despierto chico Antonio impregnarse de recuerdos, mas no de la idea de hacer posteriormente un libro de historia local.

Claro que pudo escribirlo más tarde recopilando lecturas añadibles a las que le enseñó en primer término su padre.

Pero el arsenal que su padre tenía y no utilizó por entero, sobraba sin duda en casa y del sobrante heredó el hijo y lo aprovechó, tal vez, y acaso menos bien que solía hacerlo su padre, que no fue hombre de letras sino de acción pero como tal conocía más a fondo la realidad de estos países en gestación de nacionalidad y en vía de organizarse.

En todo caso, el que se prolongue la ineditez de esta Historia de Tierrafirme de Antonio, hijo y continuador de su padre, nos apena menos que la tardanza en editarse su Diccionario de Autores, obra que, como lo asegura el profesor Onís, «es un mundo completo del pensamiento y del conocimiento de América».

En cuanto al estilo de ambos Alcedos, en ninguno de ellos es el de un escritor de raza o producto de cultivo profesional de la literatura.

El idioma, de entrambos es el hablado. Escriben como hablan y a menudo parece dictado a un escribiente, aunque lo escribiesen ellos mismos. Parece el dictado a un tercero que no se percata de donde termina una frase y comienza otra o pasa a período distinto. Falta la puntuación que aclare con comas oportunas o punto seguido o aparte. La ilación, si la hay, corre como agua sin otro canal que la primera pendiente.

El Diccionario, sobre todo, por su índole misma de compendio, es una sucesión de datos no jerarquizados utilísima cantera de materiales sin labrar, de la cual el historiador o el erudito vendrán a tomarlos para labra sistemática, ajustada a un propósito fijo.

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En Antonio la elocución es más fluente y tersa que en don Dionisio, cuando uno y otro exponen un razonamiento o un suceso, en discurso seguido y coherente, como puede verse por ejemplo en el Prólogo que hemos recogido de muestra en esta Selección.

Basta leer los títulos -demasiado explicativos para no resultar algo confusos- con que don Dionisio quiere dar idea de todo el contenido de sus Memoriales o Descripciones o Avisos.

Otro tanto, si bien más sobriamente, hace su hijo. Pero entre los dos, más escritor si cabe, es el segundo. Sin que esto quite a sus informaciones valor de testimonio o documento de época.

Los conquistadores, si sabían escribir -y el no saberlo no era en aquellos felices tiempos caso de menos valer- escribían como hablaban. Si no sabían escribir tenían forzosamente que dictar, pero en uno u otro caso el acento viril, rudo o bronco, daba a sus palabras el instintivo relieve de requisitorio o defensa, áspero y desgreñado como el matorral de dificultades en que se debatían.- Lengua de soldados. La de Bernal Díaz hace del suyo un estilo en grande, de más relieve que el de un Valdivia o un Benalcázar.

No existiendo impreso el texto, ni a la mano el manuscrito inédito, sólo podemos hablar, aquí, objetivamente, del Diccionario Geográfico e Histórico, en cinco tomos.

Fue obra de éxito inmediato para la curiosidad de saber de América, así en Europa como en la América misma.

Felizmente circularon varios ejemplares antes que la Corona Española ordenase recogerlos y archivarlos o quemarlos. ¿Cuál el motivo de esa medida inquisitorial?

Pues uno muy sencillo, el más expeditivo, en esos tiempos: el celo monopolizador de toda Conquista, equivalente al brevete o patente de invención que se   —540→   da ahora a los inventores para usufructo y explotación de sus inventos. La inventora, en el sentido etimológico, de las riquezas subyacentes en el suelo americano, era España. La codicia extranjera, en particular la inglesa, había proclamado la libertad de comercio, pretexto a acaparamiento bajo la enseña de competición no desleal, pero excluyente, en este caso, del competidor que arriesgó el aporte inicial del descubrimiento a costa de sangre, guerras, privaciones y esfuerzo agotador.

Obró, simplemente, el natural egoísmo de aquel a quien más costó el primer esfuerzo y podía menos bien mantenerlo, a causa del propio desgaste. Así España defendía, creyéndolo exclusivamente suya de buena fe, el filón que tentaba a los demás. No pudiendo mantener en monopolio su primer triunfo, si lo exponía a menoscabo al aceptar la lucha mercantil abierta y libre, quería sustraer a la tentación ajena sus fuentes de Juventa, que bien las necesita ella, más que los otros. El inventario de posibilidades que enumeraba y describía ese Diccionario Geográfico, las ponía al alcance de los más hábiles. Y el interés por conocerlas y optar por alguna era tan evidente, que, sin tardar, desde 1812, apareció el traductor inglés apresurándose a divulgar su noticia en el nido mismo de la antigua piratería. E hizo bien Mr. Thompson, a cuyo cargo corría la traducción inglesa, en apresurarse, pues según lo cuenta el profesor Onís, «en 1815, después de muchas búsquedas encontró un escasísimo número de ejemplares, que no pasaban de 5 o 6 en el Reino Unido», y que, «más tarde las tentativas de su parte para conseguir alguno en el Continente fueron infructuosas, aún realizadas bajo auspicios oficiales y con gasto ilimitado».

Sin duda, lo imputaban al oscurantismo español; pero el traductor bien sabía, por la naturaleza misma del interés que a él le guiaba, que no era sino táctica defensiva, la de España, inútil por cierto, pues a este efecto habría España tenido que retirar de la circulación a todos los Cronistas de Indias.

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A España no le importaba que éstos le dijesen verdades que le sabían a rejalgar, pues el hábito de la confesión de pecados le era espontáneo, y tan connatural, que aplaudía aún al P. Las Casas.

Además del interés de entrar en América a mercar y subastar, a Inglaterra le movía una rivalidad de otro orden, la de prestigio imperial; y así, con qué fruición amparó y prosperó la divulgación, por ejemplo, de las Noticias Secretas de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que en inglés tenían otro sabor que el salubre y tonificante de amonestación y consejo a sus Reyes. Lo que Inglaterra se proponía con esa divulgación de las Noticias Secretas era más bien sacarles todo el tóxico de diatriba que podían contener en su sinceridad y verdad.- La Leyenda Negra no era de negra intención en su amarga fuente, sino en la intención de los adversarios que la explotaban. Era acto de enmienda, en su origen y finalidad.

La traducción inglesa del Diccionario Geográfico, es de más cuerpo y sustancia que el texto español deficiente en datos. Lleva mayor y más segura información, mejor comprobada en cuanto a exactitud y técnica comercial. Es por otro lado la única que se propagaba mientras la edición española se sumía en recelosa reserva.

Las razones de tan precavida como inútil reserva, fueron, pues, bien burladas por la traducción inglesa; y por la ya incontenible libertad de los mares, el contrabando y el vuelo de la industria ajena. América con ello se benefició por un lado más que se perjudicó por otro.

Desde antes, como lo vieron Humboldt y Caldas cuando llegaron a Quito, en 1800, era notorio el hecho del «adelanto cultural de esta Provincia». El sabia Callos «no acababa de admirar -como lo reconoce Barrera, quien multiplica ejemplos de ese adelanto- cómo pudo venir a Quito tanto libro bueno».

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De ahí la conocida exclamación del malhumorado granadino: «apenas hay particular que no los tenga y libros que no los pude ver en Santa Fe los he encontrado aquí». Lo cual no deja de ser grato aún ahora recordar ya que todavía persiste la creencia de que aprendimos a leer tan sólo gracias a la independencia y solamente desde ella.

Barrera, refiriéndose al extracto publicado en 1921 del Catálogo de Autores, dice: «debe ser obra de inapreciable utilidad, porque induce a creer que constituirá la más copiosa agrupación de los autores que hasta ese tiempo habían escrito sobre América». Inducción bien fundada, porque si Velasco nos proporcionó por su lado la lista de libros por él conocidos, era natural suponer que Alcedo, encontrando en la Academia de Historia de Madrid -de la cual fue nombrado miembro en 1787- el manuscrito por entonces todavía inédito de nuestro primer historiador, tomase nota de los que acaso él no tenía aún catalogados por su propia cuenta. Barrera invita «a cualquier curioso lector» a la comparación entre los dos acervos revisados por uno y otro a fines del siglo XVIII. Desgraciadamente, todavía no es dable proceder a tal cotejo, pues el de Alcedo continúa inédito, y la nomenclatura de autores trasladados al extracto en referencia se limitó a los que por una u otra circunstancia tuvieron relación de oriundez o de paso, que los ligase al conocimiento, recuerdo o interés de nuestro territorio en particular.

La lista de Velasco trae autores que en gran parte están en Alcedo, y otros que no, en el extracto. Pero el hecho de que no consten de ese breve extracto, no quiere decir que no figuran en las 459 páginas   —543→   de los dos tomos manuscritos. Mal puede el suscrito recordar todos los nombres insertos en el original. Sólo puede certificar su impresión de la importancia, por lo menos cuantitativa, del vasto inventario de Alcedo, muchísimo más vasto que el ya abundante anotado por Velasco. Son uno y otro concordantes en lo relativo a Historia antigua, moderna y natural de América, ramo de Velasco; pero el de Alcedo abarca campos no delimitados por una especialidad.

Sin duda Alcedo en su Gobierno de la Coruña no tenía grandes facilidades para investigación bibliográfica personal. Así del propio Velasco, no conoció la otra Historia, la de la Compañía de Jesús y sus Provincias, no depositada en la Academia. Di con ésta en el convento de Jesuitas en Madrid, mas no publiqué de ella sino el Índice. De Villarroel no cita sino el Gobierno Eclesiástico Pacífico y un Memorial al Virrey Toledo, que debe ser interesantísimo, «sobre las costumbres que tienen los indios del Perú y de Nueva España y de cómo se podrían mejor gobernar». Menciona también una Carta al Rey dirigida por Villarroel en 1540 desde Chile, pidiendo el envío de mayor número de sujetos ilustrados. Sorprende que no mencione el nombre de nuestro mayor poeta del siglo XVIII, el Padre Juan B. de Aguirre.

El siglo XVIII fue el de las luces, para América, sin desconocer las del XVII y aún del XVI. Sobre el fondo más o menos uniforme de una cultura de trasplante a nuestro suelo, más o menos asimilada por innumerables criollos y por algunos mestizos de dotes singulares, iba cuajando cierto espíritu homogéneo. Cultura no inconexa y derramada, coherente, no sujeta al choque diario y heróclito de novedades contradictorias en el aluvión libresco que nos sofoca pero nos arrastra. Esos tiempos imprimieron todo un estilo de vida, el pintado por Madariaga en su magnífico fresco mural del Cuadro Histórico de las Indias Occidentales.

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Padre e hijo, los dos Alcedos tuvieron carrera brillante, así en América y España el uno, como en España el segundo. En España, don Dionisio (léase en el Apéndice su abundante bibliografía y su biografía, resumida en breves pero numerosos rasgos por su hijo), era «mirado como el oráculo de la América, consultándole el Rey y el Consejo de Indias cuantos asuntos arduos ocurrían». Al final de su feliz administración de Presidente de la Audiencia de Quito , parece haber cometido intemperancias de español soberbio y despectivo, por rivalidad con el notable sujeto criollo que fue luego un excelente servidor de la Corona y de la Audiencia en este Reino. El Rey fue severa con su propio «oráculo» don Dionisio, y le impuso, de sanción, cuantiosa multa, por sus intrigas contra Araujo del Río que se comprobaron calumniosas. Pero luego rehabilitó el mismo Rey a tan experto administrador, como había sido don Dionisio, promoviéndole al Gobierno de Tierrafirme. Murió en Madrid «pobre y desengañado a la edad de 85».

Antonio no tuvo tropiezos. Alférez de su Regimiento en 1760, «continuó su mérito hallándose de Primer Teniente de Granaderos en el dilatado bloqueo y sitio de Gibraltar», donde ascendió a Capitán. Coronel en 1784, se distinguió por sus estudios, publicando su Diccionario Geográfico de 1786 a 1788.

En 1787, fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia. Casó en Madrid con dama de linaje, camarista en el séquito del Serenísima Infante; y en 1792 lo nombró el Rey Gobernador Político y Militar de Alciza en el reino de Valencia. Promovido a Mariscal de Campo, fue Gobernador de la Plaza de la Coruña desde 1802 hasta su muerte acaecida en 1812.

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Trabajó en su Diccionario de Autores, continuación y complemento del Geográfico e Histórico en sus largos últimos años, sin llegar a publicarlo. La misma interdicción, que hemos aclarado, de su obra mayor el Diccionario Geográfico no fue óbice a su carrera; fue sin duda lo contrario. No es seguro que Alcedo «tuviese enemigos» -como lo cree Onís- para explicar la no circulación del Diccionario Geográfico y a la vez la «no publicación» de su Diccionario de Autores, obra que Alcedo deseaba tanto ver editada en vida.

No fue, lo hemos visto, que se hubiese «condenado», y castigado, el primer Diccionario; en cuanto a la publicación frustrada del segundo, la relaciona Onis con la «caldeada polémica» que obligó al historiador oficial de España, Juan Bautista Muñoz, a suspender la publicación de su Historia del Nuevo Mundo. «No deja duda que allí había algo tocante a nuestro asunto» (el inédito de Alcedo), afirma Onís en conclusión. Más valederas parecen sus otras razones: lo costoso y difícil de una, edición en esos tiempos de angustias por la invasión napoleónica. Para la edición de su obra anterior, el Diccionario Geográfico, hubo de buscar previamente suscriptores. Le acudieron en gran número. Fue saliendo a luz por entregas. Espera larga y contingente la de hallar abonados. No la pudo intentar de nuevo Alcedo para su otro libro, en época revuelta y al final de su carrera.

La Revolución Francesa «le sorprendió a Alcedo en la frontera». Presidió la Junta de la Coruña contra Napoleón, en 1808, y la plaza cayó en manos del Mariscal Soult en 1809.

Murió nuestro ilustre quiteño -en 1812, de 77 años, en su Gobierno de la Coruña.



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ArribaAbajoNota puesta, por el autor de este estudio, en 1920, al primer extracto del «Diccionario de autores»
Publicado en el Boletín de la Academia de Historia, (Quito, Volumen II, N.os 3-4, 1921.)


En el prólogo de su Diccionario Geográfico, don Antonio de Alcedo ofreció publicar luego, como último tomo, complemento a los cinco de su obra célebre, un diccionario bibliográfico o Biblioteca de autores que había ido componiendo, según el método de don Nicolás Antonio al propio paso que su grande obra. Pareciéndole adecuada para formar un volumen aparte, decidió darlo por separado: mas no llegó a publicarlo. Quedáse inédito hasta hoy.

Existen, al parecer, cuatro copias manuscritas, algo ignoradas o apenas citadas por bibliógrafos ingleses o norteamericanos. El ejemplar que reposa en la Bibliotheque Nationale parece ser el original y primero, nítidamente sacado en limpio por el propio autor cuando su trabajo estaba ya casi terminado, -si algún día podía estarlo un diccionario de esta índole- pero cuando todavía aguardaba Alcedo uno que otro dato con qué llenar los blancos que iba dejando a este efecto. Nombres hay así, seguidos de escasa, o ninguna, indicación biográfica   —548→   o bibliográfica, para los cuales reservaba un espacio más o menos grande, según que esperaba saber poco o mucho acerca del autor nombrado. Asimismo ha dejado en blanco ocho páginas para un prólogo que acaso no llegó a escribir. Donde no ha dejado blancos y ha tenido algo que añadir, ha intercalado papeletas sueltas.

De ser este ejemplar obra de un copista posterior, no se explicarían bien estos arbitrios. Además, la letra de las enmiendas y añadiduras entre renglones o al margen, es la misma que la del texto, el cual ha ido sobrecargándose a medida que pasaba el tiempo y hasta última hora sin duda, como se echa de ver por los diversos tonos de la tinta, por el temblor de los rasgos, trazo en partes de una mano anciana. Alcedo continuó tal vez este trabajo lento y paulatino en su gobierno de la Coruña y en su retiro, hasta la edad avanzada de 77 años en que murió. (1812)

Este ejemplar, que reputo por autógrafo, ¿es el tenido por original, que perteneció al librero Rich, erudito inglés, autor de una bibliografía americana del siglo XVIII? Vino a parar en la Nationale, con el título de Bibliotheca Americana, Catálogo de los autores que han escrito de la América en diferentes idiomas... etc., (P. Angrand. mss. 6 - 7, dos tomos) como legado de Angrand junto con su colección.

Por excepción, o por error inadvertido, este manuscrito no se halla en la sección de manuscritos, y está catalogado únicamente en el Inventaire des livres et documents del mismo fondo Angrand (8.º Q., 1284.)

Del precioso inédito he extractado, para el Boletín de la Academia, siquiera lo concerniente a autores que, por haber escrito algo relacionado con el antiguo Reino y Presidencia de Quito, o por haber nacido o simplemente pasado por ahí ejerciendo algún cargo o misión, o por cualquier otro motivo, interesan al Ecuador de algún modo particular. Entre ellos, se verán en primer término los nombres de los dos Alcedo, padre e hijo. Noticias de éste y de su obra principal, la de Geografía, algo detalladas,   —549→   pueden verse en un artículo de Barros Arana, en la antigua Revista de Buenos Aires, página 128, (Bibliotheque Nationale.) A pesar, según se colige de su estudio, de no haber tenido en sus manos ninguna copia de este inédito, el erudito chileno lo aprecia mucho y se lamenta de que no haya visto aún la luz.

Ya que no íntegramente (los dos volúmenes son cuantiosos), que aparezca aquí por lo menos este extracto incompleto y parcial. El hijo de uno de los más ilustres

Presidentes de la antigua Quito, y continuador de su padre que escribió, a su vez, y publicó tantas monografías e informes sobre regiones y asuntos americanos de sus diversos gobiernos, el quiteño Antonio de Alcedo nos pertenece por más de un título.

Gonzalo Zaldumbide

París 1920

Han pasado 38 años y este diccionario sigue inédito.

G. Z.

Quito, 1958



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AÑO MDCCXCI

Bibliotheque Nationale. - Manuscrits de la Collection Angrand. Mss. Angrand 6 - 7 ( 2 vo. 1791, 230 mm. por 171 mm. T. 1.º 280 pp. II, 279. )

(Ocho páginas dejadas en blanco para la «Dedicatoria», siete para el «Prólogo»; media página para «Notas».)

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Alcedo y Herrera, don Dionisio de: Nació en Madrid el año de 1690. Pasó a la América el de 1706 siendo muy joven con el Virrey del Perú, Marqués de Casteldosrius, a quien no pudo seguir en su viaje a Lima, por quedar enfermo en Cartagena, y arrepentido de haber pasado a la América, se volvió a embarcar en los mismos galeones del cargo del Marqués de Brenes, para volver a España, pero a poco tiempo de su salida de aquel puerto, fueron atacados por una escuadra inglesa al mando del Almirante Carlos Wager, que se apoderó de gran parte del tesoro y del gobierno del navío en que iba el autor, quien quedó prisionero con dos heridas y fue conducido a Jamaica. A los pocos días lo condujeron por Cange a Cartagena y determinó pasar allí, por tierra, al Perú, en busca del Virrey; pero cuando llegó a Quito, supo que había muerto y que estaba llamado por la Audiencia de Lima el obispo de aquella ciudad, don Diego Ladrón de Guevara; como nombrado por el Rey, en pliego secreto para el caso de vacante. Con esta noticia se presentó al Obispo, que admirado de su talento e instrucción, en tan poca edad, le nombró su secretario y poco después por uno de los cuatro ordenadores del Tribunal de Cuentas, que renunció el año de 1710, para volver a España acompañando al Obispo Virrey, que había sido separado del empleo, y quedándose en México por sus achaques y avanzada edad, envió a la Corte a don Dionisio, para vindicar su conducta en el Consejo de Indias; y habiéndose detenido en La Habana, por falta de ocasión, supo   —557→   cuando llegó a Cádiz, que había muerto el Obispo, pero siguió su comisión desempeñando la confianza, de modo que el Consejo absolvió al Virrey, en la residencia, de los cargos que se le habían hecho y el Rey premió al apoderado con el gobierno de la provincia de Canta, con facultad de poderlo beneficiar si no lo servía, como lo ejecutó por haber sido electo Diputado General a la corte, por nombramiento del Virrey, de la Audiencia, y al Consulado del Comercio, a cuyo desempeño volvió a España el año de 1724 y asistió como Ministro con voto a una junta nombrada por Su Majestad de dos Ministros, del Consejo de Castilla, dos del de Indias y dos del de Hacienda, presidida por el Secretario del despacho universal, don José Patiño, para tratar y arreglar varios asuntos importantes de la América, y en ella desempeñó con tanto aplauso los objetos de su comisión, que le dio el Rey, en premio, la Presidencia de Quito y la Comandancia General de aquel Reino, habiéndole conferido antes la encomienda de Fradel, en la orden de Santiago, por el valor con que defendió de un pirata inglés, que lo atacó en la sonda de Campeche, un cajón de alhajas de gran valor, que le había entregado el Virrey para la Reina nuestra señora. Después de concluir el tiempo de la Presidencia, volvió tercera vez a Madrid, donde le miraron como el oráculo de la América, consultándole el Rey y el Consejo de Indias, cuántos asuntos arduos ocurrían, hasta el año de 1742, que se le confirió la Presidencia de Panamá y Comandancia General del importante reino de Tierrafirme, amenazado por los ingleses, mereciendo en el oficio con que se le avisó la expresión de que le nombraba Su Majestad en las críticas circunstancias de la Guerra, porque ninguno como él podía defender aquel reino, ni cortar el comercio ilícito, fomentado por la flojedad y connivencia de los Ministros. Luego que tomó posesión de aquellos empleos, se dedicó a poner la plaza en estado de defensa, proveyéndola de artillería, tropas, víveres y municiones, dando al mismo tiempo las más activas y eficaces providencias para extinguir el contrabando; destruyó una compañía de 234 hombres sublevados en la provincia de Nata, que auxiliados y armados por los ingleses,   —558→   habían hecho armas contra las del Rey, que logró en esta acción más de quinientos mil pesos de beneficio en los efectos, artillería, casa fuerte y embarcaciones que se tomaron a los rebeldes; pero sentidos los oidores como interesados en aquel comercio y de que el Presidente no hubiese convenido en el indulto que propuso la Audiencia, lo capitularon y calumniaron con el Rey y declarándolo buen Ministro, fiel y celoso de sus reales intereses, privando de las plazas a los oidores y extinguiendo la Audiencia, fue a costa de más de quince años de trabajos, sin haber conseguido el premio de sus dilatados servicios recomendados por el Consejo de Indias y declarados por el Rey, cuyo desengaño le quitó la vida, en suma pobreza, después de tantos empleos y viajes a la América, en Madrid, el año de 1776, a la edad de 85 y se le enterró en la misma parroquia de San Sebastián, donde había sido bautizado.

Dejó escrito: Aviso Histórico, Político y Geográfico, con las noticias más particulares de la América Meridional en las Indias Occidentales en los Reinos del Perú, Tierrafirme, Chile y Nuevo Reino de Granada en la relación de 234 años desde su descubrimiento, por la cronología de los adelantos, gobernadores y virreyes de unos y otros Reinos. Y de lo obrado por las naciones extranjeras en los puertos y costas de los mares del norte y del sur. Dedicado al señor don Felipe V. Madrid año de 1740. 4.º

Compendio histórico de la provincia, partidos, ciudades, astillero, ríos y puerto de Guayaquil en las costas de la Mar del Sur. Dedicado al Rey nuestro señor en su Real y Supremo Consejo de las Indias: con licencia en Madrid por Manuel Fernández, impresor de la reverenda Cámara Apostólica, frente de la Puerta Cerrada año de 1741. 4.º

Memorial Informativo que pusieron en las reales manos del Rey nuestro señor que Dios guarde el Tribunal del Consulado de los Reyes y la Junta General del Comercio de las Provincias del Perú, sobre diferentes puntos tocantes al estado de la real hacienda y del comercio. Justificando las causas de su decaimiento, y pidiendo todas   —559→   las providencias que convienen para restablecer en su mayor aumento el real patrimonio, y en su antigua comunicación y prosperidad los comercios de España y de las Indias. Madrid año de 1723. fol.

Justificación de los asientos de Avería, Almojarifasgos y Alcabalas en satisfacción de las respuestas de los fiscales del Real Consejo de las Indias y de la Audiencia de Lima; representando a Su Majestad en el tribunal de la Junta que mandó formar para el examen y determinación de los negocios que constan del memorial informativo que presentaron el Tribunal del Consulado y la Junta General del Comercio del Perú, compuesta del ilustrísimo señor don Joseph Patiño, Comendador de Alcuezda en la orden de Alcántara, del Consejo de Su Majestad y su Presidente en el Real de Real Hacienda, superintendente general y secretario del despacho universal de esta negociación y de las Indias y marina; de los señores don Joseph de Castro Araujo y don Rodrigo Zepeda, caballero de la orden de Santo, Consejeros del Real y Supremo de Castilla y don Juan Joseph Motilva y Andueza, y don Joseph de Laisequilla del Real de las Indias, siendo secretario de ella don Juan de Legarra, oficial mayor de la Secretaría del despacho universal de marina e Indias y haciendo oficio de Relator don Joseph Cornejo, agente fiscal del Consejo de Indias; concurriendo en ella de orden de Su Majestad don Dionisio de Alcedo y Herrera, Diputado General del mismo Consulado y comercio del Perú. Madrid, año de 1726. fol.

Descripción General Geográfico-Hidrográfica y Relación Histórica y Geográfica de la Provincia de Santiago de Veragua, Panamá, con las adyacentes de Portovelo y Natá y la del Darién, que son las tres que componen el Reino de Tierrafirme, ofrecida y dedicada al Rey nuestro señor en manos del excelentísimo señor Bailío de la orden de San Juan; don fray Julián de Arriega y Rivero teniente general de las Reales Armadas Navales de Su Majestad y su secretario de Estado y del Despacho Universal de las Negociaciones de Indias y Marina. Ms. fol.

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Descripción hidrográfica y geográfica del distrito de la Real Audiencia de Quito y de las provincias, gobiernos y corregimientos que se comprenden en su jurisdicción y las ciudades, villas y asientos que ocupan sus distritos; los caminos que conducen a sus situaciones; las distancias, montes, volcanes, valles y ríos que median de unos a otros; los climas, temperamentos, tierras, minas, frutos; comercio y trato de unas provincias con otras de dentro y fuera del Reino; los derechos que contribuyen a la real hacienda, y las consignaciones de que pagan sus tributos. Ms. fol.

Descripción de los tiempos de España en el presente siglo XVIII. Memorias del glorioso reinado del señor don Felipe V que goce de Dios; su continuación en el del señor don Carlos III el feliz, que nos prospere y guarde luz a la defensa de los dominios de Su Majestad en las Indias Occidentales. Relación del estado de los comercios. Decaimiento de los de España por los abusos, vicios e introducciones de los extranjeros y particularmente por los ingleses, en contravención a los más firmes y solemnes tratados, y sin diferencia ni distinción de los tiempos de la paz y de la guerra; y aviso a la conservación y aumento de los intereses de la monarquía en la Europa y en la América. Dedicada a Su Majestad por mano del excelentísimo señor Marqués de San Juan de Piedras Albas, grande de España de primera clase, Caballero de la orden de San General, gentilhombre de la Cámara de Su Majestad en su Consejo de Estado, y Presidente en el Real y Supremo de Indias, escrita con ocasión de estarse tratando en congreso, la negociación de poner sobre un pie igualmente ventajoso los comercios de los súbditos de las tres potencias de Versalles, Londres y Madrid. Año de 1763. Ms. fol.

Comentario anual geográfico e histórico de las guerras del presente siglo en la Europa y las Américas. Tratados de paz en los congresos de Utrech, el año de 1714; de Aquisgrán, el de 1748 y en el de Versalles, el de 1763. Y diferencia de la práctica de sus artículos y capítulos entre las Cortes de España y de Inglaterra con la religiosa,   —561→   política y puntual observancia de sus condiciones en la de Madrid y al contrario en la de Londres con la contravención de ellas a la sombra de los mismos contratos y en odio de los españoles. Ambición de sus posesiones y comercios, continuando siempre sus designios y hostilidades, en contravención de los mismos tratados, con ofensa de sus seguridades. Agravios, daños y perjuicios, de los derechos, estados e intereses de la monarquía española sin diferencia ni distinción de los tiempos de las paces con los de las guerras. Ms. fol.

Continuación del comentario anual histórico, político y geográfico y de la América Septentrional, distinguida con el nombre de Nueva España. Ms. fol.

Imagen Política, militar, histórica y geográfica. Descripción y relación de su gobierno en la Presidencia de la Real Audiencia de Panamá y Capitanía General del Reino de Tierrafirme, desde el día 8 de julio de 1743 en que tomó posesión hasta 24 de diciembre de 1749 en que fue separado. Ms. fol.

Proemio al registro hidrográfico de ambas Américas, septentrional y meridional por las costas de los dos mares, del Norte y del Sur. Ms. fol.

Proyecto para reedificar las fortificaciones de Portovelo y Chagre que destruyó el Almirante Wernon con motivo de haberle dado el Rey la Comandancia General del Reino de Tierrafirme, el año de 1742. Ms. fol.

Memorial y resumen legal y jurídico ajustado a los autos que se han seguido en el Real y Supremo Consejo de las Indias, entre doña Michaela de Ontañón, vecina de Quito, viuda de don Juan de Losaya, Caballero de la orden de Santiago, Presidente que fue de aquella Real Audiencia y don Dionisio de Alcedo y Herrera, Presidente de la misma Real Audiencia, Gobernador y Capitán General de aquella provincia, sobre la extracción y ocultación de un pliego que remitía don Juan de Goyoneche, tesorero de la serenísima señora Reina viuda doña Mariana de Neoburg, con una cuenta y 68 quilates de diamantes y un juego de gacetas para doña Juana Romo   —562→   de Córdova, vecina de aquella ciudad, ya difunta, y madre de la dicha doña Michaela. Madrid, en la Imprenta de Manuel Fernández año de 1740, fol.

Informe dado a Su Majestad de su real orden sobre las sólidas razones que hay para conservar la mina de azogue que hay en Guancabelica y se trataba de cegar. Madrid. 1724, Ms.

Presupuestos y consecuencias de la extinción de galeones para los puertos de Tierrafirme, y retardación de flotas para los de Nueva España y la continuación de registros sueltos de particulares en los tiempos de la paz como en los de la guerra. Ms. fol.

Arana Pedro de: Natural del Señorío de Vizcaya. Siguió la carrera de la milicia y pasó con uno de los conquistadores al Perú donde trabajó con valor y conducta y se hallaba establecido y con caudal en la ciudad de Lima, cuando sucedió el alboroto de la ciudad de Quito can motivo del establecimiento de las alcabalas el año de 1592, para cuya pacificación lo eligió el Virrey don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, por el crédito que tenía de juicio, talento y experiencia militar, y el suceso feliz de su jornada, y castigo de los rebeldes, acreditó el acierto de la elección. Vivía el año de 1598 en que escribió:

Carta escrita al Virrey del Perú en 20 de diciembre de 1598 de lo que sucedió yendo de su orden a Quito, y alboroto de aquella ciudad sobre las alcabalas con otras cartas de los Ministros de la Audiencia sobre que no llegase a la ciudad. Ms. orig. en la B. R.

Memoria de las cosas que se deben prevenir en el Perú para si otra vez vienen corsarios a él y a Chile. Ms. orig. en la B. R.

Brentano Carlos: De la Compañía de Jesús, de nacionalidad alemana y de una ilustre familia, tomó la sotana y después de concluídos   —563→   sus estudios, solicitó pasar a las misiones de América y lo consiguió con destino a la provincia de Quito el año de 1728. Entró a predicar a los indios del Marañón, donde trabajó por espacio de catorce años con fervoroso celo apostólico, descubriendo nuevas naciones de indios, que redujo a la fe, fundando varios pueblos. El crédito que había adquirido por su virtud, prudencia y literatura hizo que lo nombrasen superior de todas las misiones del Reino de Quito y el año de 1742, Provincial. Pasó a las cortes de Madrid y Roma de Procurador General y murió en esta ciudad el año de 1746 poco después de su llegada, dejando escrito: Historia General de las Misiones de la Compañía de Jesús en el Marañón, ilustrada con láminas en latín 1746. Ms. fol. 2 vol.

Betancur y Figueroa don Luis: Nació en la ciudad de los Remedios del Nuevo Reino de Granada. Hijo de Marcos Verde de Betancur y de doña Inés de Figueroa. Desde sus primeros años manifestó un talento sobresaliente y habiendo estudiado letras humanas, se dedicó a la carrera de la Iglesia y, ordenado sacerdote, entró en la Universidad de Santa Fe, donde graduado y consumado en la Teología y derechos Civil y Canónico, fue catedrático en ella y asombró en todo el Reino por su sabiduría y virtud, consultándole siempre en la materias más arduas. Pasó a España de Diputado de todas las Iglesias de Indias y dándose a conocer muy pronto en la corte, consultado para canónigo y chantre de la santa iglesia Catedral de Quito, que le dio Su Majestad después de haber escrito la obra que sigue, habiéndolo nombrado su consultor los santos tribunales de la Inquisición de Canarias y de Lima y en ésta obtuvo luego plaza de inquisidor y de allí fue electo obispo de Popayán que no quiso aceptar. Murió en Lima el año de 1655.

Decreto de las iglesias metropolitanas y catedrales de las Indias, sobre que sus prelacías sean proveídas en sus capitales y naturales de ellas. Madrid 1637 4.º; idem 1789   —564→   en el semanario erudito tom. 22 en la imprenta Blas Román 4.º.

Información sobre que los naturales de Indias prefieren a los castellanos en oficios y prebendas. Madrid 1634 fol.

Epítome de las crónicas de las doce provincias del Perú de la orden de Menores. Lima 1651 fol., para Jorge López de Herrera.

Monarquía de Lima. Ms. fol.

Teatro de la Santa Iglesia Metropolitana de Lima, escrita por orden de su ilustrísimo arzobispo, don Pedro de Villagómez, para remitirlo al Consejo de Indias el año de 1650. Ms. fol.

Calancha fray Antonio de la: Nació en la ciudad de la Plata del reino del Perú. Tomó siendo joven el hábito de religioso de la orden de San Agustín calzado, y se dedicó al estudio de la Teología y Sagrada Escritura, con grande aprovechamiento y crédito. Fue catedrático de Teología en Lima, de loas, que leyó con aplauso y se graduó de maestro. Escribió. Murió en Lima, el año de 1654.

Crónica moralizada de la orden de San Agustín en el Perú, con sucesos ejemplares vistos en esta monarquía dedicada a Nuestra Señora de Gracia, singular Patrona y abogada de la dicha orden. Divídese este primer tomo en cuatro libros, lleva tabla de capítulos y lugares de la Sagrada Escritura. Con licencia, en Barcelona por Pedro de la Caballería en la Librería y a su costa. 1639, fol.

Informe leído al Virrey del Perú sobre los castores que se cazan desde el Callao a Chile, manifestando que son los verdaderos y venta que puede sacar de ellos Su Majestad. Lima 1642, fol.

Historia de los santos de Nuestra Señora de Copacabana y del Prado. Lima, 1655, fol.

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Vida de la Sierva de Dios Catalina de Arroyo, natural de Lima. Monja donada en el Monasterio de Descalzas del señor Patriarca San José que, despreciando su nobleza, resplandeció en virtudes. Lima...

Calixto fray Antonio José: De la orden de San Francisco, Predicador General. Lector de primera de Teología en el convento máximo de San Pablo de Quito y definidor de su provincia. Nació en la ciudad de Lima, capital del Perú. En aquella ciudad vive con grande estimación y crédito de hombre literato, por una razón, y por su virtud y buenas prendas, ha merecido los empleos y distinciones con que lo ha condecorado su religión en Quito. Escribió:

Sermón que predicó en la Iglesia Catedral de la ciudad de Quito, el 5 de agosto de 1783, en la suntuosa y nueva fiesta que se celebró a la Reina de los Cielos María Santísima de Guadalupe, con el Título de Guápulo, a devoción del muy ilustre señor don José García de León y Pizarro, Caballero de la real y distinguida orden española de Carlos III, del Consejo de Su Majestad, del Real y Supremo Consejo de Indias, su secretario de estado y del despacho universal de las Indias, gobernador de su Real y Supremo Consejo y Superintendente General del cobro y distribución de la real hacienda en ella. Con licencia, impreso en Quito por Raimundo Salazar año de 1783. 4.º.

Carvajal y Saude Juan de: Presidente de la Real Audiencia. Caballero de la Orden de Calatrava, colegial en Cuenca. Pasó a la América de Visitador de las Audiencias de Lima y de la Plata. Fue presidente de las Cancillerías de Valladolid y Granada; ocupaba aquel empleo el año de 1633 con tan acreditada opinión de integridad y literatura, que le consultaban los virreyes los asuntos más   —566→   graves, sujetándose a su decisión. No hemos hallado en autor alguno de Indias, más noticia de este ilustre jurisconsulto y no sabemos si se restituyó a España o murió allí o en otro destino de la América.

Respuesta al Conde de Chinchón, Virrey del Perú, sobre que no se les fíe el azogue a los azogueros; impreso en el Gasophilacio de Escalona.

Castellanos Juan de: Natural de la ciudad de Tunja, en el Nuevo Reino de Granada y cura en ella desde sus primeros años. Se dedicó a los estudios para seguir la carrera de la iglesia y ordenado de sacerdote fue de una vida ejemplar y costumbres muy cristianas. Tuvo inclinación y facilidad para la poesía y al mismo tiempo afán de averiguar la historia de la conquista de América. Murió de muy avanzada edad.

Primera parte de las Elegías de varones ilustres de Indias, con privilegio en Madrid, en casa de la viuda de Alonso Gómez, impresor de Su Majestad. 1589, 4.º

Centellas Luis Vicente: De la Compañía de Jesús. Natural de la ciudad de Valencia. Habiendo hecho sus estudios con aprovechamiento y profesado, solicitó pasar a las misiones de América. Destinado al Colegio de Popayán, tuvo orden de pasar al de Quito a ocupar la cátedra de vísperas en Teología, el año de 1659; pero, instando siempre emplearse en la conversión de los indios, lo consiguió en el Marañón, trabajando con tanto celo y fatiga, que tuvo que retirarse a Quito, enfermo y todo llagado y, no permitiéndolo los superiores, lo nombraron Procurador General a las Cortes de Madrid y Roma y murió en el Colegio Imperial en 1671.

Virtudes de varias yerbas, aceites, bálsamos, gomas y resinas, que se hallan en las misiones de Quito. Ms. 4.º

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Cieza de León Pedro de: Nació en Sevilla. Pasó de edad de trece años a las Indias y en el Perú se puso a servir de soldado y permaneció así diez y siete años, corriendo muchas provincias y haciendo observaciones y apuntes para escribir una historia, que empezó en la ciudad de Cartagena y acabó en la de Lima, de la que sólo imprimió la primera parte, quedando todos con el deseo de ver el resto que nunca salió a luz. Vuelto el autor a España, pasó a su patria, donde murió el año de 1560.

Primera parte de la Crónica del Perú, que trata de la demarcación de sus provincias; la descripción de ellas; la fundación de las nuevas ciudades; los ritos y costumbres de los indios, con otras cosas extrañas dignas de saberse. Sevilla, en la Imprenta de Martín Clemente. 1553 fo. Amberes en casa de Juan Stevio, 1554, 8.º

Coleti Juan Domingo: De la Compañía de Jesús. Nació en Venecia, tomó allí la sotana y solicitó pasar a la América. Fue destinado a la provincia de Quito y allí se empleó en el trabajo de las misiones, dedicándose al mismo tiempo a instruirse en la Geografía de la América Meridional. Pasó a Italia con los demás jesuitas, en su expulsión de los dominios de España, el año de 1767 y establecido en su patria, ya secularizado, publicó allí el fruto de sus trabajos. Murió el año de...

Diccionario Histórico Geográfico de la América Meridional en italiano. Venecia, en la imprenta de Coleti, con licencia de los superiores 17... 4.º, 2 vol.

Collahuaso Jacinto: Natural de la villa de Ibarra en el Reino de Quito. Indio cacique y de los principales de aquel partido. Se aplicó al estudio y logró adquirir una instrucción superior entre ellos, con la cual se dedicó a escribir la Historia de los Incas del Perú, valiéndose para ello de los Quipus   —568→   y tradiciones heredadas entre ellos; pero un corregidor ignorante, interpretando mal este loable trabajo, se apoderó de la obra y la hizo quemar públicamente, de que sentido justamente el autor, hizo recurso a la Audiencia, que le dio permiso para volverla a escribir, como lo hizo.

Guerras Civiles del Inca Atahualpa con su hermano Atoco llamado comúnmente Huasco Inca, 1708, Ms. 4.º

Cook Jacobo: Nació en año de 1725 en las inmediaciones de Newcastle, en Inglaterra. De unos padres obscuros; empezó a servir en las minas de carbón puesto a...

Viaje a la Mar del Sur y vuelta al mundo desde el año de 1708 hasta el de 1711 en que se halla un diario de lo más notable sucedido en los vientos corrientes y variación de la aguja. La toma de la Puná y de Guayaquil y de muchas embarcaciones, particularmente el galeón de Filipinas, ricamente cargado. La descripción de las costas de las Indias Occidentales, desde la Tierra del Fuego hasta la California, sacada de un manuscrito español; el piloto de las costas y una relación de todos los puertos de diferentes cantones con una Nueva Carta del Río de las Amazonas, en francés. 1712, 8.º

Córdova y Salinas fray Diego de: Religioso de la orden de San Francisco. Nació en Lima. Tomó allí el hábito y fue sujeto virtuoso, docto y de gran piedad, por lo que le nombraron Cronista de la Provincia del Perú. Era hermano de Fray Buenaventura de Córdova y Salinas de la misma religión y de quien hemos hecho mención digna en esta biblioteca en el artículo que corresponde.

Vida, virtudes y milagros del apóstol del Perú, el venerable Padre Francisco Solano, de la seráfica orden de los menores de la regular observancia. Patrón de Lima,   —569→   sacada de la declaración de quinientos testigos que juraron ante los ilustrísimos arzobispos y obispos de Sevilla, Granada, Córdova, Lima, y Málaga y otras muchas informaciones que por autoridad apostólica se han actuado en diferentes villas y ciudades. Lima, 1643, 4.º, Madrid, 1670, 4.º, id. en la imprenta Real 1676, 4.º

Epítome de las crónicas de las doce provincias del Perú, de la orden de Menores. Lima, 1651, fol., por Jorge López de Herrera. Monarquie de Lime, Ms. fol.

Texto de la Santa Iglesia Metropolitana de Lima, escrito por orden de su ilustrísimo arzobispo don Pedro de Villagómez, para remitirlo al Consejo de Indias el año de 1650, Ms. fol.

Durqui Juan Bautista: Relación de todo lo sucedido en la Provincia de Los Macas y del motín y alzamiento de Francisco Hernández Barreto y Juan de Landa contra Su Majestad, y su muerte y todo lo demás que sucedió. Traslado sacado por Antonio de León, escribano de la Cámara de la Audiencia de Quito, a 21 de enero de 1572, Ms. fol.

Escalona y Agüero Gaspar de: Nació en la ciudad de la Plata del reino del Perú, hijo de padres españoles que lo dedicaron al estudio en que hizo progresos y con crédito de sabio jurisconsulto, lo nombró el Rey oidor de la Real Audiencia de Chile y dio a luz las obras siguientes:

Gazofilacio Real Peruvico, en Latín. Madrid 1647, fol. id., 1675, fol.

Compendio de las ordenanzas de minas de San Francisco de Toledo. Ms.

Del oficio de Virrey. Ms.

Parecer sobre la prohibición de extranjeros en Indias. Ms.

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Memorial de sus servicios con un resumen del Gazofilacio reducido a cuatro materias de justicia, gobierno, hacienda y guerra.

De las apelaciones de los virreyes a la Audiencia. Ms.

Estete Miguel de: Escribió según Pinelo citado: Relación del viaje de Hernando Pizarro desde Cajamarca a Pachacamac. Ms.

Fernández de Palencia Diego: Llamado generalmente el Palentino. Natural de la ciudad de este nombre en Castilla y por eso llamado vulgarmente el Palentino. Pasó al Perú y sirvió de soldado en el ejército del Rey contra el Rebelde Francisco Hernández Girón, y escribió de orden del Virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, los sucesos de esta guerra y de lo que se hizo contra Gonzalo Pizarro y sus secuaces, la que se imprimió a instancia de don Francisco Tello de Sandoval, Gobernador del Consejo de Indias; pero después este mismo Tribunal, prohibió que se llevara a la América esta obra.

Historia del Perú que contiene las guerras civiles de él. Sevilla en casa de Fernando Díaz, 1571, fol. Madrid, 1731, fol., en la colección de Barcia.

Fernández Rodríguez Francisco: Cura de Mellepongo y fundador del pueblo de Frezán en el Reino de Quito.

Segundo pecado original del paraíso de las Indias en los sermones de las encenias y la viña con previo exorto del estado lamentable en que la tiene la Serpiente. Ms. 4.º

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Ferrer Rafael: De la Compañía de Jesús. Nació en Valencia y después de haber profesado, pasó a la provincia de Quito en la América Meridional, llevado de un ardiente deseo de emplearse en la conversión de los gentiles. Entró a reducir los indios Cofanes de la Provincia de Mainas y después de pasar inmensos trabajos con aquellos bárbaros, padeció martirio por la fe católica, muriendo a sus manos el año de 1602.

Información de la Real Audiencia de Quito sobre el descubrimiento de muchos y grandes ríos y de muchas naciones bárbaras que las habitan por las partes orientales del reino. Ms.

Flores de Ocariz Juan: [...] escribió Nobiliario y genealogías del Nuevo Reino de Granada. Madrid, por José Fernández de Buendía, impresor de la Real Capilla de Su Majestad. 1674, fol., 2 vol.

Francen Henrrique: De la Compañía de Jesús, de nacionalidad alemana. Sujeto de sólida virtud. Pasó de misionero a la América y lo destinaron para cura párroco de la ciudad de Archidona en la provincia de Quito. Desde allí entró a predicar a los indios Andoas, Icahuates y Pinches de la provincia de Mainas, cuyo ministerio desempeñó con infatigable celo, cerca de cuarenta años, escribiendo al misma tiempo con exactitud, los sucesos de aquellas misiones, donde murió lleno de virtudes el año de 1667.

Memorias Históricas de todos los sucesos de las misiones del Marañón. Ms.

Francisci Francisco María: De la Compañía de Jesús. Nació en Palermo del Reino de Sicilia. Tomó allí la sotana y pasó a la América el año de 1743. Era doctísimo en letras   —572→   sagradas y humanas; de extraordinaria viveza y talento y de cuerpo muy pequeño; fue destinado por sus superiores el año de 1748, hallándose en al provincia de Quito por uno de los misioneros de la nueva misión que se estableció para reducir los indios de la provincia de Darién en el reino de Tierrafirme, y en brevísimo tiempo aprendió su idioma con perfección; pero habiendo sido preciso abandonar aquel establecimiento espiritual por la ferocidad de sus naturales y poco fruto o ninguno que se conseguía, volvió a Quito y a tiempo de saltar de la lancha en el puerto de Guayaquil, se rompió ambas piernas, de lo cual quedó cojo todo el tiempo que vivió, sirviéndose de dos muletas, y sin embargo de esta pensión quiso pasar a las misiones del Marañón, donde permaneció poco tiempo, porque su natural inconstancia, no le dejaba permanecer en parte alguna y siempre vivió vagando hasta su muerte en Viterbo el año de 1771.

Gramática de la Lengua del Darién. Ms.

Vocabulario de la Lengua del Darién. Ms.

Fritz Samuel: De la Compañía de Jesús. Nació en Bohemia. Tomó allí la sotana y después de sus estudios se dedicó enteramente al de las matemáticas, en que fue sobresaliente. Pasó destinado a las misiones de la provincia de Quito, en la América Meridional, a fines del siglo pasado y le cupo en suerte la de los indios Omaguas a la orilla del río Marañón el año de 1687; en el corto tiempo de dos años catequizó innumerables indios y fundó cuarenta pueblos de ellos, a costa de inmensos trabajos y dilatadas peregrinaciones, de lo cual cayó gravemente enfermo y bajó a curarse al Gran Pará; pero los portugueses lo detuvieron allí, hasta que le escribió al Rey de Portugal, que mandó ponerlo en libertad y que lo condujesen con escolta a las misiones para su seguridad, reconociendo los pueblos de ellas y dando cuenta de todo. El padre Samuel luego que llegó, pasó a Lima a informar al Virrey de las intenciones de los portugueses, que por no haberse tomado providencia   —573→   se apoderaron después de aquellos pueblos, cuya noticia le causó la muerte en la avanzada edad de ochenta años, el de 1730, habiendo trabajado 43 en las misiones y hecho los más exactos conocimientos y observaciones de aquel gran río, y fue el primero que levantó el plano de su curso y lo grabó en Quito el año de 1705. Convirtió veinte y nueve naciones de indios.

Geografía de las misiones del Marañón. Origen principal de este gran río y su curso hasta el Pará, desde el año de 1690 hasta el de 1707. Ms. 4.º

Fuente Bernardino de la: [...] Información en derecho contra la sentencia de vista dada contra Hernando Pizarro en que fue condenado a servir a su costa perpetuamente con su persona, armas, caballos, en uno de los lugares de la frontera de África, privado de oficio y gobernación de justicia, y en costas, y que esté preso hasta que se acaben los pleitos en que le tenía acusado el fiscal. Ms. fol.

Fuente Francisco: De la Compañía de Jesús. Nació en Granada. Tomó la sotana en aquella ciudad y después de haber hecho sus estudios y profesado, pasó al Nuevo Reino de Granada en la América Meridional. Fue Rector en el colegio de la capital de Santa Fe de Bogotá y después electo procurador de aquella provincia a la Corte de Madrid y Roma a donde vino el año de 1632.

Memorial dado al Rey, pidiendo licencia para fundar residencias y colegios en la provincia de Quito, y Nuevo Reino de Granada, el año de 1632.

Gijón León Tomás: Nació en Quito. Sus padres lo dedicaron a la carrera eclesiástica y siguió sus estudios con aprovechamiento en la   —574→   Universidad del angélico doctor Santo Tomás de aquella ciudad, donde recibió el grado de doctor en Teología y en la de San Gregorio en Sagrados Cánones. El crédito de su virtud y literatura lo hizo examinador sinodal del obispado, y el Rey le dio una ración en aquella santa Iglesia Catedral y se hallaba sirviéndola cuando fue elegido por el Cabildo para pasar a la Corte de Roma a promover la beatificación y canonización de la venerable Sierva de Dios Mariana de Jesús, natural de Quito, en cuyo desempeño trabajó con mucho celo, pero con la desgracia de haber muerto antes de conseguir el fin de su comisión ni de volver a su patria; habiendo escrito:

Compendio histórico de la prodigiosa vida, virtudes y milagros de la venerable Sierva de Dios Mariana de Jesús Paredes y Flores, conocida con el justo renombre de la Azucena de Quito; y le dedica al excelentísimo señor don Sebastián de Eslava, Caballero de la orden de Santiago &. &., en Madrid en la imprenta de Mercurio, por José de Ortega, impresor. Año de 1754, 4.º

Gobien Carlos le: De la Compañía de Jesús. Célebre francés por la famosa disputa entre los misioneros sobre el culto que los chinos dan a Confucio y a los muertos... &. &... Escribió también [...]

Memoria de la misión del gran río de las Amazonas y su estado con la carta del Padre Samuel Fritz, y la muerte del padre Enrique Ritcher y del licenciado don José Vásquez, misioneros. En francés en las cart. edif.

Gowberville Martin de Roy de: Nació en París el año de 1600. Fue uno de los elegidos por el cardenal de Richelieu para formar la Academia Francesa... dejando escritas muchas obras:

Relación del gran río de las Amazonas en el Nuevo Mundo, que contiene todas las particularidades del viaje que el padre Cristóbal de Acuña de la Compañía de Jesús   —575→   hizo el año de 1639 por orden del Rey de España Felipe IV, sacada del español del mismo padre Acuña y aumentada con muchas relaciones que sirven de ilustración a la suya. En francés, 1682, 12.º 1716, 4.º, 12.º, y el viaje de Rogers.

Guerrero Pedro: Por sobrenombre el doctor Gallinazo. Nació en la ciudad de Quito, capital de este reino en la América Meridional. Se dedicó al estudio desde sus primeros años y descubriendo un talento sobresaliente, hizo progresos tan grandes que todos le reputaron por un sabio. Se dedicó con particular inclinación al estudio de la Botánica, sin más auxilio de maestro que los libros y el examen de las plantas en que hizo descubrimientos del todo nuevos en aquel Reino.

Observaciones de los simples que se hallan en el distrito de Guayaquil. 1740, Ms. 4.º

Lilian Juan Bautista: De la Compañía de Jesús; de nacionalidad alemana. Pasó a la América el año de 1723, destinado a la provincia de Quitó y entró a las misiones de Nahuapoc en el río Marañón y luego pasó a predicar a los pérfidos Payaguas entre quienes padeció indecibles trabajos, librándolo Dios milagrosamente, pues hallándose desfallecido y próximo a morir entre la brutal rusticidad e inconstancia de aquellos infieles por falta de alimento, se le apareció un joven desconocido, en traje nunca visto, y le regaló un paugí, ave regalada; en otro igual conflicto vinieron a buscarle unos infieles Payaguas de los que habían apostatado y regalándole volvieron a la vida racional; pero cansados de ella lo ataron desnudo a un palo, y le dieron cruelísimos azotes, dejándolo medio destrozado y sin desatarlo para que lo acabaran los tábanos; en cuya situación alegre y dando gracias al cielo lo desató otro joven hermosísimo que lo condujo al puerto y   —576→   lo metió en una barquilla, acompañándole hasta el de la Laguna, donde desapareció, cuyas relaciones dejó escritas a su confesor. Fue Superior después de las misiones y estableció amistad con muchas naciones del Napo; salió de allí para maestro de novicios del colegio de Latacunga, donde luego lo hicieron rector y murió allí con grande opinión de santidad, el año de 1740.

Cartas annuas de las misiones del Marañón desde el año 1724, Ms., 5 vol. 4.º

Maldonado fray José: Religioso de la orden de San Francisco. Nació en Quito, del Perú, aunque sus padres eran de Sevilla; fue descubridor de la provincia de Quijos y Macas; fundador de la ciudad de Sevilla de El Oro; tomó el hábito de religioso y vino a España, nombrado Procurador General de la provincia de Quito, para votar en el Capítulo General, el año de 1618 y se quedó en la provincia de Castilla, siendo ejemplar de religiosos. Fué comisario de los Santos Lugares de Jerusalem y después comisario General de Indias, electo el año 1641 y confesor de la Reina doña Margarita de Austria. Murió el año de 1652.

Memorial sobre las preeminencias y calidades de la comisaría y comisarios de Indias dedicado al Conde de Castillo. 16... fol.

Memorial al Rey sobre el primer descubrimiento del río de las Amazonas por los religiosos de San Francisco. Madrid, 16... fol.

Memorial pidiendo que se recoja el Breve de Urbano, 8.º de 1642, sobre el gobierno de los descalzos. 16... fol. De la autoridad que tiene el comisario general de enviar comisarios a las Indias Occidentales. Madrid, 16, fol.

Maldonado Pedro Vicente: Nació en la villa de Riobamba del reino de Quito. Pasó a la capital donde estudió en el   —577→   colegio de los jesuitas, y cuando fueron los académicos de las ciencias de París a hacer allí sus observaciones para medir uno de los grados del ecuador, el año de 1735, los acompañó en varias ocasiones y con tan distinguidos maestros se aplicó al estudio de las matemáticas y de la física y como le acompañaba un talento sobresaliente, logró en pocos años una superior instrucción y deseando ser útil a su patria y al estado propuso a la Real Audiencia, hacer a su costa un camino desde la capital a la provincia de Esmeraldas, para facilitar el comercio con la Mar del Sur, empresa de suma conveniencia al Gobierno y que ha sido ya intentada tres veces, sin efecto, que en esta ocasión lo tuvo, cumpliendo lo que había propuesto, el año de 1741, por lo cual le confirió la Audiencia el gobierno de aquella provincia y pasó a la corte a solicitar la confirmación del Rey, bajando por el río Marañón con don Carlos de La Condamine, uno de los referidos académicos que regresaba a Francia. Luego que llegó a Madrid, informado el Rey por el Consejo de Indias, del gran servicio que había hecho y de su talento e instrucción, no sólo le confirmó el gobierno por dos vidas, sino que le condecoró con el Hábito de Santiago y con la Llave de Gentilhombre de Cámara, y queriendo antes de restituirse a su patria, adquirir mayores conocimientos, pasó a las cortes de París y Londres, donde mereció las más apreciables distinciones y que lo nombrasen individuo suyo la Academia de las Ciencias y la Sociedad Real, pero no gozó de sus honores porque murió en Londres con general sentimiento de no ver logradas las esperanzas que ofrecía este ilustre quiteño que escribió: Geografía del Reino de Quito. Ms. 4.º

Morán de Butrón Jacinto: De la Compañía de Jesús. Nació en la ciudad de Guayaquil. Pasó a la capital Quito, siendo niño, tomó allí la sotana y después de concluir su noviciado y estudios, fue maestro de Gramática y rector en el colegio de su patria y uno de los hijos que le hacen más honor. Mereció por su virtud y literatura que lo   —578→   eligiese por su confesor la venerable madre Mariana de Jesús, llamada la Azucena de Quito. Escribió:

La Azucena de Quito, que brotó en el florido campo de la iglesia en las Indias Occidentales de las reinos del Perú y cultivó con los esmeros de su enseñanza la Compañía de Jesús, Mariana de Jesús Paredes y Flores, admirable en virtudes, profecías y milagros. Acógese a la sombra del señor doctor don Pedro de Sumárraga, arcediano de esta santa iglesia de Quito, provisor y vicario general y gobernador, que ha sido varias veces de este obispado y catedrático jubilado de Sagrados Cánones en la Real Universidad de Santo Tomás. Lima, 1694, Madrid en la imprenta de don Miguel del Barrio, 1724. 4.º

Mas Balthasar: De la Compañía de Jesús. Nació en Burgos, tomó allí la sotana y después de haber hecho sus estudios pasó a la América Meridional. Fue rector del colegio de Quito; vino a Europa nombrado Procurador General de aquella provincia a las cortes de Madrid y Roma; volvió a Santa Fe el año de 1631, donde lo eligieron Provincial y después de concluido su tiempo, rector del colegio de aquella capital del Nuevo Reino de Granada, en cuyo oficio murió el año de 1642, de muy avanzada edad y lleno de virtudes y ciencias.

Breve relación de la vida y virtudes del padre Baltasar Caizedo, natural de Cali. Ms.

Murillo José: Nació en Quito, capital de este reino en la América Meridional, por el año de 1735. Estudió en el Colegio Real de aquella ciudad Latinidad, Retórica, Filosofía y Jurisprudencia y aunque sus deseos de ser útil a su patria eran superiores a su talento, literatura y demás requisitos necesarios para ser escritor se empleó en esto hasta que murió, el año de 1785, dejando Anales de la Provincia de Quito. Ms.

  —579→  

La breve vida de la mejor Azucena de Quito, poema en octava rima dedicado al señor Montúfar, Presidente de la Real Audiencia. 1754, Ms., 4.º

Navarro Juan Romualdo: Nació en Quito. Estudió en el colegio de San Luis de aquella ciudad y luego en la Universidad, donde se graduó de doctor en Derecho. Pasó a España y Su Majestad le concedió plaza de oidor de aquella Audiencia en la cual trabajó con mucho celo desempeñando diferentes comisiones y con particularidad, la de reglar los límites del obispado con el de Cuenca, que él erigió nuevamente. Murió allí el año de... y escribió:

Descripción geográfica, política y civil del obispado de Quito, hecha de orden de Su Majestad Católica, para el asunto de la división de obispados el año de 1757. Ms. fol.

Niza fray Marcos de: Religioso de la orden de San Francisco. Pasó al Perú y siguió a Sebastián Belalcázar en sus conquistas, pero habiendo tenido disgustos con él se fue a la Nueva España, y después volvió segunda vez al Perú con el cargo de Comisario General de aquellas provincias, y fue uno de los celosos declamadores contra las tiranías que los conquistadores hacían con los indios siguiendo los pasos con que se hizo célebre el obispo de Chiapa Fray Bartolomé de las Casas. Escribió:

Conquista de la Provincia de Quito por Sebastián de Belalcázar. Ms.

Ritos y ceremonias de los indios. Ms.

Cartas informativas de lo obrado en las provincias del Perú y de Quito. Ms.

Las dos líneas de los Incas y de los Shyris, señores del Cuzco y de Quito. Ms.

  —580→  

Relación del descubrimiento de las siete ciudades que envió al virrey don Antonio de Mendoza, con la instrucción que le dio. Ms. Original en el archivo de Simancas.

Palomino Alonso: Información verídica de lo obrado en las provincias de Quito y Popayán. Dos cartas; la primera impresa en la destrucción de las Indias de Fray Bartolomé de las Casas.

Peña y Montenegro Alonso de la: Nació en la villa del Padrón en el reino de Galicia. Estudió en la Universidad de Santiago, la capital, donde fue catedrático de artes y colegial. Después pasó al colegio mayor de San Bartolomé en Salamanca, y de allí lo sacó el Rey para Canónico Magistral de Púlpito en la iglesia de Mondoñedo y luego de la Metropolitana de Santiago, presentándolo después para el obispado de Quito en la América Meridional, el año de 1652 cuya iglesia gobernó veinte y seis con mucho acierto y prudencia. Fundó el convento de Santo Domingo en aquella ciudad y fue el primero que allí catequizó indios. Murió el año de 1688, habiendo escrito:

Itinerario para párrocos de indios, en que se tratan las materias más particulares tocante a ellos para su buena administración. Amberes a costa de los hermanos de Iournes, Mercaderes de libros en Lión de Francia, 1754. Madrid en casa de [...] 1771, fol., id. 1688, fol. Sínodo diocesano de Quito, celebrado en la ciudad de Loja el año de 1680. Ms.

Propagación del evangelio sobre las ruinas del gentilismo. Ms.

Ponce fray Francisco: Religioso de la orden de Nuestra Señora de la Merced, aunque don Nicolás Antonio dice que no sabe   —581→   de qué religión fuese. No hay duda que era mercedario, que vivió mucho tiempo en el reino de Chile. Vino a España y con la práctica y conocimiento que tenía de aquel país, de las costumbres de sus naturales y de la guerra que había visto en él, mereció que el gobierno le preguntare para mejor conocimiento de las providencias que se tomaban. No sabemos si volvió allá, ni cuándo murió, ni dónde.

Descripción del reino de Chile. Ms. 4.º, 1644. Memorial dado al Rey por el reino de Chile. Ms. fol. Relación del descubrimiento del río Marañón. Fundación de la ciudad de San Francisco de Borja, y otras, especialmente de Chile, de orden del Consejo, con el resumen de los grandes servicios que hizo este religioso. Ms.

Quesada fray Ignacio: Religioso de la orden de Santo Domingo. Nació en Quito; tomó el hábito y siguió los estudios con tan extraordinarios progresos que fue el asombro del colegio de Santa Catalina de su patria y enseñó Teología, logrando ver ocupadas las cátedras por varios discípulos suyos y verse condecorado en su religión. Fue electo definidor y procurador general a las cortes de Madrid y Roma; bajó a Santa Fe capital del Nuevo Reino de Granada para embarcarse en Cartagena y fue la admiración de todos, oyéndolo predicar y argüir en unas conclusiones generales. Su provincia le debe el haber conseguido en Roma, la fundación del Colegio Real de San Fernando en Quito, y el Patronato de San Luis Beltrán, declarado por Su Santidad, a instancia del señor don Carlos II, patrón principal de todo el Nuevo Reino de Granada con fiesta de precepto y oficio de primera clase el año de 1690. Escribió:

Memorial presentado en el Consejo de Indias sobre la reducción de los indios Gayes y otras naciones del Marañón en Meléndez.

  —582→  

Rich fray Jodoco: Religioso de la orden de San Francisco y una de los primeros que fueron al reino de Quito y fundaron el Convento de su orden en aquella capital el año de 1536. Escribió en el de 1556, según Enrique Sedulio, citado por don Nicolás Antonio.

Relación de los sucesos del Perú y costumbres de los vecinos de Quito. Ms.

Ricter Enrique: De la Compañía de Jesús. Nació en Coslaw del Imperio de Alemania, en año de 1653; tomó la sotana de edad de diez y seis y enseñó letras humanas en Bohemia. Solicitó siempre pasar a las misiones de América y finalmente lo consiguió el año de 1684, embarcándose con el padre Samuel Fritz para el reino de Quito y desde aquel colegio fue destinado a las misiones de Mainas en el río Ucayale, donde catequizó muchas naciones descendientes de los indios del Perú que vivían retirados en los bosques como fieras. Trabajó muchísimo entre ellas por espacio de doce años, al cabo de los cuales coronó sus fatigas en el martirio que padeció por la fe a manos de aquellos infieles, el año de 1693, habiendo escrito:

Descripción geográfica del río Ucayale y breve noticia de sus islas, en latín con láminas. 1668. Ms. 4.º

Ridiar Jacinto: Las repetidas equivocaciones y errores que hemos notado en la Biblioteca Oriental y Occidental de Pinelo que reimprimió y añadió don Andrés de Barcia, ya sean defecto del copiarte o del impresor en los nombres y apellidos de los autores como en los títulos de los libros y años de las impresiones, nos dan fundamento para creer que éste sea uno de ellos por la identidad del nombre y título de la obra siguiente con el padre Jacinto Morán y no tenemos noticia de otra vida de esta ilustre quiteña sino en nuestros tiempos la de don Tomás Gijón.

  —583→  

La Azucena de Quita, vida de la admirable virgen Mariana de Jesús. Madrid, 16... 4.º

Rodríguez Rivas de Velasco Diego: Nació en la villa de Riobamba del reino de Quito, hijo de don Francisco Rodríguez Rivas, Presidente de la Audiencia de Guatemala, y de doña Teresa de Velasco, que lo enviaron a España para estudiar en la Universidad de Alcalá en el insigne Colegio Mayor de los verdes de esta ciudad. Allí se graduó de doctor en ambos derechos, y salió para arcediano titular de la Santa Iglesia de Guatemala, de donde volvió a España enviado por su cabildo a negocios muy graves y fue presentado para obispo de Comayagua el año de 1751. Hizo allí un magnífico palacio y fue promovido al obispado de Guadalajara el año de 1762 y gobernó con grande acierto hasta el de ...

Carta Pastoral que escribió a su clero secular y regular encargándole el cumplimiento de su obligación en la enseñanza de la Doctrina de Cristo en el púlpito y en los confesionarios y el ejercicio de la caridad con los pobres y personas miserables. Madrid, 1768, por Joaquín de Ibarra Calle de la Gorguera con superior permiso.

Severino Juan Pedro: De la Compañía de Jesús. Nació en Nápoles; tomó allí la sotana y después de profesar pasó a la América Meridional, destinado a la Provincia del Nuevo Reino de Granada el año de 1618, con otros veinte y tres compañeros que condujo en una misión el padre Juan Antonio de Santander. Fue nombrado rector del colegio de la ciudad de Quito y murió en este empleo allí, con grande opinión de santidad.

Vida del padre Onofre Esteban, peruano, impresa en los Varones Ilustres de Andrade y en la Historia del Marañón del Padre Rodríguez.

  —584→  

Vargas de Escalona Juan: [...] Relación de lo sucedido en el descubrimiento de las Macas y reedificación de la ciudad de Nuestra Señora del Rosario, enviada a la Real Audiencia de Quito en 1.º de enero de 1572. Ms.

Velasco Juan de: De la Compañía de Jesús. Nació en la Villa de Riobamba del reino de Quito de una ilustre familia, por ambas líneas, el año de 1727; tomó la sotana el de 1744 y dando señales de un sobresaliente talento y aplicación, además de los estudios acostumbrados en aquella sociedad, se dedicó a las matemáticas y a la física experimental. Fue destinado por sus superiores a enseñar Letras Humanas y Filosofía en la Academia de San José de la ciudad de Popayán, donde se granjeó la estimación de aquel noble vecindario por su virtud y literatura. Estaba ya para leer Teología, cuando sucedió el extrañamiento y pasó a Italia, estableciéndose en la ciudad de Faenza de la Romandiola; allí, continuando sus estudios y aplicación, escribió de orden del Rey don Carlos III, una historia del reino de Quito que examinada de orden de Su Majestad por la Real Academia de la Historia, caracterizó esta obra por una de las mejores que se han escrito de la América porque reina en ella una juiciosa crítica con gran conocimiento de las materias y de las historias y monumentos de los indios, cuyo idioma posee, con que aclara y demuestra las cuestiones más dudosas hasta ahora, y puede gloriarse el reino de Quito de haber producido un hijo que lo ilustre y debe pasar por uno de los mejores historiadores de la América.

Historia Natural, Civil y política del reino de Quito en la América Meridional, dirigida al señor don Antonio Porlier del Consejo de Su Majestad. Ms. 4.º, 3 vol.

Villarroel fray Gaspar de: Nació en la ciudad de Quito, del reino de Quito y después de haber estudiado en ésta humanidades   —585→   pasó a la de Lima, donde fue, colegial del colegio de San Martín, y tomó el hábito de San Agustín en el convento del Callao. Allí siguió los estudios mayores con tanto aprovechamiento que fue lector de artes, prior en varios conventos y obtuvo todos los honores de su religión. Pasó a España y el éxito que tenía su virtud y literatura lo hicieron predicador del Rey que desempeñó con el mayor aplauso. En premio de su mérito lo presentó Su Majestad para el obispado de Santiago de Chile, de donde pasó promovido al de Arequipa el año de 1651. Gobernó esta iglesia con gran prudencia y juicio y acrecentó su fama con sus obras. Fue promovido luego al arzobispado de Charcas y murió allí el año de 1655 de edad de setenta y tres con inmortal memoria por su gran doctrina, discreción y piedad.

Gobierno eclesiástico, pacífico y unión de los dos cuchillos pontificio y regio, en que se contienen muchas cédulas reales que tratan del gobierno de las Indias y principalmente del oficio y modo de gobernarse los obispos y las Audiencias Reales, en cuanto así y a los vasallos e indios. 1556, 1567, vol. 2 vol. Madrid, 1738, en la oficina de Antonio Marín, 2 vol.

Memorial al virrey don Francisco de Toledo sobre las costumbres que tienen los indios del Perú y de Nueva España y de cómo se podrían mejor gobernar y ser enseñados en la religión católica. Ms. vol. Biblioteca Real.

Carta al Rey en 29 de noviembre de 1540 pidiendo sujetos para la conversión de los indios de Chile en Ovalle.

Viver Francisco: De la Compañía de Jesús. Nació en Nápoles. Pasó de misionero a la provincia de Quito, el año de 1683 y sus superiores lo destinaron a las reducciones de Mainas; allí manifestó el ardiente deseo que tenía de trabajar en la Viña del Señor, reduciendo al gremio de la iglesia infinitos indios.

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Cartas histórico apologéticas de las Misiones del Marañón, en italiano. Nápoles, 1683. 4.º

Weigel Francisco Javier: De la Compañía de Jesús, alemán. Pasó a las misiones de la provincia de Quito, el año de 1756 y entró a la reducción de los indios Mainas, donde trabajó con celo apostólico, sin perdonar fatiga alguna, hasta la expulsión de los regulares el año de 1767, empleando al mismo tiempo algunos ratos en escribir los sucesos de aquellas misiones.

Estado de la provincia de Mainas en la América Meridional, hasta el año de 1768, descrito can una breve narración. Ms. 89, 1780.

Zarate Andrés: De la Compañía de Jesús. Nació en Vizcaya; tomó la sotana de jesuita siendo niño y solicitó pasar a las misiones de América el año de 1731 y lo consiguió, tocándole la provincia de Quito y en ella las reducciones de Mainas, donde trabajó muchos años; pero el crédito que tenía por su virtud, literatura, prudencia y talento, lo hicieron elegir para el Gobierno y después de haber estado de rector en varios colegios de la provincia, lo eligieron provincial de ella.

Manifiesto para la Corte de Madrid sobre los derechos de la Corona de España al río Marañón y sus provincias adyacentes. 1737. Ms. fol.

Zorilla Diego de: Licenciado oidor de Quito. No tenemos más noticia de este jurisconsulto que la que da Cristóbal Suárez de Figueroa en su historia de los hechos de don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete en el Perú, en cuyo tiempo se hallaba sirviendo la Plaza, cuando sucedió en Quito el motín por el establecimiento de las alcabalas en aquella   —587→   ciudad el año de 1593 y tuvo que refugiarse a la iglesia como todos los demás oidores para ponerse en seguridad, no pudiendo contener los desórdenes de la plebe que mataron a un sobrino suyo que se asomó a la ventana de su casa, creyendo que era él. No sabemos qué año pasa a aquellos reinos, ni si acaso murió allí o volvió a Europa. (sic)

Recopilación de Leyes y Decisiones de Indias. Ms.



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ArribaAbajoDiccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América
(Selección)


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Prólogo

La historia de Indias se ha hecho, de algún tiempo a esta parte, objeto del estudio y del interés de todas las naciones europeas, por el deseo de instruirse en la geografía, costumbres, producciones y navegación de aquellos climas, como medios precisos de fomentar el comercio, a que aspiran todos cuantos conocen la dependencia y relación en que la variedad de los tiempos y el estado político de Europa han constituido esta parte del mundo, de aquella, mirándola como fuente de las riquezas. Por esto se han dedicado los extranjeros a escribir y publicar cuánto averiguan y conocen, sacando de España, para ello, todas las historias y tratados que han escrito sus naturales, primeros descubridores y conquistadores de aquellas regiones; de modo que ya se han hecho tan raros en nuestro país, aún los libros que antes eran comunes y no tenían estimación, que apenas se hallan hoy a precio alguno:

No ha contribuido menos a esta conexión la necesidad que han introducido el lujo y la costumbre, de algunas producciones de América, como cacao, grana, tabaco, lana de vicuña, etc., y la utilidad de muchos específicos de singular virtud para curar enfermedades, como quina, jalapa, zarzaparrilla, calaguala, canchalagua, y de algunos bálsamos que producen sus árboles, como el de tolú, el de María de canime, etc., que no los hay en otra parte.

  —592→  

Todas estas razones pedían, de justicia, una historia universal de América, que reuniese cuanto hay en ella digno de noticia, así de la historia civil, natural y eclesiástica, como de su geografía, producciones, comercio, navegación e interés de las naciones europeas; pero ya se ve cuán dificultosa empresa es ésta, y que asunto tan complicado. Menos arduo me parecía reducirla a diccionario como método más propio, mayormente cuanto está adoptado con tanta generalidad, que ya no hay arte ni ciencia que no tenga el suyo particular; y aunque en muchos de ellos hay varios artículos pertenecientes a América, son tan diminutos, escasos de noticias e inexactos, que con razón debe clamar el Nuevo Mundo por uno que sólo tenga por objeto su descripción, sus riquezas, sus producciones y la historia de los sucesos acaecidos en él.

Una obra de esta naturaleza nunca podía completarse, por el trabajo de un individuo solo; pero, como lo contrario es tan difícil, y al mismo tiempo innegable que esta timidez sería siempre un obstáculo insuperable para su ejecución, me determiné, persuadido de un sujeto de superior talento e instrucción, a ser el primero que abriese los cimientos, animándome a ello las razones de haber corrido mucha parte de América y de sus islas, y de tener, para la mayor exactitud de las noticias, la voz viva de un ministro, que, habiendo servido en aquellas regiones varios empleos de superior clase y diferentes comisiones de la mayor confianza y gravedad, por espacio de más de cuarenta años, logró adquirir una instrucción y conocimiento poco comunes, que lo constituyeron en la Corte, como el oráculo de América; de que es prueba el copioso número de consultas que conservó de la vía reservada y del Consejo Supremo de Indias, y de las muchas obras que dejó escritas, además de las que imprimió, con general aplauso y estimación, cuyos auxilios, y el de una numerosa biblioteca de libros y papeles de Indias, me han dado materiales para trabajar continuamente, por espacio de veinte años, sin más intermisión que el tiempo de la guerra, en que las obligaciones de mi empleo y   —593→   destino a campaña, no me han dado lugar a distraerme de mi principal objeto.

Concluida ya la obra, no me determinaba todavía, a que saliese a luz, conociendo los muchos defectos que no podía dejar de tener, aunque se me ocultasen; pero la insinuación de un respeto superior, y la confianza bien fundada del público juicioso, han vencido mis recelos, persuadiéndome a que verá esta obra como un cimiento o bosquejo de la que puede llegar a mayor perfección; del mismo modo que ha sucedido a los diccionarios de Moreri, Vosgien y la Martiniere y de otros muchos, que, habiendo sido, al principio, muy defectuosos, debieron su aumento, mejorados completamente al trabajo de muchos. En esta situación llegaron a mis manos un diccionario geográfico de la América Meridional, escrito en italiano por el ex-jesuita don Juan Domingo Coleti, que había estado en la provincia de Maynas algunos años, y otro de la América Septentrional, en inglés, con el título de «Gacetero Americano», con lo cual parecía que ya no era necesario el mío; pero, bien examinados ambos, quedé persuadido a que éstos mismos eran nueva razón para publicarlo; pues, sin quitar nada del mérito a que son acreedoras estas dos obras, como se han limitado ambas a provincias determinadas, no tienen la extensión que éste, como se puede ver en la letra A, que en ninguno de aquellos excede de cien artículos, cuando la de mi diccionario tiene más de mil, fuera de que, estando en idioma extranjero, y posteriores al tiempo en que, se empezó éste, no podían quitarme la gloria del pensamiento y ejecución, en obsequio de aquellos países, a que debo el reconocimiento de haber nacido en una de sus mejores poblaciones. Sin embargo, nada me impide el confesar ingenuamente cuánto me han servido las dos citadas obras, para añadir y corregir muchos artículos a lo que tenía escrito.

Quien considere con imparcialidad la molesta lectura de más de trescientos libros de Indias, la confusión y poca exactitud de muchos de ellos, y la dificultad y trabajo que he tenido, para conciliar las opiniones de algunos y   —594→   sacar en limpio la verdad, no dudo que disculpará los muchos defectos que encontrare, esperando queme advierta cuanto halle digno de enmienda o de adición, y en tez de sentirlo, quedaré sumamente agradecido, advirtiendo al público, para no defraudar el mérito al que lo hiciere. Este es el modo de contribuir al bien público, y no el de buscar pelillos, para criticar por capricho y acreditarse de sabios, como hacen muchos, que comunmente logran lo contrario.

Algunos hallarán diminutos y descarnados muchos artículos; pero a éstos digo que mi primer objeto fue sólo dar la historia de los reinos, provincias, capitales y ríos de consideración, pero después he incluido, como aditamento, los pueblos y ríos menores, de que en la mayor parte hay poco que decir, porque siempre se logra ventaja en saber los nombres de todos ellos y sus principales distancias. He suprimido al fin de cada artículo la cita del autor de donde he sacado lo principal de él, por parecerme una repetición inútil y molesta, y más propio darlos por último tamo, en urna biblioteca de los autores que han escrito sobre todas las materias de Indias, con un breve resumen de sus vidas, siguiendo el método del célebre don Nicolás Antonio; y por vía de apéndice, al fin de la obra, otro diccionarito o lista alfabética de los nombres provinciales y voces extrañas de frutas, árboles, animales, etc.

Sólo tengo que advertir, que cuantas noticias se leen en este diccionario, concernientes a su población, número de habitantes de cada clase, existencia de conventos, fortalezas, etc., son relativas al estado que tenían aquellos países, en el tiempo que escribieron los autores, de donde se han sacado, respectivamente, los artículos; y sin embargo de que en muchos hemos conseguido posteriores noticias del estado actual, como esto no ha sido factible en todos, y desde entonces acá puede haber notable variedad de estas particularidades que constarán de los padrones, matrículas, descripciones u otros documentos y   —595→   papeles, que podrá tener el Gobierno o existir en las oficinas, y algunos, quizá, en poder de curiosos; mas, como no me ha sido asequible disfrutar de semejantes documentos auténticos posteriores, inéditos, ha sido forzoso contentarme con los que se hallan impresos y otros que mi diligencia pudo recoger. VALE.

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Descripción del Reino de Quito

Quito, Reino de la América Meridional, sujeto a la jurisdicción del Virreinato de Santa Fe con quien confina por el norte a las orillas del río Negro, por el sur con las Provincias y Corregimiento de Piura y Chachapoyas del Perú, por el Poniente con las playas de Machala en la mar del Sur, y por el oriente con el río Marañón hasta tocar con la línea o meridiano de demarcación de los dominios portugueses: tiene de largo cuatrocientas leguas NS. y seiscientas de ancho EO. Conquistó este Reino el Inca Tupac-Yupanqui, mandando el ejército el Príncipe Huainacapac, con cuyo consentimiento lo cedió aquel Emperador a su hijo Atahualpa, tenido en una hija del último Rey de Quito, en cuyo tiempo lo descubrió Francisco Pizarra el año de 1534, y lo conquistó Sebastián de Benalcázar. Goza de diferentes climas, aunque por lo general es templado y benigno el temperamento; pero en los páramos y cerros de la cordillera, que son los más altos que se conocen de todo el mundo, y están continuamente cubiertos de nieve, hace un frío intensísimo. Está situado bajo de la línea equinoccial, por cuya razón los días son allí iguales a las noches todo el año, y la estación de continua primavera, viéndose los árboles siempre cubiertos de hojas y de frutos, y por esto tiene en todo el Perú el sobrenombre del siempre verde Quito. Es tan fértil y abundante en toda especie de frutos,   —597→   así de los que se conocen en ambas Américas como de los de Europa, que como dijo un célebre autor no hay necesidad de quien trabaje. Cría infinito ganado de todas clases, y de sus lanas fabrican en muchos obrajes gran cantidad de cosas de la tierra, como pañetes, bayetas y jergas, de que antes se abastecían todas las provincias del Perú, y hacían un considerable comercio, como de los tejidos y lienzos de algodón, tan finos y primorosos que pueden competir con los mejor es de Inglaterra. Tiene minas de oro, plata, cobre y demás metales, pero no se trabajan; y lo mismo sucede con las que se han descubierto de azogue, rubíes, amatistas, esmeraldas, cristal de roca; y de bellísimos mármoles de muchas y varias calidades. Riegan y fertilizan este Reino innumerables ríos, y algunos caudalosísimos, y que no tienen barca ni puente; se pasan en tarabita, que es un cable o maroma que atraviesa de una orilla a otra atada a fuertes árboles, y en ella está pendiente una especie de cajón o cesto de cuero de dos argollas de hierro, que por medio de otras dos cuerdas va y viene tirada de un caballo corriendo, en que pasan las cargas, las gentes y las caballerías ceñidas con cinchas. Todos estos ríos van a parar al Marañón para aumentar sus caudales con que lo hacen monstruosa. Gobiérnase este Reino por un Presidente que es Gobernador y Comandante General de él, y un Tribunal de Real Audiencia, y comprende las Provincias de Pasto, Jaén de Bracamoros, Esmeraldas, Quijos y Macas, Mainas, Mocoa, Sucumbíos, Jíbaros, Ibarra, Tacunga, Ambato, Riobamba, Cuenca, Loja, Zamora, Chimbo, Alausí y ,Guayaquil, que unas son Gobiernos y otras Corregimientos; y antes comprendía también las de Popayán, Chocó y el Raposo que se le separaron después, de todas las cuales se da razón individual en cada uno de sus artículos; contienen diez y seis ciudades, cuatro villas, dos asientos o poblaciones grandes sin este título y doscientos y sesenta pueblos que encierran 552.800 habitantes católicos, sin la multitud increíble de indios bárbaros compuestos de infinitas naciones. Es propenso a padecer erupciones de volcanes que tiene, y a frecuentes terremotos que han   —598→   destruido algunas ciudades y pueblos. Los naturales del país son industriosos, aplicados al trabajo, y muy dados a las artes mecánicas en que trabajan con extraordinario primor; son dóciles, afables, liberales, caritativos, y de muy agudo ingenio; en la nobleza domina la inclinación al lujo y la comodidad, y en los indios y mestizos la embriaguez.

La provincia y Corregimiento de este nombre es una parte del mismo Reino, que aunque se conoce con el del distrito de las cinco leguas de la Capital tiene más por algunas partes, y confina por el sur con el de la Tacunga; todo él está poblado de haciendas, unas situadas en llanos, otras en los ámbitos espaciosos de las quebradas, y otras en los páramos. Los frutos que producen son según la disposición de su terreno; las que están en los llanos son propias para el maíz, cuyas cosechas son muy abundantes; las de las quebradas o cañadas profundas, cuyo temple es cálido, son de caña dulce de que hacen mucha azúcar, raspaduras, que es la costra de ésta, y sirve de dulce a la gente común, miel, guarapo, y aguardiente de caña, y con las frutas propias de este clima hacen variedad de dulce que llaman rallados de que hay un gran consumo. La caña es muy tardía en los temples de este Corregimiento que, aunque cálidos, no lo son tanto como se necesita para su sazón, y así no madura, ni esta en términos de cortarse hasta los tres años de plantada, ni da más que un fruto, y después el de la soca que sirve para replantarla. Las haciendas de páramos que gozan variedad de temples, unos más fríos que otros, producen las semillas de trigo, cebada, toda especie de menestras y papas, pero cada una de estas tiene el temperamento que requiere; pastan en sus lomas rebaños de ovejas muy crecidos, que proveen con sus lanas los obrajes o fábricas de esta Provincia; otras sirven de criar ganado vacuno, principalmente para hacer quesos y manteca de la leche; y otras haciendas se componen de obrajes, donde, además de los ganados y siembras, fabrican paños de la tierra, estameñas, bayetas y jergas: de lo referido, se ve que no se puede determinar el temple de esta Provincia,   —599→   pues a proporción de la altura es, más o menos frío, o por el contrario cálido, y que del mismo modo esta variedad facilita la proporción de todo género de frutas y simientes hallando cada una el temple proporcionado a su calidad. Así sucede que en el espacio de medio día de camino se puede salir de un clima que por el calor da a entender que está en la Tórrida Zona, y llegar a otro donde todo es hielo y nieve; pero lo más, particular y plausible es no conocerse en él mutación en todo el año, pues el paraje que es templado nunca se cambia en frío, ni sufre más calor que aquel natural en que una vez fue impuesto. En los páramos sólo se nota alguna más alteración, porque siendo su naturaleza fría, o los aumenta la mayor fuerza de los vientos, o el que, haga y sea tiempo de páramos, que consiste en cubrir las nubes la mayor porción de aquellos cerros, y convertirse perennemente, aunque sin disminución, en un menudo granizo, nieve o escarcha, siendo entonces tan excesivo el frío que no se puede resistir mucho tiempo; y al contrario cuando no hay páramos, que el viento es con moderación, y el calor de los rayos del sol puede penetrar hasta la tierra, es soportable su clima. La mayor parte de los pueblos de este Corregimiento que son veinte y cinco guardan poca formalidad en su disposición; la Iglesia y casa del cura, que aunque sea clérigo llaman el convento por haber estado en su origen a carga de religiosos, es la principal de él, y todo lo restante se reduce a chozas de barro cubiertas de paja, esparcidas en los campos donde cada uno tiene su chacarita o pedazo de tierra que sembrar. La mayor parte de sus vecindarios, y en muchos pueblos toda ella, se compone de indios que habitan allí cuando no están de mita; pero al mismo tenor moran en ellos mestizos, y en algunos excede el número de éstos al de aquellos, no faltando entre unos y otros familias de españoles pobres aunque raras. Los pueblas son los siguientes: San Juan Evangelista, Santa María Magdalena, Chillogallo, Cono-cato, Zámbiza, Píntac, Sangolquí, Amaguaña, Guápulo, Cumbayá, Coto-collao, Puembo y Pifo, Cala-calí, Yaruquí, El Quinche , Guaillabamba, Machache,   —600→   Aloasí, Aloa, Uyumbicho, Alangasí, Pomasque, San Antonio de Lulubamba, Perucho, Tumbaco.

La Capital tiene el mismo nombre, con la advocación de San Francisco, fundada por los Indios y Corte de sus Reyes; la reedificó Sebastián de Benalcázar el año de 1534, y el de 1541 la concedió el Emperador Carlos V el título de muy noble y muy leal Ciudad, y por armas un castillo sobre dos montes, una cruz encima, y dos águilas que tienen una garra cada una en ella. Está situada a la falda del monte y volcán de Pichincha, y por la parte de levante tiene la cordillera de los Andes; es grande, bien construida, aunque irregular por la desigualdad del terreno, muy poblada, y una de las mayores ciudades de la América meridional. A la parte del mediodía tiene a la entrada una espaciosa llanura llamada de Turubamba, que con propiedad debe ser de Turupampa, que quiere decir llanura de lodo, y al norte tiene otra con el nombre de Iña-quito, corrompido de Añaquito, célebre por la batalla que en ella dio Gonzalo Pizarro contra las Tropas Reales que mandaba Blasco Núñez de Vela, Primer Virrey del Perú, que perdió la vida allí. A levante de Turubamba, y a la derecha de Chimbacalle, e izquierda del pueblo de Santa María Magdalena, hay un montezuelo llamado el Panecillo por su figura de cono truncado, semejante a un pan de azúcar, de cien toesas de altura, a cuyo pie por la parte de poniente corren algunos arroyuelos de delicada agua, que unidos a otros que bajan de Pichincha forman el río Machángara que baña la ciudad por el mediodía. La plaza principal es grande, en una de sus fachadas está el Palacio del Presidente, en la opuesta la Casa de la Ciudad; en la tercera la Catedral, y en la cuarta el Palacio Episcopal, y en medio hay una hermosa fuente; las casas son altas y de hermosa apariencia, y las Iglesias y Conventos los mejores de la América, especialmente la fachada del de San Francisco de excelente arquitectura, y no menos el Colegio que tenían los Regulares de la extinguida Compañía. Tiene siete parroquias de otros tantos barrios en que se divide la ciudad, y son el Sagrario, Santa Bárbara,   —601→   San Blas, San Sebastián, San Roque, San Marcos, y Santa Prisca; dos Conventos de Religiosos de Santo Domingo, tres de San Francisco con el Colegio de San Buenaventura, dos de la Merced, uno de San Agustín, otro de Padres Belemitas, y un Colegio y Noviciado de los expresados Regulares de la Compañía; cinco monasterios de religiosas que son dos de Carmelitas, uno de la Concepción, otro de Santa Clara, otro de Santa Catalina de Sena, y una Casa para mujeres retiradas que llaman el Beaterio con título de Santa Marta, bajo de la dirección de los Padres de la Merced. Adornan esta capital dos Universidades, la una de San Gregorio Magno, que era de los jesuitas, y la más ilustre, fundada por don Felipe II el año de 1586, y enriquecida con los mismos privilegios que la de Salamanca el de 1621; la otra de Santo Tomás de Aquino de los Padres Dominicos; dos Colegios Reales, el uno de San Luis Rey de Francia, con título de Colegio Mayor, concedido por don Felipe V, y al mismo tiempo Seminario que fundó el Obispo don Luis López de Solís, del Orden de San Agustín, el año de 1594, consignado a los Regulares de la Compañía que lo gobernaron hasta su expulsión: este Colegio ha producido muchos arzobispos, obispos y hombres ilustres por su literatura, hoy se gobierna por un eclesiástico y su Rector es un canónigo de aquella Iglesia Catedral; el otro Colegia es de San Fernando Rey de España, bajo la dirección de los Religiosos de Santo Domingo; los Padres Franciscanos tienen el Colegio ya nombrado de San Buenaventura, y los Agustinos la Academia de San Fulgencio donde confieren grado de doctor; dos hospitales, uno para hombres y otro para mujeres, que es fundación del señor Ochoa, y ambos están al cuidado de los Padres Betlemitas; el Tribunal de la Real Audiencia erigida el año de 1563, extinguida el de 1718, y restablecida el de 1739, y además de éste hay los de las Rentas Reales, de Cruzada, y de la Santa Inquisición dependiente del de Lima. Además de los templos dichos hay dos Capillas, una dentro de la Población, bajo una espaciosa bóveda o arco de piedra de primorosa arquitectura, dedicada a la Reina de los Ángeles con este título; y la otra con el de VeraCruz   —602→   en el ejido o llano de Añaquito, sepulcro y entierro del Virrey Blasco Núñez de Vela: en uno de los arrabales hay un fuerte y anchuroso puente para pasar el río Machángara de hermosa construcción, sin que conste los artífices que lo hicieron. Es cabeza de Obispado erigido el año de 1545, sufragáneo del Arzobispado de Santa Fe. En el de 1736 fueron enviados a esta ciudad por la Academia de las Ciencias de París para hacer diferentes observaciones astronómicas y físicas los señores don Luis Godín, don Pedro Bougier, don Carlos de la Condamine y otros, a quienes acompañaron los Tenientes de Navío españoles don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa; y habiendo concluido con acierto sus trabajos perpetuaron la memoria en una inscripción esculpida en alabastro, fija en la pared de la Iglesia de los Regulares de la Compañía.

Don Carlos de la Condamine construyó también la Meridiana en la terraza del Colegio de la Compañía, pero habiéndola hecho sobre ladrillos se perdió con el tiempo, y el año de 1766 se construyó otra sobre piedra en el mismo sitio que estaba, poniendo en la pared inmediata una inscripción esculpida en mármol.

Esta misma Academia Pichinchense proyectó y efectuó el bello paseo fuera de la ciudad a la salida de Santa Prisco en la llanura de Añaquito, poniendo en la fachada interior de la puerta por donde se entra la siguiente inscripción en una lápida de mármol:

«Idea del señor Teniente Coronel don Juan Antonio Zelaya, Presidente de la Real Audiencia, Gobernador y Comandante General de esta Provincia, etc. Obra de los señores Alcaldes Ordinarios don Clemente Sánchez, Caballero de la Orden de Santiago, Marqués de Villa-Orellana, Visconde de Antisana, etc., y don Miguel de Olmedo, comisario de Guerra, etc., quienes a expensas propias ofrecen al público este recreo. Año 1767.»



El vecindario de Quito se compone de 58.000 habitantes españoles, criollos, gente de color, e indios; entre los primeros hay seis títulos de marqués, uno de conde,   —603→   y muchos caballeros de las Ordenes Militares y familias ilustres; los criollos son dóciles, humanos, corteses, liberales, amantes de los extranjeros, inclinados a la piedad, y de despierto ingenio y capacidad; los Indios son los más cultos del Reino, sumamente hábiles en toda especie de artes y oficios, particularmente en la pintura y escultura. El temperamento es tan benigno que indiferentemente se viste todo el año de ropa de seda y lana sin incomodidad; abunda toda especie de frutos exquisitos de que la proveen y abastecen las ciudades y pueblos de su jurisdicción, de modo que la plaza está hecha un vergel de frutas, flores, aves, hortalizas, y cuanto puede desear la imaginación para regalo de la vida; y todo muy barato; hacía en otro tiempo un lucroso comercio que hoy ha decaído mucho. En medio de las circunstancias referidas; tiene el contrarresto de ser muy propensa a tempestades y terremotos que han causado mucho daño, especialmente en el que experimentó el año de 1755. Tiene un cuerpo de Milicias establecido después del tumulto que movió a la plebe el año de 1765. Es patria de muchas personas ilustres en virtud, armas y letras como son:

La Venerable Madre Mariana de Jesús, Flores y Paredes, llamada la Azucena de Quito, de cuya canonización se trata.

La Madre Sor María de Jesús.

Fray Bernardo Bohorques, religioso Mercedario, que murió con fama de santidad.

Los Padres Pedro de Alcocer y Cristóbal de Ceballos, de la extinguida Compañía de Jesús, varones apostólicos y celosos misioneros en la Provincia de Mainas.

Don Fray Domingo Valderrama, Arzobispo de Santo Domingo.

Don Fray Luis de Armendáriz, Monje Bernardo, Obispo de Jaca, Arzobispo de Tarragona y virrey de Cataluña.

Don Fray Gaspar de Villarroel, de la Orden de San Agustín, Obispo de Santiago de Chile y de Arequipa, célebre escritor.

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Don Juan Machado de Chaves, Obispo de Popayán, autor de la obra del perfecto confesor.

Don Vasco de Contreras Valverde, Comisario de Cruzada, sujeto de suma literatura.

Fray Joseph Maldonado, del Orden de San Francisco, Comisario General de su Orden, autor de muchas obras.

Don Joseph de Peralta y Mendoza, Catedrático de Salamanca.

Don Martín de Peralta, Oidor de Quito y de México, ejemplo de Ministros por su integridad e inteligencia.

Don Pedro Maldonado y Sotomayor, joven de tan sobresaliente instrucción en las Matemáticas y la Física que mereció que la Academia Real de las Ciencias de París y la Sociedad Real de Londres le nombrasen individuo de estos Cuerpos; Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad y Gobernador de Esmeraldas, que murió en Londres en la flor de su edad.

El Inca Atahualpa, último Emperador del Perú.

Don Lope de Armendáriz, primer Marqués de Cadreita, General de Galeones, sin otros infinitos de que no permite hacer mención el artículo de un Diccionario; pero bastan para ilustrar a Quito, que dista 304 leguas de Santa Fe Capital del Nuevo Reino de Granada, 200 de Lima, y 80 de las Costas del mar del Sur; está en 298 grados, 18 minutos, 45 segundos de longitud del meridiano de Tenerife, y en 13 minutos de latitud.



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Arriba Apéndice
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Como apéndice y nota bibliográfica de este trabajo referente a los dos Alcedos que honraron a Quito, con sus servicios el uno, como Presidente de esta Real Audiencia, el otro con su nacimiento y ambos con sus escritos, merece aquí especial mención el libro Piraterías y agresiones de los ingleses y otros pueblos de Europa en la América española desde el siglo XVI al XVIII. Deducidas de las obras de D. Dionisio de Alcedo y Herrera. Publícalas D. Justo Zaragoza

Reproduce y publica por vez primera los escritos de Don Dionisio, en 527 paginas in 8.º mayor.

Va dedicado al señor José Posada Herrera, «compatricio y deudo del autor de las obras que se imprimen en este libro». Por donde es de creerse que este Señor Herrera, debió de ser depositario del Archivo y más papeles de Don Dionisio, y el inspirador o mecenas del compilador.

Trae Zaragoza una larga y erudita Introducción histórica, de su pluma, en tres capítulos: Los Piratas   —608→   de la América, Piratería y Agresiones de la América Española y Genealogía y Apuntes Bibliográficos. Adjunta al volumen tres planchas buriladas por Alsedo: Mapa del Istmo de Panamá, Carta Geográfica e Hidrográfica de la América que confina con las tierras australes, y un Plano particular de las islas de Juan Fernández.

Don Dionisio y su biógrafo escriben Álsedo con s, como lo hace González Suárez, quien sin duda tomó del libro de D. Justo Zaragoza los datos que él reproduce en su Historia.

La extensa genealogía demuestra ser muy antiguo e ilustre el linaje de los Alcedos. «El fundador del apellido Alcedo, Alsedo, Alzedo o Arcedo, que en todas estas formas le escriben, se pretende fuese un capitán, Hércules Alceo, griego, figura legendaria, que dio su nombre, Alceo, a urna fortaleza almenada de Vizcaya, de donde proviene la rama vasconavarra que desde el siglo XVIII entroncó en restos de la monarquía visigoda y, por enlaces sucesivos, con los Herrera y los Condes de Benavente y los Garci Laso, y los Marqueses de la Conquista, etc., etc.»

Antecesores de Don Dionisio, vinieron a América desde un principio. Un Alonso y un Francisco de Herrera murieron al servicio del Rey, el uno en el Perú combatiendo al rebelde Hernández Girón; y el otro en Puerto Rico al pirata Drake.

Y un «Don José de Herrera y Quirós pasó al Reino de Quito y debió afincarse allá y fue corregidor». Su sucesor don Juan de Herrera y Zarzosa, vecino de la ciudad de Trujillo en el Perú aceptó ahí el título de Vizconde de Chiclín y Marqués de Herrera de Valle: Hermoso, antepasado sin duda de los actuales dueños de Chiclín, los Laxco Herrera que ahí han creado el famoso museo d e antigüedades peruanas aborígenes.

«Cuanto va dicho hasta aquí, (y que es muy largo) lo he creído necesario, -(expresa el editor Don Justo Zaragoza)- para dar a conocer la familia de   —609→   Don Dionisio de Alsedo y Herrera, oriundo del lugar Honor de Miengo, donde nacieron sus antecesores de la región cantábrica». Nosotros hemos anotado de paso sólo los varios Alcedos que lo precedieron en América.

Para la parte bibliográfica, el autor se remite a la Relación de los méritos, servicios y circunstancias de Don Dionisio de Alsedo y Herrera en diferentes empleos del Real Servicio y últimamente en los de Gobernador y Comandante General de los Reinos de Quito y Tierrafirme, presidente de ambas audiencias. Impresa en 1740 y reimpresa en 1768».

«Don Dionisio debió nacer, escribe Zaragoza, de 1680 a 1684. En 1706 se embarcó para las Indias con el Virrey del Perú, Marqués de Castell-dos-Ríus ; y detenido en Cartagena por la chapetonada o fiebre de aclimatación, estuvo esperando ocasión de trasladarse al Perú hasta 1710, tomando en aquel año el camino de Quito, -donde llegó, tras penosísimo viaje, al tiempo en que, por muerte del Marqués, había recaído el Virreinato en el Obispo de Quito, D. Diego Ladrón de Guevara. Presentósele Alsedo, y conocedor el Prelado de las dotes que le adornaban, de sus antecedentes y servicios, le nombró Oficial Mayor de su Secretaria de Cámara y lo llevo consigo a Lima».

En 1724, fue enviado a España, portador de «un cajón de gran valor para la Reina» y de muchos expedientes, papeles y encargos. Terminada su misión en Madrid, «premió, el Rey a Alsedo con el nombramiento de Presidente de la Audiencia de Quito, Gobernador y Capitán General, en 1728. Desempeñó la Presidencia durante ocho años, con gran acierta y celo, grandes mejoras y medidas contra las invasiones piráticas y comercio ilícito».

«De regreso a la corte publicó su Aviso Histórico Geográfico, que en este volumen se reimprime, porque, los mil ejemplares fueron buscados con tanto interés por los agentes que al efecto tenía Inglaterra en Madrid, que desapareció inmediatamente la mayor   —610→   parte de la edición». -Antecedente que justificaba, por razones similares, el secuestro del Diccionario de su hijo Antonio, a raíz de su publicación.

«Por los pocos ejemplares que ha dejado la diligencia de los ingleses para recogerlos, -dice el propio don Dionisio refiriéndose a su opúsculo,- tuve necesidad de reimprimir la obra cuando ya viejo, verificándolo en 1763».

Publicó antes, don Dionisio, el año 1741, su Compendio Histórico de la Provincia, Astillero y Puerto de Guayaquil.

Entre los «papeles tocantes a la Provincia de Quito», de la colección Gayangos, (Britis Museum), se halla el Mapa y Resumen General de la Real Hacienda de Quito, sin contar la ya mencionada Descripción Hidrográfica y Geográfica del Distrito de la Real Audiencia de Quito y de las Provincias, Gobiernos y Corregimientos que se comprenden en su Jurisdicción.

«De las fechas que llevan los últimos trabajos históricos de este fecundo escritor, -dice su editor y biógrafo Zaragoza- dedúcese la larga vida que alcanzó, pues debió morir a fines de 1771».

De los hijos de don Dionisio, nos dice que «dejó a dos de ellos, Ramón y Antonio, con buena graduación en la milicia».

«Antonio, figuraba ya con el grado de Coronel al dar a luz en 1786 su Diccionario Histórica Geográfico de las Indias occidentales». Alude Zaragoza a la «no poca parte que debió a su padre en aquella obra».

Habiendo manejado él los papeles del padre, podía comprobarlo en detalle al aludir así al hijo.

Nuestra presunción al respecto, solamente se fundaba en las palabras mismas de Antonio de Alcedo que en su Prólogo dice haberse «determinado a una obra de esta naturaleza, y a ser el primero que abriese los cimientos, persuadido por un sujeto de superior, talento e instrucción, (su padre) animándole a   —611→   ello la voz viva de un ministro que por espacio de cuarenta años logró adquirir conocimientos poco comunes que le constituyeron Oráculo de América, por las muchas obras que dejó escritas, además, de las que imprimió con general aplauso y una numerosa biblioteca de libros y papeles de Indias, que me han dado materiales para trabajar veinte años».

Mal podía ser ese Diccionario obra de un individuo solo. Se ayudó de cuanto había a la mano en la biblioteca de su padre: «más de trescientos libros de Indias», para completar desde luego y superar el libro de Coleti y el Gacetero Americano y otras compilaciones o monografías.

Con sobrada razón, la llama Zaragoza «obra única en su clase»; en todo caso, meritoria de tal calificativo en tiempos de inauditas distancias para viajar y de obstáculos de todo orden para emprender empresas tales por si solo.

A fin de poder editar su Diccionario Geográfico e Histórico, hubo de solicitar la suscripción previa de abonados en número suficiente. Por fortuna los obtuvo, para los cinco tomos, que fueron apareciendo por entregas, en tres años. Todo lo cual requería paciencia y la seguridad de una época estable, que no lo era la del ya cercano término de su laboriosa existencia.