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31

Cfr. Umberto Eco, Opera aperta. Milano: Bompiani, 1962 (Tascabili Bompiani, 1976), así como (íd.), La struttura assente. Milano: Gruppo Editoriale Fabbri-Bompiani, 1968.

 

32

Véase Gilles Deleuze y Félix Guattari, Rhizome. Introduction, París: Minuit, 1976. La traducción alemana de Dagmar Berger apareció bajo el título Rhizom. Berlín: Merve, 1977.

 

33

Real de Azúa, «Prólogo a "Motivos de Proteo"», op. cit., p. XXXVIII.

 

34

Ídem, p. XLI.

 

35

Ídem, p. XLIV.

 

36

Ya en enero de 1904 le escribió a Juan Francisco Piquet: «El tiempo de que puedo disponer lo consagro a seguir esculpiendo mi Proteo. Tengo fe en esta mi obra de más aliento hasta hoy». Citado según Rodríguez Monegal, «Prólogo a Motivos de Proteo», op. cit., p. 302.

 

37

Esta afirmación no pone en entredicho su capacidad de trabajar con otras formas literarias de mayor extensión.

 

38

De hecho, el Ariel ocupa sólo una mínima parte de la edición realizada por Emir Rodríguez Monegal.

 

39

Ganivet, Idearium español, op. cit., pp. 299 s.

 

40

La primera edición española de Ariel apareció en 1908, esto es, ocho años después de la primera publicación en Uruguay. Rodó sabía cuan importante era la publicación de sus Motivos en Europa, ya que, más allá del prestigio, le ofrecía sobre todo la ventaja de poder alcanzar un público hispanohablante más vasto gracias a la eficaz distribución. El momento habría sido propicio, ya que eran los años del establecimiento del «arielismo»; cfr. Alfonso García Morales, Literatura y pensamiento hispánico de fin de siglo: Clarín y Rodó, Sevilla: Secretariado de Publicaciones, 1992, pp. 75-88. Los motivos para explicar el desinterés por parte de los editores europeos tanto en Madrid como en París de publicar este texto no se han podido elucidar y merecerían una investigación aparte.