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51

Ídem, p. 166.

 

52

Cita de Real de Azúa, «Prólogo a "Motivos de Proteo"», op. cit., p. XLI.

 

53

Es interesante la comparación con otro pasaje del capítulo III: «Danza, en la alteza griega del concepto, es la vida, o si se quiere: la idea de la vida; danza a cuya hermosura contribuyen, con su música, el pensamiento, con su gimnástica la acción» [Rodó, «Motivos de Proteo», en (íd.), Obras completas, op. cit., p. 312].

 

54

Roland Barthes, Fragments d'un discours amoureux, París: Seuil, 1977, p. 12; reeditado en el tercer tomo de sus Œuvres complètes, op. cit., p. 464.

 

55

Ídem, p. 461.

 

56

Véase el capítulo 5.

 

57

Rodó, Motivos de Proteo, p. 389. En el prefacio a sus Essais critiques de 1963, Barthes escribió: «Esto quiere decir que el crítico, aunque por su función tenga que hablar sobre la lengua de los otros, al punto de querer concluirla aparentemente (o a veces abusivamente), el crítico nunca tendrá la última palabra, como tampoco la tendrá el escritor. Más aún, este mutismo al final, que forma su condición común, es la que devela la verdadera identidad del crítico: el crítico es un escritor» (Roland Barthes, Essais critiques, París: Seuil, 1964, p. 9; reeditado en el primer tomo de sus Œuvres complètes, op. cit., p. 1169).

 

58

Suiffet, José Enrique Rodó, op. cit., p. 121.

 

59

Rodríguez Monegal, «Prólogo a Proteo», op. cit., p. 894.

 

60

Ídem, p. 894.