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71

Véase Eco, Opera aperta, op. cit., p. 157; asimismo, cfr. capítulo 2 del presente volumen.

 

72

Hugo Achugar, «Fin de siglo. Reflexiones desde la periferia», en Hermann Herlinghaus y Monika Walter (eds.), Posmodernidad en la periferia. Enfoques latinoamericanos de la nueva teoría cultural. Berlín: Langer Verlag, 1994, pp. 246 s.

 

73

Unamuno, «Del sentimiento trágico de la vida», op. cit., p. 911. Un año después de la publicación de esta obra, Rodó escribió en una serie de artículos acerca de la guerra en Europa (La guerra a la ligera) el 14 de septiembre de 1914: «Ahora se ve bien que las gentes de Europa, que considerábamos languidecidas y enervadas, están en plena posesión de sus instintos marciales, y que, rascando un poco la corteza del europeo "siglo XX" aparecen Aquiles, Rolando y hasta Alarico y Atila». (Obras completas, op. cit., p. 1226).

 

74

En cuanto a la arquitectura de los espacios del interior en el Ariel de Rodó, véase Ottmar Ette, «"La modernidad hospitalaria": Santa Teresa, Rubén Darío y las dimensiones del espacio en "Ariel" de José Enrique Rodó», en Heydenreich/Ette (eds.), José Enrique Rodó y su tiempo. Cien años de «Ariel», op. cit., pp. 73-93.

 

75

Ídem, p. 325. Con la fusión del mundo interior y exterior en los conceptos de «descubrimiento» y «conquista», este capítulo, que pone de relieve la dimensión americana de los Motivos de Proteo, termina armoniosamente: «¿Hay cosa que te interese más que descubrir lo que está en ti y en ninguna parte sino en ti: tierra que para ti sólo fue creada; América cuyo único descubridor posible eres tú mismo, sin que puedas tener, en su designio gigante, ni émulos que te disputen la gloria, ni conquistadores que te usurpen el provecho?» (Ibíd.).

 

76

Ídem, p. 326.

 

77

Esta dimensión autobiográfica no es la «intimista» de un Henri Frédéric Amiel. Por eso Rodó le anexa inmediatamente una crítica al «triste Hamlet ginebrino»: «Amiel nos dio un ejemplo de contemplación interior sin otro fin que el del melancólico y contradictorio placer que de ella nace». (Ibíd.)

 

78

Ibíd.

 

79

Con razón dijo Carlos Real de Azúa: «Como ensimismado, como solitario, era dado al examen de conciencia y a la autoconfesión». («Rodó en sus papeles», op. cit., p. 89).

 

80

Ídem, p. 310.