Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

[62]

ArribaAbajo

Flores Heroicas y Líricas

                                                                                                                                            
     Poemas heroicos y líricos, se dijeron por celebrarse en ellos, y cantarse a la lira de los famosos hechos, y heroicas hazañas de los grandes héroes de los pasados siglos. Notolo don Luis de Góngora, en aquel célebre y culto Panegírico, a la ilustre memoria y famosas hazañas de don Francisco Sandoval y Rojas, duque de Lerma, cuando pide a Euterpe, pulse con tan divina mano su sonora lira.
 
D. Luis de Góngora en el Paneg. al Duque de Lerma.                  Si arrebatado merecía algún día
Tu dictamen, Euterpe soberana,
Bese el corvo marfil hoy desta mía,
Sonante Lira, tu divina mano:
Emula de las trompas su armonía,
El séptimo Frión de nieves cano,
La adusta Libia sorda aún más lo asienta,
Que los áspides fríos que alimenta.
 
Las musas que precedían a estos heroicos asuntos (dejando a Euterpe, a quien invoca Don Luis) fueron Clío, y Calíope, como lo dice Virgilio en el epigrama que compuso dellas:
 
Vir. Epig. Mus. L. Auson. edy. 20. Clio gesta canens, transactis tempora redit.
Carmina Caliope libris heorica mandat.
 
Pero hallo, que una, y otra los cantaban en la cítara. De la primera dijo allá no sé qué poeta:
Clio dulcisone cythara modulamina prompsit.
Y Horacio lo afirmó, hablando de Calíope:
 
Horat. l. 3, Od. 4. Descende Cælo, et die, agetibia,
Regina longum Caliope melos,
Seu voce, nunc mavis acuta,
seu fidibus, cytarave Phebi.
 
Buleng. l. 2 de Theatro, c. 37.

S. Isid. lib. 3, Etimol.

Si no es que digamos con algunos, que la cítara es una misma cosa con la lira. Dispútalo Julio César Bulengero; y San Isidoro afirma, que la lira es especie de cítara: Paulatim autem plures eius species stiterunt, ut psalteria, Lyra Barbita. O sea porque los poetas, inspirados de las musas, se valían de uno, y otro instrumento, para celebrar los famosos hechos de los héroes, pues vemos que Horacio, no sólo le pide la cítara a Calíope [63] para cantar sus versos; pero también se vale de la lira para hacer coro con los mayores poetas de su siglo, este parece que fue su cuidado, cuando afectó esta honra con su mecenas:
 
Hor. Carmen, libr. I, Od. 1. Quod si me Lyricis vatibus inseres,
Sublimi feriam sidera vertice.
 
De la lira, o cítara (sea uno, o diverso el instrumento) se valió también Aquiles, no sólo para acallar sus penas, pero para celebrar los famosos capitanes de su tiempo, a lo primero introduce Ovidio:
 
Ovid. lib. 4, elig. Fertur in abducta Briscide tristis Achilles
Æmonia curas atenuasse Lyra.
 
A lo segundo Homero en su Ilíada, hablando deste valeroso héroe:
 
Hom. Illi. lib. 9. Mulcentem cythara hunc mentem invenere sonora,
Hac animum mulcens cantabat facta virorum.
 





Neb. Vatab. Cayetan. supt. Psal. 44.

Symacus

P. Lorin. in tit. Ps. 44.

Idem eod. loco.

     Y si son flores los asuntos heroicos, que celebra la musa, fuerza es, que se ajuste el instrumento músico a lo florido de su metáfora. Pero cuál preguntaréis curiosos. No otro que el lilio, que en griego suena tanto como Lirion, (y se dirá en otra parte) y así con sola la diferencia de la jota griega, se llamarán estos poemas líricos, como los otros, por cantarse a la lira se decían líricos, con la mutación en la Ypsilon. Y por que no se entienda, que es antojo, o capricho mío, advierte el Nebiense, Vatablo, y Calletano, que aquel célebre salmo y poema heroico, cuyo título (como nota Símaco) es: Triumphus, L. triumphale carmen, donde se festejan, y aplauden los famosos hechos, y ilustres triunfos de Cristo, y de su iglesia, se cantaba en un instrumento músico llamado Lilio: Volunt sosannim (dice el doctísimo Lorino, en nombre de los Autores referidos) nomen esse instrumenti musici, quos lilium diceretur. O bien porque tenía la mesma forma que la azucena, o porque constaba de seis cuerdas, como esta flor se parte en seis hojas, o porque estaban insculpidos en él los lilios, como ahora en la lira se insculpe, o bien la azucena, o bien la rosa: Quia liliis (prosigue el mesmo doctor) inscultis erat ornatum, sicut hodieque in corpore lyrarum, unde sonus reditur lilia, vel rosæ visuntur ligno insculptæ: sive quia signicet sexa cordum instar lilii, quod tot constat soliis, (con que aún la lira para su mayor hermosura, y armonía se vale de las flores) que no es novedad (adelanta), que los instrumentos músicos originen sus nombres de las flores; [64] así la vihuela en nuestro castellano, y en italiano viola, se deduce del nombre Latino, viola, que significa la flor de la violeta.



Chrysol. serm. 163 al fin.

Mat. 6, v. 28.



Plin. libr. 21, ca. 5.

Pier. Hieroglif. De Lilio.

     No porque quiera humanar, o profanar instrumento tan divino, me valgo del lilio; sino porque esta flor, como dice el Crisólogo, es la que se aventaja a todas las otras; y por eso la que mejor representa la majestad, y pompa de un héroe, de un rey, de un príncipe, de un varón eminente: Et omnes terræ flores lilium vincit, et præcellit in gratia, tantumque distat ab universo germine lilium; quantum Regem specie, honore, et gloria, cunctis constat excelere. Y aún el mesmo Cristo cotejando la gala, la majestad, y pompa del lilio, con la de Salomón, aventaja la desta flor a la mayor grandeza de aquel poderoso Rey: Considerate lilia agri. Dico autem vobis, quoniam, nec Salomon in omni gloria sua coopertus est, sicat unum existis. Donde parece, que Cristo le coloca por monarca de los abriles y mayos de los vergeles y jardines; pues entresacándola y aventajándola a las demás flores, la prefiere a tanta majestad: y aun allá Plinio conoció esta preeminencia del lilio, cuando dijo describiendo su grandeza: Ne ulli florum excelsitas maior interdium cubitorum trium. De aquí arguye Pierio, que se le debe el cetro y la corona entre las demás flores, como a rey supremo suyo: Merito Lilium flos regius etiam appellatur, non a Iunone Regina tantum denominatione sumpta; sed a Regia, qua præstat celsitudine, quod tanta proceritate super flores alius attolitur, ut ad tria interdum cubita surrigatur.



Saph. Poetria apud Achilæ Tatium.
     Y si el lilio se aclama por emperador de las flores, la rosa se aplaude sin controversia alguna, por rey, o reina de todas ellas. Con gala publicó su majestad la ninfa Safo: Si floribus vellet Iupiter Regem imponere; Rosa inter flores regnaret terræ est ornamentum, plantarum decurs. Y que las flores del campo jurasen por monarca a la rosa, lo dijo con dulzura una florida vena.
 
D. Pedro de Castro y Amaya, Aur. de Diana. Nació la Rosa, honor del verde llano,      
   sobre el sitial de su esmeralda viva,
   ceñida de Archas la beldad esquiva,
   ejemplo hermoso de un desdén tirano,
El jazmín de los campos ciudadano,
   con el clavel, que con la Rosa priva,
   por la sangre de Venus sucesiva, [65]
   la juraron Monarca del Verano.
 
El mesmo.      El mesmo en otro soneto había dicho:
 
Reina del Mayo la encarnada Rosa,
   A presidir las flores salió al prado.
 
Y el festivo ingenio de Polo de Medina, la publicó reina, a competencias de la majestad, y púrpura del clavel.
 
Jacinto Polo de Medina, Academias del jardín. (16) Tu argumento de las Musas,
   por ser (el clavel perdone)
   Reina coronada de oro,
   te guardan picas de bronce.
 
     Aunque por su púrpura el clavel, parece que podía poner a pleito la corona; pero por inferior al lilio, y rosa, que presiden monarcas de la primavera, es fuerza que les ceda el cetro; mas por superior a otras flores plebeyas, ninguno podrá negarle que sea jeroglífico de los grandes, y nobles. Óyelo a los que con tanta dulzura acreditaron antes la majestad de la rosa.
 
Estos purpúreos claveles,
   aves con picos de grana,
D. Pedro de Castro, en el lugar citado.    que rompieron a la Aurora
   el nido de su esmeralda.
Estos a quien diferencia
   de las flores aldeanas,
   la púrpura como a Reyes,
   como a señores el ámbar
 
     No lo expresa con menos suavidad el segundo,
 
El crédito son de Flora
   estos hermosos claveles,
Jacinto Polo de Medina.    que en los solares del prado
   noble ejecutoria tienen.
Lo más florido del valle,
   el mayor blasón que tiene,
   galanes de esotras flores,
   los lindos de los vergeles.
 
Ambros. Cale. ver. Marte.      Y si descendemos en particular, quién negará, que Marte preside a las batallas, trajo su origen de las flores, como atestigua Ovidio, pues ellas fecundaron a Juno, para que abortase ese pasmo de la guerra; porque a los generales y capitanes, y demás héroes famosos por las armas, no les faltasen estas insignias de Flora y Venus, aun cuando más de Marte, [66] que también acreditasen sus hazañas; y como quienes declaraban con tan vivos colores su nobleza, tal vez se vieron coronados los sangrientos yelmos, y de más insignias militares de frescas y olorosas rosas: �qué bien que lo cantó Claudiano!
 
Claud. de Nupt. et Mar. ad med. Letitiæ causas ignorat dicere miles,
Lætaturque tamen:
Mavorti assigna rubescunt
Floribus, et subitis anmantur frondibus haste.
 


Videatur Gisler. in apped. huius capit. v. 23, Cantic.

Arn. Carn. de septem verb. Domin. ad illud consummatum est.

     Y si de los héroes profanos, pasamos a los sagrados, aquellos que hacen guerra a los vicios, a los predicadores, digo, cuyo argumento se toca también en estas flores, quien no ve cuan bien simbolizan con ellas, porque aquellos labios de el esposo, figurados en los lilios, según el sentir de los padres antiguos, representan estos cristianos oradores: Labia eius lilia distilantia myrram primam. Pues entre las flores de su elocuencia derraman la mirra de la reprehensión de los vicios, y verdades divinas, y con los lilios, y rosas de su florido decir, atraen a sus oyentes, y sazonan los frutos de la sagrada enseñanza. No vienen mal ceñidas a este discurso las palabras de Arnoldo Carnotense: Ideo ingrediens in Sancta Sanctorum, totum vocalem se debet Summus Pontifex exhibere, et virtute verbi, quasi floribus odoriferis allicere auditores, et prædicatio tintinnabulum (17) ex auro purissimo puritatem, perfectionemque singularis intelligentiæ inidicet. Que quiere decir, haber melificado las abejas en la boca de Ambrosio, sino advertirnos, que de las flores de la elocuencia de tan grande orador, labraron los mayores predicadores del mundo, panales de sabiduría.







Sap. 2, v. 68.

Roa super hunc loc.



Isai. 40, v. 6.

D. Greg. l. II. Moral. c. 26.

Aug. serm. 34 ab Fratr. in heremo.



     �Y por qué no han de ser flores? �Por qué no han de ser rosas las honras, y grandezas del mundo, pues unas y otras son de tan caduco ser, y tan corta dura? Qué bien conocieron la luz desta verdad aquellos necios, aun entre las tinieblas de la impiedad, cuando ambiciosos se convidaban a coronarse de rosas, a gozar, digo, de las grandezas, riquezas, y pompas del mundo; porque sabían que habían de correr parejas en su inconstancia, y poca vida, las rosas y los mayores puestos, majestades, y contentos de la tierra: Venite coronemus Rosis antequam marcescant. Y antes habían dicho: Fruamur bonis, quæ sunt, et utamur creatura, tanquam in iuventute celeriter, como si más claramente dijeran: Cojámoslo todo en flor, porque si esperamos [67] que llegue a sazón, primero se acabará, y desvanecerá con la brevedad que se marchita al rosa; y por esto excitan: Non prætereas nos flos temporis, o como leyeron otros flos aeris. Flores son todos los bienes de la tierra, y flores no de árboles, que llegan a dar fruto, sino de el tiempo, y aire que jamás paran, y así nunca pueden darlo. Toda la grandeza (dijo Isaías) toda la majestad, toda la gloria del hombre, es una flor de el campo, que se marchita, y desvanece a los primeros rayos del sol, y a los más leves impulsos del aire: Omnis caro fænum, et omnis gloria eius, quasi flos agri. Excitatum est fænum, et cecidit flos. Que bien estrella esta verdad a los vanos de el siglo San Gregorio el Magno: In quorum potentia fæni floribus comparatur, quia nimirum carnalis gloria, dum nitet, cadit, dum apud se extollitur, repentino inter captu sine terminatur. �Oh cómo se burla del mundo el grande Augustino! �Oh cómo le da en rostro con sus falsas promesas! �Oh cómo le zahiere con su aparentes bienes, con su fingidas flores! O munde proditor, cuncta bona promittis, et cuncta mala profers, promitis florem, sed cito evanescit.
     A donde más llegó a subir la majestad, y pompa de los romanos, en la mayor cumbre de su imperio, fue cuando avasallados sus enemigos, entraban triunfando con tanta gloria en Roma; pero veamos como recibían, y festejaban al vencedor: sólo esparciendo por las calles y plazas flores, coronándose con ellas, llevando verdes y floridos ramos en las manos. Advirtiolo Ovidio en el triunfo de Germano:
 
Ovid. de Germin. Triumph. Quaque ibis manibus circumplandere tuorum,
   Undique iactato flore te gente vias.
 
Plut. in Pomp.

Roa sig. loc. lib. 2, cap. 1.

Y Plutarco celebrando el de Pompeyo, dijo: Multi præterea sertis ornati, sub lampadibus cum suscepere, flores in cum iacere, gradientem, usque commitari. Y bien, �qué significaba toda esta grandeza? No otra cosa, responde el Eruditísimo Padre Martín de Roa, sino advertirnos, que con la brevedad que se marchitaban aquellas flores, y ramos, se desvanecía, y cavaba toda la grandeza y pompa de la tierra: Ut significarent humanarum verum conversionem, fragilitatemque suam.





Eccl. 24, 23.

Roa eod. loc.

     Pero si las riquezas, grandezas, y honores del mundo son [68] de tan corto alentar, que marchitándose todo en flor, nunca gozan el colmo del fruto, es porque sirve sólo a la vanidad. No así las que se fundan en Dios, y se consagran a su gloria, que aunque por la brevedad desta vida, y corto término de su duración, sean flores; pero siempre coronadas de fruto, o por mejor decir, el fruto son esas mismas flores. Que bien nos lo advirtió el Señor por boca del Eclesiástico: Flores mei fructus honoris, et honestatis, de honra, y de provecho, que aunque en el mundo no caben en un saco; pero en la casa de Dios muy bien se hermanan: Honestas quippe (dice el mesmo eruditísimo y elegantísimo Padre Roa, en el lugar citado, y lo afirman otros) hoc loco podivit iis, pro fortunis capitur. Que los que saben aprovecharse de la nobleza, y altura en que Dios los pone, atribuyéndolo todo a tan supremo dueño, y empleándolo en su servicio, con festejarle en su templo, rindiendo en él las debidas adoraciones a su majestad suprema, gozan aún en esta vida los frutos en las flores de las riquezas y honras.
     Y pues también expresan los lilios, las rosas, los claveles, y demás flores a los príncipes, a los héroes, y sujetos grandes, que celebran estos poemas, muy bien esmaltarán este ramillete lo heroico de sus asuntos, con lo galante, y vivo de sus colores. [69]
 
 
ArribaAbajo

Pide se aplauda, y dé el parabién a nuestro Príncipe Don Felipe próspero de su nacimiento, se ajusten esos pies forzados, y glose el último verso

Hoy la mayor empresa de sus glorias.
Soneto acróstico
 
ArribaAbajoFloridas te destinan                        MONARQUÍAS,           
   Invicto Infante, los Divinos          CIELOS,
   Luciente Sol, siguiendo a tus       ABUELOS
   Iluminas feliz sus sombras            FRÍAS.
Próspero a rayos, aun cuando        NACÍAS, 5
   Ocasionase al Sol lucidos            CELOS,
   pues girando mejores                  PARALELOS,
   Retiras cortos con mayores         DÍAS.
Ocuparás adulto la                         CAMPAÑA,
   Sin que por Sol, lo Marte se        CONFUNDA, 10
   Por Rayos Sol, por Marte se       VITORIAS.
El nacimiento tuyo aplauda              ESPAÑA,
   Rayo te aplauda, pues en ti se      FUNDA
   Hoy la mayor empresa de sus    GLORIAS. [70]
 
                                                                                                                                            
ArribaAbajo

Las ansias de España por tener Príncipe, y el gozo que tuvo en su nacimiento

Habla España con nuestro Príncipe.
 
Texto
                   Si miro Filipo de           
     tu nacer Próspero el cuando,
     Sé, que al estarle deseando,
     Me aseguras el porqué.
 
ArribaAbajoDe tu nacer mi bien fía,
     de tu Reinar es mi gloria,
     de tu pelear mi victoria,
     de tu triunfar mi alegría:
     que toda esta dicha es mía, 5
     que adquiero estas glorias sé,
     que las poseo o, se ve,
     que el DE, nota posesión,
     que aseguro en la ocasión,
     Si miro Filipo DE. 10
Del nacer, el CUANDO mira
     Astrólogo diligente,
     y qué signo el Sol luciente
     entra, cuando el Ciego gira:
     de aquí su dicha, o su Pira 15
     le anuncia, quien contemplando
     Filipo al Sol, que va entrando
     Signo Próspero, no ve,
     que es afortunado, de
     Tu nacer Próspero, el CUANDO. 20
En ansias de tu nacer,
     años viví cuidadosa;
     pero no tan temerosa,
     que no le esperase ver:
     porque llegando a saber, 25
     que Dios me asiste escuchando,
     sé que este bien ya trazando
     me está, le está previniendo,
     sé al estarle pidiendo,
     Sé, que al estarle deseando. 30
Si es que a mi gozo pregunto;
     �POR QUÉ naciste en el día,
     que San Próspero lucía
     de Sagitario en el punto?
     de mis victorias asunto 35
     hallo, que sin duda fue,
     Próspero al lado se ve
     de ese Signo belicoso,
     y en tal conjunción glorioso
     Me aseguras el PORQUÉ. 40 [71]
 
 
ArribaAbajo

Pide que se conceptúe sobre que Filipo Próspero ha sido el Quinto Planeta, entre cuatro que ha tenido la Monarquía de España

como lo es Marte en su Esfera, y que se halla mucho misterio en la similitud
Décimas
 
ArribaAbajo�Quién los signos no pregona,
     Filipo, ya en el León,
     ya en ese rico Tusón,
     que en tu pecho se eslabona?
     y si miro a tu Corona, 5
     y a tanto rayo en que giras,
     Cuarto Planeta me admiras,
     mas si Quinto en el Infante,
     que a firmamento flamante,
     en todo diré, que aspiras. 10
En tu Esfera, pues, luciente,
     como en el Cielo Estrellado,
     siempre por Marte he juzgado
     al Quinto Planeta ardiente:
     Carlos lo diga eminente, 15
     y si ese tu heroico Abuelo
     fue el mudo terror desvelo,
     Filipo por ser asombro
     como el pondrás todo el hombro
     emplearás todo tu anhelo. 20
Si entre el bélico rumor,
     y de las armas el ruido
     fue tu Horóscopo elegido
     en tu primer esplendor:
     al Orbe causas horror 25
     pues naces todo de acero,
     (de tu principio lo infiero)
     con que domarás pujante
     al enemigo arrogante,
     y al que blasona más fiero. 30
Si de tu nacer el día
     contempló Marte Español.
     mucho al primer arrebol
     te anuncia mi Astrología:
     Mercurio en él presidía, 35
     tú le asistes belicoso,
     conjunción, en que es forzoso
     en todo influyas prudente,
     que juntando lo valiente,
     siempre saldrás victorioso. 40
Ya el Otomano poder
     en sangre se teme tinto,
     pues juzga, que Carlos Quinto
     en ti llegó a renacer:
     y antes que tu Regio ser 45
     conozcas, Invicto Infante,
     ya de la Siria el Turbante,
     de Damasco alfanje rojo,
     se recela por despojo
     de esa tu planta triunfante. 50
Tuviste, Príncipe, Oriente
     en tanto rayo Marcial,
     como vibra Portugal
     de tu Padre el Sol ardiente:
     señal que indica evidente, 55
     se aclamará vencedor,
     pues le fomenta tu ardor;
     que si de Marte al Sol asiste,
     en vano el suelo resiste
     los rayos de su rigor. 60 [72]
 
                                                                                                                                                                           
ArribaAbajo

Al nacimiento de nuestro Príncipe don Felipe Próspero

y a las dichas que le anuncia el nombre de Josef, que le pusieron también en el Baptismo
Romance
 
ArribaAbajo�Josef! Apellido ilustre,           
     �oh qué gloria! �oh qué eminencia!
     �oh qué dichas que abarca!
     �oh qué de Imperios que sella!
Dígalo el Virrey de Egipto, 5
     y de la aurora más bella
     lo aclame el Esposo Sacro,
     y España lo aplauda tierna.
Naciole un gracioso Infante,
     que Josef le nombra atenta; 10
     porque el lleno de sus dichas
     gozase en toda su esfera.
Oye, príncipe tus glorias,
     Josef Patriarca, pues sea
     pauta, que siga la mano, 15
     heroica al discurso Idea.
Filius acrescens Ioseph. Desde tu cuna, o tu Oriente,
Filius acrescens, Gen. 495, v. 22.      sin que te deslustren menguas,
     hasta el Zenit del Imperio,
     no pasará tu carrera. 20
Filiæ discurrerunt super murum. Del Orbe las cuatro partes,
     desde sus altas almenas
     admirarán tus prodigios,
     aclamarán tus empresas.
Sed ex speraverunt eum, inviderunt Arrestará a los contrarios 25
   illum habentes iacula.      la envidia de tu grandeza,
     pero a costa de su honor
     serán triunfo de tu diestra.
Mas qué mucho que atropelles
Sedit in fortiatcus eius.      esas escuadras guerreras, 30
     si por Dios, y en Dios emprendes
     las más arduas competencias. [73]
Al arco de tu valor
     aplicarás la saeta,
     asestará Dios el tiro, 35
     serán divinas tus fuerzas.
Quebrantarás del vasallo
     las aceradas cadenas,
Dissoluta sunt vincula brachiorum eius.      con que oprimido gimió
     de su enemigo a violencias. 40
Y serán cadenas de oro,
De aurata sunt brachia illius ex Hebræo.      que más su cuello ennoblezcan;
     que a virtud de tu valor
     mejoran naturaleza.
Sucederá el siglo de oro 45
     a este yerro, �oh qué alteza!
     coronando el yelmo invicto
     de la Oliva de Minerva.
Trocarás por el cayado
     la espada entonces sangrienta, 50
     regirás a un sólo silbo
     los que antes Leones eran.
Del Alcázar de tu Imperio
     firme silla te aparejas,
     que a enemigos corazones 55
     será inmoble su eminencia.
Ex Hebræo. Inde pascit lapis Israel. Si no es que diga, que es Cristo
     este Pastor, esta piedra,
     que si asegura tu Imperio
     también, también le apacienta. 60
Benedictionibus ab isti subii acientis deorsum. No sólo será Teatro
     este globo a tus proezas;
     pero de inconstantes hondas
     dominarás la soberbia.
Desta América los montes 65
     liquidarán ricas venas,
De vertice antiquorum montium,      porque corran obedientes
   Deuter., cap. 33, v. 15.      a este mar de tu potencia.
Aquese Eterno Monarca,
     desde la eminente Esfera, 70
Deus Patris tuis benedicet tibi benedictionibus,      vincula, Príncipe excelso,
   ex ly desuper.      tanta dicha en tu cabeza. [74]
Muy por entero estas glorias
     te anuncia tu clara Estrella,
     si tus Abuelos por partes 75
     gozaron desta grandeza.
Este métrico agasajo
     un Apolo, y Sol alienta,
     que desta nueva granada
     por granos brota finezas. 80
 
                                                                                                                                                                                       
ArribaAbajo

Al nacimiento de nuestro Príncipe Don Felipe Próspero

y al haberle baptizado con una redoma de agua del Río Jordán.
Liras
 
Ios. cap. 3, v. 15.                  ArribaAbajo�Jordán todo misterio!           
Psalm. 113. desde que el Arca humillas tu corriente,
Matth. 3, v. 26. Hasta que a tu Hemisferio
Cristo ilustra luciente,
Sol, que en tus ondas destinó su Oriente. 5
No pausa lo pasmoso
aquí de tus prodigios, pues, España
vio en tu cristal undoso
su Infante, �quién no extraña!
si la Europa, y el Asia en ti se baña. 10
Tus pies, Príncipe, besa
reconoce sin duda en ti aquel celo,
que en tu Padre confiesa,
con que Águila de un vuelo,
su fe en tus plumas la destina el Cielo. 15
�Oh qué rendida seña!
al Otomano oprimían tus glorias,
pues ya el Jordán se empeña
Ios. cap. I, v. 15. Idem. cap. 4, 5, 6. a anticipar victorias,
que tus hazañas las harán notorias. 20
Communiter PP. B. Virginem. Si del Arca a la vista
muros rompió Jesús al Jordán puro,
Cum Area solet comparare. D. Method. D. Epiphao. D. Atan. Damas. Ildef. Bonav. Ambros. consiguió su conquista,
Filipo, hoy la aseguro,
Arca es María, tu valor su muro. 25
El Jordán a la planta [75]
del Sacerdote, en su cristal veneras,
Filipo se adelanta,
pues a la luz primera
Iordanis Sapientæ flumen. Teste Orig. in Num. Hom. 27. D. Hier. ad 27. Ezech. a la Iglesia obediencias acelera. 30
Sabio también te aclama,
leyes darás glorioso a todo el suelo,
a más sube tu fama,
Sapiens dominabitur Astris. Iordines, Latine sonat, vibus iudicii. darate solio el Cielo,
Astros sublimes regirán tu celo. 35
Será lo justiciero
glorioso timbre, que mejor te abona,
Siriac. et Hæbraic. Demostratio iudicii, Protectio, et descentio iudicii. igualará tu acero,
sin respetar persona,
del humilde cayado a la Corona. 40
 
1. Petr. cap. 1, v. 17.  
 
                                                                                                                                            
ArribaAbajo

Al Doctor Lucas Fernández Piedrahita

Provisor dignísimo de la Iglesia Metropolitana de Santa Fe, y al desvelo con que la rige, y generosidad con que celebró el nacimiento del Príncipe nuestro Señor.

Décimas
 
                     ArribaAbajoNo del cáñamo al latido           
          tanto conduces ganado,
          si del amor al cayado,
          si del silbo a lo entendido:
          desvelas todo sentido, 5
          y sin perdonar instante,
          tu atención vive constante;
          quien no advierte en tu porfía,
          que eres Polifemo al día,
          Argos en la noche errante. 10
     Como al rebaño Pastor,
          eres Apolo al Parnaso,
          cada pluma del Pegaso
          te es crédito, y es primor:
          y en unión tan superior, 15
          es realce a tu agudeza,
          como apoyo a tu grandeza,
          que andén los pies bien medidos,
          por tal Apolo regidos,
          porque tienen tal Cabeza. 20
     Si del monte lo eminente
          ilustra al nacer el Sol
          del Príncipe, el arrebol
          te ilustró primero ardiente:
          pues del Parnaso (en su Oriente) 25
          las cumbres eran peana,
          con que su alegre mañana
          tu métrica melodía
          anticipó la alegría,
          por primera, más ufana. 30
     �Tanto pensar superior!
          �tanto alcanzar Querubín!
          cada ingenio es un Jardín,
          cada concepto una flor:
          de tanto dulce primor, 35 [76]
          todo Poema lucido,
          es un panal escogido;
          pero la abeja más culta
          de tu amor dulce se oculta
          en el panal más florido. 40
     porque eterno viva el día,
          por dichoso, y por cabal,
          cándida piedra es señal,
          que a las edades lo fía:
          �oh qué oculta policía! 45
          y si Próspero el instante
          fue al nacer de nuestro Instante,
          hoy PIEDRAHITA le sea
          señal, no piedra Eritrea,
          no el carbunco más flamante, 50
     Si en esta GRANADA bella
          desabrochando tu pecho
          ofrece tu amor deshecho
          en cada rubí un Estrella:
          esa es luminosa huella, 55
          que acordará al Cuarto Atlante
          tu ascenso más relevante;
          que si es Sol, y está servido,
          no es mucho, que agradecido
          a la Mitra te levante. 60
 
 
ArribaAbajo

A Don Alonso López de Galarza

General de Caballería de la Ciudad de Quito, en festejo de sus galas, en el día que salió al alarde general, que se hizo en ella.

Romance
 
     ArribaAbajoSi lo airoso de tus plumas,
          si lo galán de tu arreo
          aplaudir, joven, aspira,
          mides templado instrumento.
     Una pluma de tus alas 5
          fía, siquiera a su acento,
          pues eres Garza Galarza,
          repetición de ti mesmo.
     Será pluma, a quien mi Lira
          deba en sonoros metros 10
          del tacto nueva dulzura,
          y del pulsar los aciertos.
     Será pluma con que vuele,
          sin que recele escarmientos,
          a los rayos de tu Sol, 15
          y a lo grande de tu Cielo.
     De tu agudeza ayudada,
          del arco del pensamiento
          será flecha que te alcance,
          pues eres blanco tan cierto. 20
     A los filos de tu ingenio,
          cortada en el firmamento
          con caracteres de luces
          grabará tu nombre eterno.
     En tres días, que la vida 25
          gozó tu divino objeto,
          un Mapa admiro de galas,
          y un Abril de flores bello.
     Y aunque en Diciembre tu Sol,
          (mejor que ese Dios de Delos) 30
          amenamente transforma
          en jardín su yermo suelo.
     Ya entre rojas clavellinas
          azucenas compitieron,
          ufanas, que por lo blanco 35
          fue Sagitario el deseo.
     Ya multitud de violetas,
          que atesadas persuadieron,
          que el gusto estaba de luto,
          pues se adornaba de negro. 40 [77]
     Pero no, que fue advertencia,
          y con mayores esmeros
          campearon mejor las Rosas,
          que de tu rostro nacieron.
     En los campos de esmeralda 45
          tercera vez, ya tu aseo,
          si es que les pautó de plata,
          fueron de azabache extremos.
     Que no siempre la esperanza
          en blanco dejó el deseo, 50
          y aunque de negro esta vez,
          no es infeliz el agüero.
     Sin duda la posesión
          te aguarda ya de tus hechos,
          y así lúgubre mortaja 55
          viste lo verde a despecho.
     El tahalí que del hombro
          se despeña por el pecho,
          parece arroyo, que vida
          da a cuanto alcanza su riego. 60
     Que en los jardines de Marte,
          como de Flora en los huertos,
          infundo a flores, y galas
          con la belleza el aliento.
     Y las plumas, que en los aires 65
          travesaban con los vientos,
          crespa son, si airosa mata,
          cuando maceta el sombrero.
     Este salitre a los ojos,
          y a guerrear con tal arreo, 70
          que alguna vez también Marte
          de flores corona el yelmo.
     Aunque en sangrienta palestra
          no se detiene el aseo,
          si, en la que ofrecen las treguas 75
          por dulce divertimiento.
     Si el jardín, y Abril te visten
          a competencias, y a esmeros,
          fue anticiparte en la gala
          coronas al vencimiento. 80
     Por lo airoso de tu talla,
          no sólo de Marte empleo,
          mas a la vista de muchos
          fuiste por único objeto.
     Solo estuviste entre todos, 85
          aunque muchos te asistieron.
          que sólo a ti compañía
          pudiste hacerla tu mesmo.
     Fuiste Sol, cuando en Oriente
          corre a su esplendor el velo, 90
          que desparece por corta
          la luz de esotros luceros.
     Tanto anegaron tus rayos
          con sus lucidos reflejos
          esotros Astros, que aún huella 95
          no dejaron, de que fueron.
     Y la vista entre sus ondas,
          no sin nota de su empeño
          enjutos naufragios halla,
          con que se intima escarmientos. 100
     Y si en las luces Planeta
          cuarto giras de tu cielo,
          en el brío que te animas,
          serás el quinto guerrero.
     A este también te adelantas, 105
          porque en tu valor despierto,
          a competencias le admites,
          y le desprecias al premio.
     Y porque el triunfo a tu gala,
          y el generoso trofeo 110
          mejor aplauso celebre,
          mayor logre desempeño.
     Carro triunfal ocupaste,
          que anima vital aliento,
          y de la pompa que viste, 115
          aun tiene conocimiento.
     Cuatro lacayos te asisten,
          que ruedas me parecieron
          deste carro, que tan unos
          andaban al movimiento. 120 [78]
     De Ofir te labraste silla,
          de tu Majestad asiento,
          que no sin estudio el oro
          así te sirve sujeto.
     Que si le veneran tantos, 125
          tan otro está a tu respeto,
          que el que Rey rige vasallos,
          vasallo es hoy de tu Imperio.
     Multitud sólo de plumas
          (del aire dulce recreo) 130
          te coronaban vistosas,
          y agraciaban sin defecto.
     Estas sólo la Corona
          pudieron servirte, creo,
          pues al Ave Real igualas 135
          en la vista, y en el vuelo.
     A un broche venían presas
          de esmera das, o luceros,
          (Que según resplandecían,
          Astros verdes parecieron). 140
     Porque vanas de sus dichas,
          y gozosas de su acierto,
          incautas peligrarían,
          pues les faltaba su acuerdo.
     Bastón regía tu diestra, 145
          no sé si le nombre Cetro,
          que según se autorizaba,
          me ocasionó este respeto.
     �Pero qué corto he quedado!
          ya le acato firmamento, 150
          que en campos de carmesí
          se engastaron Astros bellos.
     Siendo mayor su valor
          que de Atlante, �oh qué portento!
          Cielos sustentaba en hombros, 155
          no has menester tanto empeño.
     Antecedían tu triunfo,
          como despojos sangrientos,
          todas las armas que aliñan
          de Marte los fuertes miembros. 160
     Y las voces que Belona,
          retocadas de su aliento,
          dan vida al Clarín glorioso,
          alma inspiran al esfuerzo.
     Gananciosas de tus glorias 165
          te publicaban a ecos,
          cual tu brío repetía,
          cual tu gallardo denuedo.
     Bella copia antecedía
          de galantes Caballeros, 170
          y vas tu solo delante,
          aunque ellos te precedieron.
     Con tal aparato hollaste
          de la plaza alegre el suelo,
          que aún insensible mostraba, 175
          que se estimaba por dueño.
     Arrebataste la vista
          de las damas, y del pueblo,
          y tan atentos te siguen,
          que imán fuiste de tu acero. 180
     Embargaste la atención
          al discurso de otro objeto,
          privilegio de lo grande,
          que se antepone por serlo.
     Envidioso de tus dichas 185
          (quien tal dijera) ese Cielo
          parasismos anticipa
          al día en tus tristes ceños.
     Y cegándole la vista
          al argos del Firmamento, 190
          impidió que no gozase,
          y no admirase tu esfuerzo.
     Del párpado de una nube
          llora menudos destellos,
          que hay lágrimas de dolor, 195
          como también de contento.
     Mojar pretendió las alas,
          con que sin susto a los riegos
          garza real te anticipaste
          de todos al lucimiento. 200 [79]
     Y tan alta re encimaste,
          llevada en postas del viento
          del aplauso, que tus prendas
          te aseguran tanto vuelo.
     Vivirá siempre tu nombre 205
          en los labios de los tiempos,
          pues a pesar de las aguas
          gallardo sulcas sus senos.
     Y si en sombras que descoge
          con cauteloso desvelo 210
          tus resplandores pretende
          anochecer sin acuerdo.
     No advierte, que tu lucir
          ha de salir más opuesto,
          como en el lienzo la sombra 215
          releva el color más muerto.
     Luce, pues, siempre glorioso
          aún de la noche a despecho,
          sin que el clima más extraño
          viva en tinieblas por lejos. 220
     Vive, y goza de tus dichas,
          pues tus heroicos alientos,
          sólo con nombrarse tuyos,
          los aplausos te adquirieron.
     Vive, porque ya en tus galas, 225
          en tu brío, en tu denuedo
          seas idea a los siglos,
          y a las edades modelo.
     De oro en lámina costosa
          el artífice más diestro, 230
          con inscripción de diamantes
          insculpa tu nombre eterno.
     Y aquella deidad alada
          en voz, y en su presto vuelo,
          por cuanto registra el sol, 235
          lleve y divulgue tus hechos.
 
 
ArribaAbajo

Al Doctor Juan Martín de la Peña

y a la apología de la cura que hizo al Provisor Don Antonio de Pinargote: apláudese su ciencia, como también su nombre, no sin nota del émulo que se la calumnió, con alusión al nombre de uno y otro.

Soneto
 
ArribaAbajoDesprecia el valle el Águila lucida,
     y halla en sublime peña su sagrado,
     donde despierta ya contempla el prado
     la planta humilde, y a la más subida.
Cuando en la tierra tiene su acogida 5
     el tímido animal tan retirado,
     que ni un reparo debe a su cuidado
     la yerba humilde, ni la cumbre erguida.
(Águila Juan, bien así en tu nombre,
     como en la vista, porque más asombre), 10
De tu alta Peña, adviertes en la yerba
     virtud medicinal, que el mal preserva,
Cuando en su Madriguera alguno ignora
     lo más sabido, que al dolor mejora. [80]
 
 
ArribaAbajo

Al haber leído un Sermón, después de haberlo oído a un amigo, que gustó pasase los ojos por él

Soneto
 
ArribaAbajoBreve alago a la dicha se ha debido,
     aquel, que al viento la gozó ligera;
     pues si a luz del discurso se exagera,
     sólo gozó del bien el estallido.
Hoy pródiga mi suerte ha conseguido, 5
     que goce el bien a colmos en su esfera
     de tu saber, oh Blas, pues considera
     la vista aquello, que admiró el oído.
Bebiste de un Bernardo el néctar puro,
     lo sutil de un Cristo, sin lo escuro; 10
Del gran Gregorio en ti miro el trasunto,
     echando a lo moral el contrapunto.
Siendo en todo tu espíritu gallardo,
     un Cirilo, un Gregorio, y un Bernardo.
 
 
ArribaAbajo

Al Altar, que con pompa y majestad erigió la Compañía de Jesús, en el día que fue elegida Nuestra Señora de Guapulo por Patrona de las armas Españolas

descríbese su adorno.
Soneto
 
ArribaAbajo�Qué te suspende el paso, caminante,
     de ese erigido emporio de belleza?
     �es acaso el aliño, la riqueza,
     tanta perla, rubí, tanto diamante?
�El primor del pincel, que aún vigilante
     titubea la costa a en su viveza?
     �admírate el ingenio, la agudeza
     del verlo, y jeroglífico elegante?
Nada te embargue la atención de lo hecho,
     admira sólo el generoso pecho;
Y con Asombro más que aqueste empleo
     de servir a MARÍA el gran deseo:
Siendo heroico blasón, que nos abona,
     venerar de Filipo la Corona. [81]
 
 
ArribaAbajo

A la solemne fiesta de la Visitación de la Virgen a Santa Isabel

que en el Convento de Santa Clara festejaron sus Religiosas hijas.
Romance
 
     ArribaAbajoSi es mérito de un objeto,
          si crédito de su alteza,
          recatarse a nuestra vista,
          defenderse a nuestra ciencia.
     �Quién, si levanta los ojos 5
          a aquesa luciente esfera,
          a su pesar nos acredita
          la verdad desta sentencia?
     Pues por Monarca ese Sol
          con tal temor se venera, 10
          que al carearse con sus rayos
          la vista osada escarmienta,
     �Si así embarga la atención
          de un objeto de grandeza,
          a que no obliga la pompa 15
          lo eminente a que no fuerza?
     �A que lo heroico no intima,
          lo sublime a que no impera
          de una fiesta generosa,
          tan a todas luces llena? 20
     Y si en empeños lucidos
          tal vez se peligra en menguas,
          �a qué discurso, pues cuerdo
          no amilanará la empresa?
     Pero esta vez el valor 25
          confiado todo se arresta;
          que hay temeridad dichosa,
          que en los riesgos más descuella
     Ni la cumbre de los montes,
          ni en la cima de las peñas 30
          hallara el Águila asilo,
          si extrañara su aspereza.
     Ni los rayos, que coronan
          del Sol la rubia melena,
          pacto fueran de sus ojos, 35
          si recelara su fuerza.
     No fueran costoso adorno,
          el oro, diamantes, perlas,
          sino se hollaran los mares,
          si el risco no se rompiera. 40
     Todo lo alcanza la industria,
          y esta vez afianzas della,
          mi caudal corto arrestado,
          se facilita la empresa.
     El más glorioso aparato, 45
          la más prodigiosa estrena,
          que acontecido a los tiempos,
          y a las más remotas eras.
     Aparejó la piedad,
          previno la diligencia, 50
          para festejar al Alba,
          que el sol en su vientre estrecha.
     Cuando venciendo los montes,
          y las cumbres de Judea
          rayó la luz de MARÍA 55
          de Isabel la feliz selva.
     Allí del antiguo tronco
          la vid fecunda se aprieta,
          y en amorosos abrazos
          vida nueva le fomenta. 60
     Con que de Juan el renuevo
          así su edad atropella,
          que en sus flores inocentes
          logró el fruto de Profeta.
     Mas �qué prodigio a la vista 65
          de MARÍA no se esfuerza!
          si en su regazo de un Dios
          descansa la omnipotencia. [82]
     Este misterioso encuentro
          gloriosamente corteja 70
          de tres devotas un alma,
          que en tres cuerpos hoy alienta.
     Y ha sido tanta su unión,
          que si aparatos de siesta
          no pudiera muchas manos, 75
          aún en un cuerpo se unieran.
     El teatro destas glorias,
          (que fue de Clara la Iglesia)
          con novedad dispusieron,
          y aliñaron con grandeza. 80
     Tributó el vistoso Mayo
          esmaltes de su floresta,
          la Pancaya los olores,
          y el China las ricas sedas.
     Del Apeles más divino, 85
          a las perfectas ideas,
          si cuerpo les dio el pincel,
          almas su primor alienta.
     En campos de carmesí,
          tanta luz se engastó bella, 90
          que en él parece, que el Cielo
          aposentó sus estrellas.
     Oh destrozados fragmentos
          de aqueste mayor Planeta,
          palpitando en cada parte 95
          de su ardor una centella.
     El apetito achacoso,
          que todo le descontenta,
          en primores lucidos
          remedio halló a su dolencia. 100
     Porque si del claro templo
          el aderezo contempla,
          imperfecciones ignora,
          aciertos sólo numera.
     Y tanto la parte, y todo 105
          se compite en la belleza,
          que duda el primor, que alabe,
          y cual primero se exceda.
     Al mirar de los altares
          el aseo, y la riqueza, 110
          la armonía de sus lazos,
          la arquitectura tan nueva,
     Advierte le están llamando
          de las paredes las señas,
          donde el ingenio, y el arte 115
          a esmeros los dos se apuestan.
     Cuando pudieran curiosas
          ser embargo a sus potencias,
          el Cielo, o techumbre hermoso
          admiración apareja. 120
     Neutral se concibe todo,
          y en confusión tan extrema,
          el juicio suspende cuerdo,
          por enmudecer la queja.
     Llegó la felice tarde 125
          que al regocijo abrió puertas,
          donde el Panteón de Clara
          logró primeras estrenas.
     Vísperas solemnes fueron,
          las que en suaves competencias, 130
          si dejo dieron al día,
          dieron principio a la fiesta.
     Haciendo al Sol que moría,
          las más alegres exequias,
          pues le solemniza el canto, 135
          en lugar de las endechas
     El velo obscuro la noche
          lúgubre extendió, y funesta,
          mas por instantes a sustos
          relámpagos la amedrentan. 140
     Porque de fuego un castillo,
          que al aire ufano se ostenta,
          todo se desata en rayos,
          todo se exhala en cometas.
     Pues la pólvora fogosa, 145
          que oculto incendio fomenta,
          animada por los aires
          se desvanece en pavesas. [83]
     Siendo los rayos, que arroja
          contra elevada esfera, 150
          libres arpones de fuego,
          prestas de alquitrán saetas.
     De los cabellos del Sol
          parecen cortadas hebras,
          o de su ardiente carroza 155
          rojas estampas que deja.
     La exhalación que el salitre
          despide contra la tierra,
          inquietas sierpes se arrastran
          en sus compasadas vueltas. 160
     Y con los purpúreos rasgos,
          que figuran sus centellas,
          su ruina escribe en el suelo
          con las cenizas que deja.
     Esta vistosa armonía 165
          entre las sombras se anega,
          con que la noche ya libre
          se vio del sustos, y la pena.
     Poco le duró el sosiego,
          que el día que se le acerca, 170
          entre esmaltados celajes
          con nuevo esplendor se aqueja,
     Y primero que ninguno
          gallardo ocupa la Iglesia,
          y tan antes, porque a solas 175
          su traza admire, y belleza.
     A cuyo reclamo el pueblo,
          las damas, y la nobleza,
          añadiendo nuevo lustre,
          festivos sus losas huellan. 180
     Donde si los ojos todos
          por sí sola la respetan,
          agora con tanta gala
          se niega a la competencia.
     Llegó el tiempo de la Misa; 185
          como el discurso tropieza
          �a cada paso en lo grande!
          �de uno sale, en otro entra!
     De pontifical la dijo,
          la Mitra que más aprecia 190
          el noble, el docto, y el cuerdo
          por norma de todas ciencias.
     Entre los otros Prelados,
          sin alguna competencia,
          como entre la humilde grama 195
          gigante ciprés descuella.
     En fin la cantó un Oviedo,
          que es nombre de tal alteza,
          que al significar sólo,
          todo el elogio se expresa. 200
     Administraron el coro
          unas nuevas Filomelas,
          cuyos números pudieron
          suspender de Anfión las cuerdas.
     A cuyo cotejo el cisne 205
          ya no canta, más endecha,
          cuando en el último acento
          es de su muerte profeta.
     Ya el Ruiseñor más porfía,
          cuando gorjea en las selvas, 210
          si sus acentos con estos
          se arrojan a competencias.
     Por timbre de lo sublime
          desta soberana fiesta,
          por corona de lo excelso 215
          de su crecida nobleza.
     Divulga en sonora trompa
          de María la excelencia,
          un Doctor, que por lo Juan
          todo Orador lo respeta. 220
     Que so el agua del Jordán
          al otro le oyó suspensa,
          hoy un Juan a sus corrientes
          prende la más libre oreja.
     Y si al Altar advertidas 225
          eligieron la cabeza,
          de su púlpito a la voz
          el cuello eligieron cuerdas. [84]
     Que si es órgano por donde
          se franquean las sentencias, 230
          quien dispensarlas mejor
          pudo, que un Cuello en su Iglesia.
     Porque tal solemnidad
          un punto no descaezca,
          aun en sus dejos quisieron 235
          las reconozcan las fieras.
     El animal, que en la frente
          se dispensa a media esfera,
          siendo en pavorosa lid
          media Luna su defensa. 240
     Aquella tarde fue blanco
          de garrochas, o saetas,
          pues el brazo siendo el arco
          se dispararon certeras.
     Feliz se logró aquel día, 245
          y contento el Sol se apresta
          por llevar al otro mundo
          deste prodigio las nuevas.
     Este fue el glorioso afán,
          esta la bella tarea, 250
          como de Cabeza, y Priosta
          de una Inés de San Esteban.
     Y si a un Esteban patente
          se abrió la luciente esfera,
          otro Esteban hoy a un Cielo 255
          nos ha franqueado las puertas.
     Mas si por suerte Matías
          se llevó la delantera
          por lo Matías Jacinta
          fue en su elección la primera. 260
     Si escogió la mejor parte
          María, quien se la niega
          este día a otra María,
          si a Jesús asiste atenta.
     Esta pompa, este aparato, 265
          este esmero, esta grandeza,
          es un bosquejo, una sombra,
          una línea, y breve seña.
     Del aseo, y del primor
          de aquel timbre de eminencias, 270
          de aquel modelo de arreos,
          de aquel ejemplar de fiestas.
     En que San Buenaventura,
          Prototipo de Abadesas,
          el día de Santa Clara 275
          ostentó galante, y nueva.
     Y si a los rayos del Sol
          huyen las pardas tinieblas,
          fuerza es, que a la luz de Clara
          huya nuestra sombra opuesta. 280
     Si en un primoroso lienzo
          los claros más se relevan,
          síguese, que en su cotejo
          nuestra fiesta es sombra muerta.
     Echó al primor de entendida 285
          los esmeros de discreta,
          no le faltando la dicha,
          pues su Ventura la llena.
     Y si Galarza se aclama,
          quien a decir no se arresta, 290
          que nos deja atrás en todo,
          como la garza ligera
     Basta un rayo de la luz
          de aquesta mayor estrella,
          a anochecer otros solos 295
          por más que rocen en centellas.
     Quien no advierte, que el primor
          más relevante, y de apuesta,
          es mendigado del suyo,
          de su esplendor menor huella. 300
     Oh cómo pudiera a golfos,
          sin apurar la elocuencia,
          con ventajas de quien sabe,
          hoy aplaudirte mi lengua.
     Pudiera de lo ostentoso, 305
          que en solemnidades muestras,
          decir algo, mas lo dejo,
          por ser de la fama empresa. [85]
     Baste por último elogio,
          baste por última seña, 310
          confesar, que eres muy grande,
          y no admites competencias.
     También puede tus aplausos,
          también puede tu grandeza
          el silencio celebrarla, 315
          del mayor empeño lengua.
     En cuyos labios tus glorias,
          y tu crecida excelencia,
          a despecho de los siglos,
          será de todos herencia. 320
 
     Como el principal motivo de dar a luz las Flores Poéticas de este Ramillete, haya sido redimir estos poemas de mi maestro, de las sombras del olvido, por eso he atendido más al logro de los que aquí te dedico suyos, que de los propios míos: con todo, te ofrece mi ingenio esos pocos que se siguen; y pues son flores cultivadas a su riego, no quiero se aparten de la vena, en que tuvieron su origen, su crecimiento, y lozanía.
 
 
ArribaAbajo

Al Doctor Don Cristóbal de Arvildo

el día que predicó en el Convento de Santa Catalina, descubierto el SANTÍSIMO.
Romance
 
     ArribaAbajoSi esta Ciudad, de tu ingenio,
          (�oh Arvildo!) Luces gozó,
          el cielo de Catalina
          goza hoy también tu esplendor.
     Y porque explayes tus rayos, 5
          a vista del mismo Sol,
          entre accidentes los suyos
          benigno Cristo oculto.
     Si Juan del Cordero Sacro
          fue la voz, que le anunció, 10
          hoy de un Juan, y este Cordero
          feliz anuncio es tu voz.
     Con que al mesmo tiempo logras,
          no sólo el Verbo de Dios,
          pero de la voz también, 15
          ser eco, y aspiración.
     Si el vergel de Catarina
          se esmalta de tanta flor,
          el Favonio de tu aliento
          fragrancias hoy respiró. 20
     Siendo tu elevado ingenio
          la abeja, que en su candor
          néctar estudia sagrado,
          por paladearnos mejor.
     El paladar delicado 25
          es el convidado hoy,
          que como es manjar de Sabios,
          es muy sutil su sabor. [86]
 
 
ArribaAbajo

Al Doctor Sebastián Gutiérrez

en la relación que hizo en verso a nuestra Señora de Guapulo, en ocasión que fue electa por Patrona de las Armas, habiendo también predicado a la mesma fiesta.

Décimas
 
     ArribaAbajoLlenó Tulio de Orador
          sólo la capaz esfera,
          si de Mantua la lumbrera,
          sólo de Apolo el honor:
          mayor es vuestro primor, 5
          Gutiérrez, según advierto;
          pues lograsteis con acierto
          el estilo del Romano,
          la lira del Mantuano,
          dulce en una, en otro cierto. 10
     Las dos cumbres del Parnaso,
          Apolo, y Sol alumbráis,
          Apolo cuando cantáis,
          Sol (cuando oráis) sin Ocaso:
          no es aquesta unión acaso, 15
          que si vuestro dulce acento
          el risco muda su asiento,
          el pecador su dureza,
          que de orador a la alteza
          tal premio dio vuestro aliento. 20
 
 
ArribaAbajo

A Fray Pedro de Espinosa, día en que predicó a su Padre San Francisco

Décima
 
     ArribaAbajoVergel, tu ingenio divino
          de amor la rosa produce
          de in Serafín, do conduce
          el ámbar lo peregrino:
          y siguiendo su destino, 5
          aromas suaves tu aliento,
          al discreto, y al talento
          difunde de aquella rosa,
          defendiéndola Espinosa
          del zoilo al atrevimiento. 10
 
 
ArribaAbajo

A un puquio, o manantial, que se halla en el Valle de Lloa, a las raíces del monte de Pechinche

Romance
 
     ArribaAbajoA la raíz de un monte excelso
          un humilde valle alberga,
          cristal mucho en breve espacio,
          hijo altivo de una peña.
     De tan soberbio presume, 5
          que desconoce la tierra,
          y en los altos repetidos
          esfera en el aire anhela.
     Oh qué ufano se halla el prado
          del cristal con la soberbia; 10
          pues de un ojo de sus aguas
          por Polifemo se ostenta. [87]
     Y al Polifemo del Cielo,
          que de luces se alimenta,
          le arrojaba las de nieve, 15
          por batirle aun en su esfera.
     Cielo se halla del bosque,
          y tan dueño de las selvas,
          que el registro de su vista,
          la más oculta penetra. 20
     Tan bella copa al subir
          hace le Puquio, que creyera
          que ha árboles de diamantes,
          como de esmeraldas tiernas.
     En dos ramos se dilata 25
          el tronco, que la sustenta,
          y en sus repetidas flores
          al Abril, y Mayo albergan.
     Tan esmaltados se miran
          de su florida belleza, 30
          que entre el verde de sus hojas,
          sólo lo vario se apuesta.
     Munición de argentería
          contra las plantas asesta,
          porque pretende la Flora 35
          ser martinetes de perlas.
     Y aun la mano de marfil,
          como anillo se la arrea,
          siendo engaste la esmeralda,
          y él el diamante a quien cerca. 40
     También recama el vestido
          con la plata de sus venas,
          aprisionando en mil lagos
          matices que la hermosean.
     Dos cintas de resplandor 45
          en dos corrientes despeña,
          para que en cárcel de vidrio
          sus vistosas hebras prenda.
     Aqueste cristal un valle
          juzgó que avaro le niega, 50
          porque a conocerle Apolo,
          mucho Hipocrene perdiera.
     Y en los dos montes de Quito
          su Parnaso repitiera,
          en cuya cumbre sus cisnes 55
          dulcemente se aplaudieran.
     De aqueste pecho de plata
          suave néctar recogieran
          las Musas, y en él lograran
          sus alumnos las cadencias. 60
     Divulgue, pues, ya la fama
          sus corrientes, que a su empresa
          anhelaran mil Virgilios,
          mil Orfeos, mil Sirenas.
 
 
ArribaAbajo

A dos arroyos que nacen de una peña, y a otro que se destila de otra en forma de pluvia

Romance
 
     ArribaAbajoMucho cristal en su seno
          concibe una adusta peña,
          y ya dolores de parto
          en quejidos roncos muestra.
     Todas las Ninfas del bosque, 5
          que le asisten en su pena,
          le anuncian, que dos arroyos
          en cruel batalla le aquejan.
     Por gozar el mayorazgo
          sin duda de aquella selva, 10
          que la ambición, aun en riscos
          no falta quien los fomenta.
     Su pecho en dos parte rompen,
          nadie cede en la contienda,
          y escamados viboreznos (18) 15
          materno fuero atropellan. [88]
     Y por verse ricos de guas
          más altivos se despeñan;
          a que impele al principio
          cuanto es mayor la riqueza. 20
     Un río, que caudaloso
          aqueste orgullo contempla,
          breve muerte entre sus aguas
          a su soberbia apareja.
     Hallando en su propia infancia 25
          su tumba funesta;
          �oh qué de altos pensamientos
          su fin al principio encuentran!
     Una peña, que cercana
          miraba aquesta tragedia, 30
          trasuda en menudas gotas,
          tanto este susto la aqueja.
     Lágrimas serán sin duda,
          con que su malogro endecha;
          que llanto aún de un pedernal 35
          saca la desdicha ajena.
     Y si es que hay terrena nube,
          advertido yo dijera,
          que no el Cielo ya en las plantas,
          más el suelo llueve en ellas. 40
     Y aún hay quien diga, que es nácar,
          en las que conciben perlas,
          y en ricas sartas el bosque
          ciñe su madeja crespa.
     Aprisionando plumajes, 45
          que de esmeralda la arrean;
          que aun lo insensible las galas
          vanamente hoy aprecia.
     El dueño de aqueste sitio,
          Flora diré, ya más bella 50
          que esotra más casta Venus,
          que la que Chipre celebra.
     Deste llanto compasiva
          ataja en curiosa senda
          aquel cristal malogrado, 55
          que antes vano se despeña.
     Con que apacible en sus ondas
          más advertido pasea
          por celosías de flores,
          por enrejados de yerbas. 60
     Fabricando en breve espacio
          a esta Flora, y Venus nueva,
          de oloroso jaspe casa,
          en que siempre al Mayo alberga.
     Donde su consorte amado, 65
          donde sus dos hijas bellas
          logran en lazo amoroso
          dichas, que el Cielo las feria.
 
 
ArribaAbajo

Sólo se pretendió acomodar lo dificultoso de los pies, y disparatado de la copla

a instancia de otro amigo, que gustó que se la glosasen, y acomodolos con juicio.
 
          Cosas suceden, que apenas
          (Que en llanto me anego) estoy,
          Que al perder, pues, lo que soy
          Por disolver sus cadenas.
 
Glosa
 
     ArribaAbajoTan suspenso vive Fabio
          en las acciones que emprende,
          que un absorto se suspende
          en la voz que fía al labio: [89]
          verdades, que sin agravio 5
          un día advertí en sus penas,
          que aunque al decirse son buenas,
          las palabras le faltaron,
          y en aquestas se quedaron,
          cosas suceden, que apenas. 10
     El dolor que le atormenta,
          de linaje se presume,
          que aunque el pecho le consume,
          deste el propio le alimenta:
          y tan callado se augmenta, 15
          que este indicio que aquí doy,
          rastre en su semblante hoy,
          a lástima me ha movido,
          y ya tan enternecido,
          (que en llanto me anego) estoy. 20
     No sólo a lágrimas mueve
          el amor, más me convida,
          que pródigo de la vida,
          porque el dolor le releve:
          fuera en mi afición muy leve, 25
          si el ser, que alentando estoy
          no diera, si el llanto doy;
          �en qué mayor voluntad
          mostrar puedo, y mi amistad?
          Que al perder pues lo que soy. 30
     Bien puede el Orbe arrestado
          con orgullo jactancioso
          oprimirle riguroso,
          defenderé yo osado:
          porque si Fabio en mí ha hallado 35
          amigo fiel en sus penas,
          no estará en prisión apenas,
          cuando mi pecho invencible
          venza el más arduo imposible,
          por disolver sus cadenas. 40
 
 
ArribaAbajo

A la profesión de Doña Sebastiana de S. Buenaventura

Jácara
 
     ArribaAbajoEn nombre de Dios comienzo,
          que es el Cristus de mi lengua,
          un el Jesús de mi cartilla
          nunca supe meter letra.
     Nací en el signo de Virgo, 5
          y estoy con él tan contenta,
          que no quiero más sagrado,
          ni busco mejor estrella.
     Diome luceros, y Abriles,
          nieve, corales, y perlas 10
          la naturaleza; y dio
          en darme en cara con ellas.
     Mi inclinación, y mi nombre
          callo, porque no se sepa,
          que por blanco de su amor 15
          soy Sebastiana de flechas.
     Comuníquele mi intento
          a cierta Madre Abadesa,
          y ella por darme sagrado,
          un año si albis me deja. 20
     He pasado un noviciado,
          y ya no tengo paciencia,
          que me hace votar a Dios,
          y a cuatro votos me arrestan.
     Voto, ninguno me ataje, 25
          porque voto a la obediencia,
          a la pobreza, y clausura,
          y a la Celestial pureza.
     Para no quedarme en blanco
          se me ha puesto en ña cabeza 30
          el velillo, no hay que andar,
          no lo dejaré aunque muera. [90] (19)
     Esto si, Cuerpo de Cristo,
          aunque he votado pobreza,
          crédito no ha de faltar, 35
          teniendo esta capa negra.
     Ya soy San Buenaventura,
          que no deja de ser buena
          la Ventura, por hacer
          esta vez gala de negra. 40
     Porque a sucederme en blanco,
          fuera una Novicia eterna,
          por lo negro soy tan grave,
          como cualquiera profesa.
     Ya tengo dote, y Esposo, 45
          �oh qué dicha tan deshecha!
          él precia de manirroto,
          y esto es cuanto se desea.
     Con Jesucristo me quedo,
          vaya el mundo en hora buena, 50
          o se vaya en hora mala,
          que yo quedo muy contenta.
 
 
ArribaAbajo

Al mesmo intento que al pasado

Romance
 
     ArribaAbajoOigan señores curiosos,
          los que a mi velo han venido,
          que a una Gitanilla sabia
          mi buena ventura ha dicho.
     Dice, que he de ser casada, 5
          y Monja, a este tiempo mismo;
          este imposible ajustar
          sólo podrá Jesucristo.
     Aunque tan niña me acusan,
          y aunque el Esposo es tan fino, 10
          quiere me cueste la vida
          su vista, y primer cariño.
     Y siendo aquesto verdad,
          en otra raya que ha visto,
          me anuncia una vida eterna, 15
          porque es mi Esposo infinito.
     Cuanto es mayor mi pobreza,
          me pretende más rendido,
          sin dote Esposo que casa,
          mucho tiene de Divino: 20
     Tanto atiende a los regalos
          de la esposa, que ha querido,
          que adivina el pensamiento,
          por excusarla el aviso.
     Por Sebastiana me anuncia, 25
          seré blanco de sus tiros;
          dichoso sea mi pecho
          si me flecha tal Cupido.
     Con velo cubre mis ojos,
          sospechas habrá tenido; 30
          pero no, que darles velo
          es tratarlos por Divinos.
     Y pues es tal mi ventura
          con un Esposo tan rico,
          de Buenaventura el nombre 35
          ajustado me ha venido.

Arriba