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Digo lírica en sentido de la fabulación ideal del ambiente y de la historia, pero también en el uso de la poesía como instrumento de ideal compañía para el intercambio de los cuerpos, como lo muestra el pasaje del poeta de la tribu etíope, quien regala sus poesías a tres jóvenes con los que va a gozar, trasposición de la historia atribuida al poeta abbasí Abú Nuwás, ya él mismo todo un compendio en la leyenda árabe de personaje libertino y amante de los placeres (Mil y una Noches, vol. I, pp. 1245-1248, noche 382).

 

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Mil y una Noches, vol. I, pp. 62-77, noches 10-11.

 

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Historias las dos, como en la película, engarzadas una en otra y ambas, a su vez, enmarcadas en el texto literario en la unidad mayor la «Historia del rey Umar al-Numán»: Mil y una Noches, vol. I, pp. 312-652, noches 45-145; Tach al-Muluk y Dunya, noches 107-137; Aziz y Aziza, noches 112-129.

 

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Ver Lois A. Giffen, Theory of Profane Love among the Arabs. The Development of a Genre, Londres, 1972.

 

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«Puesto que el cine jamás podrá prescindir de dichos planos-secuencia por mínimos que sean, tratándose siempre de una reproducción de la realidad, es acusado de naturalismo. Pero el miedo al naturalismo es (al menos a propósito del cine) miedo al ser. O sea, en definitiva, miedo a la falta de naturalidad del ser: de la ambigüedad territorial de la realidad debido al hecho de que está basada en un equívoco: el pasado del tiempo. ¡El mejor naturalista! Hacer cine es escribir sobre un papel que arde», Pier Paolo Pasolini, «Discurso sobre el plano-secuencia o el cine como semiología de la realidad», en: VV. AA., Problemas del nuevo cine, Madrid, 1971, p. 72.

 

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En especial los últimos versos en vida de Aziza, que representan la voluntad absoluta de abandono a los vaivenes del amor, aún cuando éstos supongan una muerte -eso sí, enormemente ennoblecida- para la protagonista: «Hemos oído y hemos obedecido: morimos./Llevad mis saludos a aquél que ha impedido la unión», Mil y una Noches, p. 540.

 

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Se trata de las historias de dos de los saaluk (monjes mendicantes) que se insertan precisamente en la unidad mayor del faquín y las jóvenes que está siendo desarrollada, con la personalización de Nur ad-Din en el faquín, por Pasolini: Mil y una Noches, vol. I, pp. 84-105, noches 13-15.

 

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Mil y una Noches, vol. I, pp. 829-835, noches 208-211. Para un desarrollo posterior del tema en la literatura española ver Carmen Bravo Villasante, La mujer vestida de hombre en el teatro español, Madrid, 1983.

 

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Mil y una noches, vol. I, p. 1263, noche 387. Escena famosa por haber dado lugar al villancico castellano de las tres morillas: María Jesús Rubiera Mata, «De nuevo sobre las tres morillas», Al-Andalus, 37 (1972), pp. 133-143.

 

140

Mil y una Noches, vol. I, pp. 66-68, noches 9- 10.