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Capítulo segundo. La primera fábrica parroquial y las devociones locales con gran arraigo social


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La primitiva fábrica parroquial

No tenemos datos concretos sobre el primer edificio que sirvió de iglesia, salvo que estaba construida en 1419, pues así consta en la bula dada por Martín V el 3 de octubre de ese año. Concedía indulgencias de «dos años y dos quarentenas de perdón, a todas las personas que habiendo confesado y comulgado visitasen la Iglesia de Santa María de Gracia de Doña Mencía, el día de la Natividad de Nuestra Señora, y diesen una limosna»44.

Fue edificada a instancias de Don Diego Fernández de Córdoba, como nos hace saber el expediente que la convirtió en parroquia, aunque por error aparezca con la advocación de Santa María de Gracia45:

«Nos Johan Rodríguez, Thesorero y Canónigo de la Yglesia de Cordoua, Juez Delegado, que somos dado y deputado por Nro. Señor el Papa, para eregir en Yglesia Parroquial la Yglesia de Sta. María de Gracia, que el Honrado y generoso Cauallero Diego Fernándes de Cordoua Señor de la Uilla de Uaena, Mariscal de Castilla, construyó y edificó en Doña Mencía, término de la dicha Uilla de Uaena, y poner en ella Pila y Fuente Baptismal, y le asignar Cementerio y constituir sus Patronatus al qual pertenesca la presentación del Clérigo».



Hemos visto en el capítulo anterior cómo este edificio fue mejorado por lo menos en dos ocasiones. La primera vez en el período comprendido entre 1422 y 1487, cuando el noble cordobés y sus descendientes percibieron de forma indebida todos los diezmos del lugar, destinando sólo una parte al templo. Esta situación se puso de manifiesto en 1486, durante el pontificado de Don Iñigo Manrique apreció el irregular modo de actuar del conde de Cabra, imponiéndole como contraprestación la obligación de ampliarla.

También tenemos constancia de que a mediados del siglo XVI se estaban realizando obras en la iglesia conventual, como nos hace saber el testamento del comerciante de paños Francisco López Bujalance otorgado el 2 de agosto de 154846: «Yten mando para la obra de la Yglesia de esta dicha Villa un real».

No sabemos cómo era ni quién fue el autor de este edificio, salvo que estaba ubicado en el peor sitio posible de todos los que había en los alrededores del castillo, por estar asentado sobre un suelo deslizante. Tenemos constancia documental sobre los problemas de ruina que ya le amenazaban en 1619, lo que significa que eran anteriores. El coro se estaba cayendo, y los religiosos solicitaron a fray Domingo Cano, provincial de los dominicos en Andalucía, la correspondiente licencia para poder tomar 300 ducados a censo, con los que sufragar los gastos derivados de su reparación47:

«Por la presente yo el Maestro Frai Domingo Cano Por Prouincial de esta Prouincia de Andaluzia de la Orden de Predicadores doi licencia al Pe Prior y Frailes de nro Conuento de Nra. Sª de Consolación de Doña Mencía para que puedan tomar y tomen a censo trezientos ducados a censo corriente atento a la necesidad que el dicho Conuento tiene de reparar el Choro que se va caiendo; y sobre ello puedan hazer y hagan todos los tratados y conciertos que conuenga y otorgar todas las y qualesquiera Escrituras, las quales desde ahora para entonces, aprueuo, ratifico y doi por buenas y quiero que tengan su valor y efecto como si yo mismo las otorgase, estando presente en fe de lo qual lo firme de mi nombre y mande sellar con el sello pequeño de mi oficio, dada en nro Conuento de Santo Domingo de Scala Coeli a 12 de julio de 1619».



Fueron realizadas por Antón Rodríguez Pintado, vecino de Baena y maestro de albañilería, siendo su importe de 2.000 reales. Este contrato nos permite conocer con detalle las obras realizadas, y cómo quedó el coro a su término48:

«Sepan los que esta Escritura uieren como Antón Rodríguez Pintado, Maestro de Aluañilería y vezino de la uilla de Baena, estando al presente al otorgamiento desta escritura en esta uilla de Doña Menzía, digo que por cuanto el Conuento de la Orden de Predicadores de Nro. Padre Santo Domingo, de Nuestra SSª de Consolación desta uilla, tiene nezesidad de hacer zierto reparo en el Coro de la Yglesia del, para lo qual a sido conuenido y conzertado con el dicho Padre Prior y Frailes de este Conuento, en que la dicha obra se me dé para que yo la tome a mi cargo, a hacer y acauar a destajo, lo qual yo me tengo de obligar a hacer y empezarla desde el lunes quatro de Nouiembre que viene deste año, y se a de acauar mediado febrero del año que viene de seiscientos y veinte, y por el trabaxo y ocupazión el hacer y acauar la dicha obra, con las condiziones que aquí yrán declaradas se me a de dar por parte del dicho Conuento dos mil rreales, en que esta concertado sin los materiales, los cuales se an de dar y de rreciuir en esta manera: trescientos rreales de presente, luego y cumplimiento a mill rreales, que es la mitad mediado el tiempo que ua declarado en que se a de hacer y acauar la dicha obra, y los mill rreales restantes, como se fuere haciendo y acabuando la dicha obra, hasta el día que se acaue, que será dos de febrero del dicho año, y en esta forma me obligo de hacer la dicha obra, y acauarla según dicho es, comencandola el dicho día lunes, que va declarado la qual se ha de hacer según y de la forma y con las condiciones siguientes».



En 1658 se vuelven a realizar trabajos de albañilería, como nos hace saber las actas del Cabildo municipal celebrado el 14 de julio, que autorizó a llevar agua al cenobio desde una fuente pública. A partir de este momento serán una constante histórica las continuas referencias a los trabajos de reparación49.

«En este Cauildo, se presentó una petición por parte del Conuento desta Villa, en que pide se le dé licencia para llevar el agua de la Fuente de la Tajea a el dicho Conuento, para efecto de la obra que en él se hace, y vista digeron que sin que sea visto que el dicho Conuento adquiera derecho alguno a la propiedad de la dicha agua y fitente, y solo para la dicha obra por vía de limosna se le de licencia para llevarla».



Las secuelas negativas de lo inapropiado del terreno sobre el que se asentaba la iglesia, se habían puesto de manifiesto en 1648 con motivo del sínodo convocado por fray Domingo Pimentel. Entonces las autoridades locales denunciaron el incumplimiento por los dominicos, de sus obligaciones de mantenimiento y reparación50.

Sin embargo, la verdadera razón de su mal estado venía motivado por la razón antes señalada. Por ello se realizaron importantes obras entre 1674 y 1685, durante los tres prioratos de fray Juan de Quesada, hijo del Convento de Santa Catalina Mártir de Jaén51:

«El M. R. Padre Maestro Fr. Joan de Quesada, hijo del Real Convento de Santa Catalina Mártir de Jaén, en los tres prioratos deste Convento de Doña Mencía, además de los gastos ordinarios y sustento de sus religiosos, recibió y gastó en dicho tiempo en obras extraordinarias que son las que están en este Libro dos filas antes desta lo siguiente, como consta el Libro de Caja.

En los tres años del primer priorato, desde abril de 1674 hasta abril de 1677, gastó en dichas obras 400 ducados, y a los religiosos en vestuarios y lo demás que se acostumbra darles 1.400 ducados, y recibo en este priorato 11.300 ducados.

En los tres años del segundo priorato, que fue desde mayo de 1677 hasta mayo de 1680, gastó en dichas obras 5.300 ducados = y a los religiosos 1960 ducados = ubo de recibo 13.400 ducados.

En los tres años del tercer priorato, que fue desde septiembre de 1680 hasta septiembre de 1683, gastó en dichas obras 4.829 ducados = y a los religiosos dio 1.829 = Recibió en dicho tiempo.

Con que en los nuebe años de dichos tres prioratos deste [...] Doña Mencía dicho Padre Maestro Fr. Joan de Quesada re[...] 33.902 ducados = Gastó en dichas obras extraordinarias 14.129 ducados = Y gastó con los religiosos de dicho Convento 5.252 ducados».



El Protocolo de Hacienda, además de hacernos saber la importancia de las obras ejecutadas, señala algunas de las realizadas en la iglesia conventual, entre la que destaca la torre en la que se colocó una nueva campana, si bien no indica a quién corresponde su autoría52:

«Torre y Campana de Buelo: La Torre deste Convento y campana mayor de buelo que hiço el R. P. M. Fr Juan de Quesada siendo segunda vez Prior de dicho Convento, hijo del Real Convento de Santa Catalina Mártir de Jaén, tubieron ambas cosas de costa 47 mil y 75 reales.

Secretas: Las Secretas que también hiço dicho Padre Maestro, tubieron de costa 400 ducados.

Estanco: El estanco de la guerta deste Convento, hiço también dicho Padre Maestro Fray Juan de Quesada en el primer Priorato, tubo de gasto hasta tres mil ducados.

Fuente: La fuente de agua del Claustro deste Convento que hiço dicho Padre Maestro Fray Juan de Quesada en el primer Priorato, tubo de gasto hasta tres mil ducados.

La campana grande deste Convento, que hiço el dicho P M Prior Fr Joan de Quesada en el mismo año arriba dicho, tiene de metal 45 arrobas y media, se hiço en Málaga la hechura a toda costa i sin mermas a siete reales i medio la libreta, i dimos para ayuda a ella otra campana quebrada de ocho arrobas, la qual tomó a cuenta el campanero a seis reales menor quartillo la libreta sin mermas. Tubo de costa, entrando los partes de llebar el dinero a Málaga, i quatrocientos reales de porte de traerla a este Convento, 9 mil 302 reales».



Asimismo fray Juan de Quesada cuidó mucho de que tuviera buenas piezas de orfebrería. Así adquirió una custodia para el Santísimo, una lámpara grande para la nave mayor, ciriales y atriles de plata, una vara también de plata para la cruz, así como una media luna del mismo material para Nuestra Señora de Consolación. También un terno de colores cuyo costo ascendió a mil ducados, lo que significaría que se trataba de un conjunto ornamental de cierta calidad53.

Tenemos más apoyatura documental, que acredita la categoría de las obras realizadas durante estos años. Pues se edificó nuevamente la capilla mayor conforme a un contrato fechado el 4 de mayo de 1684, que nos hace saber que la piedra de cantería utilizada procedía de la vecina localidad de Luque, y fue traída por Diego Marín. Recibió 85 reales por cada carretada de piedras, y por día de trabajo dos arrobas de vino y una de aceite, recibiendo a cuenta del porteo 320 reales, de los que 200 le fueron entregados por los dominicos54:

«parezio Diego Marim, bezino de la Villa de Luque, estante al otorgamiénto a esta Escrputura y por el thenor de la presente, otorgó que se obliga a conduzir a esta Villa desde la Cantera de la Villa de Luque, la piedra que en ella le fuere entregada por Joan de Aranda Salazar, bezino de dicha Villa, y Maestro de Cantería, por el Combento e Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Consolazión desta Villa con sus carretas, y asimismo otra partida al Lizenziado D. Pedro Balera Roldán, Comisario del Santo Ofizio, y otra Geronimo Cubero, ambos bezinos della; y aprezio cada carretada debe ochenta y zinzo rreales; y en cada día de carretadas, dos arrobas de vino; y una de azeite, que se les a de dar por los susodichos y el dicho Combento, la qual dicha piedra a de traer y poner en él y en las casas de los rreferidos, en todo el mes de junio, que bendrá deste presente año, comenzando en los últimos deste presente mes, de forma que este traída en el dicho Mes de junio, y por quenta de lo que ymportare dichos portes a rrezivido treszientos y beinte rreales, los doszientos del dicho Combento y Rreligiosos, y setenta y zinco del dicho D. Pedro Balera; y los quarenta y zinco del dicho Geronimo Cubero, y en diez carretadas que avia de traer para el dicho D. Pedro Balera, entra una tiznera y fuego y el jaspe negro que a de traer del Salobrar; de los quales los dichos treszientos y beinte rreales se dio por contento y entregado a su voluntad, sobre que rrenunzio las leies de la entrega y demás del caso como en ellas se contiene, y se obligó de cumplir con la dicha obligación, y traer y conduzir la dicha piedra desde la dicha cantera a esta dicha Villa en dicha conformidad, y por el dicho prezio, bino y azeite en todo el dicho mes de junio».



Su realización y la de dos portadas para las casas de don Pedro Valera Roldán y don Jerónimo Cubero, se encargó el 4 de mayo de 1684 al maestro de cantería Juan de Aranda Salazar55. Durante el labrado de la piedra y su colocación, también le sería proporcionada la comida como parte del precio por su trabajo, que ascendió a 716 reales. Este cantero ya había participado en las obras que se habían ejecutado en años anteriores, en la de Nuestra Señora de la Ascensión de la localidad cordobesa de Luque56:

«pareció Joan de Aranda Salazar, bezino de la Villa de Luque y Maestro de Cantería; que estando en esta Villa y dijo, que el susodicho tiene tratado con el Combento de esta dicha Villa y Religiosos, del el sacar en la cantera de la dicha Villa de Luque; la piedra nezessaria para la obra de la Capílla Maior que se esta haziendo en dicho Combento; de la forma como se contiene en una zedula, que tiene hecha y firmada de su mano en el dicho Combento en poder del Padre Prior del; Y así mismo, el sacar la piedra que se biere menester el Lizenziado Don Pedro Balera Roldán, Comisario del Santo Ofizio, para hazer una portada y bentanas con sus rremates de jaspe negro y escudo; y asimismo el hazer y sacar otra portada de piedra a Geronimo Cubero bezino desta Villa, conforme a la trazada para labrado la piedra de dicho Convento, en conformidad de la dicha zedula. Y por los prezios que en ella se expresan, y la portada del dicho D. Pedro Balera y bentana por prezio de seiszientos reales, y la del dicho Geronimo Cubero por treinta ducados, dándole demás de ello, de comer en tiempo que el ocupare en labrar dicha piedra, para lo qual a de benir a esta Villa, y a de asistir a sentar dichas portadas con los albañiles el tiempo que fuese menester».






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Devociones locales con gran arraigo popular


Introducción

Para nuestra exposición vamos a servirnos de las siguientes fuentes documentales: los procedentes de los protocolos notariales de Doña Mencía y de otras localidades cordobesas; un manuscrito existente en el Archivo General de la Orden de Predicadores de la Provincia de Andalucía, que narra la historia de la fundación del Convento de Santo Domingo y sus avatares históricos hasta 1756; los aportados por las actas capitulares del Ayuntamiento de Doña Mencía, correspondientes al siglo XVII y XVIII; la que formaba parte del archivo conventual, especialmente el Protocolo de Hacienda y el Libro de Memorias Perpetuas de misas; por último, las correspondientes a las capellanías y otras mandas pías que se encuentran en el archivo parroquial.

Para analizar debidamente las manifestaciones de religiosidad popular, es habitual utilizar los valiosos datos que aportan las visitas generales que realizaba el obispo o su representante, a las parroquias sujetas a su jurisdicción. Tenían por objeto la inspección del clero local, y de los fondos destinados a las fábricas, ermitas, capellanías, así como el control de las cofradías.

No hemos encontrado en la documentación a la que he tenido acceso en el Archivo General del Obispado de Córdoba, la relativa a visitas generales correspondientes a Doña Mencía, que tuvo que ser más bien escasa, como consecuencia de la singularidad que hemos expuesto. Éstas se limitaban al sagrario de la iglesia parroquial, (que no era el mismo que el de la conventual y que se encontraba en la capilla mayor), santos óleos, pila bautismal, y los libros de bautismos y desposorios.

Tampoco podemos aportar los informes de las realizadas por los obispos dominicos, a los conventos que formaban parte de sus provincias. El de Nuestra Señora de Consolación pertenecía a la de Andalucía y su documentación prácticamente ha desaparecido, entre los distintos procesos desamortizadores que afectaron a las órdenes religiosas, y la que resultó destruida durante la Guerra Civil57.

La que forma parte de los protocolos notariales a pesar de sus limitaciones, nos va a resultar muy útil, pues nos permite analizar el comportamiento y mentalidad religiosa durante el Antiguo Régimen, especialmente mediante el examen de las mandas pías. Sin embargo, una parte muy importante de la correspondiente a Doña Mencía ha desaparecido, lo que dificulta nuestro trabajo aun más, pues es muy escasa la del siglo XVI58.

La contenida en los testamentos es una fuente indirecta, frente a la procedente de las visitas episcopales, cabildos de cofradías, o disposiciones de la autoridad eclesiástica o civil, etc., que aportan datos muy reveladores sobre estas manifestaciones religiosas. Asimismo es parcial, pues no toda la población expresaba su última voluntad en debida forma, por carecer de recursos económicos para hacerlo, o aun teniéndolos por haber fallecido sin testar por las muertes imprevistas que eran habituales en aquella época, como eran las epidemias o los accidentes sufridos sin la debida asistencia sanitaria.

Pero las disposiciones testamentarias otorgadas durante el Antiguo Régimen, son algo más que un acto jurídico que se limitaba a distribuir los bienes de los testadores entre sus legítimos herederos. Pues nos permiten ver la vinculación que existía entre determinadas familias, con las capillas sujetas a su patronato. Además son muy importantes las cláusulas decisorias, como las que se refieren a elección de sepultura, tipo de entierro, misas y advocaciones concretas a las que se ofrecen, altares o capillas donde éstas se celebran, donativos a imágenes religiosas o cofradías. De su examen, podemos deducir conclusiones generales sobre conductas religiosas, sentimientos y devociones personales, así como reflejar la geografía religiosa de una localidad, y son extensibles a toda la sociedad de ese lugar59.

Como hemos dicho analizaremos con detalle las disposiciones sobre misas por el ánima del testador, siendo una constante histórica del catolicismo la necesidad de celebrar misas por los difuntos, y más concretamente el valor de la misa como sufragio. Por ello tenemos que distinguir los siguientes tipos:

Misas por una vez: Son aquéllas en las que el otorgante, dispone que durante los días de sus honras fúnebres, se oficien por su alma novenarios, treintenarios, así como las que se encargan en determinados altares o capillas, donde existen imágenes de su devoción. Se denominan «por una vez», pues a diferencia de las que veremos a continuación, no se repiten periódicamente. Es importante señalar el deseo de que se celebren en altares que tuvieran la condición de privilegiados, lo que permite ganar las indulgencias concedidas por ello. Sabemos que a mediados del siglo XVII, en el convento existían tres que tenían esta categoría, como señala el testamento de María de Navas otorgado el 26 de abril de 164460: «mando que luego que fallezca, se digan por mi ánima, nuebe misas de ánima en los tres Altares Prebilegiados de dicho Conbento, dichas el mismo día que yo falleciere».

Memorias perpetuas o fundaciones de misas: consisten en la celebración de una o varias misas cada año, por el alma del fundador. Para su pago, se gravaban perpetuamente algunos de sus bienes con la obligación de abonar con sus frutos el estipendio correspondiente, siendo un ejemplo más de la propiedad vinculada característica del Antiguo Régimen. Dentro de este grupo, tenemos que distinguir dos clases, fundación de aniversarios y memorias de misas.

La fundación de aniversarios consistía en la celebración de una o varias misas anuales, en el aniversario del fallecimiento. En segundo lugar la memoria de misas, que va a ser el supuesto más común que vamos a contemplar, y eran las oficiadas en días señalados por el fundador de la memoria perpetua, y que normalmente se corresponde con la celebración de la fiesta religiosa de aquellas devociones que le eran más queridas. Sobre este tipo, disponemos de la documentación original del archivo conventual61.

Capellanías: también son fundaciones religiosas. En ellas, tras el aparente propósito de celebrar misas por las necesitadas almas de los miembros de la familia del patrono, servían para asegurar el sustento económico de los segundones de familias ricas, pues durante el Antiguo Régimen con la institución jurídica del mayorazgo, el primogénito heredaba la práctica totalidad de los bienes de la familia.

Otra fuente documental que utilizaremos será el manuscrito que narra la fundación del convento, con sus avatares históricos hasta 1756. Responde a la típica obra apologética sobre monasterios y órdenes religiosas, que nos da una visión algo deformada de la realidad, con la trama que es habitual en estos casos: su fundación, celebración de capítulos, vidas de sus religiosos más ilustres, y milagros de las imágenes que en él se encontraban. También aporta datos reales y que nos serán muy útiles en nuestro trabajo, sobre todo cuando sean contrastados con los procedentes de distinto origen62.

Por último emplearemos los procedentes de las actas capitulares del Ayuntamiento de Doña Mencía, que informan sobre las fiestas religiosas del Corpus, San Pedro Mártir, Jesús Nazareno, y algunas relacionadas con la Semana Santa.




San Pedro Mártir de Verona

Entre los santos más vinculados a la Orden de Predicadores, (Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino, San Jacinto, San Vicente Ferrer y Santa Rosa de Lima, etc.), ésta fue una de las devociones más alentadas por los dominicos en Doña Mencía. Por ello en 1591 el papa Gregorio XIV concedió un jubileo pleno por cinco años, a todas las personas que confesadas y comulgadas visitasen el día de San Pedro Mártir la capilla de los Ángeles de la iglesia conventual, pues allí era donde recibía culto63:

«En el año de mill y quinientos nouenta y uno, Gregorio XIV concedió jubileo plenissim por cinco años, a todas las personas que confesados y comulgados visitasen la Capilla de los Angeles el día de S. Pedro Mártir, que es la que oy está con las reliquias del Sto., consta del Jubileo que está en pergamino, su data en Roma a veinte y ocho de enero de dicho año, está en la caja de lata con la letra que está al margen de la partida, que es F, y ponese aquí pareze que algún Prior se anime a reuadilarlo aunque está cumplido, siendo tan fácil quando van a Cap. General, pues es tan grande la deuoción del Sto en este lugar».



La imagen de San Pedro Mártir y su reliquia que fue traída de Roma por fray Bartolomé Caballero en 1589, al volver del capítulo general de la Orden de Predicadores celebrado en 158964. Este religioso era natural de Doña Mencía, y fue nombrado en el capítulo provincial celebrado en Jerez de la Frontera entre el 18 y 19 de abril de 1587, como provincial de Andalucía, desempeñando esta responsabilidad hasta 159165.

El culto religioso al santo dominico es de los más antiguos y arraigados. Así resulta del examen de las mandas pías testamentarias correspondientes a los años finiseculares del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII, bien sea por las misas que se ofrecían por el ánima del testador y que le eran encomendadas, o por donativos a su cofradía.

La primera referencia que hemos encontrado aparece en el testamento de Alfonso García Roldán otorgado en 158066: «Yten, mando que digan por mí anima una Misa a Sn Pedro Mártir, e otra a Sto. Tomás de Aquino, Rezadas». En iguales términos se expresa la última voluntad de Cristóbal Ruiz de Úbeda fechada el 21 de septiembre de 159967: «mando se digan por mi ánima una Misa al Bienabenturado San Seuastián, otra a San Pedro Mártir, y otra a Santana». Asimismo lo hace Juan López de Castro en la suya, fechada el 26 de agosto de 160468: «Yten mando se digan una misa por mi anima al Sr. Sn Pedro Mártir, y una misa a Nuestra Sra de los Santos, y dos misas a la Santísima Trinidad y al Sr San Jazinto una misa».

A partir de este momento este tipo de mandas pías serían habituales en casi todos los testamentos de los mencianos, de los que sólo hemos expuesto algunos casos puntuales para no ser reiterativos. Y cuando Doña Mencía se vio afectada por una peste contagiosa durante el verano de 1680, además del Nazareno fueron muchos los que también recurrieron a su intercesión. Y en estos términos se expresaba don Juan de Alcalá Galiano en su testamento fechado el 17 de junio de 168069:

«Asimismo mando a Sor San Pedro Mártir Patrón desta Villa, para su fiesta otros cinquenta reales, y a Sor San Sevastian cien reales para la obra de su casa, y que estas se den quando dicha obra se quiera hacer, y que sino se distribuyan por mis alvazeas en una Fiesta que se haga al Sto. Vendito».



De igual forma lo hizo doña Ana de Tienda en su última voluntad otorgada el 28 de junio de 1680, haciendo un importante donativo para su ajuar70: «mando un belo de tafetán doble a Nra. Señora de la Sierra, y otro a Señor Sam Pedro Mártir, Patrón de esta Villa, y que sean del color que pareziere a mis albazeas, y un manto de torzidillo a Nra Señora de la Soledad, y una armilla de tele de plata encarnada a Nra. Sra del Rosario».

Las memorias perpetuas también reflejan esta veneración, como la fundada por Ana Gutiérrez, sin que sepamos su fecha exacta pero sí que fue reconocida por su heredera María Alonso de Henares el 3 de marzo de 1604, por lo que es anterior. Consistía en una misa solemne cantada con vigilia que se celebraba el día de San Pedro Mártir en su Octava, y estaba dotada con 3 reales71.

Otra fue erigida por don Jacinto Roldán Galiano en 1722, que además era el patrono de su capilla. Estaba dotada con cuatro misas cantadas que había de oficiar en su altar los días de San José, San Pedro Mártir, San Juan Bautista y San Jacinto, abonándose por cada una quince reales de vellón72.

Desde 1628 ya tenemos constancia de la existencia de la cofradía que rendía culto al santo dominico, como resulta del testamento de Bernardo Jiménez de Navas otorgado el 8 de septiembre de 1628, por lo que su fundación es anterior. Y en una de sus cláusulas fundó una memoria de dos misas, una a San Nicolás y otra a San Pedro Mártir, estando dotadas ambas con tres reales de vellón73:

«Cumplido y pagado lo que mando por este mi testamento, el remanente que de mis uienes quedare, mando que por quanto no tengo hijos, lo aya y sea de la cofradía del Sr San Pedro Mártir, patrón desta uilla, y el mayordomo y ermano mayor sea patrón dello, y los tenga y administre por bien de la dicha cofradía, con quenta y racón, y con que la dicha cofradía tenga obligación a hacer decyr dos misas cada año, una a San Nicolás y otra a Sr San Pedro Mártir, y esta memoria tenga obligación de decir durante los días para siempre xamas, y esta memoria se tubo sobre una majuelo el mi pozo del majuelo y los demás mis bienes, de que a de auer la dicha rrenta dellos la dicha cofradía de Señor San Pedro Mártir y su mayordomo la tenga con la dicha carga con la dicha memoria, de dos misas cada año, la qual fundo e instituyo sobre los dichos mis bienes pagadas las deudas, y ser para SSª el Obispo de Cordoua la mande y haga poner en la tabla de las memorias, y declaro que dicho majuelo tiene de zenso perpetuo diez y ocho rreales cada año a favor de Su Exª el Duque mi Sr, y es declaración que esta memoria a de correr desde luego, y la dicha mi muger a de tener obligación de decir las dichas misas, como usufructuaria en su vida de la dicha hacienda, y a de tener obligación de decir cada año las dichas dos misas, y se le den de limosna tres rreales de anbas misas, y con esta declaración tenga el usufructo la dicha mi muger y esta es mi voluntad».



A partir de este momento son constantes los señalados donativos, como resulta del testamento de Francisca Núñez de Tienda de 29 de noviembre de 162874: «Yten mando se dé limosna de mis bienes a las cofradías del Rosario, Caridad y San Pedro Mártir dos reales cada un, y un real a la de Jesús Nazareno». De igual forma se expresó Bartolomé Sánchez Borrallo en el suyo otorgado el 15 de mayo de 164475: «Mando se dé limosna a la cofradía de San Pedro Mártir quatro reales».

También se refleja la existencia de la citada cofradía, en la última voluntad de Salvador Rodríguez Valera de 1 de mayo de 164876: «Mando [...] a la Cofradía de San Pedro Mártir un real de limosna». Asimismo actuó Salvador Jiménez de Jorge, en la suya otorgada el 10 de mayo de 164877:

«Mando a la Cofradía del Señor San Pedro Mártir un real de limosna. Mando a Nuestra Señora de los Sanctos otro medio real».



Hemos visto como la efigie del santo se encontraba en 1591 en la Capilla de los Ángeles de la iglesia conventual, pero debido al gran fervor que despertaba se acordó que tuviera la suya propia. No sabemos la fecha exacta en que se erigió, pero fue antes de 1616, pues a partir de ese año era obligatorio que en todos los conventos dominicos hubiera un libro conocido como protocolo de hacienda, en el que debían constar todas sus escrituras y títulos de propiedad. Y el de Doña Mencía nos hace saber de la existencia de esta capilla78:

«Tiene este Convento un olivar grande en el Pago de Cotillas, término de Vaena, que solía ser de los herederos de Diego de Noguera, fundador que fue de la Capilla del Crucifijo, que al presente es de San Pedro Mártir donde está su relicario».



Originariamente pertenecía a la familia baenense de los Noguera, pero el 20 de abril de 1673 pasó a ser propiedad de don Pedro Roldán Rubio. El título jurídico utilizado para esta transmisión fue la donación, conforme a la escritura que transcribimos, que transfiere la titularidad de la capilla con el derecho de asiento y entierro79:

«Sepan quantos esta Escriptura bieren, como yo Don Juan Pérez de Balenzuela y Noguera, bezino que soy en la esta billa de Baena, digo por quanto yo tengo y poseo mío propio el usso, derecho y aczion de una Capilla que llaman de los Noguera, y es la de San Pedro Mártir; en el Conbento de Nuestra Señora de Consolazion de la Uilla de Doña Menzia, que es de rreligiosos de la horden de Nuestro Padre Santo Domingo de Predicadores, la qual dicha Capilla es la que alinda con la Mayor de dicha Iglesia, y con la Capilla del Santo Christo y me perteneze por justos y derechos títulos, y como tal estoi en posesión del uso de dicha Capilla, de el derecho y aczion de tener asiento y sepultura en ella, y deste derecho que me perteneze puedo disponer a mi boluntad, y rrespecto de que yo no asisto en dicha billa de Doña Menzia ni nezessito del usso de la dicha Capilla, debiendo como debo mui buena boluntad a Pedro Roldán Rubio, bezino de la dicha Uilla, del e reziuido mui buenas obras y rregalos, y buena correspondenzia de ello digno de remunerazión y paga, e determinado hazerle donazion yrrebocable al sussodicho de todo el derecho y aczion que tengo a la dicha Capilla y del usso della [...] por el tenor de la presente que hago grazia y donazion yrrebocable de las que el derecho llama fechas inter bibos, desde aora y para siempre jamas al dicho Pedro Roldán Rubio, vezino desta Uilla de Dª Menzia, para el susodicho y para sus herederos y subzesores presentes y por benir, y para quien de todos ubiese título y causa boz y rrazón, derecho aczion en qualquier manera, es a saber del derecho y aczion por uso que abia y tenía a la dicha Capilla de Sr. San Pedro Mártir, sita en el Conbento de Nuestra Señora de Consolazion, de la dicha Uilla de Doña Menzia, para que el susodicho y sus subzesores puedan usar y usen perpetuamente para siempre jamás del derecho y aczion, asiento y entierro que en ella me perteneze».



Conforme a lo dispuesto en el documento anterior, don Pedro Roldán Rubio acordó en su última voluntad fechada el 28 de agosto de 1695, que su cuerpo fuera inhumado en la Capilla de San Pedro Mártir80:

«Primeramente, mando y ofrezco mi ánima a Dios Nuestro Señor que la hiço, crió y redimió por su preciosísima sangre, y el cuerpo a la tierra donde fue formado, el qual quiero que el día de mi sucediere finamiento, sea sepultado en el Convento e Yglesia Parrochial de Nra Señora de Consolación desta dicha Uilla, Orden de Predicadores, en la sepultura que tengo en la Capilla del Señor San Pedro Mártir, por ser dicha capilla mía propia, y que mi entierro sea solemnísimo, en que acompañen mi cuerpo la comunidad de dicho Conbento».



Podemos aportar más datos que acreditan el patronato ejercido por la familia Roldán. Así don Jacinto Roldán Galiano, que era hijo del anterior y familiar del Santo Oficio, acordó en 1722 que los productos de los bienes del mayorazgo del que era titular, estarían a cargo de las obras de su conservación, y cuidaría de las imágenes de San José y San Juan Bautista que allí estaban colocadas81:

«Asimismo es mi voluntad, y mando que el dicho Don Juan Jph Roldán Galiano, mi hijo, y los demás que le subcedieren, en el goze y posesión de este dicho Vínculo, sean obligados cada uno en su tiempo a hacer todas las lavores y obras que nesesitare la dicha Capilla de Señor San Pedro para su manutención, y que se conserbe en el estado y ser que de presente esta, y cuidar asimismo que las efijies de dicho Santo Señor San Joseph, y Señor San Juan Baptista que están colocados en dicha Capilla, tengan sus velos desentes a costa de el tal poseedor, y manteles en el Altar de la misma forma, estando el aseo de dicha Capilla de el cuidado y obligazión de dichos poseedores, como asimismo, dichos rreparos para siempre jamás, a todo lo qual los obligo desde luego para quando llegue el caso, porque con esta carga y obligazión hago la dicha mejora, y quiero y es mi voluntad que por parte de el dicho Convento de Señor Santo Domingo, o del susesor que siguiera dicho goze y posesión, al que no cumpliere, con esta obligazión, se le pueda aprermiar por vía executiba al tal poseedor, a la paga de dichos reparos».



La devoción de que era objeto San Pedro Mártir iba en aumento, reflejándose en las fiestas patronales organizadas en su honor por el Ayuntamiento, así como en los donativos que recibía, reuniendo un importante ajuar del que también tenemos exacto conocimiento82:

«unas andas encarnadas y doradas, con sus barales de hierro también encarnados y dorados, los nudos que dichas andas tienen su zielo de talla dorado, y ocho rramos de flores de madera que sirben en dichas andas = quatro almohadillas para los hombros, de los que llevan las andas con el Santo = quatro orquillas con sus regatones y birolas de hierro, encarnadas y dorados los nudos = dos tornillos pequeños que sirben para fijar las rreliquias en dichas andas, y otros de que ellas tienen = una bara para el estandarte encarnada, y dorados los nudos con su rregatón de hierro dorado = una cruz de madera dorada toda, para el Estandarte = un Estandarte de damasco encarnado con dos escudos, uno de la y otra de la ynsinia de Sr. Sam Pedro Mártir, con sus cordones de seda y una bara de hierro, en que se arma dicho Estandarte = un báculo con la ymajen de Sr. Sam Pedro de talla dentro de su Capilla, todo de madera encarnado y dorados los nudos y con su rregatón de hierro = una bandera con su asta y rrejon de hierro = una caja de grera, con sus vaquetas y parches = un arca nueba con tres dibisiones, y dos llaves y sus cantoneras de hierro = dos bazinetas con sus estampa de Sr Sam Pedro Mártir = dos Libros, uno biejo y otro nuevo».



En la actualidad no tenemos ninguna apoyatura documental que determine el momento de su designación como patrono de Doña Mencía, pero su explicación no puede ser otra que la voluntad de los hijos de Santo Domingo de Guzmán de que así fuera, quedando fusionada en este santo una dimensión religiosa y devocional, así como la festiva y lúdica.

El Archivo Histórico Municipal nos hace saber de la importancia de las fiestas patronales, que corrían por cuenta del Concejo de la villa, así como su importe y la manera de sufragarlas. También nos informan sobre la identidad del diputado o mayordomo que cuidaba de organizarlas.

Para cubrir sus gastos, además de lo que aportaba la Cofradía de San Pedro Mártir con la recogida de limosnas, el Ayuntamiento concedía a quien fuese nombrado como mayordomo, una suerte de tierra de extensión variable de los propios de la villa. Es decir, de las tierras de cultivo o de pasto de su propiedad que arrendaba a particulares, y con su rendimiento económico se abonaban los gastos.

Otras veces su cofradía pedía prestado trigo al pósito municipal, siendo la primera referencia documental que aportamos de 9 de abril de 1649. En esta fecha Juan Pérez Moreno y Blas Gómez Cubero, en nombre y representación de la citada hermandad, se obligaron a entregar al pósito doce fanegas de trigo, por haberlas pedido para pagar las fiestas patronales, lo que permite saber que estos vecinos fueron encargados de su organización ese año83.

Como indica Gómez Pérez, las actas capitulares indican las concretas suertes de terreno que se destinaban a este fin. Así la del 1 de febrero de 1655 se refiere a «la suerte que se ha acostumbrado, se dé de limosna para que se siembre, para ayuda a los gastos de la fiesta del glorioso S. Pedro Mártir, Patrón desta villa».

La de 15 de septiembre de 1666 a la «suerte de dos fanegas de tierra de la dehesa Lataxea, siempre que la arrendase la villa». El 8 de mayo de 1687 se nombró como mayordomo a don Jacinto Roldán Galiano, asignándole también un terreno para tal fin. Además, nos hace saber de la recogida de limosnas para sufragar los gastos, al referirse a las «bazinetas», que ya hemos visto reflejadas en el inventario de alhajas de la Cofradía de San Pedro Mártir:

«acordaron y dijeron que el Lzdo. Dn Fernando de Zafra y el dicho Joan López Cubero, bezinos de esta dicha Villa, an sido Hermanos Maiores de la Fiesta que se a zelebrado a Sr Sam Pedro Mártir de Berona, Patrón della el día beinte y nuebe de abril próximo pasado, por razón de ser tal Patrono, y que es nezesario hazer nuebo nombramiento de sujeto que continue zelebrar dicha Fiesta, y por quanto SMd dicho Rejimiento a considerado que la persona que es a propósito para ello, y en quien concurren las partes y calidades que se requiere, es Dn Jazinto Roldán Galiano, bezino desta Uilla y que acudirá a esta obligación, con toda solizitud y cuidado; desde luego, le nombraban y nombraron por Hermano Mayor, para corra de su cargo el zelebrar la Fiesta a Sr. Sam Pedro Mártir, el año que biene de mill y seiscientos ochenta y ocho, por el referido beinte y nuebe de abril que es quando se acostumbra; y es deuido al Santo; Y para que esto tenga efecto; por el presente le dam poder y facultad al dicho Dn Jazinto Roldán Galiano, para que en esta dicha Uilla, su término y Jurisdizion, y entre sus vezinos y moradores puedan echar sus bazinetas el Domingo de cada una semana, y deligenziar y juntar las demás limosnas que entre los deuotos quisieran dar para dicho fin, que desde luego su Md dicho rejimiento le ofreze asistirles a dar lo necesario, para en quanto miras atraer sustentar y bolber a sus casas; los sujetos de la música que dicho Hermano Maior determinare traer para la zelebrazion de dicha Fiesta, qualquiera que sea la que nombrare el susodicho y de qualquiera parte, porque a de ser de donde pareziere más combeniente al dicho D. Jazinto Roldán; y la paga prinzipal; no a de correr de cargo de Su Md dicho Rrejimiento; si de dicho Hermano Maior = Y también se obliga Su Md dicho rrejimiento; a darle para que más biem pueda cumplir dicha obligación, dos fanegas de tierra calma juntto al Sitio del Caluario; que alindan con el Camino que va a los Balachares; Para que lo siembre la sementera benidera deste presente año, y perzina su fruto a tiempo sin contradizion de persona alguna».



Otro documento que vuelve a reflejar esta recogida de limosnas resulta del Cabildo celebrado el 9 de mayo de 1689. En él se nombró a Francisco Muñoz Aceituno como nuevo mayordomo para el año siguiente, facultándole para que «pueda echar sus bazinetas el domingo de cada una semana, y deligenziar y juntar las demás limosnas, que entre los deuotos quisieran dar para dicho fin».

Durante muchos años las dos fanegas de tierra utilizadas con este propósito eran las que se encontraban junto a la ermita del Cristo del Calvario. Sin embargo en 1712 los mayordomos de las fiestas se excusaron debido a su mala calidad y poca producción, por lo que se acordó dedicar otras fincas rústicas mucho más productivas, sitas en el lugar conocido como «la Careluela», que estaba cerca de la ermita de San Sebastián:

«dijeron: aver sido costumbre a los Maiordomos que an sido en ella de la Cofradía de Señor San Pedro Mártir de Verona, Patrono desta dicha Villa; darles para aiuida a los gastos que en cada uno año, se ofrezen en la Fiesta que el día veinte y nuebe de abril se zelebra a Sr. San Pedro, una suerte de tierra de dos fanegas, que el sienbren cada uno en su tiempo, en el partido del Sitio que antiguamente estava el Calbario. Y por ser esta tierra ynutil, muchas personas se escusan ser tales Maiordomos, y se a despedido Francisco de Vargas, que a tenido a su cargo esta yncumbenzia, a quien se le a dado a entender prosiga y se le dará la suerte de la Caleruela de las de los Propios del Conzejo desta Villa, que esta estramuros della, que es tierra de mejor calidad, para que la siembre o arriende para aiuda a los gastos de dicha Fiesta, cuia suerte es de dos fanegas y dos zelemines de tierra».



Durante el siglo XVII la cuantía del dinero que se destinaba a las celebraciones cambiaba cada un año. En 1650 excedieron de 200 reales, sin que sepamos su importe exacto, y el Cabildo celebrado el 5 de junio de 1650 nos informa del modo en que obtuvo dicha cantidad:

«dixeron, que por quanto en las Fiestas que ese Cauildo hiço el día de San Pedro Mártir pasado, en este presente año, se ajustó el gasto que se tubo en los baqueros y enzierro en nuestra presensia, y por no aver dinero más pronto que ducientos reales, que están en poder de Diego Montes, que en su poder se depositaron del prezio en que se vendió las yeruas del rincón de la benta, término desta Villa, a Xpoval de Salas, vezino de la Uilla de Baena, y en nuestra presensia, el dicho Diego Montes los entregó y se destriuyeron entre los baqueros y comida dellos, y sogas y música, y no se a de cargar a ninguna persona por quanto no ubo escriptura dello y por este Cauildo así lo acordaron, y mandaron se cumpla y execute como en el se contiene».



El 20 de mayo de 1661 se nombró a Diego de Montes como diputado encargado de su organización, y nos hace saber que su importe fueron 519 reales. Gómez Pérez señala que el nombramiento de mayordomo correspondía al Ayuntamiento, entre los miembros de la corporación, y para que su desempeño fuera más aceptable, se le eximía del pago de ciertos impuestos o de otras cargas municipales, como el alojar soldados en sus domicilios.

Así lo refleja el Cabildo celebrado el 15 de septiembre de 1666, en el que dejaba sin efecto el nombramiento como mayordomo de Fernando Jurado. Al mismo, se le había entregado «una suerte de dos fanegas de tierra en la dehesa Lataxea, [...] y había de ser libre de Cargas Concejiles y de echarle soldados, en cuia conformidad a hecho dos años de fiesta, y considerando la billa ser muy graboso el dho asiento a sus becinos por ser dicho Fdo. Jurado onbre de mucho caudal».

Otro ejemplo similar sucedió en 1709 cuando se designó a Francisco Vargas, eximiéndole de alojar soldados en su domicilio y otras cargas concejiles, como refleja el Cabildo de 11 de junio de ese año84. En 1712 se vuelve a nombrar a Francisco de Vargas y en Cabildo de 2 de julio queda otra vez exento de alojar soldados. Por fin, el celebrado el 29 de abril de 1726 decide que sea alternativo, entre familiares del Santo Oficio, por haber sido San Pedro Mártir primer inquisidor, y los miembros del concejo de la villa:

«digeron que rrespecto de ser preziso, hai todos los años en esta dicha Uilla Festiuidad a Señor San Pedro Mártir de Verona, por ser Patrono della, y esto perteneze por esta razón a dichos Señores Conzejo, y a dichos Señores Comisario y Familiares, por ser dicho Santo Primer Ynquisidor de dicho Santo Tribunal del Santo Ofizio, tienen dichos Señores conferido el un año haga la Fiesta referida uno de dichos Señores Capitulares, y luego le siga al año siguiente uno de dichos Señores Familiares, quando todos ayan cumplido la a de hazer dicho Señor Comisario, y se a de volver alternar en la misma forma, y prinzipiar desde oy, se an combenido dichos Señores en que la Fiesta del año próximo venidero de mil sietezientos veinte y siete, la haga dicho Señor Dn Juan Joseph Roldán Galiano, Alférez mayor y Alguazil Mayor Familiar de dicho Santo Tribunal. Y en el año siguiente de mil sietezientos veinte y ocho, el Señor Alcalde del Castillo y Fortaleza de esta Villa que es o fuere en ella, y después se le siga otro Cauallero Familiar, según sus antigüedades, y luego el Cauallero Regidor que tubiere la preferenzia en dicho Cauildo. Y de esta forma, se a de proseguir en dicha Festiuidad perpetuamente, para mayor gloria del Santo Vendito, y hazer seruizio a Dios Nro Señor, y se declara que este Conzejo a de dar para dicha Festiuidad, la suerte que esta en estilo todos los años, para ayuda a los gastos que se ofrezcan, y que el Señor Alguazil Mayor que es o fuere, a de hazer su Fiesta en el año que le toca, según su preferenzia en Cauildo, todo lo qual dichos Señores mandaron se guarde, cumpla».



Como señala Gómez Pérez se pedía al hermano mayor la mayor solemnidad de las fiestas y lucimiento posible. En las del siglo XVII consistían en una procesión que tenía lugar después de la ceremonia religiosa, como se deduce del inventario de alhajas transcrito85. Antes hemos señalado que también se contrataban músicos para dar más realce, como reflejaba el acta capitular de 8 de mayo de 1687. En los mismos términos se expresa la de 9 de mayo de 1689, en la que se nombró como mayordomo a Francisco Muñoz Aceituno:

«Su Md dicha Justizia y Reximiento, le ofrece asistirle a dar lo necesario, para en quanto mira a traer, substentar y boluer a sus casas, los sujetos de la música, que dicho Francisco Muñoz Azeituno determinare traer para la zelebrazion de dicha Fiesta, qualquiera que sea la que nombrare el susodicho, y de qualquiera parte porque a de ser de donde pareziere más combeniente a el dicho Francisco Muñoz, y la paga prinzipal no a correr de cargo de Su Mrd dicho Reximiento, si de dicho Hermano Mayor».



Asimismo para que tuvieran el mayor esplendor se celebraban «regocijjos de toros», que tenían lugar en la plaza del Pradillo, en donde el concejo municipal tenía un toril. Así lo refleja el Cabildo municipal de 25 de abril de 1650, consta una expresa referencia a las corridas de toros:

«dixeron que a tenido una Carta del Señor Licendo Don Rodrigo de Uida Roldán, Corregidor desta Uilla, en que pide a este Concejo disponga que para la Fiesta de Señor San Pedro Mártir aya algunos capeos, y leyda la dicha Carta, acordaron en que si se buscasen capeos fuera desta Uilla, se le causara mucha costa y para el regozijo que se pretende, aya labradores en esta Uilla que dan algunos capeos, y caso de que en la Plaza donde se lidiaren se desgraciare algunos dellos, este Conzejo lo satisfará por lo que dos personas dijeren valen, los pagará. Y para el Diputado de dicha Fiesta nombraron a el dicho Jurado Alonso Phipipe Romero, y el presente Escibano Lucas de Vera, para que los dichos Capeos, les traygan a la Placa desta dicha Villa y por este dicho Cauildo así lo acordaron, firmaron y señalaron».



Éstas eran habituales durante las fiestas patronales, y por ello en sus fechas previas se arreglaba el toril al que hemos hecho referencia. Así ocurrió el 15 de abril de 1678, cuando el Ayuntamiento abonó al empedrador Bernardo Perea siete reales de vellón por haber empedrado su puerta86:

«Juan Cubero Henares, rrecetor del cauildo esta uilla entregue a Bernardo Perea, enpedrador, siete reales por los mesmos que tubo de costa el empedrar la puerta del toril y entrada del Pradillo que es del Concejo desta uilla, que conste rreciuo seran uien dadas en Dª Mencía y abril 15 de 1678 años».






Nuestra Señora de Consolación

«la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Consolación: es Imagen muy antigua, y ay tradición, de que antes que se fundasse esta Villa, fue aparecida en un hueco del Castillo, descubierta por una luz milagrosa, que a veces de dexaba ver en aquel sitio. A esta Santa Imagen, dio las primeras veneraciones el Mariscal de Castilla Don Diego Fernández de Cordova, este objeto de sus cariños, y devoción, era el escudo, a cuyo amparo debió las gloriosas victorias, que consiguió de los moros. De que se siguió, que los nuevos pobladores de esta tierra, siguiendo este exemplo de devoción, pusiessen en esta Imagen toda la esperanza de su consuelo en qualesquiera conflictos; y esta memoria, confirmada con las experiencias se ha aumentado hasta los tiempos presentes.

En años escasos de agua, se ha experimentado, que por el recurso al Patrocinio de esta Señora, han sido abundantemente socorridos, con la deseada llubia, creciendo las mieses hasta una abundante cosecha: Como sucedió el año de mil seiscientos y quince, en que no habiéndose cogido ningún grano de los lugares de la Comarca, en el término de esta Villa fue abundante la cosecha, que se tuvo por milagrosa»87.



La narración anterior es el típico documento apologético, que nos hace saber de la prodigiosa aparición de la imagen de Nuestra Señora de Consolación, así como la devoción de que era objeto por Don Diego Fernández de Córdoba. Asimismo relata una rogativa en orden a conseguir una buena cosecha de grano en años de sequía, con lo que pretende reflejar su carácter milagroso.

El tenor literal del relato anterior, está relacionado con el proceso de conquista y repoblación de las tierras andaluzas frente a los musulmanes. Como señala Rodríguez Becerra, el marianismo dominaba los sentimientos religiosos del ejército cristiano, especialmente de sus cuadros de mando. Los territorios capturados fueron puestos bajo la protección de la Madre de Dios, erigiéndose parroquias, ermitas y santuarios bajo distintas advocaciones marianas, dando lugar a leyendas donde se favorecía a sus protegidos frente a los nazaritas88.

La narración del hallazgo de este icono religioso, quiere manifestar su vinculación con Doña Mencía, en orden a la permanencia de sus habitantes en el lugar. Además en tanto símbolo sagrado perdería su valor como tal, si hubiera sido tallado en madera o esculpido en piedra, y se tuviera conocimiento de la identidad de su autor.

Fray Juan López, obispo de Monopoli, nos hace saber que como todas las imágenes, Nuestra Señora de Consolación se «especializó» en algún tipo de milagro. Concretamente en que se produjeran lluvias en años de sequía con los que obtener una buena cosecha, como ocurrió en 1615 y las ideas que expondremos más adelante sobre las rogativas públicas son aplicables a este caso89.

La apelación de los mencianos a su intercesión se vuelve a reflejar en el Cabildo municipal de 16 de junio de 1662, donde se acordó abonar de los propios de la villa los gastos de una celebración religiosa, que tuvo lugar en acción de gracias a la Virgen por la buena cosecha obtenida ese año: «ziento y catorce reales que se gastaron en una Fiesta que hizo la Villa a Nuestra Señora de Consolazion, por los buenos temporales y a la Siempre Pura Conzpecion de Nuestra Sª»90.

Pero la realidad histórica de los hechos comenzó en 1419, cuando don Diego Fernández de Córdoba edificó de su hacienda una iglesia. Y el papa Martín V dio un breve ese año, para promocionar el culto religioso en ella al disponer indulgencias para quienes la visitasen91:

«a todas las personas que visitasen la dicha Iglesia el día de la Natiuidad de Nuestra Señora, que es a ocho de septiembre, y confesados y comulgados diesen limosna, les concedía dos años y otras tantas quarentenas de perdón».



Nieto Cumplido señala que durante todo el siglo XV bajo distintas advocaciones marianas, se erigieron multitud de edificios religiosos. Y que de esta forma se refleja la gran devoción de que era objeto en Andalucía la Virgen María, como sería el caso de Doña Mencía92.

Existe constancia documental que acredita la antigüedad y arraigo de esta devoción, por lo menos desde mediados del siglo XVI, tanto por la celebración de misas de ánima que le eran ofrecidas, como con fundaciones de memorias perpetuas. Del primer grupo vamos a exponer solamente algunos ejemplos, pero que reflejan de forma elocuente el fervor que suscitaba. Así resulta del testamento de Andrés López otorgado el 6 de octubre de 160593: «Mando se digan por mi ánima diez misas a Nuestra Señora de Consolación». De igual forma se expresa Antonia de Vera en el suyo del 21 de octubre de 166794: «Mando se diga por mi ánima un nouenario llano de nuebe misas reçadas, y se salga con responso sobre mi sepultura, con doble y puesta la cruz en ella. Y el dicho nouenario se haga a Nuestra Señora de Consolación».

El Libro de Memorias Perpetuas del Convento de Santo Domingo, nos hace saber que las primeras que le fueron dedicadas están fechadas a principios del siglo XVI, siendo una práctica habitual en esta época la celebración de varias misas cantadas o rezadas en las principales festividades de la Virgen María, entre las que se incluye la Natividad de Nuestra Señora, que se conmemora el 8 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de Consolación.

Así resulta del testamento de don Cristóbal de Córdoba, regidor de Baena, que fue otorgado el 1 de octubre de 1526. Dispuso que se oficiara por su alma y la de su mujer una misa en las festividades de la Virgen María, donando al convento la huerta del Saladillo95.

Destaca por su antigüedad e importancia económica la erigida el 5 de enero de 1534 por doña Francisca de la Cerda y Zúñiga, condesa de Cabra y segunda esposa de don Diego Fernández de Córdoba. Su objeto era la celebración de varias misas cantadas, por el alma de la fundadora y de don Diego, que fue el primogénito de su marido y que murió con tan sólo 17 años de edad, y fue inhumado en la capilla mayor. Y algunos de estos oficios religiosos tenían lugar en las nueve festividades principales de Nuestra Señora, entre las que se incluye el 8 de septiembre.

En principio su dotación económica era dinero, pero don Juan de Córdoba, en calidad de albacea testamentario del tercer conde de Cabra, la permutó por el mesón existente en la calle Llana, y por una venta sita en el camino que iba a la vecina localidad de Baena, así como una tienda en esta última población. Todos estos bienes reportaban importantes recursos económicos al cenobio cuando los arrendaba a los vecinos96:

«Año de mill y quinientos y treinta y quatro, a cinco días del mes de enero. El Señor Don Juan de Cordova, hijo del Conde de Cabra, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia de Cordova, Abad y Señor de la Villa de Rute, Administrador del Condado de Cabra y Estado de Vaena, como Albacea del Conde su padre Don Diego Fernández de Cordova, hiço concierto con los frailes deste Convento, y les dio la Venta que aora posee que está en el camino que va de Vaena a Cabra, y el Mesón deste Pueblo, que está en la Calle Llana, y trescientos maravedís de renta en el Portazgo de Vaena, en la Tienda del Herrador que esta frontero del Convento de Guadalupe, en trueco de la limosna que pagan los herederos de la Señora Francisca de la Zerda y Zuñiga, Condesa de Cabra, por limosna de ciertas Memorias que la dicha Señora mando se digese perpetuamente en este Convento, que son las siguientes: Una fiesta de Purificación, en su día o en su Octava; la fiesta de la Encarnación, en su día o en su Octava; la fiesta de la Visitación, en su día o en su Octava; la fiesta de la Asumpción; la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora; la fiesta de la Concepción; la fiesta de Nuestra Señora de la O; la fiesta de los Reies; la fiesta de San Gabriel, en su día o Octava».



Por su parte el bachiller Hermosilla y su esposa Isabel de Castro, también fundaron una memoria de misas el 7 de mayo de 1548. Y entre otras se habían de oficiar dos rezadas en cada una de las festividades de la Virgen, donando a cambio al convento un olivar y una viña97.

Otro ejemplo que vuelve a poner de manifiesto la antigüedad de esta devoción, se refleja en el reconocimiento de una memoria perpetua efectuada el 4 de noviembre de 1548 por parte de Bartolomé López Amo, de la que fundó su padre Juan López Amo, lo que supone que su origen es anterior a esa fecha. Estaba dotada con dos misas rezadas, que también se celebrarían el día de la Natividad de Nuestra Señora98.

Asimismo Hernando Zarco erigió en su testamento otorgado el 16 de enero de 1561, otra dotada con diez misas rezadas a celebrar el 8 de septiembre. Y en 1580 durante el pontificado del dominico fray Martín de Mendoza, el visitador del obispado dispuso su reducción a la mitad, abonando cinco reales por cada una, en vez de los diez originales99.

De igual forma, Alfonso de Veas creó otra de tres misas rezadas a celebrar los días de la Anunciación, Asunción y Natividad de Nuestra Señora. Se trataba de una muy antigua, en razón de que el Protocolo de Hacienda sólo nos dice que Bartolomé Sánchez Vila Real la reconoció el 12 de abril de 1573, por lo que su origen es anterior a esa fecha100.

Otra importante fundación pía para oficiar misas el 8 de septiembre, nació por voluntad de Bartolomé Ruiz de Almoguera el 7 de abril de 1644. Dispuso en su testamento un patronato de legos, que contemplaba la celebración de varias misas rezadas en las principales fiestas de la Virgen o en sus octavas101.

El 19 de diciembre de 1698 doña Isabel Díaz donó a su hijo don Sebastián Pérez de Castro determinados bienes raíces, gravados con la obligación de celebrar seis misas rezadas en las principales festividades de Nuestra Señora, estando dotada cada una con 12 reales de vellón102.

Además de las indicadas, el matrimonio formado por don Jerónimo Ortiz Cubero y doña Juana Rodríguez erigieron otra el 5 de marzo de 1704, su objeto era celebrar con toda solemnidad en la capilla mayor seis misas cantadas en las seis festividades principales de la Virgen103.

De forma similar procedió María Cepero conforme a su testamento de 17 de agosto de 1750, para que se oficiara por su ánima y la de sus padres y difuntos una misa rezada. Su celebración tendría lugar el 8 de septiembre y su dotación era tres reales104.

También dejamos constancia de la creada por Alonso Sánchez Alcaide, sin saber cuándo fue su origen temporal. Tenía por objeto la celebración de varias misas rezadas, y una se oficiaba el 8 de septiembre105.

El último ejemplo que exponemos, resulta de la última voluntad de doña Rosalía de Vargas otorgada el 7 de agosto de 1772. Dispuso que el día de San Juan Bautista se celebrara una misa por su alma, y se pusiera media libra de cera a Nuestra Señora de Consolación106.

El fervor religioso que despertaba esta advocación mariana, también se reflejó en los donativos que recibió durante el dramático verano de 1680, cuando esta villa señorial se vio afectada por una peste contagiosa que causaba estragos en su población. Lo indicado resulta del testamento de María Muñoz Romero, fechado el 30 de mayo de 1680107:

«Mando y es mi boluntad que de dichos mis bienes, se haga un belo de tafetán doblete naranjado a Nra Señora del Rosario, y otro del mesmo tafetán y color a Nra. Señora de Consolación, que mando de limosna a Su Majestad Santísima luego que yo fallezca por mis herederos, puniendo todo cuidado en que se hagan dichos belos, porque así es mi determinada boluntad».



Por ser la titular de la parroquia los dominicos le hicieron importantes ofrendas, que convirtieron su ajuar en uno de los mejores del convento. Y siendo prior fray Juan de Quesada mandó labrarle en la ciudad de Córdoba una media luna de plata, «que hubo de plata 21 pesos y medio, y todo con la hechura costó 430 reales»108.

Durante el siglo XVIII se mantiene el culto religioso a la Virgen de Consolación, que siguió recibiendo más donativos para mejorar su ajuar. Así consta en la última voluntad de doña Magdalena Moreno, que fue otorgada el 22 de octubre de 1759109:

«Mando a Nuestra Señora de Consolación, Patrona del Convento Parrochia desta Villa, una mantellina de terziana, color morado, carmesí, con forro de tafetán dobles, de color de perla, previniendo que luego que muriese [...] se entregase al M.R.P. Presentado Prior de dicho Convento, para que la ynbierta en adorno de dicha Ymaxen, porque así era su voluntad».



El Arancel e Inventario de la parroquia de 1811 nos hace saber que todos los años se hacía una procesión para su mayor culto, y por ser la titular del templo su costo corría por cuenta de la fábrica parroquial. Este inventario contiene una referencia a su rico ajuar110:

«Tres mantos de N. S. de Consolación, que es la titular de esta Yglesia, el uno ya viejo, que es el que la Señora tiene en el Camarín. Otro azul bueno de tela de plata y galón de lo mismo, y otro ya menos que mediado, también de color azul con galón de plata, todos de seda.

Yt. Dos coronas de plata, una que tiene la Señora y otra el Niño. Yt. Media luna de lo mismo. Yt. Un rosario todo de plata, así las quentas, como el engarze».






Nuestra Señora del Rosario

Sin ningún género de duda, varias razones explican que fuera la advocación mariana que más fervor religioso suscitaba en Doña Mencía durante el Antiguo Régimen. En principio, hemos de tener presente que cada orden religiosa procuraba fomentar aquellas devociones con las que estaba más vinculada. Así, los carmelitas impulsaron la de la Virgen del Carmen, los franciscanos la Inmaculada Concepción, y los hijos de Santo Domingo de Guzmán propagaron la de Nuestra Señora del Rosario. Y se explica este arraigo por la presencia de éstos ejerciendo funciones parroquiales, y monopolizando casi todas las manifestaciones de religiosidad popular.

Desde la silla de Osio también se fomentó este culto religioso. Así el prelado cordobés fray Martín de Córdoba y Mendoza (1578-1581), dominico e hijo del conde de Cabra, acordó que en todas las parroquias de la diócesis se establecieran cofradías con esta advocación, sin que sepamos la fecha exacta de su creación en Doña Mencía111.

Asimismo se atribuyó a su intervención milagrosa la victoria cristiana sobre los turcos en la batalla de Lepanto (1571), pues coincidió el día de su derrota, con la procesión que alabando a la Virgen del Rosario le hizo la cofradía que con esta advocación existía en Roma. Así se refleja en los estatutos de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Doña Mencía, al hacer expresa referencia a su intercesión para conseguir este triunfo militar112.

Más importante fue que bajo su amparo, se fundó una hermandad de entierros, que era una sociedad de socorros mutuos característica del Antiguo Régimen, que tenía por fin sufragar los cuantiosos gastos ocasionados por la muerte de las personas, y de la que formaban parte la mayor parte de los mencianos. Por esta razón, era algo más que una simple cofradía de gloria, que tenía por objeto venerar a la Virgen María como reina gloriosa, bajo la advocación dominicana del Rosario113.

Sería interminable reseñar las muchas mandas pías, que de manera constante se otorgaron a su favor desde los años finiseculares del siglo XVI, que nos hacen saber de la antigüedad del fervor religioso que suscitaba. Como hemos hecho en casos análogos y para no ser reiterativos, sólo vamos a exponer algunas de las más señaladas, pero que son muy ilustrativas. Alonso García Roldán en su testamento de 23 de octubre de 1599, dispuso la celebración de una misa con sermón y procesión en honor de la Virgen, así como la donación de un rico vestido de raso114:

«Ytem mando a Doña Antonia mi hija quinze mil marabedis de zenso principal, que están impuestos y cargados diez mil marabedís sobre los vienes y hazienda de los herederos de Fernán Pérez Merino, vezino de Cabra, y sobre unas casas los cinco mil de Catalina de Navas de Juan Rodríguez Gallego, de que ay escritura de zenso para que de los réditos della se diga para siempre xamas una memoria y fiesta por mi ánima, de bíspera de misa, sermón y procesión a nuestra Señora del Rrosario en cada un año el día de su misma fiesta, y por ello se dé treynta un rreales, que montan dichos censos, los quales siempre an de estar vibos, y si alguno se redimiere se an de voler a imponer sobre otras posesiones, por manera que siempre an de estar y esten los dichos censos vibos para que la dicha memoria lo este, y la dicha fiesta y procesión se tegan cuidado de dezir [...]. Ytem mando se le dé a Nuestra Sra del Rrosario, un bestido de rraso pardo, basquina, rropa y jubón. La qual dicho vestido, tenga dicha Doña Antonia mi hija, y faltando ella se dé al Convento para que lo tengan en un arca para las fiestas de la dicha Ymagen».



El de la beata dominica Francisca de San Jerónimo, otorgado el 26 de julio de 1622, también nos hace saber la presencia de pinturas de Nuestra Señora del Rosario en los domicilios particulares de los mencianos, lo cual era reflejo del culto que recibía115: «Yten mando a María de Ocaña [...] mi sobrina dos paramentos, uno que tiene pintado a Nuestra Señora del Rosario, y oro a mi padre Ssanto Domingo, y se le dén». En iguales términos se expresó Fernando Ortiz Campanario en su postrera voluntad fechada el 8 de enero de 1626, y que nos hace saber de la práctica habitual del rezo del rosario por los vecinos de la villa116.

Durante 1680 cuando Doña Mencía sufrió las consecuencias de una peste contagiosa, también fueron muchos los vecinos que solicitaron la intercesión de Nuestra Señora del Rosario, para que pusiera fin a tan difícil situación. En este sentido es muy expresivo el testamento de doña Ana de Tienda otorgado el 28 de junio de 1680, en el que consta el donativo de una armilla de plata para la Virgen117:

«Mando [...] un manto de torzidillo a Nra. Señora de la Soledad, y una armilla de tela de plata encarnada a Nra. Señora del Rosario, que estas dos prendas dejo enzerradas en las casas de mi morada [...] y el dicho manto y armilla a las personas que rijen las de la Soledad y Nra. Señora del Rosario desta Villa. Y que de todo lo dicho mis Albazeas tomen rezivo para mejor azierto. Y manden sentar dichas mandas en los Libros de dichas Cofradías, para que en todo tiempo conste, y de que como los dichos cofrades están satisfechos de lo contenido y dispuesto en esta cláusula».



De igual forma se expresó María Jurado, en su primer testamento otorgado el 12 de junio de 1680, al legarle un velo de tafetán y una armilla118:

«Mando a Nra. Sra del Rosario, sita en la Yglesia y Combento de Nuestra Señora de Consolación desta villa, un belo de tafetán doble encarnado, para que se dé luego que yo muerta a su hermano mayor. Y asimismo le mando a Nuestra Señora del Rosario una armilla encarnada de tela que está por estrenar que dejo en un baul. Declaro que tengo encerrado por amor (sic mor) del contajio que esta villa y sus becinos están padeciendo en la cámara de mis casas, un baúl, a donde están las prendas antecedentes».



Otro ejemplo elocuente se refleja en la última voluntad de Francisco Gómez Jurado otorgada el 2 de julio de 1680, donde se acuerda la entrega de media fanega de trigo a su cofradía, siendo éste uno de los recursos habituales que le servían para su financiación119:

«mando a Nuestro Padre Jesús Naçareno zinquenta reales en dinero y media fanega de trigo, y la otra medía fanega a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, y zinquenta reales a Señor San Seuastian para aiuda a su Santa Casa».



Por su parte María Cantero en una manda pía fechada el 29 de julio de 1680, legó a esta cofradía otro ornamento de cierto valor120: «Mando a cada cofradía un real de limosna, y doce a Jesús Nazareno = Mando a Nra. Señora del Rosario una armilla de ormesí encarnada con guarnición de plata, que dejo encerrada en la cada de Juan R. Moiano, fiscal».

Igualmente tenemos constancia de varias memorias perpetuas en honor de la Virgen del Rosario o que se oficiaban en su capilla. En primer lugar la fundada por Juan Clavijo el 4 de junio de 1670, para celebrar una misa cantada el día de San Juan Bautista en la capilla mayor, y dos rezadas, una el día de San Jerónimo y otra en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, estando éstas dotadas con cuatro reales de vellón cada una121.

También don Juan Valera Roldán instituyó otra el 18 de junio de 1700, cuyo fin era que se oficiara una misa cantada en su altar el día de San Juan Bautista. Su limosna era 6 reales de vellón y la cera necesaria para su celebración, estando su pago a cargo del mayorazgo de los Valera122.

El 10 de abril de 1702 don Jerónimo Ortiz Cubero y su esposa doña Juana Rodríguez, fundaron una de las que mayor dotación económica aportaba al convento. Tenía por objeto la celebración de varias misas, entre las que se incluían una cantada todos los sábados del año que se oficiaba en la capilla de la Virgen con diácono y subdiácono, además de decir un responso sobre su sepultura, dando de limosna once reales por cada una de las misas123:

«Y por quanto aora de presente, tiene determinada voluntad de hazer dotazion de la Missa Cantada que todos los sábados del año se le dize en su Capilla a Nuestra Señora del Rosario, que está contigua y agregada a la Maior, que nuevamente se ha fabricado por Mui Reverendo Padre Prior y Comunidad, dando por su dotazion mill ducados en el balor de la possesion de huerta, tierra calma alameda, árboles frutales, que están en el sitio del Pontón declarada y deslindada en esta Scriptura, a cuia cantidad le corresponde zinquenta ducados a razón de veinte mill maravedís el millar, en conformidad de las Leies y Prematicas de estos Reinos, y que en cada un año le han de dezir en dicha Capilla los dichos Sábados de todo él la dicha Missa Cantada de Nuestra Señora del Rosario, oficiada con Diácono y Subdiácono y Responso en su Sepultura Bóbeda que tiene en dicha su Capilla, primero que otro alguno considerando ser zinquenta Missas y que la limosna de cada una se ha regulado a razón de onze reales».



Otro ejemplo es la erigida por Juan Amo el 1 de septiembre de 1729 para celebrar tres misas rezadas, en los días de la Santísima Trinidad, Nuestra Señora del Rosario, y Santa Bárbara, dotadas con 400 reales de vellón124.

Don Francisco Pablo Cubero Ortiz, alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición y hermano mayor de su cofradía, fundó en su testamento de 10 de diciembre de 1792 una memoria de una misa cantada ofrecida a Nuestra Señora del Rosario. Se celebraría el 7 de marzo o el día siguiente, abonando quince reales de vellón. Tenía una cláusula penal, para en caso de impago de esa cantidad durante el mes de marzo, a partir del 1 de abril el propietario de las casas a cuyo cargo estaba la memoria, habría de abonar dos reales más por cada día que pasara sin satisfacerlos. Además, si también transcurría el de abril sin retribuirse estas cantidades, se le desposeería del derecho de propiedad sobre la casa, que pasaría a ser del pariente más cercano, pero gravado con la misma pensión125.

Igualmente podemos acreditar con un importante testimonio documental, cómo la propia cofradía va adquiriendo ornamentos para su ajuar, que llegaron a convertirlo en el más rico de todos los que había en la iglesia conventual.

Así resulta del contrato suscrito el 23 de mayo de 1612, para la adquisición de un vestido para la Virgen, obligándose Hernando López Montoro como hermano mayor, con Cristóbal Burbano vecino de la localidad cordobesa de Luque, y que importó 60 ducados. Esta cantidad nos hace suponer que era de mucho mérito y calidad, tal como describe con cierto detalle la siguiente escritura de obligación126:

«Sepan quantos esta carta de obligaçión bieren como nos, Hernando López Montoro, Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestra SSª del Rossario, e como nos Gaspar de los Rreyes, Francisco Gómez Roldán y Juan Gutiérrez, Zebrian Ruiz Cubero de Luque, Bastián Gómez Roldán, asni mismo hermanos de la dicha Cofradía, todos vezinos que somos en esta Uilla de Doña Menzia, todos los susodichos juntos e de mancomún, y a voz de uno y cada uno de nos por si e por el todo, renunziando como renunziamos las leyes, fueros y derechos de la mancomunidad como en ella se contienen, otorgamos e conocemos por esta presente Carta: que debemos e nos obligamos a dar y pagar a Cristoval Burbano, e vecino de la Villa de Luque que esta ausente, como fuera presente, o a quien su poder de causa ubiera, sesenta ducados de la moneda ussual, los quales le conozemos deuer e sson por rrazón y de la compreda de un vestido que se entiende ssaya y rropa y corpiño y mangas. La rropa e vasquiña de terziopelo negro, fondo azul y dorado, y las mangas y corpiño de terciopelo, y las mangas de tela blanca y la rropa y ssaya guarnezida de camafeos de hilo de oro, que del dicho Cristóval Burbano avemos recivido comprado para la ymaxen de Nuestra SSª del Rrosario, de todo lo qual nos damos por contentos y entregados, y a nuestra voluntad, sobre que renunziamos la ezepzion de la entrega, e mal engaño y leies de la prueba e paga como en ella se contiene, los quales dichos sessenta ducados me obligo de dar e pagar en la dicha Villa de Luque, e a su fuero e jurisdición el día de Pasqua florida, que bendra el año venidero de mil seiscientos y doze años, con las costas de su cobranza para cuya paga e cumplimiento obligamos nuestras personas e biene avidos por aver e damos poder a las justizias para que a ello nos apremien, como por sentencia pasada en cosa juzgada, e renunziamos las leyes, fueros y derechos de nuestra defensa y la xeneral renunziaçion, y otorgamos esta carta ante el Escribano Público e testigos yosoescriptos, en cuyo registro lo firme de mi nombre y el dicho Hernando López, y por los demás un testigo por no ssaber escribir, que es fecha en la Villa de Doña Menzia en veinte y tres de mayo de mil seiscientos doce años, siendo testigos Antón Luis de Luque y Juan Rodríguez Moayo y Hernando Borrallo, vezinos desta Villa, e yo el Escribano doy fee conozco a los otorgantes».



Por su parte Teresa Alonso, que era esposa del citado hermano mayor, en su postrera voluntad fechada el 6 de mayo de 1612, también legó a la Virgen un manto de palmilla azul127: «Yten mando que se le dé a Nuestra Señora del Rosario desta dicha billa un manto de palmilla açul con un franjo de oro».

Podemos acreditar como desde el siglo XVII esta cofradía invertía parte de sus recursos económicos en censos, que era el tradicional sistema de ahorro de estas asociaciones durante el Antiguo Régimen. Ejemplo de lo indicado, resulta de la escritura de reconocimiento de un censo por parte de Miguel Ortiz Doblas de cincuenta ducados anuales, y que está fechada el 10 de septiembre de 1669128:

«parecieron Miguel Ortíz Doblas bezino desta uilla, y dijo que el susodicho tiene y posee una quarta de casa, como uno de los erederos de Miguel Ortiz Doblas becino que fue desta uilla, que dichas casas están en la calle de Granada desta dicha uilla, linde con casas de Joan Miguel y Joan Jiménez de Navas, sobre las quales dichas casas esta un Censo de cinquenta ducados a fauor de la Cofradía de Nra Señora del Rosario desta uilla y que sus corridos se pagan por los días de Nra Señora de Agosto de cada un año. Y por parte de la dicha Cofradía se le a pedido al otorgante reconozca la quarta parte del dicho Censo como uno de quatro poseedores de las dichas casas, y el otorgante quiere hacer y puniendolo en efecto, otorgó reconocer por dueño y señor, directo de doce ducados y medio que la quarta parte del dicho Censo a la dicha Cofradía de Nra Señora del Rosario sobre la dicha quarta parte de la casa».



Aunque tengamos constancia de su existencia en la primitiva fábrica parroquial, no sabemos cómo era ni dónde estaba ubicado el altar donde recibía culto Nuestra Señora del Rosario129. A principios del siglo XVIII se edificó una nueva contigua a la Mayor, lo que refleja su importancia devocional y social. Esta afirmación se basa en la escritura de fundacional de la memoria perpetua erigida por don Jerónimo Ortiz Cubero y su esposa doña Juana Rodríguez, fechada en 1704130.

Sin embargo tardó en terminarse su fábrica, pues durante los siguientes años continuaron las obras, como refleja el primer codicilo de don Juan Valera Roldán otorgado el 22 de enero de 1713. En el mismo consta un donativo de 400 reales de vellón para su terminación131:

«Asimismo, mando de limosna para aiuda de la obra del Camarín de Nra. Señora del Rosario de esta Villa, que corre a cargo del Reverendo Padre Fray Pedro de la Cruz, Religioso del Convento della, Capellán de Nuestra Señora, quatrozientos reales, y que estos se le den a su Paternidad inmediatamente que el otorgante fallezca».



A pesar del tenor literal de esta manda pía, el dinero fue entregado en vida por el propio don Juan Valera Roldán, como resulta de una cláusula de su tercer codicilo, otorgado el 15 de agosto de 1713132:

«Aunque el defunto por su primer Codicilo mandó se diesen de limosna seis capas de paño pardo a pobres de solemnidad, y quatrozientos rreales de aiuda para la obra del Camarín de Nra. Señora del Rrosario desta Villa, que corre a cargo del Rdo. Pe Fr Pedro de la Cruz, Capellán de Nra. Señora, y que estos se le diesen ynmediatamente que el dicho Juan Valera muriese, no se ace uno ni otro porque estas limosnas las cumplió en su vida dicho defunto».



Otra referencia a estas obras, consta en el testamento del licenciado don Pedro Valera Roldán y que tiene por fecha el 30 de junio de 1716. Y en una de sus mandas pías, consta un donativo para su capilla de 200 reales de vellón y una pintura de Nuestra Señora de los Dolores, lo que supone que aun no estaban concluidas las obras133:

«Mando de limosna para la obra del Camarín de Nra. Señora del Rosario, que se está haciendo en el Conuento de Sr. Santo Domingo de esta Uilla, docientos rreales y un lienzo de pintura mui fina de Nuestra Señora de los Siete Dolores, y que a este lienzo se le heche un marco dorado que han de hacer a su costa mis erederos, el qual luego que yo fallezca se le ha de entregar y dichos docientos rreales a el R.P. Fr Pedro de la Cruz, Capellán de Nra. Señora o al que lo fuere a el tiempo de mi fallecimiento».



También colaboró desinteresadamente en sufragarlas don Francisco de Gálvez Castroverde y Romero, quien en su postrera voluntad fechada el 10 de abril de 1718, acordó dar media fanega de trigo134:

«Declaro tengo mandada otra media fanega de trigo a Nra Sra del Rosario desta uilla, para ayuda a la obra de su camarín, es mi boluntad se le dé a la persona que cuida de dicha obra».



En iguales términos, se expresó Juan Blas Gómez Cubero en la suya de 5 de julio de 1718, al dar ocho reales de vellón con la finalidad indicada135: «Es mi uoluntad y mando a la Cofradía de Nra Sra del Rrosario, ocho reales para ayuda a la obra de su Camarín».

No sabemos si se llegó a terminar, pero veremos como cuando se construyó la nueva fábrica parroquial entre 1737 y 1742, se le hizo un suntuoso camarín que presidía la nave de la Epístola, siendo también fiel reflejo de la importancia tanto devocional como social de su cofradía.



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