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Reseña epigráfica desde Alcalá de Henares a Zaragoza

Fidel Fita Colomé (S. I.)





El estudio de las vías romanas que surcaron nuestra Península, se facilita por el trazado de los caminos de hierro y por los monumentos epigráficos. Chinchilla (Saltigi), Zaragoza (Caesar - augusta), y Alcalá de Henares (Complutum), son otros tantos vértices de un triángulo itinerario que, conforme se vaya esclareciendo producirá notables resultados en beneficio de la Geografía, Lingüística, Numismática y aun de la Prehistoria, como ya los ha producido en Cabeza del Griego1. Mientras que el Sr. Coello está preparando luminosísimo informe sobre la vía directa de Saltigi á Caesaraugusta, fecundo iniciador de grandes descubrimientos, en el corazón de la Celtiberia, arqueológicos y prehistóricos, me ha parecido bien indicar como base de semejantes operaciones la gran vía desde Compluto al mismo término.

La milla romana consta de 1.000 pasos, el paso de 5 pies y el pie mide 0,2963 m.2. El paso, de consiguiente, equivale á 1,4815 m.

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Tabla

El itinerario de Antonino3 indica las mansiones y distancias siguientes:

Millas4 Variantes
Complutum5
Arriaca XXII
Caesada6 XXIIII XXXII
Segontia7 XXIII XXIIII, XXVI, XXXIII
Arcobriga XXVII XXII, XXIII
Aquae Bilbitanorum XVI XV, XXIII
Bilbili XXIIII XIIII
Nertobriga XXI XI
Segontia XIIII XVIIII, XXIII, XXIIII, XXVIIII
Caesaraugusta XVI XV
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La distancia de XXII millas sube á poco más de 32,50 km.8. Contados sobre el ferrocarril desde la estación de Guadalajara hacia Madrid, finalizan entre las de Alcalá y Torrejón de Ardoz en el arroyo de la cañada de Pelayo9, de cuya inmediación arranca hacia Algete y Alalpardo la carretera de Ajalvir, como prolongación septentrional de la gran cañada de los ganados trashumantes, así como de la vía romana que subía desde Titulcia.

Esta vía, partiendo de la confluencia del Tajuna y Jarama, debía pasar al occidente del cerro del Viso, donde estuvo Complutum, buscando siempre en lo posible discurrir por lo llano de la vega; y vadeado el Henares cerca de Torrejón, cambiaba de rumbo hacia el Oriente. El punto, ya indicado, del arroyo de la cañada dista kilómetro y medio de la estación de Torrejón, y nueve y medio de la de Alcalá. La proximidad de la vía romana cerca de Torrejón se hace presentir por una inscripción funeraria que existió (Hübner, 3065), mas ya no existe ó no se encuentra en el campanario de su iglesia:

Inscripción

Mucio Olympo m(ater) f(aciendum) c(uravit)

Á Mucio Olimpo su madre cuidó hacer este monumento

La dirección del ramal hacia el N. desde la cañada de Pelayo se toca en Alalpardo con la inscripción, incrustada en la torre de la iglesia de este lugar (Hübner, 3032), que vió y copió Morales.

Desde el arroyo de la cañada de Pelayo, ó desde el kilómetro 241/2 sobre la vía férrea de Madrid, hay las distancias siguientes:

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Distancias

Lejos estoy de pretender que las mansiones señaladas por este   —495→   cuadro comparativo corresponden exactamente á las estaciones de la vía férrea. El cuadro es el primer factor del problema, que contribuirán á resolver las inscripciones monumentales y, sobre todo, los miliarios. Según la cuenta establecida y conversión aproximada de los kilómetros en millas, tenemos.

Millas

Sirven de comprobante á este resultado las verdaderas distancias de Titulcia á Zaragoza, computadas en las vías 26 y 29 del Itinerario10; mas no insisto sobre esta prueba indirecta, cuya discusión nos llevaría sobrado lejos.

Los cilindros epigráficos, hallados hasta el presente en el trecho de Titulcia á Zaragoza, cuentan las millas á partir de Compluto. Esta ciudad, por lo tanto, era foco de irradiación dimensiva, como lo muestran asimismo los textos del Ravennate.

Tres miliarios de la comarca Complutense, grabados y erigidos en el año 101 imperando Trajano, registra Hübner (4912-4914). El de Arganda, en el despoblado de Valtierra, señalaba 14 millas desde Compluto. El de Alcalá no está completo. Hay que buscar y recobrar compulsando antiguas escrituras, que manifiesten dónde se descubrió el fragmento y cómo fué depositado en el claustro del colegio del Rey. El tercero (4913) fué visto y copiado por Ambrosio de Morales al oriente de Alcalá, poco antes de llegar á la venta de Meco, y junto al pasaje del Henares por la barca del lugar de los Santos de la Humosa. En este sitio la vía férrea   —496→   corta la cañada del Listón, y dista de la del arroyo de Pelayo diez millas, ó poco más de 14 km.

Inscripción

El emperador Nerva César Augusto Trajano Germánico, pontífice máximo, revestido cuatro veces de la tribunicia potestad, padre de la patria, dos veces cónsul, restauró (la vía y los puentes). Desde Compluto diez mil pasos.

Mentira parecerá; pero es lo cierto que siendo más de 200 los miliarios que distinguieron la vía romana de Compluto á Caesaraugusta, nadie se ha cuidado de buscar y copiar, fuera de los dos ya expresados, sino uno más, que también ha desaparecido (Hübner, 4918). Ojalá no sea irreparable su pérdida. Hallóse, como lo notó Zurita, en Lucena de río Jalón; es decir, entre las estaciones de Calatorao y Salillas; por donde se coloca, seguramente, en la mansión de Nertóbriga, que distaba de Compluto, según nuestro cálculo, 169 millas cabales.

Inscripción

  —497→  

Al margen de los tres renglones postreros Zurita copió Signo, que á mi ver era en realidad la ligatura de la M y de la P, debajo del travesaño usual: Signom(illia) p(assuum).

Según se infiere de los últimos descubrimientos, ó excavaciones practicadas por los vecinos de Calatorao y por D. Romualdo Moro, las ruinas de Nertóbriga se extienden desde la estación de aquella villa hasta las inmediaciones de Lucena.

Las 7, ó (según otros leen) 8 millas, que nuestro miliario señala en postrer lugar, pasan de 10 y no llegan á 12 km., cayendo en sitio próximo y occidental á la estación de Ricla ó en el casco de la misma población, nombrada por Marcial: «antiqua patrum theatra, Rigas.» Contándose 28 millas, la estación será Bilbilis.

Las 120 millas que el miliario indica, más acá de Compluto, nos llevan á la frontera de las Españas Lusitana y Tarraconense.

¡Lástima grande que tan precioso monumento se haya extraviado ó perdido!

Volviendo al punto de partida, nuestro viaje epigráfico se divide naturalmente en tres jornadas, ó secciones casi iguales:

1.ª De Compluto á Segontia.

2.ª De Segontia á Bílbilis.

3.ª De Bílbilis á Caesaraugusta.

Al emprenderlo, no es mi intención hacer vano alarde de los epígrafes seguramente conocidos; sino contribuir de alguna manera á la práctica revisión é investigación, que la Academia espera de sus ilustrados Correspondientes en las provincias de Zaragoza, Soria y Guadalajara, y en la ciudad de Alcalá de Henares.


Jornada primera

Hace un año sacó á luz en Berlín el Dr. Hübner su magistral Inscriptionum Hispaniae latinarum Supplementum. Al nuevo Index auctorum (pág. XCIII-CV) faltan:

1) Guía del viajero en Alcalá de Henares por D. L(uís) Acosta de la Torre, canónigo de esta Santa Iglesia Magistral, Abogado del Ilustre Colegio de Madrid y Académico Profesor de la de Jurisprudencia. Alcalá, 1882. En 12.º, pág. 232.

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Describiendo el Museo arqueológico de Alcalá, expresa el autor dónde y cuándo se hallaron los monumentos. Señala, fundándose en hechos positivos, tres focos de investigación: la cuesta y alto de Zulema en el cerro del Viso, la fuente del Juncal y sus alrededores al pie boreal del cerro que lame el llenares, y el Caño Gordo al oriente y cerca de la estación.

2) Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto), adicionada con una reseña histórica de los pueblos de su partido judicial por D. Esteban Azaña. Dos tomos en 4.º Madrid, 1885.

En el tomo I, merecen particular atención dos noticias tocantes á los descubrimientos verificados en 1850 y 1855.

El primero tuvo lugar, hacia el Caño Gordo, 800 m. al oriente de la estación, entre la carretera general y la vía férrea, en un campo, que entonces era propiedad de D. Gregorio Calzada y lo es ahora de sus herederos. Llegó á oídos del dueño que los arados se negaban á surcar la indicada tierra; y no bien lo supo, hizo excavarla para vencer los obstáculos. «Entonces aparecieron seis órdenes de cimientos, un mosáico formado de piedras blancas, encarnadas y azul pizarra, de una pulgada cuadrada superficial; un estanque ó baño de doce pies por seis de anchura y tres de profundidad; halláronse osamentas humanas, especialmente de niños, y restos de metal, talco y otros objetos; mas el complemento de aquel hallazgo fué él descubrimiento del ídolo, que representa á Diana Efesina, ejecutado en mármol blanco con gran primor, de tamaño natural, dividido en dos trozos, que se unían más abajo de las caderas, y cuya parte inferior no fué encontrada. La diosa tiene el cabello peinado á usanza griega y recogido con su diadema. En la parte superior del cráneo existe un hierro»11.

La estatua no es la de Diana, sino la de Venus. Basta para demostrarlo que nos fijemos en el tocado de la cabellera, característico de la diosa, y en la completa desnudez del seno que velaban pudorosamente las manos. La varilla de hierro, prominente del cráneo, encajó en el lucero del alba (sidus Veneris),   —499→   formado tal vez de oro y diamantes espléndidos. La reacción cristiana contra los ídolos se ensañó contra éste, mutilándole el rostro y los brazos y reduciéndolo á tronco informe, que mide en latitud de hombro á hombro 0, 39 m. y 0,49 m. de altura. Sus dueños lo han depositado en el Museo arqueológico.

Notifica asimismo el Sr. Azaña12 que entre las piedras, puestas al descubierto por las crecidas del Henares en 1854 y 1855 al pie de la fuente del Juncal cabe el paredón del Milagro, «apareció una de siete pies de longitud, dos y medio de latitud y uno y medio de grueso; su forma la de un pilar, todo de una pieza, de color blanco tobizo, con sus labores ó molduras bien ejecutadas, figurando basa, neto, caña y capitel, y una abertura de medio pie de longitud por encima del neto en medio de un florón de hojas de acanto, ó cosa parecida, por un lado, la cual correspondía á un hueco del otro opuesto; y sobre la abertura una inscripción latina en letras romanas de las dimensiones de dos pulgadas y media de altura, en la que decía:

Inscripción

»La opinión de los sujetos que la inspeccionaron, midieron y diseñaron, fué la de que aquella piedra, debió hallarse al frente del murallón, ó parapeto cuyos cimientos tenían á la vista, y que   —500→   aún existen en parte en dicho sitio, sirviendo de pilar encauzador de las aguas, contenidas en el depósito que al efecto había detrás de esta obra, que según sus dimensiones sería muy grande, como todas las de los romanos. Algún tiempo después fué extraído en trozos este monumento para las obras del ferrocarril de Madrid á Zaragoza.»

Sus fragmentos se emplearon en la construcción del próximo pontón de Bañuelos. Ni el Sr. Azaña, ni los Sres. D. Ruperto Carro y D. José Demetrio Calleja que le suministraron los pormenores de la noticia, tuvieron presente que para resarcir tanto detrimento, irrogado á la historia monumental de Alcalá por los bárbaros contratistas del acarreo de materiales, podía y puede acaso resarcirse con la adquisición del ara gemela, que vió Morales en el campanario del lugar de Alalpardo13. Los dos agujeros de un pie de abertura, por las dos caras anterior y trasera, estaban practicados en el centro del eje mayor del ara, para ser transportada ó cogida por las tenazas de elevación, cuando había perdido ya su primitivo destino. Debió venir á la fuente del Juncal desde otro paraje, para servir de relleno en alguna de las varias recomposiciones que ha tenido la obra en diferentes épocas. Apunta el Sr. Azaña14 que «en 1657 fué reedificada con muchísimo acierto,» y que en aquella feliz restauración se halló dentro del arca principal una piedra con la siguiente inscripción: «Cayo Mario dió por voto estas aguas.» En 1849 y 1875 sufrió nuevas reformas. Quizá la piedra que en 1647 se interpretó como se ha visto, es la que á pocos pasos de la fuente reapareció doce años há15:

Inscripción

  —501→  

Como estas, otras aras votivas bajaron de lo alto del cerro, y se trasladaron á los edificios de la nueva población formada en torno de la basílica de los Santos Mártires. Las procedentes del templo de Roma y de los Augustos, entre cuyos flámines se ha dado á conocer Cneo Nonio Crescente de la tribu Quirina16, debieron ser numerosas. Con la del Numen del Augusto entonces reinante, se compaginan17 las del Panteón Augusto, de Marte Augusto y los que nos viene indicada por la marmórea efigie de Venus augusta.

A la Subcomisión de monumentos, que no pierde ocasión de acrecentar y enriquecer el Museo arqueológico de Alcalá, pertenece informarnos sobre el paradero del ara de Alalpardo y del miliario de la barca de los Santos; á la Comisión de la provincia de Guadalajara proporcionar noticias é ilustraciones acerca de los monumentos y mansiones siguientes.

En el promedio de la carretera de Alcalá á Guadalajara, y en el sitio conocido bajo el nombre de Venta de San Juan, distante 2 km. de Villahermosa de Alovera y dentro del término municipal de esta villa, pasada la estación de Azuqueca y el arroyo Vallejo próximo al camino de la barca, existieron y tal vez existen estas dos lápidas:

1) Hübner, 3023. 2) Hübner, 3024.

Lápidas

Consagrado á Diana

A las diosas Marco Grumio

Por aquellas inmediaciones del camino de la Barca ha de buscarse el cilindro lapídeo, que señalaba XVI millas desde Compluto.

El camino de la barca, torciendo desde Alovera hacia el NO.,   —502→   conduce por Quer á Valdeavero, donde no sé si permanece esta inscripción (Hübner, 5859):

Inscripción

D(is) M(anibus) Aur(eliae) Eutheniae, an(norum) LV, Aur(elius) Gerontius m[atri [a]m[an]ti[ssim]e ex te(stamento f(aciendum) c(uravit)

A los dioses Manes. Aurelio Gerontio á su madre amantísima Aurelia Eutenia, que falleció en edad de 55 años, le erigió por disposición testamentaria este monumento.

En la ciudad de Guadalajara (Arriaca), cuyo nombre ibérico18 tradujeron los árabes en su lengua, solamente se han visto, auténticas ó genuinas, dos inscripciones romanas.

1) Hübner, 3047. En lo alto de la torre grande sobre el puente. Las variantes de las copias discrepan tanto que es preciso hacer nueva pesquisa, y asegurarse de las dimensiones y leyenda. Según la copia más probable es el epitafio de una matrona (Emilia?) puesto por su marido.

2) Hübner, 3049. En el año 1647 la tenía en el patio de su casa D. Jacinto Doñez de la Torre. ¿Qué se ha hecho de ella?

Inscripción

D(is) M(anibus) s(acrum). Pompeia Rhodope an(norum) XL, se viva, sibi memoria(m) fecit

Consagrado á los dioses Manes. Pompeya Ródope, de 40 años de edad, se hizo en vida este monumento fúnebre.

  —503→  

En el trecho de Arriaca (Guadalajara) á Caesada (Espinosa) el tren pasa por las estaciones de Fontanar y Yunquera; mas no bien ha llegado á la de Humanes, ó á la confluencia del río Sorbe con el Henares, divisa las imponentes ruinas del oppidum Pennafora, Árabe de los árabes, cuya importancia señalé19. Sobre la vía férrea dista Humanes de Guadalajara 22 km. ó XV millas, y su ventajosa posición promete al explorador algo más que lo que apuntaron en 1580 sus vecinos, requeridos por Felipe Il «para que digan los edificios señalados que en el pueblo hubiere, y los rastros de edificios antiguos de su comarca, epitafios, letreros y antiguallas de que hubiere noticia.» Respondieron que «en esta juridición no hay cosa alguna de lo que el capítulo dice, eçeto que donde dicen Peñahora, ribera del río de Sorbel, hay algunas paredes viejas, donde parece hubo edificios.»

Llegados á la estación de Espinosa, ó al miliario XLVI, nos encontramos al punto con las ruinas de Caesada; pero aquí he de ceder la palabra á nuestro sabio consocio D. Juan Catalina García, que tiene propiedades en Espinosa y conoce bien el terreno. En carta particular me escribe:

«El principal riachuelo de la comarca que los naturales llaman Rialendre y Madoz Liendre, suena en los documentos antiguos con su verdadero nombre de río Aliende. Entra en el Henares por la margen derecha de éste á1 km. más arriba de la estación de Espinosa, después de cruzar la línea férrea unos 200 m. antes de desaguar.

»Dicho riachuelo, luego que pasa de Cogolludo y en su marcha de N. á S., corre por el fondo de un valle que al acabar se ensancha algo. Desde la estación de Espinosa parte una carretera que va entre el valle y los cabezos que limitan el valle por su   —504→   banda occidental, formándose un triángulo por el río Aliende, la carretera y la vía férrea. En la base de este triángulo es donde se encuentran los restos que yo tengo por el antiguo asiento de Caesada.

»Asentóse la población, no muy extensa según aquellas huellas, en la extremidad del valle del río Aliende cuando se junta con la gran vega del Henares, y arrancaba de la caída de suave colinilla, cuyo estribo se cortó para trazar la carretera de Cogolludo. Donde se muestran más restos de ladrillos, tejas, vasos, etc., es en la parte ya llana, muy labrada y removida por ser tierra de labor y de regadío. El plano puede esquiciarse así:

Plano

AB, vía férrea; C, estación; CD, carretera de Cogolludo; E, colinilla; F, pontón sobre el Aliende; G, confluencia del Aliende y del Henares; H, puente sobre este río, que introduce á Espinosa; I, iglesuela ó ermita de Nuestra Señora de Santas Gracias; DEKLI, límites de las ruinas, visibles á flor de tierra; M, villa de Espinosa en la orilla izquierda del Henares.

»El despoblado actual, señalado por las ruinas, se ha llamado desde el siglo XV, y sigue llamándose, Santas Gracias. Como se ve en mi croquis, estuvo entre la estación de la vía férrea y el puente del Aliende, si bien por el NO. se prolongó hacia lo alto de la colilla. La trinchera abierta por el camino de hierro cortó su extremidad meridional, como la carretera hacia Cogolludo hendió su lado occidental. En las excavaciones de ambas obras se encontraron algunos objetos romanos; aunque yo no he visto   —505→   más que unas diez monedas, que me mostró el contratista de la carretera hace más de veinte años. Todas ellas eran imperiales del primer siglo.

»En una y otra excavación se pusieron al aire restos de atarjeas y cimientos de edificio, que todavía se ven en la trinchera del ferrocarril con algunas piedras sillares de arenisca. Como allí en las cercanías hay poca piedra, y sí muchos guijarros, algunos muy grandes, se empleó este malísimo material, porque la construcción es tosca y se deshace fácilmente.

»En la colinilla occidental se han encontrado dos sepulcros de una sola pieza, pero sin rasgo alguno artístico que indique su origen y época, aunque los tengo por romanos. Madoz, en su Diccionario20, apunta que al extraer materiales del despoblado que llama del Monte, para la construcción de un molino, se encontraron "varios suntuosos sepulcros de piedras, y dentro de ellos huesos y anillos de oro y otros metales"; con lo cual se deja bien entender la proximidad de la vía romana. Probablemente las estelas de las sepulturas se llevaron al molino, donde están con sus inscripciones si las tenían; y allí mismo tal vez se hallará el precioso miliario, descepado, sirviendo de poste ó de cilindro machacador, como en otros molinos acontece.

»Lo que en mis exploraciones he visto, sólo han sido, aparte los cimientos y atarjeas mencionadas, abundantísimos restos de cerámica de todas clases, como grandes tégulas y ladrillos cuadrados y prolongados, algunos de ellos con labores de líneas cruzadas, trozos de vasijas bastas y finas, y singularmente en no escaso número trozos de páteras y otros objetos de barro saguntino. No me he parado en recogerlas, ni en hacer selección de las que muestran palmetas, rosáceas, grecas lindísimas y estampillas epigráficas, que no pueden faltar; mas lo que se difiere no se quita.

»Lo notable es que alli permaneció población hasta el siglo XV lo menos, pues de esta época conozco papeles que lo confirman. Hasta hace cincuenta años existió la ermita de Santas Gracias; y   —506→   al caerse la ermita fué llevada su titular, ó la imagen de Nuestra Señora con su Niño divino, al templo parroquial de Espinosa. Es de alabastro del país, y la creo del siglo XIII. Hace pocos años la vi arrinconada en la obscuridad; la expuse al culto previas las ceremonias correspondientes, y publiqué acerca de ella y del despoblado unos artículos en la La Atalaya, periódico de Guadalajara.

»Á 2 ó 3 km. más allá del despoblado descrito existe otro, que los naturales llaman Untiana, pero al que varios documentos de la Edad Media, desde fines del siglo XI, nombran Fontiana. Donó este lugar Alfonso VI á los monjes de Gumiel. Está sobre una colina, mucho más apartada del río que la estación de Espinosa, y descubrí en él varios cimientos formando calles, pero sin valor arquitectónico alguno. En ellos entraron también como principal elemento los guijarros y cantos rodados, pues en aquel terreno tampoco hay rocas. No encontré rastro de fuente, aunque presumo que la habría, porque de Fontana bien pudo sacarse ó provenir Fontiana.»

Hasta aquí el Sr. Catalina García.

Caesada, Kaisada de Ptolemeo, acuñó moneda homonoya con otra ciudad, que estima Zóbel21 pudo ser 'Istdnon, celtibéricas una y otra según el mismo geógrafo.

Anverso: Inscripción oyish.

Reverso: Inscripción kaishedha.

Si en vez de Istonium, conjeturado por Zóbel, pensamos en Ispinum (Espinosa), la explicación sale facilísima. No podían menos de confederarse las dos poblaciones, situadas enfrente una de otra y unidas por el puente sobre el Henares. La diversidad del régimen municipal, según aparece de las monedas, se demuestra también por el hecho de ser carpetana Ispinum y celtibérica Caesada. Observo, en fin, que el nombre del río Aliende   —507→   se tomó de alinde (linde, límite); y bien pudo ser que su desagüe en el Henares marcase el término del territorio carpetano.

Á resolver estas y otras cuestiones contribuirán poderosamente monedas y lápidas, que han de buscarse y recogerse numerosas, como esperamos, en aquella comarca.

Con igual solicitud conviene explorar el trecho de Caesada á Segontia, distinguido por las estaciones de Jadraque, Matillas y Baides. Más feliz el trecho de la carretera de Madrid, paralelo y sobrado distante de aquel, que remonta la orilla izquierda del río Badiel, ó la derecha del Tajuña, y sube desde Torija á Alcolea del Pinar, nos ha mostrado en Almadrones22 y en Fuensabiñán, cerca de Torremocha del Campo23, interesantes lápidas geográficas ó etnológicas de los Abboiocum, Nissic[om] y Tauricom. La barca de tres velas y los delfines esculpidos en la primera, así como el busto de la matrona romano-celtibérica con sus largos zarcillos ó arracadas, en la segunda, merecen el honor de la reproducción fototípica. Con ellas y con la de Buenafuente24, etnológica de los Segossoq(um), se podría inaugurar el Museo arqueológico de Sigüenza.

Entre esta ciudad y Torremocha se interpone Lacabrera, villa que parte en dos mitades el río Henares. La situación respectiva de Lacabrera y de Sigüenza es análoga á la de Espinosa y el despoblado de Santas Gracias. Las monedas ibéricas probablemente indican la misma situación, tributando el anverso á la izquierda y el reverso á la derecha del río:

Anverso: Inscripción La(n)cas, La(n)cam.

Reverso: Inscripción Shego(n)thas.

Una ciudad tan ilustre como Sigüenza, Inscripción de Ptolemeo, no nos ha manifestado sino una de sus innumerables inscripciones romanas, cortísima y votiva25, pero notable, porque el nombre de la diosa es céltico:

  —508→  

Inscripción

Eponae s(acrum), Seccundus v(otum) s(olvit) m(erito)

Consagrado á Épona, justo exvoto de Secundo

Se halló con un pavimento de mosáico más allá del ex-convento de franciscanos; ahora permanece, según noticias, en el palacio episcopal, donde no estaría mal que se abriese un Museo, como lo ha hecho el Sr. Obispo de Vich en su palacio, con aplauso de nuestra Academia.




Jornada segunda

De Segontia á Bílbilis escasea la cosecha de lápidas.

En Alcuneza, ó en el miliario LXXV desde Compluto, recorre todavía el tren la margen derecha del Henares, que nace á breve distancia en Horna. Las fuentes del río darían ocasión á no pocas aras votivas. Limítrofe del pueblo de Horna es Bujarrabal, extremo de la provincia de Guadalajara, donde se halló hacia el año 1640 el siguiente epitafio (Hübner, 2847), cuya corrección aventuro.

Epitafio

D(is) M(anibus). Pompeia Fortunata Candidi f(ilia) Cossouqum, v(iva) s(ibi). Titus Aimilius Flav(us) an(norum) LX h(ic) s(itus). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

Á los dioses Manes. Pompeya Fortunata, hija de Cándido, de la gente de los Cosoucos, hizo en vida labrar este monumento para sí y su marido. Tito Emilio Flavo, de edad de 60 años, aquí yace. Séate la tierra ligera

  —509→  

De la gente de los Couneidoqum, cuyo pueblo estimo que fué Alcuneza, queda preciosa lápida que descubrí empotrada en el alcázar de Segovia26:

Lápida

Allae Couneidoq(um) Ci[r]olus uxori. S(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

Círolo á su mujer Alla de la gente de los Cunéidocos. Séate la tierra ligera

Veinte kilómetros ó XIII millas separan las estaciones de Alcuneza y de Medinaceli. El tren ha trocado, desde que entra en la provincia de Soria, la margen derecha del Henares por la izquierda del Jalón, que trata de seguir hasta la proximidad del desagüe de este río en el Ebro.

Escribe Arrazí, autor del siglo X27: «Parte el término de Baruja28 con el de Medinaceli. Et Medinaceli es mui fuerte villa, et mui buena, et mui viciosa et mui fermosa; et hay muchas sennales antiguas, que non se pueden desfazer. Et yace en una tierra et en un logar mui sabroso para el cuerpo del omen. Et Medinaceli es una de las cibdades que Taric el fijo de Nazayr destruyó; et después á tiempo pobláronla los moros; et moraron en ella. Et en su término ha un castillo; et del uno al otro hay muy maravillosas labores, et non ha y en Espania tales, et están en mui buen llano.»

Si Tárik arruinó la ciudad á principios del siglo VIII, síguese que subsistía durante la época visigoda. La base de sus antiguas murallas es romana, como lo ha notado el Sr. Fernández Guerra. Incrustado en ellas se ve un epígrafe (Hübner, 5789), grabado en piedra, a fines del primer siglo:

  —510→  

Epígrafe

Valerius Bedaciqum Candidus h(ic) s(itus) e(st). [Val]e.-Valeria Venniqum Successa, Candidi u(xor) v(iva) s(ibi) et marito f(aciendum) c(uravit).-T(itus) Licinius Quir(ina) Titulus Cornutalunus h(ic) s(itus) e(st). Suc(cessa) s(oro)r d(e) s(uo) f(aciendum) c(uravit)

Valerio Cándido de la gente de los Bedácicos aquí yace. Adiós.-Valeria Succesa, de la gente de los Vénnicos, mujer de Cándido, hizo labrar este monumento para sí y para su marido.-Tito Licinio Título, de la tribu Quirina, Cornutánulo, aquí yace. Su hermana Succesa le hizo á su costa esta memoria

Esta inscripción, y otras sennales antiguas de Medinaceli, que en su recinto y murallas se nos ocultan, la introducen seguramente en el mapa romano. Conjeturo haber sido su nombre Argaelae, que batió con Uxama (Osma), su confederada, monedas ibéricas:

Anverso: Inscripción Ósh(amos).

Reverso: Inscripción Arkailiqsh.

No en balde pertenece á la provincia de Soria. En el trecho de 16 km. que separa su estación de la de Arcos (Arcobriga), siete veces se ve la locomotora obligada á pasar y repasar el Jalón. Aunque en Arcos no han parecido, ó no se han buscado, inscripciones, parémonos un momento allí para observar un punto notable. La carretera general de Madrid, que desde Guadalajara abandona el rodeo del Henares y toma las cuencas del Vadiel y del Tajuña, tocando en Almadrones, Torremocha y Alcolea del Pinar, es muy diferente de la gran vía romana que pasa por Sigüenza, y á lo sumo representa un compendio que dió margen á la variedad y confusión resultante del número de las millas   —511→   apuntadas por varios códices. Mas como en Arcos este compendio viene á juntarse con la gran vía, en Arcos preciso se hace notar como entronque principal la mansión de Arcóbriga.

Pasada la villa de Huerta, célebre por el monasterio de Santa María, que contiene los venerandos despojos del historiador arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada, y antes de llegar á la estación de Ariza, encontramos la inscripción (Hübner, 3023)

Inscripción

L(ucio) Mansuet(io) Vatinones(i) Petronia Helias

Petronia Helíade hizo este monumento á Lucio Mansuetio Vatinonense

Es muy posible que entre las letras del 3.º, 4.º y 5.º renglón estuviera esculpida la rueda del sol (helios).

Cuanto al nombre geográfico, la copia del epígrafe que nos ha llegado escribe VATINONS. Acaso en el original se grabó Latino Ner(tobrigesi); si bien la forma Vatino, Vatinonis, no es ajena á la comarca del Jalón, donde el poeta Marcial visitó el «sanctum Varadonis ilicetum» y el «effractis sacrum Vadaveronem montibus.»

Ariza, escrito antiguamente Hariza, no desdice de las formas vascongadas aretze ó haretze, derivadas ó afines de la latina ilex, como la catalana alzina ú olzina de ilicina. En la mansión de este pueblo fácilmente se colocan el miliario CXV, y la moneda ibérica con la varia inscripción

Inscripción

hrhrshi

hrhshis

Ninguna romana se ha mostrado hasta el presente en Cetina, pero sí en Alhama (Hübner, 3021).

  —512→  

Inscripción

Deo Tutel(ae), Genio loci

Al dios Tutela, genio del lugar

La fuente termal (Vadavero?) y río caliente (tepidum Congedi vadum?) de Alhama hubieron de dar ocasión á numerosísimas aras ó exvotos, que parecerán con el tiempo. Tampoco faltarán á Bubierca (Buberca), cuyos ricos despojos d e la caza de ciervos y jabalíes, cantados por Marcial, hacen suponer la existencia de un templo erigido á Diana.

En Ateca se han señalado dos inscripciones (Hübner, 271*, 273*), por desgracia espurias, ó desfiguradas con grave perjuicio y anulación de las verdaderas. Cabeza de partido judicial, esta villa puede, no sin alguna probabilidad, reivindicar para sí la situación de la celtibérica Attacum, consiguientemente el tipo numismático de las leyendas:

Inscripción

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Bílbilis, asemejable á Compluto por su posición topográfica, lo es también por su historia. La ciudad romana, oteando un panorama hermosísimo, ceñida aquí por el Jalón, allí por el Henares, yace en la soledad y envuelta bajo su manto de ruinas, sin que nadie se cuide de removerlas. Más arriba del río y en la llanura se tienden ambas ciudades, demostrando, con el nombre arábigo que retienen, el origen de su formación ó constitución definitiva.

Por Arrazí nos consta que á principios del siglo X29 eran capitales de distritos limítrofes Calatayud y Zaragoza. «Et Calatayud yace cerca de una cibdad antigua, á que llaman Bónbela30; et Bónbela ha maravillas sennales antiguas soterradas en   —513→   bóvedas.» Hace mil años la cima del cerro de Bámbola, donde estuvo Bílbilis, nació y murió el poeta Marcial, presentaba el mismo aspecto de estrago y desolación que ahora vemos. Muchas bóvedas aún estaban en pié, de las cuales queda algún vestigio; pero las más de las maravillosas señales antiguas soterradas bajo aquellos escombros, ¿no habrá medio de sacarlas al aire libre?

La ciudad de Calatayud, relativamente moderna, conserva reconocibles los barrios de su morería y judería, hacia el Norte de la población, ó en lo más aproximado al cerro de Bámbola. El barrio y cementerio hebreo datan probablemente de la época visigoda; una de sus lápidas31 es del ario 919. Sin perjuicio de poder admitir la narración de los árabes, esto es, que uno de los compañeros de Muza, Habib ben Ayub Alajmí, fundó la nueva ciudad y le dió su nombre patronímico (Calat-ayub Árabe), cumple opinar que el que ha prevalecido dimana de Calat-al-yahud, castillo del (pueblo) judío, no de otra manera que Rueda de río Jalón, fué por los árabes denominada Rotat-al-yahud. Los barrios ó aljamas hebreas, oprimidas durante los últimos años de la dominación visigoda, tomaron su desquite en los primeros de la invasión agarena; y así, cabe sospechar que Calatayud fué ampliada ó mejorada, mas no fundada total ó radicalmente por Ayub. Esta cuestión histórica decidirán ó esclarecerán los monumentos árabes y hebreos.

No faltan para semejante propósito, aunque sobrado escasean, algunos de la ciudad romana, cuyo asiento expone bien Marcial:


«Municipes, Augusta mihi quos Bilbilis acri
Monte creat, rapidis quem Salo cingit aguis.»


Munícipes de Bílbilis augusta,
Enriscada, que ciñen
Las raudas ondas del Jalón ameno.



El mapa de la provincia de Zaragoza, trazado perfectamente por el Sr. Coello, me excusa de prestar mayor atención á pormenores topográficos, que suministra copiosamente el tomo I de la   —514→   Historia de Calatayud, escrita y publicada32 por nuestro inolvidable compañero D. Vicente de La Fuente.

La vía, cuyo curso vamos siguiendo, aproximábase al Jalón, ya engrosado por el Jiloca, cerca de la actual estación y del cementerio romano, adyacente al camino actual, que se dirige al barrio de Huérmeda. De este cementerio se extrajo en 1842 la hermosa lápida (Hübner, 3022), «de media vara en cuadro», grabada hacia los últimos años del primer siglo, que hoy se ve empotrada en la fachada de la torre de Anchías, sobre la derecha del río, y dista de la estación unos 4 km.:

Inscripción

L(ucius) Cornelius, Philomusi l(ibertus), Samius Aquensis h(ic) s(itus) e(st)

Aquí yace Lucio Cornelio Samio, natural de Alhama, liberto de Filomuso

Lucio Cornelio Filomuso (amigo de las Musas), patrono de Samio, fué contemporáneo de Marcial. La noble familia de los Cornelios estuvo representada en Bílbilis por los duúmviros Lucio Cornelio Caldo y Cayo Cornelio Refecto, en vida de Jesucristo, ó imperando Augusto y Tiberio, como lo acreditan las monedas romanas. La patria del liberto Samio estaría en Aquis Bilbilitanis (Alhama), si bien no hay que olvidar los baños de Paracuellos de Jiloca, mucho más cercanos que los de Alhama.

Del mismo cementerio hubo de salir otra lápida que anda perdida (Hübner, 5853):

Inscripción

D(is) M(anibus). P(ublius) Clodius F[ir]m[us], pius in suos, vix(it) ann(os) LXIII. H(ic) s(itus) e(st). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

Á los dioses Manes. Publio Clodio Firmo, piadoso con los suyos, vivió 63 años. Aquí yace. Séate la tierra ligera

  —515→  

No se conoced más inscripciones funerarias.

«Por lo que hace á los objetos de cerámica, no hubo á tiempo afición de coleccionarlos. La abundancia de barros es tal en las arroyadas que forman los barrancos en los costados de la montaba, que todavía se pudieran recoger muchas cargas de ellos.» El Sr. La Fuente, en prueba de ello, da varias muestras, escogidas, dos con inscripción.

1) En el fondo de una pátera (lám. VI, núm. 3):

Inscripción

Of(icina) Labionis.

Oficina de Labión.

2) En el cuadro superior de una pesa (lám. VI, núm. 7):

Inscripción

Descúbrense asimismo por todos lados las monedas ibéricas que acuñó la ciudad, en que no me paro; debiéndome fijar en las homonoyas, á cuyo reverso, que dan constantemente el nombre de Bílbilis, corresponden por el anverso las letras iniciales ó primeros elementos de Ne(rtobriga) y de Seco(ntia).

No será, pues, extraño que lápidas ibéricas, numerosas, vengan en breve plazo, si se buscaren, á colmar los deseos del explorador. Refiere Pérez de Nueros33 á este propósito una anécdota muy notable. «En 23 días del mes de Noviembre de 1580, estando un labrador llamado Juan Francia, vecino de Huérmeda, cuya población está á la falda del monte Bámbola, en donde tuvo su asiento la ciudad de Bílbilis, sacando piedras y rompiendo ruinas   —516→   de aquella antigua población, se encontró con una losa de media vara de grueso, de largo vara y tres palmos y de ancha vara y un palmo.» Pasó á poder de D. Miguel Romero, subprior y canónigo de la Colegiata del Santo Sepulcro. El Sr. La Fuente ha publicado el diseño de la inscripción que trae Pérez de Nueros, y nos dice34 que el paradero actual de tan preciosa lápida se ignora.

Su cara epigráfica medía 1,75 m. de base por 1,25 m. de altura, y de consiguiente era mucho mayor que la regalada al Museo Arqueológico Nacional por D. Vicente Boix, que mide 0,40 m. por 0,70 m.

Las letras de la inscripción Bilbilitana, sagún las copió el señor Pérez Nueros, estaban distribuídas en cinco renglones por el estilo de la bilingüe Tarraconense (Hübner, 4318 a). Podemos opinar que la división de los vocablos iría marcada por dos ó tres puntos sobrepuestos verticalmente, como en la piedra de Castellón y en el bronce de Luzaga. En 1767 la losa ibérica, de cuya inscripción el Sr. Pérez de Nueros sacó el traslado, aunque imperfecto, se hallaba en el Museo arqueológico del Seminario de Nobles, según opina el Sr. La Fuente.

Á la historia de Bílbilis no menos interesa el recobro de otra lápida, cúbica de 0,407 m. y de color negro, que en 22 de Enero de 1644 fue puesta en poder del P. Jerónimo García por un labrador vecino de Huérmeda. Este, habiéndola encontrado en el monte Bámbola, la tenía en el umbral de la puerta de su casa; y «de entrar y salir estaba ya muy demolida y gastada.» Decía (Hübner; 5852):

Inscripción

Debía servir esta piedra negra de zócalo á un busto marmóreo blanco del emperador Augusto. El nombre del dedicante llena el claro, si fué C[ornelius]. En las monedas Bilbilitanas de Augusto

  —517→  

Lápida

  —518→  

vemos grabado el nombre del duúmviro Lucio Cornelio Caldo.

Después del patronímico T(iti) f(ilius) seguía naturalmente el de la tribu, que fué Gal(eria) en Bílbilis, como lo prueban dos inscripciones de Roma, reseñadas por Hübner (pág. 941). Por ellas consta que en Bílbilis nacieron un soldado pretoriano T(itus) Acilius T(iti) f(ilius) Galeria Birbili, y un tribuno de la cohorte VII de los vígiles Q(uintus) Acilius T(iti) f(ilius) Galeria Septiminus nat(ione) Birbili.

Si recobrásemos el zócalo negro, que sirvió de pedestal á la efigie de Augusto, fácil sería, teniendo en cuenta los trazos persistentes debajo del tercer renglón, adivinar la expresión de la tribu Galeria y el cognomen del dedicante.

La mudanza de Bílbilis en Birbilis, y la de Bélbola en Bánbola y Bámbola, demuestran que la pronunciación de la l final de la primera sílaba debía ser poco acentuada y expuesta á la ley fonética, que mudó los vocablos latinos bursa, pálpebra, stultus, en los castellanos bolsa, párpado, tonto.

En 1662, otro labrador de Huérmeda, cavando en una heredad junto á Bámbola, halló una estatua de Tiberio de cuerpo entero; y el muy bárbaro rompióla á golpes con el azadón, quedando apenas entera la cabeza. Adquirió ésta D. Miguel Martín de Villanueva, conde segundo de San Clemente, el cual mandó al escultor Franco hiciese el torso ó medio cuerpo que hoy tiene, y un pedestal con esta inscripción:

Bambola me clausit tenebris, quae Bilbilis olim;

Laetor, ut es Comitis lumine luce fruar.

De poder del conde de San Clemente pasó al conde de Fuentes en el siglo pasado, y de este al Museo provincial de Zaragoza35.

Hace una semana, como regresase D. Romualdo Moro á Madrid de su expedición á Calatorao, se detuvo un día en Calatayud con el objeto de reconocer durante breves horas las ruinas del   —519→   cerro Bilbilitano, patria y cuna de Marcial. Está persuadido de que si allí se practican hondas é inteligentes excavaciones en grande escala, como las que él emprendió y llevó á cabo en las ciudades cantábricas Oliba y Ammaia36, los resultados habrán de ser sumamente beneficiosos á la ciencia.

El perímetro de la meseta, cuajada de escombros y asemejable por su figura á una hoja de plátano, es de unos 7 km. Todavía subsiste en pie buena porción de sus antiguas murallas.

«Tenía la acrópolis, dice el Sr. La Fuente37, una doble defensa, y dominaba no solamente la parte que mira á la vega de Calatayud y Huérmeda, sino también en parte la septentrional, que baña el Ribota y la entrada á la población por los cerros de la Soledad. La situación, por tanto, no podía ser más á propósito para el objeto á que se destinaba aquella ciudadela en concepto estratégico para defender la población de los insultos exteriores contra su independencia, y para sostener el principio de autoridad contra los ánimos inquietos ó descontentos en caso de disensiones intestinas.»

El espesor de la muralla varía de 3 m. á 3,50 m.; en algunos parajes se formó con pedazos enormes de peña, arrancados del mismo cerro antes de la construcción romana, pareciendo indicar que en lo más hondo del recinto se albergan monumentos de la ciudad celtibérica, y tal vez de una morada prehistórica, que si allí no está habrá de buscarse en las cercanías, como acontece en Cabeza del Griego. El Sr. Moro no ha tenido tiempo de investigar si en los enormes cantos y en las piedras de las murallas se divisan caracteres ibéricos, como en algunas hiladas del muro de Tarragona.

El cerro es una península cerrada y defendida á la luz del sol por lo más fuerte de la muralla, y abierta debajo de este baluarte, al nivel de los dos ríos, por largo túnel que llenan de humo y de fragor las locomotoras. La vía romana, cuya mansión estaría cerca de Huérmeda, perdía desde este punto, á mi parecer, la vista del Jalón, é iba á buscar la del Grio, como lo hace la carretera   —520→   general de Madrid. Llegándose de nuevo al Jalón en Ricla se partía en tres ramales, que guiaban directa y respectivamente á Borja, Alagón y Zaragoza.

Volviendo á la meseta de Bámbola, lo que resta en pie de la muralla interior tiene de largo 70 m., según la midió el Sr. Moro. Junto á su extremidad, que mira al Jalón, vió tendida en el suelo una estatua de mármol blanco, togada. Con sólo escarbar ligeramente la tierra se le vinieron á las manos tres fragmentos de una lámina de bronce, que recogió. Limpiados de su pátina, dieciocho veces secular, ofrecen interesante inscripción de la época de los Antoninos, cuyas letras miden por término medio 8 mm. de altura. El grueso del bronce es de 5 mm.

Sujeta á la acción del fuego la lámina, se retorció y partió, dejando poca probabilidad á la ventura de obtener ó descubrir los demás fragmentos. Uno de los tres presenta evidentes señales de fundición, y ha perdido todas sus letras.

Las letras del segundo fragmento daban principio á cuatro renglones, pues dejan ancho margen á su izquierda. Las del tercero pertenecen á la cláusula final de todo el epígrafe.

Lámina

¿Fue lámina esta de patronato ú hospitalidad relativa á un solo personaje, ó bien otra que enumeraba los sodales de algún colegio Bilbilitano? Propendo á ver en los nombres de Asinio y de Lucio Atilio la designación de los duúmviros, y en el de Mag[ius?] la del procurador del acto para cuya autenticidad fué burilado el bronce.

En el extremo opuesto de la muralla, donde halló el Sr. Moro estos fragmentos epigráficos, se levanta una galería abovedada, larga de 30 m., é imponente por su macizo de hormigón romano,   —521→   que sirvió tal vez de acueducto. La bóveda tiene de altura dos estados de hombre, y trae á la imaginación las maravillosas que hace mil años citó como existentes en Bámbola el geógrafo musulmán Arrazí. Queda todavía la puerta que en su recinto se abrió para consagrarla en ermita de Santa Apolonia. El material, que sirvió para labrar esta ermita, ya arruinada, y la de San Paterno, que subsiste aun ahora en pie, cogería no pocas lápidas y monumentos artísticos.

Nada tan fácil como crear en Calatayud un Museo arqueológico, y exponer á la consideración de todo el orbe literario los monumentos romanos y semíticos que en el radio interior y en todo el término de tan renombrada ciudad se esconden. Hombres de gran talento, que en ella abundan, dignos émulos y sucesores de nuestro malogrado D. Vicente de La Fuente, podrían formar, como los de Alcalá, ilustre Subcomisión de esta Real Academia, y poner manos eficaces á una obra de tanto mérito.




Jornada tercera

Desde Bílbilis á Nertóbriga el Itinerario arroja las variantes de XI y XXr millas, cuya suma, equivalente á 47,408 km., es la que recorre el tren hasta llegar á Salillas. Aunque el trazado más cómodo para la vía es de la carretera general de Madrid que salva el puerto del Frasno, y bajando á la Almunia de Doña Godina vuelve á verlas márgenes del Jalón, no impide esto sentar que el rodeo del Jalón, como lo hace el ferrocarril, pareciese más aceptable al genio práctico de Roma, que pesaba y equilibraba todos los intereses. Ese rodeo se acomoda mejor á la situación del cerro de Bámbola, á la multitud de fábricas de armas y densidad de poblaciones agrícolas y ricas de cría caballar, á las que el Jalón daba vida; y si se admite, no veo reparo en aceptar las variantes del Itinerario, considerando la primera como expresiva de la distancia de Bílbilis á Sabiniano (Saviñán), que da las XI millas entre las estaciones de Paracuellos y Morés, y cuyo nombre calla el Itinerario. Bueno será buscar en Sabiñán el miliario correspondiente, lápidas sepulcrales y aras votivas al numen de su honda y pintoresca laguna.

  —522→  

Las iglesias de Sabiñán, Pleytas y Morata se enumeran con las demás del arcedianato de Calatayud por una bula de Lucio III fechada en Veletri á 26 de Enero de 1183, que en 5 de Octubre del año siguiente se incorporó á los fueros de la ciudad por el rey de Aragón D. Alfonso II38. El nombre de Morata es indicio de mansión de la vía, y el de Pleytas nos hace rastrear la situación de Platea, que cantó Marcial. En 1135 los términos del distrito de Calatayud se definieron así39 por el concilio de León: «Calatayub cum omnibus terminis suis de Villafelice usque ad Arandam; de la Penna de Ghozas usque ad Farizam.» «En las afueras, dice Madoz, á 1/4 de hora de la villa de Chodes, se conservan las ruinas de un antiguo pueblo llamado Chodes el viejo, y las de un castillo fundado en una peña inaccesible.» El Jalón rodea la peña desde Villanueva hasta que recibe el Isuela engrosado por el Aranda. El nombre del castillo y del pueblo se tomó probablemente del latín cautes (cancho). Lo más curioso es que el Itacio ó división de obispados, atribuído al rey Vamba, coloca en este mismo paraje el sitio de Platea40. La posición es gemela de la de Bílbilis. Corresponde topográficamente á la que diseñó Marcial, escribiendo á Lucio, y dando á entender que el Jalón, comprimido por ambas riberas, al circuir á Platea y reducirse á estrecho cauce, se agita inquieto:


«Saevo Bilbilim optimam metallo,
Quae vincit Chalybasque Noricosque;
Et ferro Plateam suo sonantem,
Quam fluctu tenui, sed inquieto,
Armorum Salo temperator ambit.»



El poeta significa también la proximidad de Platea y de Botrodum, diversamente pronunciado (Boterdun?) en boca de los celtíberos:

  —523→  

Accepit me, rusticumque fecit
Auro Bilbilis et superba ferro.
Hic pigri colimus labore dulci
Botrodum Plateamque; Celtiberis
Haec sunt nomina duriora terris.



Podemos conjeturar que en Chodes la vieja estuvo Platea con su mansión de Morata al otro lado del río, limítrofe de Purroy (Botrodum). La demostración ha de pedirse á los monumentos.

Ricla pertenece al obispado de Zaragoza, y es la primera avanzada del territorio Nertobrigense. Robustecido con el Isuela, allí comienza el Jalón á fecundar la vega deliciosísima. La carretera de Madrid vuelve allí á gozarse de tocar en el hermoso rio, y seguir, aunque breve trecho, la dirección de la vía férrea; mas luego que ha entrado en la Almunia de Doña Godina, capital del partido judicial, se aleja más y más del Jalón, dejando indecisa la puntual situación de Nertóbriga.

Cuatro puntos se pueden imaginar, como vértices de un cuadrilátero de operaciones, en busca del sitio que ocupó la ciudad romana: Ricla y Salillas con el corte intermedio de Calatorao sobre la línea del tren; el paso del río Grio, próximo á la Almunia, y la venta de Calatorao sobre la carretera de Madrid.

Si á punto fijo supiésemos en qué sitio del término de Lucena se mostró el miliario, que marca 169 millas desde Compluto41, estaría muy adelantada la resolución de tan importante problema. Como lo he notado en los trayectos de la vía romana de Arriaca á Arcobriga, y de Bílbilis á Nertóbriga, importa reconocer dos trazados, de los cuales el principal, ó más ajustado al nombre y situación de las mansiones y á las distancias miliarias del Itinerario de Antonino, es indudablemente el de la vía férrea. Otro tanto pudo, y en mi concepto debió acontecer al último de Nertóbriga á Caesaraugusta. La grande arteria imperial, representada por el Itinerario, no siempre tomaba la recta, porque atendía á razones de empalme y otras, como lo hace el ferrocarril que sube hasta Grisén, doblándose luego, á manera de aorta hacia Zaragoza, con el objeto de facilitar las comunicaciones de   —524→   la vía estratégica del Henares y del Jalón con las superiores del Ebro y del Arga.

Cinco variantes, nada menos, arroja el Itinerario desde Nertóbriga hasta Secontia, representadas por los números de 14, 19, 23, 24, 29 millas. El ferrocarril nos da y explica el primero y el tercero de estos números como distancias efectivas de Nertóbriga á Secontia (14) y de Secontia á Caesaraugusta (23).

Las variantes de este último trecho son 15 y 16. Sumando 15 á 14 presumimos la explicación de la variante 29, que acaso resultó de suprimir el nombre de Secontia, mansión intermedia.

Tal vez hubo dos mansiones, con arreglo á otras variantes, denominándose la una Segontia y la otra Secontia; ésta sobre la vía directa representada por la carretera general de Madrid; quizá, y esto es lo que opino ser más probable el rodeo desde Plasencia, no era tan pronunciado como el que hace la locomotora. Bajo este supuesto, el camino recto de Plasencia á Zaragoza nos daría la ventaja de reducir á 15 ó 16 con arreglo á los códices las 23 millas que recorre actualmente el tren. El cual, siguiendo el curso del Jalón desde Épila hasta Grisén, toca sucesivamente en Rueda, Plasencia y Pleitas, tres poblaciones de mucha importancia en el mapa musulmán de la provincia ó amelía de Zaragoza.

Al Sr. Saavedra debo la indicación que de ellas hizo el geógrafo árabe Yacut (I, 720, 721, 860):

Árabe (Báltax, Pleitas).

Árabe (Bálxend, Plasencia) con su castillo de Beni Jatab.

Árabe (Rota, Rueda) con su castillo del mismo nombre.

Arrazí escribe42:

«Et [en] el término de Zaragoza ha villas et castillos muy buenos et muy fuertes, de los quales es el uno el castillo de Rota, que es muy fuerte castillo et muy defendido, et yace sobre el río Xalón; et otro castillo que ha nombre Enrretiso43 que es   —525→   muy fuerte castillo et yaze sobre la montanna, et otros castillos muchos, et muy fuertes et muy buenos, que sería mucho en los contar todos.»

Enrretiso ú Orosa, según otra leyenda, estaría tal vez en Oitura entre Grisén y Pleitas, ó fué acaso el castillo inexpugnable de la peña de Chodes, casi homónimo del de Calat-orao.

Tengo el honor de presentar á la Academia el informe de don Romualdo Moro sobre las excavaciones que acaba de practicar alrededor de Calatorao, ó en el emplazamiento de Nertóbriga, costeadas por el Excmo. Sr. Marqués de Comillas. Los objetos arqueológicos que ha traído como fruto de su expedición, y que el Sr. Marqués ofrece en donativo á nuestro Museo, vienen catalogados por el Sr. Rada y Delgado. Entre ellos sólo aparecen dos pequeñas inscripciones, ó estampillas de cerámica, primicias de otras mil de mayor consideración, que pueden fácilmente hallarse en el trayecto, ya descrito, del itinerario romano hasta Zaragoza.

Semejantes investigaciones, que el clero parroquial, alcaldes y maestros de los pueblos pueden facilitar, servirán de mucho aun á las ciencias más encumbradas. Citaré un ejemplo ó caso de aplicación. En la carta última que dirigió Ausonio hace quince siglos á su discípulo San Paulino, casado con Santa Teresa, primera de este nombre, le decía44:

«Ergo meum, Patriaeque decus, columenque Senati. Bilbilis, aut haerens scopulis Calagorris habebit?»



Tenía presente Ausonio, al trazar este dístico, la vía romana de Mérida á Burdeos, que pasaba por Complutum, Bílbilis y Secontia, y remontando el Ebro hasta Calahorra torcía luego hacia Pamplona y el puerto de Roncesvalles.







Madrid, 10 de Noviembre de 1893.



 
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