Restos mortales de Cristóbal Colón devueltos a España
Antonio María Fabié
Francisco Fernández y González
Antonio Sánchez Moguel
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La Comisión encargada por la Academia de evacuar el informe pedido por el Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Fomento, respecto al lugar de la nación donde hayan de reposar perpetuamente los venerados restos de Cristóbal Colón trasladados desde la Habana, tiene el honor de manifestar á esta Real Academia que, en su sentido, deben ser sepultados en la Catedral de Sevilla, en la cual, según el fehaciente testimonio de D. Fernando Colón, hijo del Almirante, estuvieron ya enterrados antes de ser llevados á la Catedral de Santo Domingo.
A este justo título se añade el no menos valioso de ser hoy el augusto templo de Sevilla, el único santuario que subsiste de los tres en que estuvieron en España depositadas las cenizas del primer Almirante de las Indias; pues la Iglesia conventual de San Francisco, de Valladolid, en que descansaran primero, ha sido destruída por completo, y la Cartuja de Sevilla, donde estuvieron después, está actualmente convertida en fábrica de cerámica.
De esta manera se respetan derechos adquiridos, y no se hace innovación alguna en la materia, excusándose así las peticiones —6→ que, sin tales fundamentos, podrían hacer otras ciudades, á todas las cuales, en este caso, y aun sin los títulos que quedan dichos, podría oponer otros mejores y más decisivos que los de aquellas la capital de Andalucía, metrópoli que fué de las Indias, y muy en particular su catedral, donde yacen D. Fernando Colón, hijo del inmortal descubridor, y Fray Diego de Deza, Arzobispo de Sevilla, el mayor de los protectores que tuvo en su colosal empresa, como el mismo Colón nos declara. Y á pocos pasos de ella se hallan la Biblioteca Colombina, que guarda los más importantes autógrafos del gran navegante, y la Casa-Lonja, que encierra el Archivo de Indias.
Esto sin contar que en tierra sevillana, parte del antiguo reino, están la Rábida y Palos, y que de ella fueron los Pinzones y otros compañeros del egregio Almirante en sus gloriosos descubrimientos.
Madrid, 9 de Diciembre de 1898.