Retazos de vida de un obstinado aprendiz de editor, librero e impresor. Memorias por entregas (1.ª). Razón de la revista «Romance» (Edipasa, México 1940-1941. Auverman, Alemania, 1974)
Rafael Giménez Siles
[Indicaciones de paginación en nota.1]
Víctor Hugo |
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Una de las mayores satisfacciones recibidas: la amistad de don Lázaro Cárdenas por motivos editoriales.
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En memoria de Francisca Navarro, mi entrañable esposa, inestimable colaboradora que me alentó durante cuarenta y cinco años de exilio. |
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A los 84 años es aventurado decidirse a escribir unas memorias, porque es difícil no eludir acontecimientos alejados por décadas, porque falla la memoria, porque se está a miles de kilómetros del lugar del relato, porque se han perdido documentos y amigos contemporáneos muchas veces testigos, y por otra parte se encuentra ya insuficiente el tiempo disponible de lucidez. No tiene sentido, por querer abarcarlo todo, gastar horas precarias en algo que quedaría incompleto, en simples e indescifrables borradores. Pero este aprendiz de tantas cosas vinculadas con el libro y la revista, cree haber dado con una solución intermedia redactando temas aislados, sin tener en cuenta la cronología, pasando a la imprenta, como «entregas», episodios completos de sus memorias, dando a conocer así los retazos que considera más o menos interesantes de su vida profesional, que compañeros y amigos de los afanes del libro vienen reclamándole.
Comienzan las «entregas» por la revista Romance, que fue una de las primeras ediciones de EDIAPSA, empresa fundada apenas llegado a la patria del exilio; edición que tuvo trascendencia, con difícil acoplamiento en el medio literario de México, por incomprensión de los primeros redactores que originaron polémica apenas iniciada la publicación en 1940.
Posteriormente en 1974, al aparecer era Alemania una magnífica reproducción de Romance, en mi volumen de más de mil páginas, tamaño cuádruple, difundido ampliamente en bibliotecas importantes y otros centros culturales de diferentes países, se repitieron los comentarios malévolos al incluir en dicha edición inadvertidamente, una «Introducción» tendenciosa, que aunque por otra parte no deja de ser útil, parece obligado que de una vez y aprovechando la publicación de estas memorias, se dé la información completa.
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En la América de habla española es, sin duda, Romance (Revista popular hispanoamericana) la publicación más ambiciosa que promueven los exiliados españoles y, en muchos aspectos, un nuevo concepto de revista cultural. Hasta su aparición las revistas que aspiraban a llegar a Latinoamérica solían editarse en París -pensemos en la espléndida París-mundial de Rubén Darío-. De París recibían como un sello de neutralidad y cosmopolitismo y, lo que no es menos importante, allí se encontraba el mayor centro editor de Latinoamérica y el más variopinto grupo de intelectuales hispano-hablantes. Estas revistas o solían hacer concesiones a lo mundano como podía ser la moda o eran demasiado intelectuales. Romance rompe con esta tradición. Por un lado, es el resultado de una compleja empresa editorial autóctona y, por otro, trasplanta a Latinoamérica la cultura progresista y agresiva que se ha venido fraguando en España durante décadas y que ha tenido su culminación durante la Guerra Civil. Aparece Romance en el momento clave en que Europa se encuentra a merced de Hitler y Latinoamérica está siendo bombardeada por la propaganda fascista. Su espíritu beligerante ya está patente en la frase de Malraux que preside el primer número: «La cultura no se hereda ni se transmite: se conquista».
Romance nace gracias al singular encuentro en México del editor Giménez Siles con algunos de los intelectuales republicanos exiliados, que han hecho la revista Hora de España -ya en sí misma símbolo de la producción cultural durante la guerra. Todos ellos han estado trabajando en aquella época de una manera independiente, pero complementaria, por la «difusión de la cultura». El mismo Sánchez Barbudo ya ha narrado su colaboración con Lorenzo —14→ Varela para el proyecto inicial de Romance en su introducción a la reimpresión de la revista (Verlag Detlev Auvermann KG, 1914). Sin embargo, el papel que jugó Giménez Siles, sin cuyo talento editorial no hubiera sido posible Romance, ha quedado injustamente relegado a un segundo término.
Giménez Siles había dirigido en Madrid las revistas El estudiante y Post-guerra durante la dictadura de Primo de Rivera. Estas experiencias le demuestran la necesidad de dedicarse plenamente a divulgar la cultura progresista por medio de libros. Aunque después de fundar la legendaria editorial Cenit (1929), va a hacer posible con la imprenta que posee junto a Joaquín Arderius, la aparición de la notable revista política Nueva España (1930-1931), su vocación de editor de libros es ya central. Como dijo en una entrevista de 1929 su programa editorial «respondía a un ideal perfectamente estructurado y sentido con hondo y sincero fervor». Durante la República profundiza en la promoción moderna del libro y, a iniciativa suya, se empiezan a celebrar las primeras Ferias del Libro de Madrid (1933). Desde la Agrupación de Editores Españoles promociona la creación de los «Camiones-stand» que van a llevar la cultura a los lugares más alejados. Pero es durante la Guerra Civil cuando puede desarrollar toda su capacidad de editor comprometido. Con el apoyo oficial pone en pie, entre otras, la más importante editorial de la guerra, «Nuestro Pueblo», que edita desde libros de Valle Inclán, Miguel Hernández, hasta la Biblioteca Popular de Cultura y Técnica. Funda librerías y la importante Distribuidora de Publicaciones, S. A. Es esta labor durante la guerra que hace que amigos mexicanos de la República española apoyen el proyecto de montar una empresa semejante en México. Ante la propuesta de Giménez Siles, quien ha encontrado el apoyo oficial español, el embajador mexicano, Adalberto Tejeda, escribe al presidente Lázaro Cárdenas sobre el proyecto de Giménez Siles: «Juzgo que la empresa que nos ocupa —15→ entraña sumo interés para el porvenir cultural y revolucionario de nuestra patria, puesto que se trata de establecer una verdadera fuente de ideología socialista, que asentada en México, irradie su influencia en todos los diversos países de la América de habla española, en los que, usted lo sabe bien, resulta ya alarmante cómo se están difundiendo, por los libros, por la radio, por la prensa, etcétera, las doctrinas del fascismo y del nazismo, amenazas peligrosísimas no sólo para las instituciones democráticas sino hasta para la más elemental cultura humana» (Barcelona, 22 de abril de 1938). En este favorable clima Giménez Siles va a fundar, con capital mexicano, Edición y Distribución Ibero-Americana de Publicaciones, S. A. (EDIAPSA), poco después de su llegada a México. EDIAPSA es un concepto de largo alcance editorial que tal incluye, como don Rafael ha des arrollado durante la guerra, distribuidora, editoriales y librerías. Como ha señalado Francisco Caudet en su imprescindible Romance: una revista del exilio (Madrid, 1976) se puede encontrar un precedente de EDIAPSA en el «monstruoso», como lo llama don Rafael, conglomerado editorial de los últimos tiempos de la monarquía, Ciap, que va a utilizar a La gaceta literaria como vehículo de promoción. EDIAPSA, sin embargo, está bien planteada y va a desarrollarse según sus propios recursos lo permiten, y Romance, a diferencia de La gaceta literaria, defiende una cultura comprometida.
Giménez Siles es continuador de la tradición de la editorial Sempere, que durante las primeras décadas del siglo despierta la inquietud política y social de gran número de jóvenes, entre otros, del mismo don Rafael. En el ámbito europeo de los años veinte y treinta tampoco se puede olvidar al alemán Willy Münzenberg cuando se habla de Giménez Siles. Münzenberg había fundado, al principio de los años veinte la Internationale Arbeiter Hilfe, conocida como Socorro Rojo en España. Desde esta organización iba a promover numerosas iniciativas y editoriales. La actividad de —16→ Giménez Siles tiene contactos muy significativos con el prodigioso alemán. Es, por ejemplo, representante en España, en 1933, del Comité Mundial de la Lucha contra la Guerra Imperialista que preside Henri Barbusse, pero que inspira Münzenberg. Sin embargo, lo que realmente les identifica es la privilegiada capacidad técnica y organizadora al servicio de la cultura progresista. Precisamente el proyecto editorial que Giménez Siles va a poner en marcha durante la guerra lo va a llevar el Partido Comunista Español al Bureau de Presse de la Komitern, que dirige Münzenberg, para su visto bueno. Lo irónico y verdaderamente extraordinario es que Giménez Siles -y en buena parte Münzenberg- consigue hacer sus empresas culturales económicamente autosuficientes e incluso rentables.
La cultura que tanto Giménez Siles como Münzenberg defienden es, en el fondo, la progresista por encima de cualquier partido, y en aquella época ésta estaba mejor representada para muchos por el Partido Comunista. Sin embargo, hombres de la creatividad y habilidad de Giménez Siles y Münzenberg estaban condenados a romper con el PC. El poder creciente de burócratas de estrechas miras y motivaciones demasiado humanas va a hacer la colaboración imposible. Giménez Siles, con más fortuna que Münzenberg, quien ha roto con el PC en 1938 y es asesinado en 1940, va a sobrevivir para seguir sirviendo a la «difusión de la cultura».
Lamentable es que la sombra de un partido fuera tan asfixiante como para imposibilitar la más elemental comunicación de un grupo de hombres del calibre de los que hicieron Romance. Rotos los lazos, otro Romance fue ya imposible. El significado de Romance quedaba, de todas formas, muy claro sólo hace unos años cuando Lorenzo Varela, exiliado de la Argentina, hablaba semanas antes de su fallecimiento acaecido en 1979 de lanzar un nuevo Romance. En esos momentos en que dictaduras militares dominaban a media Latinoamérica había que hacer la revista, —17→ decía, en París. La historia había dado una caprichosa y amarga pirueta.
Que Giménez Siles ha sacrificado el prurito de escritor por la apremiante necesidad de difundir la cultura, se hace obvio en el diáfano estilo, en la maestría con que nos cuenta episodios de su vida. Su propio trabajo de investigación hace, además, muy difícil para el prologuista poder añadir algo. Todos sus lectores esperamos con impaciencia sus próximas entregas.
Londres, agosto 1984.
Enrique Montero2
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Razón de la revista popular hispanoamericana titulada Romance que, en veinticuatro números, edito en la capital de México, del primero de febrero de mil novecientos cuarenta al treinta y uno de mayo de mil novecientos cuarenta y uno, la empresa EDIAPSA (edición y distribución iberoamericana de publicaciones, S. A.), constituida notarialmente el día siete del mes de julio de mil novecientos treinta y nueve. Revista reimpresa en Alemania, reproducción anastática, en 1974 (Glashütten imtaunnus: Verlag Detlev Auvermann kg).
Acogieron la idea de fundar EDIAPSA y fueron los primeros accionistas, con aportaciones de mil a cinco mil pesos, los miembros de la política y de las finanzas de México, señores: Pascual Gutiérrez Roldán, Justo Ruiz Valdés, Luis Henríquez Guzmán, Jorge Henríquez Guzmán, José de la Macorra Jr., Alfonso P. Márquez, Juan Manuel Durán y Casahonda, Alfonso García Benítez, Lorenzo Cué, Eduardo Bustamante, Juan Gallardo Moreno, Luis Legorreta, Antonio Espinosa de los Monteros, Gonzalo Lavín, José Gama, Enrique Amisz, Juan Ignacio López, Enrique Lascuráin, Alberto Misrachi, José F. Ortiz, Carlos Prieto, José de la Mora, Manuel Suárez, José Solana, J. Aguirre Manjarrez, Gustavo Ortiz Hernán, Adalberto Tejeda, Luis Tejeda, José F. Farell, Aarón Sáenz, Adolfo López Mateos, Pedro Ordorica, Eduardo Lucio, Carlos Trouyet, y las empresas Banco Capitalizador de Ahorros, S. A., Financiera Algodonera de Fomento Industrial, S. A., Banco Metropolitano, S. A. y Productora e Importadora de Papel, S. A.
—20→Es interesante dar a conocer, como antecedente histórico, al considerar cuanto sucedió en el transcurso de edición de Romance, las dos cartas que me dirigió a México, en sus anotadas fechas, la primera desde Francia y la otra a su llegada a este país, Juan Rejano Porras, del grupo de mis jóvenes amigos en Málaga en el año de mil novecientos dieciséis.
(Original manuscrito archivado). |
(Original manuscrito archivado). |
Proposición-Informe número 4 que presenté al Comité Ejecutivo del Consejo de Administración de EDIAPSA, basada en los datos que dieron los propios interesados, aprovechando incluso, parcialmente, la redacción de Juan Rejano y de los jóvenes escritores, sus compañeros de viaje en el barco «Sinaia», de Francia a México, a los cuales yo no conocía, ni de ellos tenía referencia alguna anterior de España con excepción del propio Rejano, de Miguel Prieto y de Victorio Sala Tolo:
(Original archivado). |
A Juan Rejano y a Victorio Sala, este último que fue representante de la «Editorial Cenit» de Madrid en Barcelona durante años antes del levantamiento franquista, los incluí en la nómina de EDIAPSA al día siguiente de su llegada a la capital de México.
El matiz político de los miembros de la redacción era: Rejano, Herrera Petere, Prieto y Sánchez Vázquez, comunistas; Varela, trotskista; Sánchez Barbudo, de ideología oscilante, simpatizaba con el trotskismo. En su «Introducción», a la que me referiré más adelante, declara Sánchez Barbudo: «Pretendíamos que nos uniera -a la Redacción- un declarado amor y respeto al ‘pueblo’; un vivo deseo de paz y de justicia y un vago y general ‘antifascismo’». Cuando he leído, al cabo de los años, la tal «Introducción», no he dudado de que tuvimos en la Redacción, con él, un elemento poco afecto. Quizás eso lo percibió pronto don José Mancisidor.
La célula del partido empezó a actuar en la Redacción, uniéndose a ella Manuela Ballester, organizadora de la revista «Amiga, para la mujer», que también editaría EDIAPSA, algunos otros empleados administrativos, y Victorio Sala Tolo del Partido Socialista Unificado de Cataluña. Poco tardaron en manifestarse discrepancias.
Yo concebía la revista sin carácter españolista, dando entrada en la Redacción a jóvenes escritores mexicanos y dedicando espacios preferentes a destacados escritores del país. Sobraban argumentos para ello: los accionistas de la empresa eran todos mexicanos que ayudaban, por simpatía, a la obra de los republicanos españoles sin preocupación de lucro, y, además, México tenía acogidos como exilados a miles de compatriotas republicanos. Esa era mi opinión y a ella se ajustaban mis continuas instrucciones. Para mantener tal criterio contaba en la Redacción, desde el primer momento, con la permanente intervención del —29→ muy considerado escritor mexicano, político afecto a la ideología socialista y a la del Presidente de la República, general Lázaro Cárdenas, don José Mancisidor.
Al señor Mancisidor lo traté y con él trabé estrecha y leal amistad, sin mudanza, durante los años que vivió; amistad creada en sus visitas a España en la normalidad de la República y durante la Guerra Civil; fue autor, entre otras obras, de una Historia de la Revolución Mexicana que por décadas y hasta hoy; después de su muerte, se mantiene como texto en las escuelas del Estado. Fue nombrado, a propuesta mía, por el Comité Directivo de EDIAPSA, Consejero Delegado de la empresa en la redacción de Romance; pero cómo debieron ser heridos, en aquellas reuniones preliminares de la redacción, sus más respetables sentimientos, que el día 28 de septiembre de 1939 me dirigió la carta que ahora reproduzco. A pesar de nuestra entrañable amistad no me fue posible convencer a don José para que volviese a la Redacción.
(Original archivado). |
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El 21 de julio de 1980, a los treinta y nueve años del último número de la revista Romance, apareció, en el suplemento Sábado del diario de la ciudad de México Uno más Uno, la entrevista hecha por el destacado periodista mexicano Fernando Benítez al escritor Juan Rulfo, del que en otra ocasión había dicho el propio Benítez: «El escritor mexicano contemporáneo de mayor personalidad. Rulfo ha resumido en pocas páginas el misterio, la poesía y el lenguaje de sus pueblos con la maestría de los clásicos». Y en la entrevista referida Benítez dice a Rulfo: /«-Ya practicabas tu oficio de novelista. Ejercías el poder de hacer aparecer y desaparecer a mucha gente. / -¿Qué quieres? Así son las cosas, pero también, en las noches, como no tenía amigos me quedaba en el archivo (trabaja entonces de archivero, con modestísimo sueldo, en la Secretaría de Gobernación) y escribía una novela. Se titulaba El hijo del desaliento y Efrén Hernández me animaba diciendo que era una buena novela. Mandé un capítulo a la revista Romance que hacían unos españoles y por supuesto nunca lo publicaron». (Lo destacado en negritas es de mi iniciativa. R. G. S.)
El nada perspicaz, chauvinista, grupo de redactores de Romance no dio entrada en la revista al escritor mexicano de Pedro Páramo (personaje ideado en 1939) y de El llano en llamas; «Una de las mejores novelas y uno de los mejores cuentos de las letras españolas», según el autorizado crítico Fernando Benítez. «El único cuyas obras se publican en ediciones de cien mil ejemplares y merecen cada año más notas y estudios críticos de los que suscitan generaciones de escritores».
En el trato con los redactores pronto percibí que Lorenzo Varela, el más joven de ellos, de veintitrés años, que fue quien concibió el proyecto inicial de la revista, era el mejor dotado literariamente; hubiera podido ser el director de Romance, pero está bien claro que existían razones para que fuese a Juan Rejano al que yo encomendase esa función; creía estar seguro de contar con su lealtad para que la empresa lograse la revista mexicano-hispana que figuraba dentro de sus planes: jóvenes redactores mexicanos progresistas y jóvenes redactores españoles republicanos refugiados, con criterio político diferente al que, lógicamente, nos había inspirado en España en todas las publicaciones —31→ que por nuestra parte se hicieron durante la guerra. Pero la cosa no resultaba así; buenas pruebas fueron la decisión del tan amigo de los refugiados españoles don José Mancisidor y la declaración del notable escritor Juan Rulfo. Me vi obligado a tomar decisiones; empecé pidiendo a don Martín Luis Guzmán, uno de los escritores mexicanos de mayor prestigio internacional, tan amigo de los republicanos españoles con los que tan íntimamente convivió, que se hiciese cargo, interviniendo radicalmente, de la Gerencia General de la revista, ya que Rejano, el director, hacía oídos al menos indicado de los redactores, al más tendencioso, al de criterio más indiferente a nuestra condición de refugiados en México, a Sánchez Barbudo; por otra parte Rejano se sentía obligado a las decisiones de la célula política que actuaba dentro de la negociación y por último supe que llevaba en consulta los problemas de EDIAPSA a la dirección de su partido.
Confirmará cuanto por mi parte afirmo en esta inconcebible pequeña historia de la revista Romance, cuya edición acogí tan decididamente en EDIAPSA, la transcripción de algunos párrafos de la extensísima y tendenciosa Introducción que el ex redactor de dicha revista Antonio Sánchez Barbudo aprovechó para sus desahogos, lanzando injurias contra don Martín Luis Guzmán, el gran prestigio de las letras mexicanas y permanente amigo de los republicanos españoles refugiados, cuya obra demuestra desconocer totalmente, y para presentar su inflado y a veces imaginario currículum. Hizo uso de la generosidad y confianza del editor Auvermann que considerándolo de alguna autoridad le encargó la «Introducción» para la extraordinaria reimpresión que hizo en Alemania de Romance. (Glashütten im Taunnus; Verlag Detlev Auvermann, 1974). (Lo destacado en negritas que irá apareciendo en los párrafos que transcribo de la «Introducción» es de mi iniciativa. R. G. S.)
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En enero de 1940, alrededor de la mesa de redacción de la revista Romance, de izquierda a derecha Antonio Sánchez Barbudo, Miguel Prieto, Juan Rejano, ingeniero Pascual Gutiérrez Roldán (Presidente del Consejo de Administración de EDIAPSA), don José Mancisidor, don Martín Luis Guzmán, C. P. Pedro Ordorica (Consejero de EDIAPSA), Rafael Giménez Siles, José Herrera Petere, Adolfo Sánchez Vázquez, Lorenzo Varela y Victorio Sala Tolo.
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y por ser ellos quizás los redactores que parecían menos indispensables». |
(Sánchez Barbudo, «Introducción» ctda.) |
(Sánchez Barbudo, «Introducción» citada.) |
El director de la revista, Juan Rejano, redactó la información que se reproduce a continuación. Rejano dedicó íntegras a dicha información, con gran despliegue de títulos y fotografías, las dos planas central es del número 13 de Romance, con fecha 14 de agosto de 1940:
—37→En distintas ocasiones hemos hablado en las columnas de Romance del profundo anhelo de unión espiritual que existe arraigado en los pueblos americanos. Este anhelo no nace sólo de la analogía de lengua y de raza, sino también de una viva necesidad de comprensión a través del espíritu que determinará un mayor estrechamiento, una auténtica fusión de los ideales comunes y los sentimientos afines. Para recoger y hacer efectivo ese anhelo -ya lo hemos dicho también otras veces- es preciso, sobre todo, dotar a América de grandes instrumentos de difusión cultural, porque en ellos encontrarán los pueblos un estímulo educativo, un medio de elevación que les sirvan para desnudar las raíces de sus sentimientos, para poner de manifiesto sus ansias más recónditas, la viva angustia que los mueve a luchar, a creer, a familiarizarse con la esperanza.
México -hay que hacerlo constar en justicia- ha sido uno de los países que más han insistido en esta línea de trabajo. Desde hace años, en México se viene atendiendo con verdadero interés a los problemas de la cultura, del espíritu, creando instituciones, centros de divulgación, entidades dedicadas al intercambio de valores o a la producción de obras que mantengan y robustezcan la personalidad de la cultura propia, continental. Pero queda mucho por hacer, naturalmente. Queda mucho por ampliar, al menos, en este sentido, y por eso, hoy queremos traer a estas páginas el reflejo de una de las obras de mayor alcance que se han emprendido últimamente en México para propagar de una manera eficaz la cultura en el continente americano.
Hace aproximadamente un año se comenzaron los trabajos para constituir en México una gran empresa editora y distribuidora de libros, folletos, revistas, etcétera. Los propósitos no se detenían, como otras veces, en los límites nacionales, sino —38→ que trasponían estos, para abarcar los de toda la América de habla española. Nacían estos propósitos de la feliz conjunción de unos cuantos mexicanos ilustres que ponían sus recursos económicos al servicio de esta idea, y de unos intelectuales y técnicos españoles y mexicanos que deseaban entregar su esfuerzo y su inteligencia a ella. Los proyectos de entonces son hoy una realidad completa. Y esta realidad se llama EDIAPSA (Edición y Distribución Ibero Americana de Publicaciones, S. A.) que, desde hace meses, está empeñada en una labor de gran aliento, que ya conoce, no sólo México, sino todos los países de América.
EDIAPSA, respondiendo a su nombre, a su significación y a sus propósitos iniciales, es en estos momentos una de las centrales de difusión cultural de la América hispana, desde la cual se lleva a cabo la tarea de recoger, editándolas o distribuyéndolas, las producciones literarias, científicas, pedagógicas, etcétera, de los grandes autores de habla española o extranjera.
Más arriba hemos apuntado cómo nació la idea y cuajaron los propósitos de fundación de EDIAPSA. En este punto hay que destacar la figura del ingeniero Pascual Gutiérrez Roldán que puso desde los primeros instantes su entusiasmo y sus medios materiales para que la empresa proyectada se abriese camino. El señor Gutiérrez Roldán, ingeniero agrónomo, y actualmente profesor de la Escuela de Economía y Director General de Crédito de la República, logró asociar a su entusiasmo el de otros mexicanos que aportaron capital a la iniciativa y lo designaron presidente del Consejo de Administración de EDIAPSA. Sería injusto no consignar aquí los esfuerzos generosos del señor Gutiérrez Roldán para con los españoles republicanos en el destierro. Desde que éstos llegaron a México supo organizar y encauzar los valores que en ellos existían, y así, no sólo acogió y estimuló la producción editorial, sino que animó otras actividades que ya están dando su fruto en esta tierra e incluso consiguió con ello reunir en un mismo afán y una misma dirección a españoles y mexicanos,
—39→Cartel anunciador, reproducido también en tamaño postal, obra de Miguel Prieto.
—40→lo que representa un verdadero acercamiento, una fecunda compenetración cultural.
La obra realizada, pues, por EDIAPSA, y la que le queda por realizar, se debe exclusivamente a capital mexicano, a la comprensión, la gentileza y el talento de unos mexicanos, ayudados por técnicos y escritores españoles; también entre estos últimos contaban algunos hijos de México, como por ejemplo los ilustres escritores Martín Luis Guzmán y José Mancisidor, que pusieron su gran capacidad y su vivo entusiasmo en la obra, y Antonio Castro Leal y Jorge Cuesta, no menos decididos a prestar sus valiosos conocimientos.
La primera preocupación de EDIAPSA fue montar un aparato de distribución capaz de servir los grandes propósitos que la animaban, es decir, de llevar por todo el continente los resultados de su labor. Este aparato, que comenzó modestamente, se ha enriquecido hoy de tal manera, que no sería hiperbólico calificarlo como uno de los mejor organizados de América. A través de él se mueve por los Estados de México y las grandes ciudades de los países americanos, una red de corresponsales y agentes, que son los resortes más seguros de esta organización.
No sólo para su propia producción editorial, sino para la de aquellas casas que a ella le confían, el aparato distribuidor de EDIAPSA es hoy una firme garantía, un instrumento seguro, no sólo en el terreno comercial, sino en el puramente cultural. Con él, la cultura de habla española, la cultura universal también, ha encontrado un medio de expansión en América.
Una de las primeras actividades editoriales de EDIAPSA fue Romance, la revista popular e hispanoamericana que hoy tiene ganado un extenso conocimiento y un sólido prestigio tanto en América como en Europa. Romance nació por
—41→Reproducción de la primera página, del número 1 de la revista Romance, editada por EDIAPSA. (México, D. P., 19 de febrero de 1940).
—42→iniciativa de un grupo de jóvenes escritores españoles desterrados -los que componen su Comité de Redacción-, iniciativa que supo recoger y poner en marcha EDIAPSA para transformarla en la viva realidad que es hoy. Al frente de los hombres que componían y componen el cuerpo de Redacción se puso un Consejo de Colaboración, integrado por escritores tan ilustres como Enrique González Martínez, Martín Luis Guzmán, Enrique Díez-Canedo, Pablo Neruda, Pedro Henríquez Ureña, Rómulo Gallegos y Juan Marinello. Romance fue desde su primera salida un feliz éxito que en estos momentos confirman, junto a los cálidos testimonios de los intelectuales más eminentes de América y Europa, el apoyo moral de innumerables entidades, organizaciones y centros de cultura, y la acogida cada día más entusiasta de los sectores populares de todo el continente.
Un escritor de tanto prestigio como Juan Marinello, decía hace poco en las columnas de Pueblo de La Habana:
«Romance no es una revista más; no exageramos al decir que marca una fecha en la publicidad literaria de nuestros pueblos.
»Por primera vez en América y en España tenemos una revista en que el aire del tiempo, inquieto, ágil, cambiante, no se lleva en su curso gracioso la firme preocupación investigadora y ensayista. Por vez primera en la misma página se nos da, sin pelea, la gracia de Picasso y la de Einstein, el rigor erudito y el vuelo anárquico. Junto a Orozco, Max Ernst, junto a Tolstoi, Federico García Lorca. Vecinos Gracián y Wells. Lo popular y lo difícil, el microscopio y la astronomía».
A través de su amplio tiraje, Romance es en la actualidad la revista que mantiene en los pueblos de América una más viva y auténtica preocupación por la cultura, por los problemas del espíritu, por el progreso moral.
EDIAPSA, a pesar del breve tiempo de su existencia, cuenta ya también, en el haber de su producción editorial, con varias colecciones que han sido acogidas de la manera más favorable.
—43→En primer lugar está la Colección «Ediciones Pedagógicas y Escolares», que dirigen los pedagogos Antonio Ballesteros y Juan Comas. De esta Colección se han publicado ya los siguientes volúmenes:
La concentración de la enseñanza en la escuela primaria, de Emilia Elías.
Cómo se mide la inteligencia infantil, de Regina Lago.
Cómo se organiza la cooperación en la escuela primaria, de Antonio Ballesteros.
Cómo se comprueba el trabajo escolar, de Juan Comas.
La literatura en la escuela primaria, de Florentino M. Torner.
Las ciencias naturales en la escuela primaria, de Enrique Rioja.
Otra de las colecciones es la de «Libros de Buen Humor», dirigida por el gran escritor español Benjamín Jarnés. Esta colección está dedicada al difícil arte de sonreír y suscitar la sonrisa, según declaración del prologuista y recopilador, señor Jarnés. «Los Libros de Buen Humor» han de ser, lo son ya, una recolección de anécdotas, sentencias y máximas de los más ilustres ingenios de todos los tiempos y países.
De esta colección han aparecido ya La sal del mundo, libro de extraordinario interés, precedido de un ensayo a manera de prólogo de Benjamín Jarnés, y La taberna por vecina, que como el anterior obtendrá un positivo éxito, así como también lo obtendrán toda la serie de títulos en impresión.
La tercera colección lanzada por EDIAPSA es la de las «Ediciones Musicales», de la cual ya ha aparecido el Método de Solfeo y Canto Coral titulado Cantos para niños, del que es autor Luis Sandi, con la colaboración de notables músicos, poetas y dibujantes de México. Este libro ha sido declarado oficialmente obra de texto en las escuelas primarias y secundarias, y es único en su género. Sólo de su primera edición se han vendido veinte mil ejemplares. Tras de él, en estos días aparecerá el segundo libro 50 romances escogidos y armonizados, por el gran especialista mexicano Vicente T. Mendoza.
Entre los libros editados sin formar colección están la Gramática del latín clásico, del profesor de la Universidad Nacional —44→ de México, J. González Moreno. Se trata de un libro de gran valor didáctico que se hace imprescindible para el estudio del latín y que por su magnífica presentación, honra a la industria editorial y tipográfica de México. También ha aparecido Le français aux México, texto oficial para las escuelas de segunda enseñanza de la República Mexicana, del que es autor el profesor Juvencio López Vázquez.
A todos estos libros seguirán inmediatamente otros de gran valor literario y educativo.
Pero EDIAPSA no ha querido detener sus esfuerzos en la labor puramente editorial y distribuidora, sino que ha extendido aquellos también al comercio librero. Con ello ha ofrecido además un ejemplo de cómo puede organizarse una verdadera empresa de difusión cultural. En este sentido, hace meses que abrió al público mexicano su librería «Juárez», tan popular ya en todo el Distrito Federal, en la cual se venden toda clase de libros, folletos y revistas. Y últimamente ha inaugurado la magnífica «Librería de Cristal», situada en la pérgola de Bellas Artes, sitio donde encuentran los verdaderos amantes del libro y el público en general, toda suerte de obras y publicaciones antiguas y modernas, nacionales y extranjeras.
La «Librería de Cristal», que es visitadísima a todas horas del día y que tiene abiertas sus puertas incluso los domingos, desde las ocho de la mañana hasta las primeras horas de la madrugada, ha introducido entre sus actividades una gran innovación, consistente en una bella galería de arte, donde se expondrán, de manera permanente, las producciones de los mejores pintores y escultores de todas las nacionalidades. Cuando aparezcan estas líneas habrá tenido ya lugar la inauguración de la primera exposición compuesta por obras de artistas mexicanos y españoles».
«La dirección técnica de EDIAPSA ha sido llevada desde sus comienzos por el señor Rafael Giménez Siles. A sus extraordinarias |
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Reproducción de la portada de la revista Romance, reimpresa en Alemania, en volumen de más de mil páginas, tamaño cuádruplo.
—46→(Sánchez Barbudo, «Introducción» ctda.) |
Entra en escena un importante, aciago, personaje: Por aquel entonces se encontraba en México, transitoriamente, con su familia, recién llegado de la Unión Soviética, con rumbo futuro a París, donde fijaría su residencia definitiva, Antonio Mije, uno de los miembros de mayor influencia del Buró Central del Partido Comunista Español. Con Mije yo no había tenido antes relación de trabajo; las opiniones de la dirección del partido me llegaban en España, durante la guerra, por otros conductos; nos encontrábamos de vez en cuando y siempre los saludos fueron —47→ atentos. La impresionante información que sobre tal personaje dio a conocer en noviembre de 1977, el inteligente escritor Jorge Semprún, por su libro Autobiografía de Federico Sánchez, Premio Planeta 77, con cientos de miles de ejemplares editados, circulados por todos los países del idioma y traducido a todas las lenguas, no llegó a mi conocimiento, lógicamente, hasta décadas después de 1939, tiempo de este relato. A quien esté siguiendo la lectura de estas páginas quiero darle a conocer la tal información, así como también la que seguirá del coronel Enrique Lister, para que no le sorprenda lo que me propuso Antonio Mije en el mes de septiembre de 1940, en la capital de México.
Transcribo lo que escribió Jorge Semprún, miembro del Partido Comunista de España de 1947 a 1968; el más sincero, el más inteligente, culto y también perfecto políglota, de los militantes de base y de los dirigentes que tuvo dicho partido:
(Jorge Semprún, «Autobiografía de Federico Sánchez», p. 98). |
—48→
El coronel Enrique Lister, jefe de uno de los cuerpos del Ejército del Ebro, en extensa entrevista periodística aparecida en el diario «Excelsior» de la ciudad de México los días 5, 6 y 7 de julio de 1977, dijo:
(«El PCE prefirió París a Madrid». De la agencia EFE. Diario «Excelsior», México, D. F., días 5, 6 y 7 de julio de 1977). |
Aquel día del mes de septiembre de 1940, vino a decirme Juan Rejano que Antonio Mije tenía interés en hablar conmigo y que me esperaba en su departamento, en no recuerdo qué calle de la —49→ colonia San Rafael, relativamente cerca de la calle de Humboldt, donde tenía instaladas EDIAPSA sus oficinas, su primera librería «Librería Juárez» y las redacciones de Romance y de sus otras dos revistas, Amiga y Rompetacones. En el comedor de un modesto departamento, mientras su pequeño hijo jugaba en el suelo, mantuve, una no muy larga conversación con el Antonio Mije que yo no conocía. Le expliqué cómo llevaba las dos editoriales del partido, «Editorial Nuestro Pueblo», S. A. y «Estrella, Editorial para la Juventud», S. A., que creé en Valencia y que trasplanté a México apenas hacía un año, absolutamente sin medios económicos, habiendo podido ponerlas en marcha gracias a los anticipos de la distribuidora EDIAPSA y a los créditos que la misma les facilitaba en imprentas y almacenes de papel, de todo lo cual no podría resarcirse EDIAPSA si las editoriales dejaban de producir. Puede ser interesante intercalar ahora lo siguiente, de lo que Antonio Mije no se dio por enterado.
(Documentos archivados). |
Siguió la conversación con Mije sobre la empresa EDIAPSA, que contaba con exiguo capital, totalmente mexicano, de capitalistas cardenistas simpatizantes de la República Española. Le hice saber las dificultades de tipo económico en que se desenvolvía, —51→ pero con la seguridad de salir adelante, y sobre todo los problemas que me originaba la redacción de la revista Romance. Antonio Mije tuvo el cinismo de aconsejarme que «dificultase» la marcha del negocio para que, decepcionados los capitalistas, pasasen tanto EDIAPSA como Romance a poder del Partido, como indemnización al personal, ya que casi en su totalidad lo constituían camaradas, y que yo seguiría dirigiéndolo todo. -¿Quieres decir, Mije, que debo traicionar a los accionistas que me han confiado la defensa de sus intereses? Pues debes saber que ahora que percibo los grandes peligros que se ciernen sobre la empresa EDIAPSA, a partir de este momento, multiplicaré mis esfuerzos para defenderla. «-Giménez Siles, tú sabes cómo se las gasta el Partido con quienes pretenden enfrentársele». -Lo sé perfectamente; no olvido que se juega uno hasta la vida; pero creo que siempre he sabido cumplir con mi deber. Di por terminada la entrevista y salí sin despedirme. Ésta es la realidad de lo que sucedió, que tanto ha intrigado a algunos y que he silenciado hasta hoy, durante cuarenta y tres años.
Sin pérdida de tiempo, busqué aquella misma tarde a Martín Luis Guzmán, y sin darle la anterior información, limitándome al problema que tanto nos interesaba de dar acogida a la producción nacional, le rogué encarecidamente que aceptase hacerse cargo, en aquel momento, de la dirección de la revista Romance para yo pasar a comunicárselo a la redacción y a tomar providencias. Los redactores no aceptaron reconocer la autoridad del nuevo director y abandonaron su lugar de trabajo.
(Sánchez Barbudo, «Introducción» ctda.) |
En la primera página del número 17 de la revista se insertó el siguiente comunicado: «Romance a sus lectores: Imperiosas realidades de carácter económico han sido causa de que Romance se halle privado, de pronto, de los servicios de quienes fueron su director y sus redactores. A quienes hasta ayer trabajaron a nuestro lado, o nos prestaron el apoyo de su nombre, o de su simpatía, les enviamos desde aquí el mismo cordial saludo que salió a recibirlos cuando por vez primera se abrió para ellos la puerta de esta casa EDIAPSA.
No se hizo esperar la reacción de Mije y de Rejano. Fueron benévolos y optaron por condenarme a muerte civil; aquel castigo que me anunció Rejano en su carta desde Veracruz que —53→ aplicarían al escritor Ontañón y al que por cierto, a la condena, nunca me sumé.
Los cuatro redactores disidentes, todos los que en aquella fecha constituían la redacción de Romance, elaboraron un comunicado que con sus firmas completas, salvo Sánchez Barbudo, que suprimió su segundo apellido, remitieron a los periódicos de la capital y que sólo dos publicaron. Transcribo íntegro el texto que debió redactar, con asesoramientos, el propio ejecutor Juan Rejano:
Bajo la firma de los señores Juan Rejano, Miguel Prieto, Lorenzo Varela y Antonio Sánchez, integrantes del Comité de Redacción de la revista Romance recibimos la siguiente información que publicamos íntegra.
«El Comité de Redacción que ideó en su totalidad la revista Romance tiene interés en advertir públicamente: 1.º Hacemos constar que a partir del número 16 de la revista Romance quedan cancelados los compromisos que teníamos con la empresa que editaba dicha revista por razones que explicaremos en momento oportuno. Y por lo tanto no deben atribuírsenos responsabilidad alguna, en cualquier publicación que en el futuro pueda intentar la mencionada empresa. 2.º En el último número de la revista Romance al frente del cual aún aparecen nuestros nombres, el gerente de la EDIAPSA, señor Rafael Giménez Siles, con el cual nosotros nos declaramos moralmente incompatibles y cuya conducta en esta y en otras ocasiones ha merecido por parte de muchas personas honradas los más vivos reproches, nos impidió por medio de una treta indigna la publicación de la noticia escueta de nuestra separación de la empresa, tratando sin duda de que se nos atribuyesen posibles números futuros de la revista en los cuales hemos renunciado a participar.
—54→
3.º En ese mismo número (el 16) que aún ideamos y realizamos nosotros, con la ayuda que tan cordialmente nos prestaron nuestros colaboradores, aparecen ciertos defectos, así como el escamoteo de la sección «En acecho», etc., de todo lo cual es responsable el mencionado Gerente que dio órdenes a la imprenta para que se nos impidiese el acceso a ella y por sí mismo realizó las funciones que a nosotros nos correspondían con el consiguiente resultado perjudicial para la revista. 4.º Advertimos a todos los colaboradores a quienes desde hace tiempo no se les remuneran sus trabajos, así como a aquellos otros que lograron obtener esta remuneración tras innumerables molestias, que nosotros nunca hemos tenido en la revista ninguna función administrativa. 5.º Protestamos, con los derechos que nos conceden nuestra clarísima condición de propietarios intelectuales del título Romance la negativa del mencionado gerente a devolvérnoslo.
6.º Anunciamos al público la próxima aparición de una revista libre en absoluto de compromisos de empresa, hecha gracias a un esfuerzo generoso, sin propósito alguno de lucro, por redactores y colaboradores dispuestos a renunciar a toda recompensa material mientras sea preciso. Esta revista continuará con el significado espiritual y la pureza moral que siempre hemos defendido. Y como decíamos en el prospecto que anunciaba la aparición de Romance será una revista libre de prejuicios ideológicos o nacionales, comerciales o literarios que reflejará ampliamente, popularizándolos los valores espirituales de cada país de lengua española, y aquellos universales que por serlo interesan esencialmente a todos y cada uno de los pueblos. 7.º Por último, tenemos que hacer constar nuestro público agradecimiento a las personas mexicanas gracias a cuya aportación económica fue posible al principio, la fundación de Romance. México, D. F., 21 de septiembre de 1940. El Comité de Redacción: Juan Rejano, Miguel Prieto, Lorenzo Varela, Antonio Sánchez». («El Nacional», México, D. F., 22 de septiembre de 1940).
—55→El mismo día en el que apareció el anterior comunicado en un periódico, en la misma mañana, sin titubeos, me presenté en la oficina del ingeniero Pascual Gutiérrez Roldán, presidente del Consejo de Administración de EDIAPSA, en la Dirección General de Crédito de la Secretaría de Hacienda de la que era titular, con un ejemplar del periódico acogedor del calumnioso comunicado. Cuando acabó de leerlo le dije que consideraba obligado presentarle la renuncia al cargo de director general de EDIAPSA, pues comprendía que mi nombre quedaba en entredicho y no debía seguir representando los intereses de los accionistas.
Sin que ello influyera en mi irrevocable decisión, mi situación era, en lo particular, muy difícil; el dardo había sido bien dirigido y con suficiente ponzoña. Recién llegado al país, ostentando la profesión de editor; recibido agresivamente por los miembros de los gremios del libro, compuestos en su casi totalidad de españoles simpatizantes del franquismo; no contando con recursos de ninguna índole; acabado de casar y con el anuncio ya del primer hijo, el porvenir se me presentaba muy difícil, no sabía en aquel momento qué salida podría encontrar; pero todo ello que daba en segundo lugar.
Don Pascual Gutiérrez Roldán, después de leer en el periódico lo que interesaba, y enterado de la misma información parcial que di a Martín Luis Guzmán, me pidió que le detallase las medidas que había tomado, siendo ya conocedor de lo que me obligó a proponerle el nombramiento de gerente general de la revista a favor de don Martín Luis Guzmán. No me aceptó la renuncia, a pesar de que la mantuve firme; me insistió en los compromisos que yo tenía contraídos con los accionistas; me ratificó la confianza en nombre de todos, ampliándola sin límites. Me entregué en cuerpo y alma al trabajo; mi vida quedó ligada para siempre a EDIAPSA; ya hoy, a los cuarenta y cuatro años de aquella fecha, puedo reconocer que así ha sido.
—57→
Cubierta del libro del profesor español de literatura Francisco Caudet, que sobre la revista Romance se editó en Madrid el mes de octubre del año 1975.
—58→
hacer una obra realmente importante y duradera -y quizás aunque se hiciera-, lo mismo da. Como diría aquel pobre hombre que recordaba Unamuno: ‘La cuestión es pasar el rato’». |
(Sánchez Barbudo, «Introducción» ctda.) |
Aquel día, 22 de septiembre de 1940, cuando aparece en dos periódicos de la ciudad de México el comunicado calumnioso firmado por los ex redactores de la revista Romance, Juan Rejano, Miguel Prieto, Lorenzo Varela y Antonio Sánchez, terminaron veinte años de colaboración cultural positiva, de amistad y simpatía que sentí por el Partido, al que, por conservar mi independencia, nunca me afilié, dirigido primeramente, en mi época, por José Bullejos, y después por José Díaz.
Apenas lanzado el primer número de Romance, el 14 de febrero de 1940, por su artística presentación y por el ambicioso «Propósito» que anunciaba, y que los redactores no tuvieron en cuenta, comenzaron a resonar ecos, en todo el Continente, de voces de gran prestigio:
De RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA desde Buenos Aires: «...una publicación como Romance da dignidad al tiempo que corre -y que es tan indigno- y ya es para darles todas las enhorabuenas a sus fundadores, por el consuelo que representa. -¡Muy bien todo en sus páginas y que así continúe por mucho tiempo!»
De PEDRO SALINAS desde Wellesley, EE.UU.: «...mi enhorabuena más sincera por Romance. La revista me parece un acierto total, de concepción y de ejecución. Tiene animación y vivacidad periodísticas, que saltan a la vista apenas se ojea un número. Con ellas han logrado ustedes reunir dignidad literaria y tono muy moderno. La parte gráfica es siempre oportuna y distinguida. En suma creo que es un motivo de orgullo para ese grupo de españoles libres y americanos amigos, el haber podido realizar, aquí en América, un tipo de publicación que no supimos tener nunca en España. Si Romance se conquista el público que se merece su tono y crea en América una zona de atención se me figura que habrán hecho ustedes una obra de valor español y de significación de libertad espiritual admirable. —59→ Está tan lejos de la exquisitez exclusivista como del vulgarismo comercial».
De GUILLERMO DE TORRE, desde Buenos Aires: «...Acabo de ver el primer número de Romance y me apresuro a felicitarlos muy sinceramente. La revista está muy bien; tiene interés en todas sus páginas y afirma un nuevo tipo de posible periodismo literario, sobre el modelo europeo, pero con injertos americanos, que ojalá cuaje en estos países oponiéndose así a la tendencia puramente yanqui, sensacionalista y barullera que hasta ahora había prevalecido».
De JOSÉ CLEMENTE OROZCO, de México: «...me parece que nunca habíamos tenido en México una revista semejante ni de tal importancia. Que viva y se desarrolle por el camino trazado desde ahora, que siempre provoque el mismo entusiasmo y la misma pasión, es mi deseo».
De MARIANO PICÓN-SALAS, desde Caracas, Venezuela: «...Les agradezco y los felicito muy efusivamente por el magnífico primer número de Romance que he leído con entusiasta avidez. Trataré de hacerle en los círculos intelectuales de aquí, el ambiente que se merece».
De LA PRENSA, Nueva York: «Acaba de fundarse en México una revista quincenal, popular, hispanoamericana, bajo el sugestivo y evocador título de Romance, que desde el primer número se ha puesto a la cabeza de las publicaciones de ese género en lengua española. Los intelectuales españoles refugiados en México, en colaboración con la intelectualidad mejicana han emprendido esta labor de cultura. Se trata de una revista del carácter y envergadura de La Vie Litteraire, de París. Lo que ésta es para las letras francesas, lo es Romance para las españolas e hispanoamericanas. Está editada por la casa «Edición y Distribución Ibero Americana de Publicaciones», S. A.» (11 de abril de 1940).
Fueron 24 los números que llegaron a publicarse de Romance, desde el 17 dirigido por Martín Luis Guzmán; el último apareció el 31 de mayo de 1941. Hubiera llegado a ser trascendental —60→ el éxito de la revista de haberse atenido al inicial «Propósito». Por otra parte, la demanda de los distribuidores en toda América, de más ejemplares, iba creciendo, pero nunca llegaban puntualmente todas las liquidaciones. El modestísimo capital de EDIAPSA no permitía cubrir el financiamiento hasta alcanzar el punto de equilibrio entre los gastos de producción de la revista y los ingresos por ventas. De haber llegado al número 50 hubiera podido vivir con sus propios recursos.
A José Herrera Petere y a Adolfo Sánchez Vázquez los traté poco pero lo suficiente para conservar el buen recuerdo de su seriedad y valía; la salida de los dos de la redacción fue acuerdo al que llegaron, por propia iniciativa, Rejano y Sánchez Barbudo. Herrera Petere, desilusionado, marchó a Europa y murió en Suiza. Sánchez Vázquez siempre estudioso y aleccionador, alcanzó altos puestos en la docencia universitaria de México y en ellos se mantiene con creciente prestigio.
Hacia Miguel Prieto no decayó mi gran estimación a pesar de haber sido uno de los cuatro firmantes del comunicado calumnioso dado a la prensa. Lo había conocido en Madrid, el mes de marzo de 1935, cuando tendría unos veinticuatro años. Me visitó en las oficinas de la Agrupación de Editores Españoles instaladas en la calle del Conde de Aranda. En aquellos días me dedicaba a organizar la III Feria del Libro de Madrid. Llegó en unión de su compañera y me informó que tenían organizado, actuado por los dos, un pequeño guiñol, «La Tarumba», y que para el mantenimiento de ese modesto teatro les ayudaría mucho la participación en la próxima Feria del Libro. La simpática modesta pareja, de limpia ideología comunista, me impresionó por la labor cultural que venía realizando y les contraté cuatro representaciones que darían instalándose en el andén del Paseo de Recoletos que iba a ocupar la Feria. Representaron el «Retablillo de don Cristóbal», de Federico García Lorca; «Entremés de mancebo que casó con mujer brava», escenificación del cuento del conde Lucanor por Alejandro Casona; «Los habladores», entremés de Cervantes, y «Entremés del dragoncillo», de Calderón de la Barca. Pocos años después de Romance, cayó Miguel Prieto víctima de cáncer. Me enteré a tiempo y, sin dudarlo, muy afectado, sabiendo que habría afluencia de miembros del Partido, —61→ acudí a la capilla velatoria, hice larga guardia ante el féretro, sin importarme que se me hiciera el vacío y abandoné el recinto tan solo como llegué, sin haber podido hacer comentario alguno de pesar, admiración y cariño.
Con Rejano no volví a tropezarme hasta el fatídico 16 de septiembre le 1968. Llegamos temprano, como de costumbre desde hacía unas semanas, al Sanatorio Español, mi mujer y yo. Ella se quedó en el pasillo unida al pequeñísimo grupo de familia y amigos íntimos, que permanecían enmudecidos, las miradas decían del terrible suceso. Penetré en la silenciosa habitación, silencio de muerte, en la que se encontraba únicamente Rejano de pie, a uno de los lados del lecho, contemplando el cadáver del bueno y gran amigo León Felipe. Me quedé largo rato al otro lado viviendo en la angustia, cercado por el dolor. Queriendo resistir la impresión, pasó por mi mente como ráfaga el recuerdo lejano del Juan Rejano de Málaga, el de los años de juventud, y estuve a punto de tenderle la mano por sobre el cuerpo inanimado que parecía unirnos, pero la reacción fue también rapidísima; no era el Juan Rejano de Málaga, era el funcionario, el burócrata del partido y no pude permanecer allí un segundo más; me incliné, besé la helada frente del amigo que acababa de partir y abandoné con rapidez el cuarto. El 4 de julio de 1976 leí en un periódico, con indiferencia, que Rejano había muerto.
Los desprestigiados burócratas de los partidos políticos ya quedaron en el vilipendio. Los que tuvimos la suerte de sobrevivir en puestos secundarios, los grandes acontecimientos de la Segunda República, insignificantes protagonistas, abrumados por tamaños sucesos, pretendemos ser torpes cronistas de algunas de las grandes hazañas. Las «Brigadas Internacionales» y los también heroicos miles de jóvenes comunistas, socialistas, republicanos y sin partido que murieron en los frentes de batalla y en las cárceles, luchando contra el más odioso de los fascismos, el franquismo, están ya en la historia, en la GRAN HISTORIA DEL MUNDO, para asombro y estímulo de los estudiosos niños y jóvenes españoles del futuro. Vosotros, especiales amigos, Enrique Montero, Gonzalo Santonja, José Esteban, Víctor Fuentes, José M.ª Gutiérrez, Francisco Caudet, Juan Antonio de Blas, Manuel Arroyo y algunos otros jóvenes liberales investigadores políticos —62→ y literarios, salisteis valientemente en nuestra búsqueda desde las asfixiantes generaciones del franquismo.
El obstinado aprendiz de editor, librero e impresor sigue atando recuerdos, para él memorables (sin tener en cuenta la muy posible circunstancia de tener que suspender la publicación por su altísimo costo), y relee ahora, con la serenidad de los años y el rescoldo de los de juventud, la interesante biografía del notable político, filósofo y economista Federico Engels, escrita por un colectivo de autores y editada, en español, por Dietz Verlag, Berlín, 1970.
México, D. F., 11 de febrero de 1984.
R. G. S.