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Retórica del aforismo1

Juan Varo Zafra

Agamben ha recordado las palabras de Benjamin sobre la cita: La cita no revive el pasado de que procede, sino la destrucción del contexto del que ha surgido, esto es, de ese mismo pasado. La fuerza de la cita procede de su descontextualización, de la pérdida de su carácter de testimonio de un determinado momento y de su inserción en un escenario nuevo en el que se presenta extrañada y extrañante. Así, quizá, el aforismo en el libro de aforismos: la parte que muerde al todo al mismo tiempo que lo conforma. Pero el aforismo, a diferencia de lo que ocurre con la cita, no ha tenido nunca un contexto previo, ni tuvo nunca un presente que haya quedado irás y que sólo pueda recuperarse como extrañamiento. El contexto original del aforismo es el vacío sin tiempo, y a él remite. Por eso, un -buen- libro de aforismos no es la suma sino la resta de sus partes.

Arqueología: Quizá sea cierto que en el libro de los Proverbios se encuentran los textos más antiguos de la Biblia, incluso anteriores a Salomón. Y sin embargo estas antiquísimas sentencias no dejan de tener un cierto carácter epigonal: son epifonemas de historias olvidadas, de experiencias de dolor, de caminos de aprendizaje borrados por el tiempo sin memoria. Los Proverbios son el resultado de un esfuerzo por encontrar el lugar del mundo y el lugar humano en el mundo: «Ni la nieve al verano, ni la lluvia a la siega, ni la gloria al necio sientan bien» (Prov. 26, 1).

Arqueología: Spitzer recoge la idea de Schalk según la cual el aforismo es «una entidad que en su fragmentariedad refleja el todo». Spitzer añade que el aforismo es producto de una época en la que «la armonía del mundo parecía reflejarse en todos los fenómenos». El aforismo, afirma, incluso cuando expresa un enfoque asistemático de la vida, presupone la existencia de un sistema al que, inevitablemente se refiere (Spitzer. Ideas clásica y cristiana de la armonía del mundo, Madrid, Abada, 2008, pp. 199-200. n. 38).

Principio: El aforismo no trata de la verdad sino de los modos en que nos relacionamos con la verdad.

Principio: El aforismo puede prescindir de la erudición; el aforista no.

Principio: El aforismo requiere más de la retórica que de la poética; nada de la estética.

Retórica del aforismo. Inventio. ¿Cuáles son los topoi del aforismo? En poesía se suele hablar de los «temas de siempre»: el amor, el tiempo, la reflexión sobre el hombre o la naturaleza, Dios... La novela es un cajón de sastre que corre paralelo a la historia, que, como ésta, va dejando de ser literatura para convertirse en arqueología, de ficción pero arqueología. Pero, qué pasa con el aforismo, ¿de dónde inventar ahora que las fórmulas morales, las advertencias teológicas, las observaciones de costumbres han caído en desuso, ahora que, como vampiros, rompemos furiosos los espejos? ¿Queda sólo el no-lugar de la ironía? ¿Es el aforismo, por tanto, un género utópico?

Retórica del aforismo. Inventio. La verdad en estos géneros literarios, la lírica, la narrativa, es la verdad de estos géneros. Para que un poema de amor sea verdadero -aunque sea malo- basta con que se ajuste a los topoi del género. Se trata de un cuerpo cerrado pero en constante evolución: por combinación de elementos, por fragmentación, por cambios internos debidos a la propia evolución del sentido de las palabras en el uso común. A veces el cuerpo de topoi se abre para incorporar un elemento nuevo, pero, al volverse a cenar de inmediato, el elemento nuevo se integra armónicamente en el conjunto. No hay posibilidad de subsistencia para lo heterogéneo: el conjunto no lo admite. De esta red de lugares comunes extrae sus argumentos. El lector los reconoce y aprecia su verdad en este reconocimiento. Pero ¿y el aforismo? ¿De dónde extrae su verdad? ¿Cómo reconocerla? La verdad del aforismo es su no verdad literaria Lo contrario, el recurso a los tópicos, es su mentira.

Retórica del aforismo. Inventio. Sin embargo, hay una tradición en la escritura aforística, más que unos temas familiares, un modo de exponer que los hace reconocibles. En consecuencia, podría afirmarse que la inventio de los aforismos es su dispositio. Su argumento esencial es su modo de argumentar.

Retórica del aforismo. Elocutio. Brevitas. Sólo los cortos se confunden con lo breve. Lo opuesto a lo corto es lo extenso; a lo breve lo amplificado. Aunque siempre la línea recta es el camino más corto no siempre es el más breve. Puede haber casos en los que la brevedad requiera de su opuesto, la amplificación. El aforismo acota, define, pero, por eso mismo, no es él susceptible de acotación.

Retórica del aforismo. Elocutio. Brevitas. No siempre menos es más; a veces más es menos. Es más difícil memorizar unas cuantas fórmulas químicas que una canción larga. La causa teleológica del aforismo es la memoria. Si no puede ser recordado, aunque sea corto, N no es bueno, ni doblemente bueno. Reglas de la memoria.

Retórica del aforismo. Elocutio. El fragmentarismo del aforismo aconseja la metonimia y desdeña la metáfora. Ésta es una diferencia decisiva respecto de la greguería. Pero no la más importante.