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Capítulo XI

De los argumentos rhetóricos


1. Tratemos ahora de los pensamientos más propios de la oración persuasiva, que son los argumentos rhetóricos.

2. Argumento rhetórico es la prueva de la proposición puesta en qüestión, enderezada a persuadir. O es una provable invención para persuadir.

3. Ninguna cosa criada puede ser prueva de sí misma. Es menester pues buscar otra cosa para prueva suya: i ésta es la que llamamos medio o argumento.

4. Los medios, o argumentos, para confirmar qualquier cosa, o son conaturales, o aplicados. Conaturales son los que por sí están enlazados con alguna parte de la qüestión. Aplicados los que extrínsecamente se alegan, como los testimonios divinos o humanos.

5. Los conaturales, o son primeros, o se derivan de los primeros. Llamamos primeros a los antecedentes i consiguientes, que propiamente explican la qüestión, concilian gran fe, i persuaden mucho, i no se derivan de otros. Tales son las causas, los efetos, los sugetos, los adjuntos. Llamamos derivados de los primeros a los comparados, a los opuestos, a las divisiones, a las definiciones i testimonios.

6. Según lo dicho ai nueve géneros de argumentos, es a saber, causas, efetos, sugetos, adjuntos, comparados, opuestos, divisiones, definiciones i testimonios.




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Capítulo XII

De las causas, o de las cosas antecedentes


1. Causa es el principio por cuya virtud algo tiene ser, o se hace. Assí el fuego es causa del calor; el arquitecto, del edificio.

2. Los axiomas de las causas son los siguientes.

3. Primero, Nada se hace sin causa. Assí pruevan los filósofos naturales que el mundo es obra de la Divina Omnipotencia, i el refrán dice: Quien quita la causa, quita el pecado; Mata la araña, i quitarás la telaraña.

4. Segundo, La causa siempre hace aquello de que es causa, si no se impide. Assí dijo Diego Núñez de Quirós, ingenioso poeta:


Voluntad que no desliza
De razón;
¿Qué espera del tizón
Sino ceniza?



Por este axioma se prueva la esperanza del buen éxito de las cosas, manifestando que no ai ni avrá impedimentos.

5. Tercero, Qual es la causa, tal es el efeto. Por esso dice el refrán, que La buena diligencia es madre de la buena ventura; Pereza llave de pobreza. A este propósito hizo Lope de Vega Carpio este soneto ingenioso123:


    Un instrumento mismo sonoroso
Es en distintas manos diferente.
La espada en el covarde, o el valiente,
Hace efeto encogido, o animoso.
    Labran dos joyas de un metal precioso,
Este famosa, aquel impertinente,
Dos diversos artífices; i siente
El oro sin sentir, que está quejoso.
    Honran una pintura, o la disfaman,
Con las mismas colores acabada
Pinceles del dicípulo, o maestro.
    Yo soi con el amor que todos aman,
Instrumento, pintura, joya, espada,
Más afinado, porque so¡más diestro.



6. Quarto, Siempre supone más la causa, que el efeto. El qual axioma deve entenderse en razón de causa; porque en otro respeto puede el efeto ser más perfeto, como un hijo más que su padre: pero es cierto que ninguna cosa material puede producir otra espiritual por su virtud sola; porque la espiritual es más perfeta que la material.

7. Quinto, Sin averiguar la causa no se sabe la verdad; porque ni se sabe el origen de ella, ni su conocimiento es tan agradable.

8. Ai quatro géneros de causas. Eficiente, final, material i formal.

9. Causa eficiente es la que da el ser a la cosa, como el pintor a la pintura.

10. Los axiomas de la causa eficiente son estos.

11. Primero, El no ser no puede hacer o dar ser. Por este axioma se prueva que Dios es eterno.

12. Segundo, En la naturaleza nada se hace acaso, sino que siempre que concurren todas las causas necessarias para hacer algo, no puede dejar de hacerse.

13. Tercero, De nada, nada se hace naturalmente. Por este axioma se persuade la sobrenatural creación del universo.

14. Quarto, Ninguna cosa obra en sí misma. Assí la vista no puede verse. I si alguna vez parece que alguna cosa obra en sí misma, se ha de observar que no es ella, sino una parte respeto de otra. Assí la punta del dedo puede tocar la cabeza; pero no a sí misma.

15. La causa eficiente se divide, o por mejor decir, se denomina variamente. Por la cosa que hace, se llama absoluta o ayudante; por la cosa que se hace, procreante o conservadora. Por el modo de hacer, voluntaria o no voluntaria, o mixta de ambas.

16. Causa absoluta o principal, es aquella que por sí hace la cosa. Assí el platero por sí hace el anillo.

17. Causa ayudante, es la que ayuda a la absoluta, como los instrumentos, o ayudas, los consegeros, los aparejos, como los dineros, las armas; los motivos que huvo para los hechos, como aver afrentado, robado, ser amigo o deudo. Esta división de causa principal i ayudante se deve a Chrisippo, filósofo estoico mui agudo, según Cicerón.124

18. Causa procreante es la que produce el efeto. Assí el padre es causa procreante del hijo; los inventores, de las cosas inventadas; los artífices, de las artificiadas; los fundadores, de las repúblicas, o de las órdenes religiosas; porque la palabra procrear se deve entender de todas las cosas que producen algo física o moralmente.

19. Sacando argumento de las causas, se celebran los hombres por sus progenitores, i también los animales, de manera que antiguamente se citavan en Córdova con celebridad los libros en que estavan escritas las genealogías de los cavallos. Se celebran los inventores de las artes, como Jabel de las tiendas de campo125; Jubal, de la música; Tubalcaín, de la herrería. De aquí nacen las alabanzas de los príncipes de las sectas filosóficas, como Platón, de la académica; Aristóteles, de la peripatética; Cenón, de la estoica; i Epicuro, de la epicúrea.

20. Causa conservadora es la que mantiene su efeto, como las leyes conservan la república; la honra mantiene las artes; la devoción i santidad conservan la religión. Puede suceder que una misma causa sea procreante i conservadora. Assí dijo Ovidio126, que la ociosidad es madre i nodriza del amor.

21. Por las causas procreantes i conservadoras, alabamos o vituperamos; persuadimos o dissuadimos, congeturamos, definimos i disputamos de la qualidad con gran eficacia. De aquí nace toda la disputa de los filósofos de mantener el estado de la ciudad; i la parte de la medicina, de conservar la salud.

22. Causa voluntaria es la que obra con deliberada voluntad i determinación, i puede dejar de obrar algo, como Dios, los ángeles i los hombres. Causa no voluntaria, o forzosa, es la que no puede dejar de obrar, i es forzosa, porque la hizo tal el autor de la naturaleza; como el fuego no puede dejar de quemar; la luz, de alumbrar; el agua, de humedecer, o de mojar.

23. Puede añadirse otra causa mixta de voluntaria i no voluntaria, i es la que tiene algo de voluntad i de forzoso en el obrar, como son las cosas, que mueven, o por costumbre, como el que tiene el vicioso hábito de jurar, el qual hábito le hace jurar sin pensar en ello; o por alguna passión de ánimo, como se ve en los violentos efetos del amor i del odio; o por acaso, como si acontece, que tirando a un ciervo, se mate a un hombre sin querer; o por error, como pensando tirar a una bestia, herir a un hombre, cuyo bulto parecía bestia.

24. Pero, si queremos discurrir más delicadamente, podemos decir que qualesquiera cosas que los hombres hacen, o las hacen de su propio motivo, o no. Si por su propio motivo, o por voluntad antecedente, que aviéndose arraigado, llamamos costumbre; o por apetito racional, que llamamos voluntad; o irracional, que podemos llamar antojo. Al contrario, quando los hombres no obran por su propio motivo, obran interviniendo el acaso (que es una causa impensada, o no conocida) o la necessidad. La fuerza de la necessidad es en dos maneras: interna,que podemos llamar natural; i externa, que es la violencia. Según esto, pues, ai seis causas de las acciones humanas. Tres voluntarias, que son, costumbre, voluntad, antojo; i otras tres, involuntarias, que son, acaso, fuerza natural i violencia.

25. Costumbre es el hábito adquirido con la freqüente repetición de algún hecho de una misma especie. Por costumbre, o hábito, se dice que hacen los hombres lo que muchas veces hicieron. La costumbre es casi una segunda naturaleza. Assí se cuenta del célebre pintor Miguel Ángel Bonarrota, que después de aver pintado la Capilla Paulina en la iglesia de san Pedro, por el hábito que tenía de tener el semblante haciarriba, no sabía mirar a tierra yendo por la ciudad. Verdad es, que no puede negarse que la costumbre se puede quitar haciendo esfuerzo de practicar hechos contrarios a ella. Por esso es necessaria una fuerte resolución; i para mover a ella, i mantenerla, un género de impressión mui eficaz que produzga en el ánimo del que tiene la costumbre, que se intenta desarraigar, ideas mui penetrantes, como el temor de la infamia o del castigo; o de algún gran daño; i para que hagan efeto, se procurarán repetir representándolas a la memoria siempre con energía.

26. Voluntad es el apetito del bien con razón: porque nadie quiere sino lo que le parece bien. Esta causa es nobilíssima; porque siempre atiende a fin cierto. I assí en las cosas buenas merece alabanza; i en las malas, vituperio. Por esta causa congeturamos quál es el ánimo de cada uno.

27. Antojo es un apetito irracional, ciego i caprichoso: por él apetecen los hombres lo que les parece bien, siendo mal, como los deleites nocivos i la venganza. Los mithólogos representaron mui bien al antojo o capricho, en Ixión, que por abrazar a Juno, abrazó una nube, i engendró en ella los centauros, esto es, hombres medio cavallos, que es lo mismo que decir, unos monstruos, que tales son los efetos del antojo o capricho.

28. Fuerza natural, o interna, es aquella que está en el hombre sin que él pueda resistirla, como el furor en quien le tiene.

29. Violencia es una fuerza exterior, para cuyo efeto no ayuda el que hace, o padece, como quando alguno es impelido de algún viento, i por esso causa algún daño, el qual no es voluntario. Hablamos de la violencia física, que produce efetos físicos, no de la moral, como los preceptos injustos de los tiranos o superiores malos; porque éstos de ningún modo pueden forzar la voluntad por su naturaleza libre, aunque por su flaqueza expuesta a rendirse fácilmente a los halagos de quien puede favorecer, o a las amenazas de quien puede dañar. Según esto las operaciones que llaman mixtas de voluntad i violencia, más tienen de aquélla, que de ésta; porque por último siempre obra en ellas la voluntad que, como libre, puede dejar de obrar; pues el que echa al mar las mercaderías para aligerar la nave, i librarla de la violencia de la tempestad, si quisiera, no las echaría; i el que hace algo por temor del tirano, puede no hacerlo, si quiere antes padecer, que obrar mal.

30. Estas causas por sí, o por accidente, tienen mucho uso en las alabanzas i en las vituperaciones, en los consejos, en las congeturas i determinaciones, i en el estado de qualidad, como si se trata de dar premio o castigo porque mayores premios se deven a los que hicieron cosas grandes con deliberación de ánimo i premeditación, que a los que casualmente o forzados de la necessidad.




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Capítulo XIII

De la causa final


1. Causa final, o fin, es la cosa por cuyo respeto se hace o se deja de hacer algo. Como el fin de la gramática es hablar de manera que las dicciones que forman la oración tengan la devida correspondencia para que lo que se dice sea inteligible.

2. El fin es de dos maneras: uno próximo, que es el que se logra immediatamente que se ha egecutado la acción, i suele llamarse fin de arte, como el edificio es fin próximo de la arquitectura i, la vitoria, fin próximo de la guerra. Otro fin es remoto, que suele llamarse fin de artífice, como el ganar que comer, o sustentar la familia, es fin del arquitecto; el adquirir honra i gloria, conquistar nuevos estados, vengarse de los enemigos, son fines de los que guerrean. Estos fines pueden ser i imaginarse muchos, tantos quantos pueden mover la voluntad de los eficientes, i suele cada uno aplicarlos a su propósito; como si alguno honró a otro, puede decir que lo hizo por cortesía; i otro, que por mérito o por engaño. Pero la explicación destos fines de parte del que dice que los tuvo, deve ser honesta i verisímil, i su interpretación de parte de quien los atribuye deve ser bien fundada, i no caprichosa ni calumniosa.

3. Esta causa final es la más noble de todas, i a ella se refieren las demás. No hablo de la investigación de las cosas físicas, las quales no se averiguan por el fin, sino de las operaciones libres; siendo cierto que en ninguna cosa se ha de poner tanta atención, como en saber lo que es i deve ser fin de las acciones humanas.

4. En esta nobilíssima causa ordinariamente consisten las mayores disputas filosóficas, porque puesto el fin, todo lo demás fácilmente se compone. Por este lugar común se distinguen mui bien todas las artes, porque manifestando su fin, fácilmente se explican. Por el fin, solemos definir, explicar las congeturas, alabar, vituperar i exhortar. Assí dijo Saavedra127: «Si la guerra se hizo por la paz, ¡para qué aquélla, quando se puede gozar désta!

5. Los axiomas del fin son éstos:

6. Primero, Todo ser inteligente obra por algún fin i destina los seres no inteligentes.

7. Segundo, El fin es mejor que las cosas ordenadas a él. Por esso decimos que Dios es mejor que todas las cosas.

8. Tercero, La cosa que tiene mejor fin, es mejor. Por esso son mejores los hombres que las bestias, porque éstas tienen por fin servir al hombre128, i el hombre a Dios129.

9. Quarto, Lo que está más cerca del fin, es mejor: como respeto de Dios el hombre de virtud heroica comparado con el ordinariamente virtuoso.

10. Quinto, Entre los que pretenden un mismo fin, deve preferirse el más proporcionado para su logro. Desta suerte Cicerón, en la oración por la Lei Manilia, provó que Pompeyo el Grande devía ser elegido generalíssimo para la guerra mithridática. Lo mismo deve decirse de la elección de los medios

11. Esto baste en quanto a la causa final, la qual a veces suele ser la misma que la eficiente. En Dios nadie lo duda, siendo principio i fin de todas las cosas. De los deleites lo dijo hermosamente Sant-Iago130: «¡De dónde vienen guerras i batallas entre vosotros! ¿No es por ventura de aquí? ¿De uestros deleites que militan en uestros miembros? Apetecéis i no tenéis; matáis i embidiáis, i no podéis alcanzar; pleiteáis i guerreáis; i no tenéis porque no pedís; pedís i no recibís, porque pedís mal para gastarlo en uestros deleites».




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Capítulo XIV

De la causa material


1. La causa material, o materia, es aquella de que se hace algo; como el oro es materia de la moneda. La materia de las artes son propiamente sus preceptos; aunque comúnmente llaman materia a las cosas de que tratan, deviendo llamarlas sugeto.

2. Por la materia aconsejamos o dissuadimos que en algún lugar se fabriquen las naves por la abundancia, o falta que ai de madera, que es su materia. Por la causa material congeturamos que alguno hizo algo, porque tenía materia para hacerlo; o que no lo hizo, porque le faltava. Por la misma se hacen algunas definiciones, como ésta de muchos filósofos antiguos: Animal insecto es el que se procrea de cuerpo podrido. Por estas mismas causas sesueltan las qüestiones de qualidad. Assí por la materia se conoce si la moneda está adulterada o no.




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Capítulo XV

De la causa formal


1. Causa formal, o forma, es aquello por lo qual la cosa es lo que es i se distingue de todo lo demás. El oficio de la forma es informar la cosa, esto es, darle manera de ser, i por esso se dijo forma; i también distinguir cada cosa de todas las demás, i por esto se llamó diferencia, que se diría mejor causa della.

2. La forma es en dos maneras. Una interna, íntima i natural, que es la que da el ser a la cosa, como la forma del hombre, que por razón i revelación sabemos que es el alma racional; la del cavallo, la del fuego i la de otras cosas que no sabemos lo que es; i por esso ai tantas disputas. Otra forma es exterior, sugeta a la vista i al tacto, que es la hechura de la cosa, como la forma de la nave, del cuerpo humano, del vestido.

3. Por este lugar de argumentar i de persuadir, alabó Cicerón al hombre131, pues por su alma, que es su forma, es racional i por ella se diferencia de los demás animales. Por la misma causa provó que los hombres tienen con Dios una como sociedad; i, en efeto, dijo el Profeta Oseas132 que Adán (en quien estava encabezado el género humano) hizo pacto con Dios. Por la misma causa se alaban o desprecian los edificios, pues por la diversidad de su forma se dice que son más o menos permanentes; más o menos hermosos. También por la forma exhortamos o dissuadimos.

4. Por ella congeturamos que una cosa no puede servir para otra, como el cuchillo o hachuela para cortar un gran madero, siendo mejor la sierra. Las qüestiones de qualidad se resuelven por este lugar de argumentación. Assí se dice que la ciudad estará más bien defendida haciendo un baluarte de una forma, que si se hace de otra.

5. Los axiomas de la forma son los siguientes:

6. Primero, Donde no está la forma, no está la cosa formada. Assí no a¡hombre si el alma está separada de su cuerpo.

7. Segundo, Todas las cosas vivientes obran por la forma que tienen; i tanto más obran, quanto más contribuye su forma. Pero la dificultad está en conocer qué es lo que es la forma que da vida.

8. Los argumentos sacados de las causas son a propósito para todo género de qüestión, i principalmente para la deliberación i congetura; porque en todas las deliberaciones se suelen buscar dos cosas, si conviene i si se puede hacer. Lo primero se explica por el fin; lo segundo, por las causas eficientes i materiales. Valióse diestramente del argumento de las causas Lautaro, mozo mui valiente, exhortando i animando assí con gran eficacia a sus naturales los araucanos, ya casi vencidos de los españoles133:


¡O ciega gente del temor guiada,
A do bolvéis los temerosos pechos,
Que la fama en mil años alcanzada,
Aquí perece, i todos uestros hechos!
La fuerza pierden hoi jamás violada
Uestras leyes, los fueros i derechos.
De señores, de libres, de temidos,
Quedáis siervos, sugetos i abatidos.
    Mancháis la clara estirpe i decendencia,
I engeréis en el tronco generoso
Una incurable plaga, una dolencia,
Un deshonor perpetuo ignominioso.
Mirad de los contrarios la impotencia,
La falta del haliento i el fogoso
Latir de los cavallos, las hijadas
Llenas de sangre i de sudor bañadas.
    No os desnudéis del hábito i costumbre,
Que de nuestros abuelos mantenemos;
Ni el araucano nombre, de la cumbre
A estado tan infame derribemos.
Huid el grave yugo i servidumbre.
Al duro hierro osado pecho demos.
¿Por qué mostráis espaldas esforzadas,
Que son de los peligros reservadas?
    Fijad esto que digo en la memoria,
Que el ciego i torpe miedo os va turbando.
Dejad de vos al mundo eterna historia,
Uestra sugeta patria libertando.
Bolved, no rehuséis tan gran vitoria;
Que os está el hado próspero llamando.
A lo menos firmad el pie ligero,
A ver cómo en defensa uestra muero.



9. En las congeturas también se atienden dos cosas, si alguno quiso i si pudo. La voluntad se colige del fin; la potencia, de las causas eficientes, principalmente de las ayudantes.




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Capítulo XVI

De los efetos, o cosas consiguientes


1. Efetos son las cosas que provienen de las causas, como el calor del fuego. I por esso ai tantos efetos como causas, porque causas i efetos son relativos, i no puede considerarse lo uno sin lo otro.

2. Los efetos del hombre son todos sus hechos i también sus dichos, porque son hechos de quien los dice. I assí de los dichos inferimos muchas cosas.

3. Los efetos de las cosas naturales, como de las hierbas, de los metales, de las medicinas, son las que comúnmente llamamos propiedades.

4. Los efetos de las passiones son las virtudes i los vicios; los de las acciones virtuosas, el buen egemplo, la admiración, las alabanzas, la fama; los de las viciosas, el mal egemplo o escándalo, la admiración junta con aversión, el vituperio, la deshonra. Los efetos se tratan atendiendo a tres tiempos, presente, passado i venidero; qué se hace, qué se hizo, qué se hará. Qué se dice, qué se dijo, qué se dirá. Qué sucede, qué sucedió, qué sucederá.

5. Los axiomas de los efetos son los siguientes:

6. Primero, Cessando la causa, cessa el efeto. Assí, apagado el fuego, deja de quemar.

7. Segundo, El efeto positivo tiene causa positiva: como la criatura al Criador.

8. La perfección o imperfección del efeto arguye la de su causa. Assí dice un refrán: Qual es el don, tal es el dador. I otro: Dádiva de ruin a su dueño semeja.

9. La relación que las causas tienen con los efetos i los efetos con las causas, hace que se comuniquen las alabanzas o vituperios. Assí se alaban o se vituperan los inventores por las cosas inventadas, i las cosas inventadas por los inventores: Apeles por sus pinturas, i éstas por Apeles.

10. El orden de las causas es en dos maneras: uno de creación, que se llama génesis, en el qual la primera causa es la materia; la segunda, la eficiente; la tercera, la forma; la última, el fin.

11. Otro, de resolución, que se llama análisis, en el qual la primer causa es el fin; la segunda, la forma; la tercera, la eficiente; la última, la materia. Esto es según el modo de filosofar recibido en las escuelas.

12. Si consideramos las operaciones exteriores de Dios: en la creación, su bondad es la causa eficiente; su gloria, la final; materia i forma no las huvo porque Dios las crió, esto es, las hizo de nada. En las cosas criadas, su bondad es la causa conservadora; la materia, o cosa conservada, no puede considerarse como causa. Su gloria es también la causa final. I no se puede considerar otra especie de causa, sino la voluntaria i libre, excluyendo la instrumental, porque antes de los seres no pudo aver instrumentos, i mucho menos proporcionados para obra tan grandiosa qual es el universo, cuya grandeza está publicando que solamente fue obra del todo poder de Dios.




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Capítulo XVII

De los sugetos i adjuntos


1. Los sugetos i los adjuntos son entre sí relativos, como las causas i los efetos. Sugetos son los que sugetan i son como fundamento de los adjuntos, los que se añaden a los sugetos.

2. Ai tres géneros de adjuntos. Porque, o están en la misma cosa, unas veces pegados a ella, como las letras al papel; otras, sobrepuestos, como los vestidos; i entonces también se dicen accidentes, aunque en sí sean sustanciales i capaces de ser sugetos de otros accidentes; o se trata de ellos, i se llaman obgetos; o solamente circunstancian la cosa, i se llaman circunstancias. En estos tres géneros pondré algunos egemplos de los sugetos a los adjuntos, i de los adjuntos a los sugetos.

3. Del primer modo decimos que el ánimo es sugeto de las passiones i de las virtudes i vicios, cuyos adjuntos, o accidentes, se llaman bienes i males del ánimo, por los quales se alaban i se vituperan los hombres.

4. El cuerpo también se considera como sugeto de la quantidad i de sus bienes, que son la robustez, la sanidad, la agilidad i la hermosura; como sus males, la debilidad, la enfermedad, la lentitud i la fealdad.

5. Los lugares también se consideran como sugetos donde nacen, o se encuentran las mercaderías que se suelen alabar, como el cacao de Soconusco, el vidriado de la China.

6. Por esta argumentación de los sugetos i adjuntos, persuadimos, que pues el alma es inmortal, se deven practicar las virtudes para que la vida que ha de tener el alma sea siempre feliz, para cuya felicidad perdurable son medios las virtudes.

7. Por las señales del semblante, principal parte exterior del cuerpo, infieren los médicos la buena o mala salud.

8. A esta argumentación se refieren también las afecciones propias de los animales, como el reír del hombre, el ladrar del perro, el relinchar del cavallo, el bramar del buei, el balar de la oveja, el maullar del gato, el rebuznar del asno, el ahullar del lobo, el gruñir del puerco, el arruar del javalí, el gañir de la zorra, el silvar de la serpiente, el cacarear de la gallina, el cloquear de la clueca, el piar del pollo, el graznar del ansar, el gruir de la grulla, por cuyas propiedades se saca argumento de los sugetos de ellas.

9. También se descriven muchas cosas por los adjuntos, principalmente quando se ignora su propia naturaleza i virtud; i desta suerte Plinio, Dioscórides i Francisco Hernández, descrivieron muchas hierbas.

10. Atendiendo al segundo modo de adjuntos, decimos que la vista tiene por objeto a los colores; el oído, al sonido; el olfato, al olor; el gusto, al sabor; el tacto, lo que es macizo. La gramática tiene por obgeto las partes de la oración respectivamente ordenadas según las reglas del arte. Todas las virtudes i vicios tienen sus objetos: la prudencia, el modo de ordenar las acciones humanas; la justicia, la distribución de las cosas que pertenecen a cada uno; la fortaleza, los peligros en quanto conducen para conseguir algún bien que deva preferirse al mal físico que por ellos se puede recibir; la templanza, la medida honesta en los deleites lícitos.

11. Al tercer modo de adjuntos pertenecen las cosas que circunstancian, como el vestido, el aparato, el acompañamiento.

12. Las circunstancias de las cosas son cinco: persona, causa, lugar, tiempo i modo.

13. Persona propiamente hablando es un supuesto inteligente; pero, aunque solamente el ser racional merece el nombre de persona, aquí se toma estendidamente por qualquier viviente, o cosa a la qual por algún género de proporción se puedan aplicar muchos o pocos atributos de la persona, los quales iremos explicando. I primeramente en la persona se considera si es agente, o paciente; libre, o esclava; padre, o hijo; pariente, o estraño; magistrado, o privado134.

14. Los atributos de la persona son: la nación, la patria, el linage, que comprehende los padres i mayores; el nacimiento, el sexo, el nombre, la edad, la dignidad o condición, las inclinaciones, la educación, los bienes del ánimo, los del cuerpo, los externos, las acciones, los dichos, la muerte.

15. La nación acuerda las costumbres más freqüentes de los que la componen. Es mui digno de leerse lo que escrivió don Diego de Saavedra135, el qual, después de aver propuesto algunas opiniones sobre la diversidad de las inclinaciones según los climas, añadió lo siguiente: «Los españoles aman la religión i la justicia; son constantes en los trabajos; profundos en los consejos, i assí tardos en la egecución; tan altivos, que ni los desvanece la fortuna prospera, ni los humilla la adversa. Esto que en ellos es nativa gloria, i elación de ánimo, se atribuye a sobervia i desprecio de las demás naciones, siendo la que más bien se halla con todas i más las estima, i la que más obedece a la razón i depone con ella más fácilmente sus afectos o passiones.

16.» Los africanos son astutos, falaces, supersticiosos, bárbaros que no observan alguna diciplina militar.

17.» Los italianos son advertidos i prudentes. No ai especie, o imagen de virtud, que no representen en su trato i palabras para encaminar sus fines i conveniencias. Gloriosa nación, que antes con el imperio temporal i agora con el espiritual domina el mundo. No son de menor fortaleza para mandar que para saber obedecer. Los ánimos, los ingenios, grandes en las artes de la paz i de la guerra. El ser mui juiciosos los hace sospechosos en su daño i en el de las demás naciones; siempre recelosos de las mayores fuerzas, i siempre estudiosos en librallas. No se empuña espada, o se arbola pica en las demás provincias, que en la fragua de Italia no se aya forjado primero i dado filos a su acero, i aguzado su hierro.

18.» En Alemania la variedad de religiones, las guerras civiles, las naciones que militan en ella han corrompido la candidez de sus ánimos i su ingenuidad antigua; i, como las materias más delicadas, si se corrompen, quedan más dañadas, assí donde ha tocado la malicia estrangera, ha dejado más sospechosos los ánimos i más pervertido el buen trato. Falta en algunos la fe pública. Las injurias i los beneficios escriven en cera; i lo que se les promete, en bronce. El horror de tantos males ha encruelecido los ánimos; i, ni aman, ni se compadecen. No sin lágrimas se puede hacer paralelo entre lo que fue esta ilustre i heroica nación i lo que es, destruida no menos con los vicios que con las armas de las otras. Si bien en muchos no ha podido más el egemplo que la naturaleza; i conservan la candidez i generoso trato de sus antepassados, cuyos estilos antiguos muestran en nuestro tiempo su bondad nobleza. Pero, aunque está assí Alemania, no le podemos negar que generalmente son más poderosas en ella las buenas costumbres que las buenas leyes. Todas las artes se egercitan con gran primor. La nobleza se conserva con mucha atención, de que puede gloriarse entre todas las naciones. La obediencia en la guerra i la tolerancia es grande, los corazones animosos i fuertes. Hase perdido el respeto al imperio, aviendo éste, pródigo de sí mismo, repartido su grandeza entre los príncipes i dissimulado la usurpación de muchas provincias i la demasiada libertad de las ciudades libres, causa de sus mismas inquietudes por la desunión deste cuerpo poderoso.

19.» Los franceses son corteses, afables i belicosos. Con la misma celeridad que se encienden sus primeros ímpetus, se apagan Ni saben contenerse en su país, ni mantenerse en el ageno; impacientes i ligeros. A los ojos son amables; al trato, insufribles, no pudiéndose conformar la viveza i libertad de sus acciones, con el sossiego de las demás naciones. Florecen entre ellos todas las ciencias i las artes.

20.» Los ingleses son graves i severos, satisfechos de sí mismos; se arrojan gloriosamente a la muerte, aunque tal vez suele movellos más un ímpetu feroz i resuelto que la elección. En la mar son valientes; también en la tierra, quando el largo uso los ha hecho a las armas.

21.» Los hiberneses son sufridos en los trabajos. Desprecian las artes, jactanciosos de su nobleza.

22.» Los escoceses, constantes i fieles a sus reyes, aviendo hasta esta edad conservado por veinte siglos la corona en una familia. El tribunal de sus iras i venganzas es la espada.

23.» Los flamencos, industriosos, de ánimos cándidos i sencillos, aptos para las artes de la paz i de la guerra, en las quales da siempre grandes varones aquel país. Aman la religión i la libertad. No saben engañar, ni sufren ser engañados. Sus naturales blandos son metales deshechos que, elados, retienen siempre las impressiones de sus sospechas. I assí, el ingenio i arte del conde Mauricio los pudo inducir al odio contra los españoles; i con apariencias de libertad los redujo a la opressión en que hoi viven las Provincias Unidas.

24.» Las demás naciones setentrionales son fieras i indómitas. Saben vencer i conservar.

25.» Los polacos son belicosos, pero más para conservar que para adquirir.

26.» Los húngaros, altivos i conservadores de sus privilegios. Mantienen muchas costumbres de las naciones que han guerreado contra ellos o en su favor.

27.» Los esclavones son feroces.

28.» Los griegos, vanos, supersticiosos i de ninguna fe, olvidados de lo que antes fueron.

29.» Los asiáticos, esclavos de quien los domina i de sus vicios i supersticiones. Más levantó, i sustenta agora aquel gran imperio nuestra ignavia, que su valor; más nuestro castigo, que sus méritos.

30.» Los moscovitas i tártaros, nacidos para servir, acometen en la guerra con celeridad i huyen con confussión».

31. La patria, o es antigua o moderna; ilustre, o oscura; digna, o indigna de la persona que se quiere alabar o vituperar. Estevan de Bizancio, en su eruditíssima obra de las Palabras gentilicias, suele advertir dónde nacieron los hombres más ilustres de la antigüedad. La misma diligencia devemos a Suidas.

32. El linage, que comprehende a los antepassados, i especialmente a los padres, o es noble o plebeyo; i la persona de quien se trata, o le hace más esclarecido o le oscurece. San Matheo empezó su Evangelio diciendo que Jesu-Christo era hijo de David, para captar la benevolencia a los hebreos, acordándoles tácitamente las profecías que anunciavan al Messías decendiente de David136. En la mención del linage, es menester considerar qué merece i puede sufrir la persona que se alaba o se vitupera; i también sus parientes i los oyentes. En los linages suele aver cierta semejanza de costumbres, originada de la educación. Por esto dijo Saavedra137 que: «Fueron tenidos en Roma por sobervios los: Claudios, por belicosos los Cipiones i por ambiciosos los Apios i en España están los Guzmanes en opinión de buenos; los Mendozas, de apacibles; los Manriques, de terribles; i los Toledos, de graves i severos».

33. El nacimiento, se considera si fue regocijado, como el de san Juan Bautista138; o digno de compassión, como el de Moisés139.

34. El sexo suministra varios argumentos. Una grande empressa, como quando Judith cortó la cabeza a Holofernes140, merece mayor alabanza en una muger que en un varón. Una hechicería es más creíble en una mugercilla que en un hombre. El hurto es más verisímil en un hombre que en una muger. La facilidad en mudar de resolución es más de recelar en una muger que en un hombre. Ordinariamente los hombres son más graves, severos i silenciosos que las mugeres; i las Mugeres, más ligeras, más compassivas i parleras que los hombres, i más supersticiosas.

35. El nombre se divide en etimología i conjugación. La etimología es la interpretación verdadera del nombre. En la lengua hebrea i griega, todos los nombres propios tienen su etimología. Emmanuel significa Dios con nosotros141; Michael, ¿Quién como Dios todo poderoso?; Eneas, alabado; Alejandro, socorredor de hombres, o socorredor varonil; i assí los demás. En las lenguas latina i castellana, es mui freqüente la etimología en los nombres apelativos, assí se dice cónsul, quia consulit; governador, porque govierna.

36. Conjugación es la variación del verbo. I assí conjugados se dicen aquellos vocablos que, nacidos de un mismo principio, variamente se mudan, como de justo, justicia, justamente. Assí, si es loable la justicia, también lo será el justo i el obrar justamente. Si odioso el pecado, ¿por qué no el pecar i el pecador? Es mui verdadera i hermosa esta argumentación de Lope de Vega142 sacada de la conjugación:


    En loca vanidad pompa engañada,
Que en tantos males de su bien redunda,
Funda el hombre su vida mal fundada,
Sin que su fundamento le confunda.
Fundóse el hombre de la misma nada
Condenado a morir; pues, ¿en qué funda
Ser hombre, si es mortal; polvo, si es viento?
Si viento, nada, i nada el fundamento.



37. Los hebreo ponían nombre a sus hijos el día octavo143; los romanos, a sus hijas, el octavo de su nacimiento i, a sus hijos, el nono144; los christianos le recibimos el día del bautismo; de cuyas consideraciones nace la observación de diferentes derechos i conseqüencias que suministran muchos argumentos para la persuasión.

38. La edad se observa, si es capaz de malicia o no. I en cada una de las edades se notan las inclinaciones i las costumbres propias de ella. La infancia es tierna, flexible, ignorante i inocente; la niñez, ingenua, crédula i dócil; la mocedad, incauta, ardiente, fácilmente precipitada en los vicios; la juventud, briosa i altanera; la vegez, parlera, covarde i desconfiada. Vencer los vicios que suelen ser generales en las edades, merece alabanza mui singular; i caer en ellos, aunque se tenga poca discreción, es digno de vituperio.

39. La dignidad, o condición, es el estado que la persona tiene en la república, de libre o esclavo; ciudadano o estrangero; privado o magistrado; i acá pertenecen los ditados o títulos.

40. Las inclinaciones, se dice, si son buenas o malas; si uno es de genio apocado, o magnánimo; dado a la escasez, o a la superfluidad; aplicado a los buenos egercicios, o flojo. Las inclinaciones se conocen mejor antes que la razón empiece a manifestarse; i para conocerlas, aprovecha saber i notar lo que enseñó don Diego de Saavedra145: «Desde aquella edad es menester observar i advertir sus naturales, sin cuyo conocimiento no puede ser acertada la educación, i ninguna más a propósito que la infancia, en que desconocida a la naturaleza la malicia i la dissimulación, obra sencillamente i descubre en la frente, en los ojos, en la risa, en las manos i en los demás movimientos, sus afectos i inclinaciones. Aviendo los embajadores de Bearne alcanzado de don Guillén de Moncada que eligiessen a uno de dos niños, hijos suyos, para su príncipe, hallaron al uno con las manos cerradas i al otro abiertas; i escogieron a éste, arguyendo de aquello su liberalidad, como se esperimentó después. Si el niño es generoso i altivo, serena la frente i los ojuelos, i risueño oye las alabanzas, i los retira entristeciéndose si le afean algo. Si es animoso, afirma el rostro i no se conturba con las sombras i amenazas de miedos. Si liberal, desprecia los juguetes i los reparte. Si vengativo, dura en los enojos i no depone las lágrimas sin la satisfación. Si colérico, por ligeras causas se comueve, deja caer el sobrecejo, mira de soslayo i levanta las manecillas. Si benigno con la risa i los ojos grangea las voluntades. Si melancólico, aborrece la compañía, ama la soledad, es obstinado en el llanto i difícil en la risa, siempre cubierta con nubecillas de tristeza la frente. Si alegre, ya levanta las cejas i, adelantando los ojuelos, vierte por ellos luces de regocijo; ya los retira i, plegados los párpados con graciosos dobleces, manifiesta por ellos lo festivo del ánimo. Assí las demás virtudes o vicios traslada el corazón al rostro i ademanes del cuerpo, hasta que más advertida la edad los retira i cela». Hasta aquí este insigne político, cuya dotrina es provechosa para enderezar en la infancia las inclinaciones viciosas i mejorar las buenas, vituperando aquéllas i alabando éstas.

41. La educación ofrece abundante materia para las alabanzas i congeturas. En una parte de ella se puede considerar la crianza, o mantenimiento corporal, el reglamiento en la comida i bevida, i la especie de las viandas; en la otra, la instrucción, i en qué género de govierno ha sido, si en el monárquico, o en el aristocrático, o en el democrático; que arte profesó; qué maestros tuvo; i cómo usó de todos estos instrumentos de perficionar el cuerpo i regular el ánimo.

42. Los bienes del ánimo son los que principalmente vienen en consideración, como el entendimiento, el juicio, la memoria, las ciencias i las virtudes morales; o sus contrarios los males del ánimo, como la tontedad, la indiscreción, la falta de memoria, la impericia i los vicios morales. I éstas son las más abundantes fuentes para alabar i vituperar.

43. Los bienes del cuerpo ya se dijo en otra parte, que son la robustez, la salud, la agilidad i la hermosura; i al contrario, son males del cuerpo la debilidad, la enfermedad, la dificultad en el movimiento i la fealdad.

44. Los bienes externos son, la buena muger, o marido, los hijos bien educados, los parientes honrados i honrosos, los amigos fieles, las riquezas en dinero, heredades, ganados, naves, mercaderías preciosas, poblaciones i reinos.

45. Las acciones se considera, si son honestas o indecorosas. Después se atienden tres cosas. La primera, los antecedentes, que son todo aquello que precedió al hecho, como disposición, o medio para él: como las preparaciones que hizo; la persona con quien habló; de quién se aconsejó; por dónde passó; dónde estuvo. La segunda, son las cosas que acompañan a la acción, como las palabras que se digeron, los gritos que se oyeron, las acciones que huvo. La tercera, las cosas consiguientes, que son las que sucedieron después de la acción, como si el que la hizo, huyó, si se escondió, si se turbó, si prometió algo para que no le descubriessen, si se glorió de la acción, si se arrepintió de ella. I se considera también la misma cosa hecha, que suele ser un testigo incontrastable.

46. Los dichos, se considera, si son graciosos, o desagradables; sabios, o necios; prudentes, o imprudentes; decorosos, o indecorosos, útiles, o dañosos; dignos de alabanza, o de vituperio.

47. La muerte, se dice, si fue correspondiente a la vida, o no. Si fue christiana, merece la mayor alabanza; i, si no, el mayor vituperio.

48. Hasta aquí hemos tratado de los atributos de las personas; i para amplificar por ellos, quando conviene, importa mucho tener presente la idea perfeta de las obligaciones de cada persona qualificada, para ver i cotejar, si la que uno quiere alabar, o vituperar, ha cumplido, o cumple con ellas, o no. Si esta división de personas qualificadas, esto es, según sus varios estados, o empleos, huviera de hacerse con toda extensión, se formaría un largo catálogo; i de las justas ideas de dichas personas, se podría componer una junta de libros, o de piezas instructivas de grande utilidad. Señalaré algunos egemplos para que muevan a los letores a poner en esto mayor diligencia.

49. Qualquiera persona, o es hombre, o muger; aquél, o casado, o soltero; o padre, o hijo; i ésta, assí mismo. En quanto a los egercicios necessarios para la vida humana, i su conservación, o el hombre es labrador, o pastor, o artesano, o soldado; por lo respectivo a la sociedad civil, o amo, o criado; o rei, o súbdito; o ministro público, o particular. I finalmente en orden a la religión, o christiano, o infiel; i el christiano, o seglar, o eclesiástico.

50. Supuesta la referida división de personas qualificadas por sus estados i empleos, de muchos de los quales dio ideas mui perfetas el dotor Benito Arias Montano en su Lección christiana elegantemente traducida por su eruditíssimo dicípulo Pedro de Valencia; brevemente diré que de las obligaciones de los hombres trató excelentemente Marco Tulio Cicerón en sus tres eloqüentíssimos libros de Officiis, de las obligaciones del hombre de bien, que tradujo en romance castellano Francisco Thamara, con habilidad inferior al mérito de la obra, que es una de las más útiles de la antigüedad. Del mismo assunto, aunque con diferente título, trató Juan Costa en su Regidor, o Ciudadano.

51. De la obligación del marido escrivió sabiamente Juan Luis Vives un libro utilíssimo; i también otros tres de la muger christiana, que tradujo en lengua castellana Juan Justiniano; en el primero de los quales trató Vives de las vírgenes; en el segundo, de las casadas; i en el tercero, de las viudas De los mancebos, casados i viudos escrivió frai Francisco de Ossuna en su Norte de los estados. El maestro frai Luis de León dio una admirable idea de la Perfeta casada; i don Pedro Vélez de Guevara tradujo en español la obrilla intitulada, Buena monja, que escrivió el cardenal Contareno a Julia i Emilia, monjas, hermanas del cardenal Mafeo.

52. De la buena educación de un niño noble escrivió unos juiciosos apuntamientos Martín Mendoza de Pina i Proenza, elegantemente traducidos en lengua castellana, i dignos de que los publiquen sus traductores don Pedro Andrés Burriel i don Antonio Pasqual i García, a quienes alabaría yo devidamente, si no tuviera respeto a la modestia del uno i del otro, ni lo impidiera la estrecha amistad que tengo con entrambos, que pudiera dar ocasión a que parecieran sospechosas sus bien merecidas alabanzas; añadiéndose el parentesco con el segundo, que con especialidad me obliga al silencio.

53. El oficio de labrador i pastor está doctamente escrito por Gabriel Alonso de Herrera, segundo Columela español.

54. Las obligaciones especiales de los oficiales o artesanos, siendo tan varias, no son propias del assunto desta obra. La obligación general es la decente aplicación a las artes útiles, junta con la piedad christiana, cuyo respeto explicó mui bien el nunca bastantemente alabado Benito Arias Montano.146

55. La obligación del soldado está bien ideada, aunque con alguna proligidad, por don Francisco Ventura de la Sala i Abarca en su libro intitulado, Después de Dios la primera obligación; del sargento mayor escrivió don Sancho de Londoño; del perfeto capitán don Diego de Álava i Beamonte; i del perfeto artillero Julio César Firrufino.

56. Representó bien las obligaciones de los amos i las de los criados el abad Claudio Fleuri, cuyo libro, escrito en francés, tradujo mui bien en español mi amigo don Manuel Martínez Pingarrón, bibliothecario del rei. I singularmente del estilo de servir a príncipes escrivió con acierto don Miguel Yelgo de Bázquez. Don Luis Milán escrivió su Cortesano queriendo imitar el del conde Balthasar Castellón, i representó la corte del duque de Calabria i de la reina Germana en Valencia, poniéndose por obgeto que: «El cortesano ha de ser padre de la verdad, hijo del modo, hermano de la crianza, pariente de la gravedad, varón con lei, amigo de limpieza i enemigo de pesadumbre».

57. Las obligaciones del rei están escritas con gran juicio i primorosa eloqüencia por Isócrates, en la oración de la governación del reino, que dirigió a Nicocles rei de Chipre; i en la de Dión Chrisóstomo de la instrucción del príncipe, i de las partes i calidades, que ha de tener el perfeto rei; i en la instrucción que dio Agapeto al emperador Justiniano del oficio i cargo de rei, todas las quales piezas tradujo bien de la lengua griega en la española el secretario Diego Gracián; i assí mismo la Historia de Ciro, que compuso Genofonte, o por mejor decir, la idea de un perfeto rei, cuyas obligaciones vemos también escritas con gran juicio i agradable estilo en las Empressas políticas de don Diego de Saavedra Fajardo.

58. El mismo Saavedra dio excelentes ideas de los ministros.147 Al maestro frai Juan Márquez devemos la del governador christiano, i a Fadrique Furió Ceriol i a don Lorenzo Ramírez de Prado, la del consegero.

59. El oficio de los súbditos está mui bien descrito en la oración de Isócrates en persona de Nicoles, también traducida por el secretario Gracián.

60. De las obligaciones del christiano ningún libro español me agrada tanto, como la Lección christiana de Arias Montano; i conocidas ellas, fácilmente se sabe quién es infiel.

61. Últimamente la idea del eclesiástico se halla, no sólo en la ya alabada Lección christiana, sino también en los libros de los oficios de san Ambrosio, que tradujo en español el secretario Gracián.

62. La causa es la segunda de las circunstancias. Ella es la que incita a la acción con esperanza de comodidad, o temor de incomodidad; o es el fin de la acción, como castigar el padre al hijo, el maestro al dicípulo, el dueño al esclavo, con el fin de la enmienda; o maltratar a otro con injuria148. Téngase presente la dotrina de las causas ya explicada.

63. El lugar, que es otra circunstancia, conduce mucho para la persuasión, como si es montuoso, o llano; marítimo, o mediterráneo; cultivado, o no cultivado; freqüentado, o desierto; profano, o sagrado; privado, o público; seco, o aguanoso; cercano, o remoto; pertrechado, o desmantelado; oportuno para egecutar las intenciones, o contrario para este fin; dentro, o fuera. Assí dijo Claudio Saturnino149, que el lugar hace que un mismo delito sea, o hurto, o sacrilegio, i digno de castigarse con pena capital, o menor.

64. El tiempo, o se considera passado, o presente, o venidero. En el tiempo passado alabamos las cosas, que se mantuvieron contra las injurias de muchos años para admiración de los venideros; o apocamos aquellas que por la vegez descaecieron. Celebramos las hazañas passadas conservadas por los escritos, o por la tradición; o tenemos por increíbles las que no vemos, i son contrarias a la verisimilitud, contándolas entre las fabulosas. Acordamos lo que poco ha passó para que se conserve la estimación de las cosas honestas; i vituperamos las torpes de que solamente queda una memoria infame.

65. En el tiempo pressente i venidero se trata lo que se está haciendo, o se quiere hacer, o bien con presteza, o con tardanza. La circunstancia del tiempo aumenta o disminuye los delitos, como el hurto cometido de noche, o de día.150

66. Las partes del tiempo son, siglo, año, mes, semana, noche, día, hora, minuto, momento, instante, ahora, poco ha, antes, antiguamente, de aquí a poco, después, en adelante. La eternidad ni es parte, ni todo del tiempo; porque es una duración de la cosa permanente, invariable, i absolutamente independiente; i por esso únicamente se halla en Dios ser necessario.

67. El tiempo sirve mucho para mover los afectos. A él pertenece la ocasión, que es parte del tiempo, en que ai oportunidad proporcionada para hacer, o no hacer alguna cosa: como tiempo de calor, o de frío; días de trabajar, o de fiesta; de juegos públicos, de miesses, de vendimia, de bodas, de nacimientos, de entierros, de grandes celebridades, de paz, o de guerra; i por decirlo en una palabra, qualquier tiempo concurrente con alguna circunstancia que facilite algo; i por esso suele decirse, La ocasión hace al ladrón; En arca abierta el justo peca; Puerta abierta al santo tienta; El fuego cabe la estopa no está bien. Admirablemente ponderó la circunstancia de la ocasión el maestro frai Luis de León en su Canción a Jesu-Christo crucificado.


A buen tiempo he llegado;
Pues es quando tus bienes
Repartes con el nuevo Testamento.
Si a todos has mandado,
Quantos presentes tienes;
También ante tus ojos me presento.
I quando en un momento
A la Madre Hijo mandas;
Al dicípulo, Madre;
El Espíritu, al Padre;
Gloria, al ladrón;
¿Cómo entre tantas mandas
ser mi desgracia puede
Tanta, que solo yo vacío quede?



68. El modo es la última de las circunstancias. Se deve considerar cómo se hace algo, con prudencia, o sin ella; con atención i diligencia; o sin atender, ni aplicarse; a escondidas, o manifiestamente; con arte, o sin ella; con sencillez, o con engaño. I también, en la omissión i silencio, se observa el modo de omitir i de callar.

69. Como qualquiera ser puede considerarse como sugeto o adjunto; los sugetos i adjuntos, de que hemos tratado hasta aquí, ofrecen mayor facilidad para persuadir, que las causas i los efetos; porque, aunque las causas son más ciertas, muchas veces son ocultas; pero los adjuntos se vienen a los ojos i nos sirven de indicios para prueva de las cosas. I por esso las representamos más vivamente. Pongo por egemplo lo que precede a un homicidio, la disposición para él, los coloquios, el lugar, el tiempo destinado para él; lo que sucede en el mismo delito, como el ruido de los pies, la gritería, los lamentos, los gemidos; i las cosas que se siguen, como la amarillez del delinqüente, el temblor, el rubor, el titubear en las preguntas.

70. Por los adjuntos adivinan los astrólogos el viento, la lluvia, la serenidad; los cazadores observan el uzmar de los perros i el rastro de la caza; los jueces sospechan. Muchas cosas destas, que cada una de por sí parece que no es bastante para causar alguna opinión, juntas hacen evidencia i totalmente persuaden. Finalmente el campo de los adjuntos es el más fecundo que puede aver para circunstanciar las cosas; de manera que sin salir de la rhetórica, si quisiéramos referir los adjuntos del estilo, solamente con los nombres de ellos llenaríamos muchas páginas, por ser más de seiscientas: como se verá en mi libro de la variedad de los estilos.




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Capítulo XVIII

De los comparados


1. El argumento sacado de los comparados tiene lugar, quando dos, o más cosas se cotejan en algo, como: Si sufristes cosas mayores, sufrid ésta menor. El que levantó diez arrovas, levantará cinco. Ai tres géneros de comparación: De igualdad, de mayoría i de menoridad.

2. Iguales son las cosas que no se exceden. Sus axiomas son estos.

3. Primero, Lo que vale en una cosa, vale en su igual. Desta suerte dijo Judith a Ozías i a los presbíteros de Bethulia151. «Assí como lo que he podido hablar, conocéis que es de Dios; assí lo que he dispuesto hacer, examinad si es de Dios; i orad para que confirme Dios mi resolución». I san Pablo escriviendo a los de Éfeso152: «Las mugeres estén sugetas a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la muger, como Christo es cabeza de la Iglesia, i es el que salva su cuerpo. Pero, como la Iglesia está sugeta a Christo, assí también lo estén las mugeres a sus maridos en todas las cosas».

4. Segundo, Lo que no vale en una cosa, no vale en la otra. Este axioma es consiguiente del antecedente: porque la dotrina de las cosas contrarias es una misma, supuesta la contrariedad. I assí quien no puede matar a otro, no puede matarse a sí, porque la razón es una misma; pues, si uno no es dueño de la vida agena, porque es de Dios; tampoco lo es de la propia, porque es del mismo Dios.

5. Cosa mayor llaman los dialécticos i rhetóricos, siguiendo a Aristóteles153, no a lo que realmente es mayor, sino a lo que parece que tiene mayor fuerza para provar i persuadir. Esta argumentación procederá siempre negando. I assí es axioma suyo:

6. Lo que no vale en lo más, no valga en lo menos; como, Sansón con todas sus fuerzas no podría hacer esto: luego ni tú, que las tienes menores.

7. Menor se llama, según el mismo Aristóteles154, aquello que tiene menor fuerza para provar i persuadir. Si venciste a Hércules, vencerás a un pigmeo. I el capitán Francisco de Aldana escriviendo al dotor Benito Arias Montano sobre la contemplación de Dios, i los requisitos della.


   Puede del sol pequeña fuerza ardiente
Desde la tierra alzar graves vapores
A la región del aire allá eminente:
    I tantos celestiales protectores
Para subir a Dios alma sencilla
¿Vernán a egercitar fuerzas menores?



8. El axioma de lo menos es: Lo que vale en lo menos, valga en lo más. Assí dijo Lactancio Firmiano.155 «Arquímedes Siciliano en un cóncavo metal pudo maquinar la semejanza i figura del mundo; en el qual de tal manera compuso el sol i la luna, que hiciessen movimientos iguales i semejantes a los celestiales con sendas conversiones a manera de días; i que aquella esfera con su revolución no sólo representasse los acercamientos i retiramientos del sol, o las crecientes i menguantes de la luna, sino también las desiguales carreras de las estrellas, o fijas, o errantes; i Dios ¿no pudo maquinar, i hacer efectivamente, i con realidad lo que la solercia del hombre pudo simular con la imitación?

9. A la comparación pertenecen la semejanza i desemejanza; bien que con esta diferencia, que la comparación prueva i persuade; pero la semejanza o desemejanza no prueva; aunque por alguna aparencia de razón puede persuadir: o por mejor decir, persuade la honestidad, o utilidad de lo mismo, que se dice con semejanza; pero ella solamente adorna, como se ve en ésta de don Luis de Góngora.


    Como consulta la dama
Con el espejo su tez:
¿No consultará una vez
Con la honestidad su fama?



10. En el lenguaje común suelen confundirse los nombres de la comparación i de la semejanza; i en este sentido dijo santa Theresa de Jesús156: Las comparaciones no es lo que passa, mas sácanse dellas otras muchas cosas, que pueden passar. La causa por la qual persuaden las semejanzas es, porque adornan mucho la oración, i todo adorno suele ser agradable; i como en cierta manera se une con lo que se quiere persuadir, lo hace más acetable, como quando dice el maestro frai Luis de León157: «Sabida cosa es que quando la muger asiste a su oficio, el marido la ama, i la familia anda en concierto, i aprenden virtud los hijos; i la paz reina i la hacienda crece. I como la luna llena en las noches serenas se goza, rodeada, i como acompañada de claríssimas lumbres, las quales todas parece que avivan sus luces en ella, i que la remiran i la reverencian; assí la buena en su casa reina, i resplandece, i convierte a sí juntamente los ojos i corazones de todos. El descanso i la seguridad la acompaña a donde quiera que endereza sus pasos; i a qualquiera parte que mira, encuentra con el alegría i con el gozo. Porque si pone en el marido los ojos, descansa en su amor; i si los buelve a sus hijos, alégrase con su virtud; halla en los criados bueno i fiel servicio; i en la hacienda, provecho i acrecentamiento; i todo le es gustoso i alegre; como al contrario a la que es mala casera, todo se le convierte en amargura, como se puede ver por infinitos egemplos».

11. La semejanza, como se ve, es argumento rhetórico i no dialéctico. Es admirable la de una virgen a una rosa, bien observada por el docto Catulo158, i mui bien expresada por el dulcíssimo poeta don Estevan Manuel de Villegas.159


Como rosa que nace
En el jardín cercado,
No sugeta al arado,
Ni al ganado que pace,
Cuyo primer aumento,
El sol, el agua, el viento,
Crece, cría, i halaga,
Con cuya vista paga
Del dueño amado el celo,
A quien promete el Cielo
De piedad cada día
Christal que la rocía:
Que mientras no es tocada,
Crece su lozanía,
I es de todos amada:
Mas si en agena mano
Pierde el lustre lozano,
I a desdecir comienza
La nativa vergüenza,
Al passo que es amada,
Viene a ser desdeñada:
Assí la virgen bella,
En tanto que es doncella,
Es de todos querida
Con el alma i la vida:
Mas quando se ve falta
De dignidad tan alta:
Si busca quien la quiera,
Es más aborrecida,
Que ponzoñosa fiera.



12. La semejanza puede ser verdadera o fingida. Verdadera, como esta de santa Theresa de Jesús160: «Está el alma como un niño, que aún mama, quando está a los pechos de su madre, i ella sin que él paladee, échale la leche en la boca por regalarle; ansí es acá, que sin trabajo del entendimiento, está amando la voluntad, i quiere el Señor que sin pensarlo entienda que está con él, i que sólo trague la leche, que su Magestad le pone en la boca, i goce de aquella suavidad, que conozca le está el Señor haciendo aquella merced, i se goce de gozarla». Egemplo de semejanza fingida es el siguiente de don Diego de Saavedra161: «Siembra Medea (para disponer el robo del vellocino) dientes de sierpes en Colcos, i nacen esquadrones de hombres armados, que batallando entre sí, se consumían. Siembran algunos príncipes (Medeas dañosas del mundo) discordias entre los príncipes, i cogen guerras, i inquietudes en sus estados». Isopo, Locinan i san Cirilo enseñaron la filosofía moral por medio de semejanzas, i por esso es tan agradable.

13. La semejanza sirve mucho para la amplificación, como se puede observar en la siguiente, con que el capitán Francisco de Aldana queriendo hacer ver las potencias del alma alborotadas, i luego sossegadas, representó con una vivíssima hipotiposis la semejanza de un egército puesto en arma, i repentinamente recogido con gran quietud.162 Es semejanza digna de admiración.


¿Vistes alguna vez en la campaña
Egército español, fiero i lozano,
Quando la noche con sus alas negras
Esparce por el aire tenebroso Silencio,
sueño, miedo i sobresalto?
¿Vístesle estar durmiendo, i reposando
Debajo la despierta vigilancia
De la real nocturna centinela,
Que está con recatado azoramiento
Mirando al derredor por sí i por otros?
La qual echando el ojo atento i firme,
Retificando con la oreja atenta,
Descubre, o le parece que columbra
Confusamente, umbroso, i bajo bulto
De algún assechador cauto enemigo.
Mira i torna a mirar; se abaja i alza,
Echa adelante un passo i buelbe al puesto,
Se impone, se apercibe, se apareja,
Se empina, para, parte, prueva i passa
Su passo a passo de una en otra parte,
I requiere a sí mismo no despacio.
Tiene continuado el rostro siempre
Al bulto; i duda i no se determina.
Quiere gritar, arma, arma, i se detiene
Por no causar común desasossiego:
Que si no fuesse el bulto cierta cosa,
Viene a diminuir de aquel concepto,
I estimación devida a buen soldado.
Mas hete de improviso, que descarga
El contrario furor sobre su pecho.
Arma, arma, Sant-Iago, arma, arma, grita.
Luego veréis la voz multiplicada,
Difusa i repetida en toda boca.
Hacia el primer rumor ya corren todos.
Las sonorasas cajas ya retumban.
Aquél toma el escudo; éste, el estoque;
Éste i aquél, la lanza; otro, la pica;
Otro, la espada; este otro el instrumento,
Que relámpago, rayo i trueno junto
Echa de sí con daño de mil vidas.
Aquél su mecha enciende; éste su mecha
Sopla. De balas éste boca i bolsa
Hinche. Quen la travada i vieja malla
Cubre. Quien la manopla i la celada
Toma. Quien el arnés travado encima
Carga. Quien del almete i la coraza
Trava. Quien la gineta o la alabarda
Coge. Quien espaldar i peto junto
A ta. Quien una i otra pieza luego
Trueca. Quien el quijote sobre el muslo
Pega. Quien la escamosa coracina
Ase. Quien greva, bufa i contrabufa
Pone. Quien tachonadas tahalias
Ciñe; i se enlaza con presteza el yelmo.
Veréis tras esto el fiero i generoso
Cavallo al alto son de la trompeta
Alzar la frente, alegre i plateada,
Sacudir el copete i la cabeza,
El cuello encaramar, erguir la oreja,
El ojo ensortijar, bolar las crines,
Las narices abrir, temblar los labios,
El suelo patear, tender la cola,
Los dientes rechinar, torcer la boca,
La cerviz abajar, tascar el freno,
Las ancas recoger, doblar las corvas,
El pecho dilatar, bolar los cascos,
Luego entonar relinchos atronados,
Que no puedes dudar, que en su lenguaje
Quiere decir, arma, arma, cierra, cierra.
Agora le veréis fácil i diestro
Con las manos triscar todo empinándose
Firme en los pies; ora estrivando todo
Sobre los brazos despedir al aire
Dos coces, que a una piedra de diamante
Reducirá en polvorosa nube.
Sobre manos i pies fundado agora
Un brinco despedir tan licencioso,
Tan repentinamente suelto i libre,
Que pensaréis que sube al alto cielo
A competir con el cavallo alado,
Aquel que de Hipocrene el agua santa
Causó, dándole nombre de la causa;
I para sí llamó Belerofonte,
En la fuente corinthia de Pirene,
Después bolando sólo a las estrellas
Donde descubre el ártico rodeo
Casi muestra besar del viejo aquario
La mano, i del delfín el curvo rostro.
Estando en este error tumultuoso,
I los cuerpos de guardia más cercanos,
Ya rebatido aviendo al enemigo;
Passa la voz que cada qual se buelva;
I assí las centinelas reforzadas,
El belicoso pueblo i las cabezas
Tornan a sus amados pavellones,
Sus viudas chozas, tiendas i barracas;
I en lugar del rumor entra el silencio.
Desta manera, que aquí pinto agora,
Las potencias del alma i las corpóreas,
Reñidas, reboltosas i azoradas,
Sentí, Galanio, en mi pequeño mundo.
Mas buelta, como he dicho, toda cosa
A su lugar, también la mente clara
A Galanio bolvió, que es lugar suyo.



14. Las semejanzas suelen hacerse por medio de partecillas relativas, o por adgetivos también relativos, quales son las partecillas i adgetivos siguientes: assí; assí, assí; assí, como; assí como, assí; assí como, también; bien assí; como; como, assí; como, bien assí; qual; qual, assí; qual, desta manera; qual, tal; qual, tal i tal; quanto, tanto; tal; tal, como; tal, qual; tal i tal; tan i como; tan, tan; tanto, como; tan, quan; tanto, quanto; lo mismo que; i se pudieran añadir otras muchas partecillas i adgetivos relativos, de que trataremos con el favor de Dios en la Gramática española, a la qual propiamente pertenecen estas cosas, en quanto sirven para el enlace i unión de las partes de la oración; pero, sin embargo, según la seguida propuesta daré ahora varios egemplos de las dicciones de que solemos valernos con mayor freqüencia para hacer las semejanzas.

15. Juan de Mal-Lara traduciendo o, por mejor decir, imitando a Ovidio, dijo deste modo163:


   Las hormigas jamás van a graneros,
Que sienten que no tienen algún trigo.
    Assí hacen los hombres lisongeros,
Que a donde no ay riquezas, no va amigo.



16. El maestro frai Luis de León nos dará egemplo de las partecillas de semejanza, assí, assí164: «El que tiene consigo guerra, no es possible que en ninguna cosa halle contento puro i sencillo. Porque assí como el gusto mal dispuesto, por la demasía de algún humor malo que le desordena, en ninguna cosa halla el sabor que ella tiene; assí el que trae guerra entre sí no le es possible gozar de lo puro i de la verdad del buen gusto. En el ánimo con paz sossegado, como en agua reposada i pura, cada cosa, sin engaño ni confussión, se muestra qual es; i assí de cada una coge el gozo verdadero que tiene i goza de sí mismo, que es lo mejor. Porque assí como de la salud i buena afición de la voluntad que Christo, por medio de su gracia, pone en el hombre como decíamos, se pacifica luego el alma con Dios i cessa la rencilla que antes desto avía entre el entender i el querer; i también el sentido se rinde, i lo bullicioso dél o se acaba o se esconde, i de toda esta paz, nace el andar el hombre libre i bien animado i seguro; assí de todo aqueste amontonamiento de bien nace aqueste gran bien, que es gozar el hombre de sí i poder vivir consigo mismo, i no tener miedo de entrar en su casa como debajo de hermosas figuras, conforme a su costumbre lo profetiza Miqueas165 diciendo lo que en la venida de Chisto al mundo, i en la venida del mismo en el alma de cada uno, avía de acontecer a los suyos».

17. De las partecillas assí, como, se formó esta semejanza: Assí es creíble como ver bolar un asno.

18. De assí como, assí, nos dio egemplo el maestro frai Luis de León en una de las semejanzas referidas.

19. De assí como, también, Matheo Alemán166: Assí como la tierra donde se cría el oro es de suyo seca, estéril i sin sustancia, lo es también el avariento en cuyo corazón está escondida la riqueza, que nunca da fruto de buenas obras hasta que lo quiebran como alcancía. De bien assí, se valió Gregorio Silvestre en la Fábula de Piramo i Tisbe, diciendo:


    Como el triste que lamenta,
Juzgándose ya por muerto
En medio de la tormenta,
I con bonanza en el puerto,
Se halla sin que lo sienta,
Bien assí contemplo yo,
Que uno i otro se halló
En lugar tan oportuno,
Dando gracias cada uno
A quien allí los juntó.



El mismo poeta usó de bien como, cantando en la misma fábula desta manera:


Quedaron siempre apartados
Entrambos sin luz alguna
Bien como quando eclipsados
Están el Sol i la Luna,
I cubiertos de nublados.



20. De la partecilla como, usó santa Theresa de Jesús en esta semejanza167: «Decíame poco ha un gran letrado, que son las almas que no tienen oración, como un cuerpo con perlesía o tullido que, aunque tiene pies i manos, no los puede mandar: que ansí son, que ai almas tan enfermas i mostradas a estarse en cosas esteriores, que no ai remedio que entren dentro de sí». I Lope de Vega Carpio168:


Ai algunos rijosos, como potros,
Que no avéis de tocarlos en un pelo.
Empínanse, i guardémonos nosotros.



21. I es mui sabido el refrán que dice: Theólogo ancho i angosto en conciencia, como embudo de taberna. I Miguel de Cervantes, quando dijo: «La verdad adelgaza i no quiebra, i siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua». I Christóval de Castillejo:


    I uestra capacidad
No bastando tan en lleno
A daros más claridad,
Como el albur en el cieno.



I los refranes: Como me crecieron los favores, me crecieron los dolores; Mesurada, como novia en thálamo; Tiembla como un azogado.

22. De como, assí, se valió Garci-Lasso de la Vega en este elegante Soneto:


    Como la tierna madre, que el doliente
Hijo le está con lágrimas pidiendo
Alguna cosa, de la qual comiendo
Sabe que ha de doblarse el mal que siente;
    I aquel piadoso amor no le consiente,
Que considere el daño que, haciendo
Lo que le pide, hace; va corriendo
I dobla el mal i aplaca el accidente:
    Assí a mi enfermo i loco pensamiento,
Que en su daño es, ya querría
Quitar este mortal mantenimiento.
    Mas pídemelo i llora cada día
Tanto, que quanto quiere le consiento,
Olvidando su muerte i aun la mía.



I Gaspar Gil Polo, en su Diana:


    Como nieve al sol caliente,
Como flechas al terrero,
Como niebla al viento fiero,
Como cera al fuego ardiente,
    Ansí se consume i parte
El alma en ver tus ojos bellos;
Pues si me miráis con ellos,
Es escusado mirarte.



De las dicciones, como i tal, se sirvió Gregorio Silvestre en la Fábula de Piramo i Tisbe deste modo:


Como quando está emboscada
Una liebre entre las flores,
I quando más descuidada,
De perros i cazadores
Se halla toda cercada;
Tal estava su sentido
De Tisbe, quando se vido
En tal estrecho ponerse,
Que ni pudo defenderse,
Ni menos darse a partido.



23. Con el relativo qual, expressó Juan Boscán169 esta semejanza, traduciendo a Virgilio170:


    Qual suele el ruiseñor entre las sombras
De las hojas del olmo, o de la haya
La pérdida llorar de sus hijuelos,
A los quales sin plumas aleando
El duro labrador tomó del nido.
Llora la triste pajarilla entonces
    La noche entera sin descanso alguno,
I desde allá, do está puesta en su ramo,
Renovando su llanto dolorido
De sus querellas hinche todo el campo.



24. I con poca diferencia de palabras Diego Girón:


    Qual suele el ruiseñor triste en la sombra
Del álamo quejarse, sus perdidos
Hijuelos lamentando tiernamente,
Que el duro labrador con assechanzas,
Del caro nido le sacó sin tiempo;
I allí puesto en la rama despojada
Llora la noche, el miserable canto
Renovando; i de sus tristes querellas
Hinche el lugar vecino i apartado.



25. Del mismo relativo qual, se valió el maestro frai Luis de León, en sus excelentes Quintillas del Mundo i su vanidad:


    Guai de aquel que procura;
Pues hace la prisión a do se queda
En servidumbre dura,
Qual gusano de seda,
Que en su delgada fábrica se enreda.



26. I don Luis de Góngora en esta elegante décima:


Esta hermosa prisión,
Que tan dulce me lastima,
Limarla deseo, i la lima
Nuevo acrecienta eslabón.
Indignada la razón
Mi libertad solicita;
I los medios que egercita,
Qual hizo aleando el ave
El sutil lazo más grave,
Más los impossibilita.



27. Fernando de Cangas nos dio egemplo de las dicciones corresponsivas qual, assí:


    Qual suele el cisne anunciar
Cantando su triste muerte;
Assí yo de aquesta suerte
Te escrivo por me quejar;
Pero no para moverte.



28. Garci-Lasso de la Vega, con su dulzura acostumbrada, se valió de las dicciones qual, desta manera, para expressar la siguiente semejanza:171


    Qual suele el ruiseñor con triste canto
Quejarse, entre las hojas escondido,
Del duro labrador que cautamente
Le despojó su caro i dulce nido
De los tiernos hijuelos, entre tanto
Que del amado ramo estava ausente,
I aquel dolor que siente,
Con diferencia tanta
Por la dulce garganta
Despide, i a su canto el aire suena,
I la callada noche no refrena
Su lamentable oficio i sus querellas,
Trayendo de su pena
Al cielo por testigo, i las estrellas;
    Desta manera suelto yo la rienda
A mi dolor, i assí me quejo en vano
De la dureza de la muerte airada.
Ella en mi corazón metió la mano,
I de allí me llevó mi dulce prenda,
Que aquel era su nido i su morada.
¡Ai muerte arrebatada!
Por ti me estoi quejando
Al cielo, i enojando
Con importuno llanto el mundo todo.
El desigual dolor no sufre modo.
No me podrán quitar el dolorido
Sentir, si ya del todo
Primero no me quitan el sentido.



29. De las semejanzas expressadas por los relativos qual, tal, tenemos muchos egemplos en los refranes siguientes: Qual es el alma, tal casa manda; o, Qual es Olalla, tal casa manda; Qual el año, tal el jarro; Qual es el don, tal el dado; Qual por mí, tal por ti; Qual eres, tal medres; Qual sesso tuve, tal cabeza traigo; Qual el tiempo, tal el tiento; Qual es María, tal hija cría; Qual es el rei, tal es la grei; Qual el dueño, tal el perro; Qual es el varón, tal es la oración; Hijo eres, padre serás, qual hicieres, tal avrás. Con los relativos qual, tal i tal, se compuso el refrán, Qual la madre, tal la hija, i tal la manta que las cobija. I con mucha elegancia Vicente Espinel, en su Égloga a don Hernando de Toledo:


    Qual queda el caminante,
Que va de noche falto
De compañía, en algo imaginando,
Descuidado, ignorante;
Viene de sobresalto
Un relámpago i trueno amenazando,
Que en verlo ir retumbando,
Atónito i suspenso
Queda, i fuera de tino
En medio del camino;
Tal me dejó de aquel rigor imenso
La repentina furia,
De quien pensé no recibir injuria.



30. Con los adverbios quanto i tanto, se expressó esta semejanza: Quanto me has, tanto me dueles; Quanto mayor ventura, tanto es menos segura; Quanto a mano, tanto a daño; Quanto más voi, tanto más mal veo; Quanto mayor grandeza, tanto más llaneza; Quanto uno es mayor jugador, tanto que peor. I Christóval de Castillejo:


    Dentro me abraso de fuego,
De fuera muero de frío,
Quanto de vos me desvío,
Tanto a la muerte me llego.



31. Con las dicciones tal, como, estas otras: Tal deja el cazador la caza, como la caza la cama; Tal es el yerno, como el sol del hinvierno; Tal te veas entre enemigos, como pájaro entre niños; Tal es Pedro, como su amo.

32. Con los relativos tal, qual, las siguientes: Tal lei, qual rei; Tal sea mi vida, qual es la perdiz con lima.

33. Con tal i tal, se expressó esta útil semejanza: Tales fuimos, como vos: tales seréis, como nos; De tal molino, tal harina. I Gregorio Silvestre, en la Visita de Amor:


    No ai muger que sea tan fiera,
Dijo Amor, i aunque la hubiera
No deve desesperar
De ser amada i amar,
Que tal verná, que tal quiera.



34. De tan i como, tenemos varios egemplos: Tan bueno es Pedro, como su amo; Tan contenta va una gallina con un pollo, como otra con ocho; Tan grande es el yerro, como el que yerra; Tan largo, como mayo; Tan presto va el cordero, como el carnero; Tan enfrenado, como cavallo.

35. Con tan i quan, se formó esta semejanza: Tan lueñe de ojos, quan lueñe de corazón.

36. Con tanto i como, estas otras: Tanto come el que tiene, como desea el que no tiene; Tanto es lo demás, como lo de menos; Tanto es no ver, como no saber; Tanto es poco, como nada, que ni aprovecha, ni daña; Tanto pan como el pulgar, buelve el alma en su lugar; Tanto queso, como pan; Tanto vales, como has, i tu haver demás; Tanto perdemos, como ganamos.

37. De tantos i quantos, se compuso esta semejanza de benevolencia: Tantos sean nacidos, quantos serán queridos; Tanto mayor es el yerro, quanto mayor es el que yerra. Con tan i tan, dijo Christóval de Castillejo:


Tan presto como fue hecho,
Tan presto será olvidado.



38. Miguel de Cervantes Saavedra, en boca de Sancho Panza, con las voces mesmo, que, hizo esta hermosa semejanza172: La gente valdía i perezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen.

39. Muchas veces se hacen algunas semejanzas sin expresa partecilla, ni adgetivo relativo, como se puede observar en ésta del comendador Juan Escrivá:


    Nunca yo pude mirarte
Que alcanzasse tan bien verte,
Que pudiesse comprenderte
Para poder alabarte:
Porque, aunque al sol miremos,
Nunca bien le figuramos.
Ni en ti los que te miramos,
No podemos
Dicernir la luz que vemos;
Porque con ella cegamos.



40. Desta misma suerte, sin nota alguna de semejanza, formó Matheo Alemán esta otra, con que dio elegante principio al capítulo sexto de libro primero de la Vida de San Antonio de Padua: «Costumbre de príncipes poderosos es para dar a conocer la grandeza de su valor i el poder de su riqueza; quando quieren mandar engastar una piedra de mucha estimación, hacerlo en oro finíssimo, procurando buscar con todo cuidado i diligencia possible, un valiente artífice que (arrestando en ella todo su saber) la componga, trace i haga de peregrina hechura; que vaya labrada diestramente; tallada con sutileza; el oro, entre los varios esmaltes, bien descubierto, i ellos bien gastados; las cuerdas, gallardamente tiradas con aire i bizarría; los campos, blancos i briscados, trazados con limpieza; los trasflores, alegres i con arte. De tal manera, que todo corresponda según que para pieza de tanto valor se desea. I huelga el dueño della, que allí se manifieste su curiosidad i aseo, para que quando enseñe a sus amigos el joyel, conozcan en quánto estima la piedra, pues la puso en un tan rico engaste. I no pequeña gloria recibe, que con cuidado se la estén mirando, i entre sí admirando de las menundencias i juguetes en que puso tanto el suyo. I se alegra i regocija en que le repitan alabanzas de todo junto i de cada cosa en particular. Siendo esto assí, no avré cometido excesso en averme algo detenido, refiriendo la curiosidad i excelencias de Lisbona, joyel, a donde quiso el mismo Dios (Príncipe poderosíssimo del Cielo i de la Tierra) engastar esa piedra, carbunclo finíssimo resplandeciente, que alumbra todo el mundo, dándole luz en las tinieblas». I prosiguiendo Matheo Alemán, al redoblar la semejanza, ya añade dicciones expressivas de ella, diciendo: «I assí como a esta piedra se suele dar el mejor assiento del joyel, tal se lo dio a nuestro glorioso santo para su nacimiento i crianza, el mejor en toda la ciudad, i más principal della, que fue frontero de la iglesia mayor».

41. Siendo la semejanza para ilustrar, no deve ser oscura; i siendo para declarar i persuadir la verdad, tampoco deve tener fundamento falso; en cuyo defeto incurrió no pocas veces uno de los mayores oradores de Italia que, por el respeto devido a su persona, no quiero nombrar. Dejo aparte que los italianos, ambiciosos de ostentar adorno en su manera de decir, suelen usar de las semejanzas con demasía. Lo cierto es que, Demetrio Falereo, o quien quiera que fue el autor del preciosíssimo libro de la Elocución, dijo que las comparaciones, i por consiguiente las semejanzas, no son a propósito para la oración penetrante i vehemente, por causa de largueza. También tienen poco lugar en el estilo sencillo. Devo este documento a santa Theresa de Jesús que, escriviendo su Vida, dijo assí:173 «Avré de aprovecharme de alguna comparación, que yo las quisiera escusar, por ser muger, i escrivir simplemente lo que me mandan; mas este lenguaje de espíritu es tan malo de declarar a los que no saben letras, como yo, que avré de buscar algún modo». Pero con esto mismo enseñó esta sabia virgen, que la comparación, o semejanza, sirve para la declaración de las cosas.

42. Lo que se ha dicho de la semejanza, deve entenderse de la dessemejanza, como se ve en ésta que hizo el comendador Juan Escrivá:


    Yo vi al sol que se escondía
De embidia de unos cabellos;
I a los dos nos pesó vellos;
A él, que su luz perdía.
No me puso espanto cierto,
El ver quán presto cegó;
Mas que de allí no quedó
Para siempre ciego i muerto,
Como yo.



43. Bien se puede decir que la dessemejanza pertenece a la contrariedad, como se ve en el egemplo propuesto i en el siguiente de Juan de Mena174:


¿Quieres saber el provecho
Que de nobleza se siga?
Es contrato que te obliga
A ser bueno de derecho.
Si no responde tu hecho,
Ni tus vicios tú no domas,
Lo que tú por honra tomas,
Se convierte en tu despecho.



44. A lo menos, si no pertenecen las dessemejanzas a la contrariedad, pruevan la diversidad, convirtiéndose la proporción en desproporción, como se ve en este egemplo de don Diego de Saavedra:175 «La desdicha de los vassallos consiste en que el príncipe no sea, como la piedra, imán que atrahe a sí el hierro i desprecia el oro; sino que sepa hacer buena elección de un valido, que le atribuya los aciertos i las mercedes, i tolere en sí los cargos i odios del pueblo».




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Capítulo XIX

De los opuestos


1. Opuestas cosas son las que en una cosa no se pueden afirmar i negar a un mismo tiempo. Divídense en contrarias i repugnantes.

2. Contrarias, son aquellas cosas que, estando puestas debajo de un mismo género, distan más entre sí, como la blancura i negrura debajo del color.

3. Los axiomas de los contrarios son éstos:

4. Primero, una cosa solamente es contraria de otra, i no de muchas, como la virtud del vicio. Véase al maestro Francisco Sánchez de las Brozas en sus Paradojas.

5. Segundo, las cosas que provienen de una misma naturaleza i inclinación, no son contrarias.

6. Tercero, aquel en cuyo poder está una de las cosas contrarias i libres, está la otra contraria. I assí, el que puede querer, puede no querer. El que puede afirmar, puede negar. No es aplicable este axioma al perfectíssimo querer de Dios, sino en quanto las cosas contrarias pueden ser perfetas.

7. Repugnantes son aquellas cosas que no se oponen diametral, sino transversalmente. I assí una de las cosas repugnantes es contraria, i otra es consiguiente de su contraria. La manera de hallar este argumento es buscar primeramente las cosas contrarias, como lo son la virtud i el vicio; después, las cosas siguientes de cada cosa, como amable, aborrecible, que también son contrarias entre sí; últimamente, se opone un contrario al consiguiente de su contrario, deste modo: No es virtud lo que es aborrecible. No es vicio lo que es amable.

8. Las cosas contrarias se dividen en quatro géneros: adversas, relativas, privativas i contradicentes.

9. Adversas cosas, son las que comprehendidas debajo de un mismo género, se diferencian mucho i, quanto más se juntan, más opuestas parecen: como la blancura i la negrura, debajo del color; lo dulce i lo amargo, debajo del sabor; la virtud i el vicio, debajo del hábito moral.

10. Ai dos especies de cosas adversas: unas que tienen medio, como lo blanco i lo negro; pues el colorido puede ser hosco, purpureo, verde, &c., i como rico i pobre, pues en la riqueza i pobreza puede aver una medianía.

11. Otras cosas adversas no tienen medio, como: igual i desigual; derecho i torcido; pesado i ligero; quietud i movimiento; velar i dormir; sagrado i profano; público i privado; ciudadano i peregrino; casado i soltero; paz i guerra.

12. En la primera especie, afirmando una cosa, se quita la otra; no al contrario, como: Si algo es dulce, no es amargo; pero si no es dulce, puede ser áspero o agrio.

13. En la otra especie de cosas adversas, vale el argumento de uno i otro modo: Si es igual, no es desigual; Si es desigual, no es igual.

14. Relativas, son aquellas cosas cuya naturaleza consiste en cierto respeto que mutuamente tienen entre sí, como: padre i hijo; señor i esclavo; dar i recibir. Esta especie de oposición es tal, que solamente se halla en que una cosa no es otra, pero entre sí son tan amigas, que no puede estar la una sin la otra, ni ser la una primero que la otra en tiempo.

15. Privativas, son las cosas que entre sí son tales, que una de ellas solamente tiene fuerza de expeler a la otra, como se ve en la salud i enfermedad; vista i ceguera; luz i tinieblas; día i noche; honra i infamia; tener i carecer; vestido i desnudez; vida i muerte; de las quales cosas la postrera solamente tiene facultad de quitar i extinguir la primera, i la primera solamente de ceder. I assí, no aviendo cosa que tenga facultad de ceder, no ai otra que la tenga de privar. Porque la privación no es otra cosa sino la falta de algún atributo en el sugeto en que puede i suele estar. I por esso los infantes no se dicen mudos, ni calvos, ni desdentados, antes que, según la edad, puedan hablar o tener cabello i dientes. Pero la privación no sólo se entiende en el quitamiento del hábito, sino también en su introdución i restitución. Como: desnudo, vestido; pérdida, recuperación; enfermedad, salud; rudo, instruido.

16. Quando se trata de la essencia del hábito, se arguye assí deste lugar de los privativos. Puesta la privación, assí como se quita el hábito, de la misma suerte se arguye que en algún tiempo le huvo. I assí este lugar aprovecha mucho para confirmar i rechazar el hábito. Como: Si es de noche, no es de día; pero antes lo fue.

17. En segundo lugar se arguye i persuade assí: Quitado el privativo, que no recibe medio, se concede el hábito. Quitado el que le recibe, no se concede. Como: Si no ai muerte, ai vida. Pero no se sigue: Si no es caliente, es frío; porque puede ser tibio.

18. En tercero lugar se arguye i se persuade. Negado el hábito no tiene lugar la privación. I assí no puede dejar de tener el que nunca tuvo; ni hacer divorcio la que nunca se casó.

19. Las preposiciones in i de, en la composición de las dicciones, suelen significar que las privan de aquella fuerza que tuvieran, si no se huvieran antepuesto, como inobediente, obediente; destemplado, templado.

20. Los privativos se diferencian de los adversos en que aquéllos se contienen debajo de un mismo género, i los adversos, en diversos: como noche i día; de los relativos, porque éstos se cotejan entre sí, como padre, hijo; de los contradicentes, porque la negación significa todo aquello que no está en la cosa afirmada, i la privación solamente lo que no está en aquella cosa, que de su naturaleza es capaz de recibir el hábito. Assí el animal se llama sordo i mudo; las piedras no, sino no oyentes, no habladoras.

21. Contradicentes, son aquellas cosas de las quales la una afirma lo que niega la otra. Como, Aristóteles es dicípulo de Platón; Aristóteles no es dicípulo de Platón.

22. La contradición se hace de tres maneras, contraponiendo algo sugeto singular, o particular, o universal de las maneras siguientes.

23. Primera: Sócrates es filósofo moral. Sócrates no es filósofo moral.

24. Segunda: Todo hombre es blanco. Algún hombre no es blanco.

25. Tercera: Todo hombre es blanco. Ningún hombre es blanco.

26. Los axiomas de la contradición, o de las cosas que afirman i niegan, son estos.

27. Primero, Ambas partes de la contradición no pueden a un mismo tiempo ser verdaderas. O, si no, assí. De la manera que puesto lo afirmativo, se sigue lo negativo; assí puesto lo negativo, se quita lo afirmativo. Por esso, si es verdad que Platón fue dicípulo de Sócrates, es falso que no lo fue. I si fuera verdad que no lo fue, sería falso que lo fue.

28. Segundo, Assí como quitado el negativo, se concede el afirmativo; assí quitado el afirmativo, se concede el negativo. Como, si Ticio no es desagradecido, es agradecido. Si no es agradecido, es desagradecido.

29. El uso de los contrarios (si faltan causas i adjuntos) es freqüentíssimo. En los demás argumentos ai más luz para enseñar; en éste más fuerza para mover; porque el que no cede a la razón, tal vez se da por convencido, por no incurrir en la contrariedad de algún absurdo. Ai ingenios tan depravados, que mejor se instruyen maltratados que amonestados.

30. De lo dicho se infiere, que la dotrina de los opuestos es sutilíssima en el conocimiento de ellos; pero mui freqüente en las persuasiones. Hermoso egemplo nos dio don Luis de Góngora, diciendo assí:


    A madores desdichados,
Que seguís milicia tal;
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
    ¿De un pájaro, qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
¿De un tirano, qué piedad?



31. Quánto resalte la contrariedad en el decir, se ve en que donde la ai, es la oración más sobresaliente i más aguda, como en el egemplo siguiente de Miguel de Cervantes Saavedra, que usó de ella hablando de la pereza, ociosidad i vicio, i la omitió tratando de la arrogancia i de la theórica;176 i por esso en la primera parte de su oración, es más eficaz, hermoso i perfeto su modo de decir. «Agora (dice) ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía i la theórica de la práctica de las armas.»




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Capítulo XX

De la división


1. Hasta aquí hemos tratado de los argumentos sencillos. Ahora trataremos de los conjuntos, que son dos: división i difinición.

2. División es la distribución del todo en sus partes. Según esto, quantas especies ai de todos, tantas ai de partes. Son pues quatro las especies de divisiones. Por las causas, por los efetos, por los sugetos i por los adjuntos.

3. División por las causas, es aquella en que la cosa dividida es el efeto, i las partes sus causas, que los aristotélicos llaman materiales. Assí el hombre se divide en alma i cuerpo. Es mui hermosa división la que Cicerón hizo de lo honesto, atendiendo a su materia, que son las quatro virtudes cardinales:177 «Todo lo que es honesto, nace de alguna de estas quatro partes; porque, o se emplea en la dirección de lo verdadero i en la solercia; o en defender la sociedad de los hombres i en repartir a cada uno lo que es suyo; i en mantener la fe de las cosas contratadas; o en la grandeza i esfuerzo de ánimo excelso i invencible; o en el orden i modo de todas las cosas, que se hacen i se dicen, en lo qual consiste la modestia i la templanza». Esta especie de división propiamente es partición, porque cada una de las partes no son lo mismo que el todo. Assí decimos que la rhetórica se adquiere por naturaleza, arte i egercicio. Acá pertenecen las distribuciones, que los oradores i poetas hacen de la materia de que tratan, quando la dividen en ciertas partes, las quales pide el méthodo riguroso, que se traten sin alternación; esto es, primeramente una i después otra, según el orden propuesto, como quando dijo Francisco Hernández Coronel:


   Claro es mi mal, a mí que lo siento,
A vos escondido es el remediallo.
Ya no tienen cuenta mis males sin cuento,
I es el menor la pena i tormento,
Que muestro, que encubro, que digo, que callo.
Muestro alegría, encubro tristeza,
Digo mi daño queriendo negallo.
Callo fatigas de mucha tristeza:
Que mi pensamiento es de tanta crueza,
Que vivo me mata, i no puedo dejallo.



4. Pero los poetas, que escriven para deleitar, tal vez tratan de las partes propuestas, alternadamente para hacer más agradable lo que dicen con la misma verdad; como el vizconde de Altamira en esta ingeniosa canción:


    Con dos cuidados guerreo,
Que me dan pena, i sospiro:
El uno, quando no os veo;
El otro, quando vos miro.
    Mirándoos, de amores muero
Sin me poder remediar:
No os mirando, desespero
Por tornaros a mirar.
    Lo uno crece en sospiros;
Lo otro causa deseo,
Del que peno, quando os miro;
I muero quando no os veo.



5. I aun se atreven los poetas a invertir el orden retrógradamente, como la practicó el ingenioso comendador Escrivá, diciendo assí:


    Dorar el oro a mi ver
Con el cobre es mui gran falta;
I poner con rosicler
Lo que con vidrio se esmalta.
Los que con lengua mortal
Te loamos;
Vidrio es con que esmaltamos
Tu semblante angelical:
Tú el oro que doramos
Con metal.



6. División por los efetos es quando la cosa dividida es la causa; i las partes, los efetos. Como: Los hombres, unos se aplican al conocimiento de las cosas; otros, a la ganancia; otros, a la gloria.

7. A esta distribución por los efetos pertenece la división del genero en sus especies. Género es el ser semejante de muchas cosas; o es una idea abstrahída de muchas cosas; o formas conformes entre sí; como: Sócrates i Platón en el ser de hombre; el hombre i el cavallo en el ser de animal. El género i las formas son como las causas i los efetos. Lo mismo es que uno diga que el animal se divide en hombre, buei, cavallo, &e.; o, que se divide en racional i irracional; porque de uno i otro modo se entiende la especie quando se divide el genero.

8. Las maneras de argumentar por el género, quando se buscan las especies, son estas.

9. Puesto todo el género, se pone qualquier especie. Porque quien dice, todo, nada exceptúa. Esta argumentación procede afirmando o negando. Afirmando, como: Si en el paraíso avía toda especie de árboles; también avía manzano. Desta suerte dijo Góngora:


Todo se vende este día.
Todo el dinero lo iguala.
La corte vende su gala;
La guerra, su valentía.
Hasta la sabiduría
Vende la universidad.
Verdad.



10. Negando, como: Ninguna virtud moral ai en Luzbel; luego ni caridad.

11. Se excluye el género, si se excluyen todas las especies. Como: Tal cosa no es animal terrestre, ni aquátil, ni volátil; luego no es animal.

12. Al argumento de la especie pertenecen casi todos los egemplos, que se sugetan a las cosas propuestas generalmente.

13. La división de los sugetos se hace, quando la cosa dividida es adjunto, i sus partes, los sugetos. Como: La filosofía, o trata del modo de razonar, o de la naturaleza de las cosas, o de las costumbres. Como si se digera: La filosofía, o es racional, o natural o moral. Los vestidos unos son de hombres, otros de mugeres.

14. La división por los adjuntos se hace, quando la cosa dividida es el sugeto, i las partes, los adjuntos, como aquello del filósofo Bión:178 No se ha de casar uno; porque, o la muger es hermosa, o fea. Si hermosa, es peligro; si fea, castigo. Assí también decimos, que ai muchos cuerpos blancos, otros negros i otros de color entreverado.

15. Acá deve referirse la división de accidente en accidente. Como: Toda cosa blanca comestible, o es dulce, o amarga. Esto es, toda cosa que es blanca; porque a la blancura por sí no conviene el sabor.

16. Las reglas de dividir son éstas.

17. Primera, La división deve comprehender toda la cosa dividida; como la del número en igual i desigual; en pares i nones. I assí sería falsa división en par i ternario; porque puede ser quinario.

18. Segunda, Nada falte, ni sobre a la división. Faltaría, si uno digera: Los hombres, o son esclavos, o ahorrados, esto es, libertos; porque ai muchos libres, que ni son esclavos, ni ahorrados o libertos. Sobraría, si uno digera: Los hombres, unos son libres; otros, esclavos; otros, ahorrados; porque los ahorrados ya están comprehendidos en los libres. Esta regla postrera es la misma que la siguiente:

19. El un miembro de la división no se ha de contener en el otro de tal suerte que el otro pueda afirmarse dél; aunque fuera de esso pueda incluirse de alguna manera sin vicio de la división. Assí la extensión considerada geométricamente se puede dividir en línea, superficie i sólido; aunque la línea se incluye en la superficie, i la superficie en el sólido; porque la superficie no puede decirse sólido; ni la línea, superficie. Pero el número se dividiría malamente en igual, desigual i quaternario; porque el quaternario es igual.

20. Tercera, Los miembros de la división deven ser opuestos, como el número igual i desigual. Esta oposición puede hacerse con sencilla negación, como corporal i no corporal; o por miembros positivos, como extenso i pesado. I esta manera de dividir es mejor que la otra, porque por ella se conoce mejor el ser de la cosa dividida; pues el que dice que Todo ser es corporal, o no corporal; no enseña quál es el ser de lo no corporal, sino, qué es lo que no tiene.

21. Quarta, La cosa se ha de dividir en tantos miembros, quantos pide su naturaleza; como los géneros de persuadir en demonstrativo, deliberativo i judicial.

22. Antes de dividir la cosa, se ha de quitar toda ambigüedad.

23. Aviéndose inventado la división por causa del orden i claridad; deve ser tal, que no cause confusión, ni oscuridad.

24. Los miembros de la división no deven ser mui desiguales, si no lo pide la necesidad.

25. En la división conviene imitar la naturaleza, como lo hace el anatómico, que primero divide el cuerpo del hombre en cabeza, cuello, &c., i después la cabeza en sus partes, i esto segundo se llama subdivisión.

26. Si la división tiene muchos miembros, distraen la atención i confunden la memoria. Aristóteles, imitando en esto a Platón, fue desmedido. Tan vicioso es dividir demasiadamente, como no dividir, quando conviene. Una piedra reducida a polvos deja de parecer piedra. Assí muchas cosas demasiadamente divididas, desfiguran la cosa. Fuera de todo esto, la división supone arte; i tal vez conviene no manifestar que se usa de ella, si huviere de parecer sospechosa. Sobre todo, si alguna parte de la división es odiosa, no conviene la división, por no anticiparse la aversión. Pero es mui conveniente la división, quando en ella se dice, en qué se conviene con el contrario, i en qué se discuerda dél, para que la contienda solamente sea sobre esto.




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Capítulo XXI

De la definición


1. Definición es una oración, que breve i claramente explica el ser de la cosa. Si ésta en el todo, o en parte, es corporal, su definición no será otra cosa, sino sus partes essenciales juntamente tomadas, como si decimos que el hombre es un animal capaz de razón. Si la cosa es absolutamente incorporal, la definición será el señalamiento del fin i de la causa eficiente, como: Geometría es el arte que enseña la medida de las cosas.

2. La definición, o es propia, o impropia. La propia, o es de nombre, o de cosa. La del nombre se llama etimología, o origen, i es una declaración de su significación, supuesta la qual deve estarse a ella para que no se confundan las ideas de las cosas. I assí, la definición del nombre ata la significación, la qual no deve fingirse sin necessidad; i en tal caso más vale inventar algún nombre, que sirva para declarar la idea de la nueva significación. Por esto di yo el nombre de Razonatoria a mi Arte de usar de la razón. Establecida pues la definición del nombre, se ha de estar a ella, por aver fijado ya la significación.

3. La definición de la cosa corporal se puede tomar de todas las causas.

4. De la final, como: Casa es un techo para apartar el rigor del frío i el bochorno del calor.

5. De la formal, Globo es una cosa redondeada.

6. De la eficiente, Sonido es una colisión de dos cuerpos; porque realmente la colisión, o tope de los cuerpos, es la causa de la agitación del aire, cuyo movimiento se hace perceptible al oído.

7. De la material: Árbol es un vegetable que consta de raíces, tronco i ramas. Yelo es agua elada.

8. Supuesto pues que la definición propia es la que descubre el ser de la cosa definida refiriendo sus principales atributos; el común a la cosa definida, i a otra, es el género de la definición; i el que solamente pertenece a la cosa definida, es la diferencia. Assí diciendo que el círculo es una figura cuya redondez igualmente dista del centro; figura es el género, porque es un atributo común a todas las figuras diferentes en especie; i lo demás es diferencia, pues por ello se distingue el círculo de todas las otras figuras.

9. La definición de la cosa incorporal, que carece de materia i forma, no se puede tomar sino de la causa eficiente i del fin, como la de la justicia, que dicen los letrados que es179 una constante i perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo.

10. Según lo dicho, la definición propia solamente consiste en las causas; porque según Aristóteles, lo que se desea saber en el ser de las cosas, es el por qué.180

11. De otra suerte la explicación de la cosa no será definición, sino descripción, que es un agregamiento de atributos, aunque sean accidentales, tomándolos de qualquiera de los tópicos, o lugares comunes. Assí Lope de Vega en sus Rimas 181 descrivió el amor por sus efetos deste modo:


    Desmayarse, atreverse, estar furioso,
Áspero, tierno, liberal, esquivo,
Alentado, mortal, difunto, vivo,
Leal, traidor, covarde, animoso;
    No hallar fuera del bien centro i reposo,
Mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
Enojado, valiente, fugitivo,
Satisfecho, ofendido, receloso;
    Huir el rastro al claro desengaño,
Bever veneno por licor suave,
Olvidar el provecho, amar el daño;
    Creer que un cielo en un infierno cabe,
Dar la vida i el alma un desengaño;
Esto es amor. Quien lo provó, lo sabe.



12. Por los adjuntos dijo Virgilio182 que la fama es un mal el más veloz de todos.

13. Por los contrarios, Horacio183, que virtud es huir del vicio.

14. Por los semejantes, Ovidio184, que sueño es una imagen de la muerte. Pero con mayor facundia Tertuliano en su erudito libro de Ánima, quando dijo:185 «El sueño es recreador de los cuerpos, renovador de las fuerzas, confirmador de la salud, apaciguador de los negocios, médico de los trabajos, para cuyo legítimo goce cede el día, da lei la noche, quitando también el color a las cosas».

Por los relativos dijo don Luis de Vivero:


Mira tus males, Ausencia,
Si merecen alabanza;
Que eres madre de olvidanza,
Amiga de diferencia,
I enemiga de esperanza.



15. Acá pertenecen muchas descripciones de los poetas; i señaladamente son admirables la del borracho de Lucrecio186; la de una tempestad187 i la de la fama188, en Virgilio; la de la embidia189, la de un moribundo190, la de los apestados191, la del hambre192, la de la lucha193, la de la cueva del sueño194, la de una tempestad variamente representada195, en Ovidio; la de la primavera196 i la del triunfo197, en el mismo Ovidio; la de una matanza en Lucano198; la de una selva en Papinio Estacio199; la de la vida dichosa en Marcial200, elegantemente traducida por Christóval de Castillejo; la del palacio de la primavera en Góngora; la de la lucha en el Faetonte del capitán Francisco de Aldana, la qual trasladaré aquí por ser sus obras raras i poco leídas.


Quien con los brazos de añudar buscava
Por el pecho al contrario, i quien quería
Tan sólo encadenar brazo con brazo;
La fuerza, el arte, el egercicio i maña,
Con maña, fuerza i arte egercitando.
El ímpetu sufrir uno procura
Del otro; i descarga después con furia
Quando ya flojo a su enemigo sienta.
Otro en sí mismo reducido todo
Trabaja de tener lejos el pecho
A su contrario, i va mil bueltas dando
Por ver si puede assí desatinarlo;
Agora trueca el pie, i agora dobla
Una rodilla, i firme está en la otra,
Afloja, aprieta, deja, toma, buelve,
Prueva, finge, rodea, mueve i sacude,
Ciñe, gime, reposa, tienta, impide,
Se cierra, se dilata, se detiene,
Se encoge, se suspende, se apresura;
Agora se defiende, agora acomete,
Agora muestra el lado, agora la cara.
Se determina, i se arrepiente luego,
Hasta que al fin sudado i polvoriento,
O por suerte, o virtud del que más pudo,
En tierra el adversario vee tendido.



16. Los historiadores también tienen admirables descripciones, como Justino la de España201, Plinio la de Italia202, Quinto Curcio la de Libia.203 Pero éstas no han de ser sofísticas, ni estudiadas, como muchas de Quinto Curcio i de Solís; sino tales que ilustren i adornen la oración para cuyo fin se inventaron. Es admirable la descripción del hombre que hizo Saavedra204, i por ser de mucha enseñanza, la trasladaré aquí: «Es pues el hombre el más inconstante de los animales; a sí a ellos dañoso. Con la edad, la fortuna, el interés i la passión, se va mudando. No cambia más semblantes el mar, que su condición. Con especie de bien yerra; i con amor propio persevera. Hace reputación la venganza i la crueldad. Sabe dissimular i tener ocultos largo tiempo los afectos. Con las palabras, la risa i las lágrimas encubre lo que tiene en el corazón. Con la religión disfraza sus desinios; con el juramento los acredita; i con la mentira los oculta. Obedece al temor i a la esperanza. Los favores le hacen ingrato; el mando, sobervio; la fuerza, vil; la lei, rendido. Escrive en cera los beneficios; i las injurias recibidas, en mármol; i las que hace, en bronce. El amor le govierna; no la caridad sino por alguna especie de bien; la ira le manda. En la necesidad es humilde i obediente; i fuera della, arrogante i despreciador. Lo que en sí alaba, o afecta, le falta. Se juzga fino en la amistad, i no la sabe guardar. Desprecia lo propio, i ambiciona lo ageno. Quanto más alcanza, más desea. Con las gracias, o acrecentamientos agenos, le consume la invidia. Más ofende con especie de amigo, que de enemigo. Ama en los demás el rigor de la justicia; i en sí le aborrece».

17. Es también de mucha enseñanza la descripción del pueblo, que hizo el mismo Saavedra, i es la siguiente:205 «Su naturaleza es monstruosa en todo, i desigual a sí misma, inconstante i varia. Se govierna por las apariencias sin penetrar el fondo. Con el rumor se consulta. Es pobre de medios i de consejo, sin saber dicernir lo falso de lo verdadero. Inclinado siempre a lo peor. Una misma hora le ve vestido de dos afectos contrarios. Más se deja llevar dellos, que de la razón; más del ímpetu, que de la prudencia; más de las sombras, que de la verdad. Con el castigo se deja enfrenar. En las adulaciones es disforme, mezclando alabanzas verdaderas i falsas. No sabe contenerse en los medios: o ama, o aborrece con estremo; o es sumamente agradecido, o sumamente ingrato; o teme, o se hace temer; i en temiendo, sin riesgo se desprecia. Los peligros menores le perturban, si los ve presentes; i no le espantan los grandes, si están lejos. O sirve con humildad; o manda con sobervia. Ni sabe ser libre; ni deja de serlo. En las amenazas es valiente; i en las obras, covarde. Con ligeras causas se altera; i con ligeros medios se compone. Sigue, no guía. Las mismas demostraciones hace por uno, que por otro. Más fácilmente se deja violentar, que persuadir. En la fortuna próspera es arrogante i impío; en la adversa, rendido i religioso. Tan fácil a la crueldad, como a la misericordia. Con el mismo furor que favorece a uno, le persigue después. Abusa de la demasiada clemencia; i se precipita con el demasiado rigor. Si una vez se atreve a los buenos, no le detienen la razón i la vergüenza. Fomenta los rumores, los finge, i crédulo acrecienta la fama. Desprecia la voz de pocos, i sigue la de muchos. Los malos sucessos atribuye a la malicia del magistrado; i las calamidades, a los pecados del príncipe. Ninguna cosa le tiene más obediente, que la abundancia, en quien solamente pone su cuidado. El interés, o el deshonor, le conmueven fácilmente. Agravado cae, i aliviado cocea. Ama los ingenios fogosos i precipitados, i el govierno ambicioso i turbulento. Nunca se satisface del presente; i siempre desea mudanzas en él. Imita las virtudes, o vicios, de los que mandan. Invidia a los ricos i poderosos, i maquina contra ellos. Ama los juegos i divertimentos; i con ninguna cosa más que con ellos se gana su gracia. Es supersticioso en la religión; i antes obedece a los sacerdotes, que a los príncipes».

18. En nada cede a las descripciones antecedentes esta otra de los palaciegos, que devemos también a nuestro político christiano206, el qual, hablando del palacio, dice assí: «Es presuntuoso i vario. Por instantes muda colores, como el camaleón, según se le ofrece delante la fortuna próspera o adversa. Aunque su lenguage es común a todos; no todos le entienden. Adora al príncipe que nace; i no se cura del que tramonta. Espía i murmura sus acciones. Se acomoda a sus costumbres, i remeda sus faltas. Siempre anda a caza de su gracia con las redes de la lisonja i adulación. Atento a la ambición i al interés. Se alimenta con la mentira, i aborrece la verdad. Con facilidad cree lo malo; con dificultad lo bueno. Desea las mudanzas i novedades. Todo lo teme, i de todo desconfía. Sobervio en mandar, i humilde en obedecer. Invidioso de sí mismo, i de los de fuera. Gran artífice en dissimular i celar sus desinios. Encubre el odio con la risa i las ceremonias. En público alaba, i en secreto murmura. Es enemigo de sí mismo. Vano en las apariencias, i ligero en las ofertas».

19. La descripción, si es de vivientes, se suele hacer desde la cabeza hasta los pies; como la que hizo Anacreonte a su pintor para que le retratasse a su dama. Oigamos a su intérprete castellano, don Estevan Manuel de Villegas:207


Ea, maestro amigo,
Docto en la rhodia arte,
A mi ausente me pinta,
Qual yo te la pintare.
Darásle lo primero
El vellón suelto en partes,
Por lo negro, atractivo;
Por lo blando, tratable.
I si acaso la cera
Milagros hacer sabe,
Haz que ungido respire
Olores mui fragantes;
De cuya negra cumbre
La frente blanca bage,
Qual nieve despeñada,
I en las megillas pare;
Las dos cejas en arco
Negras, como azabache,
Guarda no las encuentres,
Ni mucho las apartes;
Sino dispón en ellas
Un divorcio admirable,
Assí como le has visto
En su dulce semblante:
ojos, qual de fuego,
Que apacibles retraten
Lo garzo de Minerva,
De Venus lo agradable;
Sus megillas que gasten
El misto de la rosa,
Que arguye leche i sangre;
También entre sus labios,
Que incitan a besarse,
Pinta a la persuasiva,
Que es deesa elegante;
Su barba con hoyuelo;
I en la cerviz tornátil
Felicemente unidas
Las gracias rebolantes.
Luego una vestidura
De púrpura que arrastre,
I que del dueño diga
La gentileza i aire;
La tez tan delicada,
Que, qual vidro declare
Los que debajo della
Contiene el cuerpo esmaltes.
¿Qué más? Pero sin duda,
Que ya en lugar de imagen
Me dais el mismo origen.
Cera, pues, ea, habladme.



20. Pero para dissimular el artificio, suelen los hombres eloqüentes descrivir los vivientes sin guardar la orden referida; i para representarlos convenientemente, se valen de muchos adjuntos, con los quales forman una idea admirable; como la dio de los araucanos don Alonso de Ercilla deste modo:208


Son de gestos robustos, desbarbados,
Bien formados los cuerpos, i crecidos,
Espaldas grandes, pechos levantados,
Recios miembros, de niervos bien fornidos,
Ágiles, desembueltos, alentados,
Animosos, valientes, atrevidos,
Duros en el trabajo, i sufridores
De fríos, mortales hambres i calores.



21. I esta otra descripción de Lautaro:209


Fue Lautaro industrioso, sabio, presto,
De gran consejo, término i cordura,
Manso de condición, i hermoso gesto,
Ni grande, ni pequeño de estatura.
El ánimo en las cosas grandes puesto,
De fuerte travazón i compostura,
Duros los miembros, recios i nervosos,
Anchas espaldas, pechos espaciosos.



22. I creo que se aventajó en la descripción de un cavallo, que es la siguiente:210


Estava en un cavallo, derivado
De la española raza, poderoso,
Ancho de quadra, espesso, bien travado,
Castaño de color, presto, animoso,
Veloz en la carrera i alentado,
De grande fuerza, i de ímpetu furioso;
I la furia sugeta i corregida
Por un débil bocado i blanda brida.



La descripción burlesca, que Castillejo hizo de un cavallo arrocinado de su amigo Tristán, aunque larga, no es enfadosa.

23. Si la descripción es de plantas, se deve hacer desde las raíces hasta las últimas ramas; o al contrario. Es mui hermosa la descripción de la escorzonera, que hizo Juan Jarava211, i es esta: «Naturaleza, madre de todas los cosas, parece que de lozana, con grande fertilidad i ornaniento de colores, se regaló en producir esta hierba. Porque la raíz desta, siendo larga un palmo, sencilla, i no más de una, sostentase con unas hebras que le nacen al derredor por todas partes. Es de gordura de una zanahoria, es en sí carnosa, rara, redonda, i fenece en punta; su corteza, con que está cubierta, es sencilla, delgada, algo morena, áspera, i por la sequedad que toma del lugar donde nace, tiene algunas sotiles resquiebras. Es por de dentro blanca, lechosa, con un zumo que della nace, gordo i pegajoso, cuyo sabor es algo dulce, como casi el de las avellanas. Salen desta raíz sobre la haz de la tierra unas hojas torcidas, orgullosas, carnosas, luengas, por arriba acaban en puntas, son de color verde, pero claro. Estas hojas están separadas por ciertas distancias las unas de las otras, i visten unos colmos redondos, lozanos, ñudosos, mui duros, en lo alto de los quales ai unas cabezas larguecitas, gorditas, redondas, con una boca, hecha como dentecitas menudas de sierra. Por la boca destas cabezas, la qual se abre por el mes de mayo, salen unas flores amarillas con tanta multitud de hojas, i tan espessas, que con su multitud suplen assaz lo que les falta por estar en lugar angosto i pequeño. Después que la boca está del todo abierta, las dichas flores se ponen en orden circular, de manera, que como en el color, también parece que esta flor quiere ser semejante al sol en la figura, al qual siendo sugeta esta hierba, tiene raras i excelentes virtudes, i ansí viniendo el solsticio, con admirable mutación desflorece. Porque las cabezas se secan con una multitud de aristas, las quales con ordenanza defienden el hollejo, para que la simiente mejor se conserve, i salga a su tiempo, como naturaleza lo ordena. Nace esta hierba en tierra grassa i humida, aunque por la mayor parte crece por los collados de los montes. Es provechosa a los hombres, porque el zumo de las hojas, o el de la raíz, es mui cierto, i mui pronto remedio contra todo género de ponzoña, i también contra la pestilencia. Alivia mucho a los que tienen gota coral. Dase a los que son sugetos al mal de corazón, i a los que padecen perturbaciones de cerebro. La raíz, al que la comiere, desecha toda tristeza i le causa alegría. También el zumo, que sale de la raíz, siendo machucada, que es claro i blanco, restituye la vista. Finalmente es de mui gran provecho para todas cosas».

24. Si se ha de descrivir algún lugar, como región, campo, monte, no, casa, ciudad o puerto, se ha de representar, como si estando uno en el mismo lugar, llevasse a otro de la mano i le señalasse todo lo más notable. Descriviendo las regiones, se pueden decir sus primeros habitadores, su situación i extensión, su fertilidad, lo saludable de sus aires, los montes, ríos, campiñas i poblaciones que contienen, la comodidad de sus puertos, la muchedumbre de sus habitadores, la abundancia de todo lo necessario i útil para la vida humana.

25. Si se descrive algún campo, se puede decir, qué produce, i en qué cantidad, cómo se cultiva, qué riego, qué utilidades, qué amenidades tiene, qué granjas. Assí lo practicó en parte Gregorio Silvestre, diciendo:


Cerca del lugar estava
En un prado sin igual
Una fuente que manava
A la sombra de un moral,
Que blancas moras llevava.
I el prado florido era,
Adornado en tal manera,
Con el agua fría i clara,
Que a quien amor le faltara
El lugar se lo pusiera.



26. Los montes se descriven por su situación, altura i grandeza, i por lo que producen, o bien sean metales, que se sacan de ellos, o otros minerales, o plantas, que nacen, i árboles que los enriquecen i hermosean, sirviendo para el abasto i diversión; por las fieras que ai en ellos; por la abundancia de montería i bolatería; por las fuentes copiosas i saludables; por las fortalezas, i por las cosas memorables que sucedieron en ellos.

27. Los ríos se descriven por su nacimiento, agregación de aguas, corriente arrebatada, o sossegada, agua limpia, clara, abundante, por lo mucho que riegan, por ser navegables, por los peces que crían, i demás comodidades, que causan a las poblaciones vecinas.

28. Las casas se descriven por sus anteplazas, grandeza, figura, magnificencia, comodidad, hermosura, limpieza, por sus zaguanes, escaleras, habitaciones acomodadas para todos tiempos, buen repartimiento en las bodegas, graneros, despensas, pozo, fuente, huerto, situación saludable i buenas vistas.

29. La descripción de las ciudades se hace por su fundador, antigüedad, situación en lugar saludable, seguro, ameno, abundante de frutos, de pesca, de caza i de ganado; por sus campiñas, ríos, collados i montes; por su abasto. Se representan sus fábricas, privadas i públicas, casas acomodadas para la vivienda i trato, templos magníficos i bien assistidos, alcázares, muros, baluartes, fossos, aqüeductos, fuentes, pozos, calles i plazas espaciosas, puentes, puerto; habitadores, muchos i diversos egercicios, aplicados a la abundancia, al trabajo, a la sociedad civil ¡tranquilidad pública.

30. Los puertos se descriven por la facilidad de su entrada, hondura, abrigo de las naves, seguridad de ellas por las fortalezas que los cubren, comodidad para el desembarco i embarco, cercanía de aguas dulces, que siempre he tenido por mui notables en la descripción, o idea del puerto, que devemos a Virgilio, i Servio dijo ser el de Carthagena.212

31. Generalmente deve advertirse que, en las descripciones de las cosas materiales expuestas a los sentidos, conviene empezar por aquello que naturalmente se ofrece antes a la vista, o al tacto, para imitar mejor a la naturaleza.

32. En las descripciones de los tiempos se añaden sus circunstancias, como al tiempo de amanecer la luz agradable i no ofensiva, el canto de las aves, el airecillo suave.

33. Finalmente en qualquiera descripción se pueden considerar las cosas que preceden, acompañan i siguen, como, se ve en ésta del amor, que compuso un agudo aragonés:


Amor nace de holgura,
Que de esperanza se cría.
Es deleite que procura
El deseo que figura
La vista en la fantasía.
Sospecha lleva detrás,
Temor le sale al través,
Celos no le dejan jamás.
Mira, amor, qué glorias das
A quien se humilla a tus pies.



34. Pero es más notable por la muchedumbre de circunstancias la siguiente descripción de una pelea infeliz, que devemos al insigne historiador, don Diego Hurtado de Mendoza, en la qual enseñó mui bien las desdichadas conseqüencias de las incautas condecendencias de los generales. Dice assí:213 «Don Juan (de Villaroel) passando el cerro, comenzó a subir la cuesta sin parar, aunque fue llamado del marqués (de Mondéjar) i a seguillo mucha gente principal, i otros desmandados, o por acreditar sus personas, o por codicia del robo; passavan ya los que subían de ochocientos sin poderlo el marqués estorbar; porque don Juan viéndose acrecentado con número de gente, i concibiendo en sí mayores esperanzas, teniéndose por señor de la jornada, sin guardar la orden que se le dio, ni la que se deve en hechos semejantes, desmandada la gente, no con más concierto del que dava su voluntad a cada uno, comenzó la subida con el ímpeto i priessa que suele quien va ignorante de lo que puede acontecer; mas dende a poco con flogedad i cansancio. Vista por los enemigos la desorden, hicieron muestra de encubrirse con el peñón bajo, dando aparencia de escapar. Pensaron los nuestros que huían, i apresuraron el passo. Creció el cansancio; oíanse tiros perdidos de arcabucería, voces de hombres desordenados; víanse arremeter, parar, cruzar, mandar, movimientos según el haliento o apetito de cada uno; en ochocientas personas mostrarse más capitanes que hombres; antes cada qual lo era de sí mismo; el hábito del capitán un capote, una montera, una caña en la mano. No se estava a media cuenta, quando la gente comenzó a pedir munición de mano en mano. Oyeron los enemigos la voz, peligrosa en semejantes ocasiones; i viendo la desorden, saltaron fuera con el zamar hasta quarenta hombres; essos con pocas armas, i menos muestra de acometer; pero combidados del aparejo, i ayudados de piedras, que los del peñón echavan por la cuesta, i de alguna gente más, dieron a los nuestros una carga harto retenida, aunque bastante para que todos bolviessen las espaldas, con más priessa que avían subido, sin que hombre hiciesse muestra de resistir, ni la gente particular fuesse parte para ello; antes los seguían, mostrando querellos detener. Fueron los moros creciendo, egecutando i matando hasta cerca del arroyo. Murió don Juan de Villaroel desalentado, con la espada en la cinta, cuchilladas en la cabeza i las manos, según las reparava; don Luis Ponce, que herido de muerte i caído, le despeñó un su criado por salvalle; i Juan Ronquillo, veedor de las compañías de Granada; i un hijo solo del maestre de campo Hernando de Oruña, viéndole su padre, i todos, peleando. Fueron los muertos muchos más que los que los seguían, i algunos ahogados con el cansancio. Los demás se salvaron, i entre ellos don Gerónimo de Padilla, hijo de Gutierre López de Padilla, que herido, i peleando hasta que cayó, le sacó arrastrando por los pies un esclavo, a quien él dio libertad».

35. Si es hermosa la descripción desta destroza, eslo también la de un saco, que representó don Alonso de Ercilla con todas sus circunstancias.214


    Corren toda la casa en el momento,
I en un punto escudriñan los rincones.
Muchos por no engañarse por el tiento,
Rompen i descerrajan los cajones.
Baten tapices, rimas i ornamento,
Camas de seda i ricos pavellones,
I quanto descubrir pueden de vista;
Que no ai quien los impida, ni resista.
    No con tanto rigor el pueblo griego
Entró por el troyano alojamiento
Sembrando frigia sangre i vivo fuego,
Talando hasta el último cimiento:
Quanto de ira, venganza i furor ciego,
El bárbaro del robo no contento,
Arruina, destruye, desperdicia,
I aun no puede cumplir con su malicia.
    Quien sube la escalera, i quien abaja,
Quien a la ropa, i quien al cofre aguija,
Quien abre, quien desquicia i desencaja,
Quien no deja fardel, ni baratija.
Quien contiende, quien riñe, quien baraja.
Quien alega, i se mete a la partija.
Por las torres, desvanes i tejados,
Aparecen los bárbaros cargados.
    No en colmenas de abejas la freqüencia
Priessa, i solicitud, quando fabrican
En el panal la miel, con providencia,
Que a los hombres jamás lo comunican;
Ni aquel salir, entrar, i diligencia,
Con que las tiernas flores melifican;
Se puede comparar, ni su figura
De lo que aquella gente se apresura.
    Alguno de robar no se contenta
La casa, que le da cierta ventura;
Que la insaciable voluntad sedienta
Otra de mayor presa le figura:
Haciendo codiciosa i necia cuenta,
Busca la incierta, i deja la segura:
I llegando el sol puesto a la posada,
Se queda, por buscar mucho, sin nada.
    También se roba entre ellos lo robado;
Que poca cuenta i amistad avía,
Si no se pone en salvo a buen recado,
Que allí el mayor ladrón más adquiría.
Qual lo saca arrastrando, qual cargado
Va, que del propio hermano no se fía.
Más parte a ningún hombre se concede
De aquello que llevar consigo puede.
    Como para el hinvierno se previenen
Las guardosas hormigas avisadas,
Que a la abundante troge van i vienen,
I andan en acarretos ocupadas:
No se impiden, estorvan, ni detienen,
Dan las vacías passo a las cargadas;
Assí los araucanos codiciosos
Entran, salen, i buelven presurosos.
    Quien buena parte tiene, más no espera,
Que presto pone fuego al aposento:
No aguarda que los otros salgan fuera,
Ni tiene al edificio miramiento.
La cudiciosa llama de manera
Iva en tanto furor i crecimiento,
Que todo el pueblo mísero se abrasa,
Corriendo el fuego ya de casa en casa.
    Por alto i bajo el fuego se derrama,
Los cielos amenaza el son horrendo,
De negro humo espesso i viva llama
La infelice ciudad215 se va cubriendo.
Treme la tierra en torno, el fuego brama,
De subir a su esfera presumiendo;
Caen de rica labor maderamientos
Resumidos en polvos cenicientos.
    Piérdese la ciudad más fértil de oro,
Que estava en lo poblado de la tierra,
I a donde más riquezas i thesoro,
Según fama, en sus términos se encierra.
¡O quántos vivirán en triste lloro,
Que les fuera mejor continua guerra!
Pues es mayor miseria la pobreza
Para quien se vio en próspera riqueza.



36. El nombre de riqueza me acuerda la amena i elegante descripción que hizo della Matheo Alemán.216 Pero por ser mui larga la omito. Mas no dejaré de trasladar aquí la de un príncipe viejo, que devemos al insigne político don Diego de Saavedra.217 «Con las sombras (dice) de la muerte se resfrían los espíritus vitales, queda inhábil el cuerpo, i ni la mano trémula puede governar el timón del estado, ni la vista reconocer los celages del cielo, los rumbos de los vientos, i los escollos del mar, ni el odio percibir los ladridos de Scila i Caribdis. Falta en tantas miserias de la naturaleza la constancia al príncipe, i reducido, por la humedad de los sentidos, a la edad pueril, todo lo cree, i se deja governar de la malicia, más despierta entonces en los que tiene al lado, los quales pecan con menos temor i con mayor premio. Las mugeres se apoderan de su voluntad, como Livia de la de Augusto, obligándole al destierro de su nieto Agripa; reducido a estado, que el que supo antes tener en paz el mundo, no sabía regir su familia. Con esto queda la magestad hecha risa de todos, de que fue egemplo Galba. Las naciones le desprecian, i se atreven contra él, como Arbano contra Tiberio. Piérdese el crédito del príncipe decrépito, sus órdenes se desestiman, porque no se tienen por propias. Assí también se juzgavan las de Tiberio. El pueblo le aborrece, teniéndole por instrumento inhábil, de quien recibe daños en el govierno; i como el amor nace del útil, i se mantiene con la esperanza, se hace poco caso dél; porque no puede dar mucho quien ha de vivir poco. Mirase como prestado i breve su imperio, como se mirava el de Galba; i los ministros a guisa de azores de Noruega, quieren lograr el día i poner aprisa las garras en los bienes públicos, vendiendo los oficios i las gracias. Assí lo hacían los criados del mismo emperador Galba.»

37. A la definición pertenece también la perífrasis, que es un circunloquio, o rodeo de palabras convenientes para dar una clara, ajustada i agradable idea de la cosa. Assí decimos, El Salvador del género humano, por Jesu-Christo; El dotor de las gentes, por san Pablo; El escritor de la guerra troyana, por Homero. Los poetas se valen con freqüencia de la perífrasis para hacer más agradable la idea de las cosas. Son innumerables las perífrasis que han hecho del amanecer. Propongamos esta de don Alonso de Ercilla:218


    Ya la rosada aurora comenzava
Las nubes a bordar de mil labores,
I a la usada labranza despertava
La miserable gente i labradores;
I a los marchitos campos restaurava
La frescura perdida i sus colores,
Aclarando aquel valle la luz nueva,
Quando Caupolicán viene a la prueva.



38. Primeramente pues la perífrasis, deviendo ser clara, será viciosa, como esta: El evangelista Apeles, por san Lucas; El cetro penitente, por David. Si ya no es que para egercitar los ingenios passe la perífrasis a ser enigma, como quando Cleóbulo distinguió el año por su origen desta manera:219 Ai un padre que tiene doce hijos, i de cada hijo treinta nietas, blancas i negras, son todas immortales i mortales; queriendo significar el año; por los doce hijos, los doce meses; por las treinta nietas blancas i negras, los treinta días, que en tiempo de Cleóbulo tenían los meses, con sus noches; los quales días, aunque passan unos, vienen otros; i continuamente se van renovando con la buelta del sol. A este género de perífrasis enigmáticas deven referirse las preguntas que se hallan en el Cancionero General, de las quales solamente trasladaré aquí la que hizo del tiempo don Francisco de Castellví, ingenioso poeta valenciano, añadiendo su respuesta.





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Pregunta


    ¿Quién es un viejo ligero,
Que con tres pies anda i corre,
Aunque no tiene más de uno?
El primero va postrero;
Del segundo se socorre;
Del tercero no ninguno.
Los mancebos corredores
Todos le dan la ventaja
Con presunción de ganar;
Mas después por sus errores
Con él mueven gran baraja,
Porque le vieron passar.



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Respuesta


    El tiempo es viejo ligero,
I con tres pies anda i corre,
Sin servirse sino de uno.
El passado va postrero;
Del presente se socorre;
Del futuro no ninguno.
I los hombres corredores
Todos le dan la ventaja
Esperándole ganar.
Mas muriendo por errores
Con él movemos baraja,
Porque le vemos passar.



39. Bolviendo a la perífrasis, en segundo lugar deve ser ajustada a la cosa; porque de otra manera no corresponde a la verdad, como aquella que Lope de Vega hizo de Diógenes, solamente disculpable, porque hablava de burlas en su Gatomaquia.


Aquel que de los hombres puesto en fuga
Metido en un tonel, era tortuga.



40. Los poetas suelen ser mui atrevidos en las perífrasis, como lo fue en la que hizo del alba Garci-Lasso de la Vega, descriviéndola assí:220


En mostrando el aurora sus megillas
De rosa, i sus cabellos de oro fino,
Humedeciendo ya las florecillas,
Nosotros yendo fuera de camino,
Buscávamos un valle el más secreto,
I de conversación menos vecino.



Donde claramente se ve quán osado es el estilo desta perífrasis, cotejado con la sencillez de lo demás del contexto.

41. Últimamente la perífrasis ha de ser agradable; porque por esso se usa de rodeo de palabras. Tal es esta del maestro frai Luis de León, traduciendo el Salmo 145:


Mientras que governare
El alma aquestos miembros, i entre tanto
Que el haliento durare;
Yo con alegre canto
Mi Dios celebraré i su nombre santo.



42. La perífrasis pues ni ha de ser baja, como aquella de Góngora, hablando de Leandro:


Arrojóse el mancebito
Al charco de los atunes.



Significando por el charco el mar, con voz mui humilde. Ni ha de ser sohez, como quando el mismo Góngora descrivió una tempestad, diciendo:


Quando el enemigo cielo
Disparó sus arcabuces,
Se desatacó la noche,
I se orinaron las nubes.



43. Mucho menos deve ser la perífrasis lasciva, o impía, de las quales no es menester alegar egemplos, sobrando todos los que ai, que son innumerables.

44. Bolviendo a la definición propiamente tal; sus axiomas son estos.

45. Primero, La definición deve constar de género i de diferencia. Por este axioma se excluyen del número de las definiciones, muchas metáforas, o perífrasis, como estas de la hermosura, que se leen en Saavedra.221 «Es un privilegio particular de la naturaleza, una dulce tiranía de los afectos, i un testimonio de la buena compostura del ánimo.» I también muchas alegorías, como las siguientes del mismo Saavedra.222 «Hospitales son los siglos passados, donde la política hace anatomía de los cadáveres de las repúblicas, i monarquías, que florecieron, para curar mejor las presentes. Cartas son de marear, en que con agenas borrascas, o prósperas navegaciones, están reconocidas las riberas, sondeados los golfos, descubiertas las secas, advertidos los escollos i señalados los rumbos de reinar.»

46. Segundo, La definición solamente deve convenir a la cosa definida. I esto es lo que dicen los dialécticos, que la definición se convierte con la cosa definida. Como: Si quatro son dos veces dos: dos veces dos son quatro.

47. Tercero, La definición deve ser breve i clara. Esta brevedad solamente excluye la proligidad i redundancia; porque las definiciones de los rhetóricos abundan más de palabras, que las de los lógicos. I assí el lógico secamente dice que el hombre es animal racional; pero el rhetórico, como Cicerón, dice223 que es animal prevenido, sagaz, de muchos dobles i redobles, agudo. memorioso, lleno de razón i de intención. Deve la definición ser clara, porque su fin es poner en claro la verdad. I por esta causa, si la cosa fuere clara por sí, no es menester definirla, como el ser, el pensamiento i el sentimiento, o acto de sentir. Aristóteles fue oscuro en sus definiciones. Qualquiera sin definición alguna sabe qué cosa es movimiento; pero pocos entienden qué quiere decir: Acto del ser en la potencia en quanto es potencia.

48. Las definiciones claras, i comúnmente recibidas, no deven mudarse, si bien conviene tal vez mejorarlas algo.

49. Quarto, Háganse las definiciones con palabras propias, si se trata científicamente; pero pueden hacerse con metafóricas, o trasladadas, si son fáciles de entender i de reducir a la propiedad, i si se escrive con ánimo de adornar la oración.

50. Quinto, Las definiciones no han de ser negativas; porque éstas no explican lo que son las cosas, sino lo que no son. Assí diciendo uno que el alma racional es una sustancia immaterial, solamente dice que es una sustancia, que no es materia; pero no enseña qué sustancia es; como lo enseñaría, si digera que es un ser inteligente, principio i conservador de la vida del hombre.

51. Sexto, La definición solamente puede ser de ideas compuestas: porque es una esplicación de las ideas sencillas. Éstas, como el calor, no se pueden definir. I assí quien digere, que el calor es la sensación, o sensibilidad que experimentamos, quando nos acercamos al fuego, o la que padecemos en la fuerza del sol, señalaría de qué cosa hablava; pero no declararía su ser. Por esta razón el que no tiene sentido para percibir el calor, no entendería aquel lenguaje, como no puede comprender un ciego de nacimiento las esplicaciones del color.



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