Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente




ArribaAbajo

Capítulo XII

De la narración fingida


1. A la narración verdadera se sigue la fingida, de la qual ai tantas especies, quantas son las de la ficción. Esta, o es de cosas que no sucedieron, pero fueron possibles; o de cosas que ni sucedieron, ni fueron possibles.

2. Si la narración es de cosas meramente possibles por su naturaleza; o proponen la imitación de una idea perfeta, la mejor que pueda imaginarse, según las acciones ilustres que se han de engrandecer; i se llama epopeya; o una idea de la vida humana que, considerada según los tres egercicios principales para vivir en sociedad, pueden ser, o egerciendo la agricultura, o labranza; o la vida pastoril; o la de la ciudad; i las personas empleadas en estos tres egercicios pueden comunicar sus pensamientos entre sí. La composición que representa el primer género de vida, se llama bucólica; la que el segundo, égloga; la que el tercero, comedia; i la que representa la conversación, diálogo. I, como también se enseña la virtud reprehendiendo el vicio; si se representan los defetos de la naturaleza, o del ánimo, satirizándolos; esta composición se llama sátira; i, si remedándolos burlescamente, entremés.

3. Si la narración es de cosas impossibles, se llama apólogo.

4. I si las cosas, possibles, o impossibles, se representan en una fingida ordenación de tiempos, se llama historia fingida.

5. Según lo dicho, las especies de narración fingida son, epopeya, tragedia, bucólica, égloga, comedia, diálogo, sátira, entremés, apólogo, historia fingida.

6.Epopeya es una viva representación de las acciones ilustres de personas insignes en las artes de la paz, o de la guerra, con el fin de levantar los ánimos de los oyentes, o de los letores, a la admiración, i de moverlos a la imitación de tan heroicas virtudes. Desta suerte Homero, príncipe de los poetas griegos, en su Ulissea, que elegantemente tradujo en lengua castellana el secretario Gonzalo Pérez, dio una perfeta idea de las artes de la paz; i en su lliada, de las artes de la guerra; i aunque es verdad que el sugeto principal de aquélla fue Ulisses astuto, i el désta, Aquiles airado; el contesto de una i otra obra representa en todas sus partes la perfeción de un héroe, ya pacífico, ya guerrero, enseñando de passo las imperfeciones humanas. Virgilio, más feliz en la elección de la persona heroica, ideó en Eneas un perfetíssimo príncipe en las artes de la paz i de la guerra, como sutil i sabiamente lo mostró Julio César Escalígero en sus ingeniosíssimos i cruditíssimos libros de la poética.

7. Si de algún héroe se escoge una sola acción ilustre; i esta se representa con perfeción; tal especie de composición perteneciente a la epopeya, se llama tragedia, quales son las de Sófocles i Eurípides que justamente admiró la antigüedad, i leerá siempre con aprovechamiento la posteridad. Las de Séneca son mui inferiores; porque las sentencias son más agudas, i la dicción, más oscura. Christóval Virués escrivió la tragedia Dido, por estilo de griegos i latinos, con cuidado i estudio.

8. La composición bucólica es una representación de la vida del labrador perfeto, qual es la que se halla en los libros Bucólicos de Virgilio, si bien este príncipe de los poetas latinos escrivió de la labranza, sin representar contrahídamente un perfeto labrador, como huviera podido en Marco Catón el mayor, o en alguno de los muchos que introdujo en sus utilíssimos libros de la labranza Marco Varrón, el más docto de los romanos.

9. La égloga es una representación de la vida pastoril, en cuyo género de composición fue eminente entre los griegos Theócrito; entre los latinos su feliz imitador Virgilio; i entre los españoles, Garci-Lasso de la Vega.

10. Uno i otro género de composición es mui sencillo, como conviene a los professores de la labranza i crianza. Hablando Fernando de Herrera de la égloga325, se esplicó assí con discreto magisterio: La materia desta poesía es las cosas i obras de los pastores, mayormente sus amores; pero simples, i sin daño, no funestos con rabia de celos; no manchados con adulterios; competencias de rivales, pero sin muerte i sangre. Los dones que dan a sus amadas, tienen más estimación por la voluntad que por el precio; porque envían manzanas doradas, o palomas cogidas del nido. Las costumbres representan el siglo dorado. La dición es simple, elegante. Los sentimientos, afetuosos i suaves. Las palabras saben al campo, i a la rustiqueza de la aldea; pero no sin gracia, ni con profunda inorancia i vegez; porque se tiempla su rusticidad con la pureza de las voces proprias al estilo. Tal es Virgilio, i Garci-Lasso; i al contrario, Batista Mantuano i Juan de la Encina, infacetíssimos escritores de églogas. Las comparaciones son traídas de lo cercano, que es de las cosas rústicas, como:


Qual suele el ruiseñor con triste canto.



11. Pero en lo que dice Herrera, que la materia desta poesía mayormente son los amores, me parece que más atendió a los egemplos que a la verdadera idea de la égloga; pues los pensamientos i conversaciones pastoriles se han de buscar en los pastores más insignes de la antigüedad, quales fueron muchos santos patriarcas, varones divinamente ilustrados, apartados del bullicio humano, i entregados a la contemplación de las cosas divinas. Las églogas mejores no salen de los caramillos, de las cabras, de las ovejas, i de ordeñar, i sazonar las migas i gaspachos. La égloga segunda de Garci-Lasso contiene cosas mui bien habladas, pero no convenientes a la vida pastoril.

12. La comedia, que es una imitación de la vida de los ciudadanos más versados en negocios, i por esso más cautos, es una representación de la vida civil con artificiosa travazón, i atadura, i salida ingeniosa, a fin de que la admiración del oyente sea mayor, el deleite de la maraña, más agradable, i assí la enseñanza se insinúe mejor en el ánimo. La conexión o atadura hace que la comedia se distinga de la historia que consta de cabos sueltos, i que esta conexión o enredo dure hasta la mudanza, por la qua se passe al desatamiento, esto es, de la felicidad a la infelicidad, o al contrario. La conexión, o atamiento, i la dissolución, o desatamiento, hacen más admirable el assunto, i varían los afectos. Fue invención admirable aquella de Lope de Rueda, en que introdujo quatro amantes encontrados, dos pastores, i dos pastoras de tal manera enamorados que ninguno correspondía a su amante. Pidieron al amor, en premio de averle desatado de un árbol, a que le avían amarrado la virtud i la sabiduría, que les trocasse las voluntades haciendo que cada qual amasse a su amante; i quando parece que la maraña avía de tener fin, entonces se aumenta más i se añuda el enredo, o maraña; porque el amor pregunta, ¿qué voluntades quiere que mude, las de los hombres, o las de las pastoras? I assí que se convengan entre sí. Entonces entra una fuerte disputa, alegando cada uno de ellos i de ellas en favor de su libertad, de suerte que se da assunto para una salida desenmarañada, ingeniosa i agradable. Fueron admirables en este género de composición, entre los griegos Menandro, i entre los latinos Plauto i Terencio. Discretamente dijo Miguel de Cervantes Saavedra326 que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen, permitiendo que se hagan públicas comedias, es para entretener la comunidad, con alguna honesta recreación, i divertirla a veces de los malos humores, que suele engendrar la ociosidad. I poco después añade que este fin se conseguiría mucho mejor, sin comparación alguna, con las comedias buenas que con las no tales. Porque de aver oído la comedia artificiosa, i bien ordenada, saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucessos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los egemplos, airado contra el vicio, i enamorado de la virtud, que todos estos afectos ha de despertar la buena comedia en el ánimo del que la escuchare, por rústico i torpe que sea.

13. El diálogo es una representación del modo más perfeto de manifestar los pensamientos por medio de una conversación fingida, como se ve en los diálogos de Platón, Cicerón, Luciano, de frai Luis de León, i don Antonio Agustín.

14. La perversidad del ingenio humano ha sido tal que para enseñar el vicio, se inventaron ficciones llamadas milesias, sibaríticas i ciprias; porque fueron mui dados a ellas algunos mui corrompidos ingenios de Mileto, Sibari i Chipre; mas, como no es arte, ni merece tal nombre la que no enseña cosas honestas, este género de composición no pertenece a la rhetórica.

15. Pero es cierto que deve incluirse en la classe de las ficciones útiles la sátira, que es una representación de los vicios humanos, la qual puede ser, o de los vicios de personas verdaderas, como la comedia antigua; o de los vicios de alguna persona fingida, para hacer más odiosa la reprehensión. Uno i otro practicaron Horacio, Juvenal i Persio, príncipes deste género de composición; en la qual Horacio mereció la palma de la cortesanía en la reprehensión; Juvenal, la de la acrimonia; Persio, la de la oculta reprehensión, porque tenía más que temer viviendo en tiempo de Nerón, príncipe, presumido de poeta, celoso i cruel. En España, según entiendo yo, el poeta satírico más aventajado ha sido hasta hoi Bartholomé de Torres Naharro que en tiempo en que la lengua castellana empezava a levantarse con las letras, que ivan renaciendo, hallándose en Roma, compuso una sátira que es la primera de las suyas, i merece ser idea de otras, como se procure evitar la imitación de tantas contraposiciones, a que quizá dio ocasión la mala inteligencia de Persio327, o el resabio del antiguo mal gusto, apropiándose versos de Juan de la Encina que después se refinó con la leyenda de los poetas más sabios i agradables de la antigüedad griega i latina que tuvieron Garci-Lasso de la Vega, Juan Boscán, don Diego Hurtado de Mendoza, Gonzalo Pérez, frai Luis de León, Benito Arias Montano, Gregorio Hernández de Velasco, don Estevan Manuel de Villegas, i los hermanos Argensolas. Trasladaré aquí dicha sátira por ser tan rara la Propaladia, donde se halla impressa.


Aquel que sus hijos está deshaciendo,
1 assí se los come después de criados;
Su hoz en la mano, los hombros cargados,
Sus ojos sumidos, i el gesto arrugado;
Tan lleno de canas, tan mal figurado,
La barba salida, los dientes caídos,
Perdida la vista, también los oídos,
Cargado de días, i suelto de pies,
Aquel viejo ruin; ¿si digo quién es?
Del Cielo i de Vesta segundo heredero,
A quien sugetaron por orden grossero
Los años, i meses, semanas, i días,
Las horas, i puntos por todas las vías,
Maneras i modos que son entre gentes
Passadas, futuras, también las presentes.
Lo qual me desplace por ser deste cuento;
I aquesta es la causa, por que me lamento
De aqueste mal viejo, minero de males,
Que yo, i otros muchos, vivimos a escuras.
Huyendo virtudes, siguiendo locuras,
Loando lo malo, tachando lo bueno,
Lisonja en la lengua, maldad en el seno.
Las cosas más feas traemos en palmas,
Triunfan los cuerpos; mas ai de las almas.
¡Mezquino de mí! Vecino a la muerte
No pongo las manos en cosa que acierte;
Ni puedo acertar en cosa que quiera.
Tan mal tino traigo, i en tanta manera,
Que no sé llevar la mano a la boca.
Salud no deseo, ni mucha, ni poca.
Pesares me traen de aquí para allí.
Placeres si digo, no dicen a mí.
Parientes, i amigos, mandaldos hacer.
Señores de hogaño no os han menester.
Virtud en el mundo no cabe, ni mora.
Razón i bondad no se usan agora.
Palabras sin obras se venden barato.
Faltar cada hora, mentir cada rato,
Burlar de los justos, se llama deporte.
Ceviles, traidores prevalen en corte.
Falsarios veréis robar beneficios;
Ladrones a furia comprar los oficios;
I a costa de Dios andar a solacio;
Con ropas prestadas entrar en palacio;
Grosseros haver mui grandes partidos;
Discretos, i doctos, hallarse perdidos
Por no se allegar a la ruin usanza,
Por ser los que deven de buena crianza
Corteses, humildes, i no frapadores.
De aquestos no curan los grandes señores,
D'aquestos se pueblan los más hospitales;
Ofenden traidores, i pagan leales;
I sirven los buenos, i medran los ruines.
Benditos aquellos que miran los fines,
La vida, i la muerte, i el cómo, i el quándo.
Deshágome todo de nuevo pensando
Las parcialidades, i las aficiones.
Padecen a cargas notables varones.
Preceden ignotos a los conocidos.
Los buenos veréis por necios tenidos;
Sagaces traidores, por mucho discretos;
En los sin secreto poner sus secretos,
De donde procede mui claro su mal.
I pródigo llaman al que es liberal;
I buen guardador al péssimo avaro.
Al justo le llaman hipócrita claro;
I al malo i sobervio le cuentan gigante;
Al qu'es pertinaz, por hombre constante.
1 assí de los otros de mal en peor.
I huyen de un santo gran predicador;
I siguen de grado tras un hechicero.
Su gloria es el mundo, su Dios el dinero;
Tras éste envegecen los hombres en Roma.
Después que entre manos codicia los toma,
Despenden diez años tras un beneficio;
Después que lo tienen, ternán por oficio
Perder otros tantos tras un cardenal.
El bueno i el malo con el comunal
Se piensa ser digno de gran obispado.
Después que lo tienen, con nuevo cuidado
Mejor que primero los vemos servir;
I muertos de hambre crepar, i morir
Tras el cardenal do quier que cavalga;
Después en la plaza esperando que salga,
Aunque el Consistorio durasse año i día;
Con ansia terrible, con gran fantasía,
Con ciego apetito de ser cardenales.
Después que lo son, los paños papales
Les ponen gran gula, con que se aperrean;
I no puede ser que todos lo sean.
Ni veis quien con serlo esté mui contento.
De nuevo les viene mayor pensamiento,
Fatiga, i afán sin cabo, sin suelo.
No ai hombre de Nos que piense en el Cielo;
Ni quien haga caso del siglo futuro.
El mal va por bien, el aire por muro,
Lo negro por blanco, lo turbio por claro,
Virtud por estiércol, maldad por reparo,
Lo sucio por limpio, lo torpe por bueno.
Justicia en olvido, razón desterrada.
Verdad ya en el mundo no halla posada.
La fe es fallecida, i amor es ya muerto.
Derecho está mudo, reinando lo tuerto.
Pues la caridad, no ai della memoria.
Ni ai otra esperanza sí de vanagloria.
Ni en otro se entiende sino en trampear.
Quien sabe mentir, sabrá triunfar.
Quien usa bondad, la cuelgue del cuello.
Quien fuere el que deve, que muera por ello.
Quien no me creyere, que tal sea dél.
Al menos me deven la tinta i papel.



En la comedia Jacinta del mismo Naharro ai sátiras hermosas.

16. También fue mui feliz en la composición satírica el dotor Bartholomé Leonardo de Argensola, como quien procuró imitar a Horacio, Persio i Juvenal.

17. El entremés no es otra cosa, sino una imitación agradable de las acciones ridículas de alguna persona para mover a la enmienda de las costumbres, por el justo temor de la burla. En tiempo de Julio César fueron admirables, i hasta hoi no imitados con bastante felicidad, Publio Laberio i Publio Siro. Verdad es que Laberio fue notado de maldiciente i arrogante328, i que las gracias de uno i otro fueron mayores que su inventiva; i por esso se han conservado tantas sentencias (especialmente de Publio Siro que fue más modesto) i han perecido sus obras.

18. El apólogo es una ficción alegórica de cosas absolutamente impossibles tratadas como si fueran verdaderas, para instruir el ánimo con egemplos imaginarios, pero dotrinales. Tales son las fábulas de Isopo, de quien dijo Filostrato329 que, quando Mercurio repartió entre los devotos muchos dones, concedió a Isopo el de componer fábulas apologales. I assí excedió a los demás fingidores; porque éstos sobre la verdad levantaron ficciones; pero Isopo sobre la ficción, verdades. Fedro, ahorrado de Tiberio, imitó a Isopo con elegante sencillez. Pero la narración del apólogo es capaz de mayor adorno, como se ve en ésta del capitán Francisco de Aldana330:


Fue la verdad con alas de paloma
Desdeñando habitar nuestras cabañas;
I en su lugar (como después del día
La noche acude) la mentira vino;
I porque al mundo vio tan amoroso,
I dado a lo exterior; se ornó la infame
Del cabello sotil, dorado i crespo;
Tomó los labios del color que muestran
La púrpura, la grana i los corales.
Cubrióse de oro i plata, en rico trage;
Alcoholó las cejas, i nombróse
Verdad. ¡Ved qué mentira tan notable!
Assí del popular juicio vano
Saltó la voz gritando a cada parte,
Verdad, verdad. No más que porque oyeron
El nombre solo; i fue la gran creciente
Rompiendo por los ángulos del mundo
Con tanta furia (¡ai lamentable suerte!
I quiero aquí decir mil veces, ¡ai!)
Que no tan sólo el necio, el vil i el malo;
Mas el discreto, el noble i el más bueno,
Es menester (si quiere no perderse
En la navegación de aquesta vida)
Juntamente correr donde lo lleva
El ímpetu bestial, por quien se dijo,
Perderse la razón do está la fuerza.



19. I también admite la narración apologal grande abundancia de erudición, como se ve en la siguiente del dotor Bartholorné Leonardo de Argensola, émulo de Horacio en la sátira que nos hizo ver la belleza deste género de narración en estos elegantes tercetos:


   Mas yo busco un linage de sossiego,
Libre de alteración, no respetoso
Al vulgo superior, que es el más lego.
    Quiero oponerme al tráfago injurioso,
Causador de improvisas turbaciones,
Para que no me assalten el reposo.
    Aquello de los dos cautos ratones,
Que en Horacio con gusto avrás leído,
Oye, aunque el repetirlo me perdones.
    Rústico vivió el uno, i conocido
Del otro, al qual, si bien fue cortesano,
Le convidó en su campo al pobre nido.
    I siendo escaso o próvido el villano
A conservar su provisión atento,
A honor del huésped alargó la mano.
    Derramó sus legumbres, bastimento
De que guardava su dispensa llena,
I los trozos de lardo macilento.
    De passas, de garvanzos i de avena
Ufano entresacó lo más reciente,
I con los labios lo sirvió en la cena.
    Mas hecho el cortesano a diferente
Gusto, de sus manjares fingió agrado,
I provó algunos con sobervio diente.
    En paja muelle entonces recostado
(Próspero lecho) el gran ratón yacía
Dueño de aquel vivar afortunado;
    Que royendo unos tronchos se abstenía
De lo bueno, i repuesto, porque el hijo
Se acredilasse con la demasía.
    Al qual, riendo, el cortesano dijo:
No me dirás, amigo, ¿por qué passas
La vida en este mísero escondrijo?
    ¿Antepones las selvas a las casas?
¿I al sabor de los más nobles manjares
Unas legumbres débiles i escasas?
    Ruégote que este hiermo desampares;
Vente conmigo a mejorar tu suerte
Donde venzas los últimos pesares.
    Que todos somos presa de la muerte,
I quando ella más lazos apercibe,
Con más cautela el sabio los divierte.
    Este pues breve espacio, que se vive;
¿Quién tan sin arte vive a su destino,
Que de alimento sustancial se prive?
    Persuadido con esto el campesino
Sale tras él por el boscage escuro,
I hacia la corte siguen el camino.
    Llegados entran por el roto muro,
I en casa de uno de los más felices
Magnates se pusieron en seguro;
    En cuyos aposentos los tapices
Por la paciencia bélgica tegidos
Mostravan sus figuras de matices.
    Sobre los lechos de marfil bruñidos
Los carmesíes adornos de la China
A la púrpura tiria preferidos.
    Aquí el ratón campestre se reclina,
I sin que el caro amigo se lo evite,
La quadra i sus adornos contramina,
    I en los platos, reliquias de un convite,
Que una infiel mesa le ofreció, procura
Que el vientre de su ayuno se desquite.
    Mui hallado tras esto la figura
Hace de alegre huésped, discurriendo
Por la pieza con libre travesura.
    Pero cessó el placer por el estruendo,
Con que cierran las puertas principales
Por no esperado, entonces más horrendo.
    Los canes luego (horror de los umbrales)
Como acostumbran, con ladridos altos
De su fidelidad dieron señales.
    Aquí de tino los ratones fallos
Huyen, hasta subir por las paredes,
I ambos cayendo chillan, i dan saltos.
    Mas luego al campesino, tú que puedes,
Le dice el cortesano, llevar esto,
Podrá bien ser que en su vivienda quedes;
    Que yo a tentar la fuga estoi dispuesta,
I con celeridad tan proseguida,
Que a mi quietud me restituya presto,
    Donde no ai assechanza que la impida;
Por incapaz del trato, o por indigno
Bolveré a la escaseza de mi vida.
    Todo quanto me ofreces, te resigno;
Con tu abundancia a tu placer te dejo
Por un hoyo sin luz, pero benigno.
    Este el sucesso fue, i este el consejo,
Que yo venero, con averlo dado
Un tímido i silvestre animalejo.
    A mi rústico albergue me traslado;
Bien que según lo pinta mi juicio,
Un magnífico alcázar, i adornado.



20. El mismo Bartholomé Leonardo de Argensola en una discreta sátira que dirigió al marqués de Cerralvo, don Rodrigo Pacheco, hizo ver quán eruditas, instructivas, amenas i agradables pueden ser las narraciones de los apólogos, como lo es el siguiente:


   El águila juntó una vez sus aves,
Porque se lo pidió la golondrina,
Para tratar de ciertos puntos graves.
    Atravesó la rústica gallina
El ligústico mar, i la africana,
Desamparó sus palmas, i marina.
    El pavo (raro un tiempo en mesa humana,
Que la nueva i voraz gula española
Tiene ya por comida cotidiana)
    Aquí sus varias plumas enarbola,
I las mirlas, i tordos alemanes
De grandes alas i espaciosa cola.
    El cisne que el mayor de los afanes
Lamenta con dulcíssima harmonía;
I de Colcos vinieron los faisanes.
    También los francolines, Jonia envía;
I tú, a quien la naranja, i la pimienta,
Es su bálsamo i mirra, perdiz mía,
    Aquí llegaste autorizada i lenta;
I el ánsar fiel a los romanos gratos,
Cuyo censor primero los sustenta.
    Las torpes ocas, i silvestres patos,
I los muelles pichones; los palomos
Dichos torcazos, i en latín torquatos.
    Las aves tardas, a quien los que hoi somos
Llamamos abutardas vulgarmente;
Cigüeñas largas, i mochuelos romos.
    Luego una esquadra de sonora gente,
Ruiseñores, calandrias; i canaria
Remitió sus cantores obediente.
    Gorriones, cuervos, i la solitaria
Tórtola lloradora de sus duelos;
La altiva garza en sus caprichos varia.
    El falcón i el azor desde los cielos
Se apean, no en alcanduras, ni en barras,
Las primas, girifaltes i torzuelos;
    Que todo el esquadrón de uñas bizarras
Muestra sin capirotes, ni pihuelas,
Pacíficas las fuentes i las garras.
    Las grullas que con diestras centinelas
El ático carácter de su hueste
Preservan de las súbitas cautelas.
    La codorniz marítima, i la agreste,
I las armadas de su cresta upupas,
I el fantástico pájaro celeste.
    Tú aquí también, lechuza, assiento ocupas,
Aunque a las sacras luces acometes,
Lámparas quiebras, i el aceite chupas.
    La fénix no salió de sus retretes,
Donde al honor del atahúd, o cuna
Apercibe pastillas, i pebetes.
    Mas de otras aves no faltó ninguna,
Sino las que el derecho hizo escusadas
A consultar de su común fortuna.
    De todas las regiones apartadas
Bolaron a la cumbre de Pirene
Por muñidores pájaros llamadas.
    Allí entre encinas i alcornoques tiene
De Júpiter la insigne camarlenga
Capaz theatro, a donde a cortes viene.
    Aviendo pues con ceremonia luenga
Honrado a los veloces circunstantes;
La golondrina comenzó su arenga.
    Dioles superlativos arrogantes
Para captar común benevolencia
Al uso de escolásticos pedantes,
    Dijo (pidiendo a la águila licencia)
Que ella celava el bolador linage;
I assí le quiso dar cierta advertencia.
    Como yo voi haciendo mi viage
Sobre tantos países (dijo) advierto
Lo que nos puede ser favor, o ultrage;
    I un inmenso peligro he descubierto,
Que, aunque en la egecución no está vecino,
Basta para atajarlo el ver que es cierto.
    Desde el mar del Helesponto hasta el latino
Nace en los campos de la tierra grassa
Cierta semilla que la llaman lino,
    Que los esteriliza i los abrassa;
Porque arraigada entre los surcos crece,
I a dar tributo en pocos meses passa.
    Quando su arista el grano rubio ofrece,
La arrancan de raíz, porque la siesta
Pálida ya, la aprieta i endurece.
    Assí en los haces manuales puesta
Al sol se enjuga, i luego el agua aplaca
La sed que le da el sol quando la tuesta.
    Del agua al sol segunda vez se saca,
I Para quebrantar su cuña hueca,
Con mazos de madera se machaca.
   La arista buela destrozada i seca,
Dejando el lino mondo en largas venas,
I peines lo hacen digno de la rueca.
   Pues terso como barbas, i melenas
De los anacoretas que vio el Nilo,
O como en sus filósofos Athenas,
    Se deja prolongar al mismo estilo,
I entre rústicos dedos apremiado,
Dellos rebuelto al boj resulta el hilo.
    Luego es cordel con hilos engrossado;
Éste forma los lazos i las redes
Con ñudos i lazadas prolongado;
    Engaño que en las plantas, o en paredes,
Donde habitamos todas, escondido,
Peligra el robador de Ganimedes.
    No estará salvo el inocente nido;
Ni el discurrir las selvas, ni dehesas,
Será a los libres buelos permitido;
    Porque seremos por los hombres presas
En los senos del lino fraudolento,
Que presto vendrá a ser redes espesas.
    Al fin lo que en razón de todo siento
Es que mientras el lino a ser no llega
De humanas assechanzas instrumento,
    (Porque aun agora arroyo manso riega
Su inocencia en cogollos florecientes,
I en la tardanza natural sossiega),
    Arremetamos todas diligentes
A talar su verdura sospechosa,
Que amenaza el estrago a nuestras gentes.
    A lo menos, o reina generosa,
Manda que algunas tropas de vencejos
Confundan la semilla perniciosa;
    I no porque los daños mires lejos,
Dilates el poner mano a la obra;
Que vanos son sin ella los consejos.
    El mal que no se ataja, fuerzas cobra;
La pérdida de tiempo no es pequeña,
I, salvo al imprudente, a nadie sobra.
    Aquí acabó; mas la águila risueña,
Como si oyera al terenciano Thraso,
La no superflua plática desdeña.
    Las demás, con su egemplo, ríen a passo;
Mas luego suena pública la risa,
Sin hacer del aviso ningún caso.
    I aun huvo quien votó que con precisa
Relegación se castigasse luego
Quien de cosas tan frívolas avisa.
    Pero también passó en donaire i juego;
I bolando en desorden i en huida
Al aire se entregó el senado lego.
    La golondrina atónita, i corrida
De hallarse sola, i que con arrogancia
Quedava su oración correspondida;
    Alto, cedamos, dijo, a la ignorancia
Universal; pues el ponerle enmienda
Se intenta con oprobio i sin ganancia;
    I cada qual a su interés atienda.
Yo a lo menos de selvas enemiga,
Secrestaré en seguro mi vivienda;
    I en casas de hombres en las altas bigas
Suspenderé mi nido; i los alados
Senadores remedien sus fatigas.
   Tiempo vendrá en que presos, i enredados
En su infortunio, alabarán mi celo;
Pues de sanos consejos despreciados
La venganza dio al tiempo el justo cielo.



21. El autor de las fábulas atribuidas a Isopo, i sus imitadores Locman i Fedro, añadieron a la fábula el aviso, para hacerla más inteligible, constituyendo assí por partes de la fábula la narracioncilla i el prudente aviso, conformándose deste modo con la definición que los rhetóricos dan al apólogo que dicen ser, una oración fingida que, con disposición verisímil, refiere cierta especie de verdad, con el fin de alguna útil instrucción. Matheo Alemán, que fue insigne artífice de apólogos, nos dará egemplo de una i otra parte, en el apólogo siguiente331.

22. «Aviendo el dios Júpiter criado todas las cosas de la tierra, i a los hombres para gozarlas; mandó que el dios Contento residiesse en el mundo, no creyendo, ni previniendo a la ingratitud que después tuvieron, alzándose con el real i el trueco; porque teniendo a este dios consigo, no se acordavan de otro. A él hacían sacrificio, a él ofrecían las víctimas, a él celebravan con regocijo, i cantos de alabanzas. Indignado desto Júpiter, convocó todos los dioses, haciéndoles un largo parlamento. Dioles cuenta de la mala correspondencia de los hombres, pues a sólo el Contento adoravan, sin considerar los bienes recibidos de su pródiga mano, siendo hechura suya, i aviéndolo criado de no nada, que diessen su parecer para remedio de semejante locura. Algunos, los más benignos, movidos de clemencia, digeron: Son flacos, de flaca materia, i es bien sobrellevarlos; que si fuera possible trocar nuestra suerte, a la suya, i fuéramos sus iguales, sospecho que hiciéramos lo mismo. No se deve hacer caso dello, i quando mucho, dándoles una honesta corrección; tendremos por mui cierto que será bastante remedio por lo presente.

23. «Momo quiso hablar, comenzando por algunas libertades; i mandáronle callar que después hablaría. Bien quisiera en aquella ocasión indignar a Júpiter, por averse ofrecido, como la deseava; mas obedeciendo por entonces, fue recapacitando una larga oración que hacer a su propósito, quando llegassen a su voto; pero entretanto no faltaron otros de condición casi su igual que digeron: Ya no es justo dejar sin castigo tan grave delito; que la ofensa es infinita, hecha contra dioses infinitos; i assí deve ser infinita la pena. Parécenos, conviene destruirlos, acabando con ellos, no criando más de nuevo, pues no es necesidad forzosa que los aya. Otros digeron no convenir assí; mas que arrojándoles grande número de poderosos rayos, los abrasasse todos, i criasse otros buenos. Assí fueron dando sus pareceres diferentes, de más o menos rigor, conforme su calidad i complexión, hasta que llegando a dar Apolo el suyo, pedida licencia, i captada la benevolencia, con voz grave i rostro sereno dijo:

24. »Suprerno Júpiter, piadosíssimo, la grave acusación que haces a los hombres es tan justa que no se te puede negar, ni contradecir qualquier venganza que contra ellos intentes. Ni tampoco puedo, por lo que te devo, dejar de advertir desapassionadamente lo que siento. Si destruyes el mundo en vano son las cosas que en él criaste; i, si es imperfeción en ti deshacer lo que heciste, para quererlo enmendar, ni pesarte de lo hecho, que te desacreditas a ti mismo, pues tu poder de criador se estrecha a tan extraordinarios medios para contra tu criatura. Perderlos, i criar otros de nuevo, tampoco te conviene; ¿por qué les has de dar, o no, libre alvedrío? Si se lo das, han de ser necessariamente tales, quales fueron los passados; i, si se lo quitas, no serán hombres; i avrás criado en balde tanta máquina de cielo, tierra, estrellas, luna, sol, composición de elementos, i más cosas, que con tanta perfeción heciste. De modo, que te importa no se inove más de en una sola cosa, con que se previene de remedio. Tú, señor, les diste al dios Contento que lo tuviessen consigo por el tiempo de tu voluntad, pues todo pende della. Si se supieran conservar en gratitud i justicia, cosa fuera repugnante a la tuya no ampararlos, ampliándoles siempre los favores; mas pues lo han desmerecido por su inobediencia (restringiendo las penas) deves castigarlos; que no es bien que tiránicamente possean tantos dones para ofenderte con ellos, antes les deves quitar éste su dios, i en lugar suyo embiarles al del Descontento su hermano, pues tanto se parecen; con que de aquí en adelante reconocerán su miseria i tu misericordia; tus bienes i sus males; tu descanso i su trabajo; su pena i tu gloria; i tu poder i su flaqueza. I por tu voluntad repartirás el premio al que le mereciere, con la benignidad que fuere tu gusto, no haciéndolo general a buenos i malos, gozando igualmente todos una bienaventuranza. Con esto me parece quedarán castigados i reconocidos. Haz agora (o Júpiter clementíssimo) lo que más a tu voluntad sea conveniente, de modo que te sirvas.

25. »Con este breve razonamiento acabó su oración. Quisiera Momo (con la emponzoñada suya) acriminar el delito, por la enemistad vieja que con los hombres tenía; i conocida su passión, reprovaron su parecer, loando todos el de Apolo, se cometió la egecución dello a Mercurio; que luego (desplegadas las alas, rompiendo por el aire) bajó a la tierra, donde halló a los hombres con su dios del Contento, haciéndole fiestas, i juegos, descuidados que pudieran en algún tiempo ser enagenados de su possessión. Mercurio se llegó donde estava; i aviéndole dado de secreto la embajada de los otros dioses (aunque de mala gana) fuele forzoso cumplirla. Los hombres alteráronse del caso, i viendo que les llevavan a su dios, quisieron impedirlo; i procurando todos esforzarse a la defensa, asidos dél trabajavan fuertemente, con todo su poder. Viendo Júpiter el caso, el motín i alboroto, bajó al suelo, i como los hombres estavan asidos a la ropa (usando de ardid) sacóles el Contento della, dejándoles al Descontento metido en su lugar, i propias vestiduras, del modo que el Contento antes estava, llevándoselo de allí consigo al cielo; con que los hombres quedaron gustosos, i engañados, creyendo aver salido con su intento, teniendo su dios consigo; i no fue lo que pensaron. Aun este yerro vive desde aquellos passados tiempos, llegando, con el mismo engaño, hasta el siglo presente. Creyeron los hombres averles el Contento quedado, i que lo tienen consigo en el suelo; i no es assí, que sólo es el ropage, i figura, que le parece; i el Descontento está metido dentro. Ageno vives de la verdad, si creyeres otra cosa, o la imaginas. ¿Quiéreslo ver? Advierte.

26. »Considera del modo que quisieres las fiestas, los regocijos, banquetes, danzas, músicas, deleites i alegrías, i todo aquello a que más te mueve la inclinación, en el más elevado punto que te podrá pintar el deseo. Si te preguntare; ¿a dónde vas? Podrasme responder mui orgulloso. A tal fiesta de contento. Yo quiero que allá lo recibas, i te lo den, porque los jardines estavan mui floridos, i el son de las plateadas aguas, i manantiales de aljófares i perlas te alegraron. ¿Me rendaste, sin que el sol te ofendiesse, ni el aire te enojasse? ¿Gozaste tus deseos, tuviste gran passatiempo, fuiste alegremente recebido i acariciado? Pues ningún contento pudo ser tal que no se aguasse con alguna pesadumbre, i quando aya faltado desgusto, no es possible que quando a tu casa buelvas, o en tu casa te acuestes, no te halles cansado, polvoroso, sudado, ahíto, resfriado, enfadado, melancólico, doloroso, i por ventura descalabrado, o muerto, que en los mayores placeres acontecen mayores desgracias, i suelen ser vísperas de lágrimas, no vísperas que passe noche de por medio; al pie de la obra, en medio de aquella idolatría, las has de verter que no se te fiarán más largo. Vendrasme a confessar agora que la ropa te engañó, i la máscara te cegó. Donde creíste que el contento estava, no fue más del vestido, i el descontento en él. Ves ya como en la tierra no ai contento, i que está verdadero en el cielo. Pues hasta que allá lo tengas, no le busques acá». Hasta aquí Matheo Alemán con mucha enseñanza en la narración del apólogo, i en el aviso; aunque la ficción de aquélla en algo puede parecer verisímilmente acomodable a la falsa deidad de Júpiter; pero no a la antevisión infalible de Dios verdadero, a cuya suma perfeción es mui dificultoso acomodar una ficción que parezca verisímil; i esta consideración puede servir para disculpar a Matheo Alemán, en lo demás admirablemente ingenioso, instructivo, i elegante en sus ficciones.

27. En sus apólogos se puede observar que unas veces no usó de aviso separado, i otras sí; pero siempre enseña. I assí para dar la instrución que conviene, no es necessario que el aviso esté separado de la narración, pudiendo ésta por sí ser instructiva, acomodándose a la naturaleza de las cosas, como se ve descriviéndose bien la fidelidad del perro, la mansedumbre del cordero, la laboriosidad del buei, la providencia de la hormiga, la sencillez de la paloma, la limpieza del armiño, la diligencia de la abeja, la intrepidez del cavallo, i la vigilancia de la grulla; como al contrario retrahe el mal egemplo, viendo la rapacidad del lobo, el engaño de la zorra, la astucia de la serpiente, la pereza del zángano, i la fiereza del león. Por ser cosa mui sabida la verdad de que el amor crece mucho siendo correspondido; i por no ser mui común el apólogo de Porfirio que otros atribuyen a Alejandro Afrodiseo i enseña ser assí, sin añadir aviso alguno; le copiaré aquí según le tradujo a la lengua castellana Hernando de Herrera, docto humanista. Dice assí332:

28. «Avía engendrado Venus a Eros, que es el Amor. El niño era agraciado i hermoso, porque mostrava en su rostro la figura i belleza de su madre, en ninguna cosa degenerando de la belleza della; pero no podía crecer en grandeza i estatura de cuerpo que respondiesse a la hermosura, i assí quedó mucho tiempo en aquel hábito con que nació. Congojada i falta de consejo su madre, maravillávase desta estrañeza, i no entendía qué causa impidiesse su crecimiento, i no menos que ella se fatigavan las Cárites, diosas de las gracias, que tenían a su cargo la crianza del niño. Al fin fueron a consultar el oráculo de la diosa Themis, que pronunciava lo que estava por suceder de los Hados (porque aun no avía comenzado Apolo a presidir en Delfos, ni revelava aun los secretos de las cosas ascondidas en oscuridad) i humildemente Ie suplicaron que buscasse i les descubriesse algún remedio para aquella no acostumbrada calamidad, dina de toda grande admiración. Entonces respondió Themis: Yo libraré uestro ánimo dessa congoja, porque aun no avéis conocido bien la naturaleza i el ingenio deste niño; porque éste tu verdadero Amor, o Venus, puede por ventura nacer solo, pero no puede crecer solo. I si tú quieres que él crezca en la proporción justa del cuerpo, tienes necessidad de otro hijo llamado Anteros, que con recíproco i trocado amor satisfaga i compense las fuerzas de la benevolencia. I será esta naturaleza a los dos hermanos, quel uno al otro se presten i den con igual cambio el crecimiento i grandeza, i mirándose trocadamente, serán autores de su aumento, cobrando cuerpo con igual grandeza i estatura. Pero si faltare el uno, acabarán ambos forzosamente. Con esta respuesta de Themis, buelta Venus a los regalos de Marte, engendró otro hijo, a quien puso por nombre Anteros, como si digéssemos Contramor. Entonces, con maravillosa novedad comenzó súbitamente Cupido a crecer en grandeza de cuerpo, i naciéndole repentinamente las alas, las estendió con lozanía i hermosura corriendo i bolando con el cuerpo igual a la belleza del rostro. Parecía que los dos hemanos competían en porfiada contienda quál dellos crecía más hermoso i más grande. Admirávanse los dioses, i más su madre, de ver crecer tan ecelente generación suya. Assí creció el Amor, que siendo sugeto a esta suerte, muchas veces es perseguido i molestado de admirables i nunca oídos trabajos i fatigas. Porque unas veces crece, otras mengua, i torna a cobrar de nuevo la grandeza perdida del cuerpo, mas de tal manera, que siempre está necessitado de la presencia de su hermano, al qual si ve crecer contiende i se esfuerza por ecedelle, pero si lo halla pequeño, muchas veces aun contra su voluntad se desmaya i derriba. Porque el amor, si no responden con agradecimiento de amor, no crece, antes se acaba.»

29. I para que no faltasse a esta ficción la agradable harmonía del verso, la redujo Christóval Mosquera de Figueroa a unos elegantes tercetos, en que traduciendo a Aquiles Buca, conocido poeta boloñés, cantó assí:


   Luego que parió Venus a Cupido,
A las Gracias lo dio, que le criassen
Su tierno infante i su recién nacido;
    Porque su bien en él comunicassen,
I lo sacassen tal qual desseava,
I con gracia i belleza lo ilustrassen.
    I advirtiendo su madre que passava
Mucha parte del tiempo i quel cuidado
Para aumentarse el niño no bastava,
    Al oráculo en Delfos consagrado
Se llegó a consultar lo que haría
Para remedio de su hijo amado.
    I la respuesta fue, que convenía
Que engendrasse otro Amor con quien pudiesse
Criarse el primer hijo que tenía,
    Para quel un Amor se entretuviesse
Con otro Amor; i en esta competencia
A quien más puede, cada qual creciesse.
    Venus les dio a las Gracias la licencia
Que regalassen como de primero
A Amor, con más que humana diligencia.
    I en este tiempo que corrió ligero,
Parió otro niño Venus tan hermoso,
Pronóstico de Delio verdadero.
    Anteros es su nombre glorioso,
Que nos enseña a ser agradecidos
Al afeto de Amor maravilloso.
    Regocíjase l'Alma, i los Sentidos,
Quando halla un Amor firme, i constante
Otro, que recompense sus gemidos.
    Éste nace en el pecho del amante,
Pequeño i débil; i, si no es querido,
No crece; i si le ayudan, al instante
Al Cielo llega con valor crecido.



30. I con mayor elegancia Fernando de Herrera, en el fin de una elegía, repitió el mismo apólogo deste modo:


   La dulce Venus, madre regalada.
Del tierno Amor, estava lastimosa,
I en fatiga contina congojada;
    Porque su hijo, cuya poderosa
Diestra rinde herido, i humillado
Quanto cerca del sol la luz fogosa;
    Aunque bello, i en ella figurado,
Qual parto de su inmensa hermosura,
Divinamente puro, i acabado;
    No crecía en grandeza, ¡compostura
Igual a la belleza, i que vivía.
Mucho tiempo sugeto a tal ventura;
    Doliéndose del daño, no sabía
Qué remedio tuviesse una estrañeza
Nunca vista jamás hasta aquel día.
    Al fin del triste caso la graveza
La llevó a consultar por más seguro
De las secretas cosas la certeza.
    Themis que revelava lo futuro,
Viendo su confusión, le dice: Olvida,
Venus, este temor del Hado oscuro.
    Este tu Amor en essa edad florida
Si no crece, aunque solo es engendrado
Es por oculta causa, i ascondida.
    Solo puede nacer, i ser criado,
I no crecer; si quieres tú que crezca,
Pare otro hijo, Contramor llamado;
    Con tal suerte quel uno favorezca
Mirando al otro hermano en crecimiento,
Cobrando cuerpo, que al igual florezca.
    Pero si uno falta, a un movimiento
Ambos han de acabar forzosamente;
I éste es decreto de infalible assiento,
    Bolvió Venus alegre, i juntamente
A los regalos del amado Marte;
I quanto dijo Themis, vio presente.
    Amor luego creció, mirando a parte
A su hermano, i de sí con gran porfía
El uno a otro dava mejor parte.
    El uno i otro en igualdad crecía
Hermoso en la figura, i la grandeza,
Que a Cítherea admiración ponía.



31. Historia fingida es una narración fingida de sucessos circunstancíados para instrución de quien los oye o lee. Discretamente dijo Don Quijote de la Mancha333, que las historias fingidas tanto tienen de buenas i de deleitables quanto se llegan a la verdad o a la semejanza della; i las verdaderas tanto son mejores quanto son más verdaderas. Son egemplos de historia fingida la vida de Lazarillo de Tormes, la de Guzmán de Alfarache i la de Don Quijote de la Mancha.

32. No faltará quien reprehenda aver yo tratado de las referidas especies de ficciones que se han apropiado los que han escrito artes poéticas. Pero si bien se observa, la poética es parte de la rhetórica i por esso Aristóteles trató de ella i de los poetas en sus libros rhetóricos i se valió de sus egemplos, i yo aquí solamente me he propuesto tratar de la naturaleza i arte de la ficción, la qual entiendo que primeramente se inventó en prosa, i después, para hacerla más agradable, se le añadió la dulzura del metro, que hace la oración más harmoniosa. Ni se opone a esto que no aya epopeyas más antiguas que las de Homero, porque también no han quedado poesías más antiguas que las suyas, i es cierto que, aunque él ha sido el príncipe de los poetas, no ha sido el primero. La excelencia de sus obras ha sido causa de que ayan permanecido ellas i no otras más antiguas. I lo cierto es que todo género de ficción se halla escrito en prosa: las Peregrinaciones i amores de Dinias i Dercilis, que escrivió en prosa Antonio Diógenes, son una manifiesta imitación de las peregrinaciones de Ulisses i de los amores de Calipso. La ficción de las cosas de Ethiopía, que compuso en prosa Heliodoro, obispo de Tricca, también imita la Ulissea de Homero, i assí mismo los amores de Clitofón i Leucipes, de Aquiles Tacio.

33. El maestro Hernán Pérez de Oliva nos dio en prosa la Venganza de Agamenón i Hécuba triste, cuyos assuntos sacó, el uno de Sófocles, el otro de Eurípides, príncipes de la poesía trágica.

34. Lo que leemos en verso en los Bucólicos o Boyerizos de Virgilio, está escrito en prosa en los libros de agricultura de Marco Varrón i de nuestro español Columela.

35. Los libros de novelas están llenos de invenciones pastoriles.

36. Lope de Rueda, renovador, componedor i representante de comedias en España, las escrivió en prosa; i Bartholomé de Torres Naharro fue el primero que las compuso en verso.

37. La Scelestina, de incierto autor; el Celoso, de Alonso de Uz; i la Eufrosina, la Ulissipo, i la Aulegrafía, de Jorge Ferreira de Vasconcelos, son comedias escritas en prosa, i otras muchas; verdad es que essas más pueden tenerse por novelas que por comedias, para ser leídas i no representadas.

38. Los Diálogos de Platón i de Luciano, escritos en lengua griega; los de Cicerón, en la latina; i los de los maestros Hernán Pérez de Oliva i frai Luis de León, en la española; i los de Francisco Rodríguez Lobo, en la portuguesa, traducidos por Juan Bautista de Morales, todos en prosa; i el Diálogo entre la verdad i la lisonja de Christóval de Castillejo, en verso, son unas ideas excelentes de la buena conversación.

39. La Atalaya de la Vida de Matheo Alemán, escrita en prosa, está llena de sátiras ingeniosíssimas, i es mui donosa la que escrivió contra los malos casamientos334. Muchas crisis de Gracián también me parecen sátiras.

40. De entremeses en prosa ai muchos egemplos, aunque yo los quisiera menos ridículos i más discretos.

41. Isopo escrivió sueltamente sus Fábulas muchos siglos antes que Fedro trasladasse al verso algunas dellas. Locman, entre los árabes, está mirado como un Isopo alarbe, si ya no es el mismo. I aun antes que viviesse Isopo, se hizo en prosa el apólogo que leemos en el Libro de los Jueces, cap. 8. I otro en el 4 de los Reyes, cap. 14, para que se entienda que este género de ficción no sólo es lícito, sino también loable; porque suponiéndose que se conoce la ficción, el fin de ella es enseñar útilmente, a distinción de la mentira, que dissimulada tiene por fin el engaño. Sirvan también de egemplo los Apólogos Morales, que andan a nombre de S. Cirilo, que tradujo Francisco Aguado, i son un joyelito de oro. Pero sin salir de España, tenemos varios egemplos de apólogos escritos en prosa con gran ingenio, erudición, provechosa dotrina i agradable estilo. Tal es éste de Matheo Alemán335:

42. «Quando Júpiter crió la fábrica deste universo, pareciéndole toda en todo admirable i hermosa, primero que criasse al hombre, crió los más animales, entre los quales quiso el asno señalarse (que si assí no lo hiciera, no lo fuera) luego que abrió los ojos i vio esta belleza del orbe, se alegró. Comenzó a dar saltos de una en otra parte con la rociada que suelen, que fue la primera salva que se le hizo al mundo inmundo, hasta que ya cansado, queriendo reposar, algo más manso de lo que poco antes anduvo, le passó por la imaginación: ¿cómo, de dónde o de quándo era él asno?, pues ni tuvo principio dél, ni padres que lo fuessen, ¿por qué o para qué fue criado? ¿Quál avía de ser su paradero? Cosa mui propia de asnos venirles la consideración a más no poder, a lo último de todo; quando es passada la fiesta, los gustos i contentos, i aun quiera Dios que llegue como ha de venir, con enmienda i perseverancia; que temprano se recoge, quien tarde se convierte. Con este cuidado se fue a Júpiter i le suplicó se sirviesse de revelarle, quién o para qué lo avía criado. Júpiter le dijo que para servicio del hombre, refiriéndole por menor todas las cosas i ministerios de su cargo. I fue tan pesado para él que, de solamente oírlo, le hizo mataduras i arrodillar en el suelo de hinojos i con el temor del trabajo venidero (aunque siempre los males no padecidos assombran más con el ruido que hacen oídos, que después de egecutados) quedó en aquel punto tan melancólico, qual de ordinario lo vemos, pareciéndole vida tristíssima la que se le aparejava, i preguntando quánto tiempo avía de durar en ella, le respondió que treinta años. El asno se bolvió de nuevo a congojar, pareciéndole que sería eterna, si tanto tiempo la esperasse (que aun a los asnos cansan los trabajos) i con humilde ruego le suplicó que se doliesse dél, no permitiendo darle tanta vida. I pues no avía desmerecido con alguna culpa, no le quisiesse cargar de tanta pena: que bastaría vivir diez años, los quales prometía servir como asno de bien, con toda fidelidad i mansedumbre, i que los veinte restantes los diesse a quien mejor pudiesse sufrirlos. Júpiter, movido de su ruego, concedió su demanda, con lo qual quedó el asno menos mal contento.

43. »El perro, que todo lo huele, avía estado atento a lo que passó con Júpiter el asno, i quiso también saber de su buena o mala suerte. I aunque anduvo en esto mui perro, queriendo saber (lo que no era lícito) secretos de los dioses i para solos ellos reservados, quales eran las cosas por venir, en cierta manera pudo tener escusa su yerro, pues lo preguntó a Júpiter i no hizo lo que algunas de las que me oyen, que sin Dios i con el diablo buscan hechicerías i gitanas que les echen suertes i digan su buena ventura. Ved quál se la dirá quien para sí la tiene mala. Dícenles mil mentiras i embelecos. Húrtanles por bien o por mal aquello que pueden i déjanlas para necias, burladas i engañadas. En resolución fuese a Júpiter i suplicóle que pues con su compañero el asno avía procedido tan misericordioso dándole satisfación a sus preguntas, le hiciesse a él otra semejante merced. Fuele respondido que su ocupación sería en ir i venir a caza, matar la liebre i el conejo i no tocar en él, antes ponerlo, con toda fidelidad en manos del amo. I después de cansado i despeado de correr i trabajar avían de tenerlo atado a estaca, guardando la casa, donde comería tarde, frío i poco, a fuerza de dientes, royendo un huesso roído i desechado. I juntamente con esto le darían muchas veces muchos puntillones i palos. Bolvió a replicar preguntando el tiempo que avía de padecer tanto trabajo. Fuele respondido que treinta años. Mal contento el perro, le pareció negocio intolerable, mas confiado de la merced que al asno se le avía hecho, representando la conseqüencia, suplicó a Júpiter que tuviesse dél misericordia i no permitiesse hacerle agravio, pues no menos que el asno era hechura suya, i el más leal de los animales. Que le emparejasse con él, dándole solos diez años de vida. Júpiter se lo concedió i el perro reconocido desta merced bajó el hocico por tierra en agradecimiento della, resinando en sus manos los otros veinte años de que le hacía dejación.

44. »Quando passavan estas cosas, no dormía la mona, que con atención estava en assecho, deseando ver el paradero dellas. I como su oficio sea contrahacer lo que otros hacen, quiso imitar a sus com pañeros, demás que la llevava el deseo de saber de sí, pareciéndole que quien tan clemente se avía mostrado con el asno i el perro, no sería para con ella riguroso. Fuese a Júpiter i suplicóle se sirviesse de darle alguna luz de lo que avía de passar en el discurso de su vida i para qué avía sido criada, pues era cosa sin duda no averla hecho en valde. Júpiter le respondió que solamente se contentasse saber por entonces que andaría en cadenas arrastrando una maza, de quien se acompañaría como de un fiador, si ya no la ponían asida de alguna varanda o reja, donde padecería el verano calor i el hinvierno frío, con sed i hambre, comiendo con sobresaltos, porque a cada bocado daría cien tenazadas con los dientes i le darían otros tantos azotes para que con ellos provocasse a risa i gusto. Este se le hizo a ella mui amargo i, si pudiera, lo mostrara entonces con muchas lágrimas. Pero llevándolo en paciencia quiso también saber quánto tiempo avía de padecerlo. Respondióle lo que a los otros, que viviría treinta años. Congojada con esta respuesta i consolada con la esperanza en el clemente Júpiter, le suplicó lo que los dos animales, i aun se le hicieron muchos. Otorgósele la merced, según que lo avía pedido, i dándole gracias, le besó la mano por ello i fuese con sus compañeros.

45. »Últimamente crió después al hombre, criatura perfeta más que todas las de la tierra, con ánima inmortal i discursivo. Diole poder sobre todo lo criado en el suelo, haciéndolo señor usufrutuario dello. Él quedó mui alegre de verse criatura tan hermosa, tan misteriosamente organizado, de tan gallarda compostura, tan capaz, tan poderoso señor, que le pareció que una tan excelente fábrica era digna de inmortalidad. I assí suplicó a Júpiter le digesse, no lo que avía de ser dél, sino quánto avía de vivir. Júpiter le respondió que, quando determinó la creación de todos los animales i suya, propuso darles a cada uno treinta años de vida. Maravillóse desto el hombre que para tiempo tan corto se huviesse hecho una obra tan maravillosa, pues en abrir i cerrar los ojos, passaría como una flor su vida. I apenas avría sacado los pies del vientre de su madre, quando entraría de cabeza en el de la tierra, dando con todo su cuerpo en el sepulcro sin gozar su edad ni del agradable sitio donde fue criado. I considerando lo que con Júpiter passaron los tres animales, fuese a él i con rostro humilde le hizo este razonamiento: Supremo Júpiter, si ya no es que mi demanda te sea molesta i contra las ordenaciones tuyas (que tal no es intento mío, mas quando tu divina voluntad sea servida, conformando la mía con ella en todo) te suplico que pues estos animales brutos, indignos de tus mercedes, repudiaron la vida que les diste, de cuyos bienes les faltó noticia, con el conocimiento de razón que no tuvieron, pues largaron cada uno dellos veinte años de los que les avías concedido, te suplico me los des para que yo los viva por ellos, i tú seas en este tiempo mejor servido de mí. Júpiter oyó la petición del hombre, concediéndole que, como tal, viviesse sus treinta años, los quales passados, comenzasse a vivir por su orden los heredados. Primeramente veinte del asno, sirviendo su oficio, padeciendo trabajos, acarreando, juntando, trayendo a casa i llegando para sustentarla, lo necessario a ella. De cinquenta hasta setenta, viviesse los del perro, ladrando, gruñendo, con mala condición i peor gusto. I últimamente de setenta a noventa usasse de los de la mona, contrahaciendo los defetos de su naturaleza. I assí vemos en los que llegan a esta edad, que suelen (aunque tan viejos) querer parecer mozos: pulirse, aderezarse, passear, enamorar i hacer valentías, representando lo que no son, como lo hace la mona, que todo es querer imitar las obras del hombre i nunca lo puede ser».

46. La narración historial fingida no es mucho que se escriva en prosa, siendo ésta para ella más propia que el verso. Sirva de egemplo la siguiente del mismo Matheo Alemán336. «De todas las cosas criadas, ninguna podrá decir aver passado sin su imperio. A todas les llegó su vida, i tuvieron vez. Mas, como el tiempo todo lo trueca, las unas passan i otras han corrido... A la verdad aconteció lo mismo. También tuvo su quando: de tal manera que antiguamente se usava más que agora; i tanto, que vinieron a decir aver sido sobre todas las virtudes respetada, i aquél que decía mentira (más o menos de importancia) era conforme a ella castigado, hasta darle pena de muerte, siendo públicamente apedreado. Mas, como lo bueno cansa i lo malo nunca se daña, no pudo entre los malos lei tan santa conservarse. Sucedió que viniendo una gran pestilencia, todos aquellos a quien tocava (si escapavan con la vida) quedavan con lesión de las personas. I como la generación fuesse passando, alcanzándose unos a otros, los que sanos nacían, vituperavan a los lisiados diciéndoles las faltas i defetos de que notablemente les pesava ser denostados. De donde poco a poco vino la verdad a no querer ser oída i de no quererla oír llegaron a no quererla decir; que de un escalón se sube a dos, i de dos hasta el más alto; de una centella se abrasa una ciudad. Al fin fuéronsele atreviendo hasta venir a romper el estatuto, siendo condenada en perpetuo destierro i a que en su silla fuesse recebida la mentira. Salió la verdad a cumplir el tenor de la sentencia. Iva sola, pobre i qual suele acontecer a los caídos (que tanto uno vale, quanto lo que tiene i puede valen; i en las adversidades los que se llaman amigos, declaradamente se descubren por enemigos). A pocas jornadas, estando en un repecho, vio parecer por cima de un collado mucha gente, i quando más se acercava, mayor grandeza descubría. En medio de un escuadrón cercado de un egército ivan reyes, príncipes, governadores, sacerdotes de aquella gentilidad, hombres de govierno i poderosos, cada uno conforme a su calidad, más o menos, llegados cerca de un carro triunfal, que llevavan en medio, con gran magestad, el qual era fabricado con admirable artificio i estrema curiosidad; en él venía un throno hecho que se rematava con una silla de marfil, évano i oro, con muchas piedras de precio engastadas en ella, i una muger sentada, coronada de reina, el rostro hermosíssimo, pero quanto más de cerca, perdía de su hermosura, hasta quedar en estremo fea. Su cuerpo (estando sentada) parecía mui gallardo, mas puesta en pie o andando, descubría muchos defetos. Iva vestida de tornasoles riquíssimos a la vista i de colores varios, mas tan sutiles i de poca sustancia, que el aire los maltratava i con poco se rompían. Detúvose la verdad en tanto que passava este esquadrón, admirada de ver su grandeza, i quando el carro llegó, que la mentira reconoció a la verdad, mandó que parassen, hízola llegar cerca de sí, preguntóle de dónde venía, dónde i a qué iva, i la verdad la dijo en todo. A la mentira le pareció convenir a su grandeza llevarla consigo, que tanto es uno más poderoso, quanto a mayores contrarios vence, tanto en más tenido, quantas más fuerzas resistiere. Mandóla bolver, no pudo librarse, huvo de caminar con ella, pero quedóse atrás de toda la turba por ser aquél su propio lugar conocido. Quien buscare a la verdad, no la hallará con la mentira ni sus ministros. A la postre de todo está, i allí se manifiesta. La primera jornada que hicieron, fue a una ciudad en donde salió a recibirla el favor, un príncipe mui poderoso. Combidóla con el hospedage de su casa. Aceptó la mentira la voluntad, mas fuese al mesón del ingenio, casa rica, donde le aderezaron la comida i sestearon. Luego, queriendo passar adelante, llegó el mayordomo ostentación con su gran personage, la barba larga, el rostro grave, el andar compuesto i la habla reposada: preguntóle al huésped lo que devía, hicieron la cuenta i el mayordomo (sin reparar en alguna cosa) dijo que bien estava. Luego la mentira llamó a la ostentación, diciendo: pagadle a esse buen hombre de la moneda que le distes a guardar quando aquí entrastes. El huésped quedó como tonto, qué moneda fuesse aquélla que decían. Túvolo a los principios por donaire. Mas, como instassen en ello, i viesse que lo afirmavan tanta gente de buen talle, lamentávase diciendo: nunca tal avérsele dado. Presentó la mentira por testigos al ocio su thesorero, a la adulación su maestresala, al vicio su camarero, a la assechanza su dueña de honor i a otros sirvientes suyos, i para más convencerlo, mandó comparecer ante sí al interés, hijo del huésped, i a la codicia su muger. Todos los quales contestes afirmaron ser assí. Viéndose apretado el ingenio, con exclamaciones rompía los aires, pidiendo a los cielos manifestasse la verdad, pues no sólo le negavan lo que le devían, pero le pedían lo que no devía. Viéndole la verdad tan apretado, como tan amiga que siempre deseó ser suya, le dijo: ingenio, amigo, razón tenéis, pero no puede aprovecharos, que es la mentira quien os niega la deuda, i no ai aquí más de a mí de uestra parte, i en lo que puedo valeros, es en solo declararme, como lo hago. Quedó la mentira tan corrida de aqueste atrevimiento, que mandó a los ministros pagassen al ingenio de la hacienda de la verdad, i assí se hizo, i passaron adelante, haciendo por los caminos, ventas i posadas, lo que tiene de costumbre semejante género de gente, sin dejar alguna que no robassen, que un malo suele ser verdugo de otro; i siempre un ladrón, un blasfemo, un rufián i un desalmado acaba en las manos de otro su igual. Son peces, que se comen grandes a chicos. Llegaron más adelante a un lugar donde la murmuración era señora i gran amiga de la mentira. Salióla a recebir llevando delante de sí los poderosos de su tierra i privados de su casa, entre los quales ivan la soberbia, traición, engaño, gula, ingratitud, malicia, odio, pereza, pertinacia, venganza, invidia, injuria, necedad, vanagloria, locura, voluntad, sin otros muchos familiares. Combidóla con su posada, la qual aceptó la mentira con una condición, que sólo se le diesse el casco de la casa, porque ella quería hacer la costa. La murmuración quisiera mostrarle allí su poder i regalarla; mas, como devía dar gusto a la mentira, recibió la merced que le hacía, sin replicarle más en ello, i assí fueron juntos a palacio. El veedor solicitud i el despensero inconstancia proveyeron la comida i a la fama vinieron de la comarca con suma de bastimento. Todo se recibía sin reparar en precios, i en aviendo comido, queriendo ya partirse, los dueños pidieron su dinero de lo que avían vendido; el thesorero dijo que nada les devía i el despensero que lo avía pagado. Levantóse gran alboroto; salió la mentira diciendo: amigos, ¿qué pedís? Locos estáis, o no os entiendo. Ya os han pagado quanto aquí trugistes, que yo lo vi i os dieron el dinero en presencia de la verdad. Ella lo diga, si basta por testigo. Fueron a la verdad que lo digesse, hízose dormida; recordáronla con voces, mas ella (considerando lo passado) dudava en lo que avía de hacer. Acordó fingirse muda, escarmentada de hablar, por no pagar agena costa i de sus enemigos, i con aquella costumbre se ha quedado. Ya la verdad es muda por lo que le costó el no serlo. Esse que la trata, paga».

47. Explicadas assí las diferentes especies que ai de ficción, cada una de ellas requiere una narración apropiada a su naturaleza i fin. Porque la de la epopeya o poesía heroica, deve ser sabia, sublime, adornada de episodios nacidos del mismo assunto i mui agradables i de hermosas descripciones i, sobre todo, admirable i deleitosamente provechosa.

48. La narración de la tragedia deve ser sentenciosa, engrandecedora de las cosas sin afectación i, sin faltar al decoro, útilmente afectuosa i ilustre.

49. La de la composición bucólica o boyeriza, deve ser sencilla, adornada de semejanzas del campo i de bellezas naturales.

50. La de la égloga naturalmente discreta, hermoseada de semejanzas pastoriles.

51. La de la comedia, ingeniosa, instructiva, discreta, urbana.

52. La del diálogo, instructiva, varia i graciosa.

53. La satírica, característica de las costumbres humanas i cortésmente reprehensiva.

54. La del entremés, burlona, festiva, placentera.

55. La del apólogo, sencilla, acomodada a la naturaleza de las cosas, instructiva, agradable.

56. La de la historia fingida, admirable, llena de egemplos instructivos, pura, clara, dulce, como la del príncipe don Juan Manuel en el capítulo 5 de su Conde Lucanor, donde trata de los motivos que tenía don Alvar Fáñez Minaya para dar tanta mano a su muger doña Vascuñana.

57. Supongo que todas las referidas narraciones fingidas deven tener las virtudes generales i propias de la narración, pues han de ser claras, breves i provables.

58. La narración ha de ser clara, porque como dijo Hermógenes337, la claridad es principalmente necessaria a toda oración, exceptuando los enigmas i grifos, a los quales por su naturaleza conviene la oscuridad, porque se inventaron para egercitar los ingenios. I assí no es mucho que sea oscura la siringa de Theócrito, siendo una poesía enigmática, que hizo su autor para tormento de los gramáticos después de aver compuesto otros treinta idilios claros, puros i elegantes; i en esto parece que le siguió Virgilio en su Égloga tercera proponiendo un enigma en boca de Dametas para egercitar los ingenios de los gramáticos, según Asconio Pediano, gramático antiguo eruditíssimo, cuyo testimonio conservó Servio sobre dicha égloga.

59. También deve ser breve la narración fingida, entendiéndose esta brevedad en su género; porque, como la ficción se inventó para instruir deleitando, la introducción deste útil deleite da lugar a las descripciones i a los episodios, los quales, aviéndose inventado por la dificultad de hablar al caso i siendo solamente permitidos como un adorno del assunto principal, nunca deven ser prolijos ni enfadosos, si bien se pueden hacer algo más largos en la epopeya por ser el poema más largo, sin tener tiempo determinado, pero en las ficciones dramáticas, como en la tragedia i comedia, deven ser menos estendidos i menos amplificados, porque su assunto está ceñido a la acción de un día i porque la tragedia i la comedia se representan al vivo, i la epopeya se hace para que se lea. Las otras especies de ficción, si reciben episodios, también los requieren breves, porque éstos más son obra del arte que de la naturaleza, que es la que se representa en las ficciones boyerizas i pastoriles. En la sátira es impertinente el episodio, porque divierte de la reprehensión. En el apólogo, de ningún modo tiene lugar, porque es brevíssimo i sencillíssimo. El diálogo, como es tan vario, le admite, aunque con moderación i como nacido del assunto. La historia fingida, si es larga, admite más episodios, pero no deven ser tantos que por ellos desaparezca el assunto principal, como sucedió a Miguel de Cervantes Saavedra en su Persiles i Segismunda. I mucho menos deven ser tan fuera de propósito, quales son los totalmente estraños del assunto, error que cometió el mismo Cervantes en la Parte Primera de Don Quijote de la Mancha i le confessó en la segunda338. El poema heroico del Monserrate de Christóval Virués pecó en los episodios cavallerescos, siguiendo el genio de su siglo.

60. Aviendo tratado hasta aquí de las especies de la narración fingida, continuaremos la explicación de las parte de la oración.




ArribaAbajo

Capítulo XIII

De la proposición


1. Hecha la narración se propone el estado de la oración, i si la causa contiene muchos cabos, se distribuye en ciertas partes, i esta distribución se hace o por separación o por enumeración o recapitulación.

2. Por separación se descubre i manifiesta en qué concuerda el orador con su contrario, i en qué discuerda, i éste es el punto de la controversia o causa.

3. Por la enumeración recapitula el orador de quántas i de qué cosas ha de tratar.

4. Esto supuesto, empezando por la proposición, su oficio es proponer a la vista lo que contiene la controversia o duda. Los rhetóricos griegos comúnmente la llamaron exposición, porque expone los capítulos en el principio de la causa, pero los antiguos oradores, según Hermógenes, la llamaron promesa, porque en ella promete el orador que tratará de los capítulos o artículos de su causa.

5. La proposición es parte distinta de las demás de la oración. Unas veces sigue al exordio, otras a la narración. Unas veces se hace sencillamente, otras por removimiento (en latín remotio) i posición o situación. Assí, según refiere Justino339, dijo Haníbal a Antioco, que él nada aprovava de las resoluciones o empressas presentes i que no le agradava Grecia como theatro de la guerra, siendo Italia más a propósito para ella, porque assí se pelearía a costa de las fuerzas propias de los romanos, i se cortaría el agua en el manantial de la fuente.

6. A veces no es necessaria la proposición, no porque totalmente pueda omitirse, sino porque, como se ha dicho en otro lugar, se conoce i se sabe de qué assunto se ha de hablar, o por el exordio o por el fin de la narración.

7. A veces también se passa en silencio aquello sobre que principalmente es la controversia odebate, i se trae otra cosa coherente a ella. Esto suele hacerse quando la qüestión principal es desagradable a los oyentes i ai necessidad de distraher un poco su imaginación insinuando otra cosa diferente de la que por sí lleva la oración.




ArribaAbajo

Capítulo XIV

De la partición


1. La partición, que no es otra cosa sino muchas proposiciones sencillas, tiene diverso lugar según la naturaleza de la causa.

2. Hermógenes observó ingeniosamente que Demósthenes, príncipe de los oradores griegos, anticipava la partición a la narración quando quería engañar a los oyentes, i si no, la ponía después de la narración.

3. Curio Fortunaciano enseña340 que la partición se ha de poner después de la narración, quando o la narración es larga i en la partición se solicita la docilidad, oquando se divide la narración en muchas partes para mover la aversión o el desprecio. Sea egemplo de la primera: Diré las cosas que precedieron, las que sucedieron en el mismo sucesso i las que sobrevinieron. Cicerón da el egemplo de la segunda en el Libro primero contra Cayo Verres.

4. Se ha de pensar quándo la proposición deve ser una sola; quándo partida. Refiere Sulpicio Víctor341, que Catón siempre usava de partición; Cicerón raras veces, i solamente quando lo pedía la causa. Lo pide si es conjunta, larga o oscura. Causa conjunta o encadenada es la que tiene varios capítulos, como aquella de Cicerón defendiendo a Lucio Murena342. Entiendo, o Jueces, que las partes de la acusación fueron tres: que una se empleó en la reprehensión de la vida; otra en la contienda sobre la dignidad; la tercera, en la acusación del crimen del soborno.

5. Qué cosa sea causa larga i oscura no necessita de esplicación. En una i en otra no es menester la enumeración o repetición, en la qual brevemente se manifiesta de quántas i de quáles cosas se ha de hablar.

6. La partición deve ser llena, de suerte que comprenda todo lo que recae en la causa; i llana, para que la demasiada sutileza no impida la claridad que pide la partición, que se inventó por causa de ella.

7. La partición deve contener los géneros de las cosas, no las partes de los géneros. Por esso Cicerón, en el Libro primero de la Invención, dijo343, que las perfeciones de la partición son la brevedad, el poco número, i la comprehensión cabal.

8. La brevedad está en las palabras, el poco número en los géneros, i la comprehensión cabal en el todo.

9. El autor, que dedicó sus libros rhetóricos a Herennio, solamente admite tres miembros en la partición, que él llama división344; es a saber, en qué se concuerda, qué se contradice, i la manifestación de las cosas de que avemos de tratar. Otros rhetóricos quieren que a lo más sean quatro. Exceder en el número no es partir, sino despedazar o desmenuzar la cosa de modo que no parezca ella. Pero si algún miembro de la partición huviere de subdividirse en otras partes, esta segunda división no se añadirá inmediatamente después de la partición principal, para que no cargue la memoria demasiadamente, sino que en llegando a tratar de la parte que se ha de subdividir, entonces se hará la segunda división. Desta suerte Cicerón en la eloqüentíssima oración en defensa de la lei Manilia, después de aver declarado los demás miembros, dividió el último deste modo345: Yo ciertamente soi deste parecer; que el Generalíssimo mejor deve tener estas quatro cosas, ciencia en las militares, valor, autoridad i felicidad.

10. El orador de tal suerte deve partir que no dé a entender que la oración no puede partirse de otra manera, sino que aquello de que se vale, es a propósito para comprender todos los cabos principales del assunto.

11. Si ai muchas partes, se han de tratar con el orden con que se propusieron, sino es que fueren tan pocas que, por variarlas, no se confunda la memoria, como no se confunde en esta canción del ingenioso vizconde de Altamira:


   Con dos cuidados guerreo,
Que me dan pena, i sospiro;
El uno, quando no's veo;
El otro quando vos miro.
    Mirándoos d'amores muero
Sin me poder remediar.
No's mirando desespero
Por tornaros a mirar.
    Lo uno crece'n sospiro,
Lo otro causa deseo,
Del que peno quando's miro,
I muero quando no's veo.



12. I en este villancico de Soria:


   Mayor del mal que padezco
Merezco yo padecer;
I no puedo merecer
Mayor bien del que merezco;
El bien de parte del mal
Del amor;
El mal por quien da el dolor.



13. Para egemplo de guardar el orden de la partición puede ser esta glossa de D. Jorge Manrique:


   Yo só quien libre me vi,
Yo quien pudiera olvidaros.
Yo só el que por amaros
Estó desque os conocí;
Sin Dios, i sin vos, i mí.
    Sin Dios, porque en vos adoro,
Sin vos, pues no me queréis.
Pues sin mí ya estó decoro,
Que vos sois quien me tenéis.
Assí que triste nací,
Pues que pudiera olvidaros;
Yo só el que por amaros
Estó desque os conocí;
Sin Dios, i sin vos, i mí.






ArribaAbajo

Capítulo XV

De la contienda


1. La contienda tiene dos partes: confirmación i confutación. La confirmación apoya la causa arguyendo, i la confutación o refutación destruye los argumentos del contrario. Aristóteles i Cicerón llamaron a la contienda, fé; o crédito de la oración, porque es la que concilia la fe, o creencia con la prueva de la verdad, i por esso Quintiliano la llamó provanza346. Para conciliar el crédito son menester dos cosas: provar lo que se pretende que se crea i rechazar lo contrario.

2. El que habla antes que otro, primeramente deve confirmar i después rechazar, sino es que tenga muchas causas contrarias.

3. El que habla después de otro, antes deve rechazar i después confirmar, sino es que el contrario aya comovido poco los ánimos con sus argumentos. Assí lo observó Cicerón en la oraciones que dijo en defensa de Lucio Murena, de Lucio Sila, de Marco Celio i de Tito Annio Milón, i en otras en las quales anticipó la confutación a la confirmación. La razón por la qual el acusador deve usar de un orden i el reo de otro, es clara: porque el oyente no gusta de la oración, si le parece que el contrario habló con provabilidad. También la diversidad de los fines hace diversas las acciones. El acusador solicita la severidad; el reo, la benevolencia: el uno desea herir; el otro curar la herida. Assí lo pide la naturaleza, assí el arte.

4. En quanto al orden con que se han de disponer los argumentos en la confirmación, se ha de considerar ésta según su materia i forma. Los argumentos son la materia, i las argumentaciones, la forma.

5. Empezando por los argumentos, deven preceder los que son buenos para provar, i seguir los que son buenos para amplificar. Ai unos que son primeros que otros, pues de ellos nacen i dependen los otros. Según esto los argumentos de la voluntad preceden a los del poder, porque éste en alguna manera se mueve por aquélla.

6. El orden de los argumentos es vario, assí por razón de las cosas que se pruevan, como por la firmeza o la flaqueza en provar.

7. Por razón de las cosas, el orden, o es natural o artificial. Natural el que se guía por el tiempo, como si uno dividiesse la vida de otro en lo que hizo siendo soltero, i después casado, i últimamente viudo; o aquel en que se observa el orden de las cosas, como quando dijo Vicente Espinel en la égloga que dirigió a don Hernando de Toledo:


Sitia, atrinchea, rompe, rinde i mata.



8. Artificial, el que atiende a los géneros de las cosas: como si dividiesse la vida de otro en lo que hizo i en lo que dijo.

9. También se varía la seguida de los argumentos según su firmeza o flaqueza.

10. Los argumentos más fuertes se han de colocar en el principio, quando después de contada la cosa, desea el oyente conocer qué es lo que traemos para prueva de nuestra causa; i también en el fin, porque lo que últimamente se dice, se fige más en la memoria. Assí los contrarios de Apuleyo acusándole por unos versos de amores, recitaron los más lascivos a lo último.

11. Los argumentos menos fuertes se han de poner en medio, para que los que valen poco por sí, valgan por la muchedumbre; de la manera que los generales colocan en el centro de su egército la soldadesca de poco valor.

12. Los argumentos no se han de amontonar unos sobre otros, porque assí unos con otros se quitan la fuerza, sino que se han de entremezclar los que adornan el contexto.

13. Si la causa solamente tuviere dos argumentos, se empezará por el más fuerte; después se pondrá el menos fuerte i, últimamente, se recurrirá al más fuerte i penetrante.

14. Los argumentos inútiles se han de desechar, i mucho más los viciosos, para que no parezca que más queremos pelear con el número i con el engaño, que con la fuerza i con la verdad.

15. También es peligroso usar de argumentos que el contrario fácilmente pueda retorcer contra nosotros.

16. Solamente se ha de provar lo que tiene duda en el caso presente, porque encender hachas para ver mejor donde ai luz del sol, es especie de locura.

17. Fuera desto, si nuestro firmamento (assí llaman los rhetóricos a lo que se opone al contrario afirmándolo) fuere poco firme, le estableceremos; si fuere argumento ageno de la causa, le trataremos como propio de ella. El argumento firme del contrario se hará poco firme, i el propio de la causa, ageno della.

18. Nos hemos de guardar de espessar demasiadamente los argumentos, i quando queramos mover algún afecto, no hemos de complacernos usando de argumentos, sino de sentencias; teniendo bien entendido que las oraciones pathéticas o afectuosas i bien acostumbradas, piden sentencias, i que la aparencia de la sencillez persuade mucho, i la del artificio es sospechosa.

19. La forma de la confirmación son las argumentaciones, que es lo mismo que decir los argumentos reducidos a forma provante enlazando las sentencias, o por decirlo de otra manera, más acomodada al intento, la argumentación es una constante i firme colocación de un argumento propio de la questión, por medio de cuya colocación se juzga si la proposición puesta en questión es verdadera o falsa, i este juicio se llama en griego crisis.

20. Propiamente hablando, únicamente ai una argumentación que es el silogismo, i es una argumentación en que, puestas i concedidas ciertas cosas, es necessario que se infiera algo fuera de lo que se ha espressado en las proposiciones antecedentes. La primera dellas propiamente se llama proposición mayor, i hablando más brevemente, mayor, i absolutamente, proposición, que de ordinario comprehende en si la complexión, conclusión o consecuencia. La segunda proposición se llama menor o assunción; i de las dos proposiciones, mayor i menor, se infiere la complexión, conclusión o conseqüencia. Cada una destas proposiciones se contiene en dos estremos o términos que se llaman sugeto i atributo o predicado. Según esto en las dos primeras proposiciones es necessario que aya quatro términos, pero porque el uno de ellos es siempre repetido, se dice que tan solamente ai tres, i el que se repite se llama medio porque une los extremos.

21. Este medio solamente puede disponerse de tres formas, i por esso hace tres figuras de silogismos, porque, si el medio de las dos premisas se coloca de tal suerte que en la primera es sugeto i en la segunda atributo, sale la primera i principal figura, como si degéssemos:


El verdadero rhetórico sabe persuadir;
Cicerón es verdadero rhetórico;
luego Cicerón sabe persuadir.



22. Si se coloca dos veces en el fin de manera que sea siempre atributo, sale la segunda figura, como:


Ningún negro es blanco;
todos los ethíopes son negros;
luego ningún ethíope es blanco.



23. Si el medio se coloca dos veces en el principio, de manera que dos veces sea sugeto, sale la tercera figura, que de ordinario es inútil, como:


Todas las virtudes morales son apetecibles:
Todas las virtudes morales son hábitos del ánimo:
Luego algunos hábitos del ánimo son apetecibles.



24. En la primera figura solamente sacamos quatro modos útiles, que se deven regir por estas dicciones, Barbara, Celarent, Darii, Ferio, en las quales, como en las demás de las otras figuras, se han de distinguir quatro vocales: i de ellas la A es indicio de afirmación universal; la E de negación, también universal; la I de afirmación especial; la E de negación también especial. El primer modo pues de las dichas quatro figuras es de proposiciones todas universales afirmativas; el segundo, es también de universales, siendo negativa la primera; el tercero, de afirmativas, siendo la menor especial; el quarto, mayor universal negativa i menor especial afirmativa. A estos quatro modos directos añaden los dialécticos cinco indirectos, representados en las dicciones Baralip, que para llenar el verso se llama Baralipton, Celantes, Dabitis, Fapesmo, Friseso, que también para llenar el verso se llamó Frisesomorum.

25. La segunda figura coloca dos veces el medio en el fin, esto es, le hace dos veces atributo, i la conclusión siempre niega. También tiene quatro modos, que son Cesare, Camestres, Festino, Baroco.

26. La tercera figura es reprovada de algunos doctos, assí por su poco uso como porque nada se infiere en ella, que no se infiera mejor en las demás. Tiene seis modos, que son estos: Darapti, Felapton, Disamis, Datisi, Bocardo, Ferison. I juntos todos los modos de las tres figuras, se incluyen en estos quatro versos:


Barbara, Celarent, Darii, Ferio: Baralip-ton,
Celantes, Dabitis, Fapesmo, Fríseso morum:
Cesare, Camestres, Festino, Baroco: Darapti,
Felapton, Disamis, Datisi, Bocardo, Ferison.



27. Todas las otras argumentaciones se reducen al silogismo, porque el enthimema no es otra cosa sino un silogismo tronchado, al qual, si se añade lo que en él se omite por causa de la brevedad, si se añade, digo, la proposición mayor o menor omitida, se hará silogismo.

28. Al contrario ai silogismos en los quales se aclara o se esplica alguna proposición oscura o dificultosa, añadiendo la esplicación o la prueva de ella, pero de modo que las proposiciones se vayan enlazando hasta sacar una legítima conclusión o conseqüencia, i este género de argumentación se llama sorites, el qual pide mayor arte por la multiplicación de los términos i mayor inteligencia en el oyente por la misma causa, i por esso está más espuesto al engaño i más freqüentado de los sofistas. Egemplo de sorites sea éste: El alma racional es un ser que piensa; el ser que piensa es espíritu; el espíritu no es estenso; lo que no es estenso no tiene partes fuera de partes; lo que no tiene partes fuera de partes, no es destruible; luego el alma racional no es destruible. Deve evitarse pues el sorites, como menos perceptible i más dispuesto a engañar por la muchedumbre de proposiciones i mayor dificultad en conocer la conexión o enlace.

29. La proposición, o es universal, que abraza todos los individuos, como: todos los hombres son mortales; o es particular, que trata de parte de la universalidad, i esta parte, o se estiende a más que a uno, o tan solamente comprehende a uno. Si se estiende a más que a uno, suele llamarse particular, como algunos saben nadar; si solamente comprehende a uno, se llama singular, como Palinuro es piloto.

30. Qualquiera proposición, ahora sea universal, ahora particular, ahora singular, o es afirmativa o negativa.

31. Esto supuesto, la disposición de los tres términos, esto es, del medio con los otros dos de la conclusión, se llama figura; i la disposición de las proposiciones según las quatro diferencias A, E, I, O, esto es, de proposiciones universales, afirmativas o negativas, i particulares, también afirmativas o negativas, se llama modo.

32. El dilema de ordinario es una proposición del silogismo sin assunción, esto es, sin proposición menor, i se toma de los lugares discordantes. Llamáronle algunos argumento cornudo, porque hiere por las dos partes del disyuncto o dividido, convenciendo al contrario por una i otra. Assí defendiendo los Académicos nuevos la incomprehensibilidad de las cosas, que los griegos llaman acatalepsia; el modo de convencerlos es éste: O avéis comprehendido que las cosas no se pueden comprehender, o no lo avéis comprehendido. Si lo avéis comprehendido, con esso destruís uestra opinión de la incomprehensibilidad. Si no lo avéis comprehendido, no sabéis lo que decís, i assí es necia uestra opinión.

33. Establecido esso, solamente los filósofos i hombres de escuela usan de silogismos en la manera dicha. Los demás prosistas de qualquier género de escritos, es a saber, de cartas, de diálogos, de historias i los poetas, no se ciñen a la estrechez de las proposiciones rigurosamente ordenadas en la forma silogística ya referida, sino que, o van ilustrando las proposiciones con pruevas o omitiendo algunas proposiciones usando de entimemas, i algunas veces de dilemas.

34. Pero por quanto nadie puede saber qué cosa es entimema, si no sabe qué es silogismo; i éste ni aprovecha para buscar la verdad, que se ignora; ni aun la provabilidad de la verdad; i solamente sirve para hacer confessar al que conoce este artificio lógico, que concedidas las proposiciones antecedentes, deve conceder la consiguiente; i esto puede engañar al que concede lo que no deve; convendrá proponer otro modo de argumentar más sencillo, i por esso más inteligible. Discurramos pues desta manera.

35. La verdad es un terrero a donde todos tiran i un blanco a donde pocos aciertan. Hállase en las cosas singulares, como quando decimos: Sempronio es viviente. Si esta verdad está duplicada o multiplicada, se halla en algunos o en muchos, que son parte de todos, i es verdad particular por la relación que hace a la parte de algún todo. I si la verdad se halla en todos, es verdad universal. De aquí nace la verdad de las proposiciones singulares, la de las particulares i la de las universales, como lo son: Sempronio es viviente; Algunos hombres como Sempronio i Cayo son vivientes; Todos los hombres son vivientes. Lo mismo digo de la falsedad.

36. La verdad atada, esto es, la que hace relación a muchas cosas, también se ha de buscar en las cosas particulares, como en su raíz. Pongo por egemplo. Qualquier hombre de juicio sabe que el tiempo es una duración por la qual se miden las acciones. Si a este tiempo o duración se añade el lucimiento del sol, es de día; i si el tiempo o la duración está privado de tal lucimiento del sol, es de noche.

37. Lo mismo digo de las virtudes metafísicas, como lo son las morales. Llamamos justicia a la distribución que se hace con conocimiento de lo que toca a cada qual por derecho divino o humano. Tenemos por justo al que hace dicha distribución. Supuesto el derecho, que mandó lo que es justo, esto es, el egercicio de la justicia distributiva, consideramos al distribuidor según el derecho, la distribución, la cosa distribuible i la persona a quien se distribuye, i para la verdad de que Sempronio sea justo, es necessaria la concurrencia de todas estas realidades particulares.

38. En suposición de lo dicho, la proposición universal se averigua examinando la verdad de todas las singulares contenidas en ella; la particular, assí mismo; la singular, en su obgeto singular. Si la verdad no se halla en la proposición singular, es ésta falsa. Si no se halla en alguna de las cosas singulares contenidas en la particular, es falsa la particular. I lo mismo digo de la universal.

39. La verdad sensible se halla por medio de los sentidos ayudados de la razón atinada; la verdad metafísica por medio de la razón cotejando ésta i examinando todas las partes que componen la verdad considerando su conformidad o desconformidad. La verdad revelada se halla por la tradición original i constante de la Iglesia Cathólica i por las Divinas Escrituras recibidas i reconocidas como tales por la misma Iglesia.

40. Según fueren significativas las palabras, se esplicará la verdad con una o con más palabras, con una o con más proposiciones.

41. La argumentación pide travazón de verdades, de las quales puestas unas se sigan otras. Esta conexión no es otra cosa sino la atadura de las verdades singulares en las proposiciones particulares i universales. El que trata de persuadir no se contenta con provar bien, esto es, no se satisface con manifestar la verdad o provabilidad de lo que dice, sino que ha de provarlo de modo que mueva al oyente a seguir lo que le persuade. Esto se consigue anticipando proposiciones claras i declarando las oscuras con la razón, con los egemplos i con la autoridad conveniente. El número i el enlaze de estas proposiciones no se puede determinar con preceptos generales, i quien habla, le conoce i regula con su prudencia; i este estendimiento de proposiciones enderezadas a persuadir, es la que los rhetóricos llaman amplificación, la qual se hace por aumento, por comparación, por raciocinación de la cantidad de la cosa, o por agregamiento, en latín congeries, i coacervatio o amontonamiento.

42. Por aumento, como quando dijo Plauto en sus Cautivos347: Miserable es el hombre que busca para sí de comer i con trabajo le halla; pero aquél es más miserable que con trabajo le busca i nada halla; pero aquél es miserabilíssimo que, quando apetece comer, no tiene qué comer.

43. Por comparación, como quando dijo Cicerón en su primera Catilinaria348: Publio Cipión, pontífice máximo, siendo hombre particular mató a Tiberio Graco, que medianamente destruía el estado de la República; i nosotros, siendo cónsules, ¿sufriremos a Catilina, que desea acabar el mundo a sangre i a fuego? Divinamente Pedro de Carthagena:


   Como quando acá entre nos
Conoce alguno mirando,
Quál ha de ganar de nos
A la pelota jugando:
Bien assí acontece a Dios,
Yo que miro desde acá;
Que el uno sobra en saber
Al que maña no se da,
Conozco que perderá;
Mas no le hago perder.
    Veis aquí por donde vemos
Que es toda nuestra la culpa
De los males que hacemos:
I será falsa desculpa
Qualquiera si la ponemos.
Palabras son mui sabidas
Que tenemos los mortales
En nuestras manos metidas
Nuestras muertes, nuestras vidas,
Nuestras culpas, nuestros males.



44. Omito, por ser mui largo, el admirable egemplo de una comparación de que usó santa Theresa de Jesús en el capítulo 24 de su Vida. Pero ruego a los letores de buen gusto que le lean. I los remito allá para que se aficionen a las obras de aquella sabia virgen.

45. También se hace la amplificación por raciocinación de cantidad de la cosa, como quando Cicerón dijo de Marco Antonio349: Tú, con esas tragaderas, con essos costados, con essa tu firmeza de todo el cuerpo propio de un esgrimidor, beviste tanto vino en las bodas de Hippias, que te fue necessario vomitar el día siguiente a vista de todo el pueblo romano.

46. Por agregación, congerie o amontonamiento, se hace la amplificación, como la hizo Lope de Vega en este soneto350:


   Si culpa el concebir; nacer, tormento:
Guerra, vivir; la muerte, fin humano:
Si después de hombre, tierra, i vil gusano:
I después de gusano, polvo i viento:
    Si viento, nada; i nada el fundamento:
Flor la hermosura; la ambición, tirano:
La fama i gloria, pensamiento vano:
I vano en quanto piensa el pensamiento:
    ¿Quién anda en este mar para anegarse?
¿De qué sirve en quimeras consumirse?
¿Ni pensar otra cosa que salvarse?
    ¿De qué sirve estimarse i preferirse,
Buscar memoria aviendo de olvidarse,
I edificar aviendo de partirse?



47. Es también mui hermosa la agregación o amontonamiento que hizo don Diego de Saavedra351, hablando de los daños que resultaron por el mal uso del descubrimiento de las Indias: «Admiró el pueblo en las riberas de Guadalquivir aquellos preciosos partos de la tierra, sacados a luz por la fatiga de los indios i conducidos por nuestro atrevimiento i industria. Pero todo lo alteró la possessión i abundancia de tantos bienes. Arrimó luego la agricultura el arado i, vestida de seda, curó las manos endurecidas con el trabajo. La mercancía con espíritus nobles trocó los bancos por las sillas i ginetas, i salió a ruar por las calles. Las artes se desdeñaron de los instrumentos mecánicos. Las monedas de plata i oro despreciaron el villano parentesco de la liga; i no admitiendo el de otros metales, quedaron puras i nobles, i fueron apetecidas de las demás naciones. Las cosas se ensobervecieron, desestimada la plata i el oro, levantaron sus precios».

48. La confutación o contradición no se hace de un solo modo. A veces manifiesta el orador que la parte contraria tomó las cosas falsas por verdaderas. A las veces concedidas éstas, dice que la conseqüencia no se sigue de ellas. Otras veces, contra una argumentación firme contrapone otra igualmente firme, o más si puede ser, para que, contrapesada una con otra, prevalezca la argumentación propia. I otras veces usa el orador de menosprecio haciendo burla de los argumentos del contrario.

49. Por lo regular se procura desatar primeramente los argumentos de la parte contraria para que, satisfechos éstos, quede poco que hacer en los restantes, que se cree que pueden venir a la memoria del juez; porque el orador no ha de ser tan ingenioso en daño suyo que discurra contra sí lo que los otros quizá no pensarían. Aunque deve hablar de modo que si lo piensan (sin dar causa para ello) por lo mismo que dice i prueva, pueda fácilmente soltarlo el juez.




ArribaAbajo

Capítulo XVI

De la peroración


1. La peroración es un fin artificioso de la oración. Los griegos la llaman epílogo, que es lo mismo que decir conclusión de la oración.

2. La peroración tiene dos partes: enumeración i movimiento de los afectos del ánimo.

3. Enumeración, en griego anacephaleosis, es una nueva i breve repetición de los principales argumentos para que, no solamente unidos después de estar bien provados, sino también, apuntados con energía, persuadan mejor. Digo que es repetición de los principales argumentos porque de otra suerte sería una segunda narración. Añado que esta recapitulación ha de ser nueva, porque deve tener nuevo peso de sentencias i variación de figuras para que no se tenga por una molesta repetición. Importa pues recitar, los argumentos con variedad para que los oyentes no sospechen que se duda o de su inteligencia o de su memoria, ni tengan por enfadoso al orador. Aristóteles enseñó quatro modos de variar la oración, es a saber, la ironía, la interrogación, el cotejo i una natural i sencilla enumeración o repetición de lo dicho, que suelen llamar recapitulación, qual es la desta oracioncilla de frai Diego Giménes Arias hablando con Jesu-Christo352: De muchos leemos, que sin te lo pedir, les heciste mercedes en lo que tocava al cuerpo, con sólo ver su miseria; en otros, que en lo que al alma tocava (que es perdonar los pecados), con sólo conocerlos, como fue la Madalena, que sin decir nada, lloró, ungió i besó. A otros, sin conocerlos ni pedir de ellos perdón, como el perlático, que pedían otros por él la salud sola, i Tú le diste salud i perdón. A otros, no sólo con no pedirlo, pero con estar pecando i contradiciendo al perdón, como fueron los que te crucificaron i escarnecían, i Saulo. Pues, Señor, si perdonas a los que no lo piden con palabras, aunque conocen la culpa, i a los que ni la piden ni la conocen, i a los que sobre todo esto no lo quieren, apiádate de mí i perdona mi pecado.

4. Dige también que la enumeración es una breve repetición, i assí solamente se han de repetir los principales argumentos.

5. Rara vez se usa de la enumeración en el género demonstrativo, porque en este género poquíssimas veces ai contradecidor. Suele ser más freqüente en el deliberativo, especialmente quando se aboga aviendo contradición. Se ussa mucho en el género judicial, i en éste más conviene al acusador que al reo, porque el acusador deve espessar más los argumentos para que hagan más fuerza. Al contrario conduce menos al reo, porque siendo de su obligación soltar los argumentos con que acrimina el contrario, deve temerse mucho que si lo que ha respondido se reduce a poco, o no satisfaga llenamente o satisfaga con mayor sutileza que claridad. Sin embargo desto, Lucio Apuleyo usó de la enumeración en el epílogo de su apología, donde respondió a muchos argumentos con agudeza i brevedad.

6. Los afectos del ánimo conviene que sean más vehementes en la peroración. Por este motivo deven ser varios, según la diversidad de las causas.

7. En el género demonstrativo en que se alaba una cierta persona, deve moverse la admiración, el amor, la emulación; pero si se vitupera, deve moverse el desprecio, la aversión, la indignación, la ira, el odio, el menosprecio.

8. En el género deliberativo se aviva la esperanza del logro de la cosa deleitosa, útil i honesta, o se infunde temor o terror, representando bien la grandeza del peligro i los daños que amenazan.

9. En el género judicial se hieren el amor i la aversión, la esperanza i el temor, i, singularmente, la indignación i amargura, de manera que muchos rhetóricos solamente hicieron mención destos dos últimos afectos, i especialmente Cicerón en su primer libro de la invención, aviendo omitido las demás passiones, señaló quince lugares de la indignación353 i diez i seis de la querella354 o amargura.

10. El movimiento de los afectos pide grande habilidad i singular destreza. En esto son algunos tan desgraciados que es verdad que mueven a compasión, pero no a la que devieran, sino a la que otros tienen de su manera miserable de decir, en lo qual se assemejan a cierto orador que mui satisfecho de su peroración, después de aver orado i tomado assiento, preguntó a Quinto Catulo Si le parecía que avía movido a misericordia, a que respondió: A gran misericordia por cierto, porque pienso que nadie ai tan duro a quien tu oración no aya parecido miserable355. Los afectos se representan mui al vivo por medio de la hipotiposis o formación de especie.

11. La peroración deve tener dos bondades, que son, brevedad i acrimonia.

12. Deve ser breve para que con la tardanza no se mitigue la indignación contra el contrario o no se disminuya la compassión para con el reo; porque, como decía Apolonio el rhetórico356, No ai cosa que más presto se seque que las lágrimas. I esto proviene de que las lágrimas son saladas, como suelen serlo las cosas calientes. I si atenderlos a lo que Apolonio quería decir, es cierto que los males agenos no suelen penetrar el pecho humano de tal manera que duren mucho dentro dél, pues como dice el refrán, Duelo ageno de pelo cuelga, i Castillejo:


Como mi mal es ageno,
Bien es que de pelo cuelgue,
I que Uessa merced huelgue,
I duerma quando yo duermo.



Porque cada uno ama a sí mismo más que a otros, anteponiendo su bien al ageno; i assí el orador deve desear que el juez, o inflamado de la indignación i de la ira, o movido de la compassión i misericordia, luego dé la sentencia.

13. La peroración deve ser penetrante, para que dege como cierto género de espinas hincadas en los ánimos de los oyentes, en lo cual fue mui eficaz i admirable Cicerón, de manera que quando en una causa concurrían muchos oradores, dejavan la peroración o fin a cargo de Cicerón; i refiere él mismo que se aventajava en ella, no por su ingenio, sino por el dolor357. Pero la verdad es que, valiéndose de su gran ingenio, usava de todos los medios possibles para revestir su ánimo de los afectos convenientes, i excitándolos en sí, fácilmente los movía en sus oyentes.

14. Antiguamente, el que orava últimamente en las causas judiciales, acabada la peroración, profería Dige para que inmediatamente se passase a sentenciar: i de aquella costumbre ha nacido la impertinente imitación de los modernos en todo género de causas. Assí vemos que Luciano, en el diálogo en que Haníbal, Alejandro i Cipión contienden sobre la ventaja de sus hazañas, hizo que Haníbal, que habló primeramente, no añadiese Dige, sino Alejandro que era el segundo, i pensava que después de él nadie avía de orar. Lo mismo convencen las oraciones contrarias en el dos veces acusado. Ni obsta que la rhetórica, que acusa al Siro, esto es, a Luciano, que fue natural de Samosata, ciudad de la Siria Comagena o Eufratense, concluyó su oración con la voz Dige; porque la rhetórica esperava que después de ella nadie hablaría, como lo avía pedido a los dioses. No solamente el último orador de la causa judicial concluía con su Dige, sino que el pretor, que tenía la jurisdición, solía pronunciar Digeron, i con esta voz despedían a los jueces para que fuessen a juzgar.

15. No es necessaria la peroración si es mui breve la oración o la causa es de poca importancia. Pero conviene acabar con gracia, como Luciano en la Alabanza de la mosca: Fuera desto (dijo) tengo muchas cosas que decir; pero concluiré para que no parezca que, según el antiguo proverbio, de una mosca hago un elefante.

16. De lo que avemos dicho de las partes de la oración, se colige claramente, quán cierto es lo que dijo el Eclesiaste o Predicador358, que es mejor el fin de la oración que el principio. I assí, aunque el principio pide mayor discreción i arte que las otras tres partes, la peroración requiere mucha mayor habilidad i destreza. Refiere Francisco Bacon, barón de Verulamio359, que él conoció dos grandes i prudentes consegeros que, quando hablavan con los príncipes de graves negocios, no concluían tratando de ellos, sino de cosas indiferentes que les fuessen agradables para no dejarlos desabridos, i dice Bacon que no era ésta la menor de sus habilidades. De lo qual se saca que la política suele tener diverso género de peroración, siendo el fin de una oración principio halagüeño de otra venidera. En toda la oración, pues, conviene poner gran cuidado en el principio para ser oído con gusto, i en la peroración o fin para dejar bien persuadido lo que se pretende.





Arriba
Anterior Indice Siguiente