Escena I
|
|
RIENZI solo, después un CAPITÁN.
|
RIENZI | (Sale por la puerta de la derecha, primer término.) | De mí se aleja el sueño y en el alma | | un
recelo sin forma me atormenta | | con la terrible calma | | que
suele preceder a la tormenta. | | (Pausa.) | ¿Qué sucede?
¿por qué mi pensamiento | | recordando el ayer triste
y sombrío | | se pierde en el vacío, | | y al pensar
en mañana | | lucha angustioso entre la sombra vana?
| | (Acercándose a la ventana y abriéndola.) | Aún es de noche y en el sueño duerme | | la
eterna Roma. | (Separándose de ventana.) | ¡Oh
Dios! el alma mía | | ¡ya de todo en el mundo desconfía!
| |
|
|
CAPITÁN | (Llamando a la puerta.) | Señor, señor.
|
|
|
|
|
|
CAPITÁN | (Entrando, pero en el
último término y aparte.) | (¡Oh!... no está
en el lecho.) | | (Alto.) | Capitán de la guardia de palacio,
| | de lo que ocurre preveniros debo. | |
|
|
RIENZI | (Sentándose
y casi distraído.) | ¿Pues qué pasa? | |
|
|
CAPITÁN | (Acercándose.) |
Cumpliendo su mandato | | ayer se publicaron
los impuestos, | | y en las calles y plazas se enclavaron | | antes que el sol abandonase el cielo; | | el pueblo recibiólos
murmurando. | |
|
|
RIENZI | Siempre lo mismo los recibe el pueblo.
| |
|
|
CAPITÁN | Pero aquí no paró, cuando la
ronda | | fue las calles de Roma recorriendo, | | desde algunas
ventanas y callejas | | con palabras, insultos se la hicieron
| | y halló sobre los bandos de las leyes | | pasquines
licenciosos e indiscretos. | |
|
|
RIENZI | (Con desprecio.) | Que
pague las gabelas toda Roma | | y que se vengue con pasquines
luego. | |
|
|
CAPITÁN | (Aparte.) | (Tal vez en tu cabeza ha
de vengarse.) | |
|
|
|
CAPITÁN | (Alto.) |
Señor,
que pasa el tiempo | | y aún no pude deciros lo que
ocurre. | |
|
|
|
CAPITÁN | No
comprendo | | el cómo pudo hacerse; pero el caso | | es
que los nobles juntos con el pueblo | | se apiñan en
formada muchedumbre | | del hondo Tíber en el lado opuesto,
| | según un parte que leal soldado | | me acaba de traer
hace un momento. | |
|
|
RIENZI | (Levantándose.) | ¿Qué
dices? ¡Miserables! |
|
|
CAPITÁN | Cierto
es todo, | | que subí a la atalaya y desde lejos | | entre
las vagas sombras de la noche | | por la aurora teñidas,
logré verlo; | | a más de esto se miran en la
plaza | | varios grupos que rompen el silencio | | con algún
sordo y continuado muera | | o con voces de abajo los impuestos;
| | qué me mandáis hacer? |
|
|
RIENZI | ¿Pero
esa gente | | ignora que el pontífice Inocencio, | | gobernador
de la ciudad de Roma | | hace tres meses me nombró?
No acierto | | cómo se atreven a arrostrar las iras
| | de aquel que tiene a su favor el cielo. | |
|
|
CAPITÁN |
Esa contribución de las gabelas | |
|
|
RIENZI | Capitán,
las gabelas son pretexto; | | la mano de Colonnas y de Orsinis
| | a través del tumulto bien la veo. | | Si hace siete
años los barones todos, | | según mi voluntad
hubieran muerto, | | vieras tranquila la ciudad de Roma | | y
obediente a la ley todo mi pueblo. | | La plebe, acostumbrada
al servilismo, | | no me quiso seguir, y aquel remedio, | | que
aunque duro de raíz cortaba | | los males que sufrimos
hace tiempo, | | hoy es inútil ya, pues la nobleza | | empieza a levantar su antiguo fuero. | |
|
|
CAPITÁN | Tal
vez os quieran infundir espanto. | |
|
|
RIENZI | (Con vehemencia.) | ¡No lo conseguirán, viven los cielos, | | que si una
vez con infernales tramas | | por su mal y mi mal lo consiguieron,
| | a los hombres que rigen las naciones | | la adversidad les
sirve de maestro! | | El Capitolio es fuerte, y yo te juro
| | que si de Roma salgo será muerto. | |
|
|
|
RIENZI | Dobla
la guardia; | | que alcen los puentes, y si grita el pueblo,
| | de los muros del alto Capitolio | | baje la muerte a detener
su aliento. | |
|
|
CAPITÁN | Pero en tanto se salen con la
suya | | y no podrán cobrarse los impuestos. | |
|
|
RIENZI |
Sí que se cobrarán, mañana mismo. | |
|
|
CAPITÁN |
Pues os juro no acierto por qué medio. | |
|
|
RIENZI | Obedece
mis órdenes y calla. | |
|
|
CAPITÁN | Perdonadme, señor,
mas lo que pienso | | es que fuera mejor salgáis al
punto. | | Aún el sol no lució, y en breve tiempo,
| | sin que el pueblo supiese vuestra fuga, | | pudierais consultar
con Inocencio. | |
|
|
RIENZI | (Con acento pausado.) | Mentira me
parece que te escucho, | | que es algo ruin y pobre tu consejo.
| | (Con vehemencia.) | Estás oyendo de mi propio labio
| | que de salir de Roma seré muerto, | | y quieres que
me escape como loco | | por un motín sin forma y pasajero.
| |
|
|
CAPITÁN | (Con humildad.) | Soy de los vuestros y salvaros
quise. | | (Con desprecio y aparte.) | (Cumplí con mi
deber, habrá uno menos.) | |
|
|
RIENZI | (En tono de reproche.) | Siempre los míos mal me aconsejaron; | | con todo,
Capitán, te lo agradezco: | | retírate y cumple
mi mandato. | |
|
|
CAPITÁN | (Aparte y antes de salir, junto
a la puerta, ínterin RIENZI se acerca a la ventana,) | (Tu mandato, sí, sí; pasó aquel tiempo | | en que Roma al Tribuno obedecía; | | eres un pobre
vanidoso y ciego, | | ¡no ves que la sentencia de tu muerte
| | la firma la nobleza con el pueblo!) | | (Empieza a amanecer.
Se va.) |
|
|
Escena
III
|
|
RIENZI, JUANA.
|
JUANA | (Entra precipitadamente por
la puerta de la derecha, segundo término. Con acento
breve y con agitación.) | ¡Señor!... |
|
|
|
JUANA | Desde
el alto muro | | donde observaba atenta y vigilante, | | del
sol naciente al resplandor seguro, | | vi un jinete seguido
de un infante; | | a mi vista, el rencor le presta rayos, | | y aunque lejano al grupo le veía | | entre las armas
y flotantes rayos, | | a Pedro de Colonna conocía. | | Ávida le seguí con la mirada | | cruza los muros
de la eterna Roma, | | a buen paso penetra en la calzada | |
y en derechura al Capitolio toma; | | avanzando mi cuerpo entre
la almena | | observé que bajaban el rastrillo | | y vio
mi corazón con honda pena | | que el traidor penetraba
en el castillo. | | Breves minutos pasan; mi deseo | | en el
alto del muro me enclavaba, | | seguí mirando y con
espanto veo | | que la guardia el palacio abandonaba. | |
|
|
RIENZI | (Con espanto.) | ¡Qué dices, Juana. ¡Oh Dios, traición
funesta!... | |
|
|
JUANA | Todos, señor, en pos de ese villano
| | en silencio marchaban por la cuesta; | | al verles renegué
de que mi mano | | no pudiese coger una ballesta. | | (Con vehemencia.) | De tenerla a mi alcance ¡por mi suerte! | | que muchos conocieran
a la muerte. | |
|
|
RIENZI | (Consigo mismo.) | El Capitolio solo,
abandonado... | | (Se dirige a JUANA.) | ¿Y el puente? |
|
|
JUANA |
Presentando
ancho camino. | |
|
|
RIENZI | (Consigo mismo.) | ¡Y el pueblo por
los nobles sobornado! | | ¡Terrible se levanta mi destino!
| | (A JUANA.) | Juana, ¿serás leal? |
|
|
JUANA | (Con vehemencia.) |
Pide mi vida. | | No sé el plan del infame, pero creo
| | que su intención perversa y atrevida, | | esa intención
formada en un deseo, | | ya no puede saciarse en mi caída;
| | mi sentencia de muerte la preveo, | | y aunque el alma valiente
no se aterra, | | ¡mi corazón al fin es de la tierra!
| |
|
|
JUANA | (Con tristeza.) | ¿Te horroriza morir? |
|
|
RIENZI | (En
tono de reproche.) | Cállate, Juana; | | si de mi vida
sólo dependiera, | | a cien muertes seguidas no temiera.
| | ¡La eternidad se encuentra en el mañana! | | Yo no
tiemblo por mí, pero María, | | ídolo
de un amor grande y profundo, | | no me puede seguir en mi
agonía, | | la tengo que dejar sola en el mundo. | | Ella
y mi hijo... |
|
|
JUANA | (Con vehemencia.) | Rienzi, en mí
confía; | | mi cariño sin nombre y sin segundo
| | te llevará dos mártires al cielo | | si no
hallasen la paz sobre este suelo. | | Tu hijo en Aviñón
vive seguro | | ignorando esta vida desastrosa; | | nada temas
por él, salva a tu esposa | | y cumpliré leal
lo que te juro. | |
|
|
RIENZI | (Con cariño a JUANA.) | ¡Noble
mujer! |
|
|
JUANA | El
tiempo se apresura; | | el palacio indefenso, el pueblo altivo,
| | hacen temer precisa desventura. | |
|
|
RIENZI | (Durante las últimas
palabras de JUANA, se ha dirigido a un trofeo, ciñéndose
precipitadamente la espada.) | Y por eso a la lucha me apercibo.
| |
|
|
JUANA | (Con asombro.) | ¿Y pretendes seguir en tu locura?
| | Aún es tiempo de huir. |
|
|
RIENZI | (Con indignación.) | ¡Yo
fugitivo! | | ¡Calle tu lengua! |
|
|
JUANA | (Con pena.) | ¡Oh
Dios! funesto alarde! | |
|
|
RIENZI | (Con altivez.) | Loco pudiera
ser, mas no cobarde. | | Escúchame en silencio y no
caviles | | en torcer mi intención, que vano fuera;
| | llama a los pajes y en mi nombre diles | | que cierren el
portón de la barrera. | | (Dirigiéndose con el
ademán hacia el balcón.) | Si ellos tienen las
armas de los viles, | | yo tengo la defensa de la fiera. | |
Para llegar a profanar mi solio | | (Dirigiéndose con
el ademán hacia la puerta.) | en escombros verán
el Capitolio. | |
|
|
JUANA | Y qué intentas hacer ¿cuál
es tu idea? | |
|
|
RIENZI | Que el pueblo no penetre en el palacio,
| | que me dé tiempo, y pensaré despacio | | cómo
he de prepararme a la pelea. | |
|
|
|
RIENZI |
Después;
cumple el mandato | | y te diré los medios de salvarla.
| |
|
|
JUANA | ¿De aqueste sitio lograrás sacarla? | |
|
|
|
JUANA | (Aparte.) | Bien.
(¡Insensato!) | | (Se va por la izquierda.) |
|
|
Escena IV
|
|
RIENZI solo, después JUANA.
|
RIENZI |
Hablaré al pueblo; sí, siempre me escucha.
| | (Pausa.) | Si no me oyera... entonces a la lucha.
| | (Pausa.) | Mañana el santo Padre | | ha de mandarme lanzas y
dinero: | | ¡fue imprevisión la mía | | publicar
el impuesto en este día! | | ¡Espíritu del alma,
no me dejes! | | (Se acerca a la puerta por donde salió
y mira el interior de la estancia.) | Tranquila duerme, sí,
pobre María. | |
|
|
|
(JUANA entra apresurada y cierra la
puerta por donde entró, que es la de la izquierda.)
|
RIENZI | Tan pronto ya de vuelta, qué sucede? | |
|
|
JUANA | (Con breve acento.) | Que el palacio se encuentra abandonado.
| | Que no hay un paje, y que tu pueblo puede | | penetrar hasta
aquí. | |
|
|
RIENZI | (Con desesperación.) | ¡Ah, desgraciado!
| |
|
|
JUANA | Del Capitolio en la inmediata plaza, | | todos los miserables
reunidos, | | se agitan entre gritos de amenazas, | | como lobos
por hambre enfurecidos. | |
(Desde esta escena hasta la conclusión
del acto, no deja de oírse un murmullo sordo, como
producido por gritos y voces lejanas. Este murmullo es débil
o fuerte, según lo necesitan las situaciones de los
personajes. El murmullo en esta escena es débil.)
| Huye, Rienzi, aún es tiempo, y si no quieres, | | pronto,
¡salva a María! |
|
|
RIENZI | (Entre el temor y el amor
propio.) | Por
mi nombre, | | que es la mayor desgracia para el hombre | | luchar
entre las débiles mujeres. | | ¡Que tiemblo juraría!
|
|
|
JUANA | (Con mesura.) | Vano
fuera | | imaginar que el hombre no temblará | | ante
un pueblo sin freno ni barrera. | | Azota el viento en el inmenso
Sahara | | y tiembla huyendo la indomable fiera. | | (Se oye
más vivo el rumor.) | ¿Escuchas el rumor de la algazara?
| |
|
|
RIENZI | (Haciendo un movimiento de horror.) | Lo escuché
y con horror a pesar mío | | siento en mis venas circular
el frío. | |
|
|
JUANA | (Con insistencia.) | Abandona tu empresa,
y de tu vida | | cuídate nada más. |
|
|
RIENZI | (Transición
desde el terror al heroísmo.) | Calla,
insensata; | | tras el fiero huracán que se desata | | aparece la tierra más florida. | | Luchando moriré.
¿Sabes por suerte | | el paso abierto sobre el ancho muro?
| |
|
|
JUANA | Sí, le conozco bien, y te aseguro | | que él
tan sólo te salva de la muerte. | |
|
|
RIENZI | (Con resolución.) | De aquí no he de moverme; tú le sigues: | |
sales por él de Roma presurosa | | y en la quinta de
Flavio te apercibes | | preparando la fuga de mi esposa. | |
Flavio es amigo fiel, cuanto le pidas | | te dará, y
a Aviñón marcha al instante, | | y de Inocencio
cuarto protegidas, | | me podéis esperar muerto o triunfante.
| |
|
|
|
| (Se dirige a la caja, saca la llave de la puerta y la abre,
dejándola en la cerradura.) |
JUANA | ¿Me seguirá?
| (Con tono desconfiado.) |
|
|
RIENZI | Que
sí, te lo he jurado; | | en el momento que hable con
María | | saldrá por la revuelta galería
| | y en breve tiempo la tendrás al lado. | | (Llevando
a JUANA hacia la puerta.) | Pronto, precédela, que
al pueblo escucho | | enfurecido. |
|
|
JUANA | (Primero alto y luego
aparte, antes de salir por la puerta secreta.) | Adiós
y quiera el cielo | | que puedas ver cumplido tu desvelo. | | (Por ella volveré si tarda mucho.) | (Se va entornando
la puerta.) |
|
|
Escena V
|
|
RIENZI solo, después
MARÍA.
|
RIENZI | ¡Solo!, ¡solo! ¡Dios mío, qué
locura! | | (Pausa.) | ¡Bruto! ¡Catón! ¡qué horror!
¡Oh, cielo santo! | | ¡ten compasión de mí! ¡se
me figura | | que estoy vertiendo lágrimas de espanto!
| |
|
|
MARÍA | (Con traje blanco y como si acabase de despertar,
entra por la puerta derecha, primer término; al ver
a RIENZI, con agitación y vehemencia.) | ¡Oh Dios mío!
al fin te vi. | |
|
|
RIENZI | (Abrazándola y procurando ocultar
su emoción.) | ¿Qué tienes? |
|
|
MARÍA | Terror
profundo. | | Entre sueños te perdí | | y encuentro
desierto el mundo | | cuando le veo sin ti. | |
|
|
RIENZI | (Con pasión.) | Serénate, vida mía. | |
|
|
MARÍA | ¡Oh qué
terrible agonía, | | qué espantosa realidad!
| | ¡Si mi sueño parecía | | imagen de la verdad!
| | Sobre el mar ruda tormenta | | (Relatando.) | el huracán
levantaba, | | triste noche se acercaba | | y aquella mar violenta
| | contra una roca chocaba. | | En ella, inmóvil, aislado,
| | con un resplandor divino | | sobre tu frente grabado, | | estabas
tú abandonado | | de los hombres y el destino. | | En
una tabla ligera | | y luchando con el mar, | | quise tu vida
salvar | | y gritaba: ¡Rienzi, espera, | | que ya no tardo en
llegar! | | Un minuto se sucede; | | vacila tu noble planta | | que sostenerse no puede, | | la roca hundiéndose cede,
| | y el mar sus olas levanta. | | ¡Espera, te salvaré!,
| | en mi frenesí gritaba; | | con rudo esfuerzo llegué,
| | pero ya no te encontré | | porque el mar te arrebataba.
| |
|
|
RIENZI | (Abrazándola.) | Delirios del pensamiento.
| |
|
|
MARÍA | Acaso mi corazón | | pudo turbarse un
momento, | | pero a tan viva ilusión | | la llamo presentimiento.
| | Entre el cierzo que gemía | | vibró una voz
que decía: | | «¡Rienzi, sucumbe al destino, | | »que
está muy lejano el día | | »y muy oscuro el camino!
| | »¡Sé mártir, la eternidad | | »en pos de la
muerte espera, | | »y en los siglos de otra edad | | »verás
como fue quimera | | »en el hoy, la libertad!» | | ¡Aquesto escuché
y creí | | que la mar embravecida, | | era la plebe homicida
| | y el Capitolio le vi | | en aquella roca hundida! | |
|
|
|
(Durante
estos últimos versos el rumor se deja oír con
más claridad. Una voz fuera, algo lejana.)
|
VOZ | (Dentro.) |
Muera el Tribuno, muera... |
|
|
MARÍA | (Con horror.) | ¡Cielo
santo! | | ¿No escuchaste esa voz? ¡yo desvarío; | | era
cierto mi sueño, sí, Dios mío! | | Sálvate
por favor. | |
|
|
RIENZI | (Procurando serenarla.) | Calma tu llanto;
| | las gabelas, impuesto que es forzoso, | | a pagarlas el pueblo
se resiste, | | y el grito de algún pobre revoltoso
| | es el vago rumor que fuera oíste. | |
|
|
MARÍA | (Con vehemencia.) | No, Rienzi, sálvate, que el alma
mía | | no puede equivocarse. |
|
|
RIENZI | ¡Te
engañara | | siendo cierto el peligro! No, María.
| |
|
|
|
RIENZI | ¿Qué
probara | | con esa acción? temor y no le tengo. | |
|
|
MARÍA | (Reparando que RIENZI está armado.) | Y armado estás,
¡oh Dios! tiembla mi mano. | |
|
|
RIENZI | (Procurando disimular
su turbación.) | Para arengar al pueblo me prevengo.
| |
|
|
MARÍA | (Con vehemencia.) | Y aún me quieres
decir que tenga calma. | |
|
|
RIENZI | (Con vehemencia y energía.) | Basta, por Dios; tu mujeril flaqueza | | puede entibiar mi
fe. |
|
|
VOZ | (Dentro, lejos.) | ¡Muera
el tirano! | |
|
|
RIENZI | Dejarás el palacio con presteza
| | y a Juana seguirás. |
|
|
MARÍA | (Con exaltación
marcadísima.) | ¡Dios soberano! | | Dejarte yo, ¡jamás!
¡muerta primero! | | Ningún poder habrá, no,
no, ninguno | | que de ti me separe; el mundo entero | | nada
pudiera hacer... |
|
|
UNA VOZ | (Dentro, pero lejos.) | ¡Muera el
Tribuno! | |
|
|
MARÍA | Contigo he de morir o he de salvarte.
| | A ese pueblo furioso no le temo; | | si lleva sus locuras
al extremo | | que venga de mis brazos a arrancarte. | |
|
|
RIENZI | (Desprendiéndose de los brazos de MARÍA.) |
Ese pueblo se rinde con mi acento; | | si te miro a mi lado
nada digo, | | porque tiembla mi amante pensamiento | | cuando
te siento caminar conmigo. | | Huye de aquí, por Dios,
sólo un momento, | | y si el hado se torna mi enemigo,
| | te juro que al brillar el nuevo día | | sólo
tuyo he de ser, esposa mía. | |
|
|
MARÍA | ¡Tu corazón
luchó noble y valiente, | | qué más puedes
querer! Sígueme. |
|
|
|
MARÍA | ¿No escuchaste el delirio de esa gente? | | abandona,
por Dios, tanta quimera, | | conmigo sálvate. |
|
|
RIENZI |
Más
tarde; ahora | | cumple mi voluntad y en mí confía.
| | ¿Te olvidaste del hijo que te adora? | | ¡En nombre de su
amor, huye, María! | |
|
|
MARÍA | (Convencida por las
instancias de RIENZI, se decide a huir, pero no sin demostrar
una gran violencia en esta resolución.) | ¡Dejarte
yo! |
|
|
RIENZI | (Llevándola a la puerta casi a la fuerza.) | Por
Dios, que el tiempo pasa. | |
|
|
MARÍA | (Ya en el dintel
de la puerta y echando los brazos a su cuello.) | ¿Me seguirás,
lo juras? | |
|
|
RIENZI | (Procurando dominar su pena.) | Sí,
bien mío; | | Juana te espera. (Aparte.) (El alma se
me abrasa; | | de contener mi pena desconfío.) | |
|
|
|
|
MARÍA | (Ya en la galería.) | ¡Adiós! | (Se
va y cierra.) |
|
|
RIENZI | (Que se queda delante de la puerta.) | Tiemblo perderte | | y se estremece el corazón de espanto.
| | (Con vehemencia y terror.) | ¡Qué terrible momento
el de la muerte! | | (Transición del horror a la pena.) | ¡Perdón! ¡Señor! ¡perdón! ¡la quiero
tanto! | |
|
|
UNA VOZ | (Dentro, lejana.) | Viva Colonna, ¡viva! |
|
|
RIENZI | (Con desesperación.) | ¡Aciaga suerte! | | Basta
ya, corazón; recoge el llanto | | y no borres jamás
de la memoria | | que me contempla el mundo de la historia.
| |
(Se dirige hacia el balcón del fondo y entreabre
una de las vidrieras, poniéndose a mirar hacia la
plaza y dando la espalda a la puerta secreta por donde salió
MARÍA; el rumor crece.)
| ¡Qué imponente es
la plebe reunida! | |
|
|
|
(MARÍA abre con precaución
la puerta secreta, sale a escena y se va por la puerta derecha
del primer término, diciendo antes:)
|
MARÍA |
Le esperaré hasta el último momento. | |
(Durante
este breve tiempo RIENZI de espaldas no ha visto nada; pero
se supone que oye algún ligero rumor hacia la puerta,
porque se vuelve rápidamente, y viéndola a
medio cerrar, se dirige hacia ella y como refiriéndose
a MARÍA.)
|
|
|
RIENZI | ¡Si volviese otra vez! No, por mi
vida; | | si escucho el eco de su amante acento | | de todo el
alma por mi mal se olvida, | | (Llega a la puerta, la cierra,
da dos vueltas a la llave y se dirige hacia la ventana.) | que su amor le domina al pensamiento. | | (Tira la llave por
la ventana.) | Ahora a vencer o a conquistar la palma. | |
(Toma
su estandarte y abre el balcón del fondo. En tal momento,
el rumor y los gritos del pueblo se oyen muy cercanos, pero
siempre viniendo de abajo.)
| Cállese el corazón
y empiece el alma. | |
|
|
UNA VOZ | ¡Viva Colonna! ¡abajo los tiranos!
| |
|
|
RIENZI |
(Con el pendón en la mano y de la parte de
afuera del balcón, intenta arengar al pueblo, pero
no lo puede conseguir, porque interrumpen sus palabras con
gritos y con voces.)
| ¡Pueblo ilustre! |
|
|
|
|
|
|
|
RIENZI | Los
romanos | | nunca fueron indignos... |
|
|
|
|
RIENZI | (A pocos pasos del balcón y convencido de
que sus esfuerzos son inútiles para arengar al pueblo.) | ¡Qué mal te hice, pueblo desgraciado! | | ¡Levantarte
del polvo y la vileza! | | ¿Por qué me dejas solo, abandonado,
| | y te vendes traidor a la nobleza? | | (Dirigiéndose
con los ademanes al pueblo.) | Tu castigo le tienes preparado:
| | mientras goces cortando mi cabeza, | | te ceñirán
tus olvidados yugos | | esa raza de tigres y verdugos. | | Te
los mereces, sí; ¡vano delirio | | enseñarle
la luz al pobre ciego! | | ¡Ojalá que mi sangre y mi
martirio | | puedan servirte de fecundo riego! | | ¡Ojalá
que en los siglos venideros | | te arranquen de las sombras
en que vives | | y puedas conquistar los libres fueros | | que
en el hoy ignorante, ni concibes. | | (Avanza más al
centro de la escena y cambia el tono de queja y amargura
por uno profético y de entusiasmo, dirigiendo la vista
al cielo.) | ¡Inmenso resplandor, lumbre brillante, | | reflejo
de una luz santificada! | | ¡libertad que soñé,
marcha triunfante | | mientras duermo en los reinos de la nada!
| | Despierta en las regiones de la historia | | cuando domine
la razón al hombre, | | y si no se ha perdido mi memoria
| | que no se olviden de mi oscuro nombre. | | (Uniendo la acción
a la palabra, toma el estandarte con ambas manos, rompe el
asta, y haciendo con la tela una especie de tea, lo prende
en una de las lámparas, dirigiéndose hacia
la segunda puerta de la derecha del espectador.) | ¡Emblema
ilustre de mi fe perdida, | | cual escarnio de Roma no he de
verte! | | sigue el destino de mi triste vida, | | y si acaso
me brinda con la muerte, | | abrasando las gradas de mi solio
| | sálvate de la plebe y sus maldades. | | (Sale por
la puerta, y durante un instante queda la escena sola. Vuelve
sin el estandarte.) | ¡Ruinas del imponente Capitolio | | servidle
de sepulcro en las edades! | | (Se va precipitadamente por
la puerta de la izquierda.) |
|
|
Escena VI
|
|
MARÍA,
después JUANA, luego PEDRO COLONNA y pueblo.
|
MARÍA | (Sale sobrecogida y horrorizada. Este monólogo depende
en un todo de la actriz, que puede elevarlo hasta la sublimidad.) | ¡Oh Dios mío! ¡qué horror, tiemblo de espanto!
| | (Pausa breve.) | El pueblo enfurecido no le escucha; | | ¡tengo
mi corazón yerto de frío! | | ¡Alma que alientas
en el pecho mío! | | apresta tu poder para la lucha!
| | (Pausa breve.) | ¡Qué intentará! ¡no, no!
voy a salvarte, | | la fuerza de mi amor me dará aliento
| | ¡yo sabré de sus manos arrancarte! | | (Da un paso
hacia el fondo de la escena.) | ¡Pero si ha huido!... | (Con
horror y mirando a todos lados.) | ¡Oh!
yo estoy perdida. | | (Transición desde el horror al
heroísmo.) | Toma, Señor, mi vida por su vida.
| | (Dirigiéndose rápidamente hacia la puerta,
llama con gritos a RIENZI, pero al cruzar por delante del
balcón se detiene horrorizada porque ha visto al pueblo
cortando la cabeza a su esposo. Llamando.) | ¡Rienzi! ¡Rienzi!...
Jesús, ¿que es lo que veo? | | ¡La cabeza de Rienzi
ensangrentada! | |
(Pausa breve y después transición
de la pena a la ira. Dirigiéndose con el ademán
al balcón.)
| ¡Maldito seas, pueblo fratricida, | | raza
indigna, de Dios abandonada, | | cada gota de sangre de su
vida | | con sangre tuya correrá mezclada! | |
|
|
|
(Queda
anonadada por la desesperación hasta que oye la voz
de COLONNA.)
|
COLONNA |
(Que viene por los salones de la izquierda,
seguido del pueblo, grita desde lejos.)
| María, ven,
mi corazón te espera. | |
|
|
MARÍA | (Súbitamente
se rehace de su desesperación, irguiéndose
con sublime arranque dice:) | ¿Aún necesitas más,
hambrienta fiera? | | pues recoge mi cuerpo inanimado. | | (Uniendo
la acción a la palabra se dirige a uno de los trofeos,
toma un puñal y se lo hunde en el pecho. Al caer se
acuerda de su hijo, se arranca el puñal de la herida,
pero al arrancárselo, cae muerta.) | ¡Alma! busca a
tu amor, | (Se hiere.) | ¡hijo!...
ya es tarde! | |
|
|
|
(Cae próxima a la puerta secreta. En
el mismo momento de caer, el incendio que durante esta última
parte de la escena ha ido en aumento, hace que se derrumbe
la parte comprendida entre el telón de fondo y los
primeros bastidores, dejando descubierta la galería
secreta. Por ella aparece JUANA llamando a MARÍA.
Entra en escena, y al ver a María queda parada.)
|
JUANA |
¡María! ¡muerta! y Rienzi, (Mira al balcón.) ,
¡asesinado! | |
(Con acento sublime y poseída de la
desesperación, dirigiéndose al pueblo, cuyos
gritos se unen al rumor del incendio, cada vez más
vivo.)
| ¡Pueblo cruel! ¡Pantera libertada! | | (Se dirige al
cuerpo de MARÍA, se arrodilla y la coge.) | ¡Yo salvaré
tu cuerpo idolatrado! | |
|
|
COLONNA |
(Ya inmediato a la escena,
entra en ella al terminar las últimas palabras del
siguiente verso.)
| ¡La muerte elegirás si no me amas!
| |
|
|
JUANA |
(Al oír la voz de COLONNA ha tomado el cuerpo
de MARÍA en sus brazos. Al entrar COLONNA en escena,
le dice desde el mismo dintel de la galería:)
| ¡Búscanos
a las dos entre las llamas! | |
|
|
|
(Cae el telón a tiempo
que un grupo del pueblo con antorchas entra detrás
de COLONNA. La actitud de los personajes es la siguiente:
JUANA con MARÍA en los brazos en el dintel de la puerta
de la galería. COLONNA en medio de la escena inmóvil
y mirando espantado el grupo de JUANA y MARÍA. Detrás
de él varios hombres del pueblo con antorchas encendidas
e inmóviles y espantados. Todo iluminado por el incendio,
cada vez más grande durante esta última escena.)
|
Madrid 13 de diciembre de 1875.
En el acto 1.º, escena 4.ª, página
13.
En el epílogo, escena 2.ª, pág. 62.
Si por circunstancias especiales
de las empresas, como ha sucedido en Madrid, no pudiera disponerse
la decoración del tercer acto con la mutación
que se indica, el final del mismo puede sustituirse de la
siguiente manera: la actriz Juana, debe entrar en escena
por la puerta secreta, rompiéndola con un hacha, toda
vez que la puerta estará practicable en la decoración,
y no hay necesidad de derrumbamiento.
Todos los versos que
llevan un asterisco al margen pueden suprimirse en la representación.