Rimas
Rimas (1602)
- XII -
A Micaela de Luján, su amante
- XXVI -
Despidiéndose de una dama porque
amanecía
- XXVIII -
A un caballero llevando su dama a enterrar él
mismo
- XXXIX -
A una dama que le echó un puñado de
tierra
- XLVI -
A la jornada de Inglaterra a bordo del «San
Juan»
- LXIX -
Al conde don Thomas Porcey, mártir en
Inglaterra
- LXXII -
A una dama que tenía los ojos enfermos
- LXXXI -
A una dama que dejaba lo que amaba por
interés de lo que aborrecía
- C -
A la muerte de don Rodrigo de Silva y Mendoza, duque
de Pastrana
- CXII -
(De versos diferentes tomados de Ariosto, Camoes,
Petrarca, Tasso, Horacio, Serafino y Garcilaso)
- CXX -
A don Juan de Arguijo, viendo un Adonis, Venus y
Cupido de mármol
- CXLII -
A Madrid al partir hacia el destierro en
Valencia
- CXLIV -
En Toledo a Francisco de Ribera, al marqués
de Malpica
- CXLVII -
A la muerte de don Juan de Ulloa, conde de
Villalonso
- CLI -
Al contador Gaspar de Barrionuevo, en la enfermedad
de su amante, Micaela de Luján
- CLV -
A Micalela de Luján, su amante
- CLXIX -
A don Felipe de África, príncipe de
Fez y Marruecos
- CXCII -
A un pintor enamorado de una dama cuyo retrato
hacía
- CXCIII -
A la encamisada del Príncipe Nuestro
Señor
- CXCV -
Al casamiento del Duque de Saboya y doña
Catalina de Austria, Infanta de España, en cuatro lenguas
- CXCVI -
Al casamiento de Filipo III y Margarita de Austria
Nuestra Señora
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A Baco pide Midas que se vuelva ¿A dónde vas con alas tan ligeras, A las ardientes puertas de diamante, Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre Al rey Nino Semíramis famosa Al sepulcro de amor, que contra el filo Al sol que os mira, por miraros miro, Al viento se encomienda, al mar se entrega, Albania yace aquí, Fabio suspira, Alta sangre real, claro Felipe, Amor por ese sol divino jura, Amor, mil años ha que me has jurado Amor, no pienses que te pintan tierno, Ángel divino, que en humano y tierno Antes que el cierzo de la edad ligera Ardese Troya y sube el humo oscuro Artífice rarísimo que a Apeles, Así en las olas de la mar feroces, Atada al mar Andrómeda lloraba, ¡Ay cuántas horas de contento llenas ¡Ay dulce puerta en cuyo mármol cargas, Belleza singular, ingenio raro Bien fue de acero y bronce aquel primero, Blancos y verdes álamos, un día Cadenas desherradas, eslabones, Canta la edad primera los amores, Cayó la torre que en el viento hacían Cayó la Troya de mi alma en tierra, Céfiro blando, que mis quejas tristes Celoso Apolo en vuestra sacra frente, Cesen tus aguas, conjurado cielo, Circe, que de hombre en piedra me transforma, Clarinda, Amor se corre y no consiente Cleopatra a Antonio en oloroso vino Codro, el temor con la piedad venciendo, Como a muerto me echáis tierra en la cara; Como es la patria celestial colonia, Con imperfectos círculos enlazan Con inmortal valor y gentileza, Con lágrimas escucha Masinisa Con nuevos lazos, como el mismo Apolo, Con pálido color, ardiendo en ira, Con una risa entre los ojos bellos Conteniendo el Amor y el Tiempo un día Cual engañado niño que, contento, Cuando a las armas inclinó la mano Cuando del mundo universal las llaves Cuando digo a Lucinda que me mata Cuando el mejor planeta en el diluvio Cuando imagino de mis breves días Cuando la madre antigua reverdece, Cuando pensé que mi tormento esquivo Cuando por este margen solitario Cubran tus aguas, Betis caudaloso, Cuelga sangriento de la cama al suelo, Daba sustento a un pajarito un día De este mi grande amor y el poco tuyo De hoy más las crestas sienes de olorosa De hoy más, claro pastor por quien restauro De la ignorancia en que dormí recuerdo Deja los judiciarios lisonjeros, Dejadme un rato, pensamientos tristes, Del corazón los ojos ofendidos Del templo de la Fama en alta parte Desata el capirote y las pigüelas, Desde esta playa inútil y desierto Desde que viene la rosada Aurora Deseando estar dentro de vos propia Desmayarse, atreverse, estar furioso, Divino sucesor del nuevo Alcides, Don Félix, si al amor le pintan ciego, Don Juan, el hilo de oro de tu intento Dulce desdén, si el daño que me haces El ánimo solícito y turbado, El cuerpo de Faetón Climene mira El pastor que en el monte anduvo al hielo, El tiempo, a quien reviste el tiempo en vano, En el sereno campo de los cielos En láminas de plata, en letras de oro, En las riberas del egipcio Nilo, En tanto que deshace el claro Apolo Encaneció las ondas con espuma Entre aquestas columnas abrasadas, Era la alegre víspera del día, Es la mujer del hombre lo más bueno Estando ausente de tus ojos bellos, Estas postreras lágrimas te ofrezco, Este mi triste y miserable estado Este sepulcro lagrimoso encierra Esto de imaginar si está en su casa, Estos los sauces son, y ésta la fuente, Faltaron con el tiempo riguroso Famosa armada de estandartes llena, Fingido amigo, en las lisonjas tierno, Fue Troya desdichada y fue famosa, Fugitivo cristal, el curso enfrena Gaspar, si enferma está mi bien, decilde Gente llama la caja belicosa Halló Baco la parra provechosa, Hermosa Babilonia, en que he nacido Hermosa Parca, blandamente fiera, Hermosos ojos, yo juré que había Hija del tiempo, que en siglo de oro Humíllense a tu sacro Mausoleo Inmenso monte, cuya blanca nieve Ir y quedarse y con quedar partirse, La antigua edad juzgó por imposibles La Blanca en el valor, venida a España, La clara luz en las estrellas puesta La muerte para aquél será terrible La noche viene descorriendo el velo Lágrimas que partiendo de mi cielo Las Águilas de Carlos soberano, Las dos luces del mundo en mortal velo, Le donne, y cavalier, le arme, gli amori, Liñán, el pecho noble sólo estima Llamas y huyes, quieres y aborreces, Lucinda, el alma, pluma y lengua mía Lucinda, yo me siento arder, y sigo Maestro mío, ved si ha sido engaño Mano amorosa a quien amor solía Marcio, yo amé, y arrepentime amando Matilde, no te espantes que felino Meliso, amor no es calidad ni elige Mi bien nacido de mis propios males, Mientras el Austro rompe el pardo lino Mis pasos engañados hasta ahora Mis recatados ojos, mis pasiones, Montes se ensalzan y dilatan ríos, Nací en la alta Alemania, al mundo espanto, No me quejara yo de larga ausencia No tiene tanta miel Atica hermosa, Noche, fabricadora de embelecos, Océano mar, que desde el frío Arturo Oh nunca fueras África desierta Ojos de mayor gracia y hermosura, Ojos, por quien llamé dichoso al día Padre de los humanos, Amor ciego, Papeles rotos de las propias manos Para tomar de mi desdén venganza, ¿Parca, tan de improviso airada y fuerte Pasando el mar el engañoso toro, Pasando un valle oscuro al fin del día, Pasé la mar, cuando creyó mi engaño Perderá de los cielos la belleza, Píramo triste, que de Tisbe mira Podrá ser que mirando los cabellos Por ver si queda en su furor deshecho Probemos esta vez el sufrimiento, Pruebo a engañar mi loco pensamiento Que eternamente las cuarenta y nueve Que otras veces amé, negar no puedo, Querido manso mío, que vinistes Quien dice que en mujeres no hay firmeza, Quien dice que fue Adonis convertido ¿Quién llora aquí? -Tres somos, quita el manto. Quiero escribir y el llanto no me deja Retrato mío, mientras vivo ausente, Rompa con dulces números el canto Rompe las conchas Hércules famoso Rota barquilla mía que, arrojada Salió Faetón y amaneció el Oriente Sangrienta la quijada, que por ellas Señor Liñán, quien sirve sin estrella Sentado Endimión al pie de Atlante, Si al espejo Lucinda para agravios Si culpa el concebir, nacer tormento, Si el padre universal de cuanto veo Si estáis enfermos, dulces ojos claros, Si gasta el mar la endurecida roca Si la más dura encina que ha nacido Si para comparar vuestra hermosura Si todas las espadas, que diez años Si verse aborrecido el que era amado Siempre te canten, santo Sabaot, Silvio en el monte vio con lazo estrecho Sirvió Jacob los siete largos años, Sit, o sancte Hymene, hace dies clara, Sosiega un poco, airado temeroso, Suelta mi manso, mayoral extraño, Suena el azote, corredor Apolo, Sufre la tempestad el que navega, Suspenso aquel divino movimiento Suspenso está Absalón entre las ramas Tantas virtudes, honras, glorias, famas, Tened piedad de mí que muero ausente, Tristezas, si al hacerme compañía Tu ribera apacible, ingrato río, Un instrumento mismo sonoroso Venturoso rincón, amigos mudos, Verdad debe de ser que de la rama Versos de amor, conceptos esparcidos, Viendo que iguala en su balanza Astrea Vierte racimos la gloriosa palma, Vos, de Pisuerga nuevamente Anfriso, Ya vengo con el voto y la cadena, Yo no espero la flota, ni importuno Yo no quiero más bien que sólo amaros, Yo soy la casta Dido celebrada, Yo vi sobre dos piedras plateadas Zeuxis, pintor famoso, retratando
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