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ArribaAbajoHimno al dolor


Nihil in terra sine causa fit, & de humo
       non oritur dolor.
Quae prius nolebat tangere anima mea,
       nunc prae angustia, cibi mei sunt.


JOB                



Nada se hace en la tierra sin motivo, y de
   la tierra no nace el dolor.
Las cosas, que antes no quería tocar mi
alma, ahora por la congoja son mi
comida.




   Devora fiera insaciable,
monstruo, o demonio execrable,
que avasallas la creación;
devora como lo has hecho,
si no te hallas satisfecho,  5
con furor aún más deshecho,
mi robusto corazón.

   Cebe, cebe en mis entrañas,
con más rencorosas sañas
tu furia el diente voraz;  10
y en ellas continuo asida,
como el cáncer a la herida,
lo que me resta de vida
consuma en su afán tenaz.

   Roe, roe; -tu constancia  15
no abatirá mi arrogancia,
ni mi orgullo tu furor.
Nada, nada desconhorta
un corazón que conforta
alma grande, a quien importa  20
poco, placer, mundo, amor.

   Roe, roe, y en mi seno
tu mortífero veneno
derrama: -no he de gemir;
y cual Jacob, sin testigo,  25
contra el ángel enemigo,
lucharé firme contigo
hasta vencer o morir.

   No temas, no, que me espante
tu fuerza y poder gigante,  30
aunque frágil caña soi.
Mi alma es símil a la roca
cuya frente al cielo toca,
y la tempestad provoca
siendo mañana, lo que hoi.  35

   Hollada la sierpe, vibra
su dardo, hiere y se libra
del villano pie veloz;
o sobre el tigre, enroscando
su flexible cuerpo blando  40
lucha incansable, burlando
su instinto y saña feroz.

   Devora: -tu fiero brío
yo provoco y desafío
armado de mi razón;  45
yo masa de vil arcilla,
yo flor que un soplo amancilla,
trama débil y sencilla,
despojo de la creación.

   Yo miserable gusano,  50
luz que alienta efluvio vano,
insecto, chispa mortal;
yo, menos que un ente aerio
yo, esclavo vil de tu imperio,
yo polvo, nada, misterio...  55
Nacido en hora fatal.

   Yo te provoco: -descarga
sobre mí con mano larga
tus iras: -yo callaré;
y sellando como el sabio  60
a toda queja mi labio,
cual firme monte a tu agravio
inmoble siempre estaré.

   Yo te provoco: -Dios eres
Dios terrible que a los seres  65
impones tu dura lei;
Dios que su furia sedienta
con gemidos alimenta,
como el oso su cruenta
zarpa en indefensa grei.  70

   Dios inexorable y fuerte
que divides con la muerte
el vasto imperio del mal;
desde que el hombre perverso,
en oscuro día adverso,  75
fue lanzado al universo
del crimen con la señal.

   Yo te provoco: -al infierno
pide su penar eterno,
su angustia y noche sin fin;  80
su esquisito sentimiento,
el vivaz remordimiento,
la congoja y el tormento
del soberbio serafín.

   Pídele con sus delirios  85
sus indecibles martirios,
el hielo y llama voraz;
la sed, la rabia y despechos
de los más précitos pechos,
y aquellos marmóreos lechos  90
do no hai sueño ni solaz.

   Pide también a la tierra
cuantos dolores encierra,
cuanto ha, y debe padecer;
y sobre mí con violencia  95
lanza toda su inclemencia:
que de mi alma la excelencia
no se dejará vencer.

   Yo te provoco: -cuatro años
los tormentos más estraños  100
probaste iracundo en mí;
agotando de mi vida,
de mi juventud florida
la fuente excelsa, que henchida
los de un mundo de glorias vi.  105

   Yo te provoco: -cuatro años
de mil y mil desengaños
me hiciste apurar la hiel;
y en un Páramo desierto,
do todo era negro y yerto,  110
me dejaste al descubierto
presa de borrasca cruel.

   Yo te provoco: -tu mano
de mis fatigas temprano
la copiosa mies cegó,  115
dejándome los abrojos,
para doblar mis enojos,
y el recuerdo y los despojos
de un tiempo feliz que huyó.

   Yo te provoco: -¿qué males,  120
qué ansias o penas fatales
me podrán sobrevenir,
que no haya firme sufrido?
¿Qué pasión no habré sentido?
¿Qué idea no habré podido  125
grande o noble concebir?

   Mi espíritu en su carrera
ha recorrido la esfera
de lo terrestre y lo ideal;
visto su forma desnuda,  130
y sondado sin ayuda
los abismos de la duda,
del bien, la vida y el mal.

   Cuando los otros insanos
a pasatiempos livianos  135
el juvenil brío dan;
y en el labio la sonrisa,
con inquietud indecisa,
flores de la vida a prisa
deshojando torpes van.  140

   Mi corazón de tormentas
desatadas y violentas
sufrido había el rigor;
y laso en un solo día,
muerto al placer y alegría,  145
dicho, en su congoja, había
adiós eterno al amor.

   En la edad en que sin tino
del error por el camino
mueve tropezando el pie  150
la turba insana, y apura,
sumida en tiniebla oscura,
del placer la copa impura
que vacía siempre ve:

   ya mi espíritu ambicioso  155
para su ardor generoso
buscaba un nuevo manjar;
y en sus vuelos soberanos,
libre de lazos mundanos,
de la creación los arcanos  160
osaba altivo indagar.

   Como en un espejo terso,
reflejaba el universo
sus maravillas en él;
nada, nada se encubría  165
a la inteligencia mía,
y mi ardiente fantasía
era un mágico pincel.

   Gloria, gloria era el acento
que en el cielo, tierra y viento  170
yo escuchaba resonar;
gloria mi pecho exhalaba,
gloria durmiendo soñaba,
y su fantasma miraba
do quier como astro brillar.  175

   Ella me llevara ufano
a contemplar del Oceano
el tempestuoso furor;
ella entre cultas naciones
a buscar dignas lecciones  180
de graves meditaciones;
nuevo alimento a mi ardor.

   ¿Dónde se fue tanto sueño,
porvenir tan halagüeño,
tanta sublime pasión?  185
¡Dolor impío! -Triunfante
tu brazo asoló pujante,
el edificio gigante,
que labrara mi ambición.

   Tú agotando, poco a poco,  190
has ido el ardiente foco
de luz que mi alma abrigó;
y con tu soplo de muerte
convirtiendo en masa inerte
una edad joven y fuerte,  195
que mil frutos prometió.

   ¿Qué esperanza me has dejado,
qué idea no has sofocado
en mi espíritu al nacer?
¿Qué pasión o sentimiento  200
no me has trocado en tormento?
¿Qué amor o contentamiento
en hastío o desplacer?

   ¿Qué ilusión o dulce engaño
en funesto desengaño?  205
¿Qué dicha en triste pesar?
¿De qué angustia no has cercado
mi corazón desolado?
¿Qué lágrima no has helado
en mis ojos al brotar?  210

   Nobles y grandes pasiones,
pensamientos y visiones
sublimes, gran porvenir;
estudio, vigilias largas,
siempre fastidiosas cargas  215
para débil cuerpo, amargas
horas de oscuro vivir,

todo, todo en un momento
¡oh inescrutable Dolor!
para mí estéril ha sido,  220
grano en el agua esparcido;
y en fuente lo has convertido
de despecho y amargor.

   ¿Qué aflicción o desventura
podrá parecerme dura?  225
¿Qué puedes robarme ya?
¿Qué placer del mundo activo
puede tener atractivo
para mi pesar esquivo?
¿Qué llenar mi alma podrá?  230

   Ven, ven ¡oh Dolor terrible!
De tu poder invisible
haz un nuevo ensayo en mí;
verás que una alma arrogante
es como el duro diamante,  235
que siempre brilla flamante
sin admitir mancha en sí.

   Ven ¡oh Dolor! en silencio;
ven, pues ya te reverencio
como a genio bienhechor,  240
que mueve influjo divino;
no cual numen que previno
inexorable destino
para venganza y terror.

   Como animando la tierra  245
el aire impuro destierra
con su ardiente rayo el sol;
así tú, ¡oh Dolor fecundo!
lacerando el cuerpo inmundo,
que se ase reptil al mundo,  250
eres del alma el crisol.

   Tu intensa llama le aplicas,
la limpias y purificas
de la escoria material;
sublimando la excelencia  255
de su peregrina esencia,
hasta darle una potencia
divina, excelsa, inmortal.

   Tú pruebas su fortaleza,
su constancia y su grandeza  260
en el yunque del sufrir;
el triunfo glorificando
del que contigo luchando
sufre y calla, sofocando
de sus huesos el gemir.  265

   Sin tu influjo, el hombre henchido
de vanidad, sumergido
yace en el mar del placer;
y cree en su delirio ufano,
cuando se arrastra gusano,  270
tierra y cielo soberano
sujetar a su poder.

   Ven, que tal vez atesora
alguna fibra sonora
mi pecho aun lleno de ardor;  275
que a tu inhumana porfía
exhalará una armonía
capaz de darme alegría,
y de vencerte ¡oh Dolor!

   Ven luego; que una alma noble  280
firme, incontrastable, inmoble
es contra la adversidad;
como el Oceano sublime
que de lei común se exime,
y en cuya frente no imprime  285
mancilla el tiempo, ni edad.

SETIEMBRE, 1834




ArribaAbajoAl corazón


Quis det ut veniat petitio mea; & quod expecto,
tribuat mihi Deus?


JOB                



¿Quién diese que se cumpliera mi petición; y que
Dios me concediera lo que espero?




   ¿Qué corazón es el mío?
¡Oh Dios que rijes los mundos!
con la lei de tu albedrío,
cuyos designios profundos
¡no me es dado penetrar!  5
¿Qué misterio, arcano, abismo
es éste que ni yo mismo
me atrevo; ¡oh Dios! a sondar?

   ¿Cuándo su volcán se apaga?
¿Cuándo su hondura se llena?  10
¿Cuándo la tormenta aciaga
de sus pasiones serena
podré ver y no sufrir?
¿Cómo es que nada le sacia,
si ha perdido la eficacia  15
para gozar y sentir?

   ¿Cómo al cúmulo de males
que con porfía violenta
como furias infernales
le acosan, no se revienta  20
ni exhala un solo clamor?
¿Cómo no vierte siquiera
una lágrima lijera
para amortiguar su ardor?

   ¿Cómo cabe entre mi pecho,  25
cuando su vuelo atrevido
halla el universo estrecho,
desprecia lo conseguido,
y sin cesar pide más?
¿Cómo sufre, calla, anhela  30
se roe a sí mismo, y vela
sin fatigarse jamás?

   Vuelvo la vista azorado
como náufrago en el puerto
al borrascoso pasado,  35
y encuentro todo desierto,
todo triste y funeral;
miro atónito delante,
y ni la luz vacilante
veo de astro divinal.  40

   ¿Qué quiere pues, ¡oh Dios mío!
mi corazón insaciable,
en su loco desvarío;
si en la sirte miserable
todo su caudal perdió?  45
¿Qué quiere si ya la tierra
nada en su extensión encierra
semejante a lo que vio?

   ¿Acaso en región luciente
guardas ¡oh Dios poderoso!  50
algo que el alma presiente,
algún tesoro precioso
que deba en vano desear;
y que la mía ambiciona,
como la excelsa corona  55
de su incansable afanar?

   Parece que el hombre errante,
como triste peregrino,
marcha con pie vacilante,
sin saber por qué camino,  60
en pos de alguna visión;
de paso echa una mirada,
sin arraigar aquí a nada
su voluble corazón.

   Pero ¡infeliz! marcha en vano,  65
tropieza, cae, se fatiga,
maldice su error insano,
y a veces su sed mitiga
con lágrimas de dolor;
hasta que una mano yerta  70
viene, lo toca, y despierta
despechado del sopor.

   Mas yo continuo luchando
con un genio incontrastable,
con mi corazón, sudando,  75
al destino irrevocable
obedezco a mi pesar;
y no puedo en mi ansia fiera
ni una lágrima siquiera
para alivio derramar.  80

   ¿Qué es esto? ¡Oh Dios! ¿Por qué ha sido
para mí tu lei más dura?
¿Por qué hacerme habéis querido
blanco de la desventura
formándome un corazón  85
tan indómito y sediento,
que batallando violento
siempre está con mi razón?

   Pero nada me respondes
Dios clemente y soberano:  90
¿por qué tu auxilio me ascondes
y me dejas en oceano
de dudas siempre fluctuar?
¿Por qué un rayo de luz pura
no me abre senda segura  95
para poder descansar?

   No te pido ¡oh Dios! riqueza,
felicidad, poderío
gloria, deleites, grandeza;-
manjares que dan hastío,  100
y nunca pueden saciar:
sólo quiero olvido eterno,
y algo que pueda el infierno
de mis pasiones calmar.

JUNIO, 1835




ArribaAbajoCanciones


Melodía sonora, e concertada,
uave a letra, angélica a soada.


CAMOES                



ArribaAbajo- I -




ArribaAbajoLa ausencia


   Fuese el hechizo
del alma mía,
y mi alegría
se fue también:
en un instante  5
todo he perdido,
¿dónde te has ido
mi amado bien?

   Cubrióse todo
de oscuro velo,  10
el bello cielo,
que me alumbró;
y el astro hermoso
de mi destino,
en su camino  15
se oscureció.

   Perdió su hechizo
la melodía,
que apetecía
mi corazón.  20
Fúnebre canto
sólo serena
la esquiva pena
de mi pasión.

   Do quiera llevo  25
mis tristes ojos,
hallo despojos
del dulce amor;
do quier vestigios
de fugaz gloria,  30
cuya memoria
me da dolor.

   Vuelve a mis brazos
querido dueño,
sol halagüeño  35
me alumbrará;
vuelve; tu vista,
que todo alegra,
mi noche negra
disipará.  40




ArribaAbajo- II -




ArribaAbajoLa diamela


   Diome un día una bella porteña,
que en mi senda pusiera el destino,
una flor cuyo aroma divino
llena el alma de dulce embriaguez;
me la dio con sonrisa halagüeña,  5
matizada de puros sonrojos,
y bajando hechicera los ojos,
incapaces de engaño y doblez.

   En silencio y absorto toméla
como don misterioso del cielo,  10
que algún ángel de amor y consuelo
me viniese, durmiendo, a ofrecer;
en mi seno inflamado guardéla,
con el suyo mezclando mi aliento,
y un hechizo amoroso al momento  15
yo sentí por mis venas correr.

   Desde entonces, do quiera que miro
allí está la diamela olorosa,
y a su lado una imagen hermosa
cuya frente respira candor;  20
desde entonces por ella suspiro,
rindo el pecho inconstante a su halago,
con su aroma inefable me embriago,
a ella sola consagro mi amor.




ArribaAbajo- III -




ArribaAbajoA una lágrima


   Si la magia del arte
cristalizar pudiera,
esa gota ligera
de origen celestial;
en la más noble parte  5
del pecho la pondría:
ningún tesoro habría
en todo el orbe igual.

   Por ella amor se inflama,
por ella amor suspira,  10
ella a la par inspira
ternura y compasión:
su luz es como llama
del cielo desprendida,
que infunde al mármol vida,  15
penetra el corazón.

   ¡Quién mira indiferente
la lágrima preciosa
que vierte generosa
la sensibilidad!  20
Su brillo, transparente
del alma el fondo deja,
y hasta el matiz refleja
de la felicidad.

   Permite que recoja  25
esa preciosa perla;
los ángeles al verla
mi dicha envidiarán:
amor en su congoja,
para calmar enojos,  30
en tus divinos ojos
puso ese talismán.




ArribaAbajo- IV -




ArribaAbajoEl desamor


   Acongojada mi alma
día y noche delira,
el corazón suspira
por ilusorio bien;
mas las horas fugaces  5
pasan en raudo vuelo,
sin que ningún consuelo
a mi congoja den.

   Entre mis venas corre
sutil, ardiente llama,  10
que sin cesar me inflama,
y llena de dolor.
Pero una voz secreta
me dice: ¡infortunada!
Vivirás condenada  15
a eterno desamor.

   Como muere la antorcha
escasa de alimento,
así morir me siento
en mi temprano albor:  20
ningún soplo benigno
da vigor a mi vida,
pues vivo sumerjida
en triste desamor.

   Como fatuo destello  25
que brilla y se evapora,
se disipó en su aurora
el astro de mi amor:
fuese con él mi dicha,
fuese con él mi calma;  30
quedóle sólo a mi alma
perpetuo desamor.




ArribaAbajo- V -




ArribaAbajoLa aroma


   Flor dorada que entre espinas
tienes trono misterioso,
¡cuánto sueño delicioso
tú me inspiras a la vez!
En ti veo yo la imagen  5
de la hermosa que me hechiza,
y mi afecto tiraniza,
con halago y esquivez.

   El espíritu oloroso
con que llenas el ambiente,  10
me penetra suavemente
como el fuego del amor;
y rendido a los encantos
de amoroso devaneo,
un instante apurar creo,  15
de sus labios el dulzor.

   Si te pone ella en su seno,
que a las flores nunca esquiva,
o te mezcla pensativa
con el cándido azahar;  20
tu fragancia llega al alma
como bálsamo divino,
y yo entonces me imagino
ser dichoso con amar.




ArribaAbajo- VI -




ArribaAbajoSerenata


   Al bien que idolatro busco
desvelado noche y día,
y la esperanza me lleva
tras su imagen fugitiva,
prometiéndome engañosa
felicidades y dichas:
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla
las amorosas endechas
lo que mi guitarra suspira.

   Sobre el universo en calma
reina la noche sombría,
y las estrellas flamantes
en el firmamento brillan:
todo reposa en la tierra
sólo vela el alma mía.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

   Como el ciervo enamorado
busca la cierva querida,
que de sus halagos huye
desapiadada y esquiva;
así yo corro afanoso
en pos del bien de mi vida.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

   El contento me robaste
con tu encantadora vista,
y sin quererlo te hiciste
de un inocente homicida:
vuélvele la paz al menos
con tu halagüeña sonrisa.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.




ArribaAbajo- VII -




ArribaLa lágrima


   Enjuga, enjuga esa preciosa perla
que para herir cristalizó el amor:
ella deslumbra el corazón que al verla
hierve de nuevo en criminal ardor.

   No venga, no, de tus hermosos ojos  5
astros de vida el brillo a oscurecer;
no venga infausta a presagiar enojos,
ni amortiguar tu bello rosicler.

   Chispa divina del sagrado fuego
que infundió a tu alma celestial piedad  10
ella es, y deja al desdichado ciego
que vaga envuelto en triste oscuridad.

   ¿Por qué llorar? De las pasiones fieras
tú no has sentido el devorante ardor;
siempre te halagan auras lisongeras,  15
nunca te asalta el fríjido escozor.

   ¿Por qué llorar? Un misterioso velo
te encubre aún arcanos del vivir;
tu alma es más pura que la luz del cielo,
todo a tu anhelo miras sonreír.  20

   ¿Por qué llorar? Impresa en la memoria
no llevas, no, la sombra del pesar;
gozas de un ángel la inefable gloria,
tu sueño guarda un ángel tutelar.

   Mas ¡ay! que veo tu pupila ardiente  25
toda anegada en lloro virginal;
mas ¡ay! que asoma en tu lozana frente
del infortunio el precursor fatal.

   Dale a mi mano el enjugar tus ojos;
mas ¡ah! que vierten fuego abrasador:  30
y yo insensato, para más enojos,
ni llorar puedo ni sentir amor.