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Curiosamente, como ha demostrado Alonso Cortés, Villamediana era homosexual y, a raíz de su muerte, varios de sus servidores fueron condenados a la hoguera por su «pecado nefando». Narciso Alonso Cortés, La muerte del Conde de Villamediana, Valladolid, 1928, págs. 79-83. Sobre la producción literaria del conde, véase Villamediana, Obras, Edición de Juan Manuel Rozas, Madrid, Clásicos Castalia, 1969.

 

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Enrique Gil, Obras completas, «Romances históricos por D. Ángel Saavedra, Duque de Rivas» (Madrid, 1954), pág. 515; Juan Valera, Crítica literaria, pág. 743.

 

23

La literatura española en el siglo XIX, I, pág. 148.

 

24

Rivas y Larra (Madrid, 1947), págs. 17 y ss.

 

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En el Romancero de Durán hay varios romances acerca de mujeres principales que, impulsadas por la venganza, se convierten en seres desalmados y temibles. Cfr. «Doña Josefa Acevedo» (núm. 1327); «Doña Juana Ramírez» de Pedro de Fuentes, I y II (1328 y 1329) y «Espinela» (1330).

 

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También inspiradas por la emigración son las poesías «El desterrado» (Gibraltar, 1824), «El sueño del proscrito» (Londres, 1824) y «El faro de Malta» (Malta, 1828).

 

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Para Azorín sobraba el suicidio y pensaba que habría sido mejor haber dejado a los lectores «en la incertidumbre inquietante respecto al destino de ese simpático personaje», Rivas y Larra, pág. 17.

 

28

Pedro Salinas, Meléndez Valdés. Poesías (Madrid, 1965), pág. L.

 

29

Critica literaria, pág. 743.

 

30

Rivas y Larra, pág. 70.

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