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Sí, el subalterno puede hablar: un análisis breve de la «Nueva corónica y buen gobierno» de Felipe Guaman Poma de Ayala y los «Comentarios reales» del Inca Garcilaso de la Vega

Lipi Biswas Sen


University of Toronto



Where there is power, there is resistance.


Michel Foucault1                


El concepto de subalterno es empleado por el Subaltern Studies Group, un grupo de historiadores del Sur de Asia. Ranajit Guha, uno de los fundadores de este grupo, lo define como «a name for the general attribute of subordination in [...] society whether this is expressed in terms of class, caste, age, gender and office or in any other way» (1982: vii). Es posible incluir tanto al Inca Garcilaso de la Vega como a Felipe Guaman Poma en esta definición, aunque ambos autores pertenecían a diferentes clases sociales y épocas.

Gómez Suárez de Figueroa, el cronista mestizo conocido como el Inca Garcilaso de la Vega, fue el hijo ilegítimo del conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y Chimpu Uqllu, nieta directa del penúltimo Inca. El hecho que convierte a Garcilaso en sujeto subalterno no es solamente su condición de hijo ilegítimo de uno de los conquistadores, sino también su herencia racial -el mestizaje2. José Antonio Mazzotti indica que la Corona española no les reconoció como sujetos leales y mediante varias legislaciones a mediados del siglo XVI, «[...] les reducía a los objetos artesanales y a la imposibilidad de ejercer cargos públicos, así como el impedimento de portar armas, poseer repartimientos de indios y a servirse de ellos en la carga» (23). Es posible sostener entonces que el Inca sufría de un tipo de ilegitimidad triple, a saber: como hijo de un padre que no le reconoce oficialmente, como producto de una nueva raza no aceptada ni por el lado español ni por los indígenas, y como miembro de una tierra colonizada3. Se puede interpretar la relación que tiene el Inca con el imperio español en base de la relación que tuvo, o mejor dicho, no tuvo con su padre, y la administración española (que puede representar a la figura paterna), ya que ambos niegan legitimizar su estatus de hijo y de miembro del imperio a pesar de los servicios que aquél prestó al emperador español.

Se puede conjeturar que su estancia en España acentuó su estado subordinado. Es interesante observar que él cambia su nombre de Gómez Suárez de Figueroa al Inca Garcilaso de la Vega cuando viaja a España. Esto puede ser una manera no sólo de reafirmar sus raíces indígenas sino también de representarse implícitamente como el nuevo rostro mestizo del Perú y rechazar el desprecio sufrido debido a su condición ilegítima, es decir, con esta postura subvierte la importancia dada a la necesidad de ser reconocido «legalmente» por parte de la administración real, y de este modo señala tácitamente que no acepta el poder de la hegemonía española ni en su vida privada ni en su tierra. Podemos concluir, por lo tanto, que se puede considerar al Inca como sujeto subalterno al igual que Felipe Guaman Poma.

De hecho, tal parece que la posición del Inca fue incluso peor que la de Guaman Poma, ya que a diferencia de éste, Garcilaso no pertenecía a ninguna raza, a ningún pueblo aceptado y respetado, ni siquiera en su propia tierra; pues como aludí antes, ambos grupos sociales, tanto la administración imperial como los mismos indígenas veían con desconfianza a los mestizos. Por eso quizás la tarea del Inca fue aun más difícil, dado que él se encontraba circunscrito por mayores limitaciones que definían su posición social y racial.

Hasta la publicación de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega y Nueva corónica y buen gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala, no había aparecido en el discurso literario colonial la voz del indígena. La obra de estos autores constituye una parte importante de dicho corpus, ya que se les ve precisamente como lo que Mary Louise Pratt llama: «[social] spaces where cultures meet, clash and grapple with each other, often in contexts of highly asymmetrical relations of power» (4). En este sentido, textos como los Comentarios reales y la Nueva corónica se ubican dentro de la 'zona de contacto' donde existían más posibilidades para que el subalterno ensayara la construcción de su versión de la historia y formara su identidad e imagen. Tal dinámica comportaba un diálogo, si bien en oposición, con los cronistas en cuanto a la representación del indígena. Con todo, es importante observar que no era ésta la única razón que activaba la escritura del Inca Garcilaso y Guaman Poma, cada uno perseguía un tipo de autolegitimación particular por las actividades que habían llevado a cabo en el edificio imperial4. Pero lo que surgió de este proyecto, parcialmente egoísta, fue también el deseo de representar una versión personal y distinta de la historia de su pueblo. Es posible ubicar los Comentarios y la Nueva corónica en eso que Mary Louise Pratt denomina libros 'autoetnográficos':

[...] If ethnographic texts are means by which Europeans represent to themselves their (usually subjugated) others, autoethnographic texts are those the others construct in response to or in dialogue with those metropolitan representations [...] Autoethnographic texts are not, then, what are usually thought of as «authentic» or autochthonous forms of self-representation (such as the Andean quipus, which stored much of the information Guaman Poma wrote down). Rather autoethnography involves partial collaboration with and appropriation of the idioms of the conqueror.


(7)                


Tanto Guaman Poma como el Inca utilizan diferentes estrategias retóricas con el objetivo de rebatir las representaciones de su pueblo que surgen especialmente en las falsas historias oficiales comisionadas por el Virrey Francisco de Toledo para justificar la cruel y violenta conquista del Perú. De este modo los dos autores indígenas entran en diálogo con los cronistas españoles, y «[...] undertake to represent themselves in ways to engage with the colonizer's own terms» (Pratt, 7). En cierta medida, Guaman Poma y el Inca logran realizar su proyecto no sólo en cuanto a la representación del indígena, la recuperación de su voz y memoria de los textos coloniales, sino también en cuanto a su herencia étnica e incluso el futuro de su pueblo y nación, aceptando la Conquista y el proceso colonizador como contingencias de la historia sobre las cuales no tienen control.

Guaman Poma emplea la escritura y la pintura para comunicar a su lector principal, el rey y a los demás lectores 'cristianos', toda la historia del Perú, toda vez que arremete contra los abusos de los conquistadores. Guaman Poma entendía que vivía un período turbulento, producto del choque brutal de dos culturas y dos mundos ajenos, de ahí que consideramos problemático el limitarse a una sola manera de escribir la historia habiendo más de una perspectiva histórica a la cual recurrir; en otras palabras había más de una voz que reconocer. Guaman Poma intenta representar esta realidad caótica que le rodeaba utilizando distintos géneros tanto literarios como históricos. Como subraya Rolena Adorno:

The greatest implications of his effort lie, I think, in the critique of European letters that he performs. In his dedicated and desperate attempt to understand and re-create the world of his experience, he struggles with the full range of means that the Europeans used to interpret and give expression to reality: the chronicles, the relaciones, the juridical treatises, the polemical tracts, the catechisms and sermons, the heroic epic formulation, biography, allegory, and satire.


(1986, 143)                


Guaman Poma describe con sus palabras y dibujos no sólo el pasado andino sino también el lado amargo de la conquista de Perú. En esta crónica-carta se ve tanto el conflicto entre el indígena y el español como el que surge entre los mismos conquistadores. Con todo, es importante recordar que él se dirige al rey Felipe 111 porque acepta como irremediable la presencia de los colonizadores y quiere sugerir un nuevo plan para su pueblo, además de criticar sus actos brutales. En ningún momento critica directamente la autoridad del rey, más bien reconoce su relación con él, hecho que acentúa su apoyo al cristianismo y la monarquía.

En las particularidades de la escritura de Guaman Poma, se observa que si bien utiliza algunas convenciones de la escritura occidental (la paginación, la tabla de contenido y el colofón5) no respeta la metodología de historiografía de Occidente, por ejemplo, no se rige por la cronología europea; en todo caso la fragmenta junto con los datos. Siguiendo a Adorno:

[...] By sampling the range of possibilities within the European discourse, Guaman Poma reveals their respective inadequacies in reporting and interpreting native American experience both before and after the Spanish invasion and conquest of Tawantinsuyu.


(1986, 143)                


De hecho parecería que a Guaman Poma le resultara difícil expresar todo lo que quiere decir de dos culturas tan distintas utilizando una sola metodología. Opina Adorno que parece difícil incluir la conquista de Tawantinsuyu por parte de los invasores extranjeros dentro de la interpretación arquetípica y cíclica de la historia, además la versión europea de los acontecimientos históricos no correspondía a la visión andina de dichos sucesos. Guaman Poma resuelve este problema de concordancia cuando reinventa el acto de conquista de tal modo que constituyan lo que Adorno llama «non-conquest». Comenta Adorno que:

This «non-conquest» serves two functions: on the pragmatic level, it supports Guaman Poma's contention that the Spanish colonists have no right to control Andean affairs, and, on a conceptual level, it fits into a larger pattern that Guaman Poma can reconcile with the archetypal quality of Andean history.


(1982, 113)                


De esta manera Guaman Poma subvierte la historia de la Conquista, aunque también admite la dificultad de escribir la historia de un pueblo sin escritura (Adorno, 1982: 113). No obstante, el hecho de que ha recurrido a la pintura y otras formas de representación para comunicar todo lo que quería decir, apunta a que incluso la escritura no es un instrumento adecuado para expresar la visión de un mundo otro que el europeo. A fin de cuentas, lo que Nueva corónica destaca es la estrechez de la idea occidental de historia frente a la realidad americana. Se puede argüir entonces que en la crónica de Guaman Poma están en juego tanto la historia como disciplina como la historiografía como práctica.

Guaman Poma subvierte el discurso colonial desde el inicio, restando autoridad a los cronistas y cuestionando la historia oficial del Perú, al denominar su obra «primer nueva corónica» (López-Baralt, 71). Es así como llega a cuestionar todo lo escrito por los cronistas sobre los hechos acontecidos en el Perú junto con la imagen que construyeron del indígena.

La prosa de Guaman Poma no es tan estilizada o sofisticada como la del Inca Garcilaso. En ocasiones es difícil de seguir ya que el español no fluye con naturalidad en la obra. Pero quizás ésta sea otra manera de decir que el español es un lenguaje que le es ajeno. En medio de la narrativa, además, estalla la voz del indígena desde el interior del texto rompiendo el hilo de la narración. La estrategia de insertar al indígena dentro de la narrativa señala que el escritor relata aquí su historia y no la del colonizador. Esta táctica demuestra que el indígena es el dueño de sus opiniones que se puede expresar solamente a través de su lengua nativa como si estuviera diciendo que, 'las acciones son suyas y las expresamos en español pero la reacción es nuestra y la expresamos en nuestra lengua, y de esta manera tomamos control de nosotros mismos'. Así, pues, Guaman Poma proporciona un nuevo texto histórico, uno que presta como alternativa al de los cronistas peninsulares. Uno de los ejemplos notables de esta visión es el momento en que el autor comenta la manera en que los españoles tratan al Inca Atahualpa. El llanto de los indios, que aparece en quechua, sin ninguna explicación o traducción, aflora desde el texto mismo, y fractura bruscamente la narración. Esta importante maniobra retórica representa más que nada la agonía causada por el choque imprevisto y violento de dos mundos ajenos:

Como le prendieron, y estando preso Atagualpa Inga, estando preso le robaron toda su hacienda don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro y todos los demás soldados y españoles y lo tomaron toda la riqueza del templo del sol [...] hasta quitarle su mujer legítima [...] hubo grandes llantos en la ciudad de los indios, cantaban de esta suerte: array araui array araui sapra aucuchado coya atihuanchic llazauanchicma coya suella uanoson amatac acuyraqueca cachundo paracinam uequi payllamanta urmancam coya hinatachha.


(El énfasis es mío, 282)                


La incorporación del quechua como idioma importante de la narrativa, sin haberlo traducido al español, sirve para acentuar la diferencia tanto cultural como lingüística. Como sugieren Bill Ashcroft, Gareth Griffiths y Helen Tiffin: «[t]he technique of selective fidelity which leaves some words untranslated in the text is a more widely used device for conveying the sense of cultural distinctiveness» (64).

En efecto, el indígena manifiesta su agencia histórica, convirtiéndose de ese modo en participante activo en la construcción de la historia de su pueblo. Cabe reconocer, empero, que esta estrategia enajena al lector que desconoce el quechua.

Guaman Poma compara a los conquistadores con los indios y siempre les critica con palabras duras. De esta manera el autor señala que el indígena realmente no puede aprender nada de los colonizadores ya que éstos no tienen nada bueno que enseñar:

[...] ves aquí en toda la ley cristiana no he hallado que sean tan codiciosos en oro ni plata los indios, ni he hallado quien deba cien pesos, ni mentiroso, ni jugador ni perezoso, ni puta, ni puto, ni quitarse entre ellos, que vosotros lo tenéis todo inobedientes a vuestro padre y madre y prelado y rey; y si negáis a pie juntillo, todo lo tenéis y lo enseñáis a los pobres de los indios, decís, cuando desolláis entre vosotros y mucho más a los indios pobres, decís que habéis de restituir, no veo que los restituía en vida ni en muerte.


(265)                


La imagen que sale del indígena en la crónica de Guaman Poma es la de un ser dinámico y fuerte que no ha sido dominado totalmente por la Conquista, y sobre todo, que no ha perdido ni su memoria ni su voz. Como se ve, tanto Guaman Poma como el Inca, a su manera, basan su autoridad en el hecho de que son nativos de las tierras andinas y, por lo tanto, entienden mejor toda la historia de su pueblo, además de haber sido «testigos» de la mayoría de los acontecimientos que narran sobre la conquista y la colonización. Esta metodología es semejante a la que utilizaban los cronistas españoles que también basaban su autoridad en el hecho de que habían testimoniado los acontecimientos que sucedieron en América. Además, su conocimiento de las lenguas indígenas les concede a estos dos autores la autoridad para escribir su propia historia y la de su pueblo, confiriéndole importancia a la lengua autóctona en su carácter de palabra hablada.

El acto de recuperar la memoria histórica es un paso notable en el proyecto de hacer valer su identidad individual y colectiva. Guaman Poma también se aprovecha de esta oportunidad para sugerir la manera en la que el rey español podría rectificar el sistema administrativo del Perú y cambiarlo para que incorporara el sistema andino, en el que participaría activamente el indio. Y afirma así que él sería capaz de gobernar su propia tierra, como lo era antes de que vinieran los españoles (Chang-Rodríguez: 42). Para refortalecer este punto Guaman Poma describe cómo vivían los nativos bajo la ley indígena:

De cómo los indios usaban de miserecordia, y por ello todos comían en plaza pública, porque se allegasen pobres peregrinos, extranjeros, huérfanos, enfermos, y los que no tenían que comer; todos comían bien y la sobra se la llevaban a los pobres. Ninguna nación ha tenido esta costumbre y obra de misericordia en todo el mundo como los indios de este reino santa cosa.


(49, Tomo I)                


Más adelante Guaman Poma describe al indígena como un ser piadoso, bueno e inteligente:

[...] indios de este reino como españoles de castilla saben y aprenden de todos los oficios, artificios, beneficios, los cuales son grandes cantores y músicos de canto, de órgano y llano [...] son escribanos de cabildo y de público, y nombrado, y teniente de corregidor, alcalde mayor [...] sabe jugar con armas, espadas y montante, partesana; juega en todo juego como español; [...] sabe latín y romance; si le aprobara se ordenara sacerdote de la Santa Madre Iglesia.


(822/[836], 221, Tomo II)                


El indígena que se representa en esta crónica es uno que está orgulloso de su herencia, y que mira hacia un futuro en el que él mismo va a gobernar a su pueblo. Ahora bien, vale la pena destacar aquí que Guaman Poma tiene una visión conservadora de su futura nación. En la nueva sociedad que él visualiza no hay lugar para los mestizos y la gente de otras razas, ya que el mestizaje para él es el resultado de la anarquía producida por la destrucción de los ordenados sistemas socio-políticos y económicos de los indios. Describe en detalle cómo los llamados «padres de doctrina y curas» violaron a las indígenas especialmente a las indígenas solteras, lo cual llevó al mestizaje y añade que no se debe incluir a los mestizos en su país:

Sacra católica Real Majestad, es muy gran servicio de Dios Nuestro Señor y de Vuestra Majestad y aumento de los indios de este reino que no estén ningún español, mestizo, cholo, mulato, zaumbaígo, casta de ellos, sino fuere casta de indio, que a todos los eche chicos, grandes, casados llevando sus mujeres les eche a las ciudades, villas, por donde pasare no estén un día en los tambos de estos reinos, y si no fuere le envíe/a su costa, con alguaciles que le lleve a las dichas ciudades, o que sean desterrados a Chile, y así le dejen, multiplicar a los indios libremente, porque no sirve Vuestra Majestad de los mestizos sino ruidos y pleitos, mentiras hurtos, enemigos de sus tíos [...].


(/978 [996].351 T. II)                


La parte más interesante de la Nueva Corónica no es la descripción detallada de la historia andina o la dura crítica del comportamiento de los españoles, sino la última parte, en la que Guaman Poma dirige directamente al rey su lamento por un mundo caótico, 'al revés'. Con esto se refiere al hecho de que en esta época los bárbaros (los europeos) se portan como «líderes» y conquistadores de los civilizados (los andinos), ahora concebidos como «los de abajo». La angustia de Guaman Poma comunica el sentimiento verdadero de la raza subordinada, reprimida en su propia tierra, intentando entender y aceptar no sólo la invasión de un pueblo ajeno sino también el nacimiento de nuevas y distintas razas que habían trastornado las existentes estructuras socio-económicas y políticas. El rechazo del mestizaje y todo lo que esto conlleva señala el deseo intenso del pueblo de dejar atrás los eventos angustiantes de la conquista y colonización y recrea ese mundo anterior en el que había orden y paz.

Resulta irónico que el otro autor que dialoga críticamente con los historiadores españoles sea justamente un mestizo. El Inca Garcilaso de la Vega también escribe para rebatir las imágenes del indio representadas en las crónicas e historias escritas por los españoles, especialmente las que surgían en las historias comisionadas por el Virrey Francisco de Toledo. Se ve desde el principio que Gómez Suárez de Figueroa reafirma su identidad, mestiza, su condición «otra», cuando opta por escribir bajo el seudónimo del Inca Garcilaso de la Vega. El Inca quiere reinterpretar la historia de su pueblo en las crónicas españolas para poder ofrecer la parte que los cronistas habían obviado en su narrativa. El Inca estaba convencido de que los historiadores españoles no habían podido representar bien todos los aspectos de la civilización incaica porque sencillamente no la conocían. Está claro que él cree que es necesaria la voz del 'otro' para completar cualquier narrativa histórica y eso es lo que intenta insertar en su obra. Explica el Inca de esta manera las razones por las que escribe:

Aunque ha habido españoles curiosos que han escrito las repúblicas del Nuevo Mundo, como la de Méjico y la del Perú, y las de otros reinos de aquella gentilidad, no ha sido con la relación entera de que ellos se pudiera dar, que lo he notado particularmente en las cosas que del Perú [...] Verdad es que tocan muchas cosas de las muy grandes que aquella república tuvo; pero escríbenlas tan cortamente, que aun las muy notorias para mí (de la manera que las dicen) las entiendo mal. Por lo cual, forzado del amor natural de la patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos Comentarios reales, donde clara y distintamente se verán las cosas.


(139)                


El Inca, a diferencia de Guaman Poma, emplea tácticas más sutiles para subvertir el discurso colonial desde dentro, para reterritorializar al indígena despojado no sólo de su tierra y sus derechos legítimos, sino también de su propia historia. Expone Homi K. Bhabha en The Location of Culture varias maniobras que el sujeto colonial utiliza para debilitar la historia escrita por los colonizadores. Se descifra en la obra del Inca dos de las estrategias propuestas por Bhabha: el mimicry o mimetismo y el sly civility o civilidad disimulada.

Bhabha describe el mimetismo como el deseo del poder colonial de convertir al sujeto colonial en una entidad que refleje sus propias características, si no totalmente, por lo menos hasta cierto punto, ya que esto significaría la conquista y conversión total del pueblo dominado y cumpliría la imposición de la cultura del colonizador en la sociedad colonial. Siguiendo a Bhabha : «[...] colonial mimicry is the desire for a reformed recognizable Other, as a subject of a difference that is almost the same but not quite» (86).

No obstante, el mimetismo de los valores del poder colonial presupone una ambivalencia que transforma al sujeto colonial mimético en una amenaza para el mismo colonizador, ya que este proceso produce lo que Bhabha describe como «slippage, its excess, its difference. The authority of that mode of colonial discourse that I have called mimicry is therefore stricken by indeterminacy: mimicry encourages the representation of a difference that is itself a process of disavowal» (86). Cabe señalar aquí que al reproducir o 'imitar' los modelos de escritura establecidos por la tradición humanista, el Inca intenta rectificar en su obra las imágenes negativas de la cultura indígena. De este modo lleva a cabo un tipo de mimetismo subversivo. Comenta Jacques Lacan que:

Mimicry reveals something in so far as it is distinct from what might be called an itself that is behind. The effect of mimicry is camouflage... It is not a question of harmonizing with the background, but against a mottled background, of becoming mottled -exactly like the technique of camouflage practiced in human warfare.


(Citado en Bhabha, 85)                


Efectivamente el Inca parece asimilarse a la cultura hegemónica europea y logra realizar su objetivo de representar la civilización incaica y rectificar de este modo las ideas erróneas que los cronistas habían diseminado en sus escritos porque, a fin de cuentas, el discurso colonial era también un campo de batalla muy importante en donde perdurarían estos conflictos aun después de que terminaran las guerras por la conquista de América.

Uno de los recursos retóricos de la tradición humanista que emplea Garcilaso es el de la falsa modestia. Al llamarse un «pobre indio», el Inca imita el desprecio que les tienen a los indígenas los cronistas e historiadores del discurso hegemónico. Pero lo irónico es que de la pluma de este mismo «pobre indio» fluye un español tan lírico y espontáneo que produce una obra maestra aceptada por la élite social de la metrópoli. Según el crítico peruano Alberto Escobar la prosa del Inca es:

[...] sencilla, harmoniosa, equilibrada. Como si en ella se sellara el futuro destino de la literatura peruana: hacer del español el instrumento hábil para comunicar las pasiones y esperanzas de un pueblo mestizo.


(XVI)                


El Inca recrea su comentario utilizando como base la filología que según los humanistas era el instrumento imprescindible para realizar cualquier ejercicio hermenéutico. Como afirma Margarita Zamora que: «Historiographie authority in the Comentarios reales is founded on the concept of language that is clearly of humanist origin» (46).

Ciertamente, Garcilaso se basa en esta concepción humanista como instrumento de exegesis para hablar del pasado incaico, autolegitimándose para hablar de la historia incaica que conocía a través de la lengua materna.

La estrategia retórica más importante empleada por el Inca para restablecer al indígena dentro del discurso histórico es el uso del lenguaje de la dominación, es decir, el español, para hablar de la gran civilización incaica y sus logros. De este modo el Inca logra crear un tipo de literatura menor. Se observa que tanto Guaman Poma como el Inca Garcilaso de la Vega al elegir el español para escribir sus obras anticipan lo que dirán Deleuze y Guattari siglos más tarde: «A minority literature doesn't come from a minor language; it is rather that which a minority constructs within a major language» (16).

Garcilaso al igual que Guaman Poma da mucha importancia al lenguaje indígena. Para los dos el lenguaje se convierte en la herramienta fundamental que garantiza el acceso al pasado andino. No obstante, el Inca lo introduce de una manera muy distinta a la de Guaman Poma. Es patente en los Comentarios la atención detallada que él presta a todos los aspectos de la lengua, como se ve en la siguiente cita:

[...] Entre otros templos famosos que en el Perú había dedicados al sol [...] hubo uno en la isla llamada Titicaca, que quiere decir sierra de plomo; [...] hanse de pronunciar ambas sílabas Caca en lo interior de la garganta, porque pronunciadas como suenan las letras españolas quiere decir tío, hermano de madre.


(Comentarios reales, 190)                


El Inca explica no sólo los tiempos gramaticales y el significado de las palabras sino la pronunciación de las vocales también6, de modo que eleva el quechua al mismo plano de autoridad de cualquier lengua escrita. Según Rodolfo Cerrón-Palomino:

Ocurre que en esta obra, como en ninguna obra de su género, está presente, como un hilo conductor de todo el discurso garcilasiano, la disquisición lingüística como parte inescapable de la argumentación histórica.


(192)                


De hecho, él pone el quechua al mismo nivel que las lenguas clásicas como el latín y el idioma dominante, el español, devolviendo así la importancia a la tradición oral. El Inca también reafirma el papel trascendente que desempeña el lenguaje en cualquier tentativa hermenéutica. Al dedicar todo un capítulo a las reglas lingüísticas del quechua, el Inca restablece la importancia que tenía este idioma antes de la llegada de los españoles. Ya que según el Inca era necesario, además, dar las reglas y explicaciones lingüísticas porque los españoles habían corrompido el quechua:

Para atajar esta corrupción me sea lícito, porque soy indio, que en esta historia yo escriba como indio con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir; y no se les haga mal a los que las leyeren ver la novedad presente en contra de mal uso introducido[...]

Y porque me conviene alegar muchas cosas de las que dicen los historiadores españoles para comprobar las que yo fuere diciendo, y porque las he de sacar a la letra con su corrupción como ellos las escriben, quiero advertir que no parezca que me contradigo escribiendo las letras, que he dicho, que no tiene aquel lenguaje, que no lo hago sino por sacar fielmente lo que el español escribe.


(141)                


Como indiqué arriba, a diferencia de Guaman Poma, que introduce el quechua bruscamente sin traducirlo, el Inca lo glosa y traduce siguiendo el sistema europeo y de este modo restaura, sin que la parte dominante se diera cuenta de su táctica, el valor a un idioma despreciado por ser una lengua sin escritura. Como apunta Margarita Zamora, el Inca sigue los pasos de Nebrija para quien el lenguaje era un instrumento importante en la consolidación de la hegemonía política (17). Además, al devolver autoridad y credibilidad al lenguaje nativo, tanto Garcilaso como Guaman Poma, reafirman la identidad de su pueblo porque uno de los factores esenciales para construir la identidad étnica es precisamente el lenguaje, o como dice Gloria Anzaldúa: «Ethnic identity is twin skin to linguistic identity -I am my language» (81).

Cabe destacar el hecho de que el Inca se siente obligado a escribir su historia porque entiende que no se puede aceptar ninguna historia como 'historia completa' hasta que no se incluya la voz del 'otro', porque su exclusión deja brechas y cierta ambivalencia en el discurso. Es posible decir, entonces, que el mimetismo resulta ser una estrategia retórica magistral para desafiar oblicuamente la autoridad tanto discursiva como política del poder colonial. En palabras de Bhabha: «The menace of mimicry is its double vision which in disclosing the ambivalence of colonial discourse also disrupts its authority» (88).

La doble visión en este caso es que en los Comentarios la historia depende de la oralidad. Es decir, el archivo fundamental de una obra escrita en español y en la que se han empleado todos los recursos de una de las tradiciones europeas de mayor envergadura como lo es el humanismo, procede de una cultura oral. La ambivalencia también se ve reflejada en todo lo que uno deja fuera del discurso colonial y que resumen los textos y comentarios autóctonos. La visión española es ambivalente porque también en muchos casos hay admiración o, mejor dicho, tolerancia hacia las culturas indígenas, en particular en obras de cronistas como José de Acosta, que ve a los nativos como buenos salvajes.

Finalmente se ve en otro interesante fragmento de los Comentarios, que el Inca se aprovecha para comparar la civilización incaica con la española antigua, considerada como una civilización 'bárbara' por los griegos y latinos:

De la suerte que antiguamente los griegos y romanos, por ser nata y flor del saber y poder, a las demás regiones en comparación suya llamaban bárbaras; entrando en esta cuenta la española, no por serlo de su natural, mas por faltarle lo artificial; pues luego con el Arte dio Naturaleza muestras heroicas de ingenio de letras [...]; ya levanta la cabeza entre sus émulas naciones [...] antes inculta, hoy por tu medio cultivada, y de bosque de gentilidad e idolatría, vuelta en paraíso de Cristo.


(203)                


Esta estrategia retórica le permite comparar la evolución del imperio incaico a la de España, y afirmar, otra vez, que hay muy poca diferencia entre las dos civilizaciones. Esta maniobra le permite al Inca desvanecer otra vez las sospechas del imperio español, pero los lectores que se fijaron bien en los capítulos anteriores de los Comentarios reales, se darán cuenta de que el propósito de Garcilaso no es afirmar las semejanzas, sino criticar muy perspicazmente al poder colonial, y efectivamente eso es lo que hace cuando cuenta en detalle la manera de conquistar, las estructuras social y administrativa de los incas junto con sus logros científicos, tecnológicos y literarios7. Este acto atrevido de seguro habría tenido resultados negativos si el Inca no lo hubiera insertado sutilmente en su narrativa. Este subterfugio reafirma la importancia del mimetismo como una maniobra poderosa para subvertir el discurso hegemónico, ya que el mimetismo, en las palabras de Bhabha, es:

[...] the process of the fixation of the colonial as a form of crossclassificatory, discriminatory knowledge within an interdictory discourse, and therefore necessarily raises the question of authorization of colonial representations [...] Under cover of camouflage, mimicry like the fetish, is a part-object that radically re-values the normative knowledges of the priority of race, writing, history.


(90-91)                


La otra estrategia teorizada por Bhabha que se puede identificar en los Comentarios reales es la de sly civility o civilidad disimulada. En el capítulo intitulado «Sly Civility» en su obra The Location of Culture, Bhabha bosqueja cómo el nativo emplea esta maniobra para resistir la imposición de una religión y una cultura ajena por parte del poder colonial. No obstante, cabe recordar que esta actividad también supone que el nativo va a cooperar con el colonizador en su labor de «reformar» al sujeto colonial para que acepte y se porte según los códigos del nuevo sistema8. Para realizar dicha tarea el poder hegemónico a veces exige que el nativo le cuente las prácticas y creencias que éste sigue.

Este proceso narrativo forma una parte importante en el transcurso de la colonización y lleva a un tipo de actividad inquisitorial a través de la cual el poder imperial quiere apoderarse de todo el conocimiento de la cultura y la religión autóctonas y, por lo tanto, exige que el nativo le cuente lo que pasó o «Tell us exactly what happened»9. Bhabha cita el caso de la India para explicar la importancia del papel desempeñado por el sujeto colonial en el proyecto de la reconstrucción de su sociedad y valores culturales en el proceso de la colonización cultural:

If the idea of despotism homogenizes India's past, the colonialist present requires a strategy of calculation in relation to its native subjects. This need is addressed in a vigorous demand for narrative, embodied in the utilitarian or evolutionary ideologies of reason and progress [...].


(98)                


Se puede ver este proceso discursivo en la colonización de América también. Durante la conquista y colonia, el poder imperial exigía a los conquistadores y a los cronistas, quienes supuestamente testimoniaron todo lo que sucedió en este continente, que le notificaran de todo lo que ocurría allí, y ellos no sólo le informaron a la autoridad imperial de los eventos que acontecían sino intentaron también reconstruir para su audiencia real al sujeto colonial y sus creencias y tradiciones.

Resulta irónico que los cronistas a veces pedían la 'colaboración' del mismo nativo en este proyecto. Se puede citar, por ejemplo, el caso del franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590) quien consultó a los indígenas cuando escribía su obra La Historia General de las cosas de Nueva España. No obstante, cabe aclarar que su objetivo no era crear un espacio para que hablara el indio sino solamente describir las tradiciones y los valores indígenas para poder convertir a los indios de tal manera que dejaran sus prácticas religiosas a favor del cristianismo. Comenta Walter Mignolo el carácter de este proceso inquisitorial:

The diagnosis of souls alien to the one to which the doctor belongs (according to Sahagún's analogy) implies dialogue and mediation. Sahagún's informants, however, were not properly mediators but just that, informants. Sahagún was trying to know their souls in order to be more successful in their conversion.


(196)                


Pero Bhabha opina que el sujeto colonial en lugar de colaborar en la reconstrucción y, por ende, en la colonización discursiva, se niega a participar en tal proyecto con una civilidad disimulada o sty civility10:

The uncertainty generated by such resistance changes the narratorial demand itself. What was spoken within the orders of civility now accedes to the colonial signifier. The question is no longer Derrida's Tell us exactly what happened'. From the point of view of the colonizer, passionate for unbounded, unpeopled possession, the problem of truth turns into the troubled political and psychic question of boundary and territory: Tell us why you the native, are there.


(99)                


Se puede argüir que el Inca Garcilaso de la Vega emplea la estrategia de la civilidad disimulada propuesta por Bhabha en su obra, porque cuando el Inca escribe su versión de la historia parece como si estuviera colaborando con el poder colonial en este proceso de narración, pero realmente lo que él hace es subvertir el proyecto de legitimación de la subordinación política, social y cultural del pueblo autóctono. Añade Bhabha que esta resistencia cambia la índole de la narrativa, dado que el propósito verdadero del colonizador es pedir a través de esta 'cooperación', en el espacio controlado por el mismo colonizador, que el sujeto colonial legitimice la presencia de aquél en la tierra o el territorio ajeno. Elabora Bhabha que:

Etymologically unsettled 'territory' derives from both terra (earth) and terrěre (to frighten) whence territorium, 'a place from which the people are frightened off'. The colonialist demand for narrative carries within it, its threatening reversal: Tell us why we are here [...]


(99-100)                


Es posible conjeturar, entonces, que la autoridad imperial española quería justificar su presencia en el continente a través de las crónicas, ya que al representar al indígena como 'salvaje' y un ser sin 'civilización' la hegemonía española podía legitimar su dominio político y cultural. Y tal vez de esta manera el emperador español podía apaciguarse ante los eventos brutales que tuvieron lugar durante la conquista y la colonización de América11.

Podemos deducir, entonces, que el Inca al participar manifiestamente en este esfuerzo de Tell us what happened, para que el poder colonial legetimice su presencia en este «territorio». Tell us why we are here, realmente pone en tela de juicio la presencia de los colonizadores al relatar como «intérprete» la historia incaica y sus logros tanto científicos y políticos como culturales, y de este modo en lugar de validar la presencia del colonizador, la 'ilegitimiza', y justifica el derecho del mismo pueblo indio de gobernar su propia tierra. En otras palabras al presentarse simplemente corno comentarista e intérprete el Inca ostensiblemente mantiene intacto el papel asignado a él por el poder colonial, pero se puede observar que detrás de este sly civility o civilidad disimulada se escamotea otro objetivo: el de representar su propia versión de la historia:

En el discurso de la historia protestamos la verdad de ella, no diremos cosa grande, que no sea autorizándola con los mismos historiadores españoles que la tocaron en parte o en todo: que mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento y glosa, de intérprete en muchos vocablos indios, que como extranjeros en aquella lengua interpretaron fuera de la propiedad de ella.


(El énfasis es mío, 139)                


No obstante, al emplear esta estrategia retórica el Inca pretende desvanecer las sospechas del poder colonial. De este modo, se aprovecha de la oportunidad para contradecir muy sutilmente lo que los cronistas e historiadores habían dicho de los indígenas, su cultura y civilización. Al insertar las prácticas socio-económicas, políticas, literarias y filosóficas que los indígenas habían heredado de los antepasados incaicos en su recuento, el Inca pinta una imagen muy distinta del indio de la que aparecía en los textos coloniales. Su narrativa expone claramente que el indígena no es una figura unidimensional, sino un ser humano racional, inteligente y sensible, capaz de tomar las riendas de su propia historia. Además, en la representación de la manera en que los Incas llevaron a cabo la conquista de los pueblos andinos y cómo los administraron, se ve una crítica implícita de la conquista y el proceso de colonización por parte de los españoles. Con todo, a diferencia de Guaman Poma, la crítica del Inca es más fina. Por ejemplo, en lugar de criticar abiertamente el carácter violento de la conquista española, el Inca sólo describe la manera en que el poder imperial incaico conquistaba y colonizaba a otros pueblos, destacando así la brutalidad de la invasión de los peninsulares:

El Inca Manco Capac, yendo poblando juntamente con enseñar a cultivar la tierra a sus vasallos y labrar las casas, y sacar acequias y hacer las demás cosas necesarias para la vida humana, les iba instruyendo en la urbanidad, compañía y hermandad, que unos a otros se habían de hacer, conforme a lo que la razón y ley natural les enseñaba, persuadiéndoles con mucha eficacia, que para que entre ellos hubiese perpetua paz y concordia y no naciesen enojos y pasiones, hiciesen con todos lo que quisieran que todos hicieran con ellos; porque no se permitía querer una ley para sí y otra para los otros.


(149)                


El Inca sabía que el poder imperial iba a reprimir cualquier intento de un indígena de legitimarse como autoridad única para hablar de su historia, por eso subraya en todo momento que él escribía como indio o que su obra era una 'pobre historia'. De esta manera, el Inca disipaba las sospechas del poder colonial y lograba escapar de la censura otra vez. De hecho, su obra inspiró a sus compatriotas de tal manera que durante la rebelión indígena del 1782, el líder andino, José Gabriel Condorcanqui, escogió el nombre de Tupac Amarú como nombre de guerra, de cuyas hazañas seguramente había leído en los Comentarios reales (Hart, 34).

En todo este proyecto lo que afirma el Inca es su identidad como indígena, como mestizo y como americano1212 como alguien que conoce la lengua y las tradiciones por haberlas «mamado en la leche materna». Se deduce entonces que en su obra el indígena adquiere una dimensión histórica como sujeto activo, y de este modo acaba con la posición secundaria y pasiva que le conferían los cronistas españoles. Sin lugar a dudas en esta obra el indígena participa activamente en la construcción y narración de su propia historia13, poniendo en tela de juicio la manera en que los cronistas españoles se habían apropiado de su voz para hablar de la historia indígena.

Tanto Guaman Poma como el Inca acuden a las fuentes orales andinas para escribir su historia. Pero como mencioné antes, Guaman Poma quizás no ubique la oralidad de la cultura andina al mismo nivel que la cultura escrita, como es el caso del Inca. Sin embargo, hay que reconocer que al utilizar las fuentes orales ambos autores realmente recuperan la memoria de su pueblo, elemento fundamental en la construcción de la identidad de toda comunidad.

El Inca asume el carácter oral de la cultura incaica como algo natural y positivo. Reconoce como una de las fuentes importantes de su obra las historias que le contó el viejo Inca, tío de su madre: «Lo que yo digo lo oí al Inca viejo, que contaba las antigüedades y fábulas de sus reyes en la presencia de mi madre» (153). De hecho, como destaca Margarita Zamora, el Inca representa:

[...] his great-uncle's account as a historical text, differing from European ones only to the extent that it is in oral rather than written form and, therefore, more vulnerable to the ravages of time. In every other respect Garcilaso treats it like a historical narrative in its own right and is careful to set it off from the main text by presenting it as a citation, thus firmly establishing its textual autonomy.


(45)                


Al conferir importancia a la oralidad de la historia incaica, el Inca devuelve el prestigio a su gente que ya no es vista como salvaje por ágrafa. El orgullo de ser un mestizo añade valor a su discurso y le proporciona la autoridad para hablar de su propia historia y cultura, si bien hay que reiterar el hecho de que él no la reclama tan abiertamente como Guaman Poma.

Al restaurar la historia de su pueblo el Inca logra reconstruir la identidad del indígena que éste había perdido cuando fue atrapado en las páginas blancas de las crónicas. Y, efectivamente, su proyecto de recuperación es avalado con mucha ilusión por sus compañeros indígenas. Dice el autor que:

Los condiscípulos, tomando de veras lo que les pedí, cada cual de ellos dio cuenta de mi intención a su madre y parientes; los cuales, sabiendo que un indio, hijo de su tierra, quería escribir los sucesos de ella, sacaron de sus archivos las relaciones que tenían de sus historias [...]


(El énfasis es mío, 155)                


Estos archivos seguramente serán los quipus, los archivos incaicos donde se mantenía toda la información necesaria para administrar el pueblo. De este modo, el Inca proporciona mérito a las fuentes no alfabéticas que no cabían de ninguna manera dentro del Weltanschauung español que no reconocía las fuentes indígenas. Además, la participación activa no sólo de los condiscípulos sino de los miembros de su familia materna también, convierte al indio en el sujeto de la historia escrita ahora por un hijo de la tierra. Esta participación abarca tanto los recursos orales como los escritos ubicándolos al mismo nivel.

Es posible argumentar, entonces, que las obras del Inca Garcilaso y Guaman Poma son textos capitales dado el hecho de que son los primeros textos indígenas que se enfrentan a la historia oficial de la conquista y mediante los que habla el subalterno por primera vez. Ambos autores emplean diferentes estrategias para reconstruir la memoria e historia autóctonas, reiterando su presencia en la agónica historia colonial. Sus obras, especialmente la del Inca, no sólo demuestran la nueva realidad de América, sino que reconstruyen el pasado para mirar hacia el porvenir14. Estos textos de hecho se complementan uno al otro porque revelan dos rostros de la cultura y la sociedad indígenas del Perú, y de este modo representan a un pueblo multifacético y una civilización multidimensional. Por eso, es necesario estudiar estas dos obras conjuntamente para tener una visión completa de la civilización autóctona, tanto antes como después de la conquista y colonización del Perú, en lugar de debatir quién resulta ser el mejor representante del pensamiento andino15, como afirma Mazzotti:

El viejo tópico de un Garcilaso hispanizado y de un Waman Puma genuino representante del pensamiento indígena parece derrumbarse simplemente en función de un nuevo aparato conceptual capaz de hacer frente a los textos respetando su especificidad y complejidad precisamente como lo que son: textos.


(29)                


Las obras de Guaman Poma y el Inca son imprescindibles para entender mejor no sólo la historia de América Latina, sino también el discurso que cuestiona la posibilidad del subalterno de hacer sentir su voz. Ambos escritores demuestran, además, que no sólo habla el subalterno, sino que adopta diferentes estrategias retóricas para hacerlo. Los siguientes versos del poeta contemporáneo pakistaní Faiz Ahmad Faiz16 manifiestan claramente que el subalterno sigue expresándose a lo largo de los siglos:




Stanza


If they snatch my ink and pen,
I should not complain,
For I have dipped my fingers
In the blood of my heart.
I should not complain
Even if they seal my tongue,
For every ring of my chain
Is a tongue ready to speak17.


Es posible argüir asimismo que cuando habla el subalterno se convierte en agente activo y de este modo desafía el discurso dominante que lo clasifica como un ser subordinado. El subalterno llena los vacíos que aparecen en los discursos oficiales, dado que son precisamente estos espacios en los que se construye cuando decide alzar su voz para romper el silencio, como se ha visto en los casos de Guaman Poma y el Inca Garcilaso.

Las voces e imágenes que surgen de la Nueva corónica y buen gobierno y los Comentarios reales dan cuenta de la resistencia del sujeto colonial durante el período de subordinación desde la perspectiva del 'otro'. Estas dos obras logran poner en tela de juicio el proceso de conquista y colonización. Es posible conjeturar sobre las diferentes visiones de estos dos autores en relación a la representación del indígena en sus narrativas, las estrategias que emplean para ello, entre otros puntos de interés, pero lo que no se puede cuestionar es el hecho de si habla el subalterno o no; como se vio, hay que tener en cuenta que al hablar el subalterno escapa de esta categoría minoritaria.

Parecería que Guaman Poma y el Inca Garcilaso, al reconocer como irremediables ciertos acontecimientos históricos, hubieran lidiado con estos sucesos mirando hacia el futuro, gesto que implica la imposibilidad de los conquistadores para consolidar el proceso de conquista y colonización. No es baladí la estrategia de estos dos autores, incluso se podría trasladar al presente y admitir como irremediables las conquistas y las colonizaciones de toda índole con la intención de galvanizar con ello el proceso de creación del futuro. Esto implica que el subalterno desempeña un papel trascendental en la construcción del porvenir que el poder hegemónico no ha podido formar totalmente. En otras palabras, se trata de trabajar con estos eventos junto con todas las implicaciones que acarreen para así tomar el control del nuevo destino. Respecto a esto, las teorías, aunque provengan del discurso dominante, deben ser vistas simplemente como lo que son en realidad: instrumentos y armas con las cuales asediar los centros de poder epistemológico.

La obra de Felipe Guaman Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega constituye un ejemplo contundente de que, en efecto, el subalterno «habla» y que ningún poder puede suprimir esa voz completamente.






Obras consultadas

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