Sí, el subalterno puede hablar: un análisis breve de la «Nueva corónica y buen gobierno» de Felipe Guaman Poma de Ayala y los «Comentarios reales» del Inca Garcilaso de la Vega
Lipi Biswas Sen
University of Toronto
Where there is power, there is resistance. |
Michel Foucault1 |
El concepto de
subalterno es empleado por el Subaltern Studies Group, un grupo de historiadores
del Sur de Asia. Ranajit Guha, uno de los fundadores de este grupo,
lo define como «a name for
the general attribute of subordination in [...] society whether
this is expressed in terms of class, caste, age, gender and office
or in any other way»
(1982: vii). Es
posible incluir tanto al Inca Garcilaso de la Vega como a Felipe
Guaman Poma en esta definición, aunque ambos autores
pertenecían a diferentes clases sociales y
épocas.
Gómez
Suárez de Figueroa, el cronista mestizo conocido como el
Inca Garcilaso de la Vega, fue el hijo ilegítimo del
conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y Chimpu Uqllu,
nieta directa del penúltimo Inca. El hecho que convierte a
Garcilaso en sujeto subalterno no es solamente su condición
de hijo ilegítimo de uno de los conquistadores, sino
también su herencia racial -el mestizaje2.
José Antonio Mazzotti indica que la Corona española
no les reconoció como sujetos leales y mediante varias
legislaciones a mediados del siglo XVI, «[...] les reducía a los objetos
artesanales y a la imposibilidad de ejercer cargos públicos,
así como el impedimento de portar armas, poseer
repartimientos de indios y a servirse de ellos en la
carga»
(23). Es posible sostener entonces que el Inca
sufría de un tipo de ilegitimidad triple, a saber: como hijo
de un padre que no le reconoce oficialmente, como producto de una
nueva raza no aceptada ni por el lado español ni por los
indígenas, y como miembro de una tierra
colonizada3.
Se puede interpretar la relación que tiene el Inca con el
imperio español en base de la relación que tuvo, o
mejor dicho, no tuvo con su padre, y la administración
española (que puede representar a la figura paterna), ya que
ambos niegan legitimizar su estatus de hijo y de miembro del
imperio a pesar de los servicios que aquél prestó al
emperador español.
Se puede conjeturar que su estancia en España acentuó su estado subordinado. Es interesante observar que él cambia su nombre de Gómez Suárez de Figueroa al Inca Garcilaso de la Vega cuando viaja a España. Esto puede ser una manera no sólo de reafirmar sus raíces indígenas sino también de representarse implícitamente como el nuevo rostro mestizo del Perú y rechazar el desprecio sufrido debido a su condición ilegítima, es decir, con esta postura subvierte la importancia dada a la necesidad de ser reconocido «legalmente» por parte de la administración real, y de este modo señala tácitamente que no acepta el poder de la hegemonía española ni en su vida privada ni en su tierra. Podemos concluir, por lo tanto, que se puede considerar al Inca como sujeto subalterno al igual que Felipe Guaman Poma.
De hecho, tal parece que la posición del Inca fue incluso peor que la de Guaman Poma, ya que a diferencia de éste, Garcilaso no pertenecía a ninguna raza, a ningún pueblo aceptado y respetado, ni siquiera en su propia tierra; pues como aludí antes, ambos grupos sociales, tanto la administración imperial como los mismos indígenas veían con desconfianza a los mestizos. Por eso quizás la tarea del Inca fue aun más difícil, dado que él se encontraba circunscrito por mayores limitaciones que definían su posición social y racial.
Hasta la
publicación de los Comentarios reales del Inca
Garcilaso de la Vega y Nueva corónica y buen
gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala, no había
aparecido en el discurso literario colonial la voz del
indígena. La obra de estos autores constituye una parte
importante de dicho corpus, ya que se les ve precisamente como lo
que Mary Louise Pratt llama: «[social] spaces where cultures meet, clash and
grapple with each other, often in contexts of highly asymmetrical
relations of power»
(4). En este sentido,
textos como los Comentarios reales y la Nueva
corónica se ubican dentro de la 'zona de contacto'
donde existían más posibilidades para que el
subalterno ensayara la construcción de su versión de
la historia y formara su identidad e imagen. Tal dinámica
comportaba un diálogo, si bien en oposición, con los
cronistas en cuanto a la representación del indígena.
Con todo, es importante observar que no era ésta la
única razón que activaba la escritura del Inca
Garcilaso y Guaman Poma, cada uno perseguía un tipo de
autolegitimación particular por las actividades que
habían llevado a cabo en el edificio imperial4.
Pero lo que surgió de este proyecto, parcialmente
egoísta, fue también el deseo de representar una
versión personal y distinta de la historia de su
pueblo. Es posible ubicar los Comentarios y la Nueva
corónica en eso que Mary Louise Pratt denomina libros
'autoetnográficos':
(7) |
Tanto Guaman Poma
como el Inca utilizan diferentes estrategias retóricas con
el objetivo de rebatir las representaciones de su pueblo que surgen
especialmente en las falsas historias oficiales comisionadas por el
Virrey Francisco de Toledo para justificar la cruel y violenta
conquista del Perú. De este modo los dos autores
indígenas entran en diálogo con los cronistas
españoles, y «[...] undertake to represent themselves in ways to
engage with the colonizer's own terms»
(Pratt, 7). En cierta medida, Guaman Poma y el Inca logran realizar
su proyecto no sólo en cuanto a la representación del
indígena, la recuperación de su voz y memoria de los
textos coloniales, sino también en cuanto a su herencia
étnica e incluso el futuro de su pueblo y nación,
aceptando la Conquista y el proceso colonizador como contingencias
de la historia sobre las cuales no tienen control.
Guaman Poma emplea la escritura y la pintura para comunicar a su lector principal, el rey y a los demás lectores 'cristianos', toda la historia del Perú, toda vez que arremete contra los abusos de los conquistadores. Guaman Poma entendía que vivía un período turbulento, producto del choque brutal de dos culturas y dos mundos ajenos, de ahí que consideramos problemático el limitarse a una sola manera de escribir la historia habiendo más de una perspectiva histórica a la cual recurrir; en otras palabras había más de una voz que reconocer. Guaman Poma intenta representar esta realidad caótica que le rodeaba utilizando distintos géneros tanto literarios como históricos. Como subraya Rolena Adorno:
(1986, 143) |
Guaman Poma describe con sus palabras y dibujos no sólo el pasado andino sino también el lado amargo de la conquista de Perú. En esta crónica-carta se ve tanto el conflicto entre el indígena y el español como el que surge entre los mismos conquistadores. Con todo, es importante recordar que él se dirige al rey Felipe 111 porque acepta como irremediable la presencia de los colonizadores y quiere sugerir un nuevo plan para su pueblo, además de criticar sus actos brutales. En ningún momento critica directamente la autoridad del rey, más bien reconoce su relación con él, hecho que acentúa su apoyo al cristianismo y la monarquía.
En las particularidades de la escritura de Guaman Poma, se observa que si bien utiliza algunas convenciones de la escritura occidental (la paginación, la tabla de contenido y el colofón5) no respeta la metodología de historiografía de Occidente, por ejemplo, no se rige por la cronología europea; en todo caso la fragmenta junto con los datos. Siguiendo a Adorno:
(1986, 143) |
De hecho
parecería que a Guaman Poma le resultara difícil
expresar todo lo que quiere decir de dos culturas tan distintas
utilizando una sola metodología. Opina Adorno que parece
difícil incluir la conquista de Tawantinsuyu por parte de
los invasores extranjeros dentro de la interpretación
arquetípica y cíclica de la historia, además
la versión europea de los acontecimientos históricos
no correspondía a la visión andina de dichos sucesos.
Guaman Poma resuelve este problema de concordancia cuando reinventa
el acto de conquista de tal modo que constituyan lo que Adorno
llama «non-conquest»
. Comenta
Adorno que:
(1982, 113) |
De esta manera Guaman Poma subvierte la historia de la Conquista, aunque también admite la dificultad de escribir la historia de un pueblo sin escritura (Adorno, 1982: 113). No obstante, el hecho de que ha recurrido a la pintura y otras formas de representación para comunicar todo lo que quería decir, apunta a que incluso la escritura no es un instrumento adecuado para expresar la visión de un mundo otro que el europeo. A fin de cuentas, lo que Nueva corónica destaca es la estrechez de la idea occidental de historia frente a la realidad americana. Se puede argüir entonces que en la crónica de Guaman Poma están en juego tanto la historia como disciplina como la historiografía como práctica.
Guaman Poma
subvierte el discurso colonial desde el inicio, restando autoridad
a los cronistas y cuestionando la historia oficial del Perú,
al denominar su obra «primer nueva
corónica»
(López-Baralt, 71). Es así
como llega a cuestionar todo lo escrito por los cronistas sobre los
hechos acontecidos en el Perú junto con la imagen que
construyeron del indígena.
La prosa de Guaman Poma no es tan estilizada o sofisticada como la del Inca Garcilaso. En ocasiones es difícil de seguir ya que el español no fluye con naturalidad en la obra. Pero quizás ésta sea otra manera de decir que el español es un lenguaje que le es ajeno. En medio de la narrativa, además, estalla la voz del indígena desde el interior del texto rompiendo el hilo de la narración. La estrategia de insertar al indígena dentro de la narrativa señala que el escritor relata aquí su historia y no la del colonizador. Esta táctica demuestra que el indígena es el dueño de sus opiniones que se puede expresar solamente a través de su lengua nativa como si estuviera diciendo que, 'las acciones son suyas y las expresamos en español pero la reacción es nuestra y la expresamos en nuestra lengua, y de esta manera tomamos control de nosotros mismos'. Así, pues, Guaman Poma proporciona un nuevo texto histórico, uno que presta como alternativa al de los cronistas peninsulares. Uno de los ejemplos notables de esta visión es el momento en que el autor comenta la manera en que los españoles tratan al Inca Atahualpa. El llanto de los indios, que aparece en quechua, sin ninguna explicación o traducción, aflora desde el texto mismo, y fractura bruscamente la narración. Esta importante maniobra retórica representa más que nada la agonía causada por el choque imprevisto y violento de dos mundos ajenos:
(El énfasis es mío, 282) |
La
incorporación del quechua como idioma importante de la
narrativa, sin haberlo traducido al español, sirve para
acentuar la diferencia tanto cultural como lingüística.
Como sugieren Bill Ashcroft, Gareth Griffiths y Helen Tiffin:
«[t]he technique of
selective fidelity which leaves some words untranslated in the text
is a more widely used device for conveying the sense of cultural
distinctiveness»
(64).
En efecto, el indígena manifiesta su agencia histórica, convirtiéndose de ese modo en participante activo en la construcción de la historia de su pueblo. Cabe reconocer, empero, que esta estrategia enajena al lector que desconoce el quechua.
Guaman Poma compara a los conquistadores con los indios y siempre les critica con palabras duras. De esta manera el autor señala que el indígena realmente no puede aprender nada de los colonizadores ya que éstos no tienen nada bueno que enseñar:
(265) |
La imagen que sale del indígena en la crónica de Guaman Poma es la de un ser dinámico y fuerte que no ha sido dominado totalmente por la Conquista, y sobre todo, que no ha perdido ni su memoria ni su voz. Como se ve, tanto Guaman Poma como el Inca, a su manera, basan su autoridad en el hecho de que son nativos de las tierras andinas y, por lo tanto, entienden mejor toda la historia de su pueblo, además de haber sido «testigos» de la mayoría de los acontecimientos que narran sobre la conquista y la colonización. Esta metodología es semejante a la que utilizaban los cronistas españoles que también basaban su autoridad en el hecho de que habían testimoniado los acontecimientos que sucedieron en América. Además, su conocimiento de las lenguas indígenas les concede a estos dos autores la autoridad para escribir su propia historia y la de su pueblo, confiriéndole importancia a la lengua autóctona en su carácter de palabra hablada.
El acto de recuperar la memoria histórica es un paso notable en el proyecto de hacer valer su identidad individual y colectiva. Guaman Poma también se aprovecha de esta oportunidad para sugerir la manera en la que el rey español podría rectificar el sistema administrativo del Perú y cambiarlo para que incorporara el sistema andino, en el que participaría activamente el indio. Y afirma así que él sería capaz de gobernar su propia tierra, como lo era antes de que vinieran los españoles (Chang-Rodríguez: 42). Para refortalecer este punto Guaman Poma describe cómo vivían los nativos bajo la ley indígena:
(49, Tomo I) |
Más adelante Guaman Poma describe al indígena como un ser piadoso, bueno e inteligente:
(822/[836], 221, Tomo II) |
El indígena
que se representa en esta crónica es uno que está
orgulloso de su herencia, y que mira hacia un futuro en el que
él mismo va a gobernar a su pueblo. Ahora bien, vale la pena
destacar aquí que Guaman Poma tiene una visión
conservadora de su futura nación. En la nueva sociedad que
él visualiza no hay lugar para los mestizos y la gente de
otras razas, ya que el mestizaje para él es el resultado de
la anarquía producida por la destrucción de los
ordenados sistemas socio-políticos y económicos de
los indios. Describe en detalle cómo los llamados «padres de doctrina y curas»
violaron a
las indígenas especialmente a las indígenas solteras,
lo cual llevó al mestizaje y añade que no se debe
incluir a los mestizos en su país:
(/978 [996].351 T. II) |
La parte
más interesante de la Nueva Corónica no es
la descripción detallada de la historia andina o la dura
crítica del comportamiento de los españoles, sino la
última parte, en la que Guaman Poma dirige directamente al
rey su lamento por un mundo caótico, 'al revés'. Con
esto se refiere al hecho de que en esta época los
bárbaros (los europeos) se portan como «líderes»
y conquistadores de
los civilizados (los andinos), ahora concebidos como «los de abajo»
. La angustia de Guaman
Poma comunica el sentimiento verdadero de la raza subordinada,
reprimida en su propia tierra, intentando entender y aceptar no
sólo la invasión de un pueblo ajeno sino
también el nacimiento de nuevas y distintas razas que
habían trastornado las existentes estructuras
socio-económicas y políticas. El rechazo del
mestizaje y todo lo que esto conlleva señala el deseo
intenso del pueblo de dejar atrás los eventos angustiantes
de la conquista y colonización y recrea ese mundo anterior
en el que había orden y paz.
Resulta irónico que el otro autor que dialoga críticamente con los historiadores españoles sea justamente un mestizo. El Inca Garcilaso de la Vega también escribe para rebatir las imágenes del indio representadas en las crónicas e historias escritas por los españoles, especialmente las que surgían en las historias comisionadas por el Virrey Francisco de Toledo. Se ve desde el principio que Gómez Suárez de Figueroa reafirma su identidad, mestiza, su condición «otra», cuando opta por escribir bajo el seudónimo del Inca Garcilaso de la Vega. El Inca quiere reinterpretar la historia de su pueblo en las crónicas españolas para poder ofrecer la parte que los cronistas habían obviado en su narrativa. El Inca estaba convencido de que los historiadores españoles no habían podido representar bien todos los aspectos de la civilización incaica porque sencillamente no la conocían. Está claro que él cree que es necesaria la voz del 'otro' para completar cualquier narrativa histórica y eso es lo que intenta insertar en su obra. Explica el Inca de esta manera las razones por las que escribe:
(139) |
El Inca, a diferencia de Guaman Poma, emplea tácticas más sutiles para subvertir el discurso colonial desde dentro, para reterritorializar al indígena despojado no sólo de su tierra y sus derechos legítimos, sino también de su propia historia. Expone Homi K. Bhabha en The Location of Culture varias maniobras que el sujeto colonial utiliza para debilitar la historia escrita por los colonizadores. Se descifra en la obra del Inca dos de las estrategias propuestas por Bhabha: el mimicry o mimetismo y el sly civility o civilidad disimulada.
Bhabha describe el
mimetismo como el deseo del poder colonial de convertir al sujeto
colonial en una entidad que refleje sus propias
características, si no totalmente, por lo menos hasta cierto
punto, ya que esto significaría la conquista y
conversión total del pueblo dominado y cumpliría la
imposición de la cultura del colonizador en la sociedad
colonial. Siguiendo a Bhabha : «[...]
colonial mimicry is the desire for a reformed
recognizable Other, as a subject of a difference that is almost the
same but not quite»
(86).
No obstante, el
mimetismo de los valores del poder colonial presupone una
ambivalencia que transforma al sujeto colonial mimético en
una amenaza para el mismo colonizador, ya que este proceso produce
lo que Bhabha describe como «slippage, its excess, its difference. The
authority of that mode of colonial discourse that I have called
mimicry is therefore stricken by indeterminacy: mimicry encourages
the representation of a difference that is itself a process of
disavowal»
(86). Cabe señalar
aquí que al reproducir o 'imitar' los modelos de escritura
establecidos por la tradición humanista, el Inca intenta
rectificar en su obra las imágenes negativas de la cultura
indígena. De este modo lleva a cabo un tipo de mimetismo
subversivo. Comenta Jacques Lacan que:
(Citado en Bhabha, 85) |
Efectivamente el Inca parece asimilarse a la cultura hegemónica europea y logra realizar su objetivo de representar la civilización incaica y rectificar de este modo las ideas erróneas que los cronistas habían diseminado en sus escritos porque, a fin de cuentas, el discurso colonial era también un campo de batalla muy importante en donde perdurarían estos conflictos aun después de que terminaran las guerras por la conquista de América.
Uno de los recursos retóricos de la tradición humanista que emplea Garcilaso es el de la falsa modestia. Al llamarse un «pobre indio», el Inca imita el desprecio que les tienen a los indígenas los cronistas e historiadores del discurso hegemónico. Pero lo irónico es que de la pluma de este mismo «pobre indio» fluye un español tan lírico y espontáneo que produce una obra maestra aceptada por la élite social de la metrópoli. Según el crítico peruano Alberto Escobar la prosa del Inca es:
(XVI) |
El Inca recrea su
comentario utilizando como base la filología que
según los humanistas era el instrumento imprescindible para
realizar cualquier ejercicio hermenéutico. Como afirma
Margarita Zamora que: «Historiographie authority in the
Comentarios reales is founded on the
concept of language that is clearly of humanist
origin»
(46).
Ciertamente, Garcilaso se basa en esta concepción humanista como instrumento de exegesis para hablar del pasado incaico, autolegitimándose para hablar de la historia incaica que conocía a través de la lengua materna.
La estrategia
retórica más importante empleada por el Inca para
restablecer al indígena dentro del discurso histórico
es el uso del lenguaje de la dominación, es decir, el
español, para hablar de la gran civilización incaica
y sus logros. De este modo el Inca logra crear un tipo de
literatura menor. Se observa que tanto Guaman Poma como el Inca
Garcilaso de la Vega al elegir el español para escribir sus
obras anticipan lo que dirán Deleuze y Guattari siglos
más tarde: «A
minority literature doesn't come from a minor language; it is
rather that which a minority constructs within a major
language»
(16).
Garcilaso al igual que Guaman Poma da mucha importancia al lenguaje indígena. Para los dos el lenguaje se convierte en la herramienta fundamental que garantiza el acceso al pasado andino. No obstante, el Inca lo introduce de una manera muy distinta a la de Guaman Poma. Es patente en los Comentarios la atención detallada que él presta a todos los aspectos de la lengua, como se ve en la siguiente cita:
(Comentarios reales, 190) |
El Inca explica no sólo los tiempos gramaticales y el significado de las palabras sino la pronunciación de las vocales también6, de modo que eleva el quechua al mismo plano de autoridad de cualquier lengua escrita. Según Rodolfo Cerrón-Palomino:
(192) |
De hecho, él pone el quechua al mismo nivel que las lenguas clásicas como el latín y el idioma dominante, el español, devolviendo así la importancia a la tradición oral. El Inca también reafirma el papel trascendente que desempeña el lenguaje en cualquier tentativa hermenéutica. Al dedicar todo un capítulo a las reglas lingüísticas del quechua, el Inca restablece la importancia que tenía este idioma antes de la llegada de los españoles. Ya que según el Inca era necesario, además, dar las reglas y explicaciones lingüísticas porque los españoles habían corrompido el quechua:
(141) |
Como
indiqué arriba, a diferencia de Guaman Poma, que introduce
el quechua bruscamente sin traducirlo, el Inca lo glosa y traduce
siguiendo el sistema europeo y de este modo restaura, sin que la
parte dominante se diera cuenta de su táctica, el valor a un
idioma despreciado por ser una lengua sin escritura. Como apunta
Margarita Zamora, el Inca sigue los pasos de Nebrija para quien el
lenguaje era un instrumento importante en la consolidación
de la hegemonía política (17). Además, al
devolver autoridad y credibilidad al lenguaje nativo, tanto
Garcilaso como Guaman Poma, reafirman la identidad de su pueblo
porque uno de los factores esenciales para construir la identidad
étnica es precisamente el lenguaje, o como dice Gloria
Anzaldúa: «Ethnic identity is twin skin to linguistic
identity -I am my language»
(81).
Cabe destacar el
hecho de que el Inca se siente obligado a escribir su historia
porque entiende que no se puede aceptar ninguna historia como
'historia completa' hasta que no se incluya la voz del 'otro',
porque su exclusión deja brechas y cierta ambivalencia en el
discurso. Es posible decir, entonces, que el mimetismo resulta ser
una estrategia retórica magistral para desafiar oblicuamente
la autoridad tanto discursiva como política del poder
colonial. En palabras de Bhabha: «The menace of
mimicry is its double vision which in disclosing
the ambivalence of colonial discourse also disrupts its
authority»
(88).
La doble visión en este caso es que en los Comentarios la historia depende de la oralidad. Es decir, el archivo fundamental de una obra escrita en español y en la que se han empleado todos los recursos de una de las tradiciones europeas de mayor envergadura como lo es el humanismo, procede de una cultura oral. La ambivalencia también se ve reflejada en todo lo que uno deja fuera del discurso colonial y que resumen los textos y comentarios autóctonos. La visión española es ambivalente porque también en muchos casos hay admiración o, mejor dicho, tolerancia hacia las culturas indígenas, en particular en obras de cronistas como José de Acosta, que ve a los nativos como buenos salvajes.
Finalmente se ve en otro interesante fragmento de los Comentarios, que el Inca se aprovecha para comparar la civilización incaica con la española antigua, considerada como una civilización 'bárbara' por los griegos y latinos:
(203) |
Esta estrategia retórica le permite comparar la evolución del imperio incaico a la de España, y afirmar, otra vez, que hay muy poca diferencia entre las dos civilizaciones. Esta maniobra le permite al Inca desvanecer otra vez las sospechas del imperio español, pero los lectores que se fijaron bien en los capítulos anteriores de los Comentarios reales, se darán cuenta de que el propósito de Garcilaso no es afirmar las semejanzas, sino criticar muy perspicazmente al poder colonial, y efectivamente eso es lo que hace cuando cuenta en detalle la manera de conquistar, las estructuras social y administrativa de los incas junto con sus logros científicos, tecnológicos y literarios7. Este acto atrevido de seguro habría tenido resultados negativos si el Inca no lo hubiera insertado sutilmente en su narrativa. Este subterfugio reafirma la importancia del mimetismo como una maniobra poderosa para subvertir el discurso hegemónico, ya que el mimetismo, en las palabras de Bhabha, es:
(90-91) |
La otra estrategia teorizada por Bhabha que se puede identificar en los Comentarios reales es la de sly civility o civilidad disimulada. En el capítulo intitulado «Sly Civility» en su obra The Location of Culture, Bhabha bosqueja cómo el nativo emplea esta maniobra para resistir la imposición de una religión y una cultura ajena por parte del poder colonial. No obstante, cabe recordar que esta actividad también supone que el nativo va a cooperar con el colonizador en su labor de «reformar» al sujeto colonial para que acepte y se porte según los códigos del nuevo sistema8. Para realizar dicha tarea el poder hegemónico a veces exige que el nativo le cuente las prácticas y creencias que éste sigue.
Este proceso
narrativo forma una parte importante en el transcurso de la
colonización y lleva a un tipo de actividad inquisitorial a
través de la cual el poder imperial quiere apoderarse de
todo el conocimiento de la cultura y la religión
autóctonas y, por lo tanto, exige que el nativo le cuente lo
que pasó o «Tell
us exactly what happened»
9.
Bhabha cita el caso de la India para explicar la importancia del
papel desempeñado por el sujeto colonial en el proyecto de
la reconstrucción de su sociedad y valores culturales en el
proceso de la colonización cultural:
(98) |
Se puede ver este proceso discursivo en la colonización de América también. Durante la conquista y colonia, el poder imperial exigía a los conquistadores y a los cronistas, quienes supuestamente testimoniaron todo lo que sucedió en este continente, que le notificaran de todo lo que ocurría allí, y ellos no sólo le informaron a la autoridad imperial de los eventos que acontecían sino intentaron también reconstruir para su audiencia real al sujeto colonial y sus creencias y tradiciones.
Resulta irónico que los cronistas a veces pedían la 'colaboración' del mismo nativo en este proyecto. Se puede citar, por ejemplo, el caso del franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590) quien consultó a los indígenas cuando escribía su obra La Historia General de las cosas de Nueva España. No obstante, cabe aclarar que su objetivo no era crear un espacio para que hablara el indio sino solamente describir las tradiciones y los valores indígenas para poder convertir a los indios de tal manera que dejaran sus prácticas religiosas a favor del cristianismo. Comenta Walter Mignolo el carácter de este proceso inquisitorial:
(196) |
Pero Bhabha opina que el sujeto colonial en lugar de colaborar en la reconstrucción y, por ende, en la colonización discursiva, se niega a participar en tal proyecto con una civilidad disimulada o sty civility10:
(99) |
Se puede argüir que el Inca Garcilaso de la Vega emplea la estrategia de la civilidad disimulada propuesta por Bhabha en su obra, porque cuando el Inca escribe su versión de la historia parece como si estuviera colaborando con el poder colonial en este proceso de narración, pero realmente lo que él hace es subvertir el proyecto de legitimación de la subordinación política, social y cultural del pueblo autóctono. Añade Bhabha que esta resistencia cambia la índole de la narrativa, dado que el propósito verdadero del colonizador es pedir a través de esta 'cooperación', en el espacio controlado por el mismo colonizador, que el sujeto colonial legitimice la presencia de aquél en la tierra o el territorio ajeno. Elabora Bhabha que:
(99-100) |
Es posible conjeturar, entonces, que la autoridad imperial española quería justificar su presencia en el continente a través de las crónicas, ya que al representar al indígena como 'salvaje' y un ser sin 'civilización' la hegemonía española podía legitimar su dominio político y cultural. Y tal vez de esta manera el emperador español podía apaciguarse ante los eventos brutales que tuvieron lugar durante la conquista y la colonización de América11.
Podemos deducir, entonces, que el Inca al participar manifiestamente en este esfuerzo de Tell us what happened, para que el poder colonial legetimice su presencia en este «territorio». Tell us why we are here, realmente pone en tela de juicio la presencia de los colonizadores al relatar como «intérprete» la historia incaica y sus logros tanto científicos y políticos como culturales, y de este modo en lugar de validar la presencia del colonizador, la 'ilegitimiza', y justifica el derecho del mismo pueblo indio de gobernar su propia tierra. En otras palabras al presentarse simplemente corno comentarista e intérprete el Inca ostensiblemente mantiene intacto el papel asignado a él por el poder colonial, pero se puede observar que detrás de este sly civility o civilidad disimulada se escamotea otro objetivo: el de representar su propia versión de la historia:
(El énfasis es mío, 139) |
No obstante, al emplear esta estrategia retórica el Inca pretende desvanecer las sospechas del poder colonial. De este modo, se aprovecha de la oportunidad para contradecir muy sutilmente lo que los cronistas e historiadores habían dicho de los indígenas, su cultura y civilización. Al insertar las prácticas socio-económicas, políticas, literarias y filosóficas que los indígenas habían heredado de los antepasados incaicos en su recuento, el Inca pinta una imagen muy distinta del indio de la que aparecía en los textos coloniales. Su narrativa expone claramente que el indígena no es una figura unidimensional, sino un ser humano racional, inteligente y sensible, capaz de tomar las riendas de su propia historia. Además, en la representación de la manera en que los Incas llevaron a cabo la conquista de los pueblos andinos y cómo los administraron, se ve una crítica implícita de la conquista y el proceso de colonización por parte de los españoles. Con todo, a diferencia de Guaman Poma, la crítica del Inca es más fina. Por ejemplo, en lugar de criticar abiertamente el carácter violento de la conquista española, el Inca sólo describe la manera en que el poder imperial incaico conquistaba y colonizaba a otros pueblos, destacando así la brutalidad de la invasión de los peninsulares:
(149) |
El Inca sabía que el poder imperial iba a reprimir cualquier intento de un indígena de legitimarse como autoridad única para hablar de su historia, por eso subraya en todo momento que él escribía como indio o que su obra era una 'pobre historia'. De esta manera, el Inca disipaba las sospechas del poder colonial y lograba escapar de la censura otra vez. De hecho, su obra inspiró a sus compatriotas de tal manera que durante la rebelión indígena del 1782, el líder andino, José Gabriel Condorcanqui, escogió el nombre de Tupac Amarú como nombre de guerra, de cuyas hazañas seguramente había leído en los Comentarios reales (Hart, 34).
En todo este
proyecto lo que afirma el Inca es su identidad como
indígena, como mestizo y como americano1212
como alguien que conoce la lengua y las tradiciones por haberlas
«mamado en la leche materna»
.
Se deduce entonces que en su obra el indígena adquiere una
dimensión histórica como sujeto activo, y de este
modo acaba con la posición secundaria y pasiva que le
conferían los cronistas españoles. Sin lugar a dudas
en esta obra el indígena participa activamente en la
construcción y narración de su propia
historia13,
poniendo en tela de juicio la manera en que los cronistas
españoles se habían apropiado de su voz para hablar
de la historia indígena.
Tanto Guaman Poma como el Inca acuden a las fuentes orales andinas para escribir su historia. Pero como mencioné antes, Guaman Poma quizás no ubique la oralidad de la cultura andina al mismo nivel que la cultura escrita, como es el caso del Inca. Sin embargo, hay que reconocer que al utilizar las fuentes orales ambos autores realmente recuperan la memoria de su pueblo, elemento fundamental en la construcción de la identidad de toda comunidad.
El Inca asume el
carácter oral de la cultura incaica como algo natural y
positivo. Reconoce como una de las fuentes importantes de su obra
las historias que le contó el viejo Inca, tío de su
madre: «Lo que yo digo lo oí al
Inca viejo, que contaba las antigüedades y fábulas de
sus reyes en la presencia de mi madre»
(153). De hecho,
como destaca Margarita Zamora, el Inca representa:
(45) |
Al conferir importancia a la oralidad de la historia incaica, el Inca devuelve el prestigio a su gente que ya no es vista como salvaje por ágrafa. El orgullo de ser un mestizo añade valor a su discurso y le proporciona la autoridad para hablar de su propia historia y cultura, si bien hay que reiterar el hecho de que él no la reclama tan abiertamente como Guaman Poma.
Al restaurar la historia de su pueblo el Inca logra reconstruir la identidad del indígena que éste había perdido cuando fue atrapado en las páginas blancas de las crónicas. Y, efectivamente, su proyecto de recuperación es avalado con mucha ilusión por sus compañeros indígenas. Dice el autor que:
(El énfasis es mío, 155) |
Estos archivos seguramente serán los quipus, los archivos incaicos donde se mantenía toda la información necesaria para administrar el pueblo. De este modo, el Inca proporciona mérito a las fuentes no alfabéticas que no cabían de ninguna manera dentro del Weltanschauung español que no reconocía las fuentes indígenas. Además, la participación activa no sólo de los condiscípulos sino de los miembros de su familia materna también, convierte al indio en el sujeto de la historia escrita ahora por un hijo de la tierra. Esta participación abarca tanto los recursos orales como los escritos ubicándolos al mismo nivel.
Es posible argumentar, entonces, que las obras del Inca Garcilaso y Guaman Poma son textos capitales dado el hecho de que son los primeros textos indígenas que se enfrentan a la historia oficial de la conquista y mediante los que habla el subalterno por primera vez. Ambos autores emplean diferentes estrategias para reconstruir la memoria e historia autóctonas, reiterando su presencia en la agónica historia colonial. Sus obras, especialmente la del Inca, no sólo demuestran la nueva realidad de América, sino que reconstruyen el pasado para mirar hacia el porvenir14. Estos textos de hecho se complementan uno al otro porque revelan dos rostros de la cultura y la sociedad indígenas del Perú, y de este modo representan a un pueblo multifacético y una civilización multidimensional. Por eso, es necesario estudiar estas dos obras conjuntamente para tener una visión completa de la civilización autóctona, tanto antes como después de la conquista y colonización del Perú, en lugar de debatir quién resulta ser el mejor representante del pensamiento andino15, como afirma Mazzotti:
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Las obras de Guaman Poma y el Inca son imprescindibles para entender mejor no sólo la historia de América Latina, sino también el discurso que cuestiona la posibilidad del subalterno de hacer sentir su voz. Ambos escritores demuestran, además, que no sólo habla el subalterno, sino que adopta diferentes estrategias retóricas para hacerlo. Los siguientes versos del poeta contemporáneo pakistaní Faiz Ahmad Faiz16 manifiestan claramente que el subalterno sigue expresándose a lo largo de los siglos:
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Es posible argüir asimismo que cuando habla el subalterno se convierte en agente activo y de este modo desafía el discurso dominante que lo clasifica como un ser subordinado. El subalterno llena los vacíos que aparecen en los discursos oficiales, dado que son precisamente estos espacios en los que se construye cuando decide alzar su voz para romper el silencio, como se ha visto en los casos de Guaman Poma y el Inca Garcilaso.
Las voces e imágenes que surgen de la Nueva corónica y buen gobierno y los Comentarios reales dan cuenta de la resistencia del sujeto colonial durante el período de subordinación desde la perspectiva del 'otro'. Estas dos obras logran poner en tela de juicio el proceso de conquista y colonización. Es posible conjeturar sobre las diferentes visiones de estos dos autores en relación a la representación del indígena en sus narrativas, las estrategias que emplean para ello, entre otros puntos de interés, pero lo que no se puede cuestionar es el hecho de si habla el subalterno o no; como se vio, hay que tener en cuenta que al hablar el subalterno escapa de esta categoría minoritaria.
Parecería que Guaman Poma y el Inca Garcilaso, al reconocer como irremediables ciertos acontecimientos históricos, hubieran lidiado con estos sucesos mirando hacia el futuro, gesto que implica la imposibilidad de los conquistadores para consolidar el proceso de conquista y colonización. No es baladí la estrategia de estos dos autores, incluso se podría trasladar al presente y admitir como irremediables las conquistas y las colonizaciones de toda índole con la intención de galvanizar con ello el proceso de creación del futuro. Esto implica que el subalterno desempeña un papel trascendental en la construcción del porvenir que el poder hegemónico no ha podido formar totalmente. En otras palabras, se trata de trabajar con estos eventos junto con todas las implicaciones que acarreen para así tomar el control del nuevo destino. Respecto a esto, las teorías, aunque provengan del discurso dominante, deben ser vistas simplemente como lo que son en realidad: instrumentos y armas con las cuales asediar los centros de poder epistemológico.
La obra de Felipe Guaman Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega constituye un ejemplo contundente de que, en efecto, el subalterno «habla» y que ningún poder puede suprimir esa voz completamente.
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