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ArribaAbajoCapítulo V

Esencia de la Ideología luliana. Solución luliana del problema de la conciliación platónico-aristotélica en el orden ideológico.



ArribaAbajoArtículo 1.º

Disentimientos entre Platón y Aristóteles en la Ideología. -La Ideología de Platón es tan legítima y connatural al hombre, como la misma Ideología de Aristóteles.- El Beato Lulio llega a la conciliación de los dos Filósofos, evidenciando que la Ideología platónica es un desarrollo, un complemento, una extensión de la Ideología aristotélica.


§. 1.

1.- Escribe Platón: «Ideae sunt principia generationis rerum.» Las Ideas son los principios del ser de las cosas.

2.- Ya tenemos estudiado este punto en el Capítulo anterior; ya tenemos demostrada su concordancia con la teoría cosmológica del Estagirita, entendidas las palabras de la Academia en sentido luliano, es decir, entendiendo por Ideas los Atributos de la Divinidad, cuyas semejanzas creadas constituyen realmente la esencia de las cosas sensibles.

De esa concordancia se sigue, con luz meridiana, que la Cosmología del Liceo es una continuación de la Cosmología de la Academia; pero, claro está, siempre que interpretemos esta última de la manera como la interpreta el Beato Raimundo Lulio.

Siendo esto así, como realmente es, nuestro Doctor y Maestro hace verdaderas las palabras del señor Menéndez y Pelayo: «en esta materia, como en tantas otras, Aristóteles no puede ser entendido perfectamente, sin que antes se conozca al divino Platón.»

3.- Continúa Platón: «Ideae sunt principia cognitionis rerum.» Las ideas son los principios del conocimiento de las cosas.

Esto es, las mismas Ideas que son los principios del ser de las cosas sensibles, son los principios del conocimiento de las cosas.

Las esencias son nociones.

Las leyes cosmológicas son las mismas leyes ideológicas.

4.- La verdadera y propiamente dicha ciencia humana consiste en el conocimiento de las Ideas platónicas, las cuales son, a la vez, principia generationis et cognitionis rerum.

5.- Estas Ideas son innatas.

6.- Todo otro conocimiento podrá ser llamado opinión, o lo que se quiera, pero no ciencia.

7.- La Ideología platónica consiste en el estudio de esas Ideas que son, a la vez, esencias y nociones.

Hasta aquí la Academia.

§. 2.

1.- ¿Qué nos dice el Peripato tocante a este particular?

Aristóteles ha sido perfeccionado en este punto, y en otros muchos, por Santo Tomás de Aquino; por lo que, en la exposición de la teoría ideológica del Peripato, seguiremos las pisadas del Doctor Angélico, seguros de que, con tan experto guía, no nos vamos a separar de las doctrinas aristotélicas; antes al contrario, las completaremos lógica y convenientemente.

2.- ¿Cuál es, pues, la Ideología aristotélico tomista?

-Forma una especie de Ascenso intelectual que tiene los siguientes peldaños:

1) Empleo de los sentidos externos y reconocimiento de su valor en la adquisición de la verdad y, consiguientemente, de la Ciencia propiamente dicha.

2) Uso de los sentidos internos y valor de los mismos en la Ciencia.

3) Entendimiento agente y entendimiento posible, que son dos modalidades del humano entendimiento.

4) Conocimiento intelectual relativo a ideas que decimos universales. Por ejemplo: viendo muchos seres particulares llamados hombres, formo la idea universal de hombre; viendo muchos seres particulares llamados plantas, formo la idea universal de planta; etc., etc.

5) Conocimiento intelectual relativo a unas ideas, no simplemente universales, sino universalísimas; tales como la idea de substancia, la idea de accidente, la idea de verdad, la idea de relación, etc. Pues, como dice el Cardenal González, analizando y comparando una idea simplemente universal, como las dichas, y el objeto representado por ella con otros objetos e ideas, percibo razones muy superiores y distintas de la de la idea simplemente universal, y llego a las ideas universalísimas, necesarias e inmutables. (Estudios sobre la Filosofía de Santo Tomás; tomo III, pág. 160. -Manila, 1864.)

6) Conocimiento intelectual relativo a objetos puramente espirituales, como Dios, vida futura, ángeles. Habido conocimiento de ciertas ideas universalísimas (no simplemente universales), tales como la idea de causa, la idea de efecto, la idea de necesario, la idea de contingente, la idea de deber, la idea de merecimiento, la idea de desmerecimiento, etc, etc., nos elevamos a la afirmación de Dios y otros objetos puramente espirituales.

7) Por último, mediante las ideas universalísimas (no las simplemente universales) formamos los axiomas o primeros principios de la ciencia; tales como «el ente existe», «el todo es mayor que su parte», «dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí», «una cosa no puede ser y dejar de ser a un mismo tiempo y bajo el mismo respecto», etc. etc.

En estos siete puntos está comprendida toda la Ideología aristotélico-tomista.

De consiguiente, no hay ideas innatas.

§. 3.

1.- Pregúntase ahora: ¿cómo conciliar esas teorías ideológicas entre sí? ¿cómo es posible admitir las dos juntamente?

2.- Porque parece ser que la teoría platónica desciende del ser universal o Idea al ser particular o sensible; y que la teoría aristotélica asciende del ser particular o sensible hasta llegar al ser universal o Idea.

3.- Parece ser que Aristóteles dirige al saber, y que Platón pretende crear el saber.

4.- Los procedimientos ideológicos de la Academia y el Liceo se armonizan, por modo lógico y naturalísimo, en la Ideología del Beato Raimundo Lulio.

Escuchad.

Para esa concordia o armonía nuestro Doctor y Maestro establece las siguientes conclusiones.

1) El procedimiento ideológico de Aristóteles es verdadero, legítimo y lógico, y constituye una de las dos tendencias ideológicas connaturales al hombre. En esas dos tendencias, la aristotélica obtiene la prioridad.

Con la Ideología del Peripato levantamos real y verdaderamente el aurífico palacio de la Ciencia.

Pero erraríamos lamentabilísimamente si afirmásemos que la única tendencia ideológica connatural al hombre es la llamada Ascenso del entendimiento o procedimiento de Aristóteles.

2) El procedimiento ideológico de Platón es verdadero, legítimo y lógico, explicado y aplicado convenientemente. Constituye una de las dos únicas tendencias ideológicas connaturales al hombre.

El procedimiento platónico no puede ser aplicado sin haber sido antes aplicado el procedimiento aristotélico, pues aquél es la continuación de éste. Con la Ideología de Academia levantamos también real y verdaderamente el aurífico palacio de la Ciencia.

Pero nos equivocaríamos muy mucho si enseñásemos que la única tendencia ideológica connatural al hombre es la llamada Descenso del entendimiento o procedimiento de Platón.

3) La Ideología de la Academia, si la explicamos convenientemente, reconoce el mismo origen que la Ideología del Liceo.

No son antitéticas, ni mucho menos.

La visión de las Ideas platónicas es lo mismo que la visión de las Ideas universalísimas de Aristóteles.

Si con la combinación de estas Ideas aristotélicas alcanzamos ciencia propiamente dicha, la obtenemos asimismo con la combinación de aquellas Ideas platónicas.

4) El origen y la formación inmediata de las Ideas platónicas, interpretadas del modo conveniente, son los mismos origen y formación inmediata de las Ideas universalísimas de Aristóteles, algún tanto explicadas por nosotros hace poco.

5) El principio de la ciencia es el sentido externo.

No hay ideas innatas.

6) Si es legítimo el procedimiento (y realmente lo es) por el cual, mediante las dichas ideas universalísimas de Aristóteles, formamos los axiomas o primeros principios de la ciencia (de ellos nos valemos, en último resultado, para, edificar el palacio de la Ciencia); es igualmente legítimo el procedimiento por el que, mediante las Ideas platónicas, explicadas convenientemente, formamos otros axiomas o primeros principios de la ciencia (de los cuales nos servimos también para edificar el palacio de la Ciencia humana).

§. 4.

1.- Ahora bien; en estas seis afirmaciones radica la conciliación o armonía de Platón con Aristóteles en el orden ideológico.

Y ésa es la magna obra del Beato Raimundo Lulio.

Eacute;se es su valor y su mérito en la ciencia.

2.- ¿Cómo demostrar todo esto?

Vámoslo a demostrar en las páginas que siguen

a) exponiendo primeramente, a grandes trazos, la Ideología aristotélico-tomista;

) evidenciando, en segundo lugar, que la Ideología aristotélico-tomista constituye la primera parte de la Ideología del Beato Raimundo Lulio;

c) y demostrando, por último, que la segunda parte de la Ideología de nuestro Beato, o sea, el Descenso del entendimiento, es un desarrollo, un complemento, una extensión, una evolución natural y lógica y, por consiguiente, una perfección, de la Ideología aristotélico-tomista.

3.- Pero esta segunda parte de la Ideología Luliana, es a saber, ese Descenso del entendimiento, no es otra cosa que la teoría de las ideas platónicas, explicada convenientemente.

En consecuencia, evidenciamos nosotros, que la Ideología de Platón es un desarrollo, un complemento, una extensión, una evolución natural y lógica y, por ende, una perfección, de la Ideología de Aristóteles.

4.- ¿Y quién no ve, que, si nosotros acertamos a demostrar todo esto, quedan conciliados definitivamente, en el orden ideológico, la Academia y el Peripato?

Pues comencemos nuestra labor.




ArribaAbajoArtículo 2.º

Brevísimo resumen de la Ideología aristotélico-tomista. -Los siete peldaños del Ascenso intelectual de Aristóteles y Santo Tomás.


§. 1.

Los sentidos externos.

1.- El alma humana adquiere la verdad subiendo siete peldaños. El primero lo constituyen los sentidos externos.

2.- El empleo de los sentidos es legítimo en la ciencia.

Los datos que nos ofrecen los sentidos son científicos propiamente.

La ciencia comienza por el sentido externo72.

§.2.

Los sentidos internos.

1.- El segundo peldaño del Ascenso intelectual es la imaginación.

2.- Los datos de la imaginación tienen un valor propiamente científico73.

§. 3.

El entendimiento agente y el posible.

1.- La inteligencia es una potencia pasiva.

Además, como el humano entendimiento no es un acto de órgano corporal alguno, sino que es una potencia del alma, es necesario, para que entienda las cosas materiales y sensibles, que haga un acto de abstracción sobre las representaciones imaginativas (phantasmata), el cual despoje al objeto de las condiciones individuales.

2.- Ahora bien; siendo necesario, para la intelección, que el humano entendimiento abstraiga algo de las representaciones imaginativas que le han ofrecido los sentidos, de ahí se sigue que el humano entendimiento debe tener dos facultades realmente distintas, que llamamos entendimiento agente y entendimiento pasivo o posible.

Porque del acto abstractivo del humano entendimiento sobre las representaciones imaginativas surge la especie inteligible necesaria para el acto cognoscitivo, lo cual requiere por necesidad aquellas dos facultades.

3.- Pues, siendo esto así, como realmente es, requiérese

a) primeramente, «una causa eficiente que produzca la especie inteligible necesaria para el acto cognoscitivo»,

) y, en segundo lugar, «la facultad que, bajo la determinación de la especie inteligible, ejerza la intelección.»

Esta facultad recibe el nombre de entendimiento pasivo o posible; aquella causa eficiente llámase, en las Escuelas, entendimiento agente.

Dícelo el Cardenal Mercier74.

Eacute;sta es la doctrina de Aristóteles y Santo Tomás75.

§. 4.

Formación de las ideas universales.

1.- «En los objetos percibidos y representados por las facultades sensitivas, el entendimiento percibe muchas cosas y forma ideas y conceptos universales, a que de ninguna manera pueden alcanzar las sensaciones.» (Cfr. González: Estudios sobre la Filosofía de Santo Tomás; tomo III, lib. 5, cap. 15 y 16. -Historia de la Filosofía; tomo II, Antropología de Santo Tomás; Madrid, 1886.)

2.- «Un ejemplo aclarará mejor esta doctrina. Yo percibo con los sentidos y tengo en mi imaginación las imágenes o representaciones de varias piedras singulares pertenecientes a la especie de mármol.

Si, prescindiendo de las diferencias y condiciones individuales, considero solamente aquello en que convienen específicamente estos y cualesquiera otros individuos de la misma especie, habré formado y abstraído una idea universal, puesto que me representa el objeto sin las diferencias individuales.»76. He aquí la idea universal del mármol.

Fórmanse, de la misma manera, las ideas universales de hombre, planta, caballo, perro, gato, etc.

§. 5.

Formación de las Ideas universalísimas.

1.- A continuación del texto copiado últimamente, añade el Cardenal Zeferino González:

«Empero una vez puesta en acción la inteligencia por medio de esta idea (la idea universal de mármol) y de la percepción del objeto a que se refiere, la actividad intelectual no se detiene aquí, sino que convierte, por decirlo así, esta misma idea en ocasión y como punto de partida para un desenvolvimiento intelectual ulterior.

2.- Analizando y comparando esta idea y el objeto representado por ella con otros objetos e ideas, percibe razones muy superiores y distintas de la de mármol, y llega a las ideas más universales, necesarias e inmutables... tales como la substancia, la verdad, el orden, la relación, etc.»77.

Fórmanse, de igual modo, las ideas universalísimas (no simplemente universales) de ser, necesidad, contingencia, unidad, causa, efecto, existencia y otras análogas.

Dígase lo propio de los conceptos «todo, parte, universal, particular, per accidens, per se, potencia, acto, prius, posterius, simpliciter, secundum quid» y otros análogos.

§. 6.

Conocimiento intelectual relativo a objetos puramente espirituales como Dios, ángeles, vida futura, etc.

1.- Todo conocimiento humano depende originariamente de los sentidos externos; pero, una vez adquiridas las ideas universalísimas (no las simplemente universales), por medio de ellas nos elevamos al conocimiento de la existencia de ciertos objetos puramente espirituales; a cuyo conocimiento no habríamos llegado nunca, ni por la acción inmediata de los sentidos, ni por las ideas abstraídas inmediatamente de los sentidos.

2.- Por ejemplo. Mediante las ideas universalísimas (no simplemente universales) de causa, efecto, necesario, contingente, orden, desorden, motor, movido, primero, segundo, bueno, mejor, más, menos, etc., llego al conocimiento de la existencia de Dios.

Mediante las ideas universalísimas (no simplemente universales) de moral, inmoral, bondad, maldad, deber, incumplimiento del deber, merecer, desmerecer, premio, castigo, etc., percibo otro objeto espiritual y necesario: la vida futura.

Por medio de las ideas de mayoridad y minoridad, orden completo y más perfecto del Universo y orden incompleto y menos perfecto del mismo, etc. etc., llego al conocimiento de la posibilidad y aun existencia de los Ángeles.

Y así de la existencia de otros objetos puramente inmateriales.

3.- Esto es lo que decía el Angélico Santo Tomás en la Suma Teológica: la ciencia de las cosas puede ser adquirida no sólo por la experiencia de las mismas, sino, además, por la experiencia de ciertas otras cosas; puesto que, en virtud de la lumbre del entendimiento agente, el horribre llega a conocer los efectos mediante las causas, y las causas mediante los efectos, y las cosas semejantes por otras semejantes, y las contrarias por otras contrarias78.

§. 7.

Formación de los axiomas o primeros principios de la ciencia mediante las ideas universalísimas.

1.- Analizando, comparando y combinando las ideas universalísimas (no las simplemente universales), formamos los axiomas o primeros principios de la ciencia.

En estos axiomas tenemos el fundamento de todas las ciencias; y, una vez estemos ya en posesión de ellos, podemos proceder enseguida a levantar o construir el palacio del saber.

2.- La razón del hombre es integrada de primeros principios.

Estos primeros principios son verdades ciertas, indemostrables y que sirven para demostrar todas las demás.

«El ente existe»: he aquí un primer principio de la razón.

«Una cosa no puede existir y no existir a la vez bajo el mismo aspecto»: he aquí otro principio de la razón humana.

«El todo es mayor que una de sus partes»: he aquí otro principio de la razón.

«El todo es igual al conjunto de sus partes»: he aquí otro principio de nuestro entendimiento.

3.- ¿A qué son debidos los primeros principios de la ciencia?

Estos primeros principios o axiomas son debidos «a la facultad productriz o creadora» del humano entendimiento; porque «el entendimiento no es una facultad destinada a obrar exclusivamente sobre las representaciones y materiales suministrados por los sentidos.»

Estos primeros principios o axiomas son debidos «a sola la actividad del entendimiento, una vez puesto en acción por alguna otra idea, siquiera esta última haya sido formada y abstraída de las representaciones sensibles, por referirse directamente a objetos materiales y sensibles.» Porque «ni las sensaciones, ni las representaciones sensibles, suministran inmediatamente la materia de todas las ideas intelectuales.»79.

4.- Formamos los axiomas o primeros principios de la ciencia comparando las ideas universales, analizándolas y reflexionando sobre ellas y, además, sobre los hechos singulares.

Lo dice el propio Cardenal González, obra citada, cap. 16, pág. 170. Hablando de estos primeros principios escribe: «Tales son aquellas proposiciones en que entran, como elementos, las ideas que hemos denominado antes universalísimas, y especialmente la de ser y no ser, con las que se refieren más inmediatamente a éstas.»

5.- El origen de los axiomas o primeros principios es doble: mediato e inmediato.

a) Mediatamente dependen los axiomas, de los sentidos corporales, porque los formamos con ideas universalísimas; y sabida cosa es que éstas, como otras cualesquiera ideas, están bajo la dependencia, por remota que se quiera, de la sensibilidad.

) Inmediatamente dependen de la acción productriz y creadora del entendimiento humano «como impresión de las ideas divinas», en expresión de los tomistas.

6.- Porque, según el Angélico, el humano entendimiento es una semejanza participada de la Lumbre increada, y por ello es que el entendimiento del hombre contiene en sí las ideas eternas80.

7.- Estas ideas eternas influyen poderosamente, en sentir del Angélico, en la formación de los primeros principios de la ciencia, de manera que el conocimiento de tales principios nos es natural y casi innato.

Dice literalmente: Las concepciones universales, cuyo conocimiento poseemos naturalntente, son como ciertas semillas de todos los demás conocimientos81.

8.- En otro lugar escribe asimismo textualmente: los axiomas o primeros principios de la ciencia son verdades innatas82.

9.- Basta. Estos primeros principios o axiomas, formados y habidos del modo dicho; estas verdades ciertas e indemostrables, sirven para demostrar lo restante: con ello tenemos el fundamento de todas las ciencias.

Sabido y hecho esto, podemos desde luego comenzar a levantar y construir el edificio de una ciencia cualquiera.

Y aquí termina la Ideología de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.




ArribaAbajoArtículo 3.º

El procedimiento ideológico de Aristóteles y Santo Tomás que acabamos de exponer, como que es connatural al hombre, admítelo en su integridad el Beato Lulio, constituyendo la Primera Parte de la Ideología Luliana. -Pruebas. -Textos.


Prólogo

1.- Pero toda la dicha Ideología tomista constituye la primera parte de la Ideología del Beato Raimundo Lulio.

Y la Segunda parte de la Ideología luliana es un desenvolvimiento natural y lógico de aquella parte primera.

2.- Por lo que la segunda parte no es contraria o antitética a la primera.

La Ideología del Beato Lulio no es, en manera alguna, contraria o antitética a la Ideología de Santo Tomás de Aquino.

3.- Lo que el Beato Lulio tiene de propio y original en la Ideología es el Descenso intelectual; y éste es un desenvolvimiento natural y lógico de la Ideología del Angélico Doctor, ya que nace, tamquam ex visceribus rei, de los principios ideológicos sentados por el Doctor de Aquino.

4.- La Ideología tomista contiene el germen de la Ideología luliana.

El Descenso luliano del entendimiento es una semilla que se halla sembrada en el Ascenso intelectual de Santo Tomás, esperando, desde largos siglos, una mano piadosa que, con exquisito tacto, inteligencia y laboriosidad, la haga crecer, desarrollarse y producir flores y frutos.

5.- Es mucha la vitalidad del Tomismo.

Para ser lulistas, no podemos dejar de ser tomistas.

El Lulismo es el hijo legítimo y natural del Tomismo.

6.- Por esto, nosotros, tomistas de convicción, queremos evolucionar lógica y naturalmente hacia el Lulismo. Y esto lo hacemos llevados de nuestro amor inquebrantable a las doctrinas de Aristóteles y Santo Tomás; pues, por lo mismo que las amamos, queremos que evolucionen, queremos que se desenvuelvan totalmente, queremos que den de sí todo lo que puedan dar, queremos que progresen.

7.- Y ¡caso providencial! por el camino de esa evolución, de ese desenvolvimiento, del desarrollo de esa vitalidad; por el camino de ese progreso, las doctrinas aristotélico-tomistas solucionarán satisfactoriamente el problema filosófico actual, es decir, la conciliación de Platón con Aristóteles.

En el Lulismo se halla (en medio de mil obstáculos que impiden el libre acceso, como las venas de oro en las entrañas del monte), la solución del problema filosófico actual.

8.- ¿Cómo, pues, no ser tomistas?

¿Cómo, pues, no ser lulistas?

Vámoslo a demostrar en seguida.

§. 1.

Los sentidos externos.

1.- Que la Ideología tomista sea parte integrante de la Ideología luliana no admite réplica alguna para aquel que tiene, en su salón de estudio, las obras filosóficas del Beato Raimundo.

Como Santo Tomás, adquiere el Beato Lulio la verdad subiendo los siete consabidos peldaños.

2.- El primer peldaño viene constituido por los sentidos externos.

Lo dice clara y terminantemente nuestro Doctor y Maestro: «Lo primer escaló on raó comensa a pujar es les coses sensuals.»83.

3.- En el libro De Anima rationali escribe: «Pues, cuando el hombre quiera adquirir la ciencia, conviene primeramente que aproveche los objetos por medio de los sentidos externos.»84.

4.- Explica detalladamente el conocimiento sensitivo; pero nunca se olvida de advertir que dicho conocimiento es el que ocupa el primer lugar en la escala ascensional que lleva a la ciencia.

5.- Sus palabras son siempre éstas u otras semejantes: «Scientia in hac vita sic incipit», «Intellectus hominis naturaliter incipit intelligere...»

Entre muchísimos, escogeremos tan sólo un par de textos.

1) En la vida presente, la ciencia empieza de la siguiente manera: los sentidos externos alcanzan el objeto sensible; viene enseguida la imaginación, y... realiza las operaciones que le son propias.»85.

2) El entendimiento del hombre comienza naturalmente a entender por medio de las potencias sensitiva e imaginativa, sin las cuales no puede adquirir las especies necesarias para el acto intelectivo86.

6.- El proceso psicológico de la intelección es el mismo, tocante al Ascenso, en Santo Tomás que en el Beato Lulio.

Véase, si no. Dice el Beato: «Los instrumentos del humano entendimiento son los cinco sentidos corporales, los cuales son movidos por aquél, a fin de poder percibir los objetos sensibles; y éstos se hacen inteligibles en el momento de ser sentidos o percibidos.»87.

§. 2.

Los sentidos internos.

1.- En los textos lulianos que acabamos de transcribir, hemos visto ya, que, según el Beato, después del uso de los sentidos externos, viene enseguida el empleo de los internos, o sea, de la imaginación.

Es doctrina constante de nuestro Doctor y Maestro.

2.- En efecto, después de haber dicho (en el pasaje copiado en parte por nosotros) que los instrumentos del humano entendimiento son los cinco sentidos externos, escribe a continuación: «Hay, además, otro instrumento que es la imaginación.

La mueve asimismo el entendimiento, a fin de imaginar con ella las cosas imaginables, las cuales se hacen inteligibles precisamente cuando son imaginadas.

Y, con el auxilio de este instrumento, el entendimiento obtiene las especies de las cosas sensibles; especies que el entendimiento entrega a la memoria -que es el instrumento conservativo de lo recordado- la cual, a su vez, las devuelve al entendimiento.

Estas especies producidas en la imaginación (y conservadas en la memoria y devueltas objetivamente al mismo entendimiento), son los instrumentos con los cuales el entendimiento elabora otras especies más nobles y las pone fuera de la imaginación.

Ahora bien; con estas especies más nobles el humano entendimiento contempla las cosas espirituales en su inteligible propio, es decir, en el entendimiento pasivo o posible. Y es el entendimiento agente quien pone en actividad al entendimiento posible.

De aquí resulta el acto de entender, acto que vive o tiene lugar en fuerza de las especies que vienen de fuera.

Y este acto intelectivo es verdaderamente científico88.

3.- ¿Hay algo, en el procedimiento de la razón enseñado por Aristóteles y Santo Tomás, que no se halle, en compendio, en estas palabras del Beato Raimundo Lulio?

4.- En todas las obras teóricas y prácticas del Ascenso del entendimiento (que son muchísimas), expone Lulio este procedimiento intelectivo, y hace uso constante del mismo.

5.- Quien desee completar el estudio de esas Doctrinas Lulianas, puede leer la obra intitulada Quaestiones per Artem demonstrativam solubiles, donde el Beato explica largamente:

a) de qué manera la potencia intelectiva percibe los objetos mediante la imaginación89;

) de qué manera el entendimiento desnuda de la imaginación el acto intelectivo90;

c) si el alma puede entender sin las representaciones sensibles producidas por la fantasía o imaginación91;

d) si el entendimiento puede conocer la inmensidad de Dios y sus operaciones sin el concurso de la imaginación92;

e) si el entendimiento conoce con más verdad los objetos inteligibles sin la imaginación, que los sensibles con la imaginación93;

f) de qué manera la imaginación estorba al entendimiento94;

g) si el entendimiento puede conocer el Evo sin el concurso de la imaginación95;

h) si la imaginación es una potencia activa y pasiva96.

Por fin, en sus Comentarios al Maestro de las Sentencias, libro II, cuestión 47, pregunta si en el acto de entender son necesarias las especies a causa de la potencialidad del entendimiento, o bien por la ausencia de los objetos sensibles97.

§. 3.

El entendimiento agente y el entendimiento posible.

1.- Tócanos evidenciar al presente que nuestro Doctor y Maestro admite el tercer peldaño del Ascenso intelectual de la Escuela aristotélico-tomista, el cual peldaño viene constituido por el entendimiento agente y el entendimiento posible.

2.- Para ello concederemos la palabra al ilustrísimo señor Obispo de Orihuela, Dr. Don Juan Maura. No hablaríamos mejor nosotros.

Una advertencia: el sabio Prelado nada atribuye al Beato Lulio sin probarlo con textos en la mano; sin embargo, nosotros prescindimos de los textos lulianos para no abultar demasiado estas páginas.

Dice así el llorado Obispo en la Revista Luliana, número 39, Diciembre de 1904, pág. 161 y siguientes:

3.- «Hay, dice nuestro Filósofo, en el alma humana dos clases de potencias: activas y pasivas. Las activas son las que, puestas en contacto con su propio objeto, obran sobre él eficazmente -así ocurre con el entendimiento que, del objeto que ha de ser conocido, saca especies o semejanzas cognoscibles. Este entendimiento se denomina agente o productor, porque produce estas especies o similitudes del objeto.

Las potencias pasivas son aquellas que reciben o pueden recibir en sí las impresiones y semejanzas o especies de las cosas que están fuera de nosotros. Así la facultad de entender, intrínseca y esencial a nuestra alma, puede recibir en sí misma las especies de las cosas exteriores. Por lo cual esta facultad se llama entendimiento posible, y tiene la misma esencia que el entendimiento agente diferenciándose entre sí tan sólo por razón de materia y forma, de acción y pasión.

4.- En este texto, como se ve, está expuesta con toda precisión la teoría escolástica en sus líneas generales. En otros encontraremos explicaciones y detalles interesantísimos, y, a la vez, pruebas originales que, aparte de su valor intrínseco, dan a conocer al pensador genial y profundo.

Veamos, si no, cómo prueba la existencia del entendimiento agente y el entendimiento posible.

5.- En el libro titulado Quaest. super Libr. sententiarum, propone la cuestión siguiente: «¿Es necesario admitir un entendimiento agente natural que se diferencie del entendimiento posible?»

Para mejor inteligencia de los textos que vamos a transcribir, no estarán de sobra algunas observaciones preliminares.

Aficionado, en demasía tal vez, nuestro Filósofo, a dividir y subdividir los conceptos para analizarlos minuciosamente, descubre en cada potencia del alma tres cosas diversas y determinadas (tria concreta), a saber: la potencia considerada en sí misma y prescindiendo de su actual ejercicio; el objeto en que ejerce la potencia su actividad propia; y el acto de ejercerla. Así, en la voluntad hay que considerar la facultad de querer (volitivum), el objeto sobre que recae su acción (volibile) y el acto o realización del querer (velle). Lo mismo ha de decirse de las demás potencias: en la intelectiva hay intellectivum, intelligibile e intelligere; en la sensitiva, sensitivum, sensibile y sentire; en la vegetativa, vegetativum, vegetabile y vegetare.

6.- Siendo esto así, se comprende que una potencia no puede actuarse íntegramente sin que precedan diversos actos parciales de los que resulte el acto total y completo.

En primer lugar, se requiere un acto por el cual la potencia elija su objeto adecuado y se lo apropie; pues claro está que, sin objeto, la potencia no puede obrar. Este acto se llama, si se trata de la voluntad, volens agens; si del entendimiento, intellectus agens; si de los sentidos, sensus agens; si de la potencia vegetativa, agens vegetans.

7.- Además, el objeto elegido o determinado por este agente, adquiere, por esta determinación, un carácter especial que le hace apto para unirse con la potencia y actuarla. Así, el objeto determinado por la voluntad se hace apetecible, e informando la potencia volitiva, produce el querer; el determinado por el agente intelectual se hace inteligible, e informando la facultad intelectiva, engendra el entender, etc.

8.- El Beato Lulio, además, da el nombre de querer consubstancial y entender consubstancial a la voluntad y al entendimiento, respectivamente, considerados en sí mismos, como potencias que radican invariable e inalterablemente en la substancia o esencia del alma; y les llama así, para diferenciarles de sus actos, que son meros accidentes de la potencia, porque van y vienen en incesante flujo y reflujo -fluunt et refluunt-; y por esto les apellida velle accidentale e intelligere accidentale.

Veamos, ahora, el originalísimo texto del Beato Lulio, a que nos referíamos antes.

9.- Plantea, como dijimos, la cuestión en estos términos: Utrum ad actum intelligendi sit necessarium ponere intellectum agentem naturalem differentem a possibili? La resuelve en esta forma:

Solución. Dijo Raimundo: «En el hombre hay una voluntad que reúne en sí tres elementos determinados (tria concreta) que le son consubstanciales y naturales, según hemos indicado en la tercera y quinta Cuestión, a saber: la facultad volitiva (volitivum), el objeto apetecible (volibile) y el acto de querer (velle); y todo esto es necesario, atendida la naturaleza de la voluntad y el libre albedrío, y la del fin para que la voluntad ha sido criada, que es Dios, objeto sumamente apetecible y amable.

10.- Por lo mismo, para el acto de querer, es necesario un agente volitivo (agens volens), el cual ha de pertenecer a la esencia misma de la voluntad, para que sea libre y capaz de merecer. Es necesario, además, que este agente tenga su propio y natural objeto apetecible, en el cual pueda imprimir las especies que él libremente elija (in quod possit deducere electas species), y hacerlas de este modo apetecibles a la facultad volitiva, y producir en ella (in velle consubstantiale) el querer accidental, es decir, los actos de la voluntad.»

11.- «Así también, dígote, oh Ermitaño, que para el acto de entender es necesario un entendimiento agente natural que se diferencie del entendimiento posible, y que uno y otro pertenezcan a la esencia del entendimiento y posean un entendimiento intrínseco y consubstancial, formando los tres un solo entendimiento. Es necesario, además, que el entendimiento agente ponga e imprima en el entendimiento posible las especies adquiridas y les dé inteligibilidad, de suerte que, intrínsecamente, en la esencia y naturaleza del entendimiento, las cosas se hagan inteligibles, y, por ese medio, se adquiera el entender accidental (es decir, el acto de entender) que fluye y refluye del entender substancial (de la facultad intelectiva) que es intrínseco.»

12.- Contestó el Ermitaño: «Para el acto de entender, no es necesario poner un entendimiento agente, pues basta con el posible, toda vez que éste por sí mismo puede adquirir el conocimiento de las cosas; del mismo modo que para sentir no hay necesidad de un sentido agente, puesto que hay bastante con el posible o sensible. Y como la naturaleza nada exige que sea inútil o superfluo, claro está que no existe un entendimiento agente para el acto de entender, así como no existe un sentido agente para el acto de sentir.»

13.- Replicó Raimundo: «En la potencia vegetativa son necesarias tres cosas: una actividad vegetativa propia (proprium vegetativum), un objeto asimilable propio (proprium vegetabile) y un acto de vegetar, también propio (proprium vegetare), pues, de lo contrario, serían imposibles la generación y la transmutación de la materia de una especie en otra; y es necesario igualmente que estos tres elementos pertenezcan a la esencia de la facultad vegetativa, y que ésta esté constituida por ellos. Además, para la realización completa del acto de vegetar se requieren un objeto asimilable y un modo de asimilárselo, apropiados y adecuados a la naturaleza de la potencia vegetativa (appropriatum vegetabile et vegetare). Así, la comida en el estómago es un objeto asimilable (vegetatibile) en su propia potencia asimilativa (in proprio vegetabili), y cuando se ha convertido en la carne y la especie del animal, adquiere el carácter y condición de los seres que vegetan (characterem vegetationis). De donde se sigue que, para el acto de vegetar, es necesario un agente vegetante (agens vegetans) que convierta el asimilable remoto en asimilable propio suyo: de lo contrario, aquél no pudiera por sí solo transmutarse, pues no tiene cualidades vegetativas. Lo mismo ha de decirse de la potencia sensitiva, pues ha de haber en ella un sentido agente que convierta el sensible remoto en sensible propio. Y otro tanto decimos del entendimiento posible, que no lograría entender cosa alguna (non posset esse intelligibilis) sin la mediación del entendimiento agente, por el cual reciben el carácter de inteligibilidad las especies adquiridas; además de que el entendimiento posible, siendo de suyo pasivo, no puede hacerse a sí propio inteligente en acto, porque no puede actuarse por sí solo, como lo efectúa la potencia activa por su naturaleza.»

14.- Hay, sin duda alguna, en los aducidos textos lulianos, proposiciones discutibles, como las hay igualmente en las teorías de los más conspicuos filósofos que se afanaron por dilucidar esta cuestión. Se trata de un problema ideológico sembrado de dificultades y escollos, y envuelto en obscuridades que rarísimas veces alumbra la luz de la evidencia. Los datos de la observación psicológica no son tan completos cual fuera de desear, y las deducciones que en ellos se fundan, no tienen, por lo común, más base que la probabilidad. ¿Se ha de exigir al Beato Lulio lo que no lograron los mayores ingenios? En Filosofía, como en todos los ramos del saber, hay problemas que hasta ahora no han sido resueltos de una manera completamente satisfactoria, ni es de creer que lo serán jamás. Con todo, los trabajos practicados para resolverlos, no son trabajos perdidos, porque, además de ejercitar el ingenio y fortalecerle, nos dejan entrever algo de lo mucho que falta por explorar en el vastísimo campo de la ciencia.

15.- De todos modos, estamos persuadidos de que el lector imparcial convendrá en que las doctrinas del Beato Lulio expuestas en los pasajes transcritos, son dignas de ser conocidas y estudiadas por los amantes de la buena y sana Filosofía, y aun por aquellos que, sin distinguir de colores ni dar mucha importancia a estos estudios, gustan de seguir la marcha de los grandes ingenios a través del campo de la Filosofía.»

§. 4.

Formación de las ideas universales.

1.- Al ver y estudiar varios hombres y caballos, por ejemplo, observamos muy pronto que unos y otros convienen en ser animales; pero también nos es dado advertir que se diferencian entre sí notablemente los dos grupos, pues, mientras los primeros son racionales, los otros no pasan de ser meros irracionales.

2.- En cuanto todos convienen en ser animales, ponemos los dos grupos debajo de un común denominador, y así decimos que los hombres y los caballos pertenecen al animal.

He aquí una idea universal: la idea de género animal.

2.- Pero los hombres se diferencian de los caballos por la racionalidad, que poseen los primeros y no los segundos.

¿Y todos los hombres son racionales? -Sí, señores.

¿Y todos los caballos son irracionales? -Sin duda alguna.

Pues bien; nos deberá ser lícito poner a todos los hombres debajo un común denominador, a pesar de sus diferencias individuales evidentísimas, porque todos convienen en algo, es decir, en ser racionales.

De igual modo, nos será lícito poner a todos los caballos debajo de otro común denominador, a pesar también de sus diferencias individuales evidentísimas, porque, a la verdad, convienen en algo, esto es, en ser todos irracionales.

¿Qué nombre daremos al común denominador de los hombres? -El de especie humana.

He aquí otra idea universal: la idea de especie humana.

¿Qué nombre recibirá el común denominador de los caballos y demás irracionales? -El de especie irracional o de los brutos.

He aquí otra idea universal: la idea de especie de los brutos.

3.- Formamos todavía otras ideas genéricas, como las pertenecientes a los géneros subalternos llamados cuerpo y viviente; y asimismo formamos otras ideas específicas, como las pertenecientes a las plantas y otros seres.

4.- ¿Quién ha formado estas ideas universales de género y especie? -La virtud abstractiva de nuestro entendimiento.

Y dichas ideas residen tan sólo en la intención, es decir, en la mente humana.

5.- Ahora bien; ¿enseña el Beato Lulio a formar intencionalmente las ideas universales de género y especie? -Es evidente que sí.

6.- En su obra Tabula Generalis, dice que, en virtud de lo que observa el hombre, el entendimiento produce intencionalmente los géneros y las especies98.

7.- En la obra Quaestiones per Artem demonstrativam solubiles vuelve a decir lo mismo. Hablando del verbo sensible y del verbo mental, establece que la intención naturalmente constituye el género, la especie, etc.; pues, de lo contrario, el alma no podría engendrar al verbo ni usar de las representaciones sensibles o fantasmas99.

8.- El Ascenso luliano concede a la formación de las ideas universales (dependientes primitivamente de la acción de los sentidos) la misma importancia que Aristóteles y Santo Tomás.

9.- El título del Capítulo 42 de la obra Introductoria Artis demonstrativae dice así: «Que todos los escolares se esfuercen en formar ideas universales.»

Importa muy mucho (dice a continuación) que, de todo cuanto vemos y observamos, nos elevemos a algo universal.

De todo hecho, de toda razón que seamos, procuremos colegir alguna regla universal.

Lo que veamos, hemos de reducirlo a algo universal, a fin de que, apoyándonos en la universalidad por parte de la cosa conocida, lleguemos a la perfección de la virtud cognitiva, perfección que lo es tan sólo a condición de ser universal, es decir, de actuar sobre ideas universales100.

10.- En sentir de nuestro Beato, el conocimiento del hombre es perfecto en razón directa de la universalidad de las ideas con que el hombre conoce: a ideas más universales corresponde un conocimiento más perfecto. Así el maestro ve en un solo principio o idea muchas conclusiones que no son vistas por el discípulo, si no le son explicadas una a una mediante principios o ideas particulares101.

11.- Un poco más abajo dice: «he aquí que ya te he ofrecido un ejemplo por el que veas de qué manera, conociendo cosas particulares, sepas formar una idea universal. Semejantemente, de cuanto veas esfuérzate en colegir algo que sea universal; y guarda en la memoria esos conceptos universales, o escríbelos en algún libro de memorias para que no te se olviden.»102.

12.- Y termina el capítulo con las siguientes palabras: «De consiguiente, hay que esforzarse en formar de cuanto vemos u oímos algún conocimiento o idea universal; a fin de que, en cierta manera, comencemos a gozar del conocimiento de los Bienaventurados, en el cual aparecen todas las cosas.»103.

13.- Sobre este particular que nos ocupa, dos cosas, ante todo, inculcan el Estagirita y Santo Tomás, es a saber:

a) que la idea universal debe ser formada en vista de las cosas singulares, esto es, en virtud de la experimentación;

) y que la idea universal es el principio de la Ciencia, es decir, que la Ciencia lo es de los universales.

14.- Pues con las mismísimas palabras de la escuela aristotélico-tomista lo dice el Arcangélico Doctor. Hemos de estudiar -dice- las cosas singulares, porque ellas constituyen la base de los experimentos, pues en virtud de los experimentos formamos la idea universal, y ésta es el principio de la Ciencia y del Arte104.

§. 5.

Formación de las ideas universalísimas.

1.- ¿En qué se diferencian las ideas universales de las llamadas universalísimas?

-Muy sencillo: en que las primeras son menos universales, o abarcan menos que las segundas.

2.- ¿Cómo es ello?

-Porque las ideas universales sólo comprenden una parte o la totalidad de las criaturas, mientras que las universalísimas se extienden, no solamente a todo lo creado, sino que, además, comprenden en sí lo increado.

Así diremos que la idea de hombre es universal; pero la idea de ser será universalísima.

La idea de corpóreo es universal; pero la idea de substancia será universalísima.

La idea de viviente creado es universal, pero la idea de verdad será universalísima.

3.- Como las Ideas universalísimas abrazan también a Dios, son inmutables y necesarias. No así las ideas simplemente universales: éstas no son ni inmutables ni necesarias, porque solamente comprenden lo finito.

Eacute;sta es Doctrina Luliana.

4.- Además de lo dicho, es necesario advertir, para formar concepto cabal de lo que sean las llamadas ideas universalísimas, que el conocimiento de tales ideas «sólo depende y trae su origen de la sensibilidad, como de excitante y condición sine qua non; y aunque se puede y debe admitir que las sensaciones sirven de materia a este conocimiento, es sólo indirectamente y como materia remota.»105.

Esta doctrina del Cardenal González enseñaban ya Lulio y su escuela, como enseguida verá el lector.

5.- La teoría luliana acerca de la formación de las ideas universalísimas recibe, en las obras del Maestro, el nombre de Teoría de los Puntos transcendentes.

6.- Dice el Doctor Arcangélico, y dice muy bien, que la formación de las ideas universalísimas es una transcendencia del humano entendimiento sobre sí mismo.

Así, vémosle estudiar muchas veces, en sus obras, «de qué manera el humano entendimiento transciende para entender sobre sí mismo.»106

7.- Habla el Reverendísimo P. Pascual:

-¿Qué es el punto transcendente?

-Es el exceso que una potencia humana tiene sobre la otra, por el que juzga mejor de un objeto, que otra que no puede penetrarlo por ser inferior.

También consiste esta transcendencia en que la realidad de un objeto, como no puede ser comprehendida del entendimiento, le precisa a que juzgue de aquel objeto sobre todas las demás potencias y aun sobre sí mismo.

8.- Enseña el Beato Lulio el modo de usar y conocer estos puntos transcendentes en varias partes, pero particularmente en el Arte inventiva, dist. III, Regla 8, donde demuestra y ejemplifica que caben en todo cuanto puede conocer el entendimiento.»

9.- Algunos ejemplos pondrán más de manifiesto esta doctrina.

«El primer modo de puntos transcendentes se experimenta en que, reparando la vista, v. gr. en una piedra, no percibe sino los accidentes de su esfera, y no ve la substancia, ni los simples elementos o partes de ella, ni su mixtión y composición.

El tacto también, cuando la toca, no advierte sino su frialdad y pesadez; y le parece que no hay más de lo que percibe.

Y así de los demás sentidos.

10.- En esta suposición, el entendimiento, como unido con estas inferiores potencias, naturalmente se inclina a juzgar según las parece y le inducen; pero, por el punto transcendente, con que las excede, conoce que no puede haber accidente sin substancia: conoce asimismo que no pudieran los elementos o partes, sin una perfecta mixtión, llegar al fin de su compuesto, y que no puede estar solo un elemento simple, porque es precisa su mixtión en cada individuo natural.

Y así va discurriendo y juzgando sobre lo que no perciben las inferiores potencias.

11.- El entendimiento tiene aún mayor dificultad en el segundo modo de transcendencia, porque se ha de sujetar a sí mismo: v. gr. como por sí no conoce otro modo de entender que el suyo, que depende mucho de los sentidos, usa de fantasías y es sucesivo en el discurrir, percibiendo sólo una cosa después de otra: cuando considera al Ángel, le parece que éste no tiene otro modo de entender. Pero reflexionando que es espíritu no unido con cuerpo alguno, y que está en superior graduación, juzga que le conviene más excelente modo de conocer.

12.- Cuando considera también las perfecciones de Dios, las concibe como distintas; pero, por ser infinitas, las juzga indistintas.

13.- Si mira a la Sabiduría divina, que no puede engañarse, sabiendo qué hombres se salvarán, le parece que por precisión han de practicar éstos las obras buenas y salvarse. Pero si atiende a la justicia, que solamente premia las hechas con libertad, le parece que la práctica de ellas está libre en los hombres; y, por consecuencia, con una perpetua contradicción le parece que son necesarias y libres; pero considerando la infinita igualdad e identidad de la divina Justicia y Sabiduría, transciende aquella aparente contradicción, y juzga que, por ser necesariamente iguales, las operaciones de los hombres, igualmente son libres por la justicia, que infalibles por la sabiduría que sabe que ellas se ejecutarán libremente; sin que se requiera otro fundamento para entender que la infalibilidad de la divina Sabiduría y Voluntad no quita la libertad a los hombres, ni ésta las priva de su infalibilidad.»

14.- Sobre la necesidad de los puntos transcendentes lulianos, escribe el mismo P. Pascual:

«La necesidad de saberse regular el entendimiento en estas transcendencias, para no errar el juicio, es bien notoria.

Porque sin ella no se adaptara su modo de conocer al modo de ser de las cosas; pues muchas, cuanto a su ser, exceden a la percepción de los sentidos y de las potencias.

Y sin esta adaptación, faltara medio oportuno para el fin de conocerlas; por cuya razón el Beato Lulio, en la citada Arte Inventiva puso por primera regla la de el modo de ser y de entender.

15.- La misma adaptación y transcendencia da a conocer que, si bien de muchísimas cosas es necesario tener experiencia por el sentido, es preciso también que esté fundado el entendimiento en muchas necesarias máximas que no se comprehenden en la experiencia ni sentido, para no errar el juicio que sigue al experimento ejecutado.

Porque, aun en las cosas sensibles, si resuelve que no hay en ellas sino lo que perciben los sentidos y aprende la imaginación, va muy errado, por no transcender; porque en cada una de ellas hay mucho más, y con más modos de los que perciben estas potencias, según demuestran los superiores principios que sabe el entendimiento107.

16.- ¿Dirás, lector amado, que el Maestro enseña aquí a discurrir de un modo transcendental y universalísimo, pero que no habla de las ideas universalísimas? -Te respondería, en este caso, que es imposible discurrir transcendental y universalísimamente sin ideas universalísimas.

El Padre Pascual, en el pasaje citado, supone ya formadas las ideas universalísimas, como es evidente; por tanto, admite su legitimidad y necesidad: que es lo que nos proponíamos demostrar.

Y, sobre todo, fíjate, estudioso lector, en que las ideas universalísimas o puntos transcendentes de la Escuela Luliana traen su origen de la sensibilidad, si bien remotamente.

17.- El Padre Pascual escribió lo que nosotros hemos copiado, en vista de lo que dice el Beato Lulio en la citada Ars inventiva veritatis, donde habla de los Puntos transcendentes.

Esta teoría luliana ocupa en la obra del Arcangélico quince páginas en folio (47-61); y allí el Beato, además de enseñar a discurrir de un modo transcendental o universalísimo, forma ideas universales, las forma también universalísimas, y, por último, tampoco deja de formar algunos axiomas o primeros principios de la ciencia.

18.- Forma ideas universales, cuando enseña el uso y empleo de los Puntos transcendentes en las cuestiones de la Elementativa (o cosmológicas), de la Vegetativa, de la Sensitiva, de la Imaginativa y de la Racionativa.

19.- Forma ideas universalísimas, cuando enseña el uso y empleo de los Puntos transcendentes en las cuestiones de la Moral cristiana, de los Ángeles y de la Substancia divina108.

20.- Nosotros no hemos querido transcribir pasajes, en latín, de Lulio, para no abultar demasiado estas páginas: nos hemos contentado con una cita del P. Pascual, porque ella basta al presente.

21.- Tan sólo añadiremos ahora que la Ideología luliana no concede menos importancia a las ideas universalísimas o puntos transcendentes que la Ideología tomista, como es de ver por las siguientes palabras del citado P. Pascual: «Lo más particular que se requiere en este Ascenso del entendimiento es observar los Puntos transcendentes, de los que trata latamente el Beato Lulio, siendo esta observación tan necesaria, que sin ella no se puede dar un paso sin tropiezo.»109.

22.- Quien desee completar el estudio de esta parte de la Ideología luliana puede leer con fruto las siguientes obras del Arcangélico: «De substantia et accidente», «De possibili et impossibili», «De concordantia et contrarietate», «De quinque Praedicabilibus et decem praedicamentis» y «De efficiente et effectu.»

Como el título de las obras ya indica, en ellas forma Lulio las mismas ideas universalísimas que forma Santo Tomás de Aquino; siendo, además, idénticos el uso y empleo de las mismas en ambos filósofos, es decir, levantar con ellas el palacio de la Ciencia, como verá el curioso lector.

23.- Otro tanto podemos decir de muchos capítulos del Liber Mirandarum Demonstrationum.

24.- En el libro I de esta obra hay que ver el cap. 45 intitulado «De mediatè et immediatè.»

25.- En el libro II encontrarán mis lectores sendos capítulos «De unitate et pluralitate et compositione.» (Cap. 32).

«De prima Causa.» (Cap. 43).

«De culpa et poena.» (Cap. 46

«De Esse et Non-esse.» (Cap. 48).

«De Contrarietate.» (Cap. 49).

En el libro III de la misma obra hay que ver:

«De opere Perfectionis.» (Cap. 10).

«De opere Simplicitatis.» (Cap. 11).

«De opere Libertatis.» (Cap. 12).

«De Affirmatione, Negatione et Dubitatione.» (Cap. 17).

«De Necessitate.» (Cap. 18).

«De Participatione.» (Cap. 21).

«De Contradictione.» (Cap. 22).

«De Similitudine.» (Cap. 23).

«De Infinitate et Fine.» (Cap. 27.)

«De Subsistentia.» (Cap. 28).

«De Ordinabili.» (Cap. 32).

«De Abstracto et Concreto.» (Cap. 33).

«De Causa efficiente et finali.» (Cap. 37).

«De Essentia et Proprietatibus.» (Cap. 39).

«De Actu et Potentia.» (Cap. 42).

«De Consequentia et Relatione.» (Cap. 48).

«De Compositione.» (Cap. 49).

«De Possibilitate et Impossibilitate.» (Capítulo 50).

Vayamos por último al libro IV:

«De Causa Efficiente.» (Cap. 21).

«De Causa Materiali.» (Cap. 22).

«De Causa Formali.» (Cap. 23).

«De Causa Finali.» (Cap. 24).

«De Terminatione.» (Cap. 35.)

26.- Todas estas ideas universales y universalísimas de substancia y accidente, posible e imposible, concordancia y contrariedad, género, especie, diferencia y propio, cantidad, relación, calidad, acción, pasión, tiempo, lugar, sitio y hábito, eficiente y efecto, mediato e inmediato, unidad, pluralidad, simplicidad y composición, Causa primera, culpa y pena, ser y no-ser, contrariedad, perfección, libertad, afirmación, negación y duda, necesidad, participación, contradicción, semejanza, infinidad y fin, subsistencia, orden abstracto y concreto, esencia y propiedades, acto y potencia, consecuencia y los cuatro géneros de causa, etc., fórmalas el Beato Lulio siguiendo el procedimiento tomista, que es el de Aristóteles, como es de ver leyendo las obras dichas y los capítulos enunciados y otros muchísimos pasajes de su inmensa Enciclopedia que sería largo referir.

27.- Como Santo Tomás, forma el Beato Lulio estas ideas universalísimas, que sólo dependen y traen su origen de la sensibilidad como de excitante y condición sine qua non, en frase tomista.

Como Santo Tomás, admite el Beato Lulio un segundo género de conocimiento intelectual, es a saber, el conocimiento intelectual relativo a las ideas universalísimas, cuyas razones objetivas son independientes de la materia, en frase tomista.

Como Santo Tomás, sírvese el Beato Lulio de las ideas universalísimas dichas, para cimentar, levantar, construir y perfeccionar el edificio de la Ciencia.

§. 6.

Conocimiento intelectual relativo a objetos puramente espirituales, como Dios, Ángeles, vida futura.

1.- Ya estamos en el sexto peldaño del Ascenso luliano del entendimiento.

¿Llega Lulio, como Santo Tomás, a la percepción de objetos puramente espirituales, por ejemplo, Dios, mediante las ideas universalísimas, es decir, de unas ideas necesarias e inmutables, pero que dependen de la sensibilidad como conditio sine qua non?

-Es evidente que sí.

2.- Pruebas.

Ni más ni menos que Santo Tomás de Aquino, el Beato Raimundo Lulio demuestra la existencia de Dios por medio de las ideas de motor, movente, movido, movimiento.

3.- En Filosofía -dice-, demostramos la existencia de un motor separado, en vista de que existe un motor unido a otra cosa.

Como el movente se mueva a sí mismo por medio del apetito, conviene que el motor, que es parte del movente, se mueva a sí mismo por el apetito de alguna cosa apetecible superior al motor en lo que toca al moverse.

Pues lo apetitivo es, en cierta manera, el movente movido; y lo apetecible es el movente totalmente no movido.

De consiguiente, conviene el primer motor sea separado y totalmente inmóvil.

Pues, si fuese movido, lo sería por otro motor, y éste por otro, y así no acabaríamos nunca.

Es necesario, por tanto, llegar a un primer motor que sea totalmente inmóvil.

Al primer motor inmóvil le damos el nombre de Dios110.

4.- Dígasenos, ahora, ¿en qué se diferencia este argumento luliano, para la demostración de la existencia de Dios, del consabido argumento tomista para la demostración de lo mismo?

5.- El mismo género de argumentos, que podemos llamar luliano-tomistas, para evidenciar la existencia de un Ser supremo, hállanse en las siguientes obras del Beato:

«Liber de Ente simpliciter per se et propter se existente et agente»;

«Liber de Essentia et Esse Dei»;

«Liber de Esse infinito»;

«Liber de Ente simpliciter perfecto.»

6.- No queremos terminar este punto sin aducir otro argumento, sacado esta vez del Libro del Ascenso y Descenso del entendimiento.

En él se prueba la existencia de Dios por medio de las ideas universalísimas (no simplemente universales) de ente, de principio, de primero (supuesto que existen realmente seres), es decir, siguiendo el mismo procedimiento de la Escuela tomista.

7.- Véase, si no. Escribe el Doctor Arcangélico: «Deseoso el entendimiento de probar y saber que hay Dios, y que es ente necesario, mueve al Afato (que es un sexto sentido corporal) para que pronuncie lo siguiente:

Precisamente hay Ente eterno, porque, si no lo hubiese, el primero que tuvo ser se principiaría a sí mismo, lo que es imposible. Pues nadie puede ser principio de sí mismo, porque, si lo fuese, tendría ser antes de ser, lo que es imposible.

A este Ente eterno y sin principio, que dio principio a los demás entes, llamamos Dios.»111.

8.- Como van observando nuestros lectores, es evidente que el Beato Lulio admitía y practicaba constantemente el Ascenso intelectual preconizado por Aristóteles y Tomás de Aquino.

II

9.- Pasemos a ver ahora si nuestro Doctor y Maestro demostraba la existencia de los Ángeles por el mismo procedimiento ideológico que emplean los tomistas.

No puede caber duda.

10.- Dice Suárez que más posibles son los Ángeles, y más conformes a la divina virtud el producirlos, que las substancias materiales, por ser aquéllos más semejantes a Dios, y éstas menos112.

Exactamente lo mismo enseñaba el Beato Lulio cuando escribía en el Libro del Ascenso y Descenso ya citado: «A su grandeza (la de Dios) le compete más producir un grande bien y grande ser, que un pequeño bien y un pequeño ser. Y no siendo dudable que, si produce al Ángel, produce el mayor bien y el mayor ser que cabe en lo criado, compete a su grandeza producirle, por ser más propio de cualquier ente crear o producir al que le es más semejante, que al que le es menos semejante.» (Dist. VIII, pág. 181).

11.- Dice el Eximio Doctor Suárez que, por razón de la semejanza entre Dios y la criatura, y por haber Dios de poner en el Universo todos los grados de perfección, perteneciendo al supremo de ella la substancia angélica, hay que deducir la posibilidad de los Ángeles; porque, si así no fuera, faltara al mundo la mayor semejanza con Dios y mayor comunicación de su bondad y perfección113.

Exactamente lo mismo enseñaba el Beato Lulio cuando escribía, en la Obra y lugar citados: «Es la grandeza de Dios, como queda dicho, la razón de que las cosas sean grandes, como fuente de donde dimanan todas las grandezas.

Por lo que el entendimiento se admira de que haya Dios criado cosas pequeñas o parvas y de poca perfección, pues en algún modo son disimilitud de su grandeza, hasta que se pone a considerar todas las partes del Universo creado, las que halla tan proporcionadas, que, si faltase alguna de ellas, no pudiera ser perfecto, pues debe constar, como consta, de partes mayores y menores.

Y por esto hay bondad espiritual, que es el Ángel, que tiene mayor bondad que el hombre; el hombre la tiene mayor que el animal irracional; el animal irracional la tiene mayor que la planta; la planta, que la piedra.

De lo cual se sigue que, para que no falte esta escala, y quede el Universo imperfecto, es necesario que haya Ángeles.»

12.- Finalmente, prueba Suárez la posibilidad y existencia de los Ángeles, porque es posible y existe el alma racional, que es substancia espiritual, incompleta y menos perfecta que el Ángel, substancia en sí completa, quien, por consecuencia, con mayor razón debe existir114.

La comparación que Suárez establece entre el alma racional y el Ángel, el Beato Lulio la establece entre las estrellas del Firmamento y los Ángeles.»

El argumento es el mismo, aunque propuesto con diferentes palabras.

Dice el Arcangélico: «La divina Potestad y la divina Eternidad convienen en el efecto, y también la divina Bondad y Grandeza.

Y así la divina Potestad y Eternidad causan los Ángeles de una manera poderosa, durable, buena y grande. ¿Para qué? -Para que sean intensivamente mis durables y más poderosos que las estrellas del Firmamento, pues el Ángel es espíritu, y, por consecuencia, más perfecto, durable y poderoso que no las estrellas del Firmamento; en lo que se manifiesta que hay Ángeles. (Lugar citado).

13.- Según nuestro humilde parecer, los cinco argumentos que, en pro de la posibilidad y actualidad de los Ángeles, aduce Lulio en su citada obra, pueden reducirse con muchísima facilidad a los tres que, en su obra citada también, aduce Suárez en defensa de lo mismo.

14.- El último argumento luliano es como sigue:

«Todo aquello se ha de suponer por lo cual el Universo es más perfecto, para que la divina Virtud, Verdad y Gloria sean causas mayores más perfectas en su efecto: luego hay Ángeles.

La menor se declara: porque, si hay Ángeles, hay espíritu no unido, un ser espiritual que existe por sí solo

Ahora bien; es de saber que hay espíritu o ser espiritual unido, como el alma con el cuerpo; hay ser corporal unido con otro ser corporal, como el vegetado con el elementado; y hay ser corporal no unido con otro corporal, como las constelaciones siderales, que no están unidas con los elementos.

Toda la perfección del Universo consiste en estas cuatro especies.

Y, si no hubiese Ángeles, faltaría una, de cuya falta se seguiría la imperfección de todo él.» (Lugar citado).

15.- ¿Qué hemos visto hasta aquí? -Lo siguiente: que el Beato Lulio, lo mismo que Santo Tomás, por medio de la experiencia física inmediata, y por medio de las ideas universalísimas, nacidas también, aunque remotamente, de la sensibilidad, llega a la percepción de unos objetos llamados Ángeles, de los cuales nuestro entendimiento tiene ideas, sin ser debidas, de un modo inmediato, a la acción de los sentidos.

16.- El procedimiento ideológico que sigue nuestro Beato para examinar las cuestiones de la posibilidad y existencia de los Ángeles es el mismo que sigue en lo relativo al conocimiento angélico, en lo cual, como es de suponer, conviene asimismo con la Escuela tomista.

III

17.- ¿Cómo llega el Beato Raimundo al conocimiento de la vida futura?

-Por el procedimiento ideológico empleado por Santo Tomás y sus discípulos.

Es decir, por las ideas universalísimas de libertad o libre albedrío, de justicia, de mérito, de pecado.

18.- Como es de suponer, en cada página de sus obras morales sienta Lulio, del modo más terminante, que tiene el hombre la omnímoda libertad de hacer el bien y el mal moral115.

19.- El Beato fecunda luego la idea de libertad con otra idea universalísima, es a saber, con la idea del deber, justicia o ley moral.

El hombre tiene deberes estrictísimos para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo.

He aquí la justicia116.

20.- De aquella fecundación nacen otras dos ideas universalísimas: la de pecado y la de mérito.

Pecado es aquello que es contra Dios y contra el ser y la obra de la criatura117.

21.- Ahora bien; cuando el hombre obra de conformidad con sus deberes ya dichos, como lo hace libremente, pues puede dejar de hacerlo, y aun hacer lo contrario, adquiere algo. ¿Qué adquiere? -Mérito118.

22.- Pero Dios es justo. ¿Qué digo? Es la razón natural quien me enseña que solamente Dios es justo; más aún: que Dios es la misma justicia. Y la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo.

23.- De consiguiente, es imposible que Dios deje de castigar un solo pecado; es imposible que deje de premiar un solo mérito.

-¿Lo hace en la vida presente?

-Es evidente que no.

24.- Pues vemos todos los días a los hombres buenos y justos y merecedores de galardón, que padecen, no obstante, injusticias de parte de sus semejantes, hasta más allá del sepulcro. En cambio, tampoco es raro ver al crimen triunfante.

25.- ¿No se sigue nada de ahí? -Mi razón se rebela contra la respuesta negativa.

Mi razón clama, sin cesar, que de ahí se sigue algo.

-¿Qué?

-La vida futura.

26.- Y todo cuanto decimos lo probamos con textos lulianos119.

Estos argumentos de la Primera Parte de la ideología del Beato se parecen a los argumentos tomistas, como una gota de agua se parece a otra.

27.- Basta. Hemos evidenciado que nuestro Doctor y Maestro admite, como Santo Tomás de Aquino, el sexto peldaño del Ascenso intelectual aristotélico; es decir, que, mediante las ideas universalísimas, llega a la percepción de unos objetos puramente espirituales, como Dios, los Ángeles, la vida futura, tal como lo practican los discípulos del Aquinatense.

§. 7.

Formación de los axiomas o primeros principios de la ciencia, por medio de las ideas universalísimas.

1.- Sólo nos falta, para terminar este Artículo, hablar de los axiomas o primeros principios del humano conocimiento, que, después de las ideas universalísimas, forma igualmente el Doctor Arcangélico.

2.- Son axiomas o primeros principios de la ciencia el principio de contradicción, el principio de causalidad, el principio de identidad, etc., etc.

He aquí el género más perfecto de materiales que emplea Santo Tomás para construir el real palacio de las ciencias.

3.- Estos nuevos materiales, ¿los emplea asimismo el Beato Raimundo?

Estos axiomas o primeros principios, ¿los forma el Beato Lulio de la manera como los forma el Angélico, es decir, mediante la combinación de las ideas universalísimas estudiadas ya?

Respondemos afirmativamente a las dos preguntas.

a) El ente existe: he aquí un primer principio de la razón humana, enseñado como tal por Santo Tomás de Aquino.

Pues no hay más que consultar la obra del Beato Liber de Ente reali et rationis, para convencerse de que el origen de este principio y el empleo del mismo son exactamente los mismos en Santo Tomás y en Lulio.

Afirmamos otro tanto de la obra luliana Liber de naturali modo intelligendi.

) No hay efecto sin causa: he aquí otro primer principio de la razón humana, enseñado por el Ángel de la Escuela y tenido por todos los aristotélicos como certísimo y evidentísimo.

El origen y formación de estotro primer principio, la determinación de sus caracteres y el empleo y finalidad del mismo, son idénticos en el Tomismo y en el Lulismo.

Pruebas: léase la obra del Arcangélico Doctor Liber Efficiente et Effectu.

c) Es imposible que una cosa exista y no exista a la vez y bajo el mismo respecto: he aquí otro primer principio de la razón humana, según la Escuela común o aristotélico-tomista.

Santo Tomás llega hasta este principio procediendo por vía de análisis, y parte de él raciocinando sintéticamente; además, ningún razonamiento, si aspira a la verdad, puede estar en contradicción con dicho principio: es el primer principio de todas las demostraciones indirectas, y es un firmísimo criterio de verdad.

La misma doctrina sienta el Beato Raimundo Lulio.

El uso y práctica de este principio son constantes en todas las obras lulianas; y citamos, por vía de ejemplo, cinco no más, puesto que, en ellas, el empleo que de él se hace, no es solamente constante, sino especialísimo. Helas aquí.

«Liber facilis scientiae»;

«Quaestiones supra Librum facilis scientiae»;

«Liber de novo modo demonstrandi, sive Ars praedicativa Magnitudinis»;

«Liber Contradictionis»;

«Liber de syllogismis contradictionis.»

4.- Algunas palabras del Beato relativas al particular que nos ocupa:

«De sermone contradictionis.

«Dixit Contradictio: Mea essentia est in anima considerata, contracta et concepta.

«Habeo duas species: unam intensam per impossibile; aliam extensam per possibile.

«Per impossibile enim non sum ens reale, utpote impossibile est, quod illud quod est non sit, dum est; et quod fuit, non fuerit; et quod album, dum est album, sit nigrum, et e converso; et hujusmodi.

«Alia species est per possibile, et eruitur a prima per accidens, quae causat entia contradictoria; sicut est contrarietas inter frigidum, et calidum, inter verum et falsum et hujusmodi.

Ecce qualiter aliqui credunt disputare per meam qualitate extensam et disputant per intensam, et e converso; et quid mirum, si non possunt convenire.

Tunc Raymundista et Averroysta dixerunt Contradictioni disputationem in qua erant in langore et dolore, quolibet habente bonam intentionem ad verum objectum, et rogaverunt eam intime quod daret eis consilium, quid super hoc erat faciendum.

Ipsa autem dixit eis, quod acciperent centum maximas discursas per possibile, quae sunt in Libro de possibili et impossibili, et quod disputarent per ipsas syllogizando, ita quod Raymundista faciat syllogismum, et Averroysta syllogizet in oppositum; et isti syllogismi represententur intellectui et voluntati Philosophi (cum intelligibile sit objectum intellectûs, et amabile, voluntatis); et tunc apparebit cujus syllogismus est verus et cujus falsus, et quis implicat contradictoria, et contrarietates sive fallacias; postea stetis ad hoc quod videtur magis bene, (magne, durabiliter, potenter, virtuose, vere, delectabiliter et perfecte) intelligibile, amabile, et illum syllogismum eligatis esse verum et suum oppositum esse falsum.

Et sic per talem modum possetis convenire, postquam habetis bonam intentionem inveniendi veritatem.»120.

5.- Esto es lo que dice Lulio sobre la esencia y naturaleza de la Contradicción (domina pulcherrima pretiossime ornata et induta, como dice el Beato), esto es, sobre el principio de contradicción.

Como se ve, Lulio da reglas para el buen uso de dicho principio.

6.-d) Todo ente es su propia naturaleza: he aquí otro primer principio de la razón humana, principio apriorístico en que se apoyan todas las demostraciones llamadas directas.

Otros aristotélicos lo formulan así: omne ens est habens essentiam, como Suárez.

De uno y otro modo lo formula en sus obras el Filósofo palmesano, y en él se apoya siempre en las demostraciones ostensivas, las cuales son muy frecuentes en la Enciclopedia luliana.

Que todo ente es aquello que tiene esencia, lo establece como primer principio del orden especulativo, siempre y cuando se ocupa en la esencia, en el ser, en la entidad, en la naturaleza; por ejemplo, al tratar de las Cien Formas o ideas universalísimas.

7.- Puede también consultarse la obra Ars Magna generalis et ultima, parte X, al hablar De entitate y De essentia (cap. 16 y 17), y la parte XI de la misma obra De quaestionibus essentiatis y De quaestionibus essentiae (cap. 78 y 79), amén de otros muchísimos pasajes lulianos.

«Quoniam entitas et essentia convertuntur, sequitur quod esse et ens convertantur; et ideo sicut diximus de entitate et ente, sic possumus dicere de essentia et esse.» (Ars Magna gener. et ult.; parte X, cap. 17).

8.- Basta.

¿En qué consiste la Ideología aristotélico-tomista?

Todo el mundo lo sabe: en ascender desde lo sensual (sensible) a lo intelectual.

Pues bien; el Beato Raimundo Lulio dedicó todo un libro a la exposición de ese procedimiento ideológico, como él mismo lo dice con las siguientes palabras.

«Liber de Ascensu... intellectus ars dicitur, eo quia ad entia sensibilia, imaginabilia, dubitabilia, credibilia, et intelligibilia docet ascendere... artificialiter intellectum, ut de ipsis entibus faciat scientias intellectus.»121.

9.- En vista de cuanto llevamos dicho, podemos afirmar ser más claro que la luz del mediodía que nuestro Beato admite y practica constantemente el descenso intelectual de Aristóteles y Santo Tomás.

Pero ésta no es más que la Primera Parte de la Ideología Luliana.

10.- Esto es capitalísimo para formarnos un concepto verdadero y cabal del Lulismo.

Además, sin ello, jamás lograría el Lulismo ingresar en el tesoro de la moderna ciencia y en las corrientes científicas del presente. Lo cual constituye la razón de ser de nuestro Lulismo.

11.- Tócanos ahora demostrar que la Segunda Parte de la Ideología luliana, o sea, el Descenso del entendimiento, es un desarrollo, un complemento, una extensión, una evolución natural y lógica, y, por consiguiente, una perfección, de la Ideología de Santo Tomás de Aquino.

Punto es ése que requiere Artículo aparte.




ArribaAbajoArtículo 4.º

Donde se prueba que el Descenso luliano del entendimiento (Segunda Parte de la Ideología del Beato) nace legítima y naturalmente del mismo seno de la Ideología peripatética: con lo cual evidente cosa es que la Academia (interpretada por Lulio), en el orden ideológico, es un desenvolvimiento lógico del Liceo; resultando, por ende, conciliados en este nuevo punto Platón y Aristóteles por el genio altamente armónico del Beato Raimundo.


§. 1.

1.- Detengámonos en uno de los peldaños del procedimiento ideológico de Aristóteles explicados ya, o sea, en aquella fase de la Ideología peripatética según la cual

1) previo el ejercicio de las facultades sensitivas y

2) previa la formación de las ideas universales de hombre, caballo, perro, planta, etc.

3) formamos las ideas universalísimas de substancia, accidente, ser, no-ser, contingente, necesario, verdad, calidad, relación, diferencia, etc.

-¿Con qué fin formamos estas ideas universalísimas?

-Para luego formular, con su auxilio o múltiple combinación, unas proposiciones que serán los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de toda la ciencia, por ejemplo, el principio de contradicción, el de causalidad y otros.

2.- Preguntamos ahora nosotros: ¿agotaron Santo Tomás, o Aristóteles, el número posible de aquellas ideas universalísimas?

-Es evidente que no. Lo afirmamos con la mayor seguridad, persuadidos de que no recibiremos mentís alguno de parte de los aristotélicos o tomistas, así antiguos como modernos.

3.- Otra pregunta: ¿agotaron Santo Tomás o Aristóteles el número posible de aquellos axiomas o primeros principios del conocimiento intelectivo y de la ciencia?

-No, señores. Ni en el Aristotelismo anterior al Santo, ni en los discípulos del Santo, nadie afirma lo contrario de nosotros.

4.- Toda combinación legítima de las ideas universalísimas constituye un verdadero axioma p primer principio del conocimiento y de la ciencia.

¿Hizo el Angélico todas las combinaciones posibles? -No.

Ni podía hacerlas. Pues hemos dicho que ni tan siquiera formó todo el número posible de las ideas universalísimas.

§. 2.

5.- Ahora bien; a las ideas universalísimas formadas por Santo Tomás añadió otras nuestro Beato Raimundo Lulio; y, con la combinación de estotras ideas universalísimas, formuló el Arcangélico nuevos axiomas o primeros principios del conocimiento y de la ciencia.

Y estas nuevas ideas universalísimas, y estos nuevos axiomas o primeros principios, constituyen el Descenso del entendimiento, es a saber, constituyen la Segunda Parte de la Ideología luliana, o, mejor dicho, constituyen el complemento y perfección de la primera, o sea, de la Ideología tomista.

6.- Las ideas universalísimas que el Beato añadió a las formadas por el Santo son las siguientes:

Bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, diferencia, concordancia, principio, medio, fin, igualdad.

7.- A la manera como Santo Tomás, mediante la variada combinación de las ideas universalísimas por él formadas, establece los axiomas o primeros principios del conocimiento y de la ciencia; el Beato formula estos axiomas o primeros principios mediante la variada combinación de las ideas universales de bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría, voluntad, etc.

8.- Estos nuevos axiomas o primeros principios, que, en cierto modo, podemos llamar lulianos, son de dos clases:

a) las Condiciones o Juicios, o sea, las proposiciones formadas por la inmediata combinación de dos o más de aquellas ideas universalísimas o Conceptos; por ejemplo, la bondad es grande en el poder; el poder no es amable sin la virtud; la concordancia es mayor en la mayor diferencia, y menor en la menor diferencia, etc. etc.;

) las Reglas o Razonamientos, esto es, las tesis formadas por la fuerza resultante de dos o más Condiciones o Juicios. Tales como:

1) -De Dios siempre se ha de concluir aquello por lo que se manifieste ser sumo y más nobles sus perfecciones en el ser y obrar.

2) -De Dios no se ha de determinar lo que parece convenir con una sola perfección considerada absolutamente, sino lo que todas combinadas piden o con que concuerdan más.

3) -De la criatura o del efecto de Dios se ha de concluir lo que lo manifiesta más noble, perfecto o semejante a Dios, por ser mayores sus perfecciones o semejanzas que participa.

4) -Cuando de las tres partes o puertas de la cuestión, una concuerda con la primera intención (o sea, lo más noble y más perfecto), y la otra con la segunda (lo menos noble y perfecto), se debe concluir aquella que conviene con la primera intención, despreciando su opuesta.

5) -Cuando se supone o se sabe que existe alguna cosa que conviene con la minoridad, se ha de inferir que con mayor razón existe la otra que concuerda con la mayoridad.

6) -Como en las cuestiones se inquiere el ser o el no-sér de las cosas, se ha de concluir que aquello es que conviene con la perfección, y que no es lo que concuerda con el defecto.

7) -Se ha de concluir aquella parte que importa mayor perfección o mayoridad de bondad, grandeza y demás términos que convienen con la perfección.

8) -Lo congruente es necesario.

9) -Lo ideal es real.

10) -Se ha de resolver aquella parte de la cuestión en que las perfecciones divinas y sus semejanzas, que son las perfecciones criadas, se manifiestan mayores.

Y otras muchas Reglas o Razonamientos.

§. 3.

9.- Siendo esto así, como realmente es, se impone la siguiente pregunta: ¿por ventura no es lícita la formación de las ideas universalísimas de bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, diferencia, concordancia, principio, medio, fin, igualdad?

-Claro que lo es.

Es tan lícita la formación de las ideas universalísimas de bondad, grandeza, duración, etc. (que hallamos en las obras del Beato Lulio), como la de las ideas de substancia, accidente, ser, no ser, necesario, contingente, todo, parte, universal, particular (que hallamos en los libros de Santo Tomás, y con cuya combinación o auxilio formula el Angélico los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia).

10.- He aquí otra pregunta que igualmente se impone a todo trance: ¿cuáles son las ideas que deben entrar (y cuáles no deben entrar) en la formación de los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia?

-Respuesta:

Hay unas ideas que son menos universales que otras: a las primeras las llamaremos universales; y a las segundas, o sea, a las más universales, las denominaremos universalísimas.

11.- Llamo ideas universales a las formadas por el entendimiento

a) después que mis sentidos, externos e internos, han percibido varios seres singulares (varias plantas, varios animales brutos, varios hombres)

) y después de haber abstraído las diferencias y condiciones individuales de dichos seres.

Por ejemplo, las ideas de planta, bruto animal, hombre.

12.- Llamo ideas universalísimas a las formadas por mi entendimiento cuando, una vez puesto en acción por medio de aquella idea dicha universal (la idea de planta, de bruto animal, de hombre) y de la percepción del objeto a que se refiere, no se detiene aquí la actividad intelectual, sino que convierte, por decirlo así, aquella misma idea en ocasión y como punto de partida para un desenvolvimiento intelectual ulterior.

Analizando y comparando la referida idea universal y el objeto representado por ella con otros objetos e ideas igualmente universales, llega a las ideas más universales, necesarias e inmutables.

Pues bien; estas ideas más universales, necesarias e inmutables son las que nosotros designamos con el nombre de ideas universalísimas.

(Para esta clasificación de ideas nos ha prestado su doctrina -mutatis mutandis- el eximio tomista Cardenal González, en sus Estudios sobre la Filosofía de Santo Tomás, tomo III, pág. 160).

13.- Ahora brillará clarísima nuestra respuesta a la segunda pregunta. ¿Cuáles son -hemos preguntado- las ideas que deben entrar (y cuáles no deben entrar) en la formación de los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia?

-Respondemos, sin la menor sombra de duda: pueden entrar cualesquiera de las ideas universalísimas.

No pueden entrar las ideas simplemente universales.

Estamos seguros que ningún tomista va a contrariarnos.

14.- La razón de aquello es obvia; los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia no pueden estar constituidos por datos o verdades particulares, porque el conocimiento intelectual y la ciencia tienen por objeto lo universal, lo más universal; y con el apoyo inmediato de datos y verdades particulares, jamás alcanzaremos lo universal, ni, de consiguiente, lo más universal.

¿Bastarán las ideas simplemente universales?

-Tampoco, porque el conocimiento intelectual y la ciencia, teniendo por fin, en último resultado, lo más universal que darse pueda, jamás llegaríamos a esto con el apoyo inmediato de verdades simplemente universales.

Requiérense, por tanto, las ideas universalísimas.

Sólo ellas bastan.

Cualquiera de ellas puede servir.

Ninguna de las simplemente universales sirve para el caso.

§. 4.

15.- Ha llegado la hora de dar un paso adelante. Decimos nosotros: es así que las ideas de bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, diferencia, concordancia, principio, medio, fin, igualdad, todas pertenecen a la clase de las universalísimas.

¿Quién podrá negarlo?

Luego las ideas de bondad, grandeza, duración, etc., formadas por el Beato Lulio, pueden entrar en la formación de los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia.

Que es lo que hizo el Filósofo palmesano.

Y es lo que queríamos demostrar.

§. 5.

16.- ¿Formuló bien el Beato Lulio (mediante las ideas universalísimas de bondad, grandeza, duración, etc.) los axiomas o primeros principios de que venimos hablando? O lo que es lo mismo: ¿son verdaderos y exactos los Juicios (Condiciones) y los Razonamientos (Reglas), que son la base del Descenso luliano del entendimiento?

Esto ya es otra cosa.

Aquí no hablamos para nada de si, en la práctica de la segunda parte de la Ideología luliana (el Descenso), erró o no erró, poco ni mucho, el Arcangélico Maestro.

17.- Ahora solamente nos incumbe examinar de dónde viene la Segunda parte de la Ideología luliana:

a) si esta Segunda parte (luliana) tiene el mismo origen que la Primera (aristotélico-tomista);

) si ambas partes reconocen una fuente común.

c) si la Segunda parte (el Descenso) es incompatible con la primera (el Ascenso);

d) si la segunda es un complemento de la primera;

e) si la segunda es tan legítima y natural como la primera;

f) si, dados los principios y los procedimientos ideológicos de Santo Tomás de Aquino, podemos nosotros teorizar y practicar los Conceptos, los Juicios y los Razonamientos que nos proporcionan las ideas universalísimas de bondad, grandeza, duración, etc.

NOTA.- Por supuesto que estamos nosotros plenamente convencidos de la verdad y exactitud de las Definiciones de dichos Conceptos e igualmente de la verdad y exactitud de los Juicios y Razonamientos, que el Beato Raimundo nos ofrece en sus obras teóricas y prácticas de la Segunda parte de su Ideología (o Descenso del entendimiento).

Para ello remitimos al estudioso lector al libro del Padre Pascual (Examen de la Crisis del P. Feyjóo sobre el Arte Luliana, tomo II, pág. 1 a 47).

§. 6.

18.- Infiero yo de todo lo dicho que la Segunda parte de la Ideología luliana es un complemento legítimo de la primera; y, por tanto, que el Descenso luliano del entendimiento es un desarrollo, una extensión, una evolución natural y lógica, y, por ende, una perfección, del Ascenso de Aristóteles y Santo Tomás: que es lo que debíamos probar.

19.- ¿Cuál es el origen de las ideas universalísimas que forma Santo Tomás?

-El mismo de las ideas universalísimas que formara el Beato Lulio.

Y adviértase que el mismo Santo Tomás formó, al igual del Beato Lulio, las ideas universalísimas de bondad, grandeza, duración.

Están todas estas ideas desparramadas en las numerosas obras del Angélico.

Nada hay, pues, que objetar relativamente a las ideas universalísimas de que parte el Filósofo de Cataluña.

20.- ¿Acaso no pueden ellas entrar en la formación de los axiomas o primeros principios del conocimiento intelectual y de la ciencia?

-Pero, ¿quién se atreverá a decirlo?

Pueden entrar (o integrar dichos axiomas o primeros principios) todas las ideas que sean verdaderamente universalísimas.

Estamos seguros de no recibir mentís alguno.

21.- De ahí se sigue que la Ideología luliana es tan legítima como la Ideología tomista, y, en ninguna manera, antitéticas.

22.- Y como Santo Tomás no aprovechó todas las ideas universalísimas de que podía echar mano para la formación de los axiomas o primeros principios (pues se olvidó de las ideas de bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría etc.); como Santo Tomás no formuló el segundo género posible de axiomas o primeros principios (las Definiciones de aquellas Ideas universalísimas o Conceptos, los Juicios y Razonamientos dichos); por esto establecemos y sentamos que la Ideología fundada en todo esto es un complemento, una extensión, una evolución, un desenvolvimiento natural y lógico, nacido ex visceribus rei, de los mismos principios y procedimientos ideológicos del Ángel de las Escuelas.

23.- El origen de ambas Ideologías (la luliana y la tomista) es común; hay dos géneros de ideas universalísimas y, por ende, de axiomas o primeros principios; Santo Tomás toma únicamente uno de aquellos dos géneros, mientras que el Beato Lulio toma los dos.

Por esto el Lulismo es un desenvolvimiento y un complemento (o perfección) del Tomismo.

24.- Es desenvolvimiento, porque, dados los principios ideológicos del Angélico (o sea, la Ideología tomista), debían ser estos principios desarrollados todo lo posible; lo que no hizo el Santo, y, sí, el Beato.

25.- Es complemento, porque las leyes del humano pensamiento (derivadas de las ideas universalísimas del Santo y de sus consiguientes axiomas o primeros principios), no son todas las leyes de dicho pensamiento. Ya que pensamos también o razonamos naturalmente (si bien por manera inconsciente los desconocedores de Lulio), mediante las leyes originadas de aquellas ideas universalísimas de Lulio y sus consiguientes axiomas o primeros principios.

Lulio completa las leyes de la razón humana redactadas por Aristóteles y el Aquinatense.

26.- Es, por fin, el Lulismo una perfección del Tomismo, porque lo que es desenvolvimiento natural y lógico de los principios de una cosa, y, a la vez, complemento de esta cosa, es evidentemente una perfección de la misma.

§. 7.

27.- Alguien puede que nos replique:

-Pero nosotros negamos (puesto que desconocemos todavía la explicación detallada del Descenso luliano); nosotros negamos que el hombre razone naturalmente mediante las ideas universalísimas del Beato y sus consiguientes axiomas o primeros principios (Conceptos, Juicios y Razonamientos).

-Transeat, contestamos a nuestra vez.

Esto es ya -decimos segunda vez-, esto es ya otra cuestión.

Puede ser que el Arcangélico se haya equivocado en la práctica de su Descenso intelectual, y que, de consiguiente, sea verdad que el hombre no razona naturalmente mediante los Conceptos, Juicios y Razonamientos tales como los formula nuestro Filósofo.

Pero al presente no tratamos de esto.

28.- Ahora ventilamos si los principios ideológicos del Beato son antitéticos a los principios ideológicos del Santo;

a) si el Angélico agotó o no el número posible de aquellas ideas universalísimas y, por tanto, de sus consiguientes axiomas o primeros principios;

) si la Ideología característica del Beato dista toto coelo de la Ideología del Santo, según algunos afirman todavía;

c) si, tocante, a lo menos, a los orígenes de la Ideología (ya que no, en el supuesto de nuestros adversarios, en la práctica ideológica), podemos ser, a la vez, tomistas y lulistas;

d) si, admitida toda la Ideología tomista, el Aquinatense podía o no tomar un segundo rumbo ideológico;

e) si el origen del Descenso luliano se halla o no en los mismos principios ideológicos del Angélico;

f) si el Descenso luliano es o no un desenvolvimiento y una continuación o extensión del mismo Ascenso aristotélico-tomista.

¿Qué importa que luego se equivocase el Beato en uno o en varios puntos del total desarrollo, y de la práctica sobre todo, de la Segunda parte de su Ideología?

Esto constituye ya otra cuestión.

No hay que involucrar las cuestiones.

NOTA.- Nosotros, empero, estamos convencidísimos de que el hombre razona naturalmente mediante los Conceptos, Juicios y Razonamientos tales como los propone y formula el Doctor Arcangélico. Por lo que, pedimos insistentemente al estudioso lector, si quiere estudiar este importantísimo punto, que lea la referida obra del Padre Pascual, Examen de la Crisis del Padre Feyjóo sobre el Arte Luliana, tomo II, pág. 47 a 107.

§. 8.

29.- Concluyamos, de una vez para siempre:

1) la Ideología del Beato Raimundo consta de dos partes;

2) la primera parte es la misma Ideología de Santo Tomás de Aquino;

3) la segunda parte nace, se origina, derívase natural y lógicamente de los principios ideológicos de la primera;

4) por lo que, la Ideología característica de Lulio es un desenvolvimiento, un complemento, una perfección de la Ideología característica del Angélico Doctor;

5) la Ideología luliana y la Ideología tomista no son antitéticas, sino que, muy al revés, reconocen un origen común;

6) en Ideología podemos ser tomistas y lulistas a la vez.

¿Qué más queremos nosotros sino demostrar, a la faz del universo mundo, que nos encontramos dentro, muy dentro, en las mismas entrañas de la legalidad aristotélico-tomista?

§. 9.

30.- ¿Qué es lo que acabamos de ver?

-Lo siguiente:

El Beato Raimundo Lulio, de conformidad con Aristóteles y corrigiendo en este punto a Platón, admite todos y cada uno de los peldaños del Ascenso del entendimiento o Ideología aristotélica, por ser connatural al hombre ese procedimiento ideológico.

Pero uno de esos peldaños consiste en que, mediante las ideas universalísimas, formamos los axiomas o primeros principios de la ciencia; de los cuales axiomas nos valemos para edificar, en último término, el suntuoso palacio de la ciencia humana.

31.- Ahora bien; es de saber que, como nota Fox Morcillo con finísima crítica, Aristóteles se contentaba con el conocimiento de las causas más próximas de cualquier cosa, prescindiendo casi de las restantes (at vero Aristoteles, qui propinquis rei causis contentus, reliqua fere neglexit...) (Obra y lugar citados).

Consecuencias de ahí: que, para la formación de los consabidos axiomas o primeros principios de la ciencia, valióse de las ideas universalísimas que le ofreció el conocimiento de las causas más próximas, prescindiendo de las restantes ideas universalísimas.

-¿De cuáles prescindió?

-De aquellas que, según la razón humana, constituyen los atributos de la misma Divinidad; tales como: bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, diferencia, concordancia, principio, medio, fin, igualdad.

He aquí las Ideas platónico-lulianas.

32.- Aristóteles se contentó con las ideas universalísimas que le ofrecía el conocimiento de las causas más próximas; prescindiendo, o mejor, no acertando, a pensar en las ideas universalísimas que le ofrecía el conocimiento natural de Dios.

Tan universalísimas son las ideas de que se valió Aristóteles, como las ideas que nosotros graduamos de platónico-lulianas.

33.- Si con las ideas universalísimas de Aristóteles formamos legítimamente axiomas o primeros principios de la ciencia, ¿qué inconveniente hay en formarlos asimismo con las ideas universalísimas de Platón y Lulio?

Si las ideas universalísimas que nos ofrece el conocimiento de las causas más próximas (las ideas de todo, parte, contingente, necesario, etc.), sirven buenamente para la formación de los axiomas dichos, ¿por qué no servir las ideas universalísimas que nos ofrece el conocimiento de la causa más remota, el conocimiento de Dios?; ¿por qué no servir las ideas universalísimas que, según la humana razón, son el ejemplar, el modelo, el prototipo, de todos los seres creados?

34.- Respóndase, pues: a la luz de esa doctrina, ¿quién negará la legitimidad del procedimiento ideológico de Platón y de Lulio?

Es la mismísima que la del procedimiento de Aristóteles.

35.- ¿Cómo llegaremos al conocimiento y consiguiente formación de las ideas universalísimas de bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, etc., o sea, de las Ideas platónico-lulianas?

-Subiendo los mismos peldaños ideológicos que subimos para llegar al conocimiento y consiguiente formación de las ideas universalísimas, o sea, de las ideas aristotélicas. No hay ideas innatas.

¿Qué hay, pues, que objetar al Platonismo interpretado cristianamente por nuestro Doctor Arcangélico?

36.- Tenemos, en último resultado, según las Doctrinas Lulianas

a) que el procedimiento ideológico de Aristóteles es verdadero, por ser connatural al hombre;

) que el procedimiento ideológico de Platón tiene el mismo origen remoto que el procedimiento aristotélico, y nace inmediatamente de una de las Flores del Árbol ideológico del Liceo;

c) en consecuencia, la Ideología platónica es tan connatural al hombre como la Ideología aristotélica, y, por ende, tan verdadera como ésta;

d) ERGO, la concordia de la Academia y el Peripato, en el orden ideológico, es un hecho por obra y gracia del Beato Raimundo Lulio.

El Beato Lulio corrigió el exclusivismo de Platón.

El Beato Lulio corrigió el exclusivismo de Aristóteles.

El Beato Lulio alcanzó la armonía de Platón con Aristóteles.