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ArribaAbajoCapítulo IX

En qué consiste el Descenso del entendimiento o un ontologismo aceptable



ArribaAbajoArtículo 1.º

PRELIMINARES

Prólogo. -En el principio era el Verbo. -Y el Verbo era con Dios. -Y el Verbo era Dios. -Todas las cosas fueron hechas por Él; y nada se hizo sin Él. -Y todo lo que ha sido hecho, era vida en Él. -Tránsito de las criaturas desde el Verbo a fuera del Verbo.

PRÓLOGO

Vamos a ver en este Capítulo cómo las cosas que son «vida en Dios», por ser su esencia misma, al bajar a la realidad fuera del supremo Ser, influyen en el conocimiento humano, y cómo, a la vez, este conocimiento se completa por medio de Dios mismo, que pasó las cosas desde la vida en Dios a la vida por Dios o de Dios.

Partiremos del Evangelio de San Juan, explicado con la sublime transparencia de Rosmini y otros.

Y en el Capítulo siguiente veremos cómo en esta Teoría del Descenso luliano del entendimiento no hay ontologismo, ni innatismo, ni panteísmo.

§. 1.

En el principio era el Verbo.

1.- Según Clemente de Alejandría, Orígenes, San Cirilo, San Gregorio de Nisa, San Agustín y otros, la palabra principio indica la primera Persona de la Santísima Trinidad, o sea, el Padre, que es el principio del Hijo126.

También puede significar dicha palabra que el Verbo existía ya antes del tiempo, es decir, desde toda la eternidad127.

2.- La palabra era, según los Santos Padres, expresa por manera admirable, la existencia eterna e inmutable del Verbo divino128.

3.- En sentir de Orígenes, la palabra Verbo, en griego LOGOS, significa el intérprete de la Voluntad divina; y, según otros, la manifestación exterior de la Divinidad129.

§. 2.

Y el Verbo era con Dios.

4.- Si el Verbo existía ya antes de la creación del mundo, ¿en dónde estaba? El Evangelista responde que era con Dios; y con esto enseña que el Verbo era simple y que no tenía necesidad de estar en un lugar, siendo en Dios130.

5.- Y el Verbo era con Dios, inmanente por necesidad en el Padre, porque es producido por un acto inmanente, por el conocimiento que el Padre tiene de sí mismo; pero, al mismo tiempo, el Verbo es distinto del Padre, puesto que era con Él131.

§. 3.

Y el Verbo era Dios132.

6.- «Dios por esencia y no por participación; Dios sin dividir el ser, Dios sin multiplicar la naturaleza, Dios sin perjuicio de la unidad, Dios sin introducir la rivalidad de las perfecciones, Dios como su Padre, pero sin confundirse con él: Et Deus erat Verbum133.

7.- Ese Verbo no es un simple sonido de la voz; no es una simple palabra del humano pensamiento.

Ese Verbo es un ser completo, no un sonido; es una naturaleza, no una mera palabra; es Dios, no criatura134.

§. 4.

Todas las cosas fueron hechas por Él; nada se hizo sin Él.

8.- «Dios, que era feliz en Sí mismo y por Sí mismo, ha querido difundirse y comunicar a otros su ser, su perfección, su felicidad; por eso nosotros somos, y nos hallamos ensalzados sobre todas las criaturas inferiores.

Mas Dios no ha hecho nada sin su Verbo: Sine ipso factum est nihil.

No se ha servido de él como de instrumento, ni como de un criado, pero lo ha llamado, y ambos han obrado con el mismo poder.

Iguales en la naturaleza, lo son también en su operación exterior: Dios lo ha hecho todo en su Verbo y por su Verbo: Per ipsum; porque al darle la vida, le ha dado todo lo que hay en él, su omnipotencia con todas sus demás perfecciones. Per ipsum, porque todo lo que se hace, debe ser antes concebido: el artista no produce sino lo que ha visto en las profundidades de su espíritu.

Necesita una idea, un tipo que busca, que alcanza, que contempla, que acaricia, que fija en su obra.

De esta misma suerte obra Dios, supremo artífice, dice Santo Tomás: no necesita buscar nada, pero no hace nada sino por un concepto de su inteligencia: «Deus nihil facit nisi per conceptum sui intellectus».

9.- Ahora bien; este concepto de Dios es su sabiduría eterna, su Verbo, su Hijo; luego es imposible que Dios haga algo sino por medio de su Hijo.

Antes de producir ha de pasar por él; porque el Verbo es la razón eterna y viviente de todo.

Dios mira, pues, a su Verbo, y pronuncia su fiat.

He aquí por qué se dice que todo ha sido hecho por el Verbo.»135.

§. 5.

Y todo lo que ha sido hecho, era vida en Él.

10.- «Y todo lo que ha sido hecho, era vida en Él: Quod factum est, in Ipso vita erat.

Los seres, sus especies, su número, su orden, su armonía, su perfección, todo era vida en el Verbo de Dios; porque todo lo veía, todo lo comprendía, y su ver y su comprender no son distintos de su vida ni de su esencia.

Toda criatura en cuanto está en Dios, es la misma esencia creadora; luego, dice el Doctor Angélico, si se consideran las cosas en el Verbo divino, no solamente viven, sino que son la misma vida.»136.

11.- Todo vive en la creación: todos los seres son vivientes, hasta los minerales137. ¿Dónde hallan las criaturas el principio de su vida? -En el Verbo divino.

12.- El Verbo es el principio de la vida mineral, vegetal, sensitiva, intelectiva y moral.

El Verbo, fuente de las criaturas, contiene, de un modo causal y eminente, todos los grados de vida del ser creado138.

§. 6.

Tránsito de las criaturas desde el Verbo a fuera del Verbo.

13.- En las cosas creadas, la existencia se distingue realmente de su esencia.

Por ello es que, aun hallándose en el Verbo las esencias o formas ideales de toda criatura, no por eso existían las criaturas fuera del Verbo.

14.- «En los seres contingentes la subsistencia está fuera de la idea, es a saber, fuera de su esencia ideal; y, por lo mismo, la esencia de las cosas en la Idea Eterna no contiene la subsistencia o existencia.

Así pues, la subsistencia de las cosas creadas no podía pasar del no-ser al ser, sino por una acción creadora, por una voluntad creadora; debiendo aun la Idea Eterna prescribir la forma y el orden que han de tener las criaturas.

Cuando tratemos de determinar la forma y el orden de los seres contingentes, conviene recorrer a la Idea o Verbo eterno que los contiene, como a la parte objetivamente cognoscible de dichos seres y que es, en verdad, el objeto propio de la intuición humana.»139.

15.- La acción divina creadora sacó fuera del Verbo las criaturas que estaban, desde la eternidad, en el Verbo.




ArribaAbajoArtículo 2.º

Esencia de las criaturas.


§. 1.

Cuál sea la esencia de todo ser creado.

16.- Dios, al crear o sacar de la nada, no hace, ni otra cosa puede hacer, que una «participación finita» de Sí mismo.

De consiguiente, todo ser creado es una participación de la misma Divinidad.

Ahora bien: ¿qué es Dios?

-Dios es una suma Bondad, Grandeza, Eternidad, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad140.

17.- De ahí se sigue que todo ser creado es una participación finita de la suma Bondad, Grandeza, Eternidad, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin., Igualdad; es decir, de los atributos de Dios, absolutos y relativos «ad intra.»

Como es obvio y evidente, aquí no han de entrar para nada los atributos de Dios relativos «ad extra.»

18.- Todo ser creado, en tanto existe, en cuanto participa de Dios; o, más claramente, en cuanto participa de los divinos Atributos, absolutos y relativos «ad intra.»

Toda criatura debe ser forzosamente una imitación o participación de Dios; y la criatura será más o menos perfecta y noble según el grado en que participe de Dios, supuesto que Dios es imitable o participable en innumerables grados.

19.- Todo ser creado será, pues, la fuerza resultante de varias participaciones: de las participaciones de los atributos de Dios.

20.- Esas participaciones son esenciales: cada participación constituye una esencia. La razón es obvia: la criatura en tanto existe, o tiene esencia y existencia, en cuanto participa de dichos Atributos.

21.- Preguntémonos ahora: ¿cuál será la esencia de todo ser creado?

-Respuesta: siendo la criatura, según hemos dicho, la fuerza resultante de unas participaciones de los divinos Atributos, las cuales participaciones son esenciales, infiérese de ahí que la esencia de una criatura cualquiera tendrá que ser la fuerza resultante de unas esencias que son verdaderas participaciones de los atributos de Dios.

Esas varias esencias serán parciales, como es obvio y evidente.

La fuerza resultante de las esencias parciales constituirá la esencia total de un ser creado.

22.- ¿Qué nombre daremos a cada una de las esencias parciales?

-No hay inconveniente en llamarlas con los mismos nombres de los divinos Atributos de los cuales ellas son verdaderas participaciones.

23.- Así, diremos que la esencia de un ser cualquiera (mineral, vegetal, animal, intelectual, angélico) es la fuerza resultante de unas esencias parciales denominadas Bondad, Grandeza, Duración (esto es, Eternidad participada), Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad.

§. 2.

Malebranche y el lulista P. Pascual.

24.- Parece ser que no hay necesidad de que estampe Dios en la criatura la semejanza de todos sus Atributos: ¿por ventura no bastaría que imprimiera tan sólo la semejanza de su divino Ser, Bondad y Verdad, como dice la filosofía católica no-luliana?

25.- Oigamos a Malebranche en la última de sus Conversaciones sobre la Metafísica (la XIV):

«... hay que consultar atentamente la noción que tenemos de Dios o del ser infinitamente perfecto, porque es evidente que todo lo que producen las causas debe tener entre sí alguna relación.

Consultemos, pues, Aristo, esa noción del ser infinitamente perfecto, y repasemos en nuestro entendimiento todo cuanto sabemos de los Atributos divinos, puesto que de ella debemos sacar la luz que necesitamos para descubrir lo que buscamos.

Aristo. -¿Y qué más?

Teodoro. -Despacio, despacio, por favor.

Dios conoce perfectamente esos Atributos que supongo que tenéis presente al entendimiento.

Se gloria de poseerlos, tiene en ello una complacencia infinita.

No puede obrar, pues, sino según lo que es, de una manera que ostente el carácter de esos mismos Atributos.

Fijaos bien en esto; porque éste es el gran principio que debemos seguir cuando pretendemos conocer lo que Dios hace o no hace.

Los hombres no obran siempre según lo que son, pero es porque se avergüenzan de sí mismos...

Pero no ocurre lo mismo a Dios.

El Ser infinitamente perfecto no puede menos de obrar según lo que es.

Cuando obra, pronuncia necesariamente el juicio eterno e inmutable que forma de sus Atributos, porque se complace en ellos y se gloria de poseerlos.

Aristo. -Esto es evidente. (Tomo III, pág. 156. -Madrid, 1880).

26.- La misma doctrina enseña el Abad del Císter, P. Pascual.

«De concurrir estos principios a Dios (dice), necesariamente se sigue que competen a todas las criaturas; porque, siendo todas efectos de Dios, tiene cada una en sí, según su capacidad y orden natural, la semejanza de todas las divinas perfecciones, porque Dios, como cualquiera otra causa, produce su semejanza en el efecto, o le produce semejante a sus perfecciones, pues todas son igualmente efectivas y productivas por su infinita igualdad en virtud, poder y grandeza...

27.- Confírmase por el inconveniente que se seguiría de no producir Dios en las criaturas estas semejanzas.

En todo intenta Dios ser conocido y honrado, y se da a conocer por su semejanza que produce en el efecto; luego produciendo en la criatura la semejanza sola de alguna o algunas de sus perfecciones, sólo quisiera fuesen éstas conocidas; y como la honra se arregle al conocimiento, sólo intentara que tributáramos a éstas el incienso de nuestros corazones, dejando las otras al improperio de desconocidas: para aquéllas excitara nuestro cuidado, y en orden a éstas motivara nuestro descuido: ocasionando a la facilidad del entendimiento humano el juzgar que las que ponen en las criaturas su estampa, o como más hermosas se descubren, o como más vecinas se registran; y que las otras, o como menos decentes se rebozan, o como más soberanas se esconden; y siendo carácter del Ser Infinito la suma igualdad de sus prendas, esto es, que en todo y por todo sean igualmente conocidas y honradas, es repugnante a la infinita grandeza de sus Atributos, que no den todos su igual semejanza a las criaturas.»141.

§. 3.

Los Atributos de Dios son las Ideas o Razones eternas de las criaturas.

28.- Del hecho incuestionable de ser la esencia de toda criatura, la fuerza resultante de las participaciones de los Atributos de Dios, se sigue, en buena lógica, que dichos Atributos son las Ideas o Razones eternas de las criaturas.

De consiguiente, las Ideas o Razones eternas de la criatura son los Atributos de Dios, absolutos y relativos «ad intra», que llamamos Bondad, Grandeza, Eternidad, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad.

29.- Lo dice textualmente el Beato Raimundo Lulio, cuando enseña que el humano entendimiento se eleva desde lo sensual a la contemplación de las Divinas Razones, pues añade que esas Divinas Razones son los Atributos de Dios: ad similitudines Divinarum Rationum vel Attributorum142.

30.- Hay que distinguir cuidadosamente entre las Razones eternas individuales de los seres creados, y las Razones eternas universales de los mismos seres.

31.- Toda criatura tiene algo de común con todas las otras; pero también es verdad que toda criatura tiene algo de característico y peculiar que la distingue de todas las demás. Hay, pues, Razones eternas individuales y Razones eternas universales de los seres de la creación.

Ahora bien, como la esencia de toda criatura (sin exceptuar una sola) consiste en la fuerza resultante de unas finitas participaciones de los Atributos de Dios, hemos de concluir que los divinos Atributos son y constituyen las Razones eternas universales de las criaturas.

32.- Pero, ¿dónde hallaremos los tipos eternos de los individuos?

¿Dónde hallaremos las Razones eternas individuales de Adán, por ejemplo, de Eva, de Pedro, de Juan, de Pablo, de tal animal, de tal montaña?

¿Dónde hallaremos las Razones individuales según las cuales Dios ha creado el mundo y lo rige, gobierna y administra?

¿Dónde hallaremos las Razones eternas individuales del Plan de la creación?

¿Dónde hallaremos las Razones eternas individuales de la Historia de la creación, tal como se nos explica en el libro del Génesis; o bien, de la Historia de los griegos, del Imperio romano, etc., etc.?

33.- No lo sabemos.

La Filosofía enmudece a esta pregunta. Y en la Teología no hallamos dato alguno positivo (el único de valor en estas cuestiones) respecto al particular.

Por eso dice San Agustín que las Razones eternas individuales de la criatura deben ser creídas en virtud de la autoridad divina: Divina auctoritate credenda sunt143.

Que esas Razones eternas individuales hállanse en el Verbo divino, no nos cabe duda alguna. Pero no sabemos nada más.

34.- Es muchísima la importancia de la división entre las Razones eternas individuales de la criatura y las Razones eternas universales de la misma, pues éstas representan un papel capitalísimo en la teoría del conocimiento humano, mientras aquéllas nada absolutamente nos dicen. De ello hablaremos en su lugar.

§. 4.

Cómo se define San Agustín las Ideas o Razones eternas de las criaturas.

35.- Según la Filosofía agustiniana, las Ideas eternas son las formas principales o razones estables o inmutables de las criaturas. No han sido formadas, y por esto son eternas; sino que subsisten, y del mismo modo, en la Inteligencia divina que las contiene.

36.- Dejemos hablar al Platón de los siglos cristianos:

«Sunt Ideae principales formae quaedam vel rationes rerum stabiles atque incommutabiles, quae Ipsae formatae non sunt, ac per hoc aeternae, ac semper eodem modo sese habentes, quae in Divina Intelligentia continentur.

Et cum Ipsae neque oriantur, neque intereant, secundum eas tamen formari dicitur omne quod oriri vel interire potest...

Quod si recte dici vel credi non potest (Deum irrationabiliter omnia condidisse), restat ut omnia ratione sint condita...

Singula igitur propriis sunt creata rationibus.

Has autem rationes ubi arbitrandum est esse, nisi in ipsa Mente Creatoris? Non enim extra se quidquam positum intuebatur, ut secundum id constitueret quod constituebat: nam hoc opinari sacrilegum est.»144.

37.- En efecto; toda criatura ha sido formada de conformidad con una Idea eterna.

No puede decirse que Dios cree de un modo irracional; de consiguiente, todo ha sido creado con razón.

Cada criatura tiene sus propias razones.

Esas razones ¿dónde están? -En Dios.




ArribaAbajoArtículo 3.º

Del Verbo divino, connotador de todas las criaturas.


§. 1.

Relaciones del Verbo con la creación en general.

38.- El divino Verbo es la idea arquetipa que ha presidido la creación del mundo; y éste es, a su vez, la palabra maravillosa que nos declara las perfecciones de Dios145.

39.- El Verbo de Dios, además de ser el resplandor de la gloria del Padre y la imagen de su substancia, es a la vez la fuerza divina que ha hecho todo lo creado y el tipo divino según el cual ha sido hecha la creación.

En el Verbo residen, desde toda la eternidad, los tipos de toda hermosura y el poder de realizar esa hermosura.

40.- El Verbo es, a un mismo tiempo, el ideal y el artista, el tipo y el obrero de todo lo bello que hay en el universo mundo.

Así como para llegar a la plenitud de la verdad, fuerza es que nos elevemos hasta el Verbo de Dios; así también, para llegar a la contemplación de la verdadera hermosura, fuerza es elevarnos hasta la contemplación de la belleza del Verbo.

41.- El Verbo de Dios da y concede al genio de la filosofía la intuición y el amor de todo lo verdadero; al genio de la santidad, la intuición y el amor de lo que hay más puro sobre la tierra; y al genio del arte le da y concede asimismo la intuición y el amor de todo lo más bello.

El Verbo de Dios no es sólo el motor divino del progreso filosófico, moral, social, científico y económico, sino también es el motor del mundo y del progreso científico146.

§. 2.

El Verbo contiene las ideas o razones eternas de todas las criaturas.

42.- La palabra Verbo, no solamente significa relación con el Padre, sino también con todas aquellas cosas que, según dijimos, fueron hechas por el Verbo147.

De manera que el Verbo divino expresa, en verdad, al Padre eterno; pero expresa al mismo tiempo a todas las criaturas148.

43.- Inferimos nosotros de aquí que el Verbo divino contiene las ideas o razones eternas de todas las criaturas.

Dícelo textualmente el Platón del Cristianismo, San Agustín: hállanse en el Verbo de Dios las razones inconmutables de todas las criaturas: In Verbo Dei se habent omnium creaturarum rationes incommutabiles149.

44.- Continúa diciendo San Agustín: «Existen en el Verbo las Razones Eternas de las criaturas; las criaturas son formadas según esas Razones Eternas; y el hombre obtiene el conocimiento de las criaturas por esas mismas Razones Eternas.»150

45.- El Verbo es una cierta Forma; es una Forma no formada, pero es la Forma de todas las criaturas, o sea, de las cosas formadas; es una Forma inconmutable, perfectísima, inmensa, eterna, que supera infinitamente a todas las criaturas, que existe en todas ellas y es el fundamento en que se apoyan los seres todos de la creación.

Si decimos «que todo existe en Él», no mentimos. Todo existe en Él, es decir, hállanse en Él las Razones Eternas de todas las cosas; pero como el Verbo es Dios, la creación entera está debajo de su poder.

Hasta aquí son palabras del Platón cristiano151.

Artículo 4.º

El Verbo divino en sus relaciones con el humano entendimiento.

§. 1.

El divino Verbo es luz, por cuanto es el objeto o término del humano entendimiento.

46.- «... Y la vida era la luz de los hombres»: así habla San Juan.

Después de haber hablado de la creación en general y haber dicho que todas las cosas fueron hechas por el Verbo y nada de lo que fue hecho se hizo sin Él, el Evangelista desciende a hablar en especial de los hombres (por la salud de los cuales él escribe el Evangelio), y a demostrar qué cosa sea el Verbo para los hombres.

Va a decirnos San Juan cuál sea la íntima constitución de la criatura inteligente humana hecha por el Verbo.

47.- Comienza por enseñarnos que en el Verbo estaba la vida; que no se trata de un verbo muerto, sino de un verbo vivo: se trata un Dios vivo, un Dios-vida.

Dice luego que esta Vida es luz; y con esto declara que la vida (de que antes hablaba) no era una vida puramente sensible, sino una vida intelectiva.

48.- Y finalmente, establece que la vida que hay en el Verbo es luz para los hombres, demostrando así cómo los hombres son constituidos seres inteligentes por el Verbo.

Bajo dos conceptos puede ser considerado el Verbo divino: como vida y como luz.

La vida se refiere al Verbo en cuanto es subsistencia; la luz se refiere al Verbo en cuanto es objeto o término del entendimiento viviente152.

§. 2.

Del constitutivo esencial del alma humana.

49.- Hemos dicho y probado anteriormente que la esencia (que podemos llamar total) de todo ser creado es la fuerza resultante de las esencias parciales Bondad, Grandeza, Duración, etc.

De consiguiente, el constitutivo esencial del alma humana no es otro sino la fuerza resultante de las consabidas esencias parciales Bondad, Grandeza, Duración, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad, o sea, de las participaciones finitas de los divinos Atributos del mismo nombre153.

50.- Pero las esencias parciales que integran la esencia total del alma humana tienen la particularidad de que son ideas.

Nos explicaremos.

Las esencias parciales que componen la esencia total de los seres minerales son esencias materiales; las que componen la esencia total de los seres puramente inmateriales son esencias pura y simplemente inmateriales; pero las que integran la esencia total de los seres racionales o espirituales, como el alma humana, son esencias espirituales o ideas.

Ya hemos dicho que Dios es participable en innumerables grados.

51.- ¿Por qué razón las esencias parciales del alma humana tienen que ser ideas?

-Porque cada ser creado participa forzosamente de Dios según lo permite su capacidad y orden natural. Un poco más arriba lo ha dicho el P. Pascual; y ello es obvio y evidente.

52.- Dios, en Sí mismo, es un espíritu, es una Idea.

-Ahora bien; como la capacidad y orden natural de los seres minerales no les permite ser espíritu o idea, de ahí resulta que las esencias parciales que integran la esencia total de los seres minerales son esencias simplemente materiales: no pueden ser espirituales, no pueden ser ideas.

Dígase lo mismo de las criaturas puramente inmateriales: alma vegetativa, alma sensitiva.

53.- Mas la capacidad y orden natural del alma humana le permite a ésta participar de Dios en más alto grado que los seres minerales y los inmateriales: le permite ser espíritu, y, en consecuencia, le permite ser idea154.

54.- En Dios, el espíritu es idea; y la idea es espíritu.

En Dios, la esencia es idea; y la idea es esencia.

En Dios, sus Atributos son ideas; y sus ideas son Atributos.

En Dios, los Atributos son Razones; y las Razones son Atributos155.

55.- Pero toda criatura, dada su capacidad y orden natural, participa de Dios tanto como puede.

Es así que no repugna al alma racional el que participe de los divinos Atributos en cuanto éstos son ideas.

Luego las esencias parciales del alma humana (supuesto que son participaciones de los divinos Atributos) son ideas.

§. 3.

De la esencia del humano entendimiento.

56.- Inferimos nosotros de ahí que la estructura mental del alma humana descansa esencialmente sobre las ideas de Bondad, Grandeza, Duración, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad.

Así hemos de decir que la esencia del humano entendimiento viene constituida por varias esencias parciales que son verdaderas nociones, esto es, por las consabidas ideas de Bondad, Grandeza, Duración, etc.

57.- En el Entendimiento divino los Atributos de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., son real y verdaderamente Ideas.

Y como el entendimiento del hombre participa tanto como puede del Entendimiento de Dios; no repugnando, por otra parte, a la mente humana el venir constituida por una esencia-idea, nos vemos forzados a establecer que nuestro entendimiento participa de la divina Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., en cuanto son real y verdaderamente Ideas; nos vemos forzados a sentar que la esencia total del humano entendimiento viene constituida por unas esencias parciales que son verdaderas ideas156.

58.- Siendo esto así, como realmente es, ¿nos será lícito declarar humildemente que las leyes del entendimiento del hombre vendrán constituidas por los conceptos o ideas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., y por los juicios formados lógicamente con tales conceptos, y por los axiomas formados también lógicamente con esos juicios?

Por ahora basta esta pequeña indicación, traída necesariamente por la ilación de los razonamientos: de ello hablaremos, con la extensión requerida, en su lugar oportuno.

§. 4.

Los conceptos de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., que tiene el hombre, son ciertos ejemplados de las divinas Ideas o Razones.

59.- Dios ha creado la esencia de todo ser, mineral, vegetal, sensual, racional y angélico, de conformidad con sus Ideas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc.

Y, en el humano entendimiento, las finitas participaciones de la divina Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., son reales y verdaderas ideas.

Infiero yo de aquí que las ideas o conceptos que tenemos de bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, diferencia, concordancia, principio, medio, fin, igualdad, son ciertos ejemplares de las Ideas o Razones con que Dios ha creado todas las cosas.

60.- Así podemos afirmar que, cuando nosotros juzgaremos lógicamente de las cosas según los consabidos conceptos de bondad, grandeza, eternidad, etc., no nos equivocaremos, esto es, adquiriremos un conocimiento real y verdadero de las cosas.

61.- Ni eso derogará la potencia absoluta y libre de Dios, a la manera que la potencia ordinaria no deroga la potencia absoluta.

Puesto que ese modo de razonar y levantar el palacio de la Ciencia se basa en las Ideas o Razones de Dios con las cuales ha sido creada la universalidad de los seres.

Dios nos ha manifestado en cada criatura un vestigio de esas Ideas o Razones eternas.

62.- Además, creando Dios el humano entendimiento de tal manera que las participaciones de las Razones eternas (que constituyen su esencia) sean en él las reales y verdaderas ideas de bondad, grandeza, eternidad, etc.; nos ha proporcionado con ello el Criador un procedimiento ideológico, lógico y criteriológico para adquirir la ciencia de las cosas, para obtener el conocimiento de lo visible, y, por medio de lo visible, elevarnos hasta lo invisible.

Ese procedimiento es rigurosamente científico, matemático; importa una real y verdadera exigencia racional.

63.- Y no hay en todo ello el más leve inconveniente para con Dios.

¿Por qué?

-Porque los conceptos de bondad, grandeza, eternidad, etc. (y de consiguiente, los juicios formados con tales conceptos, y los axiomas formados con tales juicios) resultan ser ciertos ejemplados de las Razones eternas con las cuales Dios ha creado la esencia de todas las criaturas157.

§. 5.

Toda cosa es creada dos veces: en sí misma y en el humano entendimiento.

64.- Sí, en la Filosofía Luliana resulta ser verdad aquello de San Agustín, conviene a saber, las cosas han sido creadas dos veces: una, en sí mismas, y otra, en el humano entendimiento.

65.- Las cosas han sido creadas en sí mismas, porque la esencia de toda criatura es una participación de los Atributos de Dios en cuanto son la Esencia Divina.

Las cosas han sido creadas en el humano entendimiento, porque la estructura mental del alma humana descansa esencialmente sobre una participación de los mismos Atributos de Dios en cuanto son, no tan sólo la Esencia Divina, sino también en cuanto son las Ideas o Razones eternas según las cuales ha creado Dios la universalidad de los seres.

66.- De suerte que las esencias parciales o nociones que integran la esencia total del humano entendimiento (conviene a saber, las ideas de Bondad, Grandeza, Duración, Poder, Sabiduría, Voluntad, etc.) son los ejemplares de todo ser creado.

Así podemos afirmar que las cosas, a más de ser creadas en sí mismas, han sido creadas también en el entendimiento del hombre.

67.- La Escuela aristotélica decía que el hombre es un mundo en pequeño, porque tiene en sí mismo todo género de vida: mineral, vegetal, sensual y espiritual.

Pero la Escuela agustiniano-luliana, continuadora de Platón, enseña que es el humano entendimiento quien resume en sí toda la creación espiritual y material, porque en él, en cierto modo, han sido creadas todas las cosas.

68.- Siendo esto así, como realmente es, en la visión de sí mismo, en la visión de las ideas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc. (y, por lo mismo, en la visión de los juicios y axiomas formados con tales conceptos o ideas) algo y aun algos alcanzará el hombre del conocimiento científico de los seres.

69.- Los modernos tomistas admiten esa doctrina, confesando al mismo tiempo, que ella no conduce al innatismo de las ideas: lo que nosotros probaremos muy pronto.

Los modernos tomistas admiten ese platonismo moderado, o, por mejor decir, ese platonismo agustiniano.

Pero esa doctrina resulta ser esencialmente luliana.

70.- Más todavía: es el Padre Dominico y antiguo redactor de la Revue Thomiste, Sertillanges, quien ha escrito las siguientes palabras, harto significativas: «Aristóteles no puede substraerse de Platón y quienes quieren substraer uno de otro se extravían lejos de la experiencia.»158.

71.- «Las formas naturales de las cosas, en cuyo conocimiento consiste la humana ciencia, están en ellas mismas, y también en nosotros, dicen los modernos tomistas.

Su doble existencia, nada tiene de anti-filosófico.

Esto es una necesidad impuesta por el análisis.

La crítica que Aristóteles hacía de Platón, diciendo que éste, con sus Ideas, creaba series inútiles en la naturaleza, no era verdadera.

La forma o idea con que yo entiendo un ser natural cualquiera, no dobla sin razón la existencia de la criatura.

Por otra parte, la forma de la criatura en sí misma es tan natural como la forma de la criatura, que yo poseo en mi entendimiento.

Porque es de saber que, como ha dicho muy bien San Agustín, toda cosa ha sido creada dos veces: una vez, en sí misma; y otra vez, en el humano entendimiento.»

Así hablan los modernos discípulos del Doctor Aquinatense.




ArribaAbajoArtículo 5.º

§. 1.

La ciencia humana debe consistir en el conocimiento de las ideas o razones eternas de las criaturas. -Definición de la Filosofía.

72.- La ciencia ha de consistir en el conocimiento de la verdad de los seres; y la fuente y origen de esa verdad hállase en las Razones eternas contenidas en el Verbo de Dios; de consiguiente, no nos equivocamos al sentar que la ciencia humana debe consistir en el conocimiento de las ideas o razones eternas de las criaturas.

73.- El Verbo divino contiene las ideas o arquetipos de todas las criaturas posibles.

Pero esas ideas o arquetipos son los principios y las causas de todos los seres creados.

Luego la ciencia humana consistirá en la visión, contemplación y estudio de las Ideas eternas.

74.- «Las ideas eternas son, en efecto, los principios, las razones, las causas objetivas de nuestros conocimientos universales; los objetos a los cuales nuestra inteligencia refiere toda la variedad de los seres individuales que pueblan la creación.

Esos tipos eternos, esos modelos de las cosas, esas esencias que son como el centelleo del Ser divino, fuente luminosa que alumbra a todas las inteligencias, son los principios objetivos o las causas de nuestros conocimientos intelectuales.»

75.- «Esos principios y esas causas constituyen el punto de partida objetivo del filósofo, y de ellos deduce las conclusiones que forman la ciencia filosófica considerada objetivamente159.

76.- La ciencia tiene por objeto lo universal, lo necesario, lo absoluto; y lo universal, lo necesario, lo absoluto de las criaturas hállase en las Razones eternas de las mismas, contenidas en el Verbo de Dios.

Siendo esto así, como realmente es, ¿cuál será la definición de la Filosofía, según el Beato Raimundo Lulio?

-La misma de Platón, de San Justino, de San Agustín: «La Filosofía es la ciencia del Verbo de Dios

77.- Platón había dicho que el objeto de la Filosofía es el Ser infinito, inmutable y eterno160.

78.- San Justino dice al judío Trifón que la Filosofía es la ciencia de Aquel que Es161.

79.- Y el Platón del Cristianismo, San Agustín, define la ciencia filosófica diciendo ser el conocimiento intelectual de las cosas eternas162.

§. 2.

La ciencia obtenida en la visión de los Arquetipos eternos no es sino la ciencia que adquirimos en el Descenso del entendimiento.

80.- La ciencia humana consiste en la visión de las Ideas o Arquetipos de todas las criaturas contenidas en el Verbo divino. Hablamos de la ciencia que se obtiene en el Descenso del entendimiento.

81.- La ciencia que se adquiere en el Ascenso del entendimiento es igualmente verdadera que la obtenida en el Descenso, aunque no resulte la visión de las Ideas o Arquetipos divinos; porque la ciencia adquirida en el Ascenso tiene por objeto lo particular, lo sensible, lo contingente, lo relativo, y para el conocimiento de todo esto Dios nos ha dado los sentidos, conviene a saber, el procedimiento (ideológico, lógico y criteriológico) del Ascenso intelectual.

Mas la ciencia que buscamos por medio del Descenso tiene por objeto lo universal, lo inteligible, lo necesario, lo absoluto, para lo cual el medio más conducente es sin duda la visión de aquellas Ideas o Arquetipos divinos.

82.- Con todo, es de advertir que, si bien desde lo particular, sensible, contingente y relativo podemos elevarnos, en muchas cuestiones, hasta lo universal, inteligible, necesario y absoluto; no obstante, estas cuestiones no son todas las contenidas en la esfera de lo universal, inteligible, necesario y absoluto, requiriéndose en absoluto, para la inmensa mayoría de ellas, la visión de las consabidas Ideas o Arquetipos divinos.

83.- Además, el conocimiento de lo universal, inteligible, necesario y absoluto, obtenido por el Ascenso, deja mucho que desear al lado del conocimiento de las mismas cuestiones que adquirimos mediante el Descenso o visión de las Ideas arquetipos.

§. 3.

La ciencia humana debe consistir en el conocimiento de las ideas universalísimas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., y de los juicios y axiomas lógicamente formados con dichas ideas.

84.- Hemos afirmado que la ciencia humana debe consistir primariamente (en el Descenso) en la visión de las Razones eternas de las criaturas.

Pero, si nos detuviéramos ahí, esa doctrina se prestaría con facilidad a todos los inconvenientes del idealismo y del subjetivismo.

Hay que ampliar, completar y perfeccionar el platonismo y aun la propia filosofía de San Agustín.

¿Cómo? -Lo enseña el Continuador de San Agustín, o sea, el Beato Raimundo Lulio.

85.- Las ideas de Bondad, Grandeza, Duración, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad, que nosotros tenemos, son la manifestación o irradiación, en nuestra alma, de las ideas o arquetipos, de toda criatura, que existen en el Verbo de Dios.

86.- Ahora bien; como la esencia de toda criatura ha sido hecha de conformidad con las Ideas o arquetipos eternos, y estos Arquetipos nos son conocidos por aquellas ideas universalísimas de Bondad, Grandeza, Duración, etc.; nos vemos forzados a sentar que dichas ideas universalísimas son las ideas a las cuales nuestra inteligencia ha de referir la variedad de los objetos individuales que pueblan el mundo, la pluralidad y diversidad de los seres.

87.- Las ideas universalísimas, que todos tenemos, de Bondad, Grandeza, Eternidad o Duración, etc., son el espejo donde vemos nosotros el modelo eterno de las criaturas. Son ellas el espejo donde nos es dado contemplar y estudiar los tipos eternos de la creación.

No nos hemos equivocado, pues, el enseñar, en nombre del Beato Lulio, que la ciencia humana en el Descenso ha de fundamentarse en el conocimiento de las ideas universalísimas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc.

88.- Pero ¿tendrá bastante la ciencia humana, para el total conocimiento de los seres, con las solas ideas universalísimas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc.?

-No.

¿Por qué?

-A causa de la limitación del humano entendimiento.

89.- Una inteligencia cualquiera, cuanto más limitada es, mayor número de ideas necesita; y, no bastándole las simples ideas, por universalísimas que sean, ha de recurrir al estudio analítico de esas ideas, comparándolas, combinándolas, inquiriendo su naturaleza y relaciones necesarias, dándoles la mayor amplitud y universalidad posibles; conviene a saber, ha de recurrir a la formación de ciertos juicios y Axiomas mediante las mismas ideas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc.

Eacute;ste es el caso en que se encuentra la mente del hombre.

90.- Dios lo entiende todo en una sola Idea.

El Ángel necesita pluralidad de ideas. Unos ángeles necesitan más ideas que otros, por pertenecer a una categoría inferior.

El hombre necesita más ideas que el ángel de inferior categoría.

Al hombre no le bastan las consabidas ideas universalísimas: necesita formar con ellas no pocos Juicios y Axiomas.

91.- Pero esos Juicios y Axiomas, si son formados lógicamente, reunirán los mismos caracteres esenciales que los Conceptos o ideas universalísimas de donde proceden, es a saber, serán una imagen o participación, en nosotros, de las Ideas o Arquetipos contenidos en el Verbo de Dios; serán el espejo donde podremos contemplar el modelo eterno de los seres creados, los tipos eternos de la criatura, las Razones eternas del Verbo divino. Ello es obvio y evidente.

92.- Por lo mismo, venimos obligados a establecer que la ciencia humana ha de consistir en el conocimiento de lo Conceptos universalísimas de Bondad, Grandeza, Eternidad, etc., y de los Juicios y Axiomas lógicamente formados con dichos conceptos.

El conocimiento de tales Conceptos, Juicios y Axiomas constituirá un verdadero conocimiento intelectual de las cosas eternas, o sea, de la Filosofía propiamente dicha, en expresión de San Agustín.

93.- Siendo esos Conceptos, Juicios y Axiomas la imagen de los Arquetipos que el Verbo guarda en Sí mismo, en ellos hemos de ver, considerar y estudiar la imagen de los principios, de las razones, de las causas objetivas de nuestros conocimientos científicos.

Esos Conceptos, Juicios y Axiomas son el punto de partida objetivo del filósofo en el Descenso del entendimiento.

94.- Finalmente, de tales Conceptos, Juicios y Axiomas deduce el filósofo las conclusiones que forman la ciencia filosófica considerada objetivamente.

95.- He aquí el Descenso luliano del entendimiento.

He aquí lo que llama el Maestro la Ciencia Universal.

He aquí la Unidad de la ciencia que buscó el Doctor Arcangélico.

He aquí los caminos por donde buscó y halló lo que constituye el desideratum de los más grandes pensadores: la Unidad de la Ciencia.

96.- «No va a buscar la unidad de la ciencia en la soñada y monstruosa identidad universal que fantasean los filósofos alemanes; sino en el estudio analítico de nuestras ideas, comparándolas, combinándolas, inquiriendo su naturaleza y relaciones necesarias, dándoles la mayor amplitud y universalidad posibles, a fin de reducirlas a formas sencillas y fecundas, fácilmente aplicables a todos los conocimientos humanos. ¡Pensamiento, repito, que por sí solo nos da la medida del profundo ingenio de su Autor!»163.

Así hablaba el llorado Obispo Dr. Maura y Gelabert.

§. 4.

Conclusión

97.- ¿Qué hemos visto hasta aquí? -A nuestro parecer lo siguiente:

Dios es la medida de nuestros primeros principios inteligibles, conviene a saber, de los Conceptos, juicios y Axiomas del Descenso luliano del entendimiento. (Teoría luliana del constitutivo esencial del entendimiento humano).

Por otra parte, Dios es la medida de todos los seres de la creación. (Teoría luliana del constitutivo esencial de todas las criaturas).

Luego hay una íntima relación entre el orden del ser y el orden del conocer.

Luego, por los primeros principios inteligibles, o sea, por los Conceptos, Juicios y Axiomas del Descenso luliano, podremos alcanzar la verdad de los seres creados: la Ciencia.

98.- En las páginas que preceden hemos examinado las relaciones entre el orden del ser y el orden del conocer, tomando a la criatura en cuanto existe en Dios y es vida en Él (quod factum est, in Ipso vita erat), y siguiéndola cuando pasa a existir fuera de Dios y en sus diversos modos de conocer y ser conocida. (Teoría del Ascenso y Descenso del entendimiento).

99.- Estas relaciones hacen que los Atributos de Dios puedan servir al hombre para completar su conocimiento.

100.- Y lo mismo podríamos decir del entender del Ángel, porque la esencia de éste es igualmente la fuerza resultante de unas esencias parciales -que son también nociones o ideas- llamadas Bondad, Grandeza, Duración, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria, Diferencia, Concordancia, Principio, Medio, Fin, Igualdad.

101.- Hemos visto que, en un sentido católico, los principios del ser son los principios del conocer; y que lo ideal es real.

Y todo ello nos ha conducido como por la mano a sentar y establecer que la substancia y el fondo mismo del Descenso luliano consiste en inferir de la idea (Conceptos, Juicios y Axiomas) la realidad.

102.- ¿Hay aquí ontologismo?

-Vamos a ver en seguida que no.

103.- Por último, hemos visto que el orden ideal (Conceptos, Juicios y Axiomas del Descenso) es objetivo, conviene a saber, tiene una realidad extramental.

Y ¿me será lícito ahora declarar humildemente que, según nuestro parecer, si lográsemos demostrar cumplida y satisfactoriamente que el orden ideal es objetivo, habríamos hallado en realidad el muro donde se estrellaría el Kantismo, en expresión del Cardenal Mercier?

Yo creo que esto se halla en el Descenso luliano del entendimiento; y por ello no dudo en afirmar que la Filosofía característica del Beato Raimundo tiene un carácter de actualidad innegable.