Coplas de Pedro de Mercado,
corrector, en loor de la obra, y en que declara el autor della
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Si al tiempo presente memoria
dexaron |
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los que en el passado fueron
excelentes, |
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con hechos y dichos notables,
prudentes, |
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con que la fama que oýmos
cobraron; |
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si tal como aquestos que
assí se mostraron |
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hallamos algún excelente
varón, |
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ni quiere mi pluma ni manda
razón |
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sino que gane lo que ellos
ganaron. |
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Los que en el siglo passado se
vieron |
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famosos por sciencia o por
cavallería, |
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oýmos la fama que
resplandecía |
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aunque no vimos lo que ellos
hizieron; |
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assí que sabemos lo questos
valieron, |
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su grande excelencia y mucho
valor, |
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porque publican su alto loor |
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los que en escrito sus hechos
pusieron. |
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Por donde esta obra tan
maravillosa |
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no es justo que passe en
desimulación, |
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pues vemos que mana de cada
renglón |
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sentencia excelente y muy
provechosa; |
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ni quiero que sea mi mano
espaciosa |
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en declarar quién fue el
inventor |
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desta tan clara y estraña
labor, |
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tan llena de sciencia quanto es de
graciosa. |
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Si obra se halla de grande
primor, |
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es cosa cierta tener ya por
uso |
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loarlo por ella al que la
compuso, |
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como en pintura loar el
pintor. |
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Mas digo si fuere como éste
el autor, |
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aunque en la obra se loe su
sciencia, |
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su valor tiene tan gran
preminencia |
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que ella por él rescibe el
valor. |
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Pues siendo la obra tan buena por
sí, |
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sin que tuviera autor qual
parece, |
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ella por ella por sí lo
meresce |
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todos loores juzgándola
assí. |
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Assí que mirando resulta de
aquí, |
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que siendo ella tal y tal el
autor |
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de casa y de sabio, que es la
mejor |
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que nunca se vio ni yo jamás
vi. |
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Aqueste excellente tan buen
cavallero |
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a quien de su casta sesmalta el
saber, |
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la sciencia es esmalte del tal
rosicler, |
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la casta el fino oro ques el
verdadero. |
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De casa y linaje de silva
eredero, |
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felice en las obras pues es
Feliciano, |
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al qual yo suplico que mi torpe
mano |
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perdone guiada por seso
grossero. |
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Y mira, lector, con gran
diligencia, |
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no passes liviano por esta gran
obra, |
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pues lo que falta de grande le
sobra |
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assí en el estilo y en buena
sentencia; |
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y allende de ver su grande
excelencia, |
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vieras el refrán complido y
entero. |
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No en botea el saber la
lança al guerrero |
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donde es la nobleza tan llena de
sciencia. |
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Argumento de la I Cena
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FELIDES, cavallero
mancebo de clara sangre y rico, vencido de los amores de
POLANDRIA, donzella muy
clara de linaje y hermosura, se descubre a su criado SIGERIL; y le aconseja que mande a su
moço, PANDULPHO,
que trave pendencia con QUINCIA, moça de PALTRANA, madre de POLANDRIA; y el moço lo acepta.
Introdúzense:
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FELIDES,
SIGERIL, PANDULPHO.
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FELIDES.- ¡Ay de ti, Felides!, que ni la
grandeza de tu coraçón te pone el esfuerço, ni
la sabiduría consejo, ni la riqueza esperança, para
esperar en la razón que para amar tuviste, la que en tal
razón se niega para esperar el remedio, por el merecimiento,
valor y hermosura de mi señora; porque quanto por una parte
pide la razón de amarse, por la otra niega, en la
razón de tal servicio, la poca que para esperar remedio hay.
¡O mi señora Polandria!, quién pudiesse dezirte
mi mal, con que con dezillo pudiesses tú sacar dello que con
las palabras de dezirse se niega al comedimiento que a la poca
esperança de mi remedio se deve por tu parte, por parte de
tu valor sin ningún precio, por mi parte para redemir la
libertad que en él tengo perdida. ¡Ay de mí!,
que la pena me manda dezir y la razón callar. El dolor
publicar mi fatiga y el comedimiento que a tu valor se deve
encubrilla. Tu hermosura pide lo que niega esperança;
razón della me demanda lo que niega tu valor; fe me
esfuerça, tu merecer me desmaya, el pensamiento osa, el
entender teme, la memoria me fatiga, la voluntad me congoxa, el
desseo me engaña y el amor me esfuerça para
más me quitar el esfuerço. ¡O amor, que no hay
razón en que tu sinrazón no tenga mayor razón
en sus contrarios! Y pues tú me niegas con tus sinrazones lo
que en razón de tus leyes prometes, con la razón que
yo tengo para amar a mi señora Polandria, para ponerte a ti
y casarte con la razón que en ti contino falta, el consejo
que tú niegas en mi mal quiero pedir a mi sabio y fiel
criado Sigeril, podrá ser que, como libre de ti, pueda mejor
dar consejo en el que a mí me falta. Por tanto
quiérole llamar. ¡Sigeril, Sigeril!
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SIGERIL.- Señor.
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FELIDES.- Ven acá, que quiero pedirte lo
que a mí me falta.
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SIGERIL.- Señor, bien librado estoy yo
luego si, aguardando a tener de tus sobras el remedio de mis
faltas, piensas tú que de mis faltas se hayan de cumplir las
tuyas.
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FELIDES.- ¿Y qué faltas piensas
tú que digo?
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SIGERIL.- Señor, de las que hazen falta
en todo lo que, fuera de tenerlo, sobra en valor, linage, gracias y
hermosura, que es el dinero; por el qual no hay falta que con
él no se cobre, pues no hay tacha ni falta que la riqueza no
supla, ni virtud, ni linage y saber que la pobreza no asconda.
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FELIDES.- No pone falta, Sigeril, lo que se
puede comprar y vender, mas lo que, por faltar precio, no se puede
comprar con precio, que es la voluntad.
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SIGERIL.- Muy engañado estás,
señor, si piensas que haya ya voluntad que no se compre con
dinero, pues el almoneda que de todo lo desta vida por él se
haze te devría desengañar. ¿Quién
vendió la república de Roma y su monarchía,
sino éste? Según que jusgara, el rey de Numidia lo
dixo y pronosticó en su torpe deliberación de Roma,
quando dixo, mirándola de una cuesta: «¡O ciudad
puesta en precio, si tuviesses comprador!», como quien por
dinero havía comprado su virtud y justicia. Assí que,
señor, por el dinero se corrompió su virtud y vino en
perdimiento su monarchía. Por éste todo anda al
almoneda; ¿y para qué quieres más prueva, sino
que el hijo de Dios se puso en precio y se vendió por
treynta dineros?
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FELIDES.- ¡Ay Sigeril!, que el valor que
me falta a mí, para que quiero pedirte consejo, como se
ponga en precio pierde todo el que tiene, quedando con ninguno. Y
por la misma razón, no se puede esperar por precio lo que
con precio comprado se pierde el precio de su estimación,
que es el valor de las mugeres, y más de tal muger como mi
señora Polandria, donde sólo para pagar su precio
queda por paga la vida, quedando yo sin ella y, con perdella,
acrecentar ella más en el valor de su bondad, ante quien
todo precio queda tan pobre quanto yo me siento en su acatamiento y
presumpción y valer.
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SIGERIL.- Señor, la falta de la
esperança te haze desesperar de lo en quien todo el mundo
espera. Mas ¿no has tú oýdo un proverbio muy
antiguo que dize que quien dineros tiene haze lo que quiere?
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FELIDES.- Si sé, mas ¿por
qué dizes esso?
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SIGERIL.- Dígolo por lo que tengo dicho
de lo que con él se compra y se vende; y pues a ti no te
falta, no pongas falta en lo que, para tu esperança, te
sobra.
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FELIDES.- Ora ordena tú lo que te
paresce, que yo ni tengo saber ni tengo consejo.
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SIGERIL.- Señor, lo que a mi me paresce
es que en la sobra del desseo te fallece la esperança; y no
me maravillo, porque aunque tengas el remedio te faltara en el
contentamiento de gozar, por donde no es mucho que falte en el
desseo de esperallo. Mas, lo que a mí me paresce es que su
madre de Polandria tiene una criada que sale al río y a la
fuente, llamada Quincia; parésceme que será bien a un
ruin echalle otro, que será a tu moço despuelas,
Pandulpho, hazer que la requiera de amores y que procure
alcançar parte della, para que tú la tengas en el
todo de Polandria, echándola por tercera.
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FELIDES.- Muy bien me dizes, llámalo
acá.
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SIGERIL.- ¡Pandulpho!
¡Pandulpho!
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PANDULPHO.- ¿Qué fue, que tanta
priessa hay?
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SIGERIL.- Es que te llama nuestro amo.
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PANDULPHO.- ¿Quiere matar alguno, o para
qué tiene necessidad de mí?
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SIGERIL.- ¡O, válame Dios, con
hombre tan fiero como éste!
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PANDULPHO.- ¿Qué dizes,
Sigeril?
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SIGERIL.- Digo que no adevines tú lo que
tu amo te ha de querer, sino que lo pongas por obra y vengas.
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PANDULPHO.- ¿Qué diablos me puede
él a mí querer, fuera de andar a sus espuelas, si no
es para apalear alguno, o cruzar la cara a alguna vellaca, o embiar
a cenar con Jesuchristo algún vellaco que lo tiene
enojado?
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SIGERIL.- Déxate destas bravezas y ven,
que no es tiempo de passar tiempo en esso.
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PANDULPHO.- ¿Qué bravezas? Voto a
la casa santa de Hyerusalem, mejor lo haré que lo digo;
tú no me deves de conocer.
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SIGERIL.- Días ha ya que te tengo
conoscido.
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PANDULPHO.- ¿Qué dizes, qué
estás hablando entre dientes?
|
SIGERIL.- Digo que días ha que te tengo
conocido por tal, y que agora quiero ver cómo hazes lo que
nuestro amo te encomienda.
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PANDULPHO.- No sea cosa de pedirme consejo, sino
de ponerlo en execución; y mándeme poner las manos
del rey abaxo, que por la Verónica de Roma, que primero sea
hecho que mandado; y aun al reyno sacara, si no fuera por no caer
en mal caso.
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SIGERIL.- ¿Qué desmandarse haze
este panfarrón!
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PANDULPHO.- ¿Qué dizes, o de
qué te ríes?
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SIGERIL.- Ríome con que gastas más
tiempo en dezir que en hazer, según son tus obras.
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PANDULPHO.- Di, ¿tú no conoces a
Mostafás, el carnicero?
|
SIGERIL.- Sí conosco, mas ¿para
qué es agora esso?
|
PANDULPHO.- Para que sepas lo que passé
con él ayer en casa de Silea, la cantora.
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SIGERIL.- ¿Qué passaste?
|
PANDULPHO.- Pregúntalo tú a
Baravón, el moço de cavallos, que él te lo
dirá, porque no es bien los hombres dezir sus cosas.
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SIGERIL.- Ansí es, porque la palabra
divina lo niega que ninguno diga su gloria; mas dexémonos
ora desso, que yo sé bien tu esfuerço y valor de
persona.
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PANDULPHO.- No estés en esso, que veynte
mugeres y rapazes que allí estavan no me pudieran tener,
sino que me hallé con espada y él no tenía
armas ningunas, y por esso me detuvieron de llegar a las manos con
él sobre cierto juego sobre que huvimos palabras.
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SIGERIL.- Ansí lo creo yo, que por esso
estavas tú tan fiero entre las ruecas.
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PANDULPHO.- ¿Qué dizes, qué
me atajas?
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SIGERIL.- Digo que le quebraras las ruecas en la
cabeça, pues que no tenía espada.
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PANDULPHO.- Bueno es esso; por Christo, no es
más en mi mano, enojado, dexar de matar, que puede dexar de
morir el que me enoja, especial si es sobre caso de alguna
mochacha.
|
SIGERIL.- Ora ven, que basta lo dicho, que todos
lo sabemos.
|
PANDULPHO.- Mas, por tu vida,
¿sabías tú ya lo que passé con
Mostafás?
|
SIGERIL.- Sí sé y estava
maravillado dello.
|
PANDULPHO.- Luego, no deves de saber lo que
antes havía passado con el sacristán de San
Martín, quando le rasgué toda la sobrepeliz y aun
parte de la corocha, sobre el tomar del pan bendito; que no te
maravillaras desso. Y a la verdad, no era tanto por el pan bendito
como porque me parecía que mirava de mal ojo a mi mochacha,
que estava en su parrochia.
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SIGERIL.- Hi, hi, hi.
|
PANDULPHO.- ¿De qué te
ríes? ¿Dizes que no es ansí?
|
SIGERIL.- No, por Dios, que bien te conosco
días ha, sino porque te pesasse que mirasse a tu mochacha,
teniéndola tú a ganar dineros en la
mancebía.
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PANDULPHO.- ¿Desso te espantas? Pues
sabes que una cosa es ganar dineros, y otra es, fuera del lugar de
ganallos, dezille de palabras ni de señas ninguna
descortesía en mi presencia; porque quiero yo que delante de
mí parezca una Santa Catalina y que todos me tengan en el
acatimiento que me deven por mi persona.
|
SIGERIL.- Ora basta, anda cá, que
está nuestro amo esperando.
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PANDULPHO.- Ora vamos, mas di, por tu fe,
¿sabes qué me quiere?
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SIGERIL.- Allá lo sabrás.
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PANDULPHO.- Señor, ¿qué es
lo que mandas?
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FELIDES.- Pandulpho, mi fiel criado, yo te
quiero encomendar una cosa en que no me va menos que la vida.
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PANDULPHO.- Perder la mía es lo menos que
por tu servicio tengo de hazer.
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FELIDES.- No me atajes, que bien conoscida tengo
tu voluntad; y para esto, yo querría que tú travasses
pendencia.
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PANDULPHO.- ¿Qué pendencia,
señor? Por los misterios de la missa, con el rey la tome por
tu servicio.
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FELIDES.- ¿Ya no te digo que no me atajes
hasta el cabo?
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PANDULPHO.- Pues di presto con quién es
la pendencia, para quitalle la vida en pago de tu enojo.
|
SIGERIL.- ¡O, do al diablo este vellaco,
si ha de acabar hoy con sus fieros?
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FELIDES.- ¿Qué dizes tú,
Sigeril?
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SIGERIL.- Digo, señor, que es rezia cosa
meter, hombre tan determinado y osado, consejo.
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FELIDES.- Ora, tornando a nuestra
plática, la pendencia es de amores y no de armas.
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PANDULPHO.- ¿De amores, señor?
Pues éstas son mis missas.
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FELIDES.- Pues el caso es que a mí me
cumple que tú traves pendencia y procures tener amores con
Quincia, criada de Paltrana, la viuda.
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PANDULPHO.- ¿Qué amores? No digo
amores, mas si fuese menester, por el Corpus Domini, de casa de su ama la
saque arrastrando por los cabellos y te la trayga aquí.
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FELIDES.- Hi, hi, hi.
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PANDULPHO.- ¿De qué te
ríes, señor? ¿Piensas que no lo haré
mejor que lo digo?
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FELIDES.- No me río desso, sino que no
quiero que la enojes, sino que la enamores para traella a mi
propósito.
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PANDULPHO.- Mal sabes, señor, de achaque
de trama; porque, si piensas que me adoran a mí las mugeres,
sino porque sé dalles del pan y del palo, porque has de
saber que quieren ser halagadas y castigadas.
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SIGERIL.- Al diablo el rufianazo vellaco, si
piensa que está en el bordel hablando con Tripa en
Braço y Montón de Oro y con otros tales vellacos.
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FELIDES.- Aquí no te demando que la
castigues, sino que la regales y la enamores para que la tengamos
contenta; que querría que me llevasse cierta embaxada a
Polandria, hija de su señora.
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PANDULPHO.- Ya, ya, por las reliquias de Roma,
que te tengo entendido; ¡hideputa, y cómo es bella y
fresca la donzella! Déxame el cargo, señor, que en mi
cuydado te puedes bien descuydar. Yo tomo el negocio a mi cargo, y
voy a entender en poner por obra mi officio y tu mandamiento;
porque yo más nascí por esto, cierto, que no para
almohaçar y servir de moço espuelas.
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FELIDES.- Ora ve con Dios, y pon mucha
diligencia. ¡Qué panfarrón y fiero es este
vellaco! Y, si viene a mano jamás deve de dezir cosa que sea
verdad.
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SIGERIL.- Tal me paresce él; mas todo es
provallo, y quando él no aprovechare yo travaré
pendencia con Poncia, donzella muy privada de Polandria, y
fingiré de casarme con ella para más la poner en el
juego. Y, en tanto, reposa tú, señor, que no has
dormido esta noche, y yo yré a dar priessa a este
panfarrón, no se vaya todo en fieros y palabras su
hecho.
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FELIDES.- Ansí lo haz; y ve con Dios, y
ciérrame esta puerta.
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Argumento de la II Cena
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PANDULPHO va a
buscar a QUINCIA y la topa
camino de la fuente, y la requiere de amores; y estando con ella
llega ZAMBRÁN,
negro de PALTRANA, y
riñe con la moça y reprende a PANDULPHO, y él se escusa y se
va. Después torna, y tornan a topar a BORUCA, negra, cuyo enamorado era
ZAMBRÁN, y lleva
encomiendas QUINCIA de
BORUCA a ZAMBRÁN. Y
entrodúzense:
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PANDULPHO,
QUINCIA, ZAMBRÁN, BORUCA.
|
PANDULPHO.- Agora quiero ver qué manera
terné en lo que mi amo me ha encomendado, porque del dicho
al falto hay muy gran rato, porque Paltrana tiene criados
moços y locos que no dudarán más en matarme
que en comer un pedaço de pan. Yo querríalo hazer a
mi salvo porque, en fin, como dize el proverbio, mal ageno de pelo
cuelga, y más vale que se alargue su pena que no que se
acorte mi vida. Y más que yo no querría ninguna cosa
llegar a efecto; baste que por mis palabras me tengan por valiente
hombre, y no quiero con la esperiencia de las obras
desengañarlos. Mas también porque mi amo no me tenga
en poco, porque todas las cosas más en estimación que
en hecho consisten su valor, quiero yr a la fuente, y si topare a
Quincia fuera de los límites de su casa dezirle dos parolas
a manera de llevada, y como las tomare ansí
procederé. Quiero tomar mi espada y mi capa y peiñar
mi hebra para parecerle mejor, que, a un salir a buen fin estos
hechos, no sería mucho encantusarla de casa de su ama y
hazerla iluminaria de una botica, donde me ganasse más
provecho que mi amo me daría en estos diez años. Ora
yo voy. Para el Corpus Domini, hela allí do va, quiérome
llegar a ella y hablarle. Dios os salve, señora hermosa.
¿Soys muda, señora, o por qué no
queréis hablar? Por el Corpus Domini, de hablaros por señas
pues no entendéis por palabras. Bolveos, bolveos acá,
mi ángel, despecho de la vida que bivo.
|
QUINCIA.- Desvíate allá, ¡el
diablo, el vellacazo que lo lleve!
|
PANDULPHO.- Despecho de la vida, señora,
¿eras tan brava con el otro marido?
|
QUINCIA.- Veréis vos el rufianazo, con
qué se viene el desgraciado.
|
PANDULPHO.- Señora, no seáis
descortés con vuestros servidores.
|
QUINCIA.- No seas tú malcriado, no
seré yo descortés. Veréys vos, mi hermano
papienco, bendígamelo Dios, no lo hocen puercos.
¡Harracá mi necio!
|
PANDULPHO.- No estés, señora
mía, tan brava, buélvete acá.
|
QUINCIA.- Desviáte allá, no seas
malcriado, si no, por vida de mi señora, de te arrojar este
cántaro a los ojos.
|
PANDULPHO.- No pienso yo, señora, que
seréys tan descortés.
|
QUINCIA.- Por mi vida, si no estás quedo,
que lo diga a tu amo más presto que te santígues.
¡Válgalo el diablo, si ha de estar quedo el
asnejonazo, majadero!
|
PANDULPHO.- Por nuestra dueña hermana,
que para ser tan hermosa que no os hiziesse mal. un poco de
más gracia.
|
QUINCIA.- Veréis vos el desgraciado, con
ésta me quieren a mí en mi casa, sin que te vaya a
demandar prestada la tuya.
|
PANDULPHO.- Por las reliquias de Meca,
señora, que comigo no estás muy graciosa, no
sé la gracia que con otros tenéys. No sé por
qué, que por Nuestra dueña, que no tienes otro mayor
servidor que yo en este mundo. ¿Ríeste señora?
¡O, bendito sea Dios que te me dexó ver
reír!
|
QUINCIA.- Ríome de ver tu desgracia, que
de desgraciado eres gracioso.
|
PANDULPHO.- ¡O rostro hecho de flores! Por
la Verónica de Jaén, que me tienes muerto; que te vi
estotro día las piernas en el río, que me dejaron
muerto de amores.
|
QUINCIA.- Mira vos, tales quales ellas son con
ellas me sostengo. Escucha, escucha.
|
ZAMBRÁN.- Cantar, vaylar, Mohoma, no
xaber guala, xeñora.
|
QUINCIA.- Desvíate allá, amigo,
que viene aquí Zambrán, el negro de mi casa, no te
vea hablar conmigo.
|
PANDULPHO.- Pues señora, ¿dasme
licencia para que te dé esta noche una música?
|
QUINCIA.- Haz lo que quisieres. ¡Cuytada
de mí, que nos ha visto Zambrán!
|
PANDULPHO.- Pues ¿a qué hora
mandas, mi ojos? Di hora, di, mi alma, hora di, suplícotelo,
mi coraçón, presto.
|
QUINCIA.- ¡Ay, Jesú, qué
importuno eres!, Dios me libre de hombre tan pesado. Sea a las
doze; y calla y desvíate allá.
|
ZAMBRÁN.- Gentel homber,
¿qué querer vox, voxa merxé, acallá
vax, mas acollá venex con la mochacha de mi
xeñora?
|
PANDULPHO.- Hermano Zambrán, por el
crucifixo de Burgos, cosa no le dezía, por vida tuya ni
mía.
|
ZAMBRÁN.- Jura a Dux, a mí
entender, y no estar bona cortexía los hombrex de ben andar
a lox oídox con las mochachax, a la fonte en amore conex,
xoxacando la creada de mi xeñora.
|
PANDULPHO.- Por Santa María, tal cosa no
passa.
|
ZAMBRÁN.- Andar allá; por Xanta
Mareya, por Xanta Mareya, por Xanta Mareya, a mí no estar
tan bovo como tú penxar, ¿tú penxar que no
entender a mí ruyndadex?
|
PANDULPHO.- Ven acá hermano, no hayas
enojo. Por el Corpus
Domini, que no le dezía ninguna cosa ni
descortesía.
|
ZAMBRÁN.- ¿Qué Corpo
Crexte, Corpo Crexte?; andar con el diablo. Tú andar,
vielaca, no estar más aý, xi no, a mí dexer a
mi xeñora.
|
QUINCIA.- ¡Válalo el diablo, el
búzano! ¿Yo qué le hago a él ni
qué tengo que ver con estotro?
|
ZAMBRÁN.- Andar a entender en hazer
hazenda, y dexar de engrella mentox y poteronex.
|
QUINCIA.- ¡Al diablo el escaravajo!
¿Havéys vos de tomar estas cuentas?
|
ZAMBRÁN.- ¿Tú no querer
andar?
|
PANDULPHO.- Hermano Zambrán, callar por
me hazer merced y no haver enojo, que voto al Antichristo, si te
enojo, de no la hablar en mi vida.
|
ZAMBRÁN.- Andar, xeñor, voxa
merxé, que yo no tener conta contigo. Xi tú quier
extar hombre de ben, a mí querer xer leal a mi
xeñora; que no parecer ben foxte acá ne foxte
acullá con la moça, quextar bova y no mirar a xu
honrra.
|
PANDULPHO.- Ora calla, hermano, que yo soy tu
amigo.
|
ZAMBRÁN.- Y a mí tuyo, por Xanta
Mareya. Mas mirar, xenor, voxa merxé. No parexer ben extax
coxillas, extos xesecretos camino de la fonte. No iurara Dux,
¿para qué es xino dezir verdá?
|
PANDULPHO.- Ora, hijo Zambrán, yo me voy,
y queda con Dios; que por Nuestra Dama, no te enoje más que
a mí.
|
ZAMBRÁN.- Andar con Dux, señor,
voxa mercé.
|
PANDULPHO.- A un diablo me hauviera de traer hoy
acá, si no fuera por mi cordurra. Diérame aqueste
puto negro una porrada, con que me dexara tendido en el suelo; a
muchos peligros destos daré yo al diablo los amores. Mas por
esso hago yo como sabio, que me voy a mis passatiempos, a essa
mancebía, por apartarme destos peligros, y por esso dizen
que buey manso bien se lame. Mas, como quiera que sea, ya no puedo
cumplir con mi honrra sin dalle esta noche la música, mas yo
yré tan acompañado con los criados de mi amo, con que
sea seguro que no sea la música de responso para me
enterrar; y si viniere algún peligro, como mis
compañeros presumen de honrra, entre tanto que se
desembuelven los que vinieren dellos, tomaré yo las
viñas y ponerme en salvo. Que más vale que digan
aquí huyó Pandulpho, que no que digan aquí
murió el malogrado de Pandulpho; que no me parió mi
madre para cevo de buytrera de los amores de Polandria, que tales
me van pareciendo, si mi seso no templara la yra de Zambrán.
Mas quiero ponerme a la puerta de la ciudad y esperar a que torne
Quincia y dezille algo de camino, porque no me tenga por covarde en
haver suffrido tanto a Zambrán. Hela aquí donde
viene. Hermana, por la cruz de Caravaca, que tuvo en ti buen
padrino Zambrán, que, si no por enojarte, no estuvo en
más de embialle a cenar con Jesuchristo, que, por el
Corpus Domini,
tres vezes tuve puesta la mano en el espada.
|
QUINCIA.- Por tu vida, amigo, que te dexes
destos passos, que es un vellaco y dezillo ha a mi señora; y
como es un atochado, no me maravillo sino cómo no nos
mató allí.
|
PANDULPHO.- Por Dios, que esso es lo que yo ando
a buscar.
|
QUINCIA.- ¿Qué dizes?
|
PANDULPHO.- Digo que, por Dios, si tal cosa
pensasse, que yo le buscasse y el menor pedaço fuesse la
oreja; mas desso se guardará él bien, de me enojar. Y
tú, mi vida, no seas tan rigurosa conmigo.
|
QUINCIA.- ¡Ay, por Dios!, no tornes a
essas cosas, que no soy déssas que tú piensas.
|
PANDULPHO.- ¡O perla de oro, qué
sabia eres! No querría sino deshazerte a besos essa
boquita.
|
QUINCIA.- Bien librada estaría yo, por
Dios; ¿y con qué comería si me deshiziesses la
boca?
|
PANDULPHO.- Hi, hi, hi. Por las reliquias de
Roma, sabia eres y traydora; tú eres la que yo ando a buscar
para mi conditión, que quantas palabras echas por essa boca,
todas me parecen que me derriten un panal de miel en la
mía.
|
QUINCIA.- Ora vete con Dios, que llegamos cerca
de mi casa, no torne Zambrán a toparnos, no sea el
diablo.
|
PANDULPHO.- Señora de mis
entrañas, por tu vida, que si tornare, que me perdones; que
no será en mi mano dexar de matalle o, a lo menos, cortalle
un braço o una pierna.
|
QUINCIA.- ¡Ay, por Dios, no hagas tal
cosa!, que sería echarme a mí a perder, pues no era
más menester para no osar tornar yo más a casa de mi
señora.
|
PANDULPHO.- Amores de mi alma,
¿havíate a ti de faltar casa y casas donde
estuviesses a tu honrra?
|
QUINCIA.- ¡Nunca Dios me trayga a tal
tiempo! Y vete ya por Dios, que viene aquí Boruca, la negra
de Astibón, que lo dirá a Zambrán que es mucho
su enamorado.
|
PANDULPHO.- Ora pues, los ángeles vayan
contigo, que la música será cierta esta noche.
|
QUINCIA.- Y a ti guarde, gentil hombre.
¿A dónde andar Boruca?
|
BORUCA.- Acá andar, voxa merxé, a
la fonte por agua; ¿tú venir, voxa merxé, de
allá?
|
QUINCIA.- Boruca, hermana, ¿venir mandar
algo para Zambrán?
|
BORUCA.- Ha, ha, ha.
|
QUINCIA.- ¿De qué reýr
Boruca?
|
BORUCA.- Extar mucho me namorado
Zambrán.
|
QUINCIA.- Por esso mejor.
|
BORUCA.- Dar al diablo xeñora, que extar
muy viliaco, que aremeter a mí extotro día, a querer
baxar como un perro.
|
QUINCIA.- ¿Y tú hazer?
|
BORUCA.- Para Xantar Marea, voxa merxé, a
fogir y meter en casa de mi xenor.
|
QUINCIA.- Ora, Boruca, hermana, yo me voy. Andar
con Dux.
|
BORUCA.- Dux andar contigo, hermana.
Encomendarme a Zambrán, que guala estar bon hejo, aunque
travexo y veliaco.
|
PANDULPHO.- Ora yo voy a contar cómo dexo
la moça más mansa, que ésta yo la doy por
alcançada. Y quiero concertar la música con estos
criados de mi amo, para que sea de suerte que me tengan por hombre
de bien y la dexe muerta de amores, que tiempo es ya de entender en
ella si se ha de dar.
|
Argumento de la III Cena
|
|
SIGERIL vee venir
alegre a PANDULPHO y
pregúntale de qué, y dize cómo tiene
concertado de dar música essa noche a QUINCIA, y conciertan ambos de la dar
con los otros criados de FELIDES. Y
entrodúzense:
|
|
SIGERIL,
PANDULPHO.
|
SIGERIL.- Aquí viene Pandulpho; alegre
viene, buen recaudo devemos de tener. ¿Qué gozo es
éste, hermano?
|
PANDULPHO.- Es que voto a la reverborada, que
dexo la mochacha casi mía, puesto que a los principios la
hallé algo dura de cerviz, más supe tan bien
enlavialla y dezille tales parolas, que la dexo como una marta. Mas
ayna huvieran de costar caro los amores.
|
SIGERIL.- ¿Cómo esso, me di?
|
PANDULPHO.- ¿Cómo?, que
pensé que dexara cevo para buytrera destos amores, en que se
cevaran los buytres y cuervos en la carne de Zambrán, el
negro de casa de Paltrana, si con la razón no refrenara los
primeros movimientos, según el humo me subió a las
narizes; que, voto a la casa de Meca, aunque diez escudillas de
mostaza haviera comido, más humo no tuviera.
|
SIGERIL.- Bueno fuera esso para destruyr el
negocio de nuestro amo; pues ¿cómo se atajó
essa brega o por qué fue?
|
PANDULPHO.- Fue porque me topó hablando
con Quincia y començó de hazer fieros; y
atajóse, que como me vio enojado tornó como una
marta; y la mucha paciencia suya fue parte para templar la poca
mía.
|
SIGERIL.- Pues no has de hazer esso en estos
casos, que es destruir la negociación.
|
PANDULPHO.- Hermano, voto a tal, no es
más en mi mano dexar de matar a uno si me enoja, que dexar
de comer para bivir.
|
SIGERIL.- ¡Al diablo, este
panfarrón encomiendo al diablo! ¡La verdad deve dezeir
en quanto dize que passa! Más valiera no havelle metido en
esto, que toda la cosa se ha de yr en humo y fieros, y como azogue
no ha de quedar nada en el crisol.
|
PANDULPHO.- ¿Qué estás
rezando, Sigeril?
|
SIGERIL.- Rezo por las almas de los que te
enojaran y que nos guarde Dios de tal pestilencia, y a
Zambrán, para que no sea causa de la muerte de nuestro amo
Felides. Y no sea todo palabras, sepamos lo que tenemos en
obra.
|
PANDULPHO.- No burles tú, que yo de veras
hablo. Mas lo que queda acordado es que yo le dé
música esta noche a las onze, como me mandó; y,
según lo que passé con el negro, temo no haya dado
mandado a los criados de Paltrana. Y quisiera yr acompañado,
si no fuesse por parescer que los tengo en algo y que muestro temor
donde no lo hay ni puede haver.
|
SIGERIL.- No, que para esso todos yremos contigo
y a recaudo, para si algo fuere.
|
PANDULPHO.- Sí, mas ha de ser con
condición que si algo succede que me dexes a mí solo
con ellos, para que parezca que fuistes por vuestro plazer y no por
mi temor.
|
SIGERIL.- ¡O encomiendo al diablo hombre
tan fiero!
|
PANDULPHO.- ¿Qué dizes?
|
SIGERIL.- Digo que es bien, que ansí se
hará. Mas ¿cómo piensas que será bien
dar la música?
|
PANDULPHO.- Yo, con mi guytarra, y
Canarín, el pajezico, cantará, que tiene la boz en el
cielo, y Corniel, moço despuelas, mi compañero,
hará el ruyseñor, que es gloria vérselo hazer,
y tú tañerás los cascaveles, y
Barañón, moço de cavallos,
tañerá el cántaro. Mira si tengo pensada
música con que enamore a los ángeles, y mucha copla,
y mucha cosa y regozijos, que hagamos de plazer morir la
mochacha.
|
SIGERIL.- Por Nuestra Dueña, que lo
tienes bien pensado. Pues yo tomo el cargo de se lo mandar de parte
de Felides, porque lo hagan con más voluntad.
|
PANDULPHO.- Pues assí se haga, y con tu
cuydado me descuydo hasta que sea hora de ir, ya que acostado
nuestro amo.
|
Argumento de la IV Cena
|
|
PANDULPHO pregunta
si están a punto los que han de dar la música y, todo
aparejado, vanla a dar; y dándola, viene el alguazil y huye
PANDULPHO, y
después torna desimulando y riñe con CANARÍN, pajezico;y tornados a
casa, torna azechar y oye cómo QUINCIA y POLANDRIA burlan de su huyda. Y
entrodúzense:
|
|
PANDULPHO,
SIGERIL, CORNIEL, BARAÑÓN, CANARÍN, QUINCIA, POLANDRIA.
|
PANDULPHO.- Hermano Sigeril, ¿está
ya acostado nostro amo?
|
SIGERIL.- Sí está.
|
PANDULPHO.- Pues hora me parece para yr.
¡A, Corniel, hermano!, ¿está el ruyseñor
a punto?
|
CORNIEL.- Sí está, y aquí
Barañón con su cántaro.
|
SIGERIL.- Pues he aquí los cascaveles,
que por mí no ha de quedar.
|
PANDULPHO.- ¿Lleváys todos
vuestras guadras y rodanchos?, porque si repicaren, ya me
entendéys.
|
BARAÑÓN.- Todo va a punto.
|
PANDULPHO.- Escucha, que da el relox las onze
da. Buena hora es; sus, vamos. Mas bien será que nos
concertemos aquí y digamos una copla.
|
SIGERIL.- Bien es, por tanto toca tú la
guitarra.
|
PANDULPHO.- Mal haya el puerco que me
vendió esta prima, que no es la mejor del mundo; mas
ansí passará. Ora tocá, y di tú,
Canarín, una copla:
|
CANARÍN |
|
|
Levantaos mi
coraçón, |
|
|
|
levantaos la madrugada, |
|
|
|
y oýd en esta alborada |
|
|
|
lo que os dize mi
passión. |
|
|
|
|
SIGERIL.- Por Nuestra Dueña, cosa real es
oýr la boz deste rapaz y la melodía que haze el
ruyseñor.
|
PANDULPHO.- Y la guitarra ¿qué
tacha tiene?
|
BARAÑÓN.- ¡Boto a mares!, no
hay qué pedir, que si la moça no es bova, por las
ventanas abaxo pienso que se ha de echar por nosotros.
|
CANARÍN.- No se gaste en palabras; vamos
donde havemos de yr.
|
PANDULPHO.- Canarín, por vida de Dios,
que digas otra copla, que no es sino gloria oýrte.
|
CANARÍN.- ¿Para qué es
esso? Juro a Sant Juan que me enronqueça, que no pueda
después cantar.
|
SIGERIL.- Bien dize; vamos donde havemos de yr y
déxate desso, que allá te hartarás de
tañer y cantar.
|
PANDULPHO.- Ora vamos. Por aquí vamos
mejor, porque no topemos con el alguazil, no haga algún
desvarío con que la música se torne en responsos.
|
CANARÍN.- ¡Maldito sea hombre tan
fanfarrón! y si viene a mano el primero que torme
calças de Villadiego será él.
|
SIGERIL.- Esso jura tú a Dios; mas
callemos ya, que si nos oye no acabaremos esta noche con fieros. Ya
llegamos, pongámosnos aquí en baxo destas ventanas.
Ora, sus, comença a tañer, y bien pausado; ora, sus,
Canarín, la boz en el cielo:
|
CANARÍN |
|
|
Levanta, levanta aýna |
|
|
|
mi señora y mis amores, |
|
|
|
más linda que
clavellina |
|
|
|
y más hermosa que
flores. |
|
|
|
|
BARAÑÓN.- Encomiendos a Dios tan
buena, copla.
|
SIGERIL.- Calla, no le estorves.
|
PANDULPHO.- Di, perla preciosa, que esso me
contenta.
|
CANARÍN |
|
|
Levantaos por el huerto |
|
|
|
y paraos a la ventana, |
|
|
|
y verme eys sin cosa sana |
|
|
|
por vuestros amores muerto. |
|
|
|
O, rostro hecho de rosas, |
|
|
|
el más lindo que yo vi, |
|
|
|
clavellina entre hermosas, |
|
|
|
haya manzilla de mí. |
|
|
|
|
PANDULPHO.- Voto a la casa santa, que me espanta
este rapaz. El diablo le mostró tales dichos.
|
BARAÑÓN.- Hideputa el diablo, y
qué sentidos que son.
|
SIGERIL.- Dexalde; ora, vaya adelante, que me
paresce que veo tocados a la ventana puestos.
|
PANDULPHO.- Por la Verónica de
Jaén, que dizes verdad. ¡Ora, ora Canarín, haze
maravillas!
|
QUINCIA.- ¡O señora mía
Polandria, qué gloria es oýr aquel rapaz!
Llégate, llégate acá y verás qué
maravillas dize: por aquella boca, que no es sino gloria
oýlle.
|
POLANDRIA.- Ora calla, que ya comiença a
cantar.
|
CANARÍN |
|
|
O ángel que a mi
alborada |
|
|
|
estás y hecha de
flores, |
|
|
|
remedia ya mis dolores, |
|
|
|
mi alma, esta madrugada. |
|
|
|
|
PANDULPHO.- Dote al diablo, rapaz, que cosa
más a propósito no pudieras cantar; ve adelante, que
por Nuestra Dueña, que se ríen de gozo en
oýrte.
|
CANARÍN |
|
|
O señora y mis
entrañas, |
|
|
|
tu vida y mi
coraçón, |
|
|
|
remedia ya mi passión |
|
|
|
y mis penas tan
estrañas. |
|
|
|
Remedia ya mis passiones |
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|
|
y mi mal, fuerte y cruel, |
|
|
|
tú, más dulce que la
miel |
|
|
|
ni que nuezes ni
piñones. |
|
|
|
|
QUINCIA.- Señora, estas trobas me
parescen a mí como açucar, que no las
retólicas que la otra noche nos dezían los cantores
del Infante, a un son que ni entendía lo uno ni lo otro.
|
POLANDRIA.- Assí lo creo yo, que no era
para la boca del asno la miel.
|
QUINCIA.- Señora, por te hazer a ti sabia
dizes esso, que por mi vida, que tan poco lo entendías
tú.
|
POLANDRIA.- Anda, loca, ¿no lo
havía de entender. Tú por tu coraçón
juzgas el ageno.
|
QUINCIA.- Señora, no sé,
pardiós, esto me paresce a mí como perlas; que no
paresce sino que habla aquella guitarra y que estamos en el alameda
del río, según contrahaze aquél el
ruyseñor.
|
POLANDRIA.- Ora calla, que la boz del mochacho
es lo mejor, si cantase cosa sentida.
|
QUINCIA.- Señora, ¿y cosas
más sentidas se pueden dezir?
|
POLANDRIA.- Hi, hi, hi; ora calla, que torna ya
a cantar.
|
CANARÍN |
|
|
La guitarra y ruyseñor, |
|
|
|
y el cántaro y
cascavelles, |
|
|
|
mi alma, dizen que veles |
|
|
|
y que oyas al tu amor. |
|
|
|
|
PANDULPHO.- Dote a Dios, rapaz,
¿dónde hallas essos primores? Por la cruz de
Caravaca, si bive este rapaz, que ha de ser gran glosador.
|
SIGERIL.- Calla, no le vayas a la mano.
|
CANARÍN |
|
|
La prima tengo quebrada, |
|
|
|
la tercera y el bordón, |
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|
|
y tú no estás
enhadada, |
|
|
|
mi alma, en darme
passión. |
|
|
|
|
QUINCIA.- Señora, ¿no tiene gracia
aquel niño en lo que dize? Óyale ora, señora,
que no es sino gloria oýrle.
|
POLANDRIA.- Ora calla, que sí oyo.
|
CANARÍN |
|
|
Con vuestra merced, mi vida, |
|
|
|
rosa fresca del rosal, |
|
|
|
que la noche haze frida |
|
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|
tárdome y dizenme mal. |
|
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SIGERIL.- Ora una deshecha, y poco y bueno, y no
mucho y malo.
|
CANARÍN |
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|
Señora, pues quiso Dios |
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|
hazeros hecha de flores, |
|
|
|
no me desagáis de
amores. |
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|
QUINCIA.- ¡Landra!, y qué
cantarzico tan salado, ¿no es muy gentil, señora?
|
POLANDRIA.- Calla, y oyamos la buelta.
|
CANARÍN |
|
|
Hízoos Dios y tan
gentil, |
|
|
|
y a mí por vos
desdichado, |
|
|
|
hízoos Dios el mes de
abril, |
|
|
|
y a mí el agosto
agostado. |
|
|
|
Véome todo agenado |
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|
viendo a vos hecha de flores |
|
|
|
y a mi deshecho de amores. |
|
|
|
|
SIGERIL.- ¡Válame Dios!, ¿y
qué ruydo de armas es esto que aquí viene?
|
PANDULPHO.- No es tiempo de aguardar, mas de
poner pies en polvorosa, que con la buelta no echarán de ver
en mí. Ya que estoy en salvo, quiero bolver acechar en
qué paró el negocio. Quiérome un poco
sossegar, que no me alcança huelgo a huelgo con la priessa
que he tenido, y dexaré aquí, tras estas piedras,
ascondida la guitarra y el espada y el broquel, porque si fuere el
alguazil no me lo tome y, passo a passo, veré lo que ha sido
de mis compañeros. ¡Malogrados dellos si son ya
muertos, y qué buenos mancebos eran! Ora yo torno a acechar
y, si algo fuere, tornaré más descargado para huyr,
y, si no, diré que vine a defender que no les tomassen las
espaldas por estotra calle. Ora yo voy, que ya no oyo ruydo.
|
SIGERIL.- ¿Quién es?
|
ALGUAZIL.- Mas ¿quién soys
vos?
|
SIGERIL.- ¿Quién es?
|
ALGUAZIL.- Mas ¿quién soys
vos?
|
SIGERIL.- ¿Quién soys vos que lo
demandáis?
|
ALGUAZIL.- Soy el alguazil.
|
SIGERIL.- ¡O señor!, perdona, que,
por Dios, pensamos que eras otro.
|
ALGUAZIL.- ¿Traéis armas? Dadlas
acá, y la guitarra que tañíades; que a tal ora
no es bien andar dando músicas en lugar sospechoso.
|
SIGERIL.- Señor, no nos deves de
conoscer, que hazernos yas toda cortesía por cuyos
somos.
|
ALGUAZIL.- ¿Y quién soys?
|
SIGERIL.- Somos criados de Felides, y soy
Sigeril, hijo de su ama.
|
ALGUAZIL.-
Perdona, señor Sigeril, que no te
conoscía. Por ser cuyos soys andad con Dios, y no
hagáis más estos alborotos; que si otros
fuérades, por vida del rey, desarmados fueran a la
cárcel.
|
SIGERIL.- Téngotelo en merced,
señor, y si mandas que te acompañemos...
|
ALGUAZIL.- No, sino que os vays luego, por amor
de mí; y quedad con Dios.
|
PANDULPHO.- En paz está ya la cosa,
quiero tornar, quiçá poderé dissimular que no
falté; no puede ser, que ya me han visto, quiero hablalles.
¿Qué es esto, hermanos?, que pensé que nos
tomavan las espaldas y fuy a proveer en tal peligro.
|
SIGERIL.- Pues ¿a dó dexaste la
espada y la guitarra?
|
PANDULPHO.- Como vi que no havía con
quién pelear, y oý que acá eran pazes,
dexélo escondido, porque si por ventura fuesse la justicia
no haver brego con ella, por lo que tú dixiste, que no
convenía a los amores de nuestro amo ningún
escándalo.
|
CANARÍN.- Hi, hi, hi.
|
PANDULPHO.- ¿De qué te
ríes, rapaz?
|
CANARÍN.- De la diligentia que pusiste en
yr a proveer en esso, que parescía que no ponías los
pies en el suelo.
|
PANDULPHO.- ¡Al diablo el rapazejo
malcriado!, pues ¿havía de yr despacio? Por Nuestra
Dueña, si os tomo por una pierna, si no os acibarro en
aquella pared porque estés mofando.
|
CANARÍN.- Verés vos, el
panfarrón. ¡Ay, ay, ay, hideputa, vellaco!,
¿havéisme vos a mí de dar?
Soñólo el puto de vuestro linaje; yos juro a la mi fe
que yo lo diga a Felides. ¿Por qué me havés
vos, don rufianazo, de llegar la mano ni dar bofetón? Para
mí tenés vos, don panfarrón, manos, y para los
que ciñen espada pies.
|
SIGERIL.- Quítate allá Pandulpho,
¿no has empacho de tomarte con esse niño?
|
PANDULPHO.- Pues, ¿hase de igualar
él, siendo rapaz, con un hombre barvado?
|
CANARÍN.- ¡El diablo me lleve si no
os descalabro, don vellacazo, porque me des vos a mí!
|
SIGERIL.- Quítale, quítale la
piedra, Barañón.
|
BARAÑÓN.- Déxala rapaz, si
no, darte he de bofetones.
|
CANARÍN.- Agradecedlo vos a
Barañón, que para ésta, que yo os hiziera una
pitera en essa cabeça.
|
PANDULPHO.- Yos voto a la casa santa, don rapaz,
si no fuera por los padrinos, que yo os diera qué
moflir.
|
CANARÍN.- ¡Calla ya, malaventurado,
con tus girmanías!
|
PANDULPHO.- Señor Sigeril, hazé
que calle esse rapaz, si no, por estas barbas, que me havéis
de perdonar.
|
CANARÍN.- Verés vos, ¿y por
qué tengo de callar?
|
SIGERIL.- Calla ya pues, tú, rapaz, que
no te has de ygualar con un hombre.
|
CORNIEL.- Por Nuestra Dueña, pues que no
es bien que un muchacho se iguale con un hombre de barbas.
|
SIGERIL.- Calla ya tú; que juro por Dios,
que si Felides sabe que le llegaste las manos, que haya tanto enojo
que de cosa más lo pueda haver.
|
PANDULPHO.- Hermano Sigeril, castíguelo
él, y no sea malcriado; y si mucho enojo huviere no
faltará quien me dé de comer, ni a él quien le
sirva, que yo no soy hombre que tengo de sufrir cosa contra mi
honrra.
|
SIGERIL.- Ora baste esto, que es tarde, y
vámonos acostar. Y tú, Canarín, no hayas
enojo, que tú tuviste la culpa; y calla por mi amor.
|
PANDULPHO.- ¿Ves?, aquí
dexé entre estas piedras el espada y la guitarra, porque
veáys si tenía intención de huyr; que si
huyera no havía de dexar perder mi hazienda.
|
SIGERIL.- Ora baste, que ansí se cree de
ti. Y vamos y entremos passo, que duerme nuestro amo; no
despierte.
|
PANDULPHO.- Agora que quedo solo, quiero yr a
casa de mi puta, a pedille cuenta de lo que ha hoy ganado; como voy
enojado podrá ser, si no la da tal, que descargue en ella el
nublado. Y quiérome yr por casa de Paltrana,
quiçá estará Quincia a la ventana, y
haré de un tiro dos cuchilladas. Hablando está,
quiero llegar passo.
|
QUINCIA.- Señora, dexando una
razón por otra, ¿tú no viste qué huyr
llevava uno de los de la música quando sintió el
alguazil?
|
POLANDRIA.- Pues ¿tú no has
oýdo que el huyr no es correr, sino bolar?
|
PANDULPHO.- Noramala acá vine,
¡cuytadas de orejas que tal oyen! No de balde dize el
proverbio que quien escucha de su mal oye.
|
QUINCIA.- ¡Hideputa, qué gran
covarde devía ser aquél! No devía de ser
él Pandulpho, criado de Felides, que, assí goze yo,
el más fiero hombre es que hay en toda esta cibdad; que
estotro día le oý dezir, que si no fuera por cierta
persona, que matara a Zambrán o le cortara un braço o
una pierna, a mejor librar; que con una furia lo dezía que
las barbas henchía de la saliva, con la braveza que lo
dezía.
|
PANDULPHO.- Bueno va esto, en buena
possessión estoy tenido con Quincia; plázeme, que
terné poco que hazer en abonarme con ella.
|
POLANDRIA.- Muy engañada bives en esso,
que todos los panfarrones tienen esso, que todo su hecho es
palabras. ¿No conosciste a Gandulfo, moço despuelas
de mi padre, que era otro tal en sus fieros y no havía
liebre más covarde en el mundo quél?
|
PANDULPHO.- Guayas de mí, con esse abono
digo que medraré yo.
|
POLANDRIA.- Quanto más, que por mi vida,
que creo que no era otro el que huyó, sino él.
|
PANDULPHO.- Peor está que estava,
noramala acá vine esta noche.
|
QUINCIA.- ¿Cómo,
señora?
|
POLANDRIA.- Di, el que huyó, ¿no
era el que tañía la guitarra?
|
QUINCIA.- No, era otro.
|
POLANDRIA.- Pues, por vida de mi señora,
que me pareció él.
|
PANDULPHO.- Bien está, pues dize que le
paresció, porque ningún testigo no haze fe si no
depone afirmando.
|
QUINCIA.- Mas ¡qué donayre
sería si fuesse él!
|
POLANDRIA.- Mayor sería si no fuesse
él quien venía allí, que mejor lo pudiesse
hazer.
|
QUINCIA.- Quanto si él es, échese
sus fieros y bravezas a cuestas.
|
POLANDRIA.- Andacá, vamos acostar, que
poco nos va que sea él que otro.
|
QUINCIA.- Señora, vamos.
|
PANDULPHO.- Ora, yo quedo bien librado desta
noche; en Palana havrán de quebrar estos enojos, si no me da
buena cuenta. Quiero yr allá, que no me faltarán
escusas y mentiras para con Quincia, si supiere que fui yo el que
huý.
|