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«Considerat, grande Reyna, / pues soys de Castilla luz / y, cierto, cristiana buena, / lo que hizo santa Elena / buscando la vera cruz. / Con la ffe, la emperadora / so tierra la ouo fallada / para vos, grande señora, / porque la leuéys ahora / alçada contra Granada» (p. 34 b, vv. 72-81). Vid. también p. 33, vv.. 6-8; 43 a, vv. 416-417; 89, vv. 19-20; 213, vv. 6-7; 235, vv. 19-20; 251, v. 84, etc., etc. Claro que fue muy difícil separar la idea de cruzada de la reconquista, pero acaso un hombre como Marcuello encontrara los dos conceptos asociados (vid. Joseph PÉRES, La España de los Reyes Católicos, Madrid, 1986, pgs. 66-67; este autor se hará cargo del carácter de cruzada que tuvo la guerra en Isabel y Fernando. Los Reyes Católicos, Madrid, 1988, p. 239.

 

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«Pues detrazáis heregías / y batizáys morerías» (p. 18 b, vv. 4-5), «porque los dos juntamente / destruyáis esta vil seta» (p. 40 b, vv. 330-331) y en las páginas 60 (vv. 77-83), 103 (vv. 9-10), etc.

 

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Página 34 a, vv. 67-71. Así también en las páginas 18 a (vv. 13-15), 68 (vv. 103-105), 157 (v. 10), 205 (vv. 730-731) y en otras muchas ocasiones.

 

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Américo CASTRO, La realidad histórica de España, México, 1962, pgs. 169-170.

 

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Página 299, vv. 131-135: «darte gracias los cativos / todos. Más los del Corral / qu'estauan muy affligidos, / porque los ha redimidos / con la gracia lo real». Vid. Andrés BERNÁLDEZ, Memorias del reinado de los Reyes Católicos, edic. Manuel Gómez-Moreno y Juan de M. Carriazo, Madrid, 1962, p. 193, por ejemplo.

 

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Página 207, vv. 735-736. Bernáldez cuenta una notable historia de las campanas reales: «El rey tenía cruces a canpanas, con lo cual les dava desolaz a los moros, que continuamente veían la cruz e oían las canpanas tañer a todas las horas a repicar a todos los rebatos desde la primera fortaleza que ganó; que a la hora siempre llevaba el rey canpanas en sus huestes e reales; e al comienzo les dezían los moros: "¿Cómo no traéis las vacas e traéis los cencerros?" Las cuales canpanas andavan con el artillería, e de allí se repartían por el real» (Memorias, p. 198). Sobre Ronda: repoblación, gentes, literatura, vid. mi prólogo a la edic. facsímil del Marcos de Obregón, ya citado, pgs. LV-LXVI, y, para historia y bibliografía, ahorra muchas pesquisas la obra de Aurora MIRÓ, Ronda, arquitectura y urbanismo, Málaga, 1987.

 

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BERNÁLDEZ, Memorias, p. 159. He elegido el fragmento que incluyo en el texto, pero es un lugar común que se repite en cada pueblo que los reyes liberan.

 

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Vid. MENÉNDEZ PELAYO, Antología de poetas líricos castellanos, O. C., VIII, pgs. 155-156.

 

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Página 307, vv. 121-130. Alhama (citada en las páginas 197 y 207) fue el comienzo de la guerra, con el asalto de Juan Ortega y Martín Galindo; sus ecos literarios fueron no pocos. Vid. Manuel ALVAR, Granada y el romancero, Granada, 1956; edic. facsímil, con prólogo de José Lara, por aquella Universidad, 1990, pgs. 23-29.

 

30

Granada y el romancero, pgs. 35-48. La fecha de su muerte no es incuestionable. En la p. 191 (vv. 412-420) alude a los comendadores de Alcántara y Calatrava, y los menciona en unos versos a los que no hemos de nergarles el garbo: «[...] son flores, / con sus cruces de colores, / en la guerra de Granada».

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