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Sergio Ramírez: variaciones para un retrato de mujer

Luís Alonso Girgado





Es Sergio Ramírez, en una Centroamérica donde el escritor, todavía hoy, lo tiene muy difícil, una voz narrativa de rango. Su dilatada obra recorre las décadas de tránsito de los dos últimos siglos y sus historias abarcan desde el retrato policíaco hasta la crónica de la violencia -las guerras civiles-; desde la evocación de figuras literarias (Rubén Darío muy en especial) hasta la indagación en el pasado nacional nicaragüense. Se trata, en cualquier caso, de un novelista que conoce el pasado próximo y el presente de crueles y trágicas confrontaciones de Nicaragua, donde ha desempeñado cargos de alta responsabilidad política en el último gobierno sandinista.

La fugitiva (Alfaguara, 2011), de recentísima aparición, es novela de personaje con historia de escenografía costarricense (pero también mexicana) y narración sustentada en la modalidad de crónica periodística, que intenta restaurar la doliente vida y contradictoria personalidad de una mujer; una adelantada o francotiradora en permanente conflicto con el tiempo, la sociedad, el país y las duras limitaciones que le tocó vivir y que impidieron su proyecto de mujer libre y liberada, sensible y creativa, inconformista y, sin embargo, víctima de su misma condición de mujer.

Es el convulso ámbito personal, interior, de Amanda Solano, a quien trasladan a su país para ser enterrada, el eje narrativo de este novela de bien visible estructura perspectivística y de amplia temporalidad biográfica que transcurre en continuadas retrospectivas. Miradas al personaje (Amanda) aparte, es esta una novela de Costa Rica -por cierto bien documentada- en su historia a lo largo de la primera mitad del siglo XX: vida social y cultural, circunstancias políticas, proceso de modernización del país y avatares del vivir cotidiano se suman al trazado de las cambiantes peripecias y situaciones de la protagonista y a su caracterización interna, surcada de interrogantes, dudas y ambigüedades no resueltas.

La fugitiva es, con todo, un espléndido exponente de novela perspectivística en la que convergen, testimoniales, tres voces (de mujer) que evocan a su amiga, de triste destino. Tres voces -Gloria, Marina y Manuela- con entidad de personajes vivos, convincentes, auténticos, con persuasivos discursos de bien trenzada y ágil narratividad que dibujan visiones y matices distintos, que configuran una red pródiga en entrecruzamientos y variantes como resultantes de la divergencia de ópticas de cada una. Elegancia y desgarro verbal (este en la desafiante palabrería de Manuela, la cantante de rancheras), dan vida a una novela como esta, de cuidado estilo y prosa de calidad.

Sergio Ramírez ha logrado, una vez más, una novela de perceptible amenidad, de entrañable mundo narrativo, de técnica sumamente eficaz y personajes de sólida humanidad. De lo mejor que le hemos leído. Un acierto más en una importante carrera literaria, la de Sergio Ramírez.





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