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451

Sobre la materia que estas dos obras francesas suministran al No más mostrador, de Larra, véase El Romanticismo en España, por Enrique Piñeyro, (París, Garnier Hermanos), págs. 7 y s.

 

452

A esta lista hay que añadir El rapto, con música del maestro Genovés, y Julia.

 

453

Murió sin concluir su drama intitulado Quevedo, del que sólo había escrito dos actos. No cabe duda, como observa D. Antº Ferrer del Río en su semblanza literaria de Larra (Galería de la literatura española, pág. 233) que hubiera sido interesante «oír hablar a uno de los primeros escritores del siglo XVII, por boca del primer satírico español de nuestros días».

 

454

En cuanto a las fuentes históricas y literarias que pudieron servir de base a este drama, véase la nota del padre Blanco García, a la página 145 del tomo I de su Literatura española en el siglo XIX. (3.ª ed., Madrid 1909). Sáenz de Jubera, Hermns, el t.º XXVII de O. C. de D. Juan Valera, págs. 176 y sigts. y el XVI de Colección de escritores castellanos, págs. 143 y siguientes.

 

455

D. Leopoldo Augusto de Cueto publicó en varias entregas de El Artista un Examen del «Don Álvaro o La Fuerza del Sino».

 

456

Igual observación hizo Larra respecto del Antony, de Dumas: «Si Adela acierta a no ser persona de coche, o si los coches tienen lanza, se queda el drama en exposición. En el teatro los acontecimientos deben ser deducción forzosa de algo: la acción ha de ser precisa; lo demás no es convencer, pintando lo que sucede, sino hacer suceder para pintar lo que se quiere convencer». (Obras completas de D. Mariano José de Larra, pág. 522).

 

457

Mazade, Pacheco, Ferrer del Río y Pastor Díaz sostienen que en Don Álvaro se repite el fatalismo griego.

 

458

Fue estrenado en Madrid, en el teatro del Príncipe, el 22 de Marzo de 1835, a las siete de la noche. Estaba anunciada para el 21, pero no llegó a representarse este día porque deficiencias observadas en el ensayo general aconsejaron el aplazamiento. (Eco del Comercio del 21 de Marzo de 1835), Anunciaron el estreno este periódico, El Observador y La Abeja. Estuvo en el cartel ocho días seguidos. Volvió a representarse el 2, 3 y 4 de Abril. En cuanto a su éxito, la Revista Española, del 25 de Marzo, decía: «Al caer el telón, no podemos ni queremos ocultar que fueran más los desaprobadores que los aprobantes» (¿Larra?). El Artista (entrega XIII) asegura que durante la escena de Doña Leonor, al arribar al convento de los Ángeles (una de las más bellas del drama), se oían risas del público (Véase O. C. de Azorín, t.º XVIII, Madrid, 1921, págs. 72 y sigts.). Por el contrario, las décimas que dice Don Álvaro en la III escena, del III acto fueron aplaudidas por todos (V. Obras escogidas de D. Antº García Gutiérrez, Madrid, 1866, pág. XV, del prólogo). Los papeles principales estuvieron a cargo de Concepción Rodríguez, Julián Romea, Guzmán, Joaquina Baus, Matilde Díez y Fernández.

 

459

El Duque de Rivas, por Manuel Cañete (Colección de escritores castellanos, t.º XVI, Madrid, 1884, pág. 64).

 

460

O. C. de D. Juan Valera; t.º XXVII, (Madrid, 1911) pág. 186.