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En España, Ferreras (1972: 259-313), sin embargo, califica la novela de crímenes como «uno de los productos más simplificados de la paraliteratura» y se refiere a las Crónicas de Tribunales (aparecidas en España un siglo más tarde que en Francia), considerándolas «reales historias del suceso» que «intentan comunicar periodísticamente los crímenes reales que acontecen en el mundo». No obstante, reconoce que «el crimen real se hincha periodísticamente, como se hinchan las catástrofes, los accidentes, los suicidios: estamos ya, y en pleno siglo XIX, en plena sección de sucesos». Ahora bien, Ferreras no especifica si su catalogación paraliteraria es actual o histórica. (N. del A.)

 

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Al hablar de las convenciones de la propia LITERATURA desde hoy, es claro que nos estamos refiriendo a su LECTURA. Por esta razón, no se puede echar en olvido como dice Cabada Gómez (1982: 10) que «una forma de lectura es un factor, dentro del funcionamiento literario de una sociedad, al que se puede considerar coproductor de literatura, pues coopera en la producción de una obra con su significado». (N. del A.)

 

143

Cfr. Botrel (1993: 173) cuando se refiere en idénticos términos al «proceso de literaturización del suceso». (N. del A.)

 

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Estas ideas del más puro estilo rousseauniano dejaron una huella de considerable percepción hasta hoy, ya que muchos de los postulados neoclásicos todavía perduran. La irresponsabilidad del hombre trae consigo importantes consecuencias: en lo literario, por ejemplo, se va difuminando el héroe y el malo deviene en enfermo o marginado. Como dice E. Sullerot (1970: 137): «La responsabilité est attenué, Satan ayant des complexes». (N. del A.)

 

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Cfr. este proceso con el del autor propio de la lectura clásica (imitativa, poética y verosímil) que se constituye genérica por cuanto acrecienta el caudal de lo ya aportado (Cabada Gómez, 1994:168-172). (N. del A.)

 

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Análogamente, Ferreras (1972: 229) cuenta cómo en el s. XIX, Vicente Caravantes publicó entre 1859 y 1861 sus Anales dramáticos del crimen o Causas célebres españolas y extranjeras con el siguiente resultado: «Con Caravantes, y dada la preparación o especialidad del autor, los crímenes adquieren carta de naturaleza en la novela por entregas; desgraciadamente la obra debió de tener gran éxito y las imitaciones y vulgarizaciones van a abundar a lo largo de los años. Si Caravantes se cuida del aspecto jurídico del crimen, sus imitadores y secuaces van a preocuparse únicamente de la descripción del mismo». La cursiva es nuestra y es utilizada para llamar la atención sobre el proceso (para) literario a partir de la imitación de lo pretendidamente histórico. (N. del A.)

 

147

Del mismo modo, Botrel (1993: 173) habla de la «función estética y social que puede tener el suceso». (N. del A.)

 

148

La cursiva es nuestra. (N. del A.)

 

149

El 9-11-1992 un tribunal de honor formado por nueve miembros rehabilitó la figura de Gilles de Rais, Barba Azul. Entre esos miembros figuraron el escritor Gilbert Prouteau; el presidente, Henri Jurany; el historiador, Henri Laborit, y el ex ministro, Michel Crépeau, que pidieron al Presidente de la República, François Mitterrand, y al primer ministro, Pierre Bérégovoy, «el restablecimiento absoluto de la verdad histórica» (Hermoso, 1992: 26). Pero ¿acaso puede borrar la Historia 500 años de Literatura máxime cuando se sigue confundiendo a Rais con Barba Azul porque se ajusta a un anterior tipo construido (ver Monestier, 1988: 52)? (N. del A.)

 

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Cfr. Barthes (1962) y Auclair (1982: 63-90) a propósito de los conceptos de enigma y suspense. (N. del A.)