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Recordemos que el término discretio empieza a ser interpretado por Prudencio y Lactancio en el sentido de selección dirigida por la razón, que se rige por la moderación moral y se identifica con el buen sentido y el buen gusto. Análogamente, el concepto de decoro, tal y como lo explica Lausberg (1966: 374-381), incluye el término de aptum o conveniens, que se debe combinar según un criterio ético general.

 

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Véase este texto para una aproximación a la línea negativa del cómico, desde la antigüedad a nuestros días. Otros estudios destacados que asumen esta perspectiva son los de Borsellino (1989), Celli (1982), English (1986).

 

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Cfr. la frase citada de Baudelaire y la teoría del homo ludens popularizada por Huizinga (1968: 7-8), que analiza el concepto de homo sapiens dieciochesco, desglosándolo en dos métodos de actuación de la inteligencia humana: la fabricación y el juego. Por tanto, añade dos funciones esenciales que nos distinguen, la de homo faber y la de homo ludens.

 

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Giulio Ferroni (1983: 30-44) se ocupa de las implicaciones socio-políticas que se ocultan bajo esta ausencia teórica de la tradición; la interpretación negativa del cómico de Ferroni acepta las teorías carnavalescas bachtinianas, aunque critica el abuso e instrumentalización de las mismas por parte de la crítica literaria de los setenta, especialmente en Italia, donde la obra del pensador soviético ha sido muy difundida.

 

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Para una aproximación a la función transgresiva de la literatura barroca, véase El Outmani (1995).

 

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Como puede verse, Bachtin atribuye al cómico moderno una función exclusivamente negativa, que excluye de la burla al burlador. Sin embargo, en el caso de escritores como Pirandello, el autor no se encuentra por encima del objeto humorístico, y, en consecuencia, el resultado es que produce la misma ambivalencia de risa y dolor que el carnaval.

Para una revisión de las teorías bachtinianas en el cómico moderno, véanse Huerta Calvo (1989), Bottiroli (1990: 147-165), Hutcheon (1984: 13-26) y Colaizzi (1995).

 

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Véase la teoría de N. Borsellino (1989: 21), según la cual la risa desvela el dualismo del mundo, es decir, la presencia, junto al mundo oficial, de un segundo mundo de juego y de ficción.

 

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J. F. English (1986: 149) resalta: «This sort of oblique communication between text and reader has no place in our current modes of inquiry into the comic. But it is of the essence of the comic to enable such communication, to assist in the very processes of context-building and self-orientation by which we make and remake sense of literary text. The lauthing reader must be understood as interacting with the text in a way that is productive of textual meaning, and this will require the development of new, trans-generic approaches to the comic capable of addressing its neglected communicative function». En efecto, la aplicación de un esquema transversal para todos los géneros literarios cambia sobre todo la función del cómico en el texto literario, puesto que pasa de ser una categoría para clasificar las obras a un elemento de la retórica de la persuasión.

 

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Para una aproximación a la ironía desde el punto de vista retórico, son fundamentales los trabajos de Knox (1961), Hutcheon (1981: 140-155), Booth (1986) y Kerbrat-Orecchioni (1980: 108-127).

 

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Recuérdese la aportación de Anthony A. C. Shaftesbury, que publica en 1709 Sensus communis, donde distingue una ironía defensiva de la ironía utilizada con el fin de sacar a la luz lo verdadero, superando las convenciones del discurso. Un año antes, había aparecido su Carta sobre el entusiasmo, donde anima a utilizar la ironía contra esa forma exacerbada de entusiasmo que es el fanatismo, sea religioso o político.

La ironía, en la concepción shaftesburiana, heredera, asimismo, del método socrático, revela la desarmonía de las acciones viciosas así como de los comportamientos supersticiosos o fanáticos, y es el instrumento ideal para corregir y educar al hombre en la virtud y en el equilibrio. Este último, el equilibrio, será la clave en las teorías de Paulhan (1914: 172) y Jankélévitch (1983: 53), para superar la paradoja de la ironía que estamos viendo.