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Como resultado de la extensión del campo de aplicación del término texto, en la actualidad discurso y texto se utilizan casi indistintamente (ver Petöfi, 1986b: 1080). Originariamente, discurso se reservaba para referirse únicamente a expresiones orales; pero si bien De Saussure se concentró sobre todo en los signos lingüísticos acústicos (utilizaba texto sólo en el sentido filológico, referido a los textos clásicos), en Europa el estudio de la lengua hablada o análisis del discurso, recibió relativamente poca atención hasta la llegada de la teoría del acto lingüístico. Para una discusión detallada del uso de texto y discurso en Lingüística textual y la teoría del texto, veánse los informativos estudios de Vitacolonna (1988) y Virtanen (1990). En sus trabajos más recientes, Van Dijk parece haberse alejado de su Lingüística textual aplicada al texto literario y pasado a la Psicología cognitiva (y social) y la inteligencia artificial. Este nuevo interés de Van Dijk por la comprensión cognitiva del discurso le ha conducido al estudio de macroestructuras semánticas (estructuras de nivel superior de presentación y procesamiento de información). Por ello, la antigua dicotomía texto-discurso de Van Dijk ha quedado un tanto desdibujada y parece haber sido desplazada por la noción (unificada) del uso de la lengua, el cual «se manifiesta en expresiones que, como objetos-tipo, interpretamos como discursos o textos de determinada lengua natural» (Van Dijk, 1980: 5).

 

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Si nos reducimos a los textos escritos, la noción de documento deja fácilmente aceptarse como un posible equivalente. A pesar de las correspondencias que existen a primera vista entre ambos términos, su uso se bifurca rápidamente. Originalmente el término documento significaba una hoja de papel (testamento, pasaporte, partida de matrimonio, escritura, etc.) con un efecto reconocido oficialmente y una función bien definida dentro del sistema legal -como también, tratándose de un documento histórico, significaba material (en este caso) escrito que como relación de una realidad pasada permite al historiador historiografiar (es decir: escribir la Historia). En estos últimos electrónicos años ha sido adoptado por los fabricantes de procesadores de textos para referirse especialmente a la clase de archivos que pueden verse en el menú de entrada. Se ha convertido por tanto en un término abanico que cubre cualquier cosa desde un archivo «sólo-texto» de procesador de textos hasta una hoja electrónica o una página interactiva de la Web. Lo que es más, con la llegada de los multimedia, los documentos-textos abarcan ahora elementos tales como imagen, sonido, movimiento, y hasta de tacto (el ratón y el touch-pad en ordenadores, la pantalla que reacciona al tacto en las copiadoras y máquinas automáticas de café, etc.). Sólo falta que en un futuro próximo se añadan los elementos olfativos para que en las pantallas se exploten todos los sentidos interactivamente, con lo que el paisaje textual disponible para la comunicación humana se hará aún más completo y complejo, y el desarrollo progresivo desde lo concreto hacia lo abstracto de los medios se empujará hasta sus límites.

 

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Véase Van Dijk (1972: 25 y ss.) y Rieser (1981).

 

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En la introducción de su Man's Glassy Essence, Milton Singer observa que las divergencias entre Lévi-Strauss y Malinowski «pueden ser interpretadas por el contraste Saussure-Peirce, es decir entre una relación diádica del signo, en la cual imágenes (significantes) reciben sus 'sentidos' o 'conceptos' (significados) a partir de un código lingüístico convencionalizado (langue), y una relación triádica del signo, en la cual el signo denota un objeto, significa una propiedad o una relación de este objeto, e interpreta a otro signo en un intercambio infinito entre emisores e intérpretes del signo» (1948: 5). Semejante division d'esprits no sólo sufre la Antropología sino que ha creado una controversia «ideológica» entre «semiólogos» y «semióticos» en cada una de las disciplinas y los campos de investigación donde se aplica la teoría de los signos, así como en la teoría semiótica general.

 

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Véase mi Hacia una semiótica textual peirciana (II), la segunda parte de este artículo, que aparecerá en el próximo número de Signa.

 

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Véase Petöfi (1968b: 1080 y ss.).

 

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Ético y su opuesto, émico, son neologismos de Pike que se refieren a dos enfoques diferentes al análisis y la descripción del comportamiento humano tanto verbal y no verbal. El que lo estudia éticamente «mide por un mismo rasero todas las culturas o lenguas, o una parte de ellas», mientras que la visión émica es «al contrario, culturalmente específica y se aplica a una sola lengua o cultura a la vez» (Pike, 1967: 37). «El punto de vista ético observa el comportamiento desde fuera del sistema particular y como un primer acercamiento esencial para estudiar el sistema ajeno» mientras que «el punto de vista émico estudia el comportamiento como colocándose dentro del sistema» (Pike 1967: 37). Las nociones ético-émico gozan de particular popularidad en los estudios antropológicos y etnológicos. Para más detalles, véase Brend (1986).

 

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El término «textología» fue una invención original de Bajtín. Véase su artículo «Das problems des Textes» (1990: 437-438 nota 2 [nota de los traductores del texto bajtiniano]).

 

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Para esclarecer el razonamiento discursivo de las reflexiones críticas deconstruccionistas, estudios tales como Derrida de Christopher Norris (1987) o Jacques Derrida. Texto y deconstrucción de Cristina de Peretti (1989) pueden servir como instrumentos hermenéuticos de imprescindible valor.

 

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El acusar a la praxis deconstruccionista de subjetivismo esterelizante, o de atentado contra el valor conceptual que posee el discurso teórico, implica un desconocimiento de la obra de Derrida y de los numerosos estudios que sobre ella se han llevado a cabo. A esto conviene añadir que el tipo de estructura deconstructora, tal y como corresponde a Un fulgor tan breve, a pesar de su carácter radical y subversivo, contiene un inevitable rigor lógico que no deja de apelar con penetrante agudeza.