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Romera Navarro (1934: 277) hace un repaso de las principales características de las disfrazadas que delatan su verdadero sexo en obras dramáticas de diversos autores de los siglos XVI y XVII.
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Se emplea este recurso, por ejemplo, en La Francesilla y Más pueden celos que amor de Lope de Vega; Atila furioso, de Virués; El cerco de Tremecén, de Guillén de Castro; Bellaco sois Gómez, La villana de la Sagra o El amor médico, de Tirso de Molina; etc.
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Suponemos que el papel de la Culpa era interpretado por una actriz, pues de esta manera es explotada toda su posible teatralidad al disfrazarse de hombre.
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Véase el interesante apunte de Becker sobre las técnicas vocales de los actores barrocos a la hora de interpretar papeles femeninos (Jean Canavaggio, 1979: 147). Véase también Evangelina Rodríguez Cuadros (1998, 446-523).
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Según el DRAE, espectacular se define como 'aparatoso y ostentoso'. Nosotros emplearemos la expresión «marcadamente espectacular» o «grandioso» para referirnos a este tipo de decorado; «medianamente espectacular», para las obras en que el decorado no es grandioso, pero sí presenta apariencias, tramoyas simples, monte, jardín sencillo..., y elementos típicamente calderonianos como la gruta o la torre; «exento de espectacularidad», para aquel tipo de decorado que no ofrece ninguno de los recursos anteriores, aunque sí se utilicen brevemente otros como el baile o la música dentro del espectáculo global de la obra.
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A María el corazón, El arca de Dios cautiva, El año santo de Roma, El castillo de Lindabridis, El gran mercado del Mundo, Hado y divisa de Leónido y Marfisa, Fieras afemina amor, La protestación de la fe, Las Carnestolendas, El sacristán mujer y La garapiña.
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La devoción de la cruz, El escondido y la tapada, La hija del aire, El José de las mujeres, Las manos blancas no ofenden, El monstruo de los jardines, Los tres afectos de amor: piedad, desmayo y valor, La vida es sueño, Yerros de naturaleza y aciertos de la fortuna.
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Tomamos la segunda acepción de «aparatoso»: 'desmedido, exagerado' (DRAE).
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El árbol genealógico que parece inspirar a Isaacs en su novela es el siguiente: Abraham tuvo con Sara, su esposa legítima, a Isaacs; éste con Rebeca tuvo a Jacob-Israel, quien con Raquel tuvo a Benjamín y a José; y éste, en Egipto, a Manasé y Efraín. Sin embargo, antes de que Sara pariera en su vejez a Jacob, por voluntad de Dios, Abraham tuvo con su criada Agar a Ismael, de quien nace Jesé, padre de David; éste, a su vez padre, de Salomón, siendo todos de la rama de Judá. El profeta Isaías en su Libro (7, 8-9; 9, 7-20; 11, 12-13) cuenta el cisma que se produjo entre la casa de Judá, a la que pertenecen, pues, David, Salomón y José con la Virgen María; y la de Jacob y las doce tribus de Israel, a la que pertenecen Sara, José, Ester y Efraín.
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El libro más importante para el alcance de la figura de Efraín, donde se confunden el hijo de José y su descendencia; figura de la que no doy, obviamente, todos los detalles relativos a su tribu, ni de las guerras contra la casa de David, contra Judá.