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21

MIRÓ, Gabriel: Las cerezas del cementerio, p. 659.

 

22

LANDEIRA, Ricardo: «Introducción», Libro de Sigüenza. Alicante: CAM/Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1994. p. 27.

 

23

Como Azorín, Miró se muestra escéptico ante las elevadas cumbres filosóficas, sintiendo una predilección por el cultivo de la pequeña filosofía: «Pero Sigüenza no puede inferir ninguna grave filosofía, porque se ha entregado a menudos y sutiles pensamientos». MIRÓ, Gabriel: «En el mar-Vinaroz» (1910), Libro de Sigüenza, p. 161.

 

24

MIRÓ, Gabriel: Libro de Sigüenza, p. 147.

 

25

MIRÓ, Gabriel: Glosas de Sigüenza. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1952. p. 23.

 

26

MIRÓ, Gabriel: Libro de Sigüenza, p. 150.

 

27

MIRÓ, Gabriel: Libro de Sigüenza, p. 152.

 

28

MIRÓ, Gabriel: «Un domingo», Libro de Sigüenza, p. 184. La melancolía emana también al contemplar el efímero esplendor de los almendros: «Estos árboles impacientes, ligeros, frágiles, exquisitos, dejan una espiritualidad, una melancolía sutil, en el paisaje, y traen a nuestra alma la inquietud que inspiran algunos niños delgaditos, pálidos, de mirada honda y luminosa, que hacen temer más la muerte» («Los almendros y el acanto», 195).

 

29

MIRÓ, Gabriel: Corpus y otros cuentos. Alicante: CAM/Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995. p. 217.

 

30

MIRÓ, Gabriel: Libro de Sigüenza, pp. 264-265.