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ArribaAbajo27.- Lluviosos ojos que

En el primer cuarteto hay una persistencia por la palabra lluvioso, que como ya describí en mi nota 37 del pie de página, léxico, que ya empleó. Sin embargo, en «lluviosas soledades», sí hallamos parangón en los sonetos Soledades de Luis de Góngora, o más próximo a la poesía modernista de Soledades, de 1902, de Antonio Machado. Ya vimos lluviosas almas en «Nubes y arcángeles», (v. 9).

Lo esencial no es la inicial realidad nombrada, sino lo sugerido, lo elevado, el recuerdo que ha encendido esa realidad, y el sentido que ahora en... ese momento concreto, tiene para el poeta. Una realidad subjetiva. En el segundo cuarteto (vv. 5-8), en balcones de rudas tempestades, entiendo que balcón es la cabeza, porque ya en la tercera cuarteta de «Carnívoro cuchillo» nos dice «florido balcón de mis edades tempranas». El florido balcón de su memoria fresca, pensamientos que hay en su cabeza.

La segunda cuarteta tiene mucho de Canto a la Argentina de 1914 de Rubén Darío: «rosales eléctricos, flores / miliunanochescas, pompas / babilónicas, timbres, trompas, / paso de ruedas y yuntas [...]». Donde apreciamos babilónicamente y babilónicas. En el mismo poema de Rubén Darío también rescatamos: metrópolis, que aparece en el primer terceto:


Y vio en lo inmemorial del pasado
las metrópolis reinas que fueron [...]



He tomado el motivo de la ilustración del soneto 25, como si el cuerpo de la mujer fuera una isla en medio del mar, más el verso «ojos de ver y no gozar el cielo / corazón de naranja cada día». La mujer desnuda recolecta corazones como si cortara racimos de uva de una parra celestial.




ArribaAbajo28.- La muerte, toda llena

Soneto dedicado a Maruja. Con: «Volcánicos bramidos», el poeta nos vuelve a recordar que empezó el tercio del toro (la burla), en el verso 14, con «volcánica región del toro». Aunque este enunciado: volcánico, tiene otra connotación expresiva, se refiere a la imagen del toro como volcán que expulsa babas, bramidos como lava por su desesperación, y como elemento visual nos añade «humos fieros» y además echa «llamaradas». No obstante, este toro-volcán representa de una forma sublime el «general amor del poeta». Que no es más que la fuerza natural con la que ama, y además le hace morir.

Este amor volcánico atormenta al poeta con la misma fuerza que derrama su lava candente como un corazón ya cadavérico, porque con este soneto podríamos asegurar que finaliza El rayo que no cesa. Cuando le dice a la amada: «Ya puedes, amorosa fiera hambrienta, / pastar [sobre] mi corazón».

«[...] y hacia todo se derrama / mi corazón vestido de difundo», este derramar tiene connotaciones eróticas, como pudiera ser, el de: me derramo en ti.

Mujer con corazón




ArribaAbajo29.- Elegía a Ramón Sijé

Ramón Sijé es el seudónimo de José Ramón Marín Gutiérrez, un anagrama del nombre y del primer apellido. Nació en Orihuela el 16 de noviembre de 1913, a las 6 de la tarde, tuvo dos hermanos Justino (Gabriel Sijé) y Mariola. Estudió Derecho en Murcia, fue Premio Extraordinario de Licenciatura. Aunque Miguel Hernández y Ramón debían conocerse de vista, su relación se estrechó con la presentación de la revista Voluntad, el 15 de marzo de 1930. Fundó y dirigió la revista neocatólica El Gallo Crisis, que duró un año. Escribió La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas (1935), inédito hasta 1973, editado por el Instituto de Estudios Alicantinos45.

Esta elegía compuesta precipitadamente a la muerte de su amigo ocurrida el 24 de diciembre 1935, tenía 22 años, a causa de altas fiebres por una peritonitis. La elegía fue considerada por los más afamados poetas de su tiempo. Miguel se hallaba en Madrid cuando se enteró por Vicente Aleixandre del luctuoso hecho, y escribió su famosa elegía, una de las más conmovedoras de la lengua española. A raíz de su publicación en el número de diciembre de la Revista Occidente junto a seis sonetos más a petición de José Ortega y Gasset, antes de ser incluido en el libro definitivo. Estos poemas publicados en tan prestigiosa revista, llamó la atención del dulcísimo Juan Ramón Jiménez que escribió en su «encasillada torre» -expresión de Arturo del Hoyo- «Con la inmensa mayoría» del diario El Sol, febrero del 1936:

[...] En el último número de la Revista de Occidente, publica Miguel Hernández, el extraordinario muchacho de Orihuela, una loca elejía [g] a la muerte de su Ramón Sijé y 6 sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la «poesía pura» deben buscar y leer estos poemas [...]46.



El rayo que no cesa se encontraba en la imprenta de Altolaguirre cuando Miguel pidió que la incluyera en el libro, y es la antepenúltima composición, la número 29 del libro, queda antes del soneto final, puesto que sabemos que el libro salió el 24 de enero de 36. Tomando las notas de Agustín Sánchez Vidal, en estudio y prólogo del libro Perito en lunas. El rayo que no cesa, (pág. 180) nos dice:

Sigo la primera edición (al igual que Losada). Cossío, sin embargo, sigue la aparecida en Revista Occidente, agrupando, en consecuencia, los tercetos 12 y 13 en una sola estrofa, e igualmente los tercetos 14 y 15 en otra; también, pone coma al final del verso 26, que suprimo siguiendo la primera edición.



El rayo recibió buenas criticas de Juan Ramón Jiménez que escribía en El Sol y Poeta a la vista. Miguel cabalga sobre el surrealismo.

Hemos de detenernos en la dedicatoria. En la edición de Losada con prólogo de José María Ballcels, escribe: «[...] a quien tanto quería». En la de Agustín Sánchez Vidal y otras sucesivas aparece «con quien tanto quería» Que en el original aparece con la preposición «con», y el significado, a pesar de que lo han explicado otros autores, que no son imprescindibles citar, por ser obvio, que cuando el poeta escribe «con quien tanto quería» nos hace una bisemia o juego de dos significados entre: «con quien tanto compartía»; «tanto quería». Recursos estilísticos o juegos que ya había empleado Miguel en la octava real III, o acertijo del toro, de Perito en lunas, con «luna y cuarto de la tarde». Entre cuarto de hora y cuarto de luna.

Simbología.- La cosmovisión poética de Miguel, es la de un mundo rural, donde se había criado y educado, un pueblo en la huerta del río Segura, un pueblo de luz mediterránea y católico. Influido por el mundo literario de Gabriel Miró a quien organizaron un homenaje.

La elegía está compuesta por 15 tercetos en endecasílabos y un serventesio final, en los que se aprecian diferentes estados de ánimo del poeta que evoluciona hacia una locura o éxtasis místico momentáneo.

Por ello empieza: «Yo quiero ser llorando el hortelano [...]». El poeta quiere ser el eterno hortelano de la parcela donde está enterrado su amigo. Y no quiere ser el hortelano por unas horas, sino eterno, ya que dice «y estercolas», evidentemente, hasta que su cuerpo se descomponga como el estiércol, elementos de los corrales de las cabras, sometido a cambios de temperatura y estados, porque el estiércol es un órgano vivo.

La segunda estrofa: «Alimentando lluvias, caracolas / y órganos mi dolor sin instrumento [...]». Se refiere a que el cadáver de su amigo sepultado será objeto de las tormentas que caigan sobre su tierra-tumba, la caracola es una concha marina que de antaño se usaba para llamar a los peones del campo a la comida, de hecho García Lorca usa este nombre muy frecuente, «ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino». De una estrofa de «La casada infiel». En «órganos mi dolor sin instrumento», se refiere, creo, a instrumentos musicales de una iglesia, como música religiosa que nos elevan a un estado celestial. Quiere decir que ya no habrá órganos celestiales, de iglesias que le resuciten. Invito a averiguar, si Ramón Sijé tocaba el órgano en alguna iglesia.

«A las desalentadas amapolas», es evidente que las flores silvestres de los cementerios son las amapolas que se comerán a través de la savia el corazón de su amigo: «daré tu corazón por alimento». Aquí encontramos cómo el corazón del amigo servirá de alimento-estiércol para las raíces de las amapolas del cementerio.

Mis Interpretaciones y consideraciones.- Esta elegía es una de las que yo llevo en mi repertorio como rapsoda, a veces, y la experiencia me ha demostrado que ciertos ritmos, para ser recitados necesitan de algunas puntualizaciones y arreglos técnicos.

Para recitarla la hemos agrupado por contenidos, es decir, no dividida necesariamente en tercetos. Como sucede en el segundo terceto, al cual le he unido el verso 7, y por lo tanto se convierte en un cuarteto abab. Y el siguiente terceto queda como un pareado, que es en realidad lo que es. Miguel estaba muy preocupado por el metro en sus poemas, quería la perfección y prefirió sacrificar el contenido ante lo estético, muy discutido hoy por los poetas actuales, que hemos abandonado la rima y los metros a favor del contenido.


Alimentando lluvias [...]



En el terceto quinto, he agregado una coma tras la «y» del último verso, y nos queda «[y, siento más tu muerte que mi vida]».

Con el terceto 12 y 13 he hecho lo mismo que con el anterior convertido en un cuarteto y en un pareado... queda así:


Volverás a mi huerto [...]



El terceto 11, que acaba con el verso «y desamordazarte y regresarte», ha dado origen a comentarios sobre la locura de Miguel, puesto que está decidido a desenterrar el cuerpo del amigo fallecido para besarle la noble calavera, parece ser que habían jurado que el primero que muriera recibiría un beso en la frente del que quedara vivo.

Más adelante hay una ensoñación o un recuerdo de cuando ambos meditaban en su huerto bajo la famosa higuera que todavía se puede ver en la casa de la calle de Arriba. El terceto 15 lo resumo como que el recuerdo alegrará sus ojos y tu sangre dulce será disputada entre él (el poeta) contra su novia que habrán acudido sobre tu tumba a llorar y las abejas a libar el néctar de las amapolas a las que, ya el poeta dio «su corazón por alimento».

El serventesio final, creo entender que cita o requiere al alma de su amigo en las flores-rosas del almendro de nata-florecido, para hablar de muchas cosas de las que debieron hablar y no hablaron. Firma con la fecha 10 de enero de 1936, fecha en que debió darlo por acabado.

La ilustración representa a unas grandes amapolas alimentándose del corazón de Ramón Sijé, y las raíces de éstas abrazan la cruz iluminada de su tumba, que siempre estará encendida en la inmortalidad de esta incomparable elegía, hija de la inspiración y no del trabajo ni de la arquitectura poética.

Elegía a Ramón Sijé



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