Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente




ArribaAbajo30.- Soneto final. Por desplumar arcángeles

Este soneto final es una incógnita, queda descolgado del libro como un apéndice, como un rabo demoníaco que queda suelto de El rayo..., pero es un poema de amor filiar, como nos lo demuestra el contexto asociativo y ambivalente entre el final del libro y el final de la vida de Ramón Sijé, quien le machacaba con lo de «Miguel de las batallas que abandona al poeta con rabia sus plumas de arcángel asexuado [...]».

Miguel llora por su difunto compañero del alma Ramón Sijé, que ya en vida éste le achacó su pérdida de la fe cristiana motivo de su separación. Miguel se mostró arrepentido en la carta a Juan Guerrero Ruiz «estoy muy dolido de haberme conducido injustamente con él (Ramón) en los últimos tiempos». Vicente Mojica nos da cuenta de la crisis religiosa de Miguel: «en el ambiente de Madrid su fe religiosa se va debilitando, y sobre todo por su amistad y su admiración inmensa por Pablo Neruda, junto a él casi se borran los vestigios de su religiosidad juvenil». Por estas razones Ramón Sijé atacó contra Neruda. Los del «27» arrinconaron este tipo de poesía religiosa.

Por desplumar arcángeles47 glaciales (el arcángel San Gabriel48). Nos hallamos que por primera vez en El rayo... aparece una alusión religiosa, aunque alma aparece 7 veces, y secular 1 vez. Evidentemente, desplumar arcángeles es blasfemo y por esta acción anticlerical el poeta es censurado y condenado «al llanto de las fuentes / y al desconsuelo de los manantiales», o sea, un llanto desmesurado. La nevada lilial es el yo, puesto que filial pertenece al léxico modernista, fue Rubén Darío uno de los primeros en escribir «lilial albura». De este poeta tomó: babilónicamente y metrópolis49, del soneto 27.

«Por difundir su alma en los metales», que pudiera ser, o bien, fundir su alma en los metales, o divulgar su alma como en una medalla. El fuego y el yunque lo forjan y lo arrastran los herreros torrenciales, torrente del fuego líquido, que enlaza con el soneto 2 (v. 3), «de fraguas coléricas y herreras».

Los dos tercetos se resumen en: «arrojado me veo [...]», es evidente el destierro espiritual que recibió Miguel por parte de Sijé, se ve arrojado del paraíso protector sijeriano, por ello dice: «y tanta ruina [...] y sólo por quererte [...]». Este quererte es para Ramón Sijé, porque ya dijo en la dedicatoria de la «Elegía...» a quien tanto quería. Teme convertirse en óxido pecador: «y a la acción corrosiva de la muerte». En «al doloroso trato de la espina / al fatal desaliento / de la rosa». Tengo otra hipótesis, cuando escribe a «las desalentadas / amapolas daré tu corazón [...]» (vv. 6-7 de la «Elegía»), concuerda con «desaliento de la rosa» (v. 10). Los sonetos hubieran quedado enlazados: «al fatal desaliento de las [amapolas]», pero a amapola le sobran dos sílabas para el endecasílabo.

La ilustración representa a un pecador sentado al borde del mar desplumando a un arcángel al que le está quitando las plumas.

Soneto final




ArribaAbajo 31.- Elegía a la panadera (novia de Ramón Sijé)

Este poema no figura en El rayo que no cesa, a pesar de ello lo he incluido ya que María de Gracia Ifach, seudónimo de Josefina Escolano, lo incluyó en la página 58 de Antología de Miguel Hernández, (Losada, Buenos Aires de 1960), donde anota: «Esta Elegía quería Miguel incluirla junto a la otra de Ramón Sijé, en El rayo que no cesa; por este motivo va aquí». Y respetando esta acertada decisión recojo el poema y lo analizo porque lo creo imprescindible. La novia de Ramón Sijé se llamaba Josefina Fenoll Felice, vivía en la calle Arriba y era hermana de los poetas panaderos: Carlos y Efrén.

Empieza el poeta pidiéndole a la novia que se retiren juntos a llorar a la sombra de un granado, y continúa narrando que «desde un cielo gris desconsolado, / caen ángeles cernidos para el trigo [...]». De esta metáfora he tomado la ilustración ya que posee un gran impacto visual. Obsérvese que en «Soneto Final» apareció por primera vez arcángeles. Vuelve a pedirle que vayan hasta el granado, y le llama panadera lilial, vuelve a tomar la palabra de los modernistas que ya usó en el soneto final con la nevada lilial. Y esto reafirma mi hipótesis de que el poeta quiere emparejar el «Soneto Final» con la «Elegía a Ramón Sijé».

En «buscando abejas va por los panales», también es una forma de emparejarla con «disputando tu novia y las abejas», de la estrofa 14. Y sigue con «sin su labor de sol y de colmena». O también «en silencio de abeja detenida». Hay una obsesión por los panales y las colmenas, que habría que investigar.

De nuevo utiliza la palabra rayo, «como un rayo dispuesta a ser herida». Dos veces utiliza relámpago en una clara alusión al rayo que no cesa. Luego vuelve a consolar a la que «ibas a ser la flor de las esposas» (terceto 16) y a ayudarle a soportar la pena «y a sufrir por lo bajo, compañera».

Remata esta elegía con un «Levántate: te esperan tus zapatos / juntos a los suyos muertos en tu cama». Como si Sijé hubiera muerto sobre la cama de la novia, como metáfora simbólica de una unión sentimental. Y acaba la elegía con una coordinada copulativa: «y la lluviosa pena en sus retratos / desde cuyos presidios [tumba] te reclama». Nos encontramos con «lluviosa pena» que no es sino otro comodín como el poeta ya escribiera en el soneto 2 al decir «lluviosos rayos destructores», y también en el 27 que empieza con «lluviosos ojos que lluviosamente [...]». Un lloro que también empareja con el primer verso de la «Elegía a Ramón Sijé»: «Yo quiero ser llorando el hortelano». La palabra «lloro» se repite dos veces en El rayo..., puesto que el llorar entra en el modernismo con Rubén Darío: «Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer». García Lorca es también de los llorones en sus poemas: «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías». Recientemente la Fundación Cultural MH de Orihuela ha recuperado la correspondencia de Ramón Sijé.

Elegía a la novia









Anterior Indice Siguiente