Esta octava real
es como una continuación a la octava número [II]. El
palmero gatea al tronco de las palmeras atado a un lazo, al galope
sube, semejando que el tronco es la grupa de un semoviente, que a
su vez, nos quiere hacer ver la silueta del tronco como si fuera un
istmo en contraste con el azul del cielo, un istmo vegetal en la
silueta del cielo, y una vez el palmero está arriba cercena
o corta las hojas secas o los racimos de dátiles o la
gargantillas de oro, de la octava real [V]. En «por oros los une donde se halla / el viento
bronceado de vaivenes»
(vv. 3
y 4), el oro son los dátiles, que se broncean al sol y el
viento les da golpes.
En «Jinete que a tu misma grupa vienes / para
entrar con las luces en batalla»
(vv. 5 y 6), nos repetirá lo del verso 1:
«Al galope [...]»
, la palmera
será la caballería a cuya grupa se
sube el palmero para las batallas de cortar y cercenar. Aquí
nos recuerda la iconografía de un caballero con su lanza en
un juego de cañas o justa, que desde la copa o
tirabuzón dorado de la palmera hará la «degollación, tras el
ordeño»
. La degollación es una imagen
tremendista de acción chocante.
Las palmeras se suelen limpiar en el mes de septiembre, además de la obtención de la palma blanca y de la comercialización de los dátiles, es emblemática de la zona levantina y del paisaje de la Vega Baja, además de constituir la base de una floreciente industria de elaboración de miel de palma, y proporcionar materias primas para la ganadería y la artesanía.
En «Poemas
Sueltos», recogidos en Antología de
José Luis Ferris, Austral, núm. 487, 88, se recoge un soneto
trágico titulado «El Palmero», en lo que se
considera la prehistoria de la poesía hernandiana, donde el
palmero «cae muerto»
[con
estrépito desde lo alto de la palmera] «bajo el chorro dorado de los
dátiles»
. Nos hace alusiones al valor del palmero
que «la altura no le espanta. Se cree
rey de esos vientos [...]»
Esta caída y muerte del
palmero tiene una connotación en el mito de
Perséfona, deidad del mundo vegetal como mensajera de la
naturaleza que renace tras el ciclo de la muerte. Cuando el palmero
cae, encima le llueve un collar de dorados dátiles, estos
frutos de oro le ocultan y estercola la tierra, como sucede con el
higo de la octava [I] cuando se precipita al suelo. Y tiene
proyección en la «Elegía» a Ramón
Sijé: (v. 2) «de la tierra que ocupas y
estercolas»
, como muy acertadamente apuntó
José María Balcells (Sial ediciones, 2002, 119):
[...] y la «Elegía Primera», dedicada a «Federico García Lorca, poeta», v. 61, e incluida en Viento del pueblo (1937), donde se dice al difunto: (serás) «estiércol padre de la madreselva». |
La ilustración se la he dedicado al pintor y dibujante oriolano Francisco de Díe García-Murphy, quien pintó un cartel para acompañar a la presentación de «Elegía media del toro» y de Perito en lunas, y luego este cartel se quedó olvidado en el tren. En la ilustración vemos a un palmero/jinete subido a lomos del tronco, cortando con la tajadera la gargantilla de oro o racimo de dátiles.