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Simplemente fascistas

Artículos y ensayos sobre la violencia skinhead neonazi en España. 1996-2002


Mariano Sánchez Soler






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El hombre de la violencia radical1

Desde la última década del siglo XX, la serpiente del racismo y la xenofobia muestra de nuevo sus colmillos criminales, y está dejando a su paso un reguero de sangre y de víctimas inocentes entre los sectores más débiles de nuestra sociedad: inmigrantes, extranjeros, diferentes... Toma cuerpo así la advertencia de Wilhelm Reich cuando afirmó que «el fascismo es un fenómeno internacional, potencialmente presente en toda sociedad humana en la que exista el racismo». La ola de crímenes y violencia xenófoba que en los últimos años está recorriendo Europa, desde Rusia a España, es la mejor prueba de que un fascismo generacionalmente renovado emerge entre nosotros, con sus mensajes de violencia «redentora», y se desarrolla entre la juventud como una propuesta radical, atractiva para muchos adolescentes urbanos inmersos en una sociedad en crisis.

Las ideas clásicas del fascismo, remozadas con las últimas iconografías, mueven de nuevo los mecanismos de la violencia contra el sistema democrático. Rapados neonazis, falangistas, basistas, «arcángeles», nacionalistas de extrema derecha, terceristas... son las etiquetas políticas bajo las que actúa una nueva generación de jóvenes ultras agrupados en organizaciones como Juntas Españolas, Movimiento Social Español, Alianza Nacional Española, CEDADE, Bases Autónomas, Nación Joven o Vanguardia Nacional Revolucionaria. La mayoría de estos nuevos activistas ni siquiera había nacido cuando, el 20 de noviembre de 1975 murió el general Franco; y muchos de sus dirigentes, en aquella fecha, no habían alcanzado la mayoría de edad.

En su mensaje político reivindican y siguen, cómo no, a Hitler, a Mussolini, a José Antonio Primo de Ribera, a Corneliu Codreanu y, en menor medida, al general Franco, mientras coinciden en su acción de masas: la violencia utilizada como arma política. Hoy, a la vista del gran estallido de violencia juvenil que recorre nuestras grandes ciudades -especialmente Madrid, Barcelona y Bilbao-, no deja de ser curiosa «la modernidad» conque se ofrece el mensaje violento de los antiguos fascismos españoles. Las últimas camadas ultras siguen, a pie juntillas, como un catecismo, las propuestas de personajes como Onésimo Redondo, fundador de las JONS, cuando dijo: «La juventud debe ejercitarse en la lucha física, debe amar por sistema la violencia. La violencia nacional es justa, es necesaria. Es una de nuestras consignas permanentes, la de cultivar el espíritu de una moral de violencia, de choque militar».

En ello, coinciden con Ramiro Ledesma y José Antonio. No en vano, los últimos falangistas también predican la violencia con absoluta claridad. En un Curso de Formación de Mandos, los falangistas argumentan: «Todo empleo de la violencia ha de estar supeditado a la estrategia de la acción política, y ha de utilizarse exclusivamente para el logro de los objetivos políticos». De este modo, queda hecho pedazos el primer objetivo de cualquier acción política que es, como explica Duverger, la eliminación de la violencia. Este predicamento de la violencia ha seguido vigente después de la muerte de Franco y vive hoy, con fuerza renovada, en toda la amargama ultra que actúa entre nosotros. Veamos algunos ejemplos «doctrinales» del notario Blas Piñar, gran patriarca de Frente Nacional: «La violencia, aunque sea un recurso límite y extremo, puede ser también un recurso obligado y hasta exigido por la justicia y la caridad. La condenación de la violencia, venga de donde venga, es fuente de vacío doctrinal muy penoso, y es pura expresión demagógica para sembrar la confusión» (1975). «A veces la violencia puede ser un acto de caridad para defender aspectos fundamentales» (1979).

Moral de violencia, caridad, recurso obligado... Toda la historia de la transición democrática española ha sido un constante y selectivo acto de violencia, que ha salpicado siempre al entorno de Fuerza Nueva, el primer partido de Piñar, o a miembros del sector más violento de su organización. Asesinatos como el de los abogados laboralistas de Atocha, de Arturo Ruiz, o de Yolanda González, tenían como objetivo político detener el proceso democrático, provocar una estrategia de la tensión o desmantelar el movimiento estudiantil. En cualquier caso, la violencia se organiza para sembrar el terror. Es un método que ha conocido crímenes infames: los paquetes-bomba de El País y El Papus, los Bateadores de El Retiro en 1979, el asesinato de Vicente Cuervo, de Jorge Caballero, de Arturo Pajuelo y el caso San Bao durante los años ochenta, hasta llegar al primer comando criminal netamente racista: el asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez en Aravaca, hace ahora tres años, por personas vinculadas a la organización Bases Autónomas y los grupos skin neonazis.

Tanto durante la transición como en la actualidad, el método de la violencia ultra se mantiene intacto. Como explica Eugene Victor Walter, «el proceso de terror implica tres elementos: 1) un acto o amenaza de violencia, que 2) produce una reacción emocional y 3) produce efectos sociales, como ocurre en el despliegue de violencia sistemática que crea un miedo extremo para derribar el sistema de autoridad».

Hoy, como ayer, la violencia sistemática ultra tiene este efecto inmediato; da igual que se realice en los campos de fútbol, en las zonas de ocio o en los institutos de enseñanza media. Además, tanto ideológica y metodológicamente, busca un objetivo proselitista: captar entre los más jóvenes nuevos activistas para sus filas y, una vez dentro de su red sectaria, «formarlos» ideológicamente en las viejas ideas nacional-socialistas (entre nosotros, nacional-sindicalistas). Como dicen algunos teóricos de la organización nazi española CEDADE, «los skins quinceañeros de hoy, serán nacional-socialistas cuando cumplan los veinte años».

Aunque atomizados todavía, los distintos grupos ultras de la violencia radical están organizados en estructuras parecidas a las viejas células marxistas, tienen órganos de expresión escrita en los que difunden sus consignas, e incluso se coordinan internacionalmente. ¿No es esta la manera de actuar de un partido? Lenin hubiera dicho que sí. Y aquí es donde surge el verdadero rostro de un peligro que crece en nuestras calles, mientras las autoridades policiales hablan de «tribus urbanas» y de «casos aislados», utilizando el método del avestruz, o simplemente demostrando que los árboles de los altercados violentos les impiden ver el bosque que hay detrás.

Mientras tanto, el fascismo de última generación se pasea con sus bates de béisbol y sus puños americanos, vierte la sangre a navajazos y campa a sus anchas como unas juventudes hitlerianas pasadas por la estética del Internet, a la búsqueda del «hombre nuevo»; porque, como dice José Barbeitio, «el hombre existente, el hombre real que el fascismo y el nacional-socialismo creen encontrar, el hombre por esencia bueno, no sirve; y es preciso crear el hombre nuevo, el hombre la violencia radical».




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Violencia y fascismo

Hablando con Esteban Ibarra y Mariano Sánchez Soler2



¿Por qué y para qué Jóvenes contra la Intolerancia?

ESTEBAN IBARRA: Inicialmente, una serie de organizaciones nos pusimos de acuerdo en elaborar unos documentos para la prevención de conductas racistas, xenófobas, antisemitas, intolerantes en general, y trabajamos allá por el año 92 en esa elaboración con muchos profesores y animadores socioculturales. Era simplemente una elaboración de materiales en un momento donde ya empezaba a hacerse público el resurgimiento de este tipo de conductas. Hay que situarlo también después de la caída del Muro, cuando en Europa hubo una eclosión muy importante de racistas, de agresiones neonazis. Lo que sucede es que, cuando estábamos haciendo este trabajo, al principio financiado por el Ministerio de Asuntos Sociales con cargo al 0,5% del IRPF, se produce un cataclismo en nuestro país: el primer crimen racista. El asesinato de Lucrecia. Entonces, planteamos que no había que quedarse en elaborar materiales didácticos sino que era preciso hacer un trabajo de prevención, de sensibilización y de acción ciudadana orientado a la juventud. De ahí surge el proyecto de Jóvenes contra la Intolerancia como organización no gubernamental no formada exclusivamente por jóvenes, pero sí orientada fundamentalmente a ese ámbito. Los acontecimientos, desgraciadamente, han venido a confirmar que no era una coyuntura, sino que se trata de un problema estructural que va a marcar el próximo siglo y que requiere todo un esfuerzo de intervención, estrategia, actuación...

¿Qué ha sucedido en este tiempo? Los acontecimientos nos han ido desbordando. Han ocurrido sucesos muy graves, continuas agresiones y hechos muy luctuosos, como el asesinato de muchos jóvenes. Esa circunstancia nos obliga a dar otro paso más, para entrar en un escenario de atención de las víctimas, de las familias, de denuncia de las agresiones. Por tanto, Jóvenes contra la Intolerancia busca, por un lado, la prevención, la formación en valores de solidaridad, tolerancia y convivencia democrática, y por otro, se plantea la solidaridad y la atención a las víctimas. Han surgido denuncias de los grupos organizados. De las manifestaciones de violencia y de las agresiones en otros ámbitos, escolares, urbanos o campos de fútbol. Ese es el arranque originario de Jóvenes contra la Intolerancia.




¿Por qué y para qué Los hijos del 20-N?

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Yo, como periodista, trabajaba en otros temas cuando me llamó la atención un suceso concreto ocurrido en 1990. Se trataba de la agresión a un inmigrante africano en el Maresme. Era el síntoma de que empezaba a forjarse algo diferente en el fascismo español. La necesidad de escribir el libro surgió en sí tras el asesinato de Lucrecia, porque por primera vez en Europa un comando, como en los viejos tiempos de la transición, fue al lugar donde vivían unos inmigrantes anónimos y les tirotearon con la intención de matar. Hasta entonces, en Europa había habido agresiones racistas: quemas de casas, palizas bestiales... pero aquí se daba una nueva situación: el método del comando y el hecho de que tuviera como jefe a un miembro de la Guardia Civil en activo, que disparó con su pistola reglamentaria. Lo que me empujó a escribir el libro fue que el crimen de Lucrecia, en el fondo, había sido perpetrado con el modus operandi de las viejas tramas negras españolas. Era evidente, a pesar de todas las maniobras de dispersión y de todos los intentos para disfrazar el acontecimiento como un acto criminal de lúmpenes, de skins enloquecidos. A mí siempre me ha interesado, tanto profesional o personalmente, la realidad del fascismo en España. Algunos tenemos experiencias concretas con amigos que han sido víctimas de esta gente. Mi libro demuestra que, lejos de haber desaparecido y de surgir ahora con nuevos grupos de forma espontánea, los fascistas simplemente han vuelto a la acción después de haber estado arrinconados por la propia dinámica social y por la actuación de las fuerzas democráticas. Y son «los hijos del 20-N» porque utilizan la fecha de la muerte de Franco como banderín de enganche para sus acciones violentas y doctrinales, de la misma forma que otros hacen peregrinaciones a la casa de Hitler en Alemania para demostrar la existencia del nacional socialismo en la actualidad.




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¿Qué valoración hacéis de la dimensión de la violencia urbana y de su significado?

ESTEBAN IBARRA: El concepto de violencia urbana es un convencionalismo para hablar de manifestaciones muy diversas. Hay violencia neonazi, en la que los sujetos de la violencia son grupos muy organizados, que están practicando una agresión hacia objetivos como los inmigrantes, aunque ahora, en los últimos años, también son los jóvenes autóctonos con una estética hippie o, simplemente, que «les han mirado mal». Otra violencia mimética es la violencia de los bakalaeros dentro de la misma matriz, bastante autoritaria y que se alimenta de algunas ideas: un ultranacionalismo muy afirmado, en Madrid de corte españolista, pero en otras comunidades puede ser catalanista o euskaldun. Esta es una de sus ideas: el ultranacionalismo. Otra, que también se produce en otros países, es la heterofobia: la fobia al diferente, sea negro, inmigrante u homosexual; la fobia a todo lo que consideran fuera de la norma, de su norma. El tercer elemento es un culto especial a la violencia, que le da una conexión muy profunda con la matriz nazi histórica. Además, la propia sociedad genera una violencia estructural, en tomo a una cultura de la violencia. Aparecen muchos más escenarios de violencia, en determinados barrios, determinadas zonas, determinados pubs, sitios donde la facilidad de la confrontación violenta es manifiesta. En los centros escolares aparecen otra serie de grupos y pequeñas bandas, con extorsiones muy crueles a chavales, a los que les quitan desde el bocadillo hasta el dinero. Cualquier conflicto se resuelve a navajazos con posibilidad de muerte.

Los escenarios son múltiples, alimentados por diversos vectores: el vector organizado, el ideológico, el mimético, el de la moda (quien más liga en determinadas discotecas es el que es capaz de abrir el cráneo a otro). Hay que recordar que varios de los asesinatos se producen en ese ambiente. Por ejemplo, el de Arganda, es un asesinato producido por un grupo neonazi en un ambiente de discoteca. No todo obedece a una planificación, pero sí a lo que se puede calificar como violencia difusa, y parece ser que este fenómeno se repite en muchas ciudades de nuestro país, pero también en otras ciudades europeas y de otros continentes. Da la impresión de que hay un a estrategia de la violencia. En ese magma, aparecen unos individuos que se mueven mejor, a sus anchas. Y luego estamos quienes perdemos con este problema: la ciudadanía y toda la gente con convicciones democráticas.

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Siguiendo con lo que dice Esteban, creo que el hilo conductor de toda la historia del fascismo español, desde los años treinta, es la violencia que se aplica de una forma u otra, según el momento político. Pero el elemento indiscutible que mueve a la acción es la violencia. Es verdad que su última expresión es neonazi, pero tradicionalmente el falangismo es violento y, como el fascismo italiano, utiliza las mismas técnicas, también en el aspecto organizativo. Normalmente, en todos los atentados y asesinatos perpetrados hasta ahora ha aparecido alguna persona organizada en grupos ultras; en todos laos crímenes ha participado algún individuo de Bases Autónomas o vinculado a otros grupos neonazis o a partidos neofascistas de los que formaban parte de su guardia pretoriana en los mítines o actos públicos, como servicio de orden... En todos los atentados siempre ha habido alguien que formaba parte de una estructura organizativa. No son bandas de lúmpenes.

Para entender esta historia debemos destacar un aspecto importantísimo: la violencia es utilizada también para captar a nuevos militantes. A un punki, por ejemplo, la vida puede tratarle muy mal y cuando tenga treinta y cinco años ya no será punki. No tiene ni ideario ni organización política. La suya, como la juventud, será una enfermedad que se curará con los años. Sin embargo, un fascista, un nazi, siempre será fascista. Desde el punto de vista ideológico, las ideas calan y en su propagación se utiliza una estructura organizativa que tiende a perpetuarse. Muchos empiezan siendo violentos cuando tienen quince años, pero al cumplir los veinte siguen con esa metodología y dan el salto cualitativo. Como dice algún veterano dirigente neofascista español: ahora son adolescentes skins, pero cuando tengan veinte años serán nacionalsocialistas.

Los grupos neonazis utilizan la estrategia de crear el terror, como correa de transmisión, para luego captar a medio plazo. En las peñas del fútbol, por ejemplo, ha sido de escándalo. Durante años se han negado todas las denuncias, hasta que los responsables se han encontrado con los estadios llenos de símbolos nazis y gritando barbaridades.

ESTEBAN IBARRA: El concepto de tribus urbanas es un concepto que falsifica, es un error. Se lanzó institucionalmente por los propios responsables de seguridad. No clarifica nada, porque una tribu urbana engloba a realidades musicales que no tienen nada que ver con el fenómeno de la violencia. Criminaliza al conjunto de la juventud. Lo mismo que el concepto de violencia juvenil. En todo caso, si queremos utilizar un término que englobe todas las manifestaciones, habría que hablar de grupos urbanos violentos. Eso permite recoger todo el campo, pero en modo alguno tribus urbanas, bajo cuya etiqueta se está identificando a hippies, a heavies, a rockeros, a los mods, a gente que no tiene nada que ver con la violencia.

Tampoco sirve violencia juvenil, porque entonces parece que es una violencia que surge de los jóvenes, y eso es lo que hay que negar. El colectivo juvenil no es violento. Es como cuando antaño se decía que el movimiento obrero era violento. El movimiento obrero no era violento; lo que ocurría es que existían manifestaciones, explosiones de violencia, pero con esa definición se estaba criminalizando a todo un colectivo.

La siguiente pregunta que hay que hacerse es hasta qué punto el fenómeno es importante. Para responder, sólo hay que seguir las estadísticas en la Comunidad de Madrid de los últimos años. En ellas se reconoce oficialmente un promedio de 150-200 agresiones al año, algunas con resultado de muerte y otras con secuelas de parálisis o psicológicas. Hay, además, centenares de agresiones que no son denunciadas, porque muchos jóvenes no quieren tener problemas con los padres; hay inmigrantes que no denuncian por miedo a su situación sin papeles y a la expulsión del país; homosexuales que no denuncian porque hacerlo implicaría una humillación en algunas comisarías; o indigentes, que son más agredidos, que tampoco lo hacen porque desconocen la mecánica de la denuncia. Por lo tanto, no sabemos exactamente el calado real. Tenemos esas cifras oficiales, pero pensamos que es la punta de un iceberg.

¿Qué está alimentando todo esto? Esta violencia se alimenta desde una logística. Existen establecimientos donde puedes acceder fácilmente a las armas y a la cultura de la violencia, con la venta de CD-ROM, videojuegos, revistas que promueven la violencia. Y para su acción en los campos de fútbol, encontramos todo un despliegue favorecedor de esa violencia que tiene unos contenidos y unas orientaciones. Quiero subrayar que ya no es una violencia exclusivamente racista. Por ejemplo, ahora mismo, es el aniversario del asesinato de David González. Este chico no era «diferente»; simplemente se había negado a cantar el Cara al Sol...

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Las broncas no surgen porque a mí me gusten los Rolling Stones y a ti los Beatles, sino que aparece un Cara al Sol o un Arriba España de por medio, un acto de levantar el brazo fascista; una serie de provocaciones claves del fascismo. No se crean las broncas por ser de un equipo de fútbol o de otro, lo que se mueve detrás es la historia clásica de los cachorros fascistas hitlerianos, o de los falangistas españoles, obligando a la gente a cantar el Cara al Sol o agrediéndolo por llevar una chapita, como ocurrió en plena transición a Jorge Caballero, que por llevar un distintivo anarquista lo mataron a navajazos. Es el mismo método, no ha cambiado a pesar de los años transcurridos.

ESTEBAN IBARRA: En muchos actos de violencia criminal se utiliza una carga simbólica: el puñal, impresionante, porque las SS y las SA nazis tenían como instrumento la daga. En los últimos casos, los nuevos fascistas recuperan la daga hitleriana.

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Los hechos son muy testarudos. Aunque tú creas una cosa, los hechos te van diciendo cómo es la realidad, y al final te das cuenta que estamos ante un fenómeno que abarca muchos lados, pero que siempre se repite de una forma similar, aunque cambien los protagonistas o la ciudad. Lo que nunca he entendido (aunque se acaba siendo un mal pensado) es a qué esperan los responsables para decir que ésta es una violencia organizada. Porque nos encontramos ante clubs cerrados de gente con una misma parafernalia, una misma forma de vestir, de entender la vida, de plantearse la acción social y la violencia. Lo hacen para conseguir un objetivo y actúan en la calle. Tienen publicaciones en las que comunican sus ideas y lanzan sus consignas, revistas de difusión nacional e internacional. Traducen sus obras a otros idiomas. Hacen reuniones internacionales, se coordinan entre ellos. Es muy fácil ver a un militante de Bases Autónomas de tal sitio en una reunión con activistas de otros países y lugares. Se puede decir que son muy brutos o muy jóvenes, pero realmente la ideología nazi que transmiten está funcionando, la literatura nazi está siendo leída; la simbología nazi está extendiéndose en su uso. La policía dice en plan paternalista: «Bueno, ellos dicen que son nazis, pero no saben de lo que están hablando». Ustedes perdonen, pero ellos saben de qué están hablando, están ejecutando las consignas. En el fondo, se está intentando quitar hierro político al tema, pero les ha crecido la violencia en los campos de fútbol de forma alarmante; han dejado crecer al monstruo. Los propios directivos de los clubs futbolísticos han pagado a sus peñas para que tuvieran a esta gentuza dentro; han dejado que estén organizados y les han subvencionado porque, a fin de cuentas, les controlaban más o menos bien; pero, claro, eso crece mientras ha habido una dejadez política que ha minimizado el problema. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que un Guardia Civil en activo, como el que asesinó a Lucrecia, cometa un atentado, y cuando es detenido la Guardia Civil adujera que no sabía nada de esa historia? Es un poco raro. Lo que ha pasado es que han dejado que entre en la Benemérita un sector de esa gente violenta que, con un uniforme y una pistola reglamentaria, se creen los reyes.

ESTEBAN IBARRA: Imagínate una sociedad democrática como si fuera un lago en calma, y tiras una piedra y produce círculos concéntricos. Lo veo así. En una sociedad muy adormecida, que vive en una calma chicha, en un Estado del Bienestar, si los responsables golpean duramente a estos grupos, se empiezan a generar muchas violencias.

El argumento que se utiliza al hacer este discurso es: «No, no todas las agresiones son de grupos neonazis». Efectivamente, porque lo que está pasando es que el grupo organizado golpea con la navaja, con el bate y genera una situación en la que, como nos han dicho muchos jóvenes «yo ya no salgo a la calle sin navaja». Así, se ha generado otro círculo concéntrico de gente que, automáticamente, por lo que pueda suceder, llevan navaja ante la posibilidad de recibir una puñalada o morir apuñalado. Entonces, nos encontramos ya con muchos jóvenes llevando navaja. En ese momento, estamos ya en un estadio superior de violencia difusa más generalizada. Y luego llega otro nivel, que es la violencia reactiva. Si yo soy objeto de esa agresión, me organizo para devolverla. Es decir, nos encontramos con grupos de gente que ya, miméticamente, piensan que no se puede salir a la calle sin puñal, y otros que dicen: «Bueno, yo me organizo y hago lo mismo que ellos, mis maestros son ellos», copian ese modelo y van también a la caza. Y de repente, se produce la caza de un chaval porque lleva la banderita, o lo que sucedió cuando a un objetor de conciencia le metió una paliza un grupo de extrema izquierda violento porque era tuno. Al final, nos encontramos con una extensión del problema muy grande, donde ese escenario de calma ha cambiado y, en el ámbito juvenil se da un todos contra todos. Podríamos, incluso, decir que hay un proceso de adanización muy peligroso, en el que las instituciones y los partidos están al margen y dejan a los jóvenes a su suerte, a que se las apañen.

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Yo quisiera tocar el tema de los medios de comunicación. Nunca se ha querido profundizar sobre la influencia y el papel de los medios de comunicación en la propagación de esta violencia. Es, sin duda, el gran divulgador de este tipo de violencia. Se dio el fenómeno de que mucha gente conseguía notoriedad por esas acciones. Por ejemplo, a los dirigentes del grupo nazi de Barcelona que mató a un travestido, dejó ciego a un mendigo y casi mató a otro travestido en el Parque de la Ciutadella, se les encontró en sus casas los recortes periodísticos de su «hazaña». Yo no defiendo que no se informe sobre estos hechos, sino que las cosas hay que informarlas como debe ser, desde la responsabilidad. Días antes de que Lucrecia fuera asesinada, un diario de Madrid. ABC, estuvo agitando durante dos semanas desde sus páginas locales contra los inmigrantes que se reunían en Aravaca. Los asesinos decidieron ir a ajustar las cuentas a los inmigrantes después de leer aquel día en El Mundo que los dominicanos dormían en las ruinas de la discoteca Four Roses.

ESTEBAN IBARRA: Yo voy a poner otro ejemplo sacado de las páginas de El País. Cuando se produce el asesinato de Costa Polvoranca, el periodista no entrevista a la familia de las víctimas, sino al asesino. Suscribiendo lo que ha dicho Mariano sobre los medios de comunicación. Esta actitud informativo nos abre otra nueva reflexión: el tema de las víctimas. En todo este proceso, los grandes olvidados son las víctimas, sólo las recuerdan cuando es noticiable, y se olvidan en cuanto se toman las imágenes tremendas del joven tumbado en el suelo, yaciendo o agonizante, que las repiten hasta la saciedad, provocando un dolor en las familias del que creo que nadie es consciente. Sólo en ese momento, los medios de comunicación se acuerdan.

En cuanto a las instituciones, existe una ley de apoyo a las víctimas de delitos violentos que se aprobó en enero de 1996. Pues bien, es una ley sin fondos, sin presupuestos, sin dotación económica. No se ha aplicado, no existe un proceso de indemnización, un sitio donde la víctima se pueda apoyar. Incluso para poder ejercer la acción popular, la acusación particular, si es una familia modesta, humilde, tiene una gran dificultad. Como la mayor parte de las víctimas son gente de familia humilde, vemos su sufrimiento para poder financiar un abogado y hacer el seguimiento del caso. El ministerio público es insuficiente porque, además, se trata de sumarios donde se recogen muchos interrogatorios y diligencias.

Ese frente del abandono de las víctimas, para mí, es patético. No sólo te matan al chico sino que luego, incluso, aparecen informaciones donde le criminalizan. Es la criminalización y abandono de la víctima. De ahí se puede explicar la resituación de Jóvenes contra la Intolerancia como organización no gubernamental. Ahora mismo, tras el atentado de la librería Lagun, la responsable de la librería ha pedido defensa al Estado de derecho. Pues todas las víctimas de la violencia lanzan ese mismo mensaje. Queremos que el Estado de derecho nos defienda de un problema que no es de orden público, sino de seguridad ciudadana y personal. Lo que se recaba como un bien democrático es, sencillamente, seguridad ciudadana para una convivencia democrática. Y esto es un problema político. Los ideólogos de la violencia también lanzan un mensaje al conjunto de la sociedad democrática; vienen a decir que el Estado de derecho, el Estado democrático, no te protege y no tiene capacidad para hacerlo. Por lo tanto, están induciendo al abandono de la idea de la democracia, porque la democracia no te protege.

Con lo que decís, es difícilmente creíble que la insensibilidad de las instituciones políticas, policiales, incluso de los partidos más cercanos a nosotros, sea debida a ignorancia. Entonces, hace falta algo para modificar eso, una acción civil. ¿Por dónde veis vosotros esa acción civil?

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: Voy a decir mi opinión como periodista. Estamos pagando los trece o quince años de subvención; de que el poder político convirtiera las cuestiones vecinales en una parte de sí mismo; de que el contrapoder de las asociaciones de vecinos y las entidades cívicas independientes quedará diluido, «comprado» por los ayuntamientos, a través de subvenciones, o convirtiendo directa mente a los dirigentes sociales en funcionarios o concejales.

¿Por qué les cuesta tanto a los políticos convencerse del fenómeno ante el que nos encontramos? Para mí, porque hasta que no han se han encontrado con organizaciones como Jóvenes contra la Intolerancia planteando el debate, no han visto el problema. Tienen una concepción burocrática de la acción política, clientelista, y se dedican a resolver lo que a ellos les conviene. No lo quieren ver hasta que no es inevitable. Por otro lado, también existe mala fe por parte de algunos miembros de las fuerzas de seguridad, que se ríen y dicen «son cuatro locos», «sabemos quiénes son». Yo creo que ese es el problema. Lo difícil ahora es reconstruir la sociedad civil, ese contrapoder de gente organizada que defienda a las víctimas.

ESTEBAN IBARRA: A mi modo de ver hay dos grandes cánceres: la indiferencia y la impunidad. La indiferencia está alimentada por muchas personas. Por un lado, existe una comodidad social impresionante. Por otro, vivimos un proceso de desmovilización que dura muchos años, que ha fomentado la pasividad y la ausencia de reacción ante situaciones de injusticia manifiesta. Y luego, se está dando una cultura de individualismo insolidario. El gran problema que tiene esta sociedad es que doscientas personas están viendo cómo se asesina a un chaval y no se mueve nadie. No hemos encontrado testigos que quieran declarar en asesinatos presenciados por centenares de personas. Este es el síntoma de una enfermedad muy grave: la indiferencia.

El otro cáncer es la impunidad. El asesino o el violento se sabe sin costes. Preguntan en la cárcel «Oye, por matar a un tío, ¿qué es lo que se come aquí por un homicidio?». Existe una relación coste-resultado de la acción. Entonces, si te comes poco... Es preciso combatir la impunidad. Muchas veces, cuando decimos que queremos firmeza en el castigo, nos han dicho: «es que tenéis una mentalidad muy represiva». No es cierto. Hemos luchado por la libertad y seguiremos luchando; pero a libertad hay que defenderla con firmeza y diciendo, a aquellos que están amenazando a la libertad, que la cárcel es su destino. Y además le espera una cárcel rigurosa, una cárcel seria.

Esos dos cánceres están facilitando que un grupo violento reducido, y que no tiene una base social importante, se mueva con facilidad. No se reacciona ante esto como tampoco se reacciona contra los atentados terroristas. No olvidemos que hace unos días ha sido asesinado un teniente coronel y han hecho estallar un coche bomba en la puerta de Alcampo, en un centro urbano importantísimo. Cuesta salir a la calle. Hace falta una acción ciudadana muy firme, muy rigurosa, orientada, más que por cuestiones ideológicas o por cosmovisiones cerradas, por unos fundamentos éticos, racionalistas, universalistas, internacionalistas y solidarios muy fuertes. El siglo XXI debe afrontar la lucha por la democracia. Es otro orden muy etnionacionalista, muy localista, volviendo a hacer fronteras en todos los sitios, en cada barrio. La cultura etnocéntrica, por decirlo de alguna manera, es la que se va imponiendo, y estos grupos, los más organizados, que ideológicamente lo tiene más claro, hacen el diseño de una Europa etnionacionalista; se oponen a cualquier visión de una Europa abierta que supere las nociones del Estado-nación o de la comunidad pequeña. Tiene todo mucha relación. Es una cultura muy complicada que hay que romper desde un planteamiento que yo llamaría neoilustrado: vuelta a los derechos humanos, vuelta a un discurso de la profundidad de la democracia, vuelta a un discurso de la solidaridad... Es decir, una convergencia muy moral y muy ética.

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: La violencia de estos sujetos tiene un efecto muy demoledor con respecto a la democracia. Pone en marcha un mecanismo de represión indiscriminado, por ejemplo contra las tribus urbanas. Un punki que molestaba poco hasta ahora, ya se ha convertido en un objetivo policial; o unos okupas que se dedican a tocar la guitarra en plan hippie, se convierten en casi delincuentes para mucha gente. Esta violencia genera un mecanismo de más represión, mayor fuerza de los aparatos de Estado, justificación de la violencia institucional; y un espacio más pequeño para la democracia individual, para las libertades civiles. Y esto también facilita el camino para que el futuro sea de los violentos de los últimos fascismos, porque más libertad es peor para ellos. La libertad, la información, el saber de qué va la historia, les arrincona. Sin embargo, un Estado mucho más contundente, más represivo, les viene bien.

ESTEBAN IBARRA: Hay barrios por donde no puedes ir por la noche. En determinadas horas hay jungla donde el Estado de derecho no aparece. El Estado de derecho tiene que aparecer no sólo en las escuelas, también en una policía democrática, en unos jueces que sean rigurosos frente a estas agresiones.

MARIANO SÁNCHEZ SOLER: La gran batalla es la de las libertades civiles; que toda esta jungla no se adueñe totalmente de la ciudad. Se está perdiendo la calle como lugar de encuentro, de convivencia, de paseo. Después de escribir Los hijos del 20-N, los contactos que he tenido con algunos fascistas organizados han sido bastante espectaculares. Uno de ellos, que es un ideólogo, me llegó a decir que no se iban a meter conmigo ni con el libro. Ni me iban a poner querellas, porque ellos estaban muy bien situados en la sociedad; porque la gente que, durante la transición, cuando tenían 20 años, habían sido de Fuerza Joven, ahora son ejecutivos o están vinculados a organizaciones políticas legales, o son asesores de gobiernos conservadores de comunidades autónomas, o cosas así. Cuando muere Franco, ellos creyeron que iban a ser barridos, y durante todo este tiempo han conseguido estar en hibernación. Ahora,vuelven a estar de actualidad. La sociedad ha girado a la derecha, junto al empobrecimiento económico, que es un aspecto que no hemos tocado. El empobrecimiento, la crisis económica, es un aspecto determinante porque, ojo, esta gente no solo se nutre de niñatos de clase media acomodada, sino que también son hijos de la clase obrera empobrecida. El fenómeno se ha «socializado».

El prologuista del libro de Quintana, Torcuato Luca de Tena, se despachó hace una semana con un artículo en el ABC en primera página que era una diatriba fascista contra los inmigrantes.

ESTEBAN IBARRA: La violencia es la punta del iceberg, pero el magma crece a más velocidad que la punta más visible. La punta se recorta para que no sea estridente, pero el proceso va por dentro, en instituciones, en facultades, en universidades... Luca de Tena, en su artículo, matiza el tema del racismo, es lo que podríamos calificar de neo-racismo, un diferencialismo, diciendo: «No, no, yo no soy racista pero... son delincuentes».

¿Cuál es el problema que tienen los demócratas? Primero, cansancio de los demócratas profundos. Porque aquí hay demócratas de última hora, pero vamos a empezar a aviar de los demócratas profundos, en los que hay cierto cansancio. Hay un factor que ha cansado mucho: que gobernara el PSOE durante tantos años con los mismos dirigentes. No hay una regeneración de los demócratas profundos; falta un trabajo con nuevas generaciones.

Además, no existe un trabajo de calidad para la juventud, mientras que el neofascista se hace sutil. Y puedo poner un ejemplo: la moda JASP. La moda JASP (Joven Aunque Suficientemente Preparado) suena a UASP, las siglas del Poder Blanco anglosajón. Nos encontramos muchas veces con mensajes publicitarios subliminales de una penetración sistemática. Digamos que los elementos nerviosos que tendrían que actuar, dar la alarma y denunciar, no reaccionan. Así, se da un elemento cualitativo. Por un lado, el cansancio de los demócratas. Por otro, la falta de regeneración e insuficiente preparación para abordar el tema. Por eso creo que tenemos que generar un proceso de reactivación con cierta urgencia, hemos de provocar debates, hacer que la gente vuelva a reflexionar. Existe un poso, una generación, de entre 30 y 50 años, que ha sido la gran perdedora de la transición; gente que ha protagonizado mucho en ese periodo y ha creado un poso. Esta gente debe asumir su responsabilidad histórica y tiene que volver, otra vez, a actuar en los fenómenos de educación, de formación, de construir esta nueva generación de la que hablo. Yo sé que estas palabras las va a leer gente así. Es un mensaje para ellos. Tienen que comprometerse con el tiempo histórico en el que están viviendo. Porque los fascistas de los que hablaba Mariano han hibernado, y han seguido trabajando y están ocupando posiciones, mientras que esta generación de demócratas cansados se ha retirado.

Por tanto, la acción de los grupos urbanos violentos no es un asunto exclusivo del que deban preocuparse solamente lo jóvenes o los inmigrantes, sino que es un problema de todos, de los demócratas en primer lugar, y que un esfuerzo como el que ha hecho Jóvenes contra la Intolerancia es un reto para todos los demócratas.

ESTEBAN IBARRA: Así es, efectivamente.






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Los cibernazis3

En abril de 1998, los neonazis españoles todavía no habían entrado en Internet como organización. En apenas nueve meses, Internet se ha convertido para los ultras españoles en un frente de lucha. La dirección electrónica «NuevOrden», creada por J.C. Martín, ha cambiado esta situación mientras aspira a convertir el neofascismo, a través de la red informática, en «faro de la humanidad» capaz de «devolver a la raza blanca su predominio mundial», según la declaración de principios escrita en las pantallas de Internet por este colectivo vinculado a los grupos ultras Nación Joven (NJ) y Movimiento Social Español, integrados en la coalición Alianza para la Unidad Nacional (AUN) que lidera Ricardo Saenz de Ynestrillas, quien ha montado su propia empresa de mensajeros: Ultra Express, para financiar su organización.

«NuevOrden» es la primera revista neofascista española abierta en Internet, un banderín de enganche cibernético realizado con este llamamiento: «Es hora que los neofascistas españoles reclamemos nuestro lugar en el NET, y en la historia. (...) Es hora de empezar la reconquista. Hay que renacionalizar los servicios públicos, quitar a los ladrones lo robado, saquear a los saqueadores, perseguir a los corruptos, matar los asesinos... Es hora de devolver su grandeza a España y de reintegrarla a su lugar dentro de la Europa Blanca»

Y los racistas explican a qué se refieren cuando añaden: «Los Estados Unidos son Europa, los países de mayoría blanca de América son Europa, como lo son culturalmente la mayor parte de los países de América Latina, Nueva Zelanda y Australia son Europa, y Sudáfrica volverá a serlo cuando su control vuelva a manos de la gente más cualificada para dirigir ese país: los blancos de origen holandés. (...) Y el INTERNET es un buen lugar para comenzar a construir el movimiento. El INTERNET es un foro absolutamente libre para el intercambio de ideas. Jamás antes una nueva tecnología ha igualado más las posibilidades a la hora de empezar un debate». Y después se jacta de que su página en el NET «está en los Estados Unidos, donde ningún juez español puede tocarla». «NuevOrden» se divulga a partir de Storm front White Nacionalist, un servidor de Internet creado por Don Black desde Florida (Estados Unidos) que pretende ser, tal como explica en su presentación junto a una cruz céltica: «Un foro para establecer estrategias y formar grupos políticos y sociales para asegurar la victoria». Y añaden: «Dedicado a todos los hombres y mujeres valientes que tratan de preservar la cultura blanca occidental, sus ideas y su libertad de expresión»

Para los expertos policiales se ha abierto un nuevo campo de investigación, mientras constatan que la ultraderecha internacional, a través de Internet, está montando una nueva infraestructura desde la que ya pueden organizar acciones coordinadas, citas internacionales e incluso consignas de atentados. Gracias a la red resultarán ilocalizables, se comunicarán entre ellos fácilmente y con gran velocidad. No en vano, «NuevOrden» realiza unas propuestas de trabajo para los neofascistas españoles dentro de la red en las que, al menos en dos documentos distintos, responden a quienes les piden que enseñen a fabricar explosivos. «No se publicará, por motivos de tipo legal, ningún llamado a la violencia -escriben-. Existen, por otra parte, páginas de libre acceso en el Internet en el que se pueden encontrar instrucciones para la fabricación de explosivos». Y añaden: «Lo sentimos, pero en contra de lo que pretenden muchas personas, el NET no es sólo un sitio en donde se consiguen fórmulas para explosivos, no la va a haber en estas páginas, sino también información sobre cosas verdaderamente importantes para la revolución. La revolución no necesita aprendices de terroristas sino seres pensantes y autónomos, capaces de hacer un análisis, exponer una idea y organizar un grupo».

La prioridad para los cibernazis españoles es simple: organizarse en «células» clandestinas a través de Internet; dan consejos organizativos y proponen medidas de seguridad en casa, en la familia, ante una detención policial o durante la realización de un acto callejero. Para hacerlo, han aprendido de la misma red, ya que plantean una estructura organizativa similar a la propuesta por los Caballeros del Ku Klux Klan (KKK): los denominados Cloc, una «organización basada en células» compuesta cada una por doce miembros, en las que «los aspirantes que deseen contribuir al esfuerzo del «cloc» deberán contactar con uno de sus miembros y comenzar a formar su propia célula de doce personas». El KKK es explícito: «Cloc no es sólo escribir, es acción, es estar claramente en la primera línea de la gran guerra para la dominación aria de la red Internet». Una de las primeras acciones propuestas consisten en sabotear a los antirracistas, gays, comunistas, anarquistas... sus enemigos en Internet. Mientras la neofascista Democracia Nacional mantiene una sencilla página dirigida, de momento, a hacer propaganda de su organización, de contenido inferior incluso a cualquiera de sus boletines impresos, «NuevOrden» ya conecta a los ultras españoles -y a todos aquellos que utilicen el castellano- con una intensa amalgama de organizaciones y grupos que constituyen, hoy por hoy, una pintoresca «Internacional Negra» que crece velozmente y sin fronteras, en plena autopista cibernética.

Así, más de ochenta organizaciones de otros tantos países de los cinco continentes, relacionadas con la extrema derecha en todas sus variantes nacionales, se unen a direcciones para contactar con grupos skinheads, con el servidor norteamericano Cyberhate (Ciber-odio), de tan elocuente denominación, los Hammerskin, con su simbología que mezcla la estética de las SA hitlerianas con martillos propios -o copiados- de la iconografía popularizada por el filme «El Muro», dirigido por Alan Parker y con música de Pink Floyd; eso por no citar a la pintoresca la chica skinhead que ofrece su contacto asegurando ser «100 % blanca».

En este listado de contactos ofrecido por «NuevOrden», los nazis blancos norteamericanos y los eminentemente racistas de Aryan Nacional Socialist, son seguidos por las distintas órdenes de los ya citados caballeros del Klu Klux Klan, los teóricos del antisemitismo europeo y los revisionistas del holocausto, que en las páginas de Stormfront publican una sección en castellano que incluye el texto titulado «66 preguntas y respuestas sobre el Holocausto. Preguntas que son un reto a la sostenida «verdad» del Holocausto judío», preparadas por el autodenominado Instituto de Revisión Histórica.

Por su parte, los neofascistas españoles están a su vez incluidos en Stormfront, en los antinazis de Nazism Exposed, en el boletín de los ultras italianos de Enne Erre, en los «nazi-paganos» de New Dawn y en el servidor de los nazis alemanes de Brugerforum Europa. Dentro del apartado Nazism in Europa y con referencia a España, después de destacar a la clásica y autodisuelta CEDADE (Círculo Español de Amigos de Europa), cita los grupos nazis Nación Joven, Juventud Nacional Socialista, Juntas Españolas y «el más violento de todos ellos: Acción Radical, implicada en ataques racistas y en la muerte en valencia, en Abril de 1993, de un skinhead antifascista», como afirma textualmente. En este catálogo de grupos europeos, Acción Radical, en su día disuelta por la Policía, está encuadrada entre los grupos de la Tercera Posición -o vía-, frente al capitalismo y comunismo.

El intercambio de información y consignas en la red es total; su desarrollo en Internet resulta ilimitado y por encima de cualquier ley, al tiempo que supone un nuevo frente de captación, financiación y acción que se abre junto a la actividad en peñas futbolísticas, los cursillos de verano, los viajes organizados y las tiendas de productos militares. Un universo comercial al calor del militarismo, la xenofobia y el racismo más primitivo.

Desde el mundo del fútbol, el Frente Atlético, seguidores del equipo que preside Jesús Gil, y los Ultra Sur, hinchas del Real Madrid, también recurren a Internet para lanzar sus consignas con las que luego actuarán en los estadios. Mientras el Frente Atlético («Uno, Grande, Eterno y Antimadridista», según reza su consigna) tiene una página «no oficial», los autodenominados killers de Ultra Sur utilizan la red para insultar a sus «enemigos». Y entre ellos, destacan los skinheads nazis que utilizan las peñas como acción de masas. Según la policía, el 68% de los neonazis que cada domingo en los campos de fútbol animan a sus equipos en los campos de fútbol y lucen su simbología de svásticas y cruces célticas, se distribuye dentro de las peñas de hinchas de los principales clubes de Madrid, Barcelona y Valencia, principalmente, pero también, aunque en menor medida, de Castilla-León, La Mancha y el norte península.

El Frente Atlético y Ultrasur son dos casos claros de la acción de los skin neonazis en los campos. Incluso algunos de los más destacados dirigentes de estas peñas mantienen o han mantenido vinculaciones con grupos neonazis madrileños. Así, entre los hinchas del Atlético de Madrid, destaca Rafael Palencia, fue uno de los fundadores del grupo Contundencia Rojiblanca, organización predecesora del Frente Atlético. En el trato de favor obtenido ante los directivos de Jesús Gil, Rafael Palencia consiguió que todos los seguidores del equipo que se hicieran socios a través del Frente Atlético tuvieran ventajas económica con respecto a aquellos otros que se hicieran socios directamente en las oficinas del Vicente Calderón. Como presidente -público durante una época y clandestino en otra- de la asociación universitaria ultra Disenso, Rafael Palencia ha sido una de las piezas claves de la Universidad Complutense a la hora de recibir subvenciones, dada su amistad personal con José Manuel León, antiguo miembro de falange hoy militante del PP, ex-director del colegio universitario Nuestra Señora de Europa y en la actualidad asesor personal de Gustavo Villapalos en el área de educación de la Comunidad de Madrid.

También Ultra Sur tiene personajes directamente conectados al neofascismo. Su anterior líder, Eduardo Arias, es uno de los máximos dirigentes de NJ, y antes de actuar en las canchas futbolísticas, Arias había sido uno de los dirigentes de Dispar, asociación universitaria de marcado corte fascista. A su sucesor, José Luis Ochaita, también vinculado a NJ, se le terminó prohibiendo el paso a los campos de fútbol. Ochaita dirigí a la oficina que Ultra Sur dentro del Santiago Bernabeu, tenía acceso libre, aparcamiento en el estadio, y recibía dinero de la ejecutiva blanca para su «peña». A principios de enero, la Comisión Antiviolencia sancionó a Ochaíta a dos años sin poder entrar en los estadios porque, durante el partido Real Madrid-Atlético Bilbao, fue detenido en el posesión de un tirachinas y tuercas con los que pensaba obsequiar al equipo visitante. A pesar de la prohibición, Ochaíta sigue entrado en los campos de fútbol.

Además de la homogeneidad ideológica de ambos grupos, la indumentaria y accesorios del Frente Atlético y Ultra Sur, entre otros, están confecciones por las mismas empresas y comercializados por Distribuidoras Caballero, empresa que abastece a los grupos ultras de bufandas, banderas y todo tipo de material de simbología nazi que se extiende cada domingo en los fondos de los estadios. A la confección de banderas, símbolos pancartas y camisetas se dedica también Bandisa, empresa, dirigida por Manuel Maqueda, que fuera candidato a Senado por AUN en Madrid.

Muchos dirigentes neofascistas de las peñas futbolísticas ultras, además de compartir distribuidora y material, coinciden en las mismas asociaciones universitarias, gimnasios como el situado en la calle Narvaez, de Madrid, y comercios de materiales militares. Uno de los más importantes, las tiendas Soldiers, de Madrid, ofrecen importantes descuentos y facilidades en la adquisición de material a los chicos del «fondo Sur», principalmente a los miembros del Frente Atlético y Ultra Sur. Los neofascistas que se agrupan en ambas peñas están en estrecha relación con Soldiers, donde, aparte de la indumentaria típica utilizada por los skinheads y los videos de propaganda histórica de las SS nazis, puede obtenerse legalmente toda clase de armas.

En febrero de 1988, fue fundada la empresa EuroSurCamp, sociedad que controla las tiendas Soldiers, un tipo de establecimientos de militaria que, en el mercado, se diversifica bajo nombres como DSO o Parabellum. En Euro SurCamp, Carlos Rodrigo Ruiz de Castro poseía el 25 por 100 de las acciones y sus otros hermanos se repartían el 75 por 100 restante. Tan sólo había entonces tres tiendas ubicadas en Madrid. En la actualidad se han extendido por toda España. Los hermanos Ruiz de Castro siempre fueron los encargados de la financiación de Bases Autónomas (BB.AA.), grupo autodefinido como nacional-revolucionario, cuyas siglas han aparecido relacionadas con numerosos actos violentos producidos en Madrid desde el asesinato de la inmigrante Lucrecia Pérez.

Bases Autónomas comenzó a traer material propagandístico desde una distribuidora de Militaria, radicada en Liverpool -que incluso le elaboró carteles-, a raíz del cierre de la imprenta de CEDADE situada en la calle Cádiz, de Madrid, y dirigida por Christian Jorge Ruiz Reguant, antiguo secretario General de CEDADE, quien, desde que se disolvió esta organización neonazi, milita en Democracia Nacional (DN), un conglomerado de activistas procedentes de Juntas Españolas, CEDADE, Nación Joven, Vanguardia Nacional Revolucionaria y Bases Autónomas, quienes, cansados del activismo marginal, pretenden emular la estrategia liderada por Gianfranco Finni, que tan buenos resultados electorales ha dado a los neofascistas italianos.

El círculo Soldiers- fútbol- neofascismo giró siempre alrededor de la figura de Carlos Rodrigo Ruiz de Castro, activista que suicidado el 9 de enero de 1995 de un tiro en la cabeza. Su cuerpo fue encontrado en el despacho que compartí a con Fernández Perdices en el número 36 de la madrileña calle de Tetuán, sede durante algún tiempo de Área Inconformista. En este despacho, abierto por Pedro Fernando Fernández Perdices desde que en 1986 se licenció en Derecho, se han defendido numerosos casos relacionados con agresiones de la ultraderecha y de BB. AA., entre ellos la defensa a «los basistas» que, el 9 de octubre de 1989, durante la campaña electoral, atacaron una columna del CDS, encabezada por Adolfo Suárez, en la que dejaron a cuatro heridos y numerosos contusionados. En el entramado que envuelve a negocios como Soldiers, no podían faltar los promotores de la asociación «Bernal Díaz del Castillo», registrada en el ministerio del Interior el 11 de junio de 1991, cuyos fundadores: Juan Francisco Giménez Abián, Ignacio Alonso García, Pedro Fernando Fernández Perdices y Carlos Ruiz de Castro, habían creado y dirigido Bases Autónomas hasta su autodisolución; y en estos momentos militan en DN, a cuya junta nacional pertenece Giménez Abián, antiguo miembro de Unión Nacional ligada a Nación Joven, y relacionado con Eduardo Arias, quien también había colaborado en la creación de Bases Autónomas y de Area Inconformista. El otro dirigente, Ignacio Alonso García, fue condenado el 21 de octubre de 1997 a un año y doce meses de prisión por el apaleamiento, con una barra de hierro, de tres estudiantes de la Universidad Complutense durante un asalto a la Delegación de Alumnos de la facultad de Biológicas realizado el 23 de mayo de 1994.




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Último nido de la serpiente nazi4

Los hechos resultan ya incontestables. En Madrid, durante los primeros cinco meses de 1998, la policía contabilizó 64 agresiones skin neonazis. Son cifras salidas de denuncias en comisaría. La realidad es mucho más amplia, si se estima que apenas el 10 por 100 de las agresiones reales son denunciadas. ¿Qué pasa en los campos de fútbol? Las fuerzas de Seguridad lo saben muy bien: grupos organizados en «secciones de asalto» como las viejas juventudes hitlerianas, svásticas, cruces célticas, amenazas, gritos racistas, violencia... Muerte. Las peñas ultras son la cobertura de los grupos neofascistas más violentos que las utilizan para captar a jóvenes y propagar una violencia del terror, que después llevan a la calle y a las zonas de copas.

Desde las peñas ultras lanzan su acción de masas, de proselitismo y de expresión violenta de las consignas racistas. En la filas de Ultras Sur, Frente Atlético y Boixos Nois, principalmente (pero también en otras nueve peñas de hinchas ultras), actúan, dirigen, organizan su «política» las últimas camadas del neonazismo español más antisistema; muchos de ellos salidos de la universidad y vinculados en su día a asociaciones como Disenso, a partidos como Nación Joven, Patria Libre, Acción Radical y, muy especialmente, a la autodisuelta Bases Autónomas. Desde que el seguidor del Espanyol, Frederic Rouquier fue asesinado a puñaladas por un skin de los Boixos Nois, el 13 de enero de 1991, los hechos han sido contundentes, y en mi libro «Descenso a los fascismos» quedan totalmente documentados e investigados. Alguien tendrá que tomar medidas porque, de seguir mirando hacia otro lado como se hace ahora, entre la tibieza de los presidentes de los clubes (que utilizan también a su manera a estos «escuadristas») y la negación policial de un hecho social repetido, crímenes como el de Aitor Zabaleta seguirán sacudiéndonos a todos. El nido de la serpiente del nuevo fascismo también se incuba en los campos de fútbol. Y no es una metáfora.




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Una reflexión tras Los hijos del 20-N

En vísperas del 20 de Noviembre de 1992, el asesinato racista de la inmigrante dominicana Lucrecia Pérez, por un comando skin neonazi, me impulsó a escribir Los hijos del 20-N. Historia violenta del fascismo español (Temas de Hoy, 1993), en el que investigaba a la extrema derecha española y europea que renacía impulsada por los vientos de la xenofobia y el racismo. A través de sus páginas, desvelaba el nuevo rostro del movimiento neofascista desde 1962, las tramas negras de los aparatos estatales heredados del régimen franquista, el terrorismo de estado desde la transición (Triple A, Batallón Vasco-Español, GAL...), los grupos neonazis, los delitos de sangre y el emergente movimiento skinhead nacional-socialista.

Era un libro necesario. Alguien tenía que escribirlo y sobre su resultado, escribió Manuel Vázquez Montalbán: «El autor arriesga, llama a las cosas por su nombre y a los responsables casi siempre con sus apellidos, y acierta a ensamblar el posible fascismo de hoy con el fascismo de ayer. Inventario suculento que justifica por sí solo la bondad y necesidad de este libro, Los hijos del 20-N es, al mismo tiempo, un espléndido reportaje cultural realizado desde la mejor ética». También Raúl del Pozo escribió en Diario 16: «El relato apasionante de Mariano Sánchez Soler es una historia solvente del fascismo español, una crónica de la estrategia de la tensión con sus víctimas y sus verdugos, todo el pistolerismo y sus conexiones con los aparatos de Estado».

Han pasado seis años, en los que no han faltado las amenazas y los insultos proferidos por grupos neonazis, también he soportado numerosas querellas de turbios personajes, algunas todavía en curso. Los pronósticos denunciados en Los hijos del 20-N, a tenor de los hechos relatados, se han cumplido con creces. Cuando acaba el siglo, el neofascismo emerge con nuevos rostros. Por eso he escrito Descenso a los fascismos, un libro sobre los movimientos neonazis, neofascistas, ultranacionalistas y skinheads en la actualidad, y su proyección hacia el futuro.

Desde una visión global, mi libro desciende a los últimos rostros del fascismo organizado, a ese movimiento amplio que abarca todos los ámbitos sociales. Es un viaje a sus actores y a sus modos de expresión; desde la violencia, los ultras del fútbol y el rock and roll hasta sus intelectuales y sus publicaciones filosóficas; desde los nazi skins a los nacional-bolcheviques, desde la última Falange a los ultras republicanos. He aquí la acción y la política de grupos y personas que se interrelacionan, se utilizan entre sí cuando conviene y debaten permanentemente. Incluso el franquismo residual participa en esta oleada, y todos, absolutamente todos, están inevitablemente asociados al fenómeno de la violencia; porque la practican o porque han decidido abandonarla para dulcificar su rostro de siempre.

Se trata, en suma, de una investigación sobre la marea negra que avanza en Europa entendida como un movimiento internacional, cuando a nuestro alrededor se implantan fenómenos como Le Pen en Francia, la Alleanza Nazionale y la Liga Norte en Italia, el Vlaams Block en Bélgica, Joerg Haider en Austria, Gerhard Frey y su Unión del Pueblo Alemán... La tentación fascista encuentra aquí nuevos resortes y actualiza sus viejas consignas. El lector comprobará la similitud programática de todos los grupos políticos que desfilan por sus páginas, descubrirá la coincidencia de sus objetivos así como los grandes ejes que impulsan su acción. Como escribió Primo Levi, en 1989: «De la violencia sólo nace la violencia, en un movimiento pendular que va ampliándose con el tiempo en vez de disminuir. Hay muchas señales que hacen pensar en una genealogía de la violencia actual que, precisamente, se deriva de aquella que dominaba la Alemania de Hitler». Descenso a los fascismos desvela una realidad que los poderes públicos siguen sin querer ver.




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Las conexiones de la violencia neonazi5

Los crímenes de Costa Polvoranca, por el asesinato de Ricardo Rodríguez García, Richard, y de Arganda, por el homicidio de David Martín Martín, en 1995, han sido juzgados y sentenciados. Pero la solución de todos los crímenes nazi no ha corrido la misma suerte. Algunos quedan impunes sin que la investigación avance. Tampoco Ricardo y David Martín eran las primeras víctimas de esta violencia. Antes, el 9 de enero de 1993, desaparecería la joven Susana Ruiz, encontrada en un descampado de Vicálvaro (Madrid) el 25 de febrero siguiente, sin que la oscura causa de su muerte haya sido esclarecida satisfactoriamente por la Policía; y el 21 de noviembre del mismo año, el joven Jesús Sánchez Rodríguez encontraría la muerte, apaleado en una céntrica calle de Madrid por un bárbaro grupo de skinheads que jamás fueron detenidos. También David González Rubio, de 20 años, tuvo ese encuentro fatal en la noche del viernes 20 de enero de 1996 en La Moncloa. Sin agresores en el banquillo, su historia no conoce todavía el final judicial. Y la muerte de David Alfonso Correira, de 17 años, asesinado de una puñalada certera durante las fiestas de San Isidro en 1996, quedó considerada como el trágico resultado de una riña provocada por una moneda de 500 pesetas en pleno parque de la Arganzuela. Sus asesinatos, sin embargo, están cortados por el mismo patrón, perfilado por unas puñaladas certeras.

El estudiante David González murió de una puñalada, pero el motivo fue distinto: simplemente se había negado a gritar «Arriba España» y a cantar el «Cara al Sol» que sus agresores le exigieron. Pasadas las doce de la noche, David y sus amigos José Antonio y Pedro, con sus respectivas novias, repelieron la agresión, pero los skin-bakalaeros les siguieron, y cuando David se separó de sus acompañantes en el intercambiador de autobuses de Moncloa, los agresores se lanzaron sobre él. Cuando David recibió la segunda puñalada en un muslo, la primera ya le había atravesado el corazón.

El Movimiento contra la Intolerancia, personado como acusación particular, pudo comprobar, al tener acceso a las diligencias del sumario, cómo las investigaciones policiales se dirigían hacia el grupo neonazi Nueva Guardia, cuyos integrantes eran miembros de Ultras Sur y del Frente Atlético. No obstante, hasta el momento de escribir este libro los resultados han sido nulos. Al respecto, el padre de David, José Eduardo González, explicaba: «No puedo comprender, y es inaceptable, cómo es posible que mi hijo haya sido asesinado en una agresión en la que participó un grupo de nueve o diez malnacidos con estética y actitud nazi, delante de unas doscientas personas, y la Policía haya sido incapaz de detener o identificar a los asesinos después de dos años y medio».

Ante el horror, inexplicable en el caso de David González, volvió a ponerse en marcha el mecanismo de criminalización de la víctima que, como en otros casos, fue atajado a duras penas por sus familiares y amigos. Si a Lucrecia Pérez la asesinaron por ser inmigrante y negra, a Guillem Agulló, por ser SHARP antirracista, y a Richard le arrebataron la vida por frecuentar un pub de clientela punki, a David Martín en Arganda y a David González en Moncloa los mataron porque sí; porque eran jóvenes y tuvieron mala fortuna al cruzarse con una banda de cazadores. El efecto irracional que provoca el terror indiscriminado tenía que explicarse de algún modo, y el más recurrente era, y es, la criminalización.

Así, cuando a Richard lo acusaron de pertenecer a la tribu urbana de los punáis, su madre, Maribel García, suplicó a la prensa: 'Por favor, os pido que quede bien claro que mi hijo no era más que un buen chico. Yo no sé de dónde han sacado que era punki o que era de una tribu, eso nunca; y la gente de Alcorcón que le conoce lo puede decir». De David González se dijo que era skinhead porque tiempo atrás había participado en una pelea deportiva. Se trataba aquí, una vez más, de convertir un asesinato en una pelea. También en Arganda los homicidas de David Martín recibieron el apoyo de su alcalde, Ginés López, quien ofreció una versión distinta del crimen y negó la existencia en su pueblo de bandas organizadas. Algunos de sus vecinos llegaron más lejos y se atrevieron a decir a los periodistas: «Lo que está ocurriendo es una gran injusticia. Pero no porque el pobre chaval esté muerto sino porque no hay derecho a que metan en la cárcel a Juanlu y a los demás. No lo hicieron aposta. No iban a matar. La culpa la tienen los amigos del de Pinto (David), que salieron corriendo y le dejaron solo». Y algunos periódicos, en búsqueda de versiones novedosas, publicaban este tipo de declaraciones mientras daban a los agresores un amplio espacio en sus páginas. Así, los procesados de Costa Polvoranca dispusieron de generosos despliegues informativos para proclamar su inocencia e insistir en que «el asesino sigue en libertad» o que a los detenidos les une «el amor a la patria y al bacalao». A ese tipo de música, se entiende.

Casi en solitario, el presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, lleva años enfrentándose al problema. «Se ejerce violencia sobre los más débiles, desfavorecidos o indefensos -afirma-. Los ataques, algunos con resultado de invalidez y muerte, van destinados contra jóvenes, contra adultos que reprueban conductas vandálicas, contra personas con signos distintivos ecologistas o pacifistas; contra inmigrantes, punkis, discapacitados, mendigos, homosexuales, prostitutas, travestis..., aunque cualquiera, por algún motivo, puede ser elegido como chivo expiatorio. La violencia es un fenómeno minoritario y sólo un 2 % de los jóvenes en España la aprueba, y la inmensa mayoría se manifiesta contra ella; por tanto, no estamos hablando de violencia juvenil, es violencia de grupos urbanos ideologizados, realizada por gente cada vez más joven en la búsqueda de una impunidad que pretenden encontrar por su condición de menores».

En su diagnóstico, Ibarra añade: «Los agresores son grupos coordinados que implantan el terror para experimentar la sensación de poder que da el sentirse respetado, aunque sea a causa del miedo. Las bandas son nihilistas, estimulan el caos, y su objetivo es tener una respuesta para extender la violencia a todos los ámbitos. Los jóvenes están viviendo un momento difícil. Se están montando bandas de criminales con un alto nivel de cohesión interna y ya no se rigen tanto por criterios estéticos. Es más, ahora tratan de camuflar los elementos que siempre los han distinguido: el pelo rapado y un determinado tipo de ropas, pero siempre mantienen en su indumentaria algún símbolo nazi».

Por el contrario, para la Policía se trata de individuos que carecen de cualquier tipo de organización. Con estas palabras lo explican en uno de sus informes sobre tribus urbanas: «Son grupos de sujetos -generalmente jóvenes- aislados, en forma de pandilla, ligados a eventos deportivos, principalmente futbolísticos, desconexionados (sic) entre sí. Actúan de forma mimética, imitando las formas e ideas de grupos de este tipo surgidos principalmente en Italia (tifosi) y Gran Bretaña (hooligans), así como de grupos de jóvenes radicales nazis alemanes y británicos, de los que importan ideas e imagen. No están unidos a organizaciones políticas estables, encuadrables en el ámbito de la extrema derecha -léase Alianza por la Unidad Nacional, Democracia Nacional y otras- debidamente legalizadas, que se mueven dentro de la lucha política ideológica ».

Dos visiones enfrentadas ante un fenómeno creciente que practica la violencia como seña de identidad y método del terror.

La muerte que administran quienes cambian el spray por las armas no tiene nada que ver con los dioses ni con los mitos wagnerianos, es una muerte absurda, irracional, política, que se ha convertido en un fenómeno social. Desde el asesinato de la inmigrante Lucrecia Pérez aquel viernes 13 de noviembre de 1992, en vísperas del 20-N, han transcurrido seis años de certidumbres bajo la cruz céltica, de verdades negadas oficialmente y disfrazadas bajo maniobras incomprensibles.

En España no quieren mirar el problema de frente. Nadie suma los datos, ningún ordenador cruza su información. Por ello, mientras en Alemania contabilizaron en 1997 un total de 11.461 ataques (un 27 % más que en el año anterior), en España nadie sabe nada, aunque cualquier estimación podría destapar la caja de los truenos. Sólo en Madrid, durante 1995 se contabilizaron 207 agresiones; en 1996 fueron 166, y en 1997 descendieron a 82. Sin embargo, sólo en los primeros cinco meses de 1998 se alcanzaba la cifra de 64 agresiones fascistas cometidas en la capital. La violencia se recrudecía. El Movimiento contra la Intolerancia ha detectado la presencia de grupos skins o neonazis en todas las capitales de provincia y en otros grandes núcleos urbanos, cifrando a escala estatal en más de 10.000 los miembros de grupos urbanos violentos, pertenecientes a las tramas skins, nacionalbakalaeros o ultras del fútbol, que constituyen el principal foco generador de violencia en España.

Para el Parlamento Europeo, se declara probado que existen 1.300 grupos racistas y neonazis en Europa. Son la marea negra, una fuerza bruta que comete más de 500 agresiones diarias, según cifras del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y que se mueve internacionalmente.


Racistas militantes

En España, desde el asesinato de Lucrecia al menos nueve jóvenes han perdido la vida, apuñalados o a golpes, por agresores neofascistas. Guillem Agulló, en el País Valenciano; Jesús Sánchez, Ricardo Rodríguez, David Martín, David González y Fernando Bertolá, en Madrid; David Doblado y Miguel Blanco, en Barcelona; David Furones, en Valladolid. Antes cayeron Frederic Rouquier, a manos de los Boixos Nois, y Juan José Recalvo, por miembros de Vanguardia Nacional Revolucionaria. Fueron victimas que lo perdieron todo. La muerte brutal de Lucrecia Pérez inauguró una nueva etapa en la historia violenta del racismo en España. Tras Lucrecia, las agresiones skin neonazis emergían en la sociedad española como una novedad de violencia supuestamente irracional, pero que se desarrollaba con «móviles políticos». Es decir: con objetivos. Desde noviembre de 1992 hasta hoy, la violencia skin neonazi en las calles españolas se ha convertido en un fenómeno que provoca altos niveles de inseguridad entre amplios sectores de la población. Es lo que el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana ha definido como la virulencia de las conductas delictivas protagonizadas por los denominados skinhead». La calle ha pasado a ser un territorio «de combate» que estos nuevos cachorros nazis tratan de ganar.

Tras el fenómeno social de la violencia ultra se oculta un maremagnum de siglas, partidos, asociaciones, sindicatos y publicaciones seudoculturales en el que actualmente se refugian los militantes más activistas de la extrema derecha española. Se mueven en todos los ámbitos de la sociedad, desde sindicatos estudiantiles hasta asociaciones de vecinos, desde grupos ecologistas hasta proyectos editoriales. En conjunto conforman el rostro actual del neofascismo español, tal como desvela Descenso a los fascismos, libro en el que se recogen 63 organizaciones de carácter neofascista, 98 publicaciones y 22 editoriales, así como 55 distribuidoras neofascistas internacionales a las que se puede acceder en España a través de Internet.

Con todo, las principales corrientes del neofascismo español pasan hoy por el grupo fascista autóctono por antonomasia, Falange Española de las JONS (FE-JONS), que tras la entrada del sector hedillista ha desplegado una gran actividad a través de la Fundación José Antonio, mantiene asociaciones estudiantiles como el FES y el SEU, está introducida en el movimiento vecinal y mantiene foros de debate. Aunque tiene formalmente vinculación con la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS), posee cuadros y militantes a muy alto nivel en CC.OO. Falange acaba de unificar bajo sus siglas a Falange Española Nacional Sindicalista y al grupo Patria Libre, escindido de la AUN, que lidera Ricardo Sáenz de Ynestrillas, poco después de que lo hiciera el integrista Movimiento Católico Español.

En la pugna electoral, el partido Democracia Nacional (DN) se define a si mismo como «transversal», ni de derechas ni de izquierdas, pero entre sus dirigentes y fundadores se cuentan conocidos personajes procedentes de la neonazi CEDADE (Circulo Español de Amigos de Europa) y de juntas Españolas, grupo xenófobo procedente, en su origen, de Fuerza Nueva; también cuentan con activistas procedentes de la neofascista Acción Radical y otros de Bases Autónomas, dos organizaciones disueltas tras verse envueltas en actos violentos de carácter racista. Bases Autónomas (BB AA), cuyos militantes se vieron relacionados con los crímenes de Costa Polvoranca y de Lucrecia Pérez, actuaba en la universidad a través de asociaciones estudiantiles como Disenso o Dispar, y también en agrupaciones ecologistas. Antiguos militantes de BB AA editan la revista Resistencia. Otro sector de la organización sigue funcionando en células autónomas en numerosas localidades de Madrid y publica un buen número de fanzines. El más famoso, Cirrosis, llegó a publicar listas negras de personas, con direcciones teléfonos y otros datos, consideradas objetivos militares. Entre ellos, la hermana del dirigente socialista José María Benegas.

La corriente internacional de los nacional bolcheviques, nacida en Rusia tras la caída del imperio soviético, tiene como representante en España a Alternativa Europea (AE), un grupo vinculado a la corriente de la nueva derecha francesa y que edita la revista Tribuna de Europa.

En el contexto de esta nueva generación militante que no conoció el franquismo dada su edad, grupos integristas y franquistas como Covadonga, Comunión Tradicionalista, Confederación Nacional de Combatientes, Hermandad de la Guardia de Franco, Fuerza Nueva o los viejos miembros de la División Azul son ya productos del pasado, presencia nostálgica con la que han roto los nuevos fascistas españoles.






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Fútbol y política antisistema: los «escuadristas» del fascismo que viene6

Una pandilla de macarras violentos, un grupo de delincuentes, una tribu sin ideología... En estos términos volvió a definirlos la policía y el ministerio del Interior (Cotino, Núñez Morgades...) cuando con el asesinato de Aitor Zabaleta la violencia ultra en las calles y en los campos de fútbol desató una vez más la alarma. También el ministro Mayor Oreja, azuzado en aquel momento por la utilización política puesta en marcha por Arzalluz y Jarrai, calificó como un disparate buscar una dimensión política en actos de violencia urbana. Sin embargo, los hechos sí que tienen dimensión y explicación política, incluso rodeados por la confusión que genera repetir hasta la saciedad las mismas imprecisiones, al tiempo que no se pierde ni un minuto en explicar por qué y desde qué perspectiva se mueven a sus anchas estos neonazis de nuevo cuño que, desde 1991, han segado la vida de nueve personas jóvenes en una violencia que pretende conquistar la calle, controlar «territorios» mediante el terror.

Después de una década de violencia fascista practicada desde los campos de fútbol hasta la calle, los hechos resultan incontestables, como quedan demostrados en el capítulo de mi libro «Descenso a los fascismos» dedicado a la penetración de neonazis en las peñas futbolísticas.


El desembarco universitario

A mediados de los años 80, grupos organizados de neofascistas universitarios, miembros de asociaciones estudiantiles como Dispar y Disenso, así como militantes de la neonazi Bases Autónomas (BB.AA.) trasladaron su acción política a los campos de fútbol y crearon, potenciaron y terminaron controlando las acciones más radicales de las peñas de hinchas ultras. Y a esta actuación le daban, en todo momento, una dimensión política. Así lo explica en 1992 « A por ellos», órgano de BB.AA.: «En todos los terrenos está el enemigo [de España] y e] fútbol no es una excepción Todo es política y la comunión política debe ser el motor de cualquier pena que se precie».

Dentro de esta estrategia, se crea Contundencia Rojiblanca, que confluye con el Frente Atlético. El que fuera uno de los máximos dirigentes de Contundencia y del Frente, Rafael P.M. (omito el nombre para no hacerle propaganda), procedía de Derecho, actuaba en BB.AA. y fue posteriormente miembro de la revista neonazi Resistencia. Este dirigente estudiantil consiguió por parte de la presidencia del Atlético de Madrid (ocupada por Jesús Gil) tratos de favor para el Frente Atlético, tal como conseguir descuentos para los aficionados que se hicieran socios a través de esta peña.

Por si no estaba claro con el belicoso «Frente» que denomina la peña, en el logotipo del Frente Atlético figura entre las letras «F» y «A» la «Sigruna», un símbolo nazi que utilizaban las Waffen SS. El grupo Bastión tiene como símbolo la Doble Hacha; emblema neofascista internacional utilizado en España por grupos como e] Frente Sindicalista de la Juventud, seguidores de Ramiro Ledesma y actualmente inactivo. Ambos grupos se unieron el pasado 8 de enero para pintar las paredes de la Federación Española de Fútbol en las que escribían textualmente: «Gil es nuestro Fúhrer» y «Gil libre. Justicia Rojiblanca».

Al mismo tiempo que se desarrollaba la fascistización de la peña atlética, en los Ultras Sur del Real Madrid ocurría tres cuartos de lo mismo. Eduardo A., también de Derecho, dirigente en su día de Nación Joven, de Patria Libre y actualmente en Falange, crea y potencia la peña ultra del Real Madrid y deja el liderazgo a Ochaíta, famoso ultra de su confianza a quien Ramón Mendoza protegió tanto que incluso le facilitó un local dentro del estadio y aparcamiento gratuito. El actual presidente Lorenzo Sanz ha tolerado a los Ultras Sur hasta el episodio de la portería transmitido en directo a toda Europa.

La cruz céltica neonazi ha presidido la publicación de Ultras Sur En el fondo sur hay sitio, plagada de artículos violentos firmados bajo seudónimos como «Comando 88» (la octava letra del alfabeto: la H. Es decir « Heil Hitler), «18 NS» (es decir, Adolfo Hitler Nacional Socialista), y otras claves utilizadas habitualmente por los neonazis en sus escritos. Como se ve, si los ultras dei fútbol saben o no quién fue Hitler o qué significó el nazismo, no resulta una cuestión tan difícil de despejar.

Los Boixos Nois, ultras dei Barcelona, están manejados por Josep L. S., dirigente de los nazis catalanistas de Estat Català. Su poder es tal que el 14 de diciembre de 1997, en el Camp Nou impusieron a Núñez un minuto de silencio por las muerte de Sergi Soto, uno de sus dirigentes. Los fancines de Boixos Nois recuerdan como a un héroe a José Antonio Romero Ors, que cumple condena por el asesinato a navajazos del seguidor del Espanyol, Frederic Rouquier, en 1991. Romero Ors «Es un boixo que dejó por el Barga algo más que la voz», dicen.

Dentro de las peñas, la Policía ha detectado la presencia de neofascistas «políticos» en nueve de ellas y ultras radicales de difícil filiación política en otras 36. Así lo afirma la Brigada de Información en varios informes a los que he tenido acceso. Según las investigaciones policiales, junto al Frente Atlético, Ultras Sur y Boixos Nois, la nómina de las peñas ultras en España se completa con Brigadas Blanquiazules, del Espanyol; Brigadas Azules, del Oviedo; Herri Norte, del Atlethic de Bilbao; Celtarras, del Celta de Vigo; Indargorri, del Osasuna; Ligallo Fondo Norte, del Zaragoza; Verdiblancas, del Racing; Biris, del Sevilla; Riazor Blues, del Deportivo La Coruña; Ultravioletas, del Real Valladolid; Peña Mugica, del Real Sociedad; Peña Catali, del Albacete Balompie; Ultra Yomus, del Valencia y Ultra Bois, del Sporting de Gijón.




Las secciones de asalto

Los grupos neonazis que actúan dentro de las peñas están organizados en «Secciones», al viejo estilo de las secciones de asalto hitlerianas. Son y han sido famosas la Sección Cubos, la sección Gran Capitán, Sección Patria Libre, Sección Nacional socialista, Sección Barrio dei Pilar, Sección TNT (ahora Bastión), etc. Son una especie de células de «escuadristas» que funcionan autónomamente, pero que se coordinan entre sí con teléfonos móviles y tácticas de guerrilla urbana cuando llega el enemigo común.

Sobre los sospechosos del crimen de Aitor, miembros de Bastión (antes TNT) y su relación con el mundo del fútbol y el fascismo, me remito textualmente a mi libro (página 69): «En el Frente Atlético, durante los últimos tiempos, ha adquirido una especial relevancia la sección TNT. En ella están integrados jóvenes de ideología neonazi que mantienen cierta clandestinidad, ya que niegan pertenecer al grupo TNT y ser afines a esa ideología». La Policía, por su parte, siempre aseguró que les tenía totalmente identificados y controlados, incluso cuando se convirtieron en Nueva Guardia y en sospechosos de haber asesinado de un certero navajazo al joven David González, en Moncloa, porque se negó a cantar el «Cara al Sol». En enero se cumplirán tres años del asesinato de David sin que se haya realizado detención alguna. Otro crimen impune. Ya veremos en qué queda el caso Aitor si se apaga, con el tiempo, la oleada de indignación social que ha desatado.

Miembros de Ultras Sur, Frente Atlético y Boixos Nois han sido procesados y condenados por numerosos actos violentos, y algunos de ellos han sido los autores materiales de los asesinatos de Lucrecia Pérez, Ricardo Rodríguez, en Costa Polvoranca, y Frederic Rouquier. Fútbol y política aparecían juntos porque los agresores también estaban en la órbita o militaban directamente en partidos nazis, tal como quedó demostrado judicialmente en las sentencias judiciales dictadas por los tribunales españoles.




El problema negado

Para resolver un problema es preciso conocerlo profundamente. Los ultras violentos de los campos de fútbol suponen uno de los rostros juveniles más peligrosos y desdibujados de los últimos fascismos. No son intelectuales ni teóricos del nacional socialismo. ¿Lo eran acaso los escuadristas nazis que protagonizaron la «noche de los cristales rotos» contra los judíos? ¿Lo eran los vigilantes de los campos de exterminio? No. Simplemente estaban entrenados para una violencia y un odio a los que daban una explicación «política». Pero eran eso: macarras violentos, lúmpenes, activistas con planteamientos ideológicos maniqueos y primitivos. Es decir: fascistas del puño y la pistola. El intelecto, las filosofías racistas y las estrategias políticas las ponen siempre otros, cómodamente instalados muchas veces en despachos oficiales.

El campo de fútbol ya es un campo de batalla. Tras el rostro brutal del rapado con su «bomber» y su navaja tintada en sangre, hay un submundo político que lo arma, lo alimenta, le enseña las consignas y le adoctrina en el uso de la violencia desde foros más discretos. Las peñas ultras forman parte de ese «movimiento amplio» neofascista que, posibilitado por la miopía de unos y la mala fe de otros, abarca ya todos los ámbitos sociales, y ha comenzado la renovación generacional de sus cuadros políticos. Desde la violencia urbana, los ultras del fútbol y los grupos del movimiento internacional autodenominado RAC (Rock and roll Anti Comunista), se llega hasta los intelectuales y sus publicaciones filosóficas, esotéricas y propagandísticas.

Muy cerca de los nazi skins, aparecen grupos como los nacionalbolcheviques, la última Falange o los ultras republicanos, hasta descubrir que nos encontramos ante la acción y la política de grupos y personas que se interrelacionan, que se utilizan entre sí cuando les conviene y que debaten permanentemente. Incluso el franquismo residual participa en esta oleada, y todos, absolutamente todos, están inevitablemente asociados al fenómeno de la violencia; porque la practican o porque han decidido abandonarla para dulcificar su rostro de siempre. Como escribió Primo Levi en 1989: «De la violencia sólo nace la violencia, en un movimiento pendular que va ampliándose con el tiempo en vez de disminuir. Hay muchas señales que hacen pensar en una genealogía de la violencia actual que, precisamente, se deriva de aquella que dominaba la Alemania de Hitler».

También es cierto que la sociedad actual, con sus mensajes de violencia, lo pone fácil para que este proselitismo funcione, sin embargo, como escribió Cervantes, la verdad debe saltar siempre sobre la mentira como el aceite sobre el agua. Los hechos son los que son y, como de costumbre, los responsables (clubes, policías y políticos) tratan de zafarse de una responsabilidad que, por acción u omisión, les pertenece. Macarras, salvajes, descerebrados, delincuentes... dicen ellos. Yo añado que son los últimos escuadristas del fascismo que viene. Jóvenes que demuestran a navajazos su total desprecio por la vida de los demás. Y a eso siempre se le ha llamado fascismo.






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Los espacios del fascismo en España7

TRAS EL CRIMEN DE AITOR.- Nada ha cambiado a pesar del asesinato de Aitor Zabaleta. Peñas de ultras neonazis como Ultras Sur, Frente Atlético o Boixos Nois, siguen actuando en los estadios y recibiendo un trato de favor de los presidentes de los los principales clubes. La «solución» a la violencia neofascista en los campos de fútbol se ha reducido a poner cámaras de televisión en circuito cerrado. Y poco más.

Con su asesinato, Aitor Zabaleta es la décima victima no marginal de los grupos nazi skin en España. A los miembros de Bastión les tenían más o menos fichados y que el supuesto autor material del acuchillamiento cumplía condena en la cárcel por otro caso similar en una discoteca. Bastión no es una escisión en el sentido organizativo clásico, sino una «sección» del Frente Atlético. Dentro de la peña siempre han funcionado «secciones» independientes al estilo de las «secciones de asalto» hitlerianas. Bastión es el último agrupamiento de los miembros de la sección TNT, la más violenta del Frente, y formaban parte también de Nueva Guardia, el grupo sospechoso del asesinato del joven David González, en Moncloa, hace ahora tres años. Un ejemplo, cuando encarcelaron a Jesús Gil, en las paredes de la Federación de Fútbol aparecieron dos pintadas juntas. Una firmada por Bastión que decía: «Gil libre. Justicia Rojiblanca» y otra del Frente en la que podíamos leer» «Gil es nuestro nuestro Führer».

LAS PEÑAS ULTRAS Y LA VIOLENCIA ANTISISTEMA.- Este funcionamiento entre los seguidores de los clubes de fútbol se extiende a 36 peñas de hinchas españoles, en las que la policía tiene fichados a activistas políticos, muchos de ellos venidos de la universidad y vinculados, en su día, a grupos neofascistas como Nación joven o Bases Autónomas. Los campos de fútbol se han consolidado ya en un lugar de acción de masas y de captación para los más violentos grupos fascistas españoles. Por otra parte, los asesinos de Aitor organizaron una acción coordinada para «cazar» a un vasco entre los seguidores de la Real Sociedad desplazados a Madrid. En esta ocasión buscaban un vasco, como en otras buscan un catalán o una persona de raza negra. Una vez más «los enemigos de España», de su raza y de su equipo de fútbol. Los dirigentes de estos grupos de hinchas rapados neonazis y sus miembros más activos pertenecen a la clase media, como ya se ha dicho, y pertenecen a familias perfectamente integradas en la sociedad. Sin embargo, en su acción de captación han se han extendidos a barrios periféricos y a sectores golpeados por la crisis económica. El movimiento se ha socializado, aunque quienes mueven los hilos (rock anti comunista, peñas de hinchas, páginas de Internet, etc.: son gentes que han pasado por la universidad.

EL ROCK «NACIONAL».- En 1998, la revista Respuesta Sonora ofrece, con todo lujo, los últimos discos compactos del llamado rock neofascista, dentro de la corriente RAC (Rock Anti Comunista. El sello Ra-Ta-Ta vende los discos de grupos como Estirpe Imperial, Klan, Céltica, etc. que pueden comprarse por correo, por catálogo, o en determinadas tiendas «especializadas» en las que también se venden prendas de vestir skin, objetos de militaria e incluso armas blancas. El circuito comercial alcanza las principales ciudades españolas.

LA UNIVERSIDAD.- Bases Autónomas, cuyos militantes se vieron relacionados con el crimen de «Costa Polvoranca» y de Lucrecia Pérez, actuaba en la universidad a través de asociaciones estudiantiles como Disenso o Dispar (Dios y Patria), y también en agrupaciones ecologistas. Estas asociaciones de estudiantes universitarios siguen hoy en activo, y componen el universo ultra universitario junto a asociaciones como Teoría y Praxis, Toylo (Tontos y Locos), Tornasol (la asociación de Ynestrillas denunciada por un ataque una asociación estudiantil de izquierdas en la universidad complutense de Madrid) y el SEU, de FE de las JONS y el FES de Falange Independiente.

LAS ORGANIZACIONES E INTERNET.- Tras el fenómeno social de la violencia ultra se oculta un maremagnum de siglas, partidos, asociaciones, sindicatos y publicaciones seudoculturales en los que, actualmente, se refugian los militantes más activistas de la extrema derecha española. Se mueven en todos los ámbitos de la sociedad, desde sindicatos estudiantiles hasta asociaciones de vecinos, desde grupos ecologistas a proyectos editoriales. En conjunto conforman el rostro actual del neofascismo español, tal como desvela mi libro Descenso a los fascismos, en el que se recoge la existencia durante 1998 de un total de 63 organizaciones ultras (partidos políticos, células de activistas que actúan alrededor una publicación, asociaciones político-culturales...), 98 publicaciones y 22 editoras, así como 55 distribuidoras neofascistas internacionales a las que, entre otros cauces, como el correo tradicional, se puede acceder en España a través de Internet, utilizado por los neonazis como plataforma de propaganda y contacto; muy especialmente a través de la revista electrónica Hispania Gothorum y del Centro Unitario organizado por Ramón Bau, que contacta con los grupos neofascistas de todo el mundo.

LOS PARTIDOS.- Con todo, las principales corrientes del neofascismo español pasan hoy por el grupo fascista español por antonomasia: Falange Española y de las JONS (FE-JONS) que ha desplegado una gran actividad a través de la Fundación José Antonio, mantiene como asociación universitaria en activo el SEU. Aunque FE/JONS tiene formalmente como sindicato la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS), posee destacados cuadros y militantes a muy alto nivel en CC.OO. En octubre de 1998, Falange ha unificado bajo sus siglas al grupo Patria Libre, escindido a su vez de la Alianza para la Unidad Nacional, de Ricardo Sáenz de Ynestrillas, y a la Falange Española Nacional Sindicalista.

El partido Democracia Nacional (DN) se define a sí mismo como «transversal», ni de derecha ni de izquierdas, pero entre sus dirigentes y fundadores se cuentan conocidos personajes procedentes de la neonazi CEDADE (Circulo Español de Amigos de Europa) y de juntas Españolas, grupo xenófobo procedente, en su origen, de Fuerza Nueva; también cuentan con activistas de la neofascista Acción Radical y otros de Bases Autónomas, dos organizaciones disueltas tras verse envueltas en actos violentos de carácter racista. En septiembre de 1998, fue la anfitriona en Madrid del Euronat, una plataforma creada para las elecciones europeas de 1999. DN es el partido español elegido por Le Pen de cara a estos comicios, después de que abandonara a Ynestrillas, pendiente de juicio por un altercado a tiros motivado por un oscuro asunto de cocaína. Por su parte la AUN, de Ynestrillas se ha dedicado a realizar acciones llamativas en una campaña en la que llama a «Recuperar España».

REVISTAS.- Antiguos militantes de BB. AA. editan la revista Resistencia sin demasiada periodicidad durante 1998. Otro sector de la antigua organización sigue funcionando en células autónomas en numerosas localidades de Madrid y publican buen numero de fascines. El más famoso, Cirrosis, llegó a publicar en 1997 listas negras de personas, con direcciones teléfonos y otros datos, consideradas objetivos militares. Durante 1998 se siguieron publicando numerosas revistas, entre las que vale la pena reseñar Juventud Radical, de Burgos, INFONIS, de Zaragoza, y, por supuesto los órganos de los partidos más estructurados: Nosotros de FE/JONS y Destino de AUN, así como Tribuna de Europa, revista en España de la corriente internacional de los nacional-bolcheviques, nacida en Rusia tras la calda del imperio soviético, y editada por Alternativa Europea (AE), desde Barcelona.

UN BALANCE.- En 1998, la violencia skin neonazi se ha recrudecido. Aunque no existen cifras oficiales globales ya que Interior no las recoge, durante los primeros cinco meses de 1998, sólo en Madrid se contabilizó 64 agresiones neofascistas, que alcanzó el centenar en diciembre. A lo largo de todo el año anterior, las agresiones habían ascendido a 82. Los neonazis ya han ampliado sus objetivos a los jóvenes que no son de su grupo. Actualmente, la violencia antisistema de los grupos skin neonazis es un problema social, que ha cambiado las calles y la noche juvenil en numerosas ciudades españolas, funciona con métodos de terror indiscriminado, y va territorializando (estadios de fútbol, determinadas zonas de copas, calles concretas...) su radio de acción. Los investigadores han constatado la existencia de 11.500 neonazis violentos en España, a los que dicen tener «controlados», y han detectado la presencia de grupos nazi skins en ciudades con población superior a los 25.000 habitantes. Entre la indiferencia de la población y la pasividad de los responsables políticos y policiales, la alarma, sin embargo, tiene razón de ser.

En la actualidad, los grupos neofascistas españoles han consolidado su presencia y acción de masas en los campos de fútbol; están desarrollando una gran actividad de producción y grabación de discos de rock «nacional» en Madrid y Valencia, especialmente (han alcanzado fama internacional grupos como División 250, Klan y Estirpe Imperial); se mueven en el mundo del comic y los fancines; han abierto tiendas de parafernalia neonazi, de militaria y ropa de estética skin; mantienen redes comerciales de venta por correo y mediante suscripción; además, siguen actuando a la manera clásica en partidos legales, asociaciones estudiantiles universitarias y en institutos de enseñanza media.

¿Qué conclusiones podemos sacar de todo esto?

l. La consolidación de unos cauces -comerciales y organizativos- para extender la ideología neofascista en España.

2. Por primera vez entre nosotros se están aplicando con éxito las teorías de Jean Thiriart y su joven Europa, que a mediados de los años 60 planteó a los neofascistas europeos actuar sobre la juventud, en el mundo de la música y el comic, incluso utilizar las consignas y los métodos de la izquierda no marxista. El éxito del RAC (Rock Anti Comunista) en Inglaterra, del lepenismo en Francia o de los Campo Hobbitt italianos, hace que el desarrollo en España de este forma de «trabajar» cuente con el apoyo logístico y la experiencia internacional, a la que ahora se unen las últimas tecnologías.

Y 3. La más importante: Nos encontramos claramente ante una nueva generación neofascista que no tiene nada que ver con los nostálgicos del antiguo régimen. Se está dando en España un relevo generacional que utiliza otro lenguaje en el que, por ejemplo, el nacionalismo puede adquirir, incluso, tintes antiimperialistas. Los jóvenes que ahora son captados por estos grupos -que se relacionan y retroalimentan- serán los fascistas del siglo XXI. Nos encontramos ante el caldo de cultivo del fascismo que viene. Los hechos son contundentes.




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El mensaje definitivo8

Para empezar se ha hecho justicia. Pese a maniobras de confusión y enredos leguleyos, el jurado dictó su veredicto: Ricardo Guerra Cuadrado, fichado como del grupúsculo fascista Bastión, es culpable de la muerte de Aitor Zabaleta. Acaba una etapa y comienza otra. Acaba la impunidad de los navajeros neofascistas que han campado por sus fueros. Acaba la desidia de los presidentes de los clubes de fútbol (¡qué gran culpable de esta violencia concreta es Jesús Gil!). Acaba la consideración legal del crimen planificado por comandos organizados como simples casos de desórdenes públicos, pretendió la juez número 40 de Madrid, instructora del caso hasta que la Audiencia- le enmendó la plana.

En las peñas ultras se han parapetado en la última década grupos de neonazis violentos que han crecido al calor de la impunidad. Ultras Sur, Boixos Nois, Brigadas Blanquiazules, Frente Atlético... Gentes que, mientras actuaban en los campos de fútbol, generaban violencia en zonas urbanas concretas, con una estrategia de dominio del territorio. Bases Autónomas, Patria Libre... Escuadristas de nuevo cuño aplicando el terror de la violencia al estilo de las viejas juventudes hitlerianas.

Casi en solitario, el Movimiento contra la Intolerancia, presidido por Esteban Ibarra, lleva denunciándolo desde hace años. En España, según cifras policiales, más de 11.000 se mueven a sus anchas amparados en peñas de ultras, organizados desde asociaciones estudiantiles universitarias y por partidos políticos neofascistas: jaleados desde negocios de banderas, simbologías ultras y tiendas de parafernalia militar.

Alrededor de los Ricardo Guerra existe un universo de intereses y un negocio que mueve millones. Por eso esta sentencia da a los grupos violentos un mensaje definitivo. El veredicto abre nuevas líneas de investigación para los once ultras (Guerra incluido) que se sentarán en el banquillo por asociación ilícita y desórdenes públicos. Novedad que es al tiempo una llamada de atención a la instrucción sumarial que concedió la libertad a un navajero reincidente y convirtió el caso en una caricatura. Es preciso que la administración de Justicia contribuya a la erradicación de la violencia.

El asunto de la violencia urbana, racista y xenófoba no ha hecho más que empezar. La resolución del caso Zabaleta es una muy buena noticia para el sistema democrático.





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