1
Pablo Borau, El existencialismo en la novela de Ignacio Aldecoa, Zaragoza, 1974, pp. 27 y 28. Esta meritoria tesis de licenciatura, escrita ente 1969 y 1970 tiene el defecto de no haber sido «puesta al corriente» antes de su publicación.
2
El valor existencial en la citada tesis de Borau y en el excelente libro de Gemma Roberts, Tema existenciales en la novela española de postguerra, Madrid, Gredos, 1973, capítulo III, enteramente dedicado a Con el viento solano. El valor social, en el libro de Gaspar Gómez de la Serna, Ensayos sobre literatura social, Madrid, Guadarrama, 1971, cuya segunda parte, la más extensa, se ocupa de la obra y personalidad de Aldecoa.
3
Gómez de la
Serna, en el estudio citado en la nota anterior, consagró al
lenguaje de Aldecoa todo un largo capítulo, «Hace
Aldecoa que las cosas se hagan visibles a los ojos del alma»:
«Colma así a las cosas
aparentemente inocuas, al paisaje mudo, al objeto insignificante de
un significado sustancial para el relato, y consecuentemente de un
valor que trasciende al espíritu del lector»
.
(p. 187) A pesar de este y otros
elogios reconoce Gómez de la Serna que a cualquier escritor
puede dominarle el ejercicio del lenguaje «perdiéndole en los juegos
semánticos del idioma, en los gozosos laberintos de la
metáfora, en los brillantes espejismos de la imagen, en los
cautivadores movimientos del ritmo, del sonido de la cadencia de la
frase o la estructura del párrafo»
(189) y
reconoce que a Aldecoa «el riesgo del
barroquismo de la prosa ornamental [...] acaso anduvo
rondándole en sus comienzos»
, aunque pronto supo
el escritor adquirir un difícil equilibrio «conjugando el hilo de las necesidades de la
narración, la sobriedad, la concisión, la sencilla
naturalidad coloquial [...] y la veta lírica que vuelve
grávido de belleza literaria el cuerpo de la prosa
descriptiva de situaciones o paisajes»
(192). Sobre el
lenguaje de Aldecoa hace también muy certeras apreciaciones
Ricardo Senabre, «La obra narrativa de Ignacio
Aldecoa», en Papeles de Son Armadans, XV, 1970,
vol. LVI. pp. 5-24.
4
Ana María Navales, Cuatro novelistas españoles: M. Delibes, I. Aldecoa, D. Sueiro, F. Umbral, Madrid, Fundamentos, 1974, p. 123.
5
«The exploitation of a few technical forms produces mannerism, while the use of man y produces style» (Kenneth Burke, «The Poetic Process», en Wilbur Scott, ed., Five Approaches of Literary Criticism, New York, Collier Books, 1962, p. 81).
6
«Como la escena, también el
cuadro es una unidad que puede abarcar diversas formas del
discurso; es cierto que siempre es preferida la descripción
y, muchas veces, ella sola forma un cuadro. Sus
características son la unidad de conjunto, la plenitud
objetiva, el aislamiento del tiempo o, si se quiere, la
estática, y, por último, una riqueza especial de
significado. Como en la lírica, el cuadro fácilmente
se convierte en símbolo»
(Wolfgang Kayser,
Interpretación y análisis de la obra
literaria, 4.ª ed.,
Madrid, Gredos, 1965, p.
241).
7
Se cita según la tercera edición de Con el viento solano, Barcelona, Mayo de 1970, sin más que señalar entre paréntesis el número de la página.
8
Por ejemplo:
«No era hora de viento. El solano, a
medida que el día iba creciendo... disminuía... Al
atardecer crecía de nuevo... (etc.) No era hora de viento»
(Lunes, p. 45). «Sobre el encinar... rondó el azor. Se
disparaban... Partían (etc.) Rondó el azor mientras
Sebastián dormía»
(Martes, 67), aparte
numerosos casos de anáforas sin círculo (Jueves, 212,
y passim) y de
una especie de círculo a distancia, remontado sobre varias
páginas: «Mala tierra. Mala
tierra a las puertas del ganado, en la posada de Marciano
Solís»
(173), «Mala
tierra. Yerba mala y mala tierra a las puertas del ganado, en la
posada de Marciano Solís»
(177).
9
Véase D. S. Bland. «Background Description in the Novel (1961), en: Philip Stevick, ed., The Theory of the Novel, New York, The Free Press, 1967, 313-331.
10
Jean Ricardou, Problèmes du nouveau roman, Paris, Seuil, 1967. pp. 154-155.