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La definición de Allan Kardec, creador de la teoría espiritista, es suficientemente explícita: «El espiritismo es la doctrina fundada en la existencia, las manifestaciones y las enseñanzas de los espíritus» (las itálicas son nuestras). La definición se encuentra en Le livre des esprits (1857), uno de sus primeros y fundamentales textos teóricos (Castellan, ob. cit., p. 12).

 

12

Comella afirma estar «en el séptimo grado de perfección», mientras que «Calderón no ha pasado del segundo grado». Según la cosmogonía espiritista, existen tres grandes categorías de perfección, cada una subdividida en diversos grados. La de los puros (reservada a ángeles, arcángeles y serafines), la de los buenos (los eruditos, los sabios, los superiores) y la de los imperfectos (viciosos, falsos sabios, ligeros, neutros). (J. Tondriau, L'Occultisme, Verviers, Editions Gérard, 1964, p. 112).

 

13

Durante sus once años de existencia, la Revue Spirite, fundada y editada por Kardec desde el 1 de enero de 1858, ofreció abundantes transcripciones de sesiones espiritistas. Algunos ejemplos fácilmente accesibles, en el estudio de Castellan antes citado y en Sausse, Biographie d'Allan Kardec, París, Pygmalion/Gérard Watelet, 1993.

 

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«Lo mismo que bajo los dedos del pianista se cruzan las corrientes de armonía y se producen los hermosos sonidos que el fluido acústico saca de los profundos espacios del silencio, así bajo mis dedos surge la vida ignota de los espacios invencibles. Lo mismo que el médico aplicando la mano al pulso del hombre descubre las oscilaciones de la vida humana, así bajo mis manos siento el latir profundo de la vida espiritual, siento el pulso tranquilo, acompasado, uniforme, eterno, que desde el centro del cosmos se extiende hasta los más pequeños objetos de cada planeta. Me parece que he dicho algo».

 

15

M. Bakhtine, Problèmes de la poétique de Dostoïevski, Lausana, L'Âge d'homme, 1970, p. 10.

 

16

M. del C. Bobes Naves, El diálogo, Madrid, Gredos, 1992.

 

17

La degeneración del espiritismo en locura no es sólo una anécdota argumental sino una realidad: «El espiritismo en sus comienzos parece haber pagado un pesado tributo a los asilos de alienados. En 1855, en Zúrich, una cuarta parte de los doscientos enfermos mentales eran espiritistas. En Gand había 95 de 255». (Castellan, ob. cit., p. 119).

 

18

Ducrot, Le dire et le dit, París, Minuit, 1984, pp. 191-204.

 

19

Véase a este propósito D. Núñez Ruiz, La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis, Madrid, Túcar, 1975, pp. 41-59.

 

20

Nos hemos ocupado de estas notas en J. Peñate Rivero, «Memorias de un desmemoriado: la autobiografía en Galdós», A. Lara Pozuelo, edit., La autobiografía en lengua española en el siglo veinte, Lausana, Sociedad Suiza de Estudios Hispánicos, 1991, pp. 139-152.

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